Sahlins, M. - Concepto Cultura
Sahlins, M. - Concepto Cultura
Sahlins, M. - Concepto Cultura
ISSN: 0486-6525
rca.icanh@gmail.com
Instituto Colombiano de Antropología e
Historia
Colombia
SAHLINS, MARSHALL
DOS O TRES COSAS QUE SÉ acerca del concepto de cultura
Revista Colombiana de Antropología, vol. 37, enero-diciembre, 2001, pp. 290-327
Instituto Colombiano de Antropología e Historia
Bogotá, Colombia
MARSHALL SAHLINS*
(TRADUCCIÓN DE JAIRO TOCANCIPÁ-FALLA)**
Resumen
Abstract
R e v i s t a C o l o m b i a n a d e A n t r o p o l o g í a
R
ECIENTEMENTE, EN UNA EDICIÓN DE LA REVISTA CURRENT ANTHROPOLOGY
(Vol. 40 Supp., Feb. 1999), se discutía la vigencia del concepto de
cultura en la antropología. Esta discusión ha obligado de algún
modo a los antropólogos a revisar su genealogía y a precisar las tradi-
ciones académicas que lleva consigo. Desde este punto de vista, la
traducción de la conferencia del profesor Marshall Sahlins, presenta-
da en Londres como Huxley Memorial Medal ante The Royal Anthro-
pological Institute (RAI) en 1998, es relevante por cuanto precisa aspectos
teóricos e interpretativos sobre el con-
cepto de cultura en el contexto de la * Profesor emérito adscrito al departa-
disciplina, especialmente en las tradi- mento de antropología de la universidad
de Chicago. Conferencia en Memoria
ciones académicas estadounidense e de Thomas Henry Huxley (1825-1895), des-
inglesa. Sus comentarios al respecto tacado naturalista inglés, defensor de la
teoría evolucionista de Darwin. The Royal
evidencian apreciaciones que en nues- Anthropological Institute (RAI) estableció
tro medio resultan a veces descono- esta distinción en 1900 que constituye el
cidas y en esa medida, advierten del más alto honor que otorga el Instituto.
Se concede anualmente por votación
uso cauteloso que se debe asumir con del Consejo a un científico, extranjero o
los conceptos y los términos comu- británico, distinguido en cualquier cam-
po de la investigación antropológica. En
nes y no comunes en el discurso an- los últimos treinta años han merecido
tropológico. dicha distinción antropólogos connota-
dos como George P. Murdock, Gerardo
Agradezco al profesor Marshall Reichel-Dolmatoff, Edmund R. Leach,
Sahlins y a The Royal Anthropolo- Clifford Geertz, Louis Dumont, Lewis
gical Institute (RAI), por permitir la Binford, Fredrik Barth, Mary Douglas,
George Stocking, Sydney Mintz, Jack
traducción de esta conferencia, e Goody y más recientemente Pierre
igualmente a Elizabeth Tabares, Bourdieu entre otros. La conferencia fue
Cristóbal Gnecco, Hernán Torres, publicada en The Journal of the Royal
Anthropological Institute, Vol. 5, Number
Guillermo Ospina, Santiago Giral- 3, September 1999.
do y Ricardo Richards por sus va-
** Jairo Tocancipá-Falla, departamento de
liosos comentarios. No sobra antropología, universidad del Cauca. Miem-
advertir que las interpretaciones bro del grupo de investigación GESC. Ac-
sobre el texto son responsabilidad tualmente está cursando la maestría en
antropología social en la universidad de
del traductor. Cambridge, Girton College, Inglaterra.
PREÁMBULO
P
IENSO INICIAR CON EL ANTECEDENTE INTELECTUAL DE MI IDEA DE CUL-
tura, que corresponde a la civilización americana occiden-
tal, y con algunas reflexiones sobre el sentido que tomó en
292 Marshall Sahlins
Dos o tres cosas que sé acerca del concepto de cultura
LA CONFERENCIA
D
E REPENTE, TODOS TIENEN UNA CULTURA. LOS ABORÍGENES AUSTRA-
lianos, los inuit, los isleños de Pascua, los chambri, los ainu,
los bosquimanos, los kayapo, los tibetanos, los ojibway: aun
pueblos cuyas formas de vida murieron décadas atrás, ahora
demandan un espacio indígena en un mundo modernizador bajo
el estandarte de su cultura. Utilizan ese término o algún equiva-
lente local cercano. Respaldan sus reclamos con referencias a
tradiciones distintivas y costumbres
que involucran contrastes denigran- 2. He aquí una observación característica
tes con “el amor al dinero” y otros del culturalismo moderno:
defectos del carácter de sus maes- Una cosa era clara acerca de hacer
antropología en la contemporánea Nue-
tros coloniales de antes. “Si no tu- va Guinea: cada uno era auto-conciente
viésemos kastom (costumbres)”, los acerca de la “cultura”. Los papuanos,
como otros a lo ancho del mundo, es-
de Nueva Guinea –dicen a su an- taban invocando la cultura al tratar con
tropólogo– seríamos como Hom- la fluidez de identidad y un cambio en el
bres Blancos2. locus de recursos importantes a finales
del siglo XX, la “modernidad” poscolonial
Los antropólogos, junto con el –una modernidad progresivamente afec-
resto del llamado mundo desarro- tada por el capitalismo transnacional y
por el poder del estado–. En contextos
llado, fueron tomados por sorpre- que van desde la aseveración local has-
sa. Pensaron que los de Nueva ta la certificación del estado, la cultura,
equiparada con lo tradicional, fue cada
Guinea y los de su clase llegarían a vez más empleada, en estas circunstan-
ser algo así como los Hombres Blan- cias cambiantes, como una fuente y
cos o algún otro infortunio. Creye- como un recurso. Esto se entendió
como un determinante central y explíci-
ron en lo que podría ser llamado la to para la actual identidad y eficacia
“teoría de la desesperanza”. Esta política (Errington & Gewertz 1996: 114).
296 Marshall Sahlins
Dos o tres cosas que sé acerca del concepto de cultura
sus posibles realizaciones. Tal vez los jefes Fiji de antaño conci-
bieron ambiciones orientadas hacia el poder, y por eso dieron
cosas al pueblo después de una juventud dedicada a cultivar
una reputación de canibalismo atroz. La proposición sólo puede
sostenerse por la vía de la cultura Fiji. La misma relatividad es-
tructural cuenta para el culturalismo moderno, por ejemplo, para
el sumo, como el deporte nacional constituido. Estoy tomando
ejemplos, en parte, de un libro de ensayos sobre el Japón, Mirror
of modernity: the invented traditions of modern Japan (Vlastos,
1998). Este es uno de aquellos desenmascaradores del Japón, del
género dedicado a deconstruir afirmaciones japonesas y sus dis-
tinciones culturales. No sé por qué esta creciente industria de
las ciencias sociales se esfuerza en mostrar a Japón como un
imperio de signos falsos –o quizá sepa algo, como aparecerá
más tarde, cuando discutamos la doble relación de la integra-
ción global y la diferenciación local–. Los estudiosos del Japón
sostienen que el sumo se diferenció a finales del siglo dieciocho
de la lucha ritual, popular y militar, promovido por empresarios
interesados en las ganancias que podrían alcanzar mediante su
profesionalización en las ciudades mercantiles en desarrollo. Para
este propósito, los promotores, cuya propia legitimidad fue ra-
cionalizada por la guisa de su linaje sacerdotal Shinto, también
aseguró la aceptación de las autoridades imperiales, como ocu-
rrió en la famosa presentación en la corte en 1791. La burocracia,
por su parte, estaba interesada en controlar el sumo urbano y en
sus usos como medio de control. Como el sumo se desarrolló
posteriormente, apropió elementos de sus versiones ancestra-
les, para lo cual fueron adicionadas improvisaciones, tales como
la instalación ritual de un campeón yokozuna, la cubierta de
forma anular construida siguiendo el modelo del cielo raso del
Santuario Ise –altar de la diosa del sol Amaterasu– y otras vesti-
duras de lo empíreo y el imperio. Lo que ha estado haciendo
dinero aquí es la cosmología japonesa (Bickford, 1994; Bolitho,
1988; Cuyler, 1979; Thompson, 1998).
Puesto en escena en arenas construidas como microcosmos,
el sumo, en su presente encarnación, evoca memorias de las ba-
tallas divinas de los mitos fundadores y victorias legendarias de
la dinastía imperial (Aston, 1972; Philippi, 1968). Los elementos
terrenales y celestiales que enmarcan las confrontaciones, el te-
cho del altar imperial y el ring de tierra compactada estaban, has-
ta tiempos recientes, unidos y orientados hacia las direcciones
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Dos o tres cosas que sé acerca del concepto de cultura
B I B L I O G RA F Í A