Este documento proporciona instrucciones para abrir una ventana. Primero, se deben construir al menos tres muros para crear un espacio interior. Luego, se coloca un techo sobre los muros para aislarse del exterior. Una vez aislado, se pueden abrir ventanas de diferentes tamaños y formas como cuadradas, rectangulares o redondas cortando orificios en los muros con un cincel y un mazo. Finalmente, se advierte que abrir ventanas puede llevar a querer abrir más hasta dejar un agujero total
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Este documento proporciona instrucciones para abrir una ventana. Primero, se deben construir al menos tres muros para crear un espacio interior. Luego, se coloca un techo sobre los muros para aislarse del exterior. Una vez aislado, se pueden abrir ventanas de diferentes tamaños y formas como cuadradas, rectangulares o redondas cortando orificios en los muros con un cincel y un mazo. Finalmente, se advierte que abrir ventanas puede llevar a querer abrir más hasta dejar un agujero total
Este documento proporciona instrucciones para abrir una ventana. Primero, se deben construir al menos tres muros para crear un espacio interior. Luego, se coloca un techo sobre los muros para aislarse del exterior. Una vez aislado, se pueden abrir ventanas de diferentes tamaños y formas como cuadradas, rectangulares o redondas cortando orificios en los muros con un cincel y un mazo. Finalmente, se advierte que abrir ventanas puede llevar a querer abrir más hasta dejar un agujero total
Este documento proporciona instrucciones para abrir una ventana. Primero, se deben construir al menos tres muros para crear un espacio interior. Luego, se coloca un techo sobre los muros para aislarse del exterior. Una vez aislado, se pueden abrir ventanas de diferentes tamaños y formas como cuadradas, rectangulares o redondas cortando orificios en los muros con un cincel y un mazo. Finalmente, se advierte que abrir ventanas puede llevar a querer abrir más hasta dejar un agujero total
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Las Instrucciones para abrir una ventana
Empezamos en la apertura de una ventana se nos presenta la paradoja de tener que
levantar un muro. Preferiblemente, y para que el efecto de la ventana sea óptimo, se han de construir tres o más muros creando una superficie intramuros. A continuación, colocaremos una placa normal a los susodichos muros para techar el recinto y, de esta manera, aislarnos completamente del exterior. Si estamos en una latitud lluviosa, habrá que aplicar a esa placa una ligera inclinación para que el agua de la lluvia corra a lo largo y no se estanque sobre ella. Cuando estamos aislados del exterior, ya estamos en situación de poder abrir una o varias ventanas. Si lo que se desea es evitar la muerte por asfixia únicamente hará falta abrir ventanas minúsculas a través de las cuales pase el suficiente aire para poder respirar. El inconveniente está en que eso solo nos da unas horas más; lo que se tarde en morir de sed. Para sobrevivir un poco más tendremos que dar a las ventanas el tamaño suficiente para que el cuerpo pueda pasar a su través. Las diversas ventanas podrán tener la forma geométrica que más guste al usuario. Las más acostumbradas están hechas con cuatro líneas rectas unidas entre sí con ángulos de noventa grados. Con cuatro líneas de igual longitud hacemos una ventana cuadrada. Con dos líneas de igual longitud y otras dos líneas también de igual longitud entre sí, pero más cortas que las dos líneas precedentes, haremos una ventana rectangular. También se podrán hacer ventanas redondas; y si el usuario es imaginativo y muy habilidoso podrá hacer ventanas de fantasía. Después de decidir la forma de la ventana y dónde queremos situarla dibujaremos su silueta sobre el muro. Lo ideal sería con reglas, escuadras y compases; pero una realizada a mano alzada nos puede servir. A continuación, cogeremos el cincel y la maza, apoyamos la parte biselada del cincel en el centro geométrico de la silueta dibujada en el muro y golpeamos el cincel con la maza hasta que traspasemos el muro con el cincel. Seguidamente apoyamos el cincel en el borde del hueco practicado anteriormente para seguir golpeándole con la maza y, con paciencia y trabajo, ir ampliando el hueco hasta llegar a una de las líneas antes dibujadas sin sobrepasarla. Una vez agrandado el hueco hasta todo el perímetro de la silueta hecha sobre el muro, ya tenemos la ventana abierta. Ya hay comunicación con el exterior. Ya podemos ver más allá del muro. Ya puede entrar el aire, el agua de la lluvia o alguien; o salir nosotros. Si además el borde inferior de la ventana está a cierta altura del suelo, pongamos por caso un metro, para poder salir habrá que encaramarse a ese borde inferior y saltar por encima de él. Esa operación puede resultar incomoda en determinadas ocasiones como cuando nos hemos roto una pierna o nos hemos hecho viejecitos. Para prevenir esa incomodidad habrá que abrir otra ventana cuyo borde inferior toque el suelo y así poder salir o entrar andando. El procedimiento de apertura es el mismo que en el caso descrito antes. Siguiendo este procedimiento se pueden abrir tantas ventanas como se desee. Advierto que, llegados a este punto, el abridor de ventanas tiene que activar mecanismos de autocontrol porque está demostrado científicamente que el hecho de abrir ventanas en muros provoca el llamado efecto pipas: una vez que se empieza no se puede parar. Por lo que se acaba abriendo, en los casos más extremos, una ventana total. Este paroxismo abridor tiene la consecuencia de trasladarnos de nuevo al principio con la desagradable sorpresa de tener que levantar otra vez un muro para poder abrir una ventana.