El Bardo Drama en Tres Actos y en Verso
El Bardo Drama en Tres Actos y en Verso
El Bardo Drama en Tres Actos y en Verso
BARDO
DRAMA EN TRES ACTOS Y EN VERSO
ORIGINAL DB
Jo sé P e ó n y C o n tre ra s
Representado
por primera vea con extraordinario éxito en e l «Teatro Rubio » de Mazatlán,
la noche del 13 de Marze de 1886
» Jl d it o r : J o s é y. P e s t i l l o
M É X IC O
IMPRENTA DE JOSE V. CASTILLO, MIRADOR DE LA ALAMEDA, 5
1800
Ä FRANCISCO GOMEZ FLORES
M uy q u er id o amigo :
E 8 P R O P IE D A D D E L AU TOR .
ACTO PRIMERO.
ESCEN A I
R o b re fio, G in ó s .
(Ginés cojj sombrero en la mano, con espuelas y como quien aca
ba de llegar de un largo viaje.)
Giués!
G inés . Qué tienes, Robreño?
R obreSo. Y a te dije, ¡eg como un sueño!
G ines . ¿Pero te duermes?
R obreSo. Un poco.
Mejor dicho, no lo sé,
No sé, Ginés, lo que siento,
Que me turba el pensamiento.
O tra ocasión te conté
De este fenómeno extraño,
Y á fé que me da tristeza
Sentir esto en la cabeza.
¡Me hace, Ginés, mucho daño!
G ines . E s el inmenso cariño
Que tuviste á mi señor.
R obreSo. ¡Que tengo!
G ines . Razón mayor.
R obreSo. Se lo tuve desde niño.
Gines . Eso es, que creció á tu lado.
IO EL BARDO
¡Y como el mío!
¿Acaso piensas, Ginés,
Que no sufro? ¿No me vea?
¿No ves el dolor impío
Asomarse á mi semblante?
G inbs . ¡Por la pila del bautismo,
Que volvemos á lo mismo
Que tuviste hace un instante!
R obreS o. Tienes razón. . . . es verdad. . . .
G ines . Pues si así te descompones.
R oBREÑO. T e ruego que me perdones.
Otra vez la voluntad
Me f a l t ó .., .m as ya ha pasado
¿Me perdonas?
G ineb . Buena es es». . ..
¡Pues cómo nó!
R obreño. t Viendo aparecer i AtaidaJ
La condesa.
ESCENA II
Ginks . [A Robre*».]
T e vi
Detrás del altar después.
Robreño. Porque lloraba, eso es
Que algo malo presentí;
Y al sentir los ojos rojos
Por las lágrimas ardientes,
Porque no vieran las gentes
Las lágrimas en mis ojos,
Me fui señora, á oeultar
Pues dioe el mundo ¡yo nó!
Que los hombres como yo
No las deben derramar.
Alaida . Dicen que después, Robrefio,
Tornaste á salir de casa.
R obrhño Me pasó lo que le pasa
Al que ba perdido á su dueño.
Alaida . Y que hasta el alba volviste.
R obbeño Al conde buscando en vano
E n la ciudad y en el llano.
A laida . ¡Que estabas pálido!
R obreño. Y triste,
Y huraño y seco y mohíno
Y como debiera estaba,
Pues andaba y desandaba
Escudriñando el oamino;
Y di parte á la justicia,
Y la justicia barrunto
Que se enteró del asunto»
Mas sin adquirir noticia
Ninguna del conde, dio
Por terminado su empeño,
A laida , E stá bien, vete, Robrefio.
PEON Y CONTRERAS. *5
Yo no te pago el servicio,
T e doy un recuerdo de él!
[Ginés toma la prenda y besa la mano á su señora. En seguida se marcha
siguiendo á Robreño que le aguarda en el fondo.)
E SC EN A III
A la id a , B e a tr iz .
Beatriz . [Viendo la tristeza de Alaida.J
ESCENA IV
D ic h o s , G in ó s .
C in es . Con vuestra venia.
A laida . La tienes.
Cúbrete. Díine á qué vienes.
C in es . [Poniéndose la gorra,]
Una .súplica.
A laida . Hazla, pues,
G in es . Perdonadme si confuso
No sé por dónde empezar,
Pues que pudierais tachar
De inconveniencia ó abuso
Lo (|Ue he juzgado deber.
Alaida . ¿Abuso? di qué deseas,
Pues basta que así lo creas
P ara que no pueda ser.
C utes. Como os vi desde pequeño,
Señora, crecer cantando,
Ahora que os miro llorando
Sufro y gimo, y es mi empeño,
Traeros nuevo placer,
Hacer por vuestra alegría
Lo que mi señor haría
Al miraros padecer.
Alaida . Por él sufro.
C ines . Perdonad,
Pero no lú pienso así.
A laida . (Sorprendida y afectando serenidad).
Mataba y no m e mataba;
(Todo lúgubre y esquivo!
¡Y yo me sentía vivo
No m ás porqae respiraba!
Pero sé, lo sé ahora,
Que se cura esa amargura.
Á L A ID A . [Con mucha ansiedad.]
ESCENA V
Alaida, Beatria.
Beatriz . Y ju zg áis...........
A laida . E sta ocasión
Juzgo, Beatriz, lo que debo.
Beatriz . Pero es que tiene razón,
Y á aseguraros me atrevo
Que eso no es vana ilusión.
Alaida . ¡Beatriz!
Beatriz . Sin duda ninguna.
A laida . ¿Con que esto es enfermedad?
B eatriz . E s, señora, la verdad.
Rigores de la fortuna
E n la pobre humanidad!
Son los astros. . . . ! cada ser
Tiene el suyo en su existencia:
Y sujeto á su poder
E stá el dolor. . . .
Alaida . ¿Y el placer?
B eatriz . Tam bién bajo su influencia!
0 la poderosa zaña,
De algún malévolo influjo
Que al cuerpo y al alm a daña,
0 alguna otra causa extraña
T anto m alestar os trujo.
Hechicerías, no hay duda.
¿Quién contra ellas se escuda?
Y es fuerza que esa mujer,
Con su celeste poder
A conjurarlas acuda.
Hay algo más que pasión
E n la raía situación
24 EL BARDO
ESCENA VI
Alaida, Beatriz.—Amorel fuera.
A morel. [Canta.]
ESCEN A VII
Dichos, Ginés, Susana.
G inbs . Señora.
S usana. Señora, que os guarde el cielo!
A laida . ¿Esta es Susana? ¿Es posible?
S usana. Vuestras órdenes espero,
Seré dichosa si en algo
Serviros, señora, puedo.
Alaxda. En t a l IlO C h e . . . . ! (Aparte á Beatriz).
Oh! qué ansiedad!
Nadie llama. ¿Será cierto?
(Se asoma á la reja y después vuelve'al proscenio, y tomando £ Susana
bruscamente de la mano la arrastra al proscenio y dice con exaltación:]
ESCENA VIII
D ic h o s , R o b r e flo .
R obbeSo. [Deteniendo & Ginés.]
E n nombre de mi señor
Y o .. ..! y el caso es bien sencillo.
Yo, que guardo este castillo:
Que soy su gobernador!
Nadie, señora, pasar
Podrá!......
Alaida . Robreño, ¿te callas?
R ob. Sus fosos y sus murallas
Harán muy bien en callar.
—Mirad que no os hago ofensa,
Mirad que no os hize agravio
Y que desplegué mi labio
De mi derecho en defensa. ¡s®oyen rum or« i. fu««.]
¡Que rum or. . . . I
Alaida . (Impidiéndole que salga y colocándose enfrente de él.]
¡Robreño, atrás!
R ob. Vos me impediréis a c aso .. . .
Alaida . ¡Ay de t í . .. .si das un paso!
Ay de t í . . . . si un paso das!
A m í .. . . ¡mis g en tes!.. . . á mí! ainado i» toM
Robbe S o. [Desenvainando el acero.]
¡Ved, señora, que batallan!
JO EL -BARDO
¡Paso!
A laida . No pasas. ¡Ginés! (Llamando..)
R obeeño. Tratando de ver desde el fondo el fin de la galería que se ilumina en es
te momento,
E S C E N A IX
Amorel!
Alaida . Aparte 6Beatriz.
¡Dios me lo trae!
R obeeño. Aparte, bajando la frente y el aoero y epnvoa concentrada y ron?<j
ESCENA I
S u s a n a y G in é s .
ClNÉS. Hablando con mi señora
Le he dejado en el salón.
S usana. Me confirma en mi opinión.
C «IN E S.
Si es así, sea en buen hora.
S usana. ¿Tardará?
Gxnes. Yo na lo creo.
S usana. O es que conoee mi intento.
Siempre piensa el pensamiento
A medida del deseo.
C ines . Podrá ser. . . .¿tanto interesa. . . . ?
S usana. Sin hablar con él sería
Todo inútil, no podría
Dar salud á la condesa.
Y es preciso hablar hoy mismo
Con ese joven doncel.
C ines . ¿Queréis que vaya por él?
S usana. Acareándote al balfcón y mirando al cielo.
34 EL BARDO
ESCENA III
Susana, Robrefio, en seguida Qinés.
RoBfcEÑO. (De>d< el umbral ah el fondo.]
¡Aquí está!
Al fin la encuentro, se a le ja .. . .
—S u s a n a ... .B á !.. . . ¡como siempre!
Siempre la misma Susana,
¿Huyes de m il Me parees
Que esta te z vas á decirme
A qué has v enido.. . .¿Me entiendes!
Y SÍ n ó , , (Daaarivatoa an puíalM o dd oorta y la a m a n a a a j
Gima, (Aparto)
¿Qué es lo que veo?
Lo sospechaba.. . .
R obeeS o, ("Sin reparar todavía en Giafc.)
Q ue esperes
A que yo te hable es preciso.
Gis e s , Robrefio, pues me parece
Que es inútil} no ha de hablarte
Frase buena, el tiempo pierdes,
E sa infeliz está loca,
R obbsño, E sa infeliz me comprende,
Y es inútil que me sigas,
Y es inútil que te quedes.
Parece Ginés que vuelas
Muy alto y te ensoberbeces,
Y me parece que un día
PEON Y CÓNTRERAS. 35
ESCENA IV
S u s a n a , R o b re fto .
Cobreño. Sin hacer caso de Susana que pálida y aterrada estará de pié »piafada
eontra la pared.
Vuelvo de nuevo á perder
Mi valor........... laten mis siene«
Como si algo en mi cráneo
Quisiera abrirse ó romperse!
Cuando miro á esa mujer
T al pareces que me hieren
Sus m iradas. . . . Imagino
Que alguien de mí la defiende
Y que uua sombra, un fantasma,
EL BARDO
Nó.
¿Matarme? ¿pues no me quieres? [Aeercindoee t R”
brefio cariño»».]
¿Quién!
S usana. Pues el mismo
E l mismo Lúeas. . . . ahí viene!
R obreSo. ¿Qué Lúeas?
S usana. El mayordomo.
R obrbSo. ¿Lúeas Torres?
SÜ8ANA. [Con mucha ooneillu].
E s e ... . E s e . . . .
R°BREÑO.
Reponiéndose.
Ah! ¡Lúeas Torres!
S usana. Como si riera realmente.
¿Qué trae?
Por qué como un ébrio viene. . . . ?
Aguarda, míralo bien........ Agarra bruioamente y aln te-
mor &Robredo de nn braso y le enseña al supuesto Lúeas.
E stá herido. .. .á socorrerle
Vé ¡desdichado.. . . ! La sangre
Se está escapando á torrentes
De su p ech o .. . . ¡Y no se muere!
Rob, (Con extravío.)
¿Quieres
Llevarme á mi casa? En ella
Podrás vivir. . . . ¿Y qué tiene?
E s un palacio, lo mismo
Que el palacio de los Reyes. . . . !
T an solo el conde de O rdaz. . . .
R ob. Trémulo.
¡Calla, Susana!
S usana. No puede,
38 EL BARDO
Yo no soy García. . . .
S usana . ¿No?
¿No eres García? ¿Y quien eres?
Abj ("Huyendo.; Perdona (Voiv¡éndo«e) Yo creí
Que eras tú, Robreño. ¿Entiendes?
Robreño, aquel Juan Robreño. . . .
¡El matador!
Robeeño . Cogiendo de un brazo 4 Susana.
ESCEN A V
S u s a n a ( s o l a .)
S usana. Será ocultarme razón:
Si ese tigre, por mi mal,
Vuelve en sí, sin compasión,
Va á clavarme su puñal
E n mitad del corazón!
Mas ¿dónde me oculto? A l l í.. . . s»fi*iando i» «egund*
puert* de la derecha.
ESCENA VI
Alaida, Amorei y Beatriz.
En el memento de aparecer Alaida y Amorei al oye de nuevo la voz de
trueno.
Alaidá. Oyendo eí trueno.
ESCENA VII
D ic h o s , S u s a n a .
{C ontinuando e l relato ae interpone entre loe dos.)
Contesta.
A MO R EL. [A Susana.]
ESCENA VIII
ESCENA IX
A m o r e l, A la id a
Alaida. Oh! que triste situación
Amorel. . . .
Amorel. ¿Triste, la mía?
No hay dolor ni pena impía
Que no embargue el corazón, (Llevando la mano i au
pecho.)
Tiene él tan profunda herida.
Que comparada con ella
¿Qué herida ha de hacerle mella?
¡Pobre corazón sin vida!
¿De qué le sirve latir
Si no hay otro que se esoonda
E n otro seno, y responda
A su amor___ ? ¿Eso es vivir?
A laida . Eso no. . . .
Amorel. Vos lo sabéis,
Sin duda tunáis como yo!
¿Pero á quién?—C allaos.. . . ¡no!
48 EL BARDO
¡Qué rumor!
A morel. ('Contrariado y triste, profundamente triste; pero dominando su dolor.)
¡Ola, Beatriz!
ESCENA X
D ic h o s , B e a t r iz .
Bkateiz . Asustada.
Señora. .. .
Alaida . ¡Beatriz! ¿qué pasa?
M atriz . Que en el patio del castillo,
Riñen Ginés y Rohreño
Por dos bandos divididos.
1
50 EL BARDO
E l un o y el otro aguardan
Una señal, y los filos
De sus aceros el aire
Cortarán en sangre tintos!
A laida . ¡Tal desacato. .. .1—E sperad,
A Araorel que trata de ir á averiguar.
ESCEN A X I 1
Dichos, Ginés (ConXa sa p a d a d a a a u d a .>
E SC EN A X III
A la id a y B e a tr iz .
A laida . Ven, Beatriz á mi capilla.
¡Rogar al cielo es preciso!
¡Ay le mí! Si Amorel muere
(Se detiene un momento y dice.)
ESCEN A XIV
R o b r e f lo , S u s a n a .
En el momento de desaparecer por la segunda puerta de la Izquierda
Alaida y Beatriz, aparece Susana huyendo, como que viene del fondo,
aterrada y con el semblante pálido y descompuesto; Robreño viene tras
ella.
No por piedad,
No me m ates. . . .
R obreño. Oye. . . .á gritos
Mi gente me Rama. . . . B asta. . . .!
(Voces dentro.)
Robreño, Robreño. . . .
R obreño. ¿Oyes?
Cogiendo de vina mano A, Susana y sin soltarla hasta el fin de la escena-
Estar allí necesito;
¿Can que tú dirás mañana
El nombre del asesino?
S usana . Nó'
R obrbño . Me engañas.
S usana . Te aseguro
Que be de callar, que no insisto. . . .1
PEON y CONTRERAS. 55
R obreño. ¡Mientes!
▼•cea dentro.
Robrefio. . . . 1 Robrefio!
R obreño. Dando una puñalada á Susana, v ise precipitadamente.
ESCENA XV
S u san a, A m o rel
(TT«oldadoa d aapuia cuando al di&logo lo indiqua.)
S usana. Arrastrándose y en las ansias de la agonía.
ESCENA XVI
Amorel, Alaida, Beatriz.
Auaida . E sa es la voz de Amorel.
¡Jesús mil veces! ¡qué miro!
EL BARDO
¡No responde!
Sí, responde .. .
Con vob aponas perceptible.
Robreño.
¿Lo oís?
¡Robreño!
¿Y él tam bién aquí te hirió?
¿No respondes ya? E s seg u ro .. . .
Amorel se leyanta y dioe.
¡Pero m atarlo te juro!
¡Te lo juro. .. .ó muero yo!
Amorel sale rápidamente» del escenario. Alaida y Beatris junto 4**
dáver en actitud conveniente.
Beatriz, Robrefio.
Beatriz . No me queda dudu alguna
!V lo que os afirmo es cierto.
R obreño. ¡Con que tanto lo ama!
Beatriz . Tanto.
R obreño. ¿Segura estás?
B eatriz . Ya lo creo.
R obreño. Y á comprender no llegó
La falacia de tu intento?
Beatriz . Halagué sus ilusiones,
Halagué sus pensamientos,
Uní mi llanto al copioso
Raudal de su llanto acerbo:
Buscó apoyo, le di apoyo:
Consuelos, le di consuelos:
Y enzalsando de Amorel
E l ingenio y el talento,
Cosa fácil, pues le sobran
E l talento y el ingenio,
8
5« EL BARDO
¿Otro?
R ob. ¿Tiemblas?
Beatriz . Sí tal, tiemblo,
Y a no quiero más traiciones,
Y no es no más que no quiero,
E s que las juzgo imposibles,
E s que no, que ya no puedo.
R obreño. ¿Traiciones? No por mi vida,
Ya no se tra ta de eso.
PEON y CONTRERAS. 59
ESCENA II
Beatriz, (después Alaida.)
Bia t e iz . ¡Mire libre al hijo mío
Y que me perdone el cielo,
Que si es inmensa mi falta
Tam bién mi amor es inmenso!
¿Qué será? T a l vez no sea
La verdad.... ta l vez artero
Y astuto, ese hombre me engaña
Y miserable instrumento
Seré yo de su falacia
Y de su instinto perverso!. . . .
A laida . Sin hacer caso de Beatriz.
Ni un instante de reposo
N i un instante de sosiego. . . .1
Para esta inquietud del alma
Todo es mezquino y estrecho,
Parece que del espacio
E s cárcel el flrmameuto,
Y que su« muros azules
Se desploman en mi pecho!
Aire, luz, calor y ambiente,
Todo busco, todo anhelo,
Todo es vigor el espíritu,
E s todo impotenoia el cuerpo;
PEON Y CONTRERAS.
ESCENA IV
A la id a , G in é s .
G inks. No es el cielo, es Amorel.
A laida. (Sin reflexionar y dejándose llevar del sentimiento de la pasión que
domina.)
E s lo mismo el cielo que Si!
Ginks . Mandad, pues, señora mía,
Que él de vos manda saber
Si estáis tranquila. . . .
Alaida . (Con arrebato.)
¡Que nó!
Ni he de estar tranquila yo,
(Conteniéndose y disimulando.)
Gines . ¿Amorel?
A laida . Que venga quiero.
Gin es . ¿Que yo lo traiga?
A laida. Lo espero.
Gines . ¿Es al punto?
Alaida . Al punto, sí.
G ines . ¿Lo exigís?
A laida . Es exigencia.
G in es . E s que su honor___
Alaida . ¡Por su honor!. . . .
G ines . (Señalando el exterior de la fortaleza.)
Si hay peligro.. . .
A laida . Lo hay mayor.
G ines . ¿En su vida?
A laida. E n su existencia.
G inés . ¿Aquí ó allá?
Alaida . ¡Más, allá!
Gines . ¿Allá más peligro?
Alaida . Pues.
G ines . Entonces.. ..
A laida . Vuela Ginés.
G ines . [Dudando.]
¿Vendrá?
Alaida . Sin duda vendrá. [V*MGinfe, foro ¡zqoierd*.]
Vendrá poique ha de venir
Y adivinará mi intento,
Que esto mismo que yo siento
Esto mismo ha de sentir.
(Aparece Beatriz que entra por el foro, derecha.)
¡Ah, Beatriz! ¿Tú?
ESCENA V
B e a t r iz , A la id a .
Beatriz . Yo, señora.
PEON Y CONTRERAS. 67
ESCENA VI
A m o r e l, A la id a .
A laida . [Viendo entrar á Amorel. ]
¡Gracias al cielo!
Amorel. E l me permite que os vea!
Me mandasteis que viniera.
A laida . E s verdad, que os interesa.
A morel. Más triunfar de esa canalla
Que se alista á la pelea.
A laida . Más el salvaros.
Amorel. ¿A mí?
A laida . Más salvar vuestra existencia.
A morel. La salva el destino mío
Que así quiere que padezca,
Pues me oculta su esperanza
Y su sonrisa me niega!
Valiera más que muriese:
Que morir más me valiera
Que importunaros, acaso,
Con mis dudas y mis quejas!
PEON V CONTRERAS. 69
¿Qué os pasa?
Alaida, (Corre ú cerrarle la puerta del fondo J
PEON Y CONTRERAS.
Pronto!
¡Idos.. . . !
Amorel. (Viendo cerrada la puerta por Alaida que la tiene eujeta.)
¿Dónde?
Alaida. Señalando la segunda puerta derecha.
A ese aposento!
Amorel. Si he do marcharme, señora,
Ha de ser donde los nuestros
En su ardiente sangre tintos
Rodando caen al suelo!
Oigo pasos. . . .
Alaida . Es verdad,
Y a se acercan. Idos presto!
¿Queréis que me mire sola?
¿Sola, en poder de Robreño?
Amorel. Lleno de goso.
¡Allá estoy!
Alaida. Abriendo la puerta £ punto que Robreño llega.
¡Gracias al cielo!
ESCENA Vil
A l a i d a , R o b r e f io .
R obreSo. Al entrar.
Dos palabras nada más,
Que no he de perder el tiempo!
Alaida. Habla y mide tus palabras.
R obresîo, Más que medirla^, mi pecho
Guardarlas pudo en su abismo
Eternas nocheB sin sueño,
Eternos días máB largos
EL BARDO
ESCENA VIII
Amorel, Alaida, Robrefio.
Rabre Sq. ¡Que no fuerais vos, plugiese
Al cielo, altivo mancebo!
PEON Y CONTRERAS. 75
R obreño. Apenas
Inteligible, un letrero.
A morel, ¿Y sois vos, por vida mía,
Poseedor de mi secreto?
¿Y la otra mitad?
R obreSo. ( Sordamente)
A q u í, (Llevando la mano al pecho,)
¡Aquí estál
R obreño, Pues bien, rasgadla
Del puñal con el extremo.
¿No os lo dijo Catalina
Cuando se estaba muriendo?
Amorel. (Dominado.)
¡Es verdad. . , . !
[Rasga con la punta de su puñal la bolsa y extrae un pergamino nroy
pequeño y doblado. ]
R obreño. Un pergamino
E stá encerrado allí dentro.
A morel. ¡Es verdad. .. .!
R obreño. ¡Un nombre escrito!
A morel. El de mi padre.
R obreño. ¡Leedlo!
A morel. (Vacilando. J
¿Es el de mi padre?
PEON V CONTRERAS. 79
R ob. Sí.
¿Ya lo leisteis?
Amorel. (Tratando de.leerlo.J
No veo.
R ob. [Tomando la la s de sobre la mesa y alumbrando.]
ESCENA IX
A la id a , A m o r e l.
Amorel. So acerca lentamente &Alaida, pero antes cierra la puerta con llave Z
deja una espada sobre la mesa y desenvaina su puñal.
O y e ... .llaman!
Amorel. Abstraído y aparte.
¡ M o r i r y o ! Vuelven ¿ llamar.
De mi destino cruel.
A laida . Estoy leyendo, Amorel,
E n tu frente y en tus ojos,
Sobre una nube sombría
Con tu desesperación,
L a espantosa decisión
Que es tu muerte y es la mía.
C um ple. . . . cumple ya la ofrta.
Jun tos moriremos pues.... Sin soltar de la mano &A m .n l,
GlNES. Adentro. Abrid, señora.
A laida . Aliando la TOS.
E s Ginés.
Abre tú, Ginés la puerta.
Pedazos hazla. .. .¡ay de mí!
El semblante de Amorel se descompone lentamente y en él se marca
firme resolución de morir y forcejea por desacirse de Alaida.
A morel. E s mi padre y yo no puedo
M atarle. . . .
84 KL BARDO
ESCENA X
Dichos, Ginés y Beatriz (Que a cu d e a l ru id o.,
A morel. T ras de Sí viene. ¿No es cierto?
A Ginés que.trata de aclarar la situación.
Susana. . . . voyl
A laida . (Impidiendo con su último esfuerzo que Amorel se quede libre.
Desvaría
A morel. A Ginés.
¿Viene?
Gin es . ¿Quién?
Alaida . A Ginés.
¡Oh, suerte impía!
Robreño. .. .1
G in es . Con sotannid&d.
¡Robreño ha muerto!
A morel. Volviéndose bruscamente y amenazando i Ginés.
¿Y tú le mataste?
G in e s . ¡Yo!
A morel. ¿Riñiendo contigo?
G in es . Sí.
A morel. ¡Que si n ó . . . . !
G in e s . Así le herí,
Que de otra manera no.
A laida . T u daga esconde, Amorel,
Que ya en paz Susana duerme!
Gin es . A Alaida.
¿Contento estás?
T u afán por siempre concluya
Si mi alma es libre y es tuya,
¡Qué me importa lo demás!
¿No te di mi vida entera?
(AG¡né». 1 ¿Qué rumor?
Desprendiéndose de Amorel y dejándose caer desmayada de fatigada en
un sillón.
[Adelantándose] L í l g C lltC CS
E SC EN A XI
A m o r e l, A la id a .
(Amorel se acerca á Alaida y contemplándola con intensa mirada de
amor se arrodilla á sus piés tomándole la mano y diciéndolej