Santidad Ordinaria. La Pequeñez de Al Cruz - SANTIDAD

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SANTIDAD ORDINARIA

LA PEQUEñEZ DE LA CRUZ.

MT 11,25-30 08-07-1984
domingo 14 durante el año

El Señor esté con vosotros.


Lectura del Santo Evangelio según San Mateo.

En aquel tiempo Jesús dijo: "Te alabo Padre, Señor del Cielo y de la
Tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes, y haberla
revelado a los pequeños. Si Padre, porque esa fue tu voluntad. Tomo me ha sido
dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce
al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí
todos los que estáis afligidos y agobiados, y Yo os aliviaré. Cargad sobre
vosotros mi yugo, y aprended de Mí porque soy paciente y humilde de corazón, y
así encontraréis alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana".
Palabra del Señor.
Por la lectura del Santo Evangelio se nos perdonen nuestros delitos.

Han vuelto los setenta y dos discípulos, de los cuales después el Señor
elegirá a los Doce Apóstoles. Aquellos setenta y dos discípulos que El envió, de
dos en dos por todas las ciudades por donde El debía ir, dice el Evangelio. Y
ellos fueron de dos en dos anunciando el "Reino de los Cielos está cerca", nunca
había estado más cerca. El Reino de los Cielos, decían ellos, Dios, porque no le
nombraban por respeto, por reverencia. El Nombre de Dios no se lo mencionaba en
Israel, y por eso se usaban circunloquios: El Reino de los Cielos es Dios, el
Reino de los Cielos que es Dios, quiere decir. Dios está cerca de vosotros, y
nunca había estado más cerca, Jesucristo, el Verbo de Dios, el mismo Dios hecho
carne.

Y así salen a anunciar aquellos setenta y dos discípulos, ellos solos,


llevando poder dado por Cristo para expulsar demonios, para curar enfermedades,
para que los animales, como las serpientes, no les hicieran daño, está en el
Evangelio cuando San Pablo después del naufragio va a buscar leña y lo muerde
una serpiente, por eso los hombres de aquella isla están esperando que muera
Pablo, y Pablo se saca la serpiente y sigue lo más bien, y ahí es donde empiezan
a creer, ven.. Entonces, vuelven estos setenta y dos discípulos y le cuentan a
Jesús: 'sabes Señor, en tu Nombre hemos expulsado los demonios, se nos someten,
hemos curado en tu Nombre, hemos anunciado tu Reino, nos han abierto las puertas
por todos lados', y vemos el gozo de Cristo, ese gozo que le transmiten sus
Discípulos. Aquellos que eran hombres simples, sencillos, hombres no doctos, es
el misterio de la debilidad, el misterio de la Cruz, eran pequeños y por eso
Jesús alaba al Padre, un momento de gozo: "Te alabo Padre, Señor del cielo y de
la tierra, porque le ocultaste estas cosas a los sabios y a los prudentes... se
las revelaste a los pequeños", eran sus pequeños, hombres que escucharon,
recibieron el Evangelio y ya salieron, porque el bien es difusivo de sí, tiene
que ser difusivo de sí... Cuando uno recibe un bien, un bien como la salvación
no puede callarlo, tiene que proclamarla con los labios, tiene que proclamarla
con la vida, "hay de mí si no predicara el Evangelio" va a decir San Pablo, hay
de mí...

Por eso la Caridad de Cristo me urge, no puede callarse, como aquella


mujer que encontró la monedita perdida, no puede callarse, lo cuenta a las
vecinas. El bien es difusivo de sí. Jesús alaba al Padre, pero antes de
alabarlo, y después de haber escuchado a sus Discípulos, les va a decir: "Es
cierto alegráos por todo eso, pero alegráos más bien porque vuestro nombre está
escrito en el Libro de la Vida, porque tenéis nombre en el Reino de los Cielos",
eso quiere decir, porque hay un nombre, el nombre de cada uno de ustedes que
está escrito en el Cielo, por eso nos tenemos que alegrar, entonces hemos de

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reflexionar sobre el día de nuestro Santo Bautismo, el día que recibimos un
nombre en el Cielo, nuestro Bautismo, se nos dió un nombre y fuimos inscriptos
en el Libro de la Vida, esa es la Santidad Ordinaria Crisitiana, no está la
Santidad Ordinaria Cristiana en expulsar demonios, algunos pueden, tienen el
poder son las gracias que Dios da gratuitamente dadas, así se llaman en
Teología, que no dicen incluso de la Santidad del Profeta cuando predica bien,
no dicen de la Santidad del que las posee, sino que son dadas para la Santidad
del Cuerpo, que es la Iglesia, las gracias gratuitamente dadas.

"Alegráos más bien -les dice Cristo- de que vuestros nombres estén
escritos en el Cielo", de eso nos tenemos que alegrar nosotros, nos está la
Santidad Ordinaria de la Iglesia en eso sino en cumplir la Voluntad del Padre
que está en los Cielos, esa voluntad que para nosotros que queremos ser
Discípulos se transforma en "yugo", es decir se transforma en Cruz, "el que
quiera ser mi discípulo niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame", ven Por
eso si puede ser que también una persona de gran santidad Dios le de el don de
hacer milagros, puede ser, pero también está en la Escritura cuando profetizó la
Mula de Balaan, y era una mula, porque el Profeta no quería profetizar y
profetizó la mula. También está eso, son gracias evidentemente que dicen en
relación a la santidad de aquel que las tiene, relación pero no es absolutamente
esa relación sino relativa. Evidentemente que si hay un doctor y predica bien,
por supuesto que de la abundancia del corazón hablan los labios... hay santidad,
pero el doctor, el profeta, el pastor, es dado para bien de los fieles no para
aquel que es, o que posee ese don o ese carisma.

El día que fueron inscriptos nuestros nombres en el Libro de los Cielos, y


fueron inscriptos en nuestra alma con el "carisma" o el "sello", el Sello
Bautismal, la Estraviz Bautismal por la cual nos conocen en el Cielo y nos
reconocen los Angeles. El día de nuestro Bautismo los ángeles no nos reconocían,
nos reconocen el día que fuimos bautizados, ese es el Carácter Sacramental, ese
que no se borra ni en el Infierno: Cristiano, cuando se nos crismó con el Oleo
Santo, el Crisma con el cual se ungía a los reyes, se ungía a los Sacerdotes,
porque somos Pueblo Sacerdotal. Somos ese grupo de los pequeños que hemos
creído.... "Te alabo Padre porque le ocultaste estas cosas a los sabios", es
decir a los que se creen sabios, esa "sabiduría según el mundo", esa sabiduría
que tiene como fin nada más el fin temporal, entonces todo lo ordena a ese fin
temporal... como aquel hombre necio del Evangelío, aquel que tenía grandes
graneros y decía que haré con tantas riquezas, y voy a tirar estos y voy a
construir otros mayores entonces después diré: alma mía come y bebe, descansa
tranquila, tienes bienes para muchos años... "Necio" dice Cristo, incensato, no
sabio, "esa noche se te pedirá cuenta del alma, y adonde irá todo lo que
acumulaste", ven.. Es sabio según la carne, el que ordena todo según la
"prudencia humana", y no según ese fin sobrenatural en donde están escritos
nuestros nombres, la Ciudad del Cielo, la Jerusalén Celeste.

Esa es la sabiduría según el mundo y la prudencia.... Los fariseos están


atrás, Jesús los tiene presente, ellos se creían sabios, se creían santos, se
creían prudentes, estaban rechazando ese que era el fin de su pueblo, que era
Cristo. A veces lo buscaban a Cristo por envidia o porque les dio de comer pan,
"pero no me buscáis porque creáis que Yo soy el Hijo de Dios", ese es el gran
problema, se creían sabios, y Dios elige a los pequeños, tiene dilección por los
pequeños. "El que era el Inmenso Dios -dice San Pablo- se hizo hombre, se
anonadó -dice en Filipenses-, se anonadó y tomó la condición humana". El mismo
Dios que estaba por Galilea caminando, conservando en su Ser, en su existencia
todo lo que existe, se hizo pequeño, eligió un pueblo pequeño y el más rebelde,
dicen las Sagradas Escrituras, nació en un pueblo más pequeño todavía, y en una
gruta más pequeña, que fue aquella Belén y murió también en un pueblo
intrascendente, como tantos habían muerto en el patíbulo de la Cruz.

Tiene dilección por lo pequeño, sabía contemplar los lirios del campo y
las zorras cuando iban a sus madrigueras, por eso nos enseñaba que aprendiéramos
a contemplar los lirios que no tienen hilanderías, ni Salomón en su grandeza se
visitió como ellos. Nos enseñaba que las zorras tienen su madriguera, pero el

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Hijo del Hombre no tiene donde reclinar su cabeza. Nos enseñaba que los pájaros
tienen su nido, contemplaba el Señor lo pequeño, le interesaba más la monedita
que echó aquella pobre viuda de lo que necesitaba en el cepillo del Templo, que
las grandes riquezas que echaban aquellos que les sobraba.. Dilección por lo
pequeño, y hoy cuando ve llegar a sus hijos, sus primeros Discípulos, pletóricos
de alegría, por que en su Nombre, alaba su Nombre, "Te alabo Señor del Cielo y
de la Tierra, por que le ocultaste estas cosas a los sabios", que se creen
sabios, "a los que se creen prudentes, y se lo revelaste a los pequeños", ¿la
locura de qué?, y la locura de la Cruz.. Ese era el camino del Padre hacia el
Hijo, queridos míos, ¿acaso Dios no podía hacer la Redención de otro modo?, ¿no
podía con su poder someter todas las naciones?, ¿y cómo eligió lo débil?, ¿cómo
eligió aquellos pescadores de Galilea para llevar, ni más ni menos que la
Redención a todo el Universo?, ¡qué pregunta!. "Te alabo Padre..", y el Señor
ve el camino de esa Cruz, el camino que eligió el Padre y le alaba, San Pablo
dirá que Dios triunfa en la debilidad: "Cuando somos débiles es cuando somos
fuertes, porque se manifiesta en nosotros el poder de Dios". El camino de la
debilidad, el camino de lo pequeño.

Lo pequeño quiere decir aquello que se sabe que no es nada, y esa lección
la repite a lo largo de la Historia de la Iglesia. Se aparece la Vírgen
Santísima, ¿a quién se le aparece? a Bernardita en Lourdes, la más pequeña, "la
he elegido a Usted -le dice la Vírgen- porque es la más pequeña", y vamos a
América a Guadalupe, y Guadalupe es el Indio Juan Dieguito, un indiecito es a él
a quien elige, el indio le dice hermosamente en un texto de la época: "se que -
como le dice hija mía, Señora mía, niña mía, le dice a la Vírgen- tienes muchos
ministros más importantes que yo, mucho más importante, porque yo soy como un
corderito, como una escalerita de cañas, soy un hombrecillo, soy como una hoja
seca, elige alguno de tus principales porque me haces pisar donde yo no piso -se
refiere a los obispados, en esos lugares donde el indio no pisaba- ¿por qué no
eliges a uno de tus mínistros"', y la Vírgen le dice "cierto, tengo muchos
ministros, pero de todo es preciso que lo haga este, que se haga esto por
intermedio tuyo, el más pequeño de mis hijos", Juan Dieguito el más pequeño de
los hijos.

¡Cómo nos confunde la Sabiduría de Dios!. Fátima también, tres chicos, y


La Salette también, es decir la Vírgen sigue la Sabiduría del Evangelio que
elige lo débil, lo que el mundo tiene por "basura", lo pequeño, lo pequeño, lo
que se tiene por nada, "te alabo Padre porque revelaste estas cosas a los
pequeños y se las ocultaste a los que se creen algo", prudentes o sabios según
la carne.

Por eso interesante reflexionar ¿por qué hay tanto?, tanto visco, tanto
tuerto y tanto ciego hoy día, porque hay mucho de prudencia y de sabiduría según
la carne, y poca Sabiduría del Evangelio, poca Pequeñez, poca Humildad, poca
Mansedumbre de Corazón frente a los planes de Dios, ven, nos despista Dios, nos
deja perplejos Dios. Nuestra conciencia frente a eso que es paradójico cae de
rodillas y alaba al Padre, "Te alabo Padre Señor del Cielo porque estas cosas
las revelaste a los pequeños", la humildad de nuestro corazón por eso si hay
confusión en nuestro corazón quiere decir que todavía hay algo de prudencia de
la carne, hay algo de esa sabiduría de la cual nosotros nos creemos "justos",
como se creían aquellos fariseos.... hay que quitar eso y hacerse pequeño.

"Tienes muchos ministros, pero de todos es preciso que seas tú, el más
pequeño de mis hijos", así el Señor va viendo el plan de su Padre, y por eso
dice después "Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón", era el camino
de la Cruz, queridos míos. Para nosotros nuestros camínos son distintos, a veces
que Dios con nosotros tiene que ser omni- potenrte y bueno, tiene que hacer que
todas las cosas salgan no como El quiere sino como nosotros queremos. Entonces
cuando el Señor nos tumba con su Sabiduría que es locura para nosotros, a veces
nuestro corazón se revela, y no somos mansos de corazón como El fue frente a la
Cruz, "Si es posible Padre aparta de Mi este caliz, pero no se haga como digo
Yo, sino como Tu quieres", ven. No somos humildes de corazón ni mansos, se
revela frente a ese plan que es la cruz, no queremos cargar el yugo de Cristo. Y

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acá viene otra paradoja, no queremos cargar el yugo de Cristo, ese yugo que
cargaban los esclavos, así paseaba Isaías por las calles de Jerusalén, desnudo
con el yugo de los esclavos colgado de su cuello, porque aquella ciudad se había
olvidado de su Dios, o sea la esclavitud del yugo.

Porque de todos modos, queridos míos, si no llevamos el yugo de la Cruz


vamos a llevar el yugo del pecado, ¿y cuál es más pesado?, dice San Agustín,
cual es más pesado, porque de todos modos hay que llevar el yugo. ¡La cruz la
vamos a llevar del mismo modo!, querrámoslo o no, ¿y cuál es más pesado?, dice
San Agustín, ¿cuál es el yugo de ser libre cargando la cruz de Cristo?, su yugo
sobre nosotros, o llevando la cruz de la esclavitud del pecado, por supuesto que
la esclavitud del pecado. De todos modos hay que llevar yugo, tenemos que ser
claros y sabios, el asunto entonces ¿por qué no cargar el yugo de Cristo para
ser sus discípulos?, si El nos dice que su yugo es suave y su carga lígera. ¿Qué
se gana con estar revelándose contra la cruz que de todos modos tenemos que
llevar?, si me dijeran revelarse contra la cruz es quitar la cruz, pero la cruz
sigue, y además sigue la reveldía y el odio en el corazón. Entonces ¿qué cuesta
llevar ese yugo que es más suave?, que nos hace nuestras cargas más fáciles,
porque El, porque El llevó primero la cruz, y El cargó desnudo el madero, por
nosotros, porque nos amó primero. Entonces empieza a ser para nosotros lección
la cruz, el Libro en donde más se aprende, con corazón manso saber que sus
caminos no son los nuestros, esos caminos que como digo a veces nos dejan
perplejos para que se vea que todo lo que hacemos no es por obra nuestra, sino
es por poder de Dios, porque nuestra debilidad es cuando triunfa Su Poder,
entonces hacernos pequeños con manso corazón, y aceptar queridos el caminos que
Dios nos propone llevando el yugo de Cristo.

"Venid a Mí los que estáis agobiados y cansados, que yo os aliviaré", el


Doctor Angélico se pregunta: "¿es verdad que es más suave el yugo de Cristo?,
porque el yugo de Cristo es el Mandamiento de la Caridad, dos palos tenía la
Cruz y son dos los Mandamientos más importantes de la Ley, el amor a Dios sobre
todas las cosas y con todas las fuerzas, y por Dios al prójimo como a nosotros
mismos", son dos, y uno es vertical, y otro es horizontal para abrazar a todos
los hombres, así hasta los enemigos, esa es la Caridad de Cristo, hasta los
enemigos, ese es el yugo de Cristo, y Santo Tomás se pregunta: "¿pero es verdad
qué es más liviano o es más pesado?", porque era pesado, amar hasta el enemigo,
rezar por él, bendecir al que te maldice, "Sí es más pesado -dice- porque el
Señor lo profundiza". "Habéis oido que se dijo a los antíguos que no adultéis,
Yo os digo que el que ya en su pensamiento adulteró, ya es adultero", lo
profundiza, no es exterior como era aquella religión falsa y mentirosa de obras
de los fariseos.

Quizás más pesado, y San Agustín retomando a Santo Tomás nos enseña, "pero
pesa el yugo de Cristo, como le pesan las alas a los pájaros, son las que le
permiten levantarse hacia las alturas", cuando uno vive en Caridad, entonces se
remonta aquellas alturas, sigue el camino del Señor con corazón manso. Por eso
hemos de hacernos pequeños, pequeños en eso, pequeños en la confianza, pequeños
en la humildad, no con sabiduría de este mundo, no con prudencia de la carne,
sino sabiendo que estamos en manos de un Padre que es el más bueno de los padres
y es el más Sabio, y que nos ama, y todo lo ordena para aquellos que ama, como
dice San Pablo, de ese Señor que le importa lo pequeño, que sabe contemplar las
flores, los lirios del campo, los pájaros, los zorros en su madriguera, que le
ímportan más las moneditas de la viuda que las riquezas que echaban aquellos que
le sobraba, que tiene ternura por lo pequeño. Y pidámosle que nos haga pequeños,
que nos haga humildes, que sepamos aceptar con corazón manso sus caminos, que es
el camino de la Cruz, y tomemos esa Cruz con alegría, "porque ama Dios al que da
con alegría". Entonces otra vez brotarán de los labios de Cristo, las palabras
de alabanza del Padre, primero porque nuestros nombres están escritos en el
Cielo, no porque hagamos mílagros, hagamos grandes cosas, sino porque nuestros
nombres están escritos en el Cielo, y tenemos que reconocer esa ....... Y en
segundo lugar porque nos vamos haciendo humos, tierra, reconocer que todos lo
que tenemos es de Dios, que todo lo bueno que hagamos es de Dios, "¿qué tienes
que no hayas recibido, y si lo has recibido de qué te jactas?", dice San Pablo,

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ese es el humilde, y Dios da su gracia al humilde y rechaza al soberbio, por eso
tenemos que atraer la mirada de Dios, en vano tratan los hombres orgullosos, en
vano, y rechaza al soberbio..

La Vírgen Madre eligió lo que se tiene por nada, para confundir a lo que
vale algo, "eres mi embajador más digno de confianza", le dice al indiecito Juan
Diego, y eso que tenía ministros la Vírgen, ¿por qué no fue al Papa la Vírgen?
¿por qué no fue al Obispo, por qué no fue a los Cardenales?, eligió a Juan
Dieguito y era por su intermedio nomás que tenía que hacerse la cosa si se
hacía, y así se hizo, y aquel confió con toda humildad en las palabras del
Cielo. Pidámosle a Ella entonces que nos conseda esa gracia del ser niños, eso
quiere decir hacerse pequeños con corazón manso, con corazón humilde para atraer
los ojos del Padre y su dulce bendición sobre nosotros.
En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

P. Carlos A Lojoya

08-07-1984

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