04 Una Duda Razonable

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“Una Duda Razonable”

Propósito General: Doctrinal.


Propósito Específico: Invitarte a examinar quién y cómo es Dios.
Palabra clave: Duda razonable.
Proposición: ¡Espero que tengas una certeza razonable, de quién y cómo, es Dios!
Texto: Salmo 53.1-6 (inicio), Proverbios 3.1-35 (todos), Varios (Mensaje Semanal).

INTRODUCCIÓN
La tarea de los jueces, como cualquier actividad humana, tiende a la equivocación en sus
decisiones, por lo que pueden condenar a una persona inocente o absolver a una, que efectivamente
cometió el delito. Para regular lo anterior, se consolida la duda razonable, que implica que para
que se condene a una persona, la prueba debe ofrecer la “certeza” sobre los hechos materia de la
acusación, es decir se establece un estándar probatorio elevado para poder determinar la
responsabilidad de una persona frente al delito.
En México, la duda razonable es un tópico novedoso en el sistema de procesamiento penal, debido
a la reforma constitucional del 2008, la cual ordenaba la implementación de un sistema acusatorio
y oral, el legislador Federal incorporó en los artículos 359 y 402 del Código Nacional de
Procedimientos Penales la duda razonable; que dicho sea de paso, se refiere al estándar probatorio
recogido del derecho anglosajón Common Law, concretamente del mundo teológico cristiano,
pues originalmente, no se pretendía proteger al imputado, sino, más bien, proteger el alma de quien
fungía como jurado, pues se creía que el destino de quienes juzgaban, estaba también en juego en
cada juicio, ya que, condenar a un inocente, en la antigua tradición cristiana, era considerado como
un pecado capital.
Una duda razonable no es una duda basada en compasión o prejuicio; en cambio, está basada en
la razón y el sentido común; la duda razonable está lógicamente conectada a la evidencia o ausencia
de evidencia. Es de notar, que probar más allá de una duda razonable, no implica probar hasta una
certeza absoluta; sin embargo, la evidencia que está más allá de la duda razonable, es el estándar
de evidencia requerido, para validar una condena criminal.
Generalmente, al fiscal se le exige probar su versión de los hechos, conforme a este estándar, la
proposición que presenta, tiene que ser probada, en la medida en que no podría haber ninguna
“duda razonable”, en la mente de una “persona razonable”, sobre si el acusado es o no culpable.
Aún puede haber una duda, pero sólo en una medida que no afectaría la creencia, de una persona
razonable, acerca de si el acusado es o no culpable. Si la duda afecta la creencia de una “persona
razonable”, sobre si el acusado es culpable, el jurado no quedará satisfecho, más allá de la “duda
razonable”, y el fiscal habrá perdido el caso.
Todos, en algún momento, hemos dudado sobre ciertas cosas, o quizás muchas, que nuestros
progenitores dan como un hecho; y como generalmente, nadie escarmienta en cabeza ajena,
debemos quedar convencidos más allá de una duda razonable, para así, terminar aceptando lo que
se nos ha dicho o enseñado.
Veamos algunas dudas, y que es lo que la Biblia dice al respecto.

DESARROLLO
1) La existencia de Dios.
Salmo 14:1 (TLA) Los necios piensan: «Dios no existe». Pero son gente corrompida, todo lo
que hacen es odioso; ¡ninguno de ellos hace lo bueno!
A partir del siglo XV, comenzó a darse un cambio en la mentalidad europea, que pasó de una

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concepción de mundo teocéntrica, propia del periodo medieval, a una antropocéntrica; cambio que
se manifestó mediante una corriente filosófica humanista, dando origen a la Edad Moderna.
En el llamado Renacimiento, el pensamiento antropocéntrico, puso énfasis en la facultad humana
para acceder al conocimiento del mundo a través de la razón; esto desarrolló un espíritu crítico con
pretensión de conocer científicamente la realidad, el cual sigue permeando hasta hoy en el modo
de concebir la relación de las personas con el mundo. Por otra parte, el concepto de individuo,
adquirió gran importancia, manifestándose en la búsqueda de una trascendencia personal a través
de las propias obras, o como mecenas, al brindar apoyo a los artistas.
Pero eso sólo fue el principio que dio origen al Mundo que hoy vivimos, en el cual, permea el
Postmodernismo, teniendo un individualismo narcisista y hedonista propio de la época de consumo
de masas, con el consecuente aflojamiento de los lazos sociales y los vínculos familiares y de
pareja, así como el desplazamiento de ciudadanos a consumidores y el vaciamiento de sentido de
muchas instituciones. Con una libertad que se ve reducida a la libertad de consumir, mercancías,
diversiones, viajes, servicios, salud, deporte y hasta cultura, a excepción de la cultura crítica.
Con una desvinculación del pasado y el futuro, pues sólo predomina el interés por el hoy, y por
ende, aumenta la tendencia a la falta de compromiso para establecer relaciones de pareja,
haciéndose notoria la disminución en la duración de las uniones, rehuyendo el matrimonio, y el
incremento de parejas que no quieren tener hijos, sea porque hay proyectos individuales de distinto
orden que asumen prioritarios, porque las condiciones económicas lo vuelven difícil o porque el
hijo ya no es investido como fuente de realizaciones y trascendencia, sino que se priorizan las
satisfacciones individuales.
Entre muchas cosas más, las instituciones, que por siglos fueron un referente, pierden o trastocan
su razón de ser, y dejan ser garantes sociales y símbolos que se respeten.
La palabra usada por David en el salmo, para describir a aquel que niega la existencia de Dios, por
así convenirle para practicar su pecado, es ‫( נָבָ ל‬nā∙ḇāl) – necio, tonto, sin sentido, especialmente el
hombre que no tiene percepción de las normas éticas y religiosas.
Dicha palabra proviene de ‫( נָבֵ ל‬nā∙ḇēl). Marchitarse, arrugarse; describe a una planta, o a una parte
de ella, que pierde la hidratación vital, y así pierde su color natural y la forma, lo que implica su
muerte y descomposición.
El ser humano que duda de la existencia de Dios, tarde que temprano, si persevera por ese camino,
terminará marchitándose, amargándose y concluyendo que la vida no tiene ningún sentido, pues a
final de cuentas habrá de morir, y en cosa de algunos años, no habrá memoria de su existencia.
Friedrich Nietzsche (1844-1900), consideraba que Dios no era capaz de actuar como una fuente
del código moral o teológico, por lo que, sin creer en su existencia (aunque su padre fue un Ministro
Luterano), expresó: Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado.
A lo que Fiodor Dostoievsky (1821-1881), en su novela “Los hermanos Karamazov”, respondió
por labios de Iván: “Si Dios no existe, todo está permitido”; y la influencia de Niezstche sobre
Hitler y los nazis, le dio la razón, con “La Catástrofe” - ‫ השואה‬- Shoáh, el “Holocausto”.
Nuestra educación de corte humanista, nos lleva a cuestionar la existencia de Dios, y a creer que
la Ciencia tiene todas las respuestas, pero la historia ha demostrado que no es así, pues hay varios
ejemplos de antiguas “verdades científicas”, que hoy en día han sido desechadas; pero Dios es el
mismo y la Creación sigue dando testimonio de ÉL, como lo hiciera en el Pasado (Salmo 19.1;
Romanos 1.18-20; Hebreos 1.10-12).
¡La existencia de Dios, no es una duda razonable, es una certeza!
2) El interés de Dios.
Salmo 104:10–30 (NBLA) ÉL hace brotar manantiales en los valles, corren entre los montes; dan

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de beber a todas las bestias del campo, los asnos monteses mitigan su sed. Junto a ellos habitan
las aves de los cielos, elevan sus trinos entre las ramas. ÉL riega los montes desde Sus aposentos,
del fruto de Sus obras se sacia la tierra. ÉL hace brotar la hierba para el ganado, y las plantas
para el servicio del hombre, para que él saque alimento de la tierra, y vino que alegra el corazón
del hombre, para que haga brillar con aceite su rostro, y alimento que fortalece el corazón del
hombre. Los árboles del SEÑOR se sacian, los cedros del Líbano que ÉL plantó, donde hacen sus
nidos las aves, y la cigüeña, cuya morada está en los cipreses. Los montes altos son para las
cabras monteses; las peñas son refugio para los tejones. ÉL hizo la luna para señalar las
estaciones; el sol conoce el lugar de su ocaso. Tú ordenas la oscuridad y se hace de noche, en ella
andan todas las bestias del bosque. Rugen los leoncillos tras su presa, y buscan de Dios su comida.
Al salir el sol se esconden, y se echan en sus guaridas. Sale el hombre a su trabajo, y a su labor
hasta el atardecer. ¡Cuán numerosas son Tus obras, oh SEÑOR! con sabiduría las has hecho
todas; llena está la tierra de Tus posesiones. He allí el mar, grande y anchuroso, en el cual se
mueve un sinnúmero de animales tanto pequeños como grandes. Allí surcan las naves, y el
Leviatán que hiciste para que jugara en él. Todos ellos esperan en Ti para que les des su comida
a su tiempo. Tú les das, ellos recogen; abres Tu mano, se sacian de bienes. Escondes Tu rostro,
se turban; les quitas el aliento, expiran, y vuelven al polvo. Envías Tu Espíritu, son creados, y
renuevas la superficie de la tierra.
El Deísmo (de la palabra latina deus, que significa dios), es una corriente de la filosofía que surge
en Europa en el siglo XVII, por lo general rechaza la revelación como fuente del conocimiento
divino, y sostiene que la razón empírica y la observación del mundo natural son exclusivamente
lógicas, confiables y suficientes para determinar la existencia de una deidad suprema como el
creador del Universo. También se define como la creencia en la existencia de Dios basándose
solamente en el pensamiento racional, sin apoyarse en argumentos de religiones reveladas o
autoridad religiosa; enfatizando el concepto de teología natural, es decir que la existencia de Dios
se revela a través de la naturaleza.
En general el deísmo acepta de manera racional que no se puede probar que Dios existe ya que el
acto de creer, en última instancia, es una cuestión de fe; sin embargo, se puede decir, que un deísta,
es aquella persona que asegura la existencia de por lo menos una divinidad, pero no necesariamente
practica una religión y niega la intervención divina en el mundo. En este caso, quienes siguen el
deísmo creen en una deidad creadora pero que no se involucra en ámbito alguno.
Muchas personas autodenominadas cristianas deberían considerarse adeptas al deísmo, ya que no
practican ni respetan las creencias de la religión que aseguran seguir; son aquellos que dicen ser
cristianos, aunque raramente asisten a un culto de adoración, no han leído la Biblia, no pueden
relatar fluidamente la historia de Jesucristo, mucho menos compartir las Buenas Nuevas de
Salvación, eso, sin contar que se oponen a la mayoría de los valores bíblicos.
El salmo 104 es un himno o canto de alabanza al Dios creador, en este, el salmista hace ver cómo
el Señor está presente y activo en todos los acontecimientos que suceden tanto en el mundo de la
naturaleza como en la vida de los seres humanos; porque el Dios de la Biblia a diferencia de el del
Deísmo, no sólo es un Creador inteligente, sino uno interesado en Su Creación (Colosenses 1.13-
17), bien harían los ecologistas y los “verdes”, en entender que el desarrollo sustentable es un mito,
porque lo que existe es un desarrollo sustentado por Jesucristo, y separados de ÉL nada podemos
hacer (Juan 15.5).
¡El interés de Dios por Su creación, no es una duda razonable, es una certeza!
3) El amor de Dios.
Juan 3:16–18 (RVA 2015) Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo

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unigénito para que todo aquel que en ÉL cree no se pierda mas tenga vida eterna. Porque Dios
no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo sino para que el mundo sea salvo por ÉL.
El que cree en ÉL no es condenado; pero el que no cree ya ha sido condenado porque no ha creído
en el nombre del unigénito Hijo de Dios.
La Creación de Dios era perfecta, en el Génesis leemos que en la evaluación de Su Creación, al
final de cada día, ÉL expresó su beneplácito (Génesis 1:10, 12, 18, 21, 25); y pésele a quien le
pese, cuando llegó en el sexto día, a la corona de Su Creación, el ser humano, lo hizo a Su imagen
y semejanza, para ser como ÉL es, a diferencia del resto de la Creación, un ser espiritual y para
hacer como ÉL hace, productor y señor sobre el resto de la Creación, su mayordomo, entonces dijo
que todo lo que había creado, era bueno en gran manera (Génesis 1.31).
Pero el ser humano desobedeció, el varón escuchó a su mujer, en lugar de hacer lo que Dios le
había ordenado (Génesis 2.15-17), y comió del fruto prohibido; del que la mujer, engañada por el
enemigo (1ª Timoteo 2.13-14; Apocalipsis 12.9), ya había codiciado y comido. En el instante en
que Adán comió, el Mundo en el que debía actuar como administrador, pasó a manos del diablo
(Lucas 4.5-6); posteriormente, según yo, la Segunda Ley de la Termodinámica entró en función
(Génesis 3.17-19; Romanos 8.20-25).
El Mundo que todos los descendientes de Adán hemos conocido, dista mucho de aquel que fuese
creado por Dios, el pecado contamina todo, y sus efectos hacen mella no sólo en el que lo comete,
pues también afecta todo su entorno inmediato, mediato y aún el lejano; es el peor virus al que
como humanidad nos hemos enfrentado, pero Dios nos ha dado la cura perfecta (Romanos 5.8,
3.22-24, 6.23; Efesios 2.4-9); pero como sucede con muchas enfermedades, hay quienes se niegan
a recibir la cura, confiando en sus ideas, métodos, remedios o supersticiones.
El ser humano no es condenado por ser pecador, sino por no creer en el único nombre que le
permite ser salvo (Hechos 4.11-12), en el único mediador entre Dios y los hombres (1ª Timoteo
2.5-6), el cual no comparte Su Gloria (Isaías 42.8; Éxodo 20.1-6).
El amor de Dios no puede ser cuestionado, porque se manifestó cuando, sin dejar de ser Dios, se
vació a sí mismo de su divinidad y vino como uno más de nosotros, a rescatar lo que se había
perdido, mediante el único pago que se había fijado para la redención (Filipenses 2.5-8; Lucas
19.10; Levítico 17.11; Hebreos 9.22; 1ª Timoteo 3.16). El amor de Dios lleva en Cristo las huellas
de los flagelos, las espinas, los clavos y la lanza, se demostró en una tumba incapaz de retener el
cuerpo del Mesías, y en una cruz que quedó vacía.
¡El amor de Dios, no es una duda razonable, es una certeza!

CONCLUSIÓN
La justicia de Dios.
1ª Juan 1:8–10 (TLA) Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no
decimos la verdad. Pero si reconocemos ante Dios que hemos pecado, podemos estar seguros de
que ÉL, que es justo, nos perdonará y nos limpiará de toda maldad. Si decimos que nunca hemos
hecho lo malo, hacemos que Dios aparezca como un mentiroso, y no hemos aceptado el mensaje
que ÉL nos ha dado.
Dios es Justo, y quiere que todo ser humano se arrepienta, antes de que, mediante Jesucristo,
juzgue, con justicia, al mundo (2ª Pedro 3.9; Hechos 17.30-31); pues hay un “momento” en la
Eternidad, cuando Cristo haya vuelto, en que el Libro de la Vida será abierto, y se dará a conocer
quienes decidieron tener una relación personal, cercana, íntima y de amor con Dios, y quienes no;
entonces se hará una separación entre los unos y los otros (Mateo 25.31-46).
Los libros que contienen todas las acciones de cada persona (Daniel 7.10, 12.1-2; Apocalipsis

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20.12-15), inclusive las que guardó en secreto, serán abiertos y probaran que esas personas, a lo
largo de su vida, optaron por no relacionarse con Dios; aunque no faltará, el que practicó
cabalmente una religión, y confió en sus obras de filantropía (Efesios 2.8-9), pero nunca tuvo un
encuentro personal con Cristo, y si lo tuvo, no fue capaz de pedir perdón por su vana manera de
vivir, arrepintiéndose, y creyendo que sólo por la muerte vicaria de Cristo es que puede ser salvo,
aceptándole como su único y suficiente Salvador personal, además de reconocerle como Señor, y
entregarle su libre albedrío, para vivir como esclavo de la justicia, y ya no del pecado. Los que
tenemos nuestro nombre inscrito en el Libro de la Vida, así lo hicimos, y la justicia que se aplicó
en Jesucristo, pero que debía haberse aplicado sobre nosotros, nos justifica y da paz con Dios,
haciéndonos nuevas criaturas e hijos de Dios (2ª Corintios 5.17-21; Romanos 5.1-2; Juan 1.12-13).
Puedes tener una duda razonable, de que lo que la Biblia dice, y lo que yo he comentado aquí sea
cierto, si te encuentras en esa posición te presentó una variación de lo que se conoce como la
apuesta de Pascal (Blaise,1623–1662): puedes creer que tienes evidencia suficiente, para dudar,
razonablemente, que Dios existe, que a Dios le interesa Su Creación, o que Dios es amor y justo;
si es así, tienes la libertad de vivir como se te antoje, pero si no es así, la probabilidad de pasar la
Eternidad con ÉL, viviendo a tu manera, prácticamente es cero.

¡Espero que tengas una certeza razonable, de quién y cómo, es Dios!


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