MOCTEZUMA
MOCTEZUMA
MOCTEZUMA
Leyenda popoloca
En un paraje denominado Loma Viuda nació una vez un niño travieso y vivaracho al que
llamaron Moctezuma.
Moctezuma fue creciendo entre los cuidados y cariños de su madre. Con el tiempo se hizo un
muchacho fuerte y vigoroso.
Moctezuma no sabía quién era su padre, pero había visto siempre a su madre preparar
comida y llevarla a la hora del almuerzo a un sitio conocido como Barranca Hueso.
-¿A quién llevas eso? –se atrevió a preguntarle en una oportunidad, cuando salía de la casa.
-A mi marido –respondió ella con voz vacilante, y se alejó presurosa.
Como esta pregunta la había turbado mucho, prefirió no hacerle otra.
Cierta vez en que Moctezuma andaba de caza por un bosque vecino alcanzó a oír un gorjeo
muy melodioso. Alzó loa ojos y vio un ruiseñor en la copa de un árbol.
-No me mates Moctezuma. Soy un ave pequeña que alegra el bosque con su canto. Si me
perdonas voy a darte una noticia que te interesará. Sabrás quién es tu padre.
-¿Quién es?,¡Dímelo! –exigió Moctezuma, bajando la flecha
-Pues…un ciervo. Tu madre le lleva el almuerzo todos los días. Mañana síguela, si quieres
salir de dudas. Pero que no te descubra.
Moctezuma se despidió del ruiseñor y regresó a su casa. En la tarde siguiente, conforme le
indicara el ave, fue en pos de su madre sin que ella se diera cuenta. Así la espió mientras le
entregaba la comida a un bello ciervo de color pardo y cuernos muy arbolados.
Su madre se fue y el ciervo se quedó comiendo. Moctezuma le disparó una flecha y lo mató,
porque no quería que su padre fuera un animal. Hizo barbacoa con su carne y se la llevó a su
madre. Tánto le gustó a ella que comió hasta hartarse.
Cuando al día siguiente fue con la comida para su marido, éste ya no lo esperaba en el sitio
de siempre. Halló sangre sobre las hojas, y algunos huesos. Se le aproximó en eso un
camaleón y le dijo:
-Me han contado que te has comido la carne de tu marido en barbacoa. ¿No te da vergüenza
mujer?
Ella comprendió entonces lo que había comido, y fue muy enojada a buscar a Moctezuma.
Mas no lo encontró. Se había ido de viaje.
Tanto le agradó a Moctezuma una iglesia que había en un pueblo al que llegó que decidió
llevársela a su tierra. Empezó a cavar con su vara de virtud, pero al mover el edificio, en su
tentativa de levantarlo, repicaron las campanas. Se había olvidado de quitarlas. La multitud
que estaba en misa salió despavorida, pensando que sería un terremoto. El cura fue el
primero en escapar, botando todo cuanto encontró en su veloz carrera. Moctezuma echó a
correr. La multitud lo persiguió, unos a pie y otros a caballo. Cuando ya estaba por ser
alcanzado tocó un peñasco con su vara de virtud, y éste se abrió. Se ocultó en la grieta, y así
pudo burlar a sus seguidores.
Después se le ocurrió trasladar a su pueblo un río se aguas muy claras. Sirviéndose de su
vara de virtud emprendió un viaje subterráneo, llevándose el río, pero equivocó el rumbo y fue
a dar a una laguna, donde se esparcieron las aguas.
Desesperado por su fracaso Moctezuma se marchó a un pueblo muy lejano, y allí hurtó una
campana. Pero como era muy pesada tuvo que dejarla a orillas de un río. El lugar quedó
encantado, ya que a medianoche suele oírse repicar esa campana.
Así, rodando de pueblo en pueblo, se le fue el tiempo a Moctezuma. Sus cabellos se pusieron
blancos, y adquirió un halo de sabiduría. Había olvidado sus aventuras de la juventud, y no se
dedicaba más que a ayudar a la gente con su vara de virtud.
Con los pies lastimados por las espinas y guijarros de infinitos caminos y afirmándose en un
bastón, entró un día a Tenochtitlán y fue elegido emperador de los aztecas.
Pese a su avanzada edad y a su fatiga alcanzó a reinar muchos años en la gran ciudad.