Trabajo Academico
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"Art. 255.- La consideración del reajuste del Salario Mínimo será efectuada por el Poder Ejecutivo a
propuesta del Consejo Nacional de Salarios Mínimos (CONASAM), en base a la variación interanual del
Índice de Precios al Consumidor (IPC) y su impacto en la economía nacional, al mes de junio de cada año.
La Autoridad Administrativa del Trabajo, cuando las conclusiones así lo indicaran, elevará al Poder
Ejecutivo para su consideración y resolución, antes del 30 de junio de cada año, la propuesta de reajuste
de Salario Mínimo, acompañada de las memorias correspondientes. En los casos de profunda alteración
de las condiciones macroeconómicas y financieras o de elevadas tasas de inflación, el Consejo Nacional
de Salarios Mínimos podrá reunirse en un período distinto al indicado anteriormente, y considerará para
la fijación del porcentaje del reajuste, los informes sobre la inflación y la situación económica y
financiera del Banco Central del Paraguay y del Ministerio de Hacienda, como así también, las
perspectivas o proyecciones inflacionarias y económicas respectivas "
El salario emocional, se refiere a todas aquellas retribuciones no económicas que el trabajador puede
obtener de la empresa y cuyo objetivo es incentivar de forma positiva la imagen que tiene sobre su
ambiente laboral e incrementar su productividad, así como satisfacer las necesidades personales,
familiares o profesionales que manifiesta, mejorando su calidad de vida y fomentando un buen clima
organizacional.
Este tipo de retribución puede actuar como “factor motivador” de los empleados y así mejorar la
opinión que los trabajadores tienen de la empresa. Por lo tanto, no se trata de recibir una mayor
cantidad de dinero, sino de recibir prestaciones que el trabajador entiende como beneficios más
valiosos que un aumento de sueldo.
Estudios vinculados a la modalidad del teletrabajo refieren que, en circunstancias normales, arroja una
serie de beneficios, a decir, un horario más flexible, la reducción del tiempo de desplazamiento, la
posibilidad de que los trabajadores se centren en sus tareas sin las distracciones que se generan en el
espacio de trabajo y una oportunidad para mejorar el equilibrio entre la vida laboral y profesional.
Sin embargo, no todas las actividades laborales pueden realizarse bajo el mencionado sistema ni
obtener los beneficios descriptos. En artículos recientemente publicados (Hatayama et al., 2020; OIT
2020h) se examinaron las potencialidades de trabajar desde la casa en países con diferentes niveles de
desarrollo económico.
El estudio constató que factores como la estructura económica y ocupacional, el acceso a internet de
banda ancha y la probabilidad de que las personas posean una computadora personal, son
determinantes importantes para trabajar desde los domicilios.
En consecuencia, los países pueden movilizar una mayor proporción de la fuerza laboral a trabajar desde
casa cuando una gran proporción de los puestos de trabajo son en sectores como las TIC, servicios
profesionales, finanzas y seguros, así como los sectores de la administración pública. Muy por el
contrario, a lo que ocurre en economías con una alta dependencia de sectores como la industria
manufacturera, la agricultura, la construcción y el turismo.
La nueva modalidad de trabajo, sin embargo, se convirtió en un desafío para algunos grupos como
padres y cuidadores, quienes debieron buscar una serie de estrategias para tratar de responder a sus
compromisos tanto profesionales como personales ante el cierre de centros educativos y de atención.
Una reciente encuesta realizada por Eurofound en 2020, había revelado que el 26% de las personas que
trabajan desde el hogar desde las restricciones, vive en hogares con niños menores de 12 años y otro
10% tiene niños de 12 a 17 años, siendo las mujeres quienes llevan la mayor carga del cuidado del hogar
con las limitantes en el acceso a conectividad que van en total detrimento de su independencia
económica.
Datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) muestran que las mujeres han sido las más
afectadas por la pandemia en la región. De hecho, su salida como parte de la fuerza laboral, representa
un retroceso de 18 años.
Las estadísticas del organismo dan cuenta que 1 de cada 4 mujeres de 15 a 24 años en América Latina y
el Caribe no estudia ni está ocupada cuando la proporción en el caso de los hombres es 1 de cada 10.
Además, el 75% de las jóvenes se dedica a cuidar a personas dependientes frente al 9,3% de los
hombres que realizan labores de cuidado.