Andad Como Hijos de Luz
Andad Como Hijos de Luz
Andad Como Hijos de Luz
Efesios 5:1-20
El tema de Efesios es la unidad en Cristo. Pablo escribe a una iglesia (o iglesias) formada por
judíos y gentiles, asiáticos y europeos, esclavos y libres, representantes todos de un mundo
resquebrajado que debía ser restaurado a la unidad en Cristo. Esto implicaba la unidad de
persona, familia, iglesia y raza. La restauración de la unidad individual en la vida de cada
creyente asegura la unidad del universo de Dios. El tema de la unidad se presenta explícita e
implícitamente a través de toda la epístola.
1
Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.
Debéis seguir a Dios como hijos amados, ser obedientes a sus requerimientos, caminar en amor
como él nos amó y se dio por nosotros, una ofrenda y sacrificio a Dios en olor suave. El amor era el
ambiente en el cual Cristo se movía, caminaba y trabajaba. Vino a rodear al mundo con los brazos
de su amor... Hemos de seguir el ejemplo presentado por Cristo y hacer de él nuestro modelo,
hasta que tengamos el mismo amor por el prójimo que él manifestó por nosotros.
¡Qué amor más alto, más profundo y más ancho! Este amor no debe abarcar solamente a unos
cuantos favoritos, sino que debe llegar hasta la más baja y humilde de las criaturas de Dios. Jesús
dice: “En cuanto lo hicisteis a uno de éstos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis”... El amor y
la simpatía que Jesús quisiera que brindáramos a los demás no tiene sabor a sentimentalismo, que
es una trampa para el alma; es un amor de origen celestial, que Jesús practicó por precepto y
ejemplo. Pero en lugar de manifestar ese amor, nos sentimos separados y enajenados los unos de
los otros... El resultado es una separación de Dios, una experiencia malograda, el menoscabo del
crecimiento cristiano.—The Youth’s Instructor, 20 de octubre de 1892.
2
Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por
nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.
Alrededor de cada familia se extiende un círculo sagrado que no debe romperse. Nadie tiene
derecho a entrar en este círculo. No permitan el marido ni la mujer que un extraño comparta las
confidencias que a ellos solos importan.
Ame cada uno de ellos al otro antes de exigir que el otro le ame. Cultive lo más noble que haya en
sí y esté pronto a reconocer las buenas cualidades del otro. El saberse apreciado es un admirable
estímulo y motivo de satisfacción. La simpatía y el respeto alientan el esfuerzo por alcanzar la
excelencia, y el amor aumenta al estimular la persecución de fines cada vez más nobles.
El espíritu que Cristo manifiesta para con nosotros es el espíritu que marido y mujer deben
manifestar uno con otro. “Andad en amor, como también Cristo nos amó.” Efesios 5:2. MC:279
Ensalzad a Jesús, los que enseñáis a las gentes, ensalzadlo en la predicación, en el canto y en la
oración. Dedicad todas vuestras facultades a conducir las almas confusas, extraviadas y perdidas,
al “Cordero de Dios.” Ensalzad al Salvador resucitado, y decid a cuantos escuchen: Venid a Aquel
que “nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros.” OE:168
3
Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros,
como conviene a santos;
El pecado mortal que condujo a Acán a la ruina tuvo su origen en la codicia, que es, entre todos los
pecados, el más común y el que se considera con más liviandad. Mientras que otros pecados se
averigüan y se castigan, ¡cuán raro es que se censure siquiera la violación del décimo
mandamiento! La historia de Acán nos enseña la enormidad de ese pecado y cuáles son sus
terribles consecuencias.
La codicia es un mal que se desarrolla gradualmente. Acán albergó avaricia en su corazón hasta
que ella se hizo hábito en él y le ató con cadenas casi imposibles de romper. Aunque fomentaba
este mal, le habría horrorizado el pensamiento de que pudiera acarrear un desastre para Israel;
pero el pecado embotó su percepción, y cuando le sobrevino la tentación cayó fácilmente.
¿No se cometen aun hoy pecados semejantes a ése, y frente a advertencias tan solemnes y
explícitas como las dirigidas a los israelitas? Se nos prohibe tan expresamente albergar la codicia
como se le prohibió a Acán que tomara despojos en Jericó. Dios declara que la codicia o avaricia es
idolatría. Se nos amonesta: “No podéis servir a Dios y a Mammón.” “Mirad, y guardaos de toda
avaricia.” “Ni aun se nombre entre vosotros.” Colosenses 3:5; Mateo 6:24; Lucas 12:15; Efesios
5:3. Tenemos ante nosotros la terrible suerte que corrieron Acán, Judas, Ananías y Safira. Y aun
antes de estos casos tenemos el de Lucifer, aquel “hijo de la mañana” que, codiciando una
posición más elevada, perdió para siempre el resplandor y la felicidad del cielo. Y no obstante, a
pesar de todas estas advertencias, la codicia reina por todas partes.
¿Qué podría hacer el ministro sin Jesús? En verdad, no podría hacer nada. Luego, si es un hombre
frívolo y acostumbrado a decir bromas, no está preparado para llevar a cabo el deber que el Señor
le ha encomendado. Cristo dijo: “Porque separados de mí nada podéis hacer”. Juan 15:5. Las
palabras irreflexivas que pronuncia, las anécdotas frívolas, las palabras dichas para hacer reír, todo
esto es condenado por la Palabra de Dios y está completamente fuera de lugar en el púlpito
sagrado...
A menos que los pastores sean hombres convertidos, las iglesias enfermarán y estarán a punto de
morir. Únicamente el poder de Dios puede cambiar el corazón humano y llenarlo con el amor de
Cristo. Solamente el poder de Dios puede corregir y dominar las pasiones y santificar los afectos.
Todos los que ministran deben humillar sus corazones orgullosos, someter sus voluntades a la
voluntad de Dios y ocultar sus vidas con Cristo en Dios.
¿Cuál es el objeto del ministerio? ¿Consiste en mezclar lo cómico con lo religioso? El teatro es el
lugar para tales exhibiciones. Si Cristo se ha formado en lo interior, si la verdad con su poder
santificador es llevada al santuario interior del alma, entonces no tendremos hombres joviales y
divertidos, ni tampoco tendremos hombres descontentos, de mal genio y malhumorados para
predicar las preciosas lecciones de Cristo a las almas que perecen.—Carta 15, 1890.
Hay que andar con circunspección—Toda la “sangre fría”, que es tan común, los gestos teatrales,
toda liviandad y frivolidad, todo el uso de chanzas y bromas, deben ser considerados por el que
lleva el yugo de Cristo como “cosas que no convienen” (Romanos 1:28), como una ofensa a Dios y
una negación de Cristo. Esto incapacita la mente para pensar con seriedad y para llevar a cabo una
labor sólida. Hace a los hombres ineficaces, superficiales y enfermos en sentido espiritual...
Sea serio y formal cada pastor. Al estudiar la vida de Cristo verá que es necesario andar con
cautela. Sin embargo, si está relacionado con el Sol de justicia podrá ser, y será, alegre y feliz, y
alabará a Aquel que lo llamó de las tinieblas a su luz admirable. La conversación será pura y estará
completamente libre de expresiones vulgares.—Manuscrito 8a, 1888.
5
Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene
herencia en el reino de Cristo y de Dios.
La gran obra de evangelización no terminará con menor manifestación del poder divino que la que
señaló el principio de ella. Las profecías que se cumplieron en tiempo de la efusión de la lluvia
temprana, al principio del ministerio evangélico, deben volverse a cumplir en tiempo de la lluvia
tardía, al fin de dicho ministerio. Esos son los “tiempos de refrigerio” en que pensaba el apóstol
Pedro cuando dijo: “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados;
pues que vendrán los tiempos del refrigerio de la presencia del Señor, y enviará a Jesucristo”.
Hechos 3:19, 20.
“Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de
lejos y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio,
les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Entonces
uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró
rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No
son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese
gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado”. Lucas 17:12-19.
Aquí hay una lección para todos nosotros. Estos leprosos estaban tan contaminados por la
enfermedad que se les había restringido su ingreso en la sociedad, no fuera que contaminaran a
otros. Estos límites habían sido prescritos por las autoridades. Jesús llega a la vista de ellos, y en su
gran sufrimiento claman a él, el único que tiene el poder para aliviarlos. Jesús les ordena que se
muestren a los sacerdotes. Ellos tienen fe para emprender su camino, creyendo en el poder de
Cristo para sanarlos. Mientras van comprenden que la horrible enfermedad los ha dejado. Pero
sólo uno tiene sentimientos de gratitud, sólo uno siente su profunda deuda hacia Cristo, por esta
gran obra que ha sido hecha en su favor. Éste regresa alabando a Dios, y con la mayor humildad
cae a los pies de Cristo, reconociendo con gratitud la obra hecha para él. Y este hombre era un
extranjero; los otros nueve eran judíos. 3T:199.
9
(porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), 10 comprobando lo
que es agradable al Señor.
Si el talento y la influencia de varios de sus miembros de una iglesia se emplearan en otras iglesias,
donde serían escogidos para que ayuden donde es realmente necesario, obtendrían una
experiencia del más alto valor en las cosas espirituales, y al llevar de esta manera
responsabilidades y cargas en la obra de Dios serían una bendición para otros. Al estar ocupados
en ayudar a otros, seguirían el ejemplo de Cristo. Él no vino para ser servido, sino para servir a
otros. No se agradó a sí mismo. No se asió de ninguna reputación, sino que tomó sobre sí la forma
de un siervo, y pasó su vida haciendo bien. Podría haber pasado sus días en la tierra con
comodidad y en abundancia, y haberse apropiado de los placeres de esta vida. Pero él no vivió
para gozar; vivió para hacer el bien y para salvar a otros del sufrimiento, y nosotros hemos de
seguir su ejemplo. 3T:63
Cuando los colportores salgan con corazón humilde y llenos de fervorosa actividad, hallarán
muchas oportunidades de dirigir una palabra en sazón a las almas a punto de perecer en el
desaliento. Después de trabajar por estos menesterosos, podrán decir: “En otro tiempo erais
tinieblas; mas ahora sois luz en el Señor.” Efesios 5:8. Cuando ven la conducta pecaminosa de
otros, pueden decir: “Y esto erais algunos: mas ya sois lavados, mas ya sois santificados, mas ya
sois justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.” 1 Corintios 6:11.
Los que trabajan para Dios encontrarán desaliento, pero siempre les pertenece esta promesa: “He
aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” Mateo 28:20. Dios dará
experiencia admirable a los que digan: “Creo tu promesa; no fracasaré ni me desalentaré.”
2JT:551.
Andad en la luz. Andar en la luz significa ser decidido, pensar, ejercer fuerza de voluntad, en un
ferviente intento de representar a Cristo en la dulzura de su carácter. Significa apartar toda
lobreguez. No debéis descansar satisfechos diciendo solamente: “Soy un hijo de Dios”. ¿Estáis
contemplando a Jesús, y al contemplarlo, os estáis transformando a su semejanza? Caminar en la
luz significa avanzar en el desarrollo de los dones espirituales. Pablo declaró: “No que ya haya
alcanzado, ni que ya sea perfecto; pero... olvidando ciertamente lo que queda atrás”, al
contemplar constantemente el Modelo, me extiendo “a lo que está adelante”. Caminar en la luz
significa caminar “rectamente”, caminar “en la ley de Jehová”, caminar “por fe”, caminar “en el
Espíritu”, caminar “en tu verdad”, caminar “en amor”, caminar “en novedad de vida”. Esto es
perfeccionar “la santificación en temor de Dios”.—Carta 98, 1902.
Cuando la luz del cielo resplandece sobre el instrumento humano, su rostro expresará la alegría
del Señor que mora en su alma. Es la ausencia de Cristo en el alma la que hace que la gente se
entristezca y albergue dudas en su mente. Es la carencia de Cristo lo que entristece el rostro y
hace de la vida un peregrinaje de suspiros. La alegría es la clave de la Palabra de Dios para todos
los que la reciben. ¿Por qué? Porque tienen la luz de la vida. La luz da alegría y regocijo, y este
último se manifiesta en la vida y el carácter.—Manuscrito 96, 1898. HH:202.
11
Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien
reprendedlas; 12 porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto.
La Palabra de Dios no reprime la actividad, sino que la guía y encauza. Dios no ordena al joven que
tenga menos aspiraciones. No se han de reprimir los elementos del carácter que aseguran éxito
verdadero y honores entre los hombres; a saber, el deseo irreprimible de alcanzar algún bien
mayor, la voluntad indomable, la aplicación tenaz y la perseverancia incansable. Deben dedicarse,
mediante la gracia de Dios, a conseguir fines tanto más elevados que los intereses mundanos
egoístas como son más altos los cielos que la tierra.
A nosotros, como padres cristianos, nos toca dar a nuestros hijos la debida dirección. Deben ser
guiados con cuidado, prudencia y ternura en la senda del ministerio cristiano. Un pacto sagrado
con Dios nos impone la obligación de educar a nuestros hijos para servirle. Rodearlos de una
influencia que los lleve a escoger una vida de servicio, y darles la educación necesaria para ello, tal
es nuestro primer deber.
“De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito,” para que no pereciéramos,
sino que tuviéramos “vida eterna.” “Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros.” Si
amamos, daremos. “No ... para ser servido, sino para servir,” es la gran lección que hemos de
aprender y enseñar. Juan 3:16; Efesios 5:2; Mateo 20:28.
Impresionad a los jóvenes con el pensamiento de que no se pertenecen a sí mismos, sino a Cristo.
Fueron comprados por su sangre, y su amor los requiere. Viven porque él los guarda con su poder.
Su tiempo, su fuerza, sus aptitudes son de Cristo; es menester desarrollarlas y perfeccionarlas a fin
de emplearlas en beneficio de él. MC:308.
Por medio del apóstol Pablo, Cristo nos ruega: “Sea vuestra palabra siempre con gracia”. “Ninguna
palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin
de dar gracia a los oyentes”. A la luz de estos pasajes vemos que las palabras pronunciadas por
Cristo en el monte condenan la burla, la frivolidad y la conversación impúdica. Exigen que nuestras
palabras sean no solamente verdaderas sino también puras.
Quienes hayan aprendido de Cristo no tendrán participación “en las obras infructuosas de las
tinieblas”. En su manera de hablar, tanto como en su vida, serán sencillos, sinceros y veraces
porque se preparan para la comunión con los santos en cuyas “bocas no fue hallada mentira”.
DMJ:61
13
Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas
manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. 14 Por lo cual dice: Despiértate, tú
que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo.
Lo que necesitamos ahora son hombres como Caleb, hombres que sean fieles y veraces. La
indolencia distingue demasiadas vidas actualmente. Esas personas apartan su hombro de la rueda
cuando debieran perseverar y poner todas sus facultades en ejercicio activo. Ministro de Cristo:
“Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.” Efesios 5:14.
Vuestras labores tienen tanto sabor del yo que Cristo queda olvidado. Algunos de vosotros sois
demasiado mimados y adulados. Como en los días de Noé, hay demasiada tendencia a comer y
beber, plantar y edificar. El mundo ha robado las energías de los siervos de Cristo. Hermanos, si
queréis que vuestra religión sea honrada por los incrédulos, honradla vosotros mismos mediante
obras correspondientes. Por una estrecha relación con Dios y una estricta adhesión a la verdad
bíblica frente a las dificultades y la presión del mundo, podéis infundir el espíritu de la verdad en el
corazón de vuestros hijos de manera que obren eficazmente con vosotros como instrumentos en
las manos de Dios para el bien. 2JT:29
15
Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como
sabios,16aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. 17Por tanto, no seáis
insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. 18 No os embriaguéis con
vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, 19 hablando entre
vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor
en vuestros corazones; 20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el
nombre de nuestro Señor Jesucristo.