Cimarronaje en El Comic
Cimarronaje en El Comic
Cimarronaje en El Comic
Concept of cimarronaje in
comics
Por
Oscar Perdomo Gamboa
Candidatos a Doctor en Humanidades
Profesor Escuela de Comunicación
Universidad del Valle.
oscarperdomo@yahoo.com
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Resumen: Este artículo reseña cuatro cómics comerciales y las diferentes maneras
en las que se representan fenómenos del cimarronaje en América a través de estas
obras ficcionales del arte secuencial. Se recrean las historias de los personajes
históricos Benkos Biohó y Nat Turner, y las de los personajes ficticios Acero y Zambo
Dendé. Igualmente, se hace un análisis de las adaptaciones gráficas y las posibles
repercusiones en el público lector al redefinir el cimarronaje y los procesos de
emancipación de los afroamericanos.
Palabras Clave: Cimarronaje, Cómic, Novela Gráfica, Benkos Biohó, Nat Turner.
Abstract: This paper reviews four commercial comics and their ways of representation
of cimarronaje phenomena in America through these fictional works of sequential art.
Stories of historical characters are recreated, such as Biohó and Nat Turner, alongside
with fictional characters such as Acero and Zambo Dendé. Additionally, it is carried out
an analysis of graphics adaptations and possible repercussions on readers as cimarronaje
as a concept as well as afro american emancipation processes are defined.
Resumo: Este artigo revisa quatro historietas comerciais e as diferentes maneiras nas
quais representam fenômenos das quilombolas na América. Recriam-se as histórias
das personagens históricas Benkos Biohó e Nat Turner, além das personagens ficcionais
Acero e Zambo Dendé. Igualmente, este artigo faz uma analise das adaptações gráficas
e as possíveis repercussões sobre o público ao redefinir as quilombolas e os processos de
emancipação dos afro-americanos. 47
De los dos personajes en los que ha enfatizado este texto, Benkos Biohó y Nat Turner,
se han hecho varias interpretaciones literarias. En el caso de Benkos, gran parte de su
mito fue, de hecho, fundado en la obra “El Rey del Arcabuco” del Doctor Arcos según
los relatos de tradición oral que él escuchaba en Cartagena. De ese texto brotaron
su esposa Wiwa y su hija Orika, al igual que el famoso amorío entre ella y el criollo
Francisco de Campos. Posiblemente, todo sea producto de la imaginación del autor;
como sugiere Navarrete (2003) sobre el texto del Doctor Arcos:
Más allá de las supuestas verdades comprobables por la historia, la fábula de Biohó ha
48 sido llevada a la pluma varias veces; las más notables son “Orika de los Palenques” de
Germán Espinosa, “Benkos” de Antonio Prada Fortul y, de muy inferior calidad pero
innegable esfuerzo narrativo, “Un Libertador Africano en América” de Richard May
Jiménez. Pero el líder africano también ha protagonizado líneas de ficción de Manuel
Zapata Olivella y Roberto Burgos Cantor, en “Changó el Gran Putas” y “La Ceiba de la
Memoria”, respectivamente.
Del otro extremo del continente, Nat Turner también ha sido ficcionalizado en
diversas obras literarias; la más importante de todas es “las confesiones de Nat Turner”
de William Styron, que tuvo respuesta de diez escritores afro con su propio libro:
“La segunda crucifixión de Nat Turner”. Otras obras como las de Sharon E Foster y
Michael Poore también han dado vida literaria al rebelde. Incluso, es imagen recurrente
para artistas de rap y hip-hop como Public Enemy, Kanye West y el Wu-Tang Clan,
entre otros, que expresan la injusticia que aún sufre el pueblo afroestadounidense.
Sin duda, la literatura es un arte ampliamente reconocido. La publicación de una
novela o un libro de cuentos da lustre y fama a su autor y lo eleva de un narrador o
creador a un intelectual cuyas palabras poseen un alto valor agregado. Incluso, los
máximos galardones inventados por los seres humanos, los Premios Nobel, tienen su
propia categoría para la literatura, único arte invitado a tan magna camarilla. Del otro
lado del espectro, los cómics han sufrido casi toda su vida de una discriminación que
raya en el ostracismo. Menospreciados por sus pedestres orígenes en los periódicos
y su popularidad entre niños con una pléyade de personajes estereotipados y
comercializados indiscriminadamente, han sido, en el mejor de los casos, una exótica
muestra de contracultura con ocasionales chispazos que generan obras perdurables. O
al menos eso piensan muchos intelectuales que no han salido del cuadriculado mundo
de las bellas artes y que creen que nadie diferente a Picasso puede pintar y nadie
distinto a Joyce puede escribir.
Pero hace décadas que las historietas rebasaron sus propios horizontes para llegar a
nuevas metas, incluyendo su diversificación en géneros como la tira cómica, el comic
book y la novela gráfica. Sobre todo en este último género, su desarrollo ha avanzado
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a pasos agigantados y hoy sus tramas y artes son dignos de cualquier novela escrita
de la mejor tradición. Tanto que la Premio Nobel Doris Lessing publicó una novela
gráfica, “Playing the Game”, ilustrada por Charlie Adlard y recomendó la experiencia
a su colega Salman Rushdie, quien siempre se ha declarado un lector de comics y
confiesa tener en su pinacoteca cuadros de Wolverine y el Hombre Araña. Los estudios
alrededor del arte secuencial también se han multiplicado desde que Umberto Eco
dio su espaldarazo al género en “Apocalípticos e Integrados”, que incluso ha tenido
portadas estelarizadas por Batman. Bien lo dijo Terenci Moix en su libro “Historia social
del cómic” (2007).
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Esta novela gráfica escrita por Alberto Sierra Quintero y
publicada en un documento educativo para la población
juvenil es un texto que oscila entre los datos históricos y las
libertades narrativas. Por supuesto, basa su argumento en la
historia de la rebelión de Benkos Biohó y sus luchas contra los
soldados cartageneros. El cómic gasta bastantes esfuerzos en
describir y denunciar las crueldades de la trata y sus horribles
consecuencias humanas. En este sentido, y también por tratarse
de una producción con bases didácticas al estilo de los años
sesenta, sus artes recuerdan a las historietas de las series por el
estilo de la serie Grandes Héroes de Editorial Planeta de esos
años. Mucho de esta obra tiene como objetivo narrar la historia
de manera didáctica, casi pedagógica. Un ejemplo de este estilo:
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Como puede verse claramente, el arte ensalza la figura de Benkos. No sobra recordar
que los afro han sido dibujados de una racista manera casi desde el inicio de la
caricatura editorial. Aún hoy se encuentran dibujos en revistas como Condorito donde
los personajes afrodescendientes tienen una nariz de tres puntos negros y labios que
parecen una llanta y que cubren prácticamente toda la cara. En este caso, Benkos es
dibujado como un ser humano afro, con facciones reales muy lejanas de exageraciones
caricaturescas, lo que también apoya su fortaleza como personaje e ícono. De otro lado,
el papel de Benkos como héroe y libertador no se da sólo en las escenas de la batalla
(de las cuales hay muchas), sino en momentos simbólicos donde su ser, literalmente,
enciende la llama de la rebelión en Cartagena y sus alrededores. La siguiente viñeta lo
ilustra ampliamente.
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Éste es un Nat Turner fiero, violento, con fuego en sus ojos y rabia en su rostro, más
cercano al sanguinario vengador africano que han maldecido hasta hoy esclavistas y
racistas estadounidenses. Pero hay que entender que se trata de la historia de una
rebelión que se firmó con sangre.Y esta macabra insurrección se dio por la excesiva
crueldad de los amos blancos, quienes no dudaban en flagelar, torturar y asesinar a sus
esclavos a veces por simple vicio o costumbre. Baker conoce muy bien la historia oficial
y le da una nueva interpretación a través de la ficción. Construye hábil y pacientemente
la historia que forjará al vengador Turner, su niñez, su adolescencia, las injusticias
sufridas y cómo espiritualmente se va templando el deseo de libertad y el odio a los
blancos. Por eso, por esa sed de venganza y ese rencor reprimido, se explica la matanza
y la fuerza de las gráficas de la obra.
A diferencia del Benkos impoluto de Sierra Quintero, el Turner de Baker se baña en
sangre con tanta furia y pasión que casi se percibe un goce escondido entre los trazos. Es
una historia cruda, cierto, con algunas escenas que a lo mejor no son aptas para personas
sensibles. Pero no se puede olvidar que se está hablando de una revuelta sangrienta. En los
cómics comerciales, incluso cuando hay balaceras y explosiones muy violentas, rara vez se
ve un personajes totalmente cubierto de sangre o con heridas dignas de la portada de un
diario sensacionalista. De hecho, aún hoy existe un Código de los Cómics que restringe
las escenas demasiado violentas, sanguinarias o sexualmente explícitas. No se debe olvidar
que es un género que nació como entretenimiento en los periódicos para adultos, pero
alcanzaba principalmente a los niños, como lo explica Javier Coma en su libro “Los cómics,
un arte del siglo XX” (1978).
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Escenas como ésta en la que un despiadado rebelde decapita con
un hacha a un niño blanco pueden herir muchas susceptibilidades.
Pero negar la tragedia macabra y violenta de una guerra es lo mismo
que invisibilizarla y tratar de mostrar las luchas como un tablero
de estadísticas en la que lo mismo hay cien que mil muertos, y a
los soldados, victoriosos o no, como entes libres de culpa y sangre.
Los próceres que hoy tienen estatuas en todos los parques del
mundo tienen las manos tintas en rojo. Los Napoleón, Bolívar, San
Martín, Padilla, todos los próceres y héroes de las patrias han sido
asesinos que, probablemente, cercenaron cabezas de niños como lo
hace esta gráfica de Nat Turner. Pero son las leyendas blanqueadas
por historiadores más interesados en forjar la patria que en narrar
la verdad, en crear héroes míticos que en dibujarlos como seres
humanos llenos de pasiones y errores. No hace eso Baker en su obra,
sino que pinta a Turner como el hombre dolido y lleno de odio que
sabe que sólo puede alcanzar su libertad mediante el asesinato, que 57
sólo exterminando a los amos blancos, sin importar edades, podrá
respirar tranquilo en las noches, porque la guerra es a muerte.
De esta manera, Baker utiliza los recursos más novedosos del arte
secuencial para plasmar esa ira y esa sed de venganza en su personaje.
Incluso más allá de las escenas directas y con efectos de innegable
dramatismo, como el que se muestra a continuación en el que los
cielos mismos sufren con el protagonista.
STEEL: Crucible of freedom
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Es obvio que este ejemplo dista mucho de los protagonizados por Benkos Biohó y Nat
Turner, personajes históricos cuyas acciones han sido fabuladas en repetidas ocasiones.
Bogdanove toma un personaje comercial y decide inventar, ficcionalizar desde cero,
un argumento en el que la esclavitud sirve como marco para el desarrollo del héroe
al mejor estilo del comic book tradicional. Pero también se debe ver a la inversa, a
través de un popular personaje de ficción se puede recrear y reinterpretar un momento
histórico. Por supuesto, para los historiadores tradicionales esto debe sonar a blasfemia,
es el equivalente a darle capa, superfuerza y visión de calor a Simón Bolívar o hacer
de Hernán Cortés un ciborg mitad robot y mitad humano. No se trata de eso. Nadie
está pensando que el comic de Bogdanove pueda ser un documento histórico o que
sirva como retrato fidedigno de una época. Hay que recordar que estamos hablando de
ficción y que los personajes de contracultura hiperpopulares que tanto pueden fastidiar
a los eruditos son maleables y pueden dar pie a nuevos espacios de representación.
En este caso, el John Henry Irons que nace en una plantación de algodón del sur
de los Estados Unidos, con todo y armadura forjada en herrería, también es una
interpretación libre, un producto de la licencia poética, una bella mentira, como han
llamado tantas veces a la ficción literaria.
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Como su colega real Nat Turner, Steel inicia una revuelta con sus hermanos de
cautiverio. Sólo que con mucho menos derramamiento de sangre, no hay que olvidar
que se trata de una historia para muchachos, aunque sin los objetivos pedagógicos de
otros ejemplos aquí mostrados. En este caso, se trata simplemente de una pieza de
entretenimiento muy bien hecha y documentada. Incluso, cumple con todo lo que se
mencionó acerca del cómic sobre Benkos Biohó: El héroe es dibujado como un ser
alto, musculoso, poderoso, que lidera a su pueblo hacia la victoria y la libertad al mejor
estilo del cuadro de Delacroix. Es decir, el mismo estereotipo mitificado que hemos
visto en los trabajos previos. La siguiente viñeta lo expresa claramente.
Y, por supuesto, los esclavizados inspirados por
Steel triunfan en la batalla. No sólo porque tienen
un líder de cualidades sobrehumanas dignas de
un cómic, sino porque ellos tienen la justicia
de su lado. El sometido cobra su digno lugar al
opresor malvado. En ese sentido, todas las obras
aquí mostradas dividen la realidad entre buenos
y malos, maniquea visión digna de los cuentos
para niños que suelen leer historietas. Desde
luego, nadie se atreverá a insinuar que había algo
bueno en la esclavitud, pero esta institución no
se limitaba exclusivamente a blancos racistas
y crueles y afros nobles y oprimidos. Muchos
factores socioeconómicos que vienen más
atrás en el tiempo y de lugares distintos a la
misma África a la que ingenuamente a veces se
idealiza influyeron en la esclavitud americana.
Sin embargo, la continua mitificación de seres
históricos como Biohó o Turner indican otra cosa
para la percepción cotidiana del
hombre de a pie; la complejidad
de la esclavitud se simplifica y
convierte en héroes intachables
y perfectos a seres humanos
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de eso está hecha la historia,
de estatuas y pedestales. Los
próceres son perfectos a los ojos
de la identidad de una nación y
permanecen refractarios a todas
las investigaciones posteriores
para seguir inspirando a su
pueblo. Lo mismo sucede con
la obra de Bogdanove. El último
recuadro, también como el
de Benkos Biohó, muestra un
prohombre eternizado en una
pose inspiradora para su nación.
Zambo Dendé
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A manera de conclusión
Para finalizar, en este texto se han mostrado algunas propuestas de arte secuencial
basadas en movimientos cimarrones. Algunos reales, otros adaptados, otros
completamente imaginarios. Es evidente que la ficción no puede reemplazar ni ser
utilizada por la historia como fuente, pero también es cierto que la narrativa da cuenta
de un universo más amplio que el que permiten las márgenes de los libros de historia,
una interpretación a través de los ojos de un poeta y su particular manera de ver y
entender el mundo, lo que brinda a los lectores visiones nuevas de hechos cerrados e
inarticulados desde el discurso histórico.
La narrativa visual hace mucho que salió de los cordeles callejeros para ocupar un justo
espacio en los estantes de las bibliotecas. Sus avances gráficos y literarios son evidentes
y varios artistas e intelectuales se cuentan entre sus lectores, productores y críticos.
68 Por tanto, las mismas reglas de interpretación de mundo o licencia poética concedidas a
la literatura se aplican al arte secuencial. En otras palabras, los cómics también pueden
servir como herramientas para complementar o ampliar una visión e interpretación de
un momento histórico.
Referencias
Coma, Javier. (1978) Los cómics, un arte del siglo XX, Barcelona, Editorial Labor.
Duffy, Damian y Jeggins, John. (2010) Black comix, African American independent comics art and
culture, New York, Mark Batty Publisher.
Gubern, Roman. (1972) El lenguaje de los comics, Barcelona, Ediciones Península.. 69
Moix, Terenci. (2007) Historia social del cómic, Barcelona, Bruguera.
Morrison, Grant. (2011) Supergods, héroes, mitos e historias del cómic, Madrid, Turner Noema.
Navarrete, María Cristina. (2003) Cimarrones y Palenques en el siglo XVII, Cali, Programa Editorial de
la Universidad del Valle.
_____________________. (2008) San Basilio de Palenque: Memoria y Tradición, Cali, Programa
Editorial de la Universidad del Valle.
Strömberg, Fredrik. (2012) Black images in the comics, Seattle, Fantagraphin Books.