Mitos Coreanos - Princesa Pari
Mitos Coreanos - Princesa Pari
Mitos Coreanos - Princesa Pari
La princesa Pari Llamó al orfebre del reino y le ordenó tallar una caja de jade con
la inscripción “La séptima princesa”. La madre, bañada en lágrimas, le
imploró a su esposo, el Rey:
–¿Por qué queréis arrojarla más lejos aún? Lo que pretendéis es
algo muy cruel. ¿No sería mejor darla en adopción? Arrojarla al mar
El gran rey Ogu vivió en la montaña Chonbiol de esta nación, en una caja de jade es un acto impío. ¡No lo hagáis, por favor! ¿Qué
centro del mundo. A los catorce años se casó con Pionghon de Kom- culpa tiene la pobrecita?
tal, de diecinueve. A los tres años de matrimonio, la mujer no daba El Rey no cedió a las súplicas de su esposa.
señales de embarazo, por lo cual la pareja realizó ofrendas durante –No me lo impediréis. Es algo que he decidido hacer después de
cien días. Debido a las plegarias quedó en cinta y al cabo de unos una larga meditación. Poco importa si la tiro a la basura, pues ella es
meses dio a luz una preciosa niña. basura; no importa que la arroje al mar, pues ella es inservible. Por eso
La llamaron Chongnan (Orquídea azul del cielo) porque estaba la bautizaré con el nombre de Pari. Vos, mi Reina, no deberíais preo-
envuelta en seda azul. Cumplía tres años cuando su madre quedó cuparos tanto.
embarazada por segunda vez. Alumbró a una niña que fue llamada El Rey introdujo a su séptima hija en la caja de jade y en el traje
Jongnan (Orquídea purpúrea) porque estaba envuelta en seda roja. de la niña ató una tela en la que estaban escritas las fechas de naci-
Cada tres años paría una niña hasta llegar a tener siete niñas en total. miento de ella y de sus padres. Le dejó un biberón de jade lleno de
La tercera se llamó Pegnan (Orquídea blanca); la cuarta, Sanio leche y selló la caja con dos cerraduras en foma de tortuga, una dora-
(La cuarta hija); la quinta, Onio (La quinta hija); la sexta, Yukgnio (La da y otra negra. Luego ordenó que la tiraran al mar para que se
sexta hija), y la séptima, Chilnio (La séptima hija). sumergiera.
Al dar a luz a su séptima hija, Pionghon sintió mucha pena al Había un lugar llamado Mar de Sangre, centro de confluencia de
saber que no era varón. El Rey se disgustó muchísimo y gritó: “¡No lo los ríos Juangchon y Yusa. En este lugar, un sirviente arrojó la caja de
soporto más! ¡Tírala al estiércol!” jade, pero la caja no se hundió como era previsible; emergió como si
Pionghon no se atrevió a desobedecer la orden del gran rey Ogu, fuera expulsada desde el interior del mar. Sorprendido, el sirviente la
su esposo, y vistiéndola con ropita vieja la abandonó en el campo de cogió de nuevo y la tiró con más fuerza. El resultado fue el mismo. La
estiércol. La madre se quedó afligida, pensando en el destino incierto tiró por tercera vez y entonces una tortuga dorada se la llevó a cuestas
de su infortunada niña. y desapareció.
Tirada en el montón de estiércol quedó la niña. De día, el sol la En una aldea, al oeste del monte Tajang, se juntaban por la
cobijaba, y por la noche, las aves nocturnas se aposentaban sobre su noche señales brillantes en el cielo y de día, densas nubes lo cubrían.
cuerpecito. El rocío de la mañana le lavaba la cara, las bestias hembras Mientras ocurrían estos fenómenos extraños, una pareja de ancianos
le daban de mamar y los pájaros la alimentaban con frutas en el pico. con un saco color violeta a la espalda y viejos sombreros en la cabeza
Un día el gran rey cambió de idea. Pensó que el Emperador pasaban por allí. El anciano llevaba en la mano el Juangchonguiong
Celestial le había enviado siete hijas como un castigo por sus pecados y (Libro del Lugar de los Muertos) y canturreaba algo ininteligible. Los
decidió sacrificar a la séptima –a Chilnio– como ofrenda al rey del Mar ancianos hallaron la caja de jade a orillas del río. En la caja pudieron
del Oriente. leer la inscripción: “La séptima princesa”. Los viejos se miraron uno al
194
196 PEGANG JUANG MITOS COREANOS 197
otro. No sabían si alegrarse o no. Rezaron con devoción y la caja de sólo puede ser curada con el agua medicinal del reino Sohiok. ¿Cuál
jade se abrió por sí sola. En su interior se encontraba una preciosa de vosotras irá a traernos el agua?
niña. Su boca estaba llena de arañas grandes, sus orejas llenas de hor- El Rey se dirigió a la primogénita:
migas rojas y en su cintura se enroscaba una gran serpiente. Los ancia- –Chongnan –le dijo– tú eres la mayor de las siete. ¿Irías a Sohiok
nos la bañaron en el río y la cubrieron con sus modestas ropas de mon- por amor a tus padres?
jes budistas. –Padre, ¿cómo crees que yo me atreva a ir tan lejos, siendo una
–Cariño, me parece que esta niña tan bonita es un regalo del dama de la familia real? No puedo ir. Lo siento, padre –respondió
cielo –dijo la mujer. Chongnan.
–Me complace que el cielo nos bendiga con esta criatura, así sea El Rey quedó desilusionado con la respuesta de su hija mayor.
una niña –repuso el anciano. Y prosiguió– ¿Pero podremos criarla nos- Preguntó a la segunda.
otros que vivimos a campo abierto, en primavera, y guarecidos en una –Tú, Jongnan, ¿irías a Sohiok a traernos el agua prodigiosa?
cueva, en invierno? ¡Qué dilema! – ¿Cómo podría ir a un lugar desconocido, adonde ni siquiera los
–No te preocupes. El cielo nos la dio y el cielo nos protegerá. hombres pueden ir? Yo no iré.
Haremos lo que podamos, ¿no te parece? –dijo la mujer bastante ani- La desilusión del Rey iba en aumento.
mada. Preguntó a la tercera:
Caminaron y, cerca del río, vieron que se levantaba una peque- –Tú, Pengnan, no nos darás la misma respuesta que tus herma-
ña, pero confortable choza que antes no habían visto. Se acercaron y nas, ¿verdad?
la examinaron de arriba abajo. La choza parecía deshabitada. La con- Pero la tercera rehusó también ir a Sohiok en busca del agua
sideraron un regalo del cielo y decidieron habitarla. Así transcurrie- milagrosa, diciéndole: “Si mis hermanas no pueden ir, ¿cómo podría ir
ron siete años y la niña creció sabiendo leer y escribir sin necesidad yo? ¡Por favor, no me lo pida!”
de profesores; conocía, además, los secretos del cielo y las ciencias de Desesperados, el Rey y la Reina siguieron preguntando a la cuar-
la tierra. ta, la quinta y la sexta hijas. La respuesta fue la misma. El gran rey Ogu
Cuando cumplió quince años el gran rey Ogu y su mujer Piong- suspiró desolado:
hon cayeron enfermos. Todos los medicamentos conocidos y todos los –Seis hijas tenemos y todas se niegan a ir a Sohiok para conseguir
médicos famosos no pudieron sanarlos. Su enfermedad se agravó cada el agua medicinal que necesitamos. Todo esto es lamentable, ¿qué
día más y sólo les quedaba aguardar el día de su muerte. Por fin deci- haremos? –le preguntó a su esposa Pionghon.
dieron llamar a un adivino. Este les dijo: A la Reina se le ocurrió pensar en su hija, la princesa Pari. Dijo,
–Vuestro mal se debe al pecado de haberos desprendido de un refiriéndose a sus hijas ingratas:
descendiente de vuestra familia. Ese pecado lo conoce el cielo y no –Déjalas. No las molestes. No debes esperar nada de ellas, pero
puede curarse con remedios de este reino. Sólo puede curarse con el antes de morirnos busquemos a Pari, la menor de todas.
agua medicinal del reino Sohiok, de los cielos del Oeste. –¿Cómo podríamos encontrarla? La arrojamos al mar en una caja
El Rey convocó a sus seis hijas y les dijo, compungido: de jade, ¿recuerdas? En caso de encontrarla crecería nuestro dolor…
–Hijas mías, os hemos criado con todo nuestro cariño, pero nos A pesar de esta reflexión, el Rey ordenó que la buscaran. Días
vamos acercando a la muerte debido a esta extraña enfermedad que después, un súbdito se acercó a palacio, a decirle:
198 PEGANG JUANG MITOS COREANOS 199
–En torno a un pueblo al oeste de la montaña Tajiang, se vislum- –Padre, madre, estoy aquí. Si me hubiera enterado de que estábais
bra por la noche una luz de buenos presagios. De día aparecen densas vivos habría venido antes. Perdonadme la ingratitud y la deslealtad.
nubes multicolores. Pienso que quizás allí se encuentre la princesa –Pensando en lo que nosotros te hicimos, se me desgarra el cora-
Pari. Sería conveniente averiguar primero si esto es cierto. zón. Siempre vivimos con la pena de haberte abandonado encerrada
El Rey mandó, inmediatamente, a confirmar este dato. en una caja. Jamás imaginamos que una niña envuelta en una manta
Era un valle poco transitado. Rodeado de bosques tupidos, ni llegaría a crecer tan bella y tan digna.
siquiera los animales osaban hollarlo. Allí se hallaba la casa de la prin- –Ese era mi destino. No siento rencor por nadie. Ahora sólo me
cesa Pari. Sorprendidos por la inesperada presencia de un hombre, los preocupa vuestra enfermedad. Quisiera hacer algo por vosotros.
padres adoptivos preguntaron al extraño: –Una enfermedad incurable nos está matando. Les pedí a tus
–¿Es usted un espíritu o un hombre? ¿Cómo pudo entrar en este hermanas que trajeran agua medicinal del reino Sohiok para curar-
recinto sagrado? nos, pero todas se excusaron. Ahora es tarde. Sólo queríamos verte
–Por orden del rey Ogu vine a buscar a su séptima hija, la prince- antes de morir.
sa Pari. Si se encuentra aquí déjeme verla, por favor. Le traigo un men- Pari contestó con los ojos empapados en lágrimas.
saje muy importante. –Ay, padres, ¿qué podría hacer por vosotros? Aunque sea dema-
La pareja de ancianos le permitieron ver a la princesa, quien pre- siado tarde, quiero compensaros en algo. Yo iré a Sohiok. No os preo-
guntó: cupéis. Traeré esa agua curativa, cueste lo que cueste.
–¿Trae algo que compruebe lo que acaba de afirmar? Pari le pidió un yogori (chalequito) a su primera hermana, la
–Traigo el anhiogori 1 con el que la vistieron al séptimo día de su chima (falda) a la segunda, el goyenghi (calzas cortas) a la tercera, ropa
nacimiento. interior a la cuarta, bosones (calcetas de tela) a la quinta; una cinta a la
El emisario le entregó la prenda de vestir. Las fechas de naci- sexta y con todo esto puesto partió hacia el reino de Sohiok.
miento de los reyes y de la princesa coincidían con las que guardaba la Portaba una vasija para sacar agua medicinal y un jarrón donde
princesa. No obstante, la princesa exigió una prueba más concluyente. transportarla. Se calzó zapatos de hierro y, cogiendo un báculo tam-
El hombre tuvo que regresar al palacio y en un tazón de agua limpia, bién de hierro cruzó montañas y ríos en dirección hacia el oeste.
extraída del pozo durante la madrugada, vertió unas gotas de sangre En su camino se encontró con una lavandera.
del Rey, extraídas al practicar una incisión en el dedo anular. En el –Oiga, por favor, –le dijo– ¿por dónde se va al reino de Sohiok?
mismo tazón dejó caer unas gotas de sangre de la princesa, extraídas La mujer contestó:
de la misma forma. Al instante pudieron comprobar que la sangre de –¿El reino Sohiok? Si quiere una respuesta, lave estas ropas sucias
los dos se unía perfectamente. hasta que se pongan blancas como la nieve y después se lo diré.
Tanto tiempo separada de sus padres, la princesa Pari regresaba Pari lavó la ropa sucia con tanto ahínco que hasta la propia
ahora para saber que una enfermedad incurable los estaba matando lavandera quedó admirada de la blancura conseguida. Satisfecha, le
lentamente. Ante sus padres, Pari hizo una profunda reverencia en indicó el camino:
señal de saludo y respeto, y les dijo casi llorando: –Diríjase por este sendero y cuando encuentre a un hombre que
construye un puente, pregúntele lo que quiere saber.
1
Anhiogori: chaquetilla interior del vestido folclórico femenino de Corea. Pari apresuró los pasos por el camino que le indicó la mujer.
200 PEGANG JUANG MITOS COREANOS 201
Llegó a otro arroyo y, allí, un hombre construía un puente. monjes budistas que juegan al changgui 2, pregúnteles hacia donde
–Señor, ¿podría decirme por dónde se llega al reino Sohiok? debe dirigirse.
Observando detenidamente a la princesa, le dijo: La princesa lo saludó con las palmas de las manos juntas y apre-
–Se lo diré, pero antes tiene que colocar 99 travesaños en el suró el camino. El paisaje era totalmente nuevo. Después de mucho
puente. caminar llegó a un lugar donde un gran monje y un asceta jugaban al
Sin replicar, Pari se metió en el agua e inició la tarea que le había changgui. Se acercó a ellos y les preguntó el camino a Sohiok. El monje
encomendado el hombre. Cuando concluyó su tarea, el hombre satis- santo le dijo:
fecho le dijo: –¿Eres espíritu o ser humano? ¿Cómo pudiste penetrar en este
–Siga por allí y cuando se encuentre con un hombre que constru- santo lugar donde ni las bestias salvajes ni las aves entran?
ye una pagoda, pregúntele lo que quiere saber. –Soy la séptima hija del rey Ogu. Voy a Sohiok en busca del agua
Pari prosiguió su camino. Al encontrarse con el hombre que medicinal para mis padres que están muy enfermos. Le ruego que me
construía una pagoda, le dijo: indique el camino, por piedad.
–Oiga, buen hombre, ¿por dónde se llega a Sohiok? –Has caminado tres mil lis, pero aún te quedan otros tres mil por
–Puedo decírselo, pero antes tiene que hacer algo. Termine de caminar, mucho más difíciles. ¿Cómo te atreves a seguir? ¿No te resul-
construir esta torreta. Cuando la termine, le indicaré el camino. ta penoso?
Sin decir palabra, Pari transportó piedras y las colocó una encima –Oh, santo buda, estoy dispuesta a sacrificar mi vida con tal de
de otra para facilitar la construcción de la pequeña pagoda. Cuando la salvar a mis padres. Venceré cualquier dificultad. Aunque me falten
hubo terminado, el constructor le indicó el camino. millones de lis por recorrer, no cejaré en mi empeño. Por favor, ensé-
–Siga por allí y cuando se encuentre a un hombre que lava toa- ñeme el camino a Sohiok.
llas, pregúntele lo que quiere saber. Conmovido, el santo buda le contestó:
Pari siguió las indicaciones del hombre y, en efecto, se encontró –Dado que tu amor filial es tan grande, te indicaré el camino.
con otro hombre que lavaba toallas en un arroyo. El santo buda le indicó el camino y también le regaló tres ramas
–Por favor, ¿puede decirme por dónde se llega a Sohiok? de una planta llamada nangjua y un báculo de oro.
El hombre detuvo su faena y contempló a la mujer. –Con este báculo superarás dificultades. Un camino sinuoso se
–Si quieres que te lo diga, lava antes estas toallas mugrientas convertirá en camino recto; una cuesta, en camino llano; los mares, en
hasta que queden limpias, muy limpias y perfumadas. laguna… y estos tres ramos de nangjua te ayudarán cuando te encuen-
La princesa cogió las toallas y empezó a lavarlas hasta que todas tres en dificultades. Consérvalos bien.
quedaron limpias, blancas y perfumadas como las quería el lavandero. Recibió los regalos y se despidió del monje santo con muchas
–Vaya todo derecho por aquel camino y encontrará a un bonzo. reverencias en señal de gratitud y respeto. Sabía que, a partir de aquí,
Pregúntele a él. el sendero que debía recorrer no era de este mundo. Era un camino
Tal como le indicara el lavandero, se encontró a un monje budista. infernal sembrado de cuchillos con las puntas hacia arriba, de un
–Monje misericordioso, indíqueme el camino hacia Sohiok. infierno siempre en llamas, de un infierno siempre congelado de frío
El bonzo le contestó:
–Siga por aquel camino y cuando vea a un gran buda y un asceta, 2
Changgui: juego de mesa oriental.
202 PEGANG JUANG MITOS COREANOS 203
y soledad, de un infierno poblado de serpientes venenosas, de un –¿Eres alma en pena u hombre? ¿Cómo has podido llegar hasta
infierno acuático, tenebroso… aquí, cruzando doce infiernos, el castillo de hierro que ni siquiera el
La princesa Pari recorrió, uno por uno, ochenta y cuatro mil viento y las aves pueden cruzar, y los tres lís de agua ligera donde nada
infiernos infinitos. Sus sufrimientos resultan indescriptibles. A pesar flota?
de todo, soportó con resignación estas pruebas, apretando manos y –Soy la séptima princesa del rey Ogu y vengo a buscar el agua
dientes, cerrando los ojos, pensando solamente en la curación de sus medicinal del reino de Sohiok. Por misericordia, ¡déjame pasar!
padres. Al final de todos los infiernos imaginables se topó con un casti- –¡Oh, qué lindas palabras! ¿Pero has traído dinero para el peaje?
llo de hierro que obstruía su camino. –No lo tengo porque salí muy de prisa.
El camino era tan alto que parecía tocar el cielo. Hasta los vientos –¿De veras? Entonces debes cortar leña durante tres años. Si así
y las nubes tenían que hacer un alto en el camino antes de llegar al lo hicieres, te dejaré pasar.
torreón y sobrepasarlo. Se oían alaridos que herían los oídos como –De acuerdo –contestó la princesa.
agujas dolorosas. Eran gritos de pecadores castigados por verdugos –Además, debes mantener viva la fogata durante otros tres años.
invisibles. Eso pagará tu alimentación.
La princesa estuvo a punto de perder la razón, pero sacudió las –De acuerdo.
tres ramas de nangjua y, al instante, el enorme castillo se derrumbó –Y por el agua, deberás acarrear agua potable durante otros tres
convirtiéndose en polvo. De las ruinas del castillo se levantaron demo- años.
nios y pecadores torturados, algunos sin ojos, otros sin brazos, unos sin –De acuerdo.
piernas, otros sin cuellos… Aquellas figuras abominables se le abalan- Así pasaron nueve años de trabajo a las órdenes del gigante
zaban pidiéndole que los salvara. Ella rezaba, sacudiendo los ramos de Muchangsung. Cortaba leña, calentaba la casa y acarreaba agua. Al
nangjua: cumplirse el noveno año, el gigante le dijo a la princesa:
–Buda santo que estás en la tierra inmaculada del Oeste, te –Aunque llevas ropas de sirvienta tienes el porte y la dignidad de
ruego que, mediante estas ramas, pueda guiar a todos estos espíritus un rey, pero eres muy femenina. Tú puedes ser la pareja que me ha
al paraíso. otorgado el cielo. Te pido que te cases conmigo y me des siete hijos.
Pasado este lugar, le impedía el paso una gran fosa de agua pro- Entonces y sólo entonces realizaré lo que me pides.
funda. Su diámetro se extendía cerca de los tres mil lís. Mirando la Pari aceptó casarse con Muchangsung y darle siete hijos como él
fosa se sentía perdida, sin saber cómo atravesarla. Entonces recordó quería.
las palabras del santo buda. La princesa levantó el bastón y lo arrojó al Pasaron la primera noche de bodas teniendo al cielo y la tierra
agua. Inmediatamente apareció un arcoiris sobre el agua. Como si se por alcoba, al sol y la luna por lámparas, a las montañas y arroyos por
tratara de un puente, la princesa atravesó la fosa caminando sobre los biombos, al césped por alfombra, a los troncos por almohadas, a la
colores del brillante arcoiris. En la otra orilla se encontró con un hom- hierba por frazadas. Ella se negó a consumar el matrimonio de inme-
bre horrible, sentado. Era gigantesco y con unos ojos parecidos a lám- diato, pero muy entrada la noche se entregó al placer matrimonial. Así
paras encendidas. Su cara plana parecía una bandeja y sus pies medían le nacieron siete hijos. Pese a sentirse contenta, no pudo dejar de pen-
casi tres chas y tres chis. Era Muchangsung, dueño de aquel lugar. Al sar en sus padres moribundos. Debía reemprender su camino en
percibir la presencia extraña, gritó y su grito parecía un trueno: busca del agua medicinal. Dijo a su esposo Muchangsung:
204 PEGANG JUANG MITOS COREANOS 205
–Cariño, te he dado siete hijos, tal como te prometí. Ahora debo puentes en los arroyos; los que se despojaron de sus ropas para dárse-
seguir buscando el agua medicinal para mis padres. las a los pobres; los que dieron de comer al hambriento… Ahora, ya
–Dado que ya estás aquí –respondió el esposo– aprovecha para muertos, iban al lugar de descanso, en el mundo del máximo gozo.
contemplar el mar. El siguiente barco estaba lleno de paz y alegría, recorrido por
–No, gracias. No tengo tiempo. perfumes agradables. Sus pasajeros eran los que, en la tierra, habían
–Entonces, por lo menos, contempla las flores silvestres del monte. muerto por la patria, habían servido con amor filial a sus padres, ha-
–No tengo tiempo de gozar de las flores. Anoche soñé que se bían amado a sus hermanos y parientes, habían sido amables con sus
había roto una corona de oro y, a medianoche, soñé que se había roto vecinos, habían socorrido a los pobres y habían sido generosos con
una corona de plata. Tal vez mis padres hayan muerto. Por eso no todo el mundo. Ahora iban camino del nirvana.
puedo quedarme por más tiempo. Tengo que regresar con el agua Un poco más allá navegaba otro barco lleno de arcos y flechas,
medicinal. con hombres desgreñados. Lloraban y gritaban. Iban desnudos y
–Si estás decidida a marcharte, te lo diré. El agua que has acarre- maniatados. Era una escena espeluznante causada por fuerzas crueles.
ado todos estos años es la que buscas. Y las plantas que has cortado en En vida habían sido rebeldes y desobedientes, los que no amaron a sus
los montes son las que permiten que los muertos vuelvan a ver. Y las hermanos y parientes, los desdeñosos con su prójimo, los mezquinos
tres ramas del melocotonero del traspatio son ramas de aliento, de que no ayudaron al necesitado y humillaron a los inocentes, los calum-
hueso y de carne, respectivamente. Llevando estas cosas podrás revivir niadores y maledicentes, los que abusaron de los débiles y gozaron
a tus padres. peleando y matando, los que dieron poco para luego exigir mucho,
Apenas oyó las palabras de su esposo, Pari lleno la jarra de oro los que mataron animales por diversión, los criticones, chismosos y
con el agua medicinal y se la echó a la espalda junto con los otros difamadores, todos eran llevados al infierno de fuego y cuchillos.
remedios. Estaba a punto de empezar el camino de regreso cuando Al otro lado, en una islita de roca había un barco sin velas. En el
Muchangsung la cogió por la cintura. barco estaban quienes murieron sin descendencia y las mujeres que
–¿De veras vas a partir? Yo no podría vivir sin ti. Por eso iré conti- murieron de parto, perdidos y sin saber a dónde ir, estaban anclados
go a donde vayas. junto a unas rocas.
–A mis padres les gustará tu presencia –le dijo muy contenta. La princesa sintió pena por esos espíritus desgraciados. Empezó
Iniciaron el camino de regreso. Al venir, el camino le resultó a rezar de pie en el barco en que viajaba: “Santo Buda, oye mi ruego y
duro y peligroso; en cambio, ahora, acompañada de sus siete hijos y de por misericordia guía a estos pobres espíritus al lugar de las flores de
su esposo, más las medicinas, era un viaje más placentero. loto, en el nirvana”.
Cuando cruzaron los pasos de Pulchi y de Teseyi, de la montaña El barco de la princesa prosiguió su singladura hasta que llegó a
Kalchi, se encontraron con el río Juangchon, por delante, y el Iusa, este mundo. Después llegó a las llanuras de Sanghim. Con Muchang-
por detrás. En el Mar de Sangre, de fuertes corrientes, seguían llegan- sung y sus siete hijos se topó, en un recodo del camino, con un joven
do y partiendo barcos. leñador que cantaba dando golpes en las patas de su chigue 3. La can-
Había un barco adornado con flores de loto, sostenido por tortu- ción decía:
gas y tirado por dragones amarillos y azules. Los pasajeros de este
barco eran los que en vida ayudaban a los transeúntes a construir 3
Chigu: armazón de madera que se usa todavía para llevar cargas a la espalda.
206 PEGANG JUANG MITOS COREANOS 207
¡Oh, pobre y miserable rey Ogu: La princesa, con más cuidado, pudo leer la palabra “Rey” en los
¡Échala, no dejes de arrojarla! estandartes fúnebres. Entonces se dio cuenta de que sus padres habían
¡Arrójala, tienes que tirarla! muerto.
Se fue a traer el agua de Sohiok, –¡Ay! ¿Cómo es posible? –se lamentó– ¡Qué trágico es mi destino!
Pero al no beberla, ¡ay, cuán triste Acabo de llegar de un largo viaje, con medicamentos para salvar a mis
Es el lamento funeral de los esposos padres enfermos, pero han muerto… ¡Todo ha sido en vano! Ojalá
Reales que van a la sepultura! estos otros remedios divinos puedan resucitarlos.
La princesa se soltó la cabellera, según el rito funeral y, después
La princesa preguntó al joven juglar: de ocultar a sus siete hijos y a su esposo Muchangsung, se adelantó
–Oye, chico, ¿puedes cantarla otra vez? Te regalaré mi daga de hacia los palanquines. Todos se sorprendieron de la aparición súbita
plata. de la séptima princesa Pari, a quien todos daban por muerta.
–No puedo, señora, pues mi madre me dijo que la cantara sólo Ella ordenó que los portadores se retiraran de los palanquines.
una vez al día. Se acercó a sus padres muertos. Levantó y sostuvo sus cabezas, desató
Sin otra alternativa, ella apuró el paso y a la vuelta de otra esqui- los cordones que ataban las manos y los pies de los cadáveres. Entre
na, se oyó el canto funeral: tanto, los súbditos contemplaban boquiabiertos lo que hacía la prince-
Mira, mira tú, mira, mira tú. sa. Esta introdujo en las bocas de los muertos una gran cucharada de
Se decía lejano el camino al otro mundo, agua de ianghion, traída de Sohiok, les frotó un ungüento de carne de
Pero está en el umbral de tu puerta. gallina en el pecho y bañó sus párpados con agua liviana.
Mira, mira tú, mira, mira tú. La carne muerta recuperó el color rojo de los vivos, se abrieron
Cargadores del camino de arriba, los ojos y la respiración volvió a ser rítmica. Repitió la operación, dán-
¡Bajad la carga del camino de arriba! doles más agua de ianghion, a cucharadas. Recuperaron la conciencia y
Cargadores del camino de arriba, se incorporaron hasta quedar cómodamente sentados. Muy confuso,
¡Bajad la carga del camino de arriba! el rey Ogu preguntó:
–¡Caramba! ¿Esto es real o estoy soñando? ¿Por qué salieron
La princesa Pari miró hacia una colina. Dos palanquines fúne- todos al jardín de Sanghim? ¿Para contemplar el mar y las flores de la
bres, uno grande, otro pequeño, iban en una procesión larga y solem- colina?
ne. La princesa preguntó a otro mozo que partía leña: Los súbditos contestaron, casi a gritos:
–Oye, muchacho, dime por favor, ¿por qué esos palanquines van –Su Majestad, la princesa Pari regresó con medicinas y os resuci-
en fila por ese sendero solitario? tó a Vos y a la Reina.
El joven leñador no respondió. La princesa le entregó, entonces, El Rey se dio cuenta del milagro, llamó a la princesa Pari, la con-
la tela de siete chas y siete chis que usaba para cargar a su bebé. El inte- soló y alabó su coraje al viajar a un lugar tan lejano por salvarlos a él y a
resado leñador respondió: la Reina.
–Los restos del rey Ogu y de la Reina van camino del cementerio Mientras tanto, las otras seis princesas, sin preocuparse de los
real. Murieron el mismo día, a la misma hora. funerales, andaban enzarzadas en peleas jurídicas por las posesiones
208 PEGANG JUANG MITOS COREANOS 209