Curso: Neuropsicología

Docente: Mg. Ps. Jairo Jaime Turriate Chávez

EL CEREBRO ÉTICO (MICHAEL S. GAZZANIGA)

Primera Parte (Neuroética de la duración de la vida)

CAPITULO 1

Atribución de estatus moral a un embrión

El óvulo fecundado representa el punto de partida de la entidad que muy pronto se dividirá y dará
origen a un feto que al final se convertirá en un bebe. Si bien no es el comienzo de la vida, pero ¿es
adecuado atribuir el mismo estatus moral a ese embrión humano que a un bebe recién nacido o, por
el mismo motivo, a cualquier ser humano? Se dice que el comienzo del estatus moral repercute en
la cuestión del aborto, la fecundación in vitro, la clonación biomédica y la investigación con células
madre. Esto nos indica que el campo de la neuroética va más allá del de la bioética clásica, los
dilemas éticos guardan relación con el sistema nervioso, de forma directa o indirecta a los
especializados en neurociencia dicen algo al respecto, ¿Cuál es el estado biológico real? ¿existe ya
un cerebro? ¿funciona de alguna manera significativa? Pues los neurocientificos estudian el cerebro
que permite una vida consciente. Buscan conocimiento acerca de las zonas del cerebro que
sustentan el pensamiento mental, partes de ellas o la ausencia de ello. Parece que los neuroéticos
podrían determinar el estatus moral de un embrión o feto a partir de la presencia del tipo de material
biológico que puede sustentar la vida mental y del tipo que carece de tal capacidad, esto quiere
decir que la neurobiología puede explicar si el embrión o feto tiene un cerebro que presente algún
tipo de actividad mental o no.

En cuanto el espermatozoide se une al óvulo, el embrión inicia su misión que es dividir y

diferenciar, el embrión parte de estas dos células y al final da lugar al billón de células que
constituye el organismo humano, al cabo de unas horas se observan ya en el embrión tres zonas
diferenciadas, el endodermo, el mesodermo y el ectodermo, estas tres capas iniciales de las células
se diferencian para crear todos los órganos y componentes del cuerpo humano. La capa del
ectodermo es el origen del sistema nervioso. A medida que se desarrolla el embrión, la base
llamado tubo neural, da lugar a las neuronas y otras células del SNC mientras que la cresta neural
da origen a los ventrículos del cerebro y el canal central de la medula espinal, en la cuarta semana
el tubo neural desarrolla tres protuberancias diferenciadas que serían las zonas que surgirán las tres
divisiones principales del cerebro: cerebro anterior, medio y posterior. Aunque el feto desarrolla
zonas que se convertirán en partes especificas del cerebro, la actividad cerebral eléctrica no
comienza hasta el final de la semana 5 y 6.

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Existe cierta actividad neural en los pacientes clínicamente muertos, se observa una actividad neural
incipiente en estas primeras fases de gestación. La actividad neural en si no representa una conducta
integrada, entre la semana 8 y 10 las neuronas aumentan e inician su migración por todo el cerebro
es ahí donde aparecen los reflejos primera vez. Los polos temporal y frontal entre las semanas 12 y
16 se desarrollan al igual que el polo frontal que data lugar al neocortex. Pero aun el feto no es un
organismo sensible y consciente, sino una especia que refleja actos motores sensoriales, pero no
responde a un modo dirigido o intencionado. Se forman numerosas sinapsis, durante la semana 17 y
las siguientes, lo cual permite la comunicación entre las neuronas individuales, el desarrollo
sináptico no se dispara hasta la semana 28 sin embargo, en la semana 23 el feto puede sobrevivir
fuera del útero con asistencia médica.

El desarrollo sináptico más importante continua hasta el tercer o cuarto mes postnatal, durante este
periodo se inicia la mielinación de las neuronas, hacia la semana 32 el cerebro fetal controla la
respiración y la temperatura corporal. Cuando el niño nace tiene el cerebro parecido al de un adulto,
pero aun no culmina su desarrollo, la sinapsis continua durante toda la vida. La fase embrionaria
manifiesta que el ovulo fecundado es una acumulación de células sin cerebro, hasta los seis meses
de gestación no existe un sistema nervioso complejo o sostenible. Según investigadores el día límite
para practicar un aborto es el día 14, pero según el Tribunal Supremo Estadounidense es en la
semana 23 debido a que a partir de esas semanas es cuando pueden sobrevivir con máquinas
conectadas, es decir ya tiene el cerebro consiente.

El argumento de la continuidad afirma que el ovulo fecundado llegara a ser una persona, por lo
tanto, merece los derechos de un individuo. Cuando analizamos la cuestión de la muerte cerebral, es
decir, el momento en que se acaba la vida, observamos cómo se derivan opiniones morales a partir
de un conjunto de datos científicos y racionales aceptados, veremos la necesidad de tener en cuenta
los factores que influyen en estas diversas conclusiones, y entonces podremos empezar a sacar
determinadas cuestiones neuroéticas de los contextos arbitrarios en que se han sopesado
inicialmente. En el ámbito de la medicina se declara la muerte cerebral cuando el paciente está en
coma irreversible a causa de una lesión cerebral (por un golpe, por ejemplo, no se observa una
respuesta alguna en el tallo cerebral) lo cual trae como consecuencia un electroencefalograma plano
y la incapacidad de respirar de forma independiente.

Tambien parece existir cierto acuerdo sobre la necesidad de fijar un punto en el que se confiera
estatus moral a un embrión o feto. Como dijo sir Bertrand Russell “en un instante de tiempo, no
existe nada”. Un embrión fecundado no es un humano; necesita un útero y, como mínimo, seis

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meses de gestación y desarrollo, crecimiento y formación neuronal y duplicación celular para con-
vertirse en un humano.

En lo que respecta a la investigación sobre embriones sobrantes de fecundación in vitro, así como a
los embriones creados para la investigación biomédica, la necesidad de cosechar células madre de
14 días suscita la cuestión del estatus moral del embrión. La investigación biomédica con SCNT, se
crea un embrión clonado en una capsula de Petri con el fin de extraer células madre para la
investigación y tratamiento de enfermedades como el Parkinson, pero hasta el momento han
resultado fallidos todo tipo de estudios. ¿Este grupo de células merece la misma protección que un
ser humano? El embrión no ha comenzado a desarrollar un sistema nervioso, la estructura biológica
que experimenta interpreta el mundo con el fin de generar, mantener y modificar el concep to de
dignidad humana.

Desde un punto de vista neurológico, es evidente que en estudios realizados por neurocientificos
nos señalan que el cerebro no tiene conciencia alguna y no puede sobrevivir sin máquinas hasta la
semana 23 de gestación, ellos creen que la vida típicamente comienza cuando el cerebro empieza a
funcionar porque la conciencia depende de la capacidad operativa del cerebro, pero según la
neuroética todo óvulo fecundado desde el día 1 merece ser tratado con el mismo estatus moral que
se le atribuye a un niño recién nacido o a un adulto en plenitud de sus facultades.

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CAPÍTULO 2

El envejecimiento cerebral

Se dice que la demencia senil, en todas sus formas, en ocasiones puede dar lugar a anécdotas
divertidas, pero como se sabe cualquiera que tenga algún ser querido aquejado de demencia senil o
de su manifestación más severa el Alzheimer, es doloroso presenciar la perdida de las facultades
mentales. La persona que conocemos no solo se olvida de las cosas si no tambien parece perdidas
en el tiempo, se vuelven incapaces de valerse por sí mismas y no reconocen a las personas. A
medida que va desapareciendo la conciencia de la propia identidad, el cerebro pierde las facultades
mentales, tal vez como una suerte de mecanismo de defensa.

El envejecimiento suscita muchos asuntos neuroéticos, para el autor es una pérdida de tiempo
investigar sobre el envejecimiento y la prolongación de la vida, concebidas como una búsqueda de
la inmortalidad. Beyond Therapy, informe publicado por el Consejo Presidencial de Bioética,
contenía un capítulo sobre envejecimiento donde se afirmaba que ese era el objetivo principal de los
investigadores. La ciencia es avance y descubrimiento, los humanos se adaptan al conocimiento y la
información nueva, y la belleza de nuestro cerebro radica en la capacidad de pensamiento racional y
razonamiento deductivo.

Como señala Tennessee Williams, ser humano es vivir con la conciencia de que vamos a morir. El
miedo a la mortalidad puede ser útil cuando nos impulsa a aferramos a la vida y aprovecharla al
máximo. Pero, por lo general, el miedo al envejecimiento ha generado una industria
multimillonaria: cremas antiarrugas, gimnasios y cirugía plástica para eludir los efectos del tiempo.
¿Quién desea envejecer dignamente en una cultura así, o sufrir algunas de las opciones indignas,
como la vida asistida, la incontinencia y la demencia senil?

la neurociencia sugiere otra perspectiva. En lo que respecta al cerebro, no echamos de menos lo que
no tenemos. Quienes sufren demencia senil y Alzheimer son en gran medida inconscientes de la
pérdida de memoria. No obstante, los pacientes no pasan por alto las primeras fases del deterioro de
la memoria, tal conciencia desaparece a medida que avanza la enfermedad hasta la pérdida de la
cognición, el cerebro acusa los efectos y elimina la conciencia de muchas de las humillaciones, si
bien no de todas ¿cómo crear una vejez en la que el cerebro y el cuerpo evolucionen de forma

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pareja? La demencia senil puede ser sin más la consecuencia de que el cerebro vive durante un
período de tiempo más largo que aquel para el que está diseñado.

Los neurocientificos intentan comprender por qué algunas personas de 80 o 90 años conservan aun
todas sus facultades mentales, mientras que otras desarrollan demencia senil o Alzheimer, nos ha
revelado muchas cosas sobre el envejecimiento normal y anormal del cerebro. Todo cerebro adulto
se encuentra en alguna fase de deterioro, estos determinan diferencias en la capacidad mental
durante el envejecimiento. Según un informe demográfico sobre el envejecimiento, en el año 1990,
3 millones de personas superaban los 65 años, lo cual representaba el 4,1 % de la población, hoy, en
Estados Unidos, hay 34 millones de personas mayores de 65 años; muy pronto dicha cifra
representará el 15 % de la población. El cuerpo dura más, pero ¿el cerebro sigue el mismo ritmo?
Los neurocientificos saben que el cerebro pierde peso a medida que envejecemos: se pierde entre el
5 y 10% del volumen cerebral entre los 20 y 90 años, esto según R. D. Terry y R. Katzman (2001).
Durante muchos años científicos creían que esta disminución de volumen se debía a la pérdida
masiva de neuronas y que la discapacidad cognitiva del envejecimiento era consecuencia directa de
dicha pérdida neuronal. Otros, sin embargo, indicaban que esta pérdida celular no influía en ese
proceso, el número de neuronas se mantiene constante en la vida adulta y la perdida de volumen se
debe a los cambios que se dan en las conexiones entre las neuronas y el aislamiento en torno a ellas,
esto según M. L. Feldman y A. Perters (1998).

Otra manifestación del envejecimiento es que el cerebro ya no funciona a la misma velocidad que
antes. Esta ralentización mental puede deberse a la pérdida de mielinación, pero ¿por qué se
producen todos estos cambios? ¿Qué es lo que provoca el envejecimiento cerebral? Se tiene varias
hipótesis respecto al tema y esta se dividen en dos categorías: La teoría del error, en esta se dice
que, con el tiempo, los errores genéticos, los daños producidos en las células y otros efectos
nocivos, se suman al proceso de envejecimiento, y está La teoría programada, donde dicen que los
genes estan programados para envejecer. El envejecimiento se explica probablemente por una
combinación de ambas teorías.

En conclusión, este capítulo aborda el tema del envejecimiento del cerebro y las enfermedades que
conlleva dicho envejecimiento en este caso se habla de la demencia senil y el Alzheimer, se dicen
que son enfermedades degenerativas incurables. El Alzheimer es un trastorno lento, progresivo, que
puede durar hasta quince años y acabar en un estado prácticamente inerte: un cuerpo que come y
respira, pero una mente incapaz de reconocer el cuerpo al que pertenece. Una parte significativa de
la población maso menos el 15% mayores de 65 años desarrollará una demencia senil, término muy

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impreciso que designa multitud de trastornos y lesiones que pueden provocar el deterioro de las
capacidades cognitivas.