La Psicosis o La Creencia

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Inicio / Catálogo / Freudiana nº 82

Revista Freudiana

La psicosis o la creencia
Éric Laurent

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La psicosis o la creencia radical en el síntoma*

Éric Laurent

¿A qué llamamos psicosis? Este será el objeto de mi


introducción de lo que va a desarrollarse en los trabajos
preparatorios de Atenas para encontrar luego su escansión en
el mismo congreso. Propongo una investigación sobre el modo
en que leemos en nuestra práctica actual lo que la palabra
psicosis quiere decir para el psicoanálisis.

Psicosis y discurso
Lo que nos interesa en la práctica del psicoanálisis son las
formas de discurso a través de las cuales el sujeto se inserta –
nunca por completo– en los discursos establecidos, en aquello
que llamamos civilización, apoyándose en su síntoma. Freud
concebía el síntoma en relación de oposición a la civilización.
Para él era una forma de lazo social alternativo. El síntoma,
recuerda, empieza a dos con el vínculo sexual con el partenaire
y se opone a los ideales comunes de la civilización. El síntoma
es una lengua privada, distinta de la lengua común. Lacan vino
a poner en tela de juicio la idea de la civilización como Una.
Esta está hecha de discursos múltiples, cuatro como mínimo: el
discurso del amo, el discurso universitario, el discurso de la
histérica, el discurso del psicoanalista. Cada combinación
permite articular el sujeto dividido en el Otro con su goce,
pequeño a.1 Hay que añadir a esta multiplicidad en la
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civilización otroestás
asumiremos que discurso que los corroe a todos: el discurso
de acuerdo.
capitalista,
Vale
donde es el objeto a el que pasa al cenit y
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redistribuye las posibles permutaciones. El síntoma debe


entonces concebirse en su inserción siempre parcial en los
discursos.

f82_La psicosis01.png

El término de psicosis viene de la psicopatología de la clínica


clásica que, durante el siglo XIX y hasta el primer tercio del XX ,
se vio obligada a clasificar las formas de locura, término mucho
más antiguo, en una nueva sistematicidad. La clínica de la
mirada prolongada por la clínica de la escucha nos ha dado, en
primer lugar, una gran cantidad, una multiplicidad sin límite de
locuras, de manías, para acto seguido organizarse, tomar
forma, depositarse en Kraepelin alrededor de dos grandes ejes.
Por un lado, la paranoia-esquizofrenia y los debates sobre las
parafrenias y, por el otro, la manía y la melancolía. Las últimas
aportaciones destacadas de esta clínica fueron el automatismo
mental de Clérambault en Francia y, al mismo tiempo, las
paranoias sensitivas de Kretschmer en la zona de habla
alemana. Y conservamos rastros de ello, de lo que estaba en
juego, en los debates entre Jaspers y Clérambault tal como nos
los transmite la tesis de Lacan de 1932, que marca el fin de una
época.2

Freud tomó el término de psicosis cuando Kraepelin ordenaba


las parafrenias, como una forma de discurso positivo, como un
esfuerzo por reconstruir un mundo mientras que las creencias
que lo sustentaban habían desaparecido.3 El discurso
psicoanalítico fue establecido por Freud en la creencia en la
tragedia edípica que para él regulaba los vínculos de la libido y
del goce en los discursos establecidos de la civilización post-
victoriana de la que él provenía. Las tragedias del siglo XIX (no
solamente las de la realidad, sino también las tragedias
literarias cuyos autores, Víctor Hugo, August Strinberg, Ibsen,
aún nos interpelan) daban una forma épica a ese momento de
la civilización en que el reino de lo prohibido definía el horizonte
ideal del discurso; en que la tragedia, así como la gran novela
épica del siglo XIX, tejía lazo social. Todavía somos sensibles a
las tragedias musicales: la ópera, de Verdi a Wagner, todavía
sigue siendo escuchada en todo el mundo. El autor de aquellas
formas literarias que tejían lazo social tomaba la forma de un
demiurgo, de un ser aparte, de un nuevo sacerdote de una
religión en ciernes –incluso Nietzsche lo creyó en algún
momento.

Freud democratizó lo trágico del siglo XIX asumiendo que el


estatus común del sujeto de la época era el de vivir su mundo
como una tragedia. El complejo de Edipo, con su nombre
científico, era una tragedia común, banal, ordinaria, para todos,
al ordenar la confrontación de padre e hijo en su
desconocimiento radical. Freud le dio a esta tragedia banal una
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forma épica y Lacan sospecha que, si lo hizo, fue porque estaba
asumiremos que estás de acuerdo.
él mismo atrapado en el descubrimiento de la época de la
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facticidad de la paternidad.4 El hundimiento del Antiguo
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Régimen y la creencia en el Padre por él sustentada, así como


la acumulación en las metrópolis industriales de formas de
parentesco que hasta entonces nunca se habían mezclado,
pusieron de manifiesto la arbitrariedad del padre. La tragedia
ordinaria del Edipo daba una forma común a los discursos sobre
las estructuras de parentesco, al mismo tiempo que se producía
el proyecto clasificatorio de la psiquiatría contemporánea de
Freud.

Freud entendía las psicosis como una forma de discurso


productivo, apoyando el esfuerzo del sujeto fuera de la creencia
en el padre y la tragedia ordinaria, y respondiendo al campo
clínico sistematizado a expensas de la psiquiatría. Pero estas
idas y venidas no podían durar, se trataba de un equilibrio
inestable. En primer lugar, la psiquiatría misma se distanciaría
de tener en cuenta los signos constituyentes de la psicosis y de
las formas productivas del discurso para silenciarlas, para
devolverlas al interior del cuerpo a medida que el lugar de la
psiquiatría en la medicina y el lugar de la medicina en la ciencia
se modificaban. Del lado del psicoanálisis, éste se alejó por
razones estructurales de la forma épica del conflicto psíquico,
otro nombre de la tragedia ordinaria, para interesarse por la
forma no necesariamente conflictiva por la que la envoltura
formal del síntoma5 trata la pulsión y los fenómenos de goce.
Este doble alejamiento establece nuestra coyuntura y hace
legible que sea a partir de la cuestión de la psicosis como se
aborda lo mejor posible la doble cara de ese fenómeno clínico
que es la creencia en el Nombre-del-Padre y la creencia en el
síntoma.

La metáfora paterna, I & II


Lacan, en la teoría, en la fase clásica de su enseñanza, sitúa de
entrada la originalidad de la psicosis, su productividad, a partir
del contraste con el funcionamiento normal entre comillas de la
metáfora paterna, de la tragedia banal edípica. Extrae la
estructura donde el Nombre-del-Padre es un operador que
actúa sobre el enigma para el niño de aquello que es el deseo
materno y lo garantiza, ya que en la lengua los fenómenos de
significación se inscriben bajo un valor fálico.

f82_La psicosis02.png

La psicosis como forma productiva es lo que se produce cuando


el Nombre-del-Padre no opera en función de este operador
(reiteración) y pone al descubierto el hecho de que la lengua no
aloja los fenómenos de goce.

f82_La psicosis03.png

El cuerpo del sujeto es entonces el lugar de un goce no


simbolizable bajo el valor phi, de fenómenos pulsionales
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deslocalizados fuera
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acuerdo.
no negativizable
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al mismo tiempo que se imponen palabras,
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fenómenos incomprensibles, signos inéditos, mensajes


inauditos que convergen hacia el sujeto, en un orden donde
entre este nuevo Otro y el goce se da una imposibilidad para
conjuntarlos.

f82_La psicosis04.png

La lengua común adopta acentos nuevos. Lacan describió ese


esfuerzo de estabilización entre los significantes y la
significación que constituyen una lengua a partir de las
aportaciones de la lingüística de Jakobson, permitiendo así
desprenderse de la falsa unidad del signo saussuriano
combinando códigos y mensajes, no solo mediante un código
que permite producir mensajes, sino también por los efectos de
retorno de los mensajes sobre el código.6

f82_La psicosis05.png

Mensajes de códigos y códigos de mensajes se producen en


una lingüística de la palabra en acto donde el hecho mismo de
hablar, los actos de lenguaje del sujeto psicótico, modifican la
lengua que él usa; ello hasta que la nueva lengua, modificada
por los actos de lenguaje, pueda acoger los mensajes fuera de
sentido que circulan fuera de toda norma.7 Las consecuencias
de este abordaje radical del fenómeno psicótico (y de la
experiencia clínica de la salida que puede encontrar el sujeto
psicótico) permitió a Lacan, en primer lugar, generalizar su
Nombre-del-Padre pluralizándolo, tal y como lo mostró Jacques-
Alain Miller en su comentario detallado de este camino de la
primera metáfora paterna en Lacan hasta la segunda. Es ahí
dónde se pasa de la pluralización de los Nombres-del-Padre al
hecho de que sea la lengua misma la que se haga cargo de los
fenómenos de goce.8

f82_La psicosis06.png

En este sentido, la segunda metáfora paterna en Lacan es una


generalización del esfuerzo psicótico singular al conjunto del
campo clínico. Del sujeto psicótico debemos también aprender
de qué manera el sujeto neurótico hace de su síntoma una
lengua y que él también depende, a la vez, tanto de la primera
metáfora paterna como de la segunda.

La segunda metáfora paterna en la que el conjunto de la lengua


asume el esfuerzo de nominación del goce está más cerca de
Chomsky que de Jakobson. La regla universal del lugar del Otro
trata de nombrar este goce. Chomsky tenía una metáfora
esclarecedora para designar su esfuerzo. Él decía que es
posible llevar a cabo la taxonomía de todos los peces,
establecer la regla de la evolución de los fósiles, describir el
conjunto de las variaciones de las especies. Pero que hasta que
no se comprende la dinámica de fluidos, no se puede
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comprender porqué los peces tienden todos ellos hacia la forma
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del tiburón. Él buscaba cuál era la dinámica de fluidos para las
Vale
lenguas. NoPolítica de cookies
la encontró. Tuvo en cuenta los límites de su
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programa pero, al menos, la ventaja de su sueño del órgano del


lenguaje fue la de articular la lengua con los fenómenos de
cuerpo.

Para nosotros, la dinámica de los fluidos que ordenan la lengua


es la manera en que esta última también ordena y se hace
cargo de la sustancia gozante. Lacan generaliza esta lección
que nos da el sujeto psicótico, en su esfuerzo singular, al
conjunto del campo clínico. Hay un real de las estructuras que
se sumerge en este uso particular que define para nosotros,
después de Lacan, el campo de nuestra práctica y de nuestra
experiencia. Meaning is use, sí, el sentido es el uso, pero en
cuanto es el uso de nominación del goce. La lengua misma se
convierte no en el sueño chomskiano del reinado universal sino
en el lugar del equívoco generalizado. Lacan no distingue un
componente generativo de la sintaxis, de la semántica, de la
pragmática. Considera los equívocos a nivel sintáctico, los
equívocos a nivel de la significación, los equívocos a nivel de la
pragmática.

Nuestros esfuerzos se ubican en las antípodas de las tentativas


clasificatorias. La paradoja reside en que nosotros hemos
acogido la palabra psicosis en el momento en que una nueva
sistematicidad, una nueva clasificación, surgía en el discurso.
La enseñanza de Lacan hizo de este abordaje de la psicosis la
indicación de una vía donde, de la misma manera que
consideramos el conjunto de los equívocos a nivel del Otro
(que, por tanto, no los regula), también consideramos cómo en
cada caso el sujeto es un inclasificable. Los inclasificables de la
clínica fue el título escogido por Jacques-Alain para uno de
nuestros congresos.9 Los inclasificables de la clínica es el
esfuerzo para que el síntoma pueda, más allá de los
reagrupamientos por forma típica, designar la singularidad del
sujeto.

Generalización joyceana
Es el horizonte de Joyce-el-sinthome: al mismo tiempo un
nombre propio, Joyce, y un nombre común, sinthome
(evidentemente con un uso renovado, marcado por el artículo
definido) Joyce-el-sinthome conjuga el esfuerzo de Lacan por la
singularidad de escritura del nudo joyceano. La sublimación
joyceana ya no es la de un inconsciente que transporta su
verdad sino la de una verdad que ha dado paso a un saber para
leer Ulises. La anécdota edípica de Joyce no es la más útil. Se
ve bien en las biografías que le han sido consagradas como
todo lo que Joyce leyó y la manera en que quiso fundar de otro
modo una literatura y convertirse también en nuevo profeta en
su lengua, es un esfuerzo que subvirtió la lengua misma tanto
para la literatura como para los mensajes que él transmite.
Hasta el punto – pues no se trata únicamente, como en
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Jakobson, del estás
asumiremos que mensaje que retorna sobre el código – de que
de acuerdo.
pudimos
Vale decir que después de Joyce la lengua inglesa devino
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una lengua muerta. Esta muerte se exageró mucho, estaba


muerta y resucitó, pero transformada. La literatura pasó por el
momento Joyce, se transformó y recreó un mundo de
personajes pero de manera diferente… Philippe Sollers escribió
Paradis, después paró, tuvo un momento de silencio y luego
escribió Femmes. La literatura que se transformó nuevamente
después de Joyce retoma el monólogo de Molly Bloom, con
otros tintes y poniendo la cuestión femenina en el primer plano
de los enigmas que la literatura debe descifrar. Se puede decir
que la literatura explora con el sujeto psicótico qué es ser “la
mujer que falta a los hombres.”10

La generalización joyceana (el estatuto generalizado, ordinario,


del esfuerzo psicótico) nos ha llevado a considerar las formas
ordinarias de la psicosis, no ya únicamente sus formas
extraordinarias en contraste con lo comúnmente trágico sino,
por el contrario, partir de las formas ordinarias de la metáfora
delirante, del esfuerzo de significación particular, del esfuerzo
de reducción del sentido a la escritura que se hace en el
sinthome de cada uno, se haya o no pasado por la experiencia
del psicoanálisis. Si uno pasa por la experiencia del
psicoanálisis tiene la posibilidad de saberlo. Si no, como decía
Lacan, le llevará más tiempo convertirse en un personaje de su
historia escrita.

El Nombre-del-Padre se
transforma pero no
desaparece
“Psicosis ordinaria” es el nombre de un programa de trabajo
iniciado en la Section Clinique a raíz de interrogarnos acerca de
qué era el sujeto psicótico cuando la psicosis no se había
desencadenado. Partimos de esta pregunta e interrogamos al
texto schreberiano para poderla situar.11 Y además nos dimos
cuenta de que en la psicosis no desencadenada sucedían
muchas cosas en ese espacio anterior al momento en que algo
se desmorona, se desanuda. Hubo la escansión del encuentro
de Antibes,12 que permitió dar forma a todos estos fenómenos
al nombrar los fenómenos de conexión/desconexión en el Otro,
definiendo así todo un campo de la clínica ordinaria de la
psicosis que teníamos que explorar. Sin embargo, este campo
de la psicosis ordinaria no quiere decir que todo sea del ámbito
de la psicosis. No se trata de confundir las enseñanzas del
sujeto psicótico sobre el conjunto del campo clínico con una
categoría clínica como tal, convirtiéndose en la categoría
mayoritaria de nuestra experiencia. Nos encontraríamos
entonces un poco como en la época de Kraepelin, cuando el
80% de la gente hospitalizada en hospitales psiquiátricos eran
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estamos tratando. No cabe duda de que llegará el día en que,


quizás, la palabra psicosis será tan ajena al espíritu de nuestro
tiempo que se tendrá que hablar de delirios ordinarios haciendo
hincapié en los acentos erasmianos de Jacques Lacan, como
dice Jacques-Alain Miller en el último número de Le Point,13 por
el Elogio de la locura, “todo el mundo es loco, es decir,
delirante.”14 Esto no quiere decir que todo el mundo sea
psicótico. Sin embargo, todo esto forma parte de nuestra
investigación contemporánea en el siglo XXI de lo que significa
para nosotros la cuestión de la psicosis.

De la misma manera que el estatuto ordinario de la psicosis no


implica su difusión universal, las enseñanzas que extraemos del
sujeto psicótico tampoco hacen desaparecer por ello la función
paterna. Esta permanece ahí, si bien permanece modificada.
Hay un padre con un estatuto más ordinario. Lacan lo llamó
aquél que todavía es capaz de impactarnos – con un juego de
palabras sobre el pater. 15 Es aquél que constituye una
excepción, que es capaz de sorprendernos. Jacques-Alain se
sirvió de ello para mostrar que incluso bajo la función del bufón
veíamos al hombre político contemporáneo intentar impresionar,
en los medios de comunicación, en la industria de la
comunicación. Es aquél que intenta impresionar.16
Evidentemente, es necesario hacerlo de la buena manera.

Hoy en día vemos todavía el desafío de las elecciones griegas y


esta noche sabremos si vencen los tecnócratas del euro o el
chico valiente, Alexis Tsipras, que hizo su aparición e impactó a
todo el mundo con una retórica deslumbrante, intentando
convencer de que él tenía la solución – ojalá hubiera sido el
caso pero no resulta del todo convincente. Pero ahí tenemos un
intento de impresionar, mediante el cual hay también un
fenómeno de adhesión, de creencia. Aquél que impresiona, es
el que llega a nuestro mundo (donde hay siempre demasiados
reglamentos, siempre burocracia de más, siempre demasiada
vigilancia a todos los niveles) para explicarnos nuestra higiene
personal sobre la vida y la muerte, y hay también los que vienen
a no hacer como todo el mundo. Estos últimos entran en esta
categoría especial y colaboran en nuestro estudio sobre cómo
se transforma el nombre-del-padre ordinario de la existencia
una vez tenemos nuestro horizonte del inclasificable.

En este sentido, me gustaría señalar hasta qué punto la revista


de la New Lacanian School, Hurly Burly, es un instrumento de
utilidad pública. En su número 7 encontramos el curso de
Jacques-Alain Miller retomado y condensado en una forma
perfectamente legible acerca de la cuestión de El Otro que no
existe y sus comités de ética sobre la nominación.17 Un artículo
de Ian Hacking18 sobre las distintas perspectivas de Kripke y de
Putnam en relación a la nominación muestra, en efecto, hasta
qué punto desde el punto de vista lógico la última palabra de la
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que estás y la
de lógica
acuerdo.contemporánea recae sobre la
problemática
Vale
en la que nombre propio y nombre común, nombre
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propio y nombre de especie, natural kinds, llegan a coincidir y a


poner en duda de manera radical toda tentativa de reducción del
nombre a su descripción. Este nombre es remitido de nuevo a
ese acto fundamental que Kripke llama el bautismo inicial.19 Un
encuentro que a nosotros nos recuerda el bautizo del goce que
recibe el sujeto, un choque en un momento dado y que luego
encuentra su nombre. Este nombre se transmite después dentro
del conjunto de los nombres posibles, ya sea según Kripke o
según Putnam. Agradezco a Adrian Price, el redactor de la
revista, quien se implica personalmente escribiendo el artículo
de introducción,20 así como a todo el equipo de Hurly Burly,
que es un instrumento muy útil para preparar el congreso de
Atenas.

El fin del “privilegio” de la


locura
Me gustaría terminar diciendo que lo ordinario del esfuerzo
psicótico (el hecho de que todo el mundo sea loco o que ya no
sea un privilegio serlo) debe permitir salir de toda confusión
entre los padres de carne y hueso y lo que nosotros en
psicoanálisis llamamos “padre.” No son los padres los
responsables de la psicosis de su hijo, de la misma manera que
tampoco son las madres las responsables del autismo de sus
hijos. Algún día habrá que hacer, como hicieron nuestras
colegas psicoanalistas con hijos autistas, un coming out. Dijeron
lo que las motivó a crear instituciones para acoger a sus hijos e
inventar así un enfoque mixto entre lo educativo y el abordaje
clínico que las salvó a ellas mismas y ayudó a sus hijos. De la
misma forma, nuestro aggiornamiento sobre nuestros usos de la
psicosis pasará por un coming out discreto. Formará parte de la
manera en que los psicoanalistas, en el siglo XXI, deben poder
hablar acerca de la psicosis. Se levantarán velos, y los diálogos
con las asociaciones de padres o con los usuarios de la
categoría de psicosis formarán parte también de una
conversación general sobre la psicosis, que el psicoanálisis
debe facilitar para que se realice de una manera más ordinaria
en el siglo que nos espera.

ericlaurent@lacanian.net

Traducción de Eduard Fernández

NOTAS
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* Intervención de clausura del X Congreso de la NLS


celebrado en Tel-Aviv el 16 y 17 de junio de 2012.

1 Lacan, Jacques. El Seminario, libro 17, El reverso


del psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 1992.

2 Lacan, Jacques. De la psicosis paranoica en sus


relaciones con la personalidad. Siglo XXI, México,
2012.

3.Freud, Sigmund. “Puntualizaciones psicoanalíticas


sobre un caso de paranoia (Dementia paranoides)
descrito autobiográficamente.” Obras completas, vol.
XII, Amorrortu, Buenos Aires, 1990, pp. 11-76.

4 Lacan, Jacques. “Proposición del 9 de octubre de


1967 sobre el psicoanalista de la Escuela.” Otros
escritos. Paidós, Buenos Aires, pp. 261-267.

5 Lacan, Jacques. “De nuestros antecedentes.”


Escritos 1. Siglo XXI, Buenos Aires, 2007, pp. 59-66.

6 Lacan, Jacques. “De una cuestión preliminar a todo


tratamiento posible de la psicosis”, op. cit., p. 522: “un
código constituido de mensajes sobre el código, y […]
un mensaje reducido a lo que en el código indica el
mensaje.”

7 Lacan, Jacques. “Subversión del sujeto y dialéctica


del deseo en el inconsciente freudiano.” Escritos 2.
Siglo XXI, Buenos Aires, 2002, p. 786: “Mensajes de
códigos y códigos de mensaje se distinguirán en
formas puras en el sujeto de la psicosis.”

8 Miller, Jacques-Alain. Extimidad. Paidós, Buenos


Aires, 2010.

9 Miller, Jacques-Alain. “La conversación de Arcachon:


casos raros.” Los inclasificables de la clínica
psicoanalítica. Paidós, Buenos Aires, 1999.

10 Lacan, Jacques. Escritos 2. Siglo XXI, Buenos


Aires, 2002, p. 547.

11 Miller, Jacques-Alain, et al.“El conciliábulo de


Angers, efectos de sorpresa en la psicosis.” Los
inclasificables de la clínica psicoanalítica. Paidós,
Buenos Aires, 1999.

12 Miller, Jacques-Alain, et al. La psicosis ordinaria: la


convención de Antibes. Paidós, Buenos Aires, 2004.

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13 Miller, Jacques-Alain. “La dame symptôme.” Le
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Point, nº 2074, 14 junio 2012, p. 39.
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14 Lacan, Jacques. “¡Lacan por Vincennes!”


Lacaniana, nº 11, Grama, 2011, p. 7.

15 Lacan, Jacques. El Seminario, libro 19, …o peor.


Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 204 (N. del T:
Homofonía intraducible entre épater (“impactar”,
“pasmar”) y el latín pater (padre).

16 Miller, Jacques-Alain. “Hors de l’ordinaire pour


mieux nous épater.” Le Point, nº 2064, 5 de abril del
2012, p. 58.

17 Miller, Jacques-Alain. “Five Lessons on Language


and the Real.” Hurly-Burly, nº 7, Mayo 2012, pp. 59-
117.

18 Hacking, Ian. “Putnam’s Theory of Natural Kinds


and Their Names is Not the Same as Kripke’s.” Hurly-
Burly, op. cit., pp. 129-149.

19 Kripke, Saul. El nombrar y la necesidad. Instituto de


investigaciones filosóficas, México, 2017, p. 96.

20 Price, Adrian. “On the Real and Natural-Kind


Terms.” Hurly-Burly, op. cit., pp. 119-27.

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