El Trabajo
El Trabajo
El Trabajo
Informe de lectura
Alumno: Eliezer Bueno Martín Fecha:23/11/2017
Asignatura: Ética II Tema: El trabajo
1. El trabajo.
El trabajo es una actividad que tiene como objetivo producir algo. En un primer momento
podemos pensar que el trabajo es una actividad exclusivamente humana, pero con una simple
observación de la naturaleza podemos ver que esto no es así: los pájaros construyen sus nidos para
acoger a su prole, las arañas tejen sus redes para alimentarse de otros insectos y las hormigas
excavan las largas galerías de sus hormigueros y almacenan allí comida para el invierno ¡algunas
especias incluso cultivan pequeños hongos para comerlos! Es una actividad en la que Dios también
tomó parte. En Génesis 1 podemos ver como Dios crea cada día una parte de nuestro mundo, el
Señor trabajó durante seis días y el séptimo descansó. Si el propio Dios trabajó, podemos concluir
que el trabajo es bueno. Pero muchas veces existe una dicotomía a la hora de valorar el trabajo para
el ser humano, algunas culturas lo han tomado como algo necesario y bueno; otras como una carga,
una maldición y un castigo por la maldad del hombre.
2. El trabajo: ¿bendición o maldición?
Partimos de la base que Dios creó el trabajo desde el comienzo del mundo trabajando Él mismo.
Y sabemos que Dios hizo todo bueno y perfecto desde el principio, incluso el propósito del hombre
era que trabajara (Génesis 2:15), el hombre debía trabajar la tierra y tener una relación con su
creador. Al entrar el pecado en el mundo esta relación perfecta del hombre con el trabajo y con Dios
queda rota.
Como el propósito del hombre era trabajar, este se desarrolla mediante el trabajo, incluso
algunos filósofos ateos como Karl Marx reconoce esto: “el hombre es lo que hace”. El hombre
alcanza la identidad de sí mismo mediante el trabajo, se da valor a sí mismo gracias a trabajar.
Pero como hemos visto el trabajo se vio corrompido por el pecado y la maldad del hombre:
Al hombre le dijo: “por cuanto le hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol del que te prohibí co-
mer, ¡maldita será la tierra por tu culpa! Con penosos trabajos comerás de ella todos los días de tu
vida. La tierra te producirá cardos y espinas, y comerás hierbas silvestres. Te ganarás el pan con
el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo
eres, y al polvo volverás” Génesis 3:17-19. Por causa del pecado del hombre el trabajo se convierte
en una carga pesada, en algo fatigoso y que en ocasiones hace sufrir al hombre. El plan de Dios para
el trabajo no es que fuera como actualmente lo vivimos, sino que fuera una actividad en la que pu-
diéramos desarrollarnos como seres humanos y no un lugar en el que el cuerpo y el espíritu se ve
maltratado. Por supuesto hay trabajos distintos a otros, no todos son fatigosos físicamente, algunos
son trabajos mentales, pero la sensación que pueden producir en ambos casos es negativa, con esto
no se quiere decir que nunca podemos disfrutar con nuestro, ahí entra la vocación, pero la realidad
es que el trabajo tal y como Dios lo creó (bueno) era muy diferente a cómo lo tenemos en la actuali-
dad.
Como hemos visto el trabajo es necesario, es bueno tal y como Dios lo diseñó, aunque ac-
tualmente esté corrompido por el pecado. El pensar que el trabajo es algo malo puede llevar al cris-
tiano a no querer trabajar. Esta actitud es contraria a los que nos dice el Evangelio y la Palabra de
Dios. En la segunda carta de Pablo a los Tesalonicenses el apóstol se enfrenta a un problema similar
al que estamos tratando aquí: “Hermanos, en el nombre del Señor Jesucristo les ordenamos que se
aparten de todo hermano que esté viviendo como un vago y no según las enseñanzas recibidas de
nosotros. Ustedes mismos saben cómo deben seguir nuestro ejemplo. Nosotros no vivimos como
ociosos entre ustedes, ni comimos el pan de nadie sin pagarlo. Al contrario, día y noche trabajamos
arduamente y sin descanso para no ser una carga a ninguno de ustedes.” 2ª Tesalonicenses 3:6-8
(NVI). En la comunidad a la que el apóstol escribe había algunos hermanos que habían decidido no
trabajar y sostenerse a costa de los demás, esta actitud hace que el apóstol arremeta contra ellos y
los denuncie públicamente. En esta traducción se les tilda de vagos, pero en otras se habla de perso-
nas que “viven de forma desordenada”, el trabajo da orden y sentido a la vida de las personas, las
hace más equilibradas, responsables y ayuda a formar de manera íntegra al ser humano, evitar de
forma intencional el trabajo es ir en contra de uno mismo y de los valores que transmiten el evange-
lio. La pereza fue considerada en la Edad Media como un pecado que ataba al ser humano, y esto en
cierta manera es así, ya que el apóstol insistió en la importancia del trabajo y de ganarse el pan de
cada día, él mismo se usa de ejemplo (junto a sus compañeros) de trabajo arduo no solo dentro de la
iglesia sino también fuera, ganándose el jornal y evitando ser una carga para la congregación. Sabe-
mos bien que Pablo era una figura a imitar (“Sed imitadores de mi como yo lo soy de Cristo” 1ª Co-
rintios 11:1) y a este referente de cristiano no le asustaba ni se negaba a hacer su labor día a día, tan-
to dentro como fuera de la iglesia. El propio Señor Jesús trabajó también, no solamente en sus años
de ministerio, sino también como carpintero “¿No es éste el carpintero, hijo de María …” Marcos
6:3, si el trabajo fuera algo negativo o pecaminoso nuestro Señor no lo hubiera hecho?
Por tanto podemos concluir que el trabajo es una bendición de parte de Dios, que a pesar de
que el ser humano lo corrompe con su negligencia no podemos ni debemos dejar de hacerlo, ya que
el trabajo dignifica al hombre, a Dios, al Reino de los cielos y al propio Evangelio.
3. El paro.
Hemos visto que el trabajo es obra de Dios también, que el trabajo es necesario para ganar el
pan de cada día, que dignifica al hombre y que a los cristianos se nos insta a trabajar y servir en
nuestras iglesias y también en el mundo secular. Pero ¿Qué ocurre cuando falta el trabajo?
El bien conocido fenómeno del paro se ha hecho muy común en nuestra sociedad en los últimos
años debido a la crisis económica que se ha vivido a nivel mundial. Especialmente en España se ha
dado a conocer los efectos del paro, que alcanzaron el 25,73% de la población en el año 2013. Esto
ha provocado dentro de la sociedad de nuestro país un temor a estar desempleados, especialmente
cuando esta situación se alarga.
Los efectos del paro en España no fueron solamente económicos, también se pudieron ver en el
estado de ánimo de las personas: graves crisis depresivas, pérdidas de la identidad personal, falta de
motivación, incluso en algunos casos extremos algunas personas llegaron al suicidio. En estos
efectos podemos ver la importancia del trabajo: Una persona que no trabaja no tiene una identidad
propia (yo soy médico, yo soy camarero, soy electricista, etc.) esto deja a la persona en un limbo
permanente, en el que ni él mismo se reconoce y siente que la sociedad no lo reconoce tampoco ni
le acepta. Los jóvenes que se están formando tampoco encuentran en muchos casos la motivación
que necesitan para estudiar, ya que muchos no creen que puedan trabajar al terminar sus estudios y
mucho menos encontrar un empleo relacionado con su formación. La falta de empleo a su vez crea
también una situación antinatural en las relaciones familiares: hijos que ya se emanciparon y
formaron sus familias tienen que volver a casa de sus padres para que estos les sostengan con su
pensión, ya que sin empleo no pueden comer ni ellos ni sus familias; las personas mayores, los que
deberían descansar después de una larga vida de esfuerzos y ser cuidados por sus hijos se convierten
en sustentadores en lugar de sustentados, se les carga en sus hombros una responsabilidad que no
les corresponde. A largo plazo los efectos del paro en una persona se vuelven incluso crónicos,
muchos parados de larga duración se convierten sin darse cuenta en aquello que Pablo denunciaba,
en personas de vidas desordenadas, sin horarios, expectativas, ilusiones o ganas de cambiar esa
situación. Es difícil salir del pozo del paro, pero lo es aún más salir del esquema mental al que te
condiciona y te ata.
En definitiva, el paro es una tragedia que por desgracia muchos han vivido y siguen viviendo
hoy, es una situación antinatural para el ser humano ya que Dios mismo trabajó y nos hizo
semejantes a Él. Aquel hombre que no trabaja pierde su identidad como individuo y también la
imagen de Dios que hay en él mismo. El hombre que está desempleado (por causas ajenas o
voluntad propia) es como el perro que se le obliga a caminar erguido sobre sus patas traseras, no es
una postura cómoda para él (aunque pueda llegar a acostumbrarse), no es la posición natural en la
que debe de estar, y si esa situación se alarga demasiado, crea deformidades en sus extremidades
mutilando su cuerpo y espíritu, perdiendo la esencia misma de lo que realmente es.