Problemática Estética Aristóteles
Problemática Estética Aristóteles
Problemática Estética Aristóteles
Problemática Estética
Aproximación a la estética de Aristóteles
1. ¿Describir que es el arte según Aristóteles?
2. ¿Cuáles son los rasgos que se manifiesta en el concepto aristotélico
de arte?
3. ¿Por qué el arte necesita de la materia y cuáles son sus condiciones
fundamentales?
4. Si afirmamos que existe una relación muy profunda entre el arte y la
naturaleza, ¿qué es la imitación según Aristóteles?
5. ¿Por qué para Aristóteles la imitación no es sinónimo de copiar
fielmente un hecho?
6. ¿Cuál es la finalidad del arte según Aristóteles?
7. ¿Por qué Aristóteles concebía al arte de manera universal?
8. ¿Describir qué es la belleza para Aristóteles?
Aristóteles fundó sus conceptos estéticos sobre la poesía y la música de su país
y de su época, es decir, sobre la poesía de Sófocles y Eurípides, así como sobre la
pintura de Poíignoto y Zeuxis. Pero al mismo tiempo manifestó sus gustos perso
nales. Apreciaba sólo algunas clases de música y despreciaba la danza. En cuanto a
los escultores, el puesto supremo en su jerarquía lo ocupaban Fidias y Polícleto, ar
tistas de una generación mayor que la suya. Tampoco eran sus contemporáneos los
grandes pintores que más estimaba y los grandes trágicos sobre cuyas ODras modeló
su Poética. Así pues, la estética de Aristóteles estaba influenciada por aquel arte qué
siendo aún contemporáneo había obtenido ya una general aceptación, Eran el mis*
mo arte y poesía que había conocido Platón; empero, la actitud de Aristóteles hacia
ellos ya era diferente. Mientras Platón condenaba el arte y la poesía por no corres
ponder a su ideología, Aristóteles, tratándolos como un necho ya afirmado, vino a
adaptar a ellos su ideología estética.
J . El concepto del Arte. El concepto fundamental que en la antigüedad deli
mitaba el alcance de la estética era o bien el concepto de la belleza o bien el del arte.
Para Platón, el concepto básico había sido el de la belleza mientras que, al decir de
Zeller, «Aristóteles, en la introducción a su Poética, dejó a un lado el concepto dé
lo bello y emprendió una investigación sobre el arte». El hecho concreto y relati
vamente evidente que es el arte era para él más atractivo que el más bien ambiguo
concepto de belleza.
El concepto del arte establecido por Aristóteles arraigó durante largos siglos,
convirtiéndose en clásico. N o fue un concepto nuevo ni originalmente suyo. Aris
tóteles asumió la concepción corriente o, mejor dicho, conservó la idea del arte de
la cual los griegos se servían de un modo intuitivo, y la definió, convirtiéndola de
esa suerte en un verdadero concepto.
En términos generales, el arte es una actividad humana, lo cual lo distingue de
la naturaleza- Aristóteles formuló esta idea del siguiente modo: «del arte proceden
las cosas cuya forma está en el alm a»1; o también; «el principio está en quien lo pro*
duce y no en lo producido»2. Por esta razón, los productos del arte «pueden ser o
no ser», mientras que los de la naturaleza surgen ae la necesidad.
Para ser más exactos, hay tres tipos de actividad humana, a saber: la investiga
ción, la actuación y la producción. El arte es una producción y la producción difiere
tanto de la investigación como de la actuación, ya que nos deja un producto: un cua
dro es producto de la pintura, al igual que una estatua lo es de la escultura.
Cada arte es una producción, mas no cada producción es un arte. Sólo es arte,
al decir de Aristóteles, «una producción consciente, basada en el conocimiento». Si
guiendo este razonamiento, el arte pertenece a la producción, su rasgo distintivo re
sulta de estar basado en el conocimiento, gracias al cual obra de manera consciente
y se vale de reglas generales.
Conforme a la definición aristotélica del arte, la producción basada sobre el ins
tinto, sobre la experiencia o sobre la práctica, no es arte, dado que carece de reglas
y de una consciente aplicación de los medios para lograr sus fines. Solamente quien
conoce los medios y los fines de la propia producción está en capacidad de dominar
el arte a fondo. De acuerdo con esta definición — y además con la tradición— eran
artes no sólo las que posteriormente se llamarían «bellas artes» sino también la ar
tesanía; no sólo la pintura y la escultura, sino también la zapatería y la construcción
de barcos. La definición aristotélica del arte llegó a ser una definición clásica y per
duró varios siglos.
El arte es pues una producción del artista quien, para producir, debe poseer cier
ta habilidad, cierta disposición permanente para crear. Y fue a esta capacidad, a esta
habilidad más que a la producción misma a lo que Aristóteles llamó arte. La habi
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lidad se basa en el conocimiento del artista, en conocer tas reglas de la producción;
y también a este conocimiento, que constituye la base de la producción, lo llama
Aristóteles arte. Con el tiempo, se llegó a denominar como arte también el produc
to de las actividades del artista, pero Aristóteles nunca lo utilizó en esc sentido.
La producción, la capacidad de producir, el conocimiento indispensable en la
producción así como el producto mismo, todo ello estaba estrechamente entrelaza
do y el sentido de la palabra «arte» era fácilmente trasladado de un concepto a otro.
La polisemia del término griego «techne» pasó a la voz latina an , y ésta al nombre
de «arte» de las lenguas modernas. Pero si bien el significado básico de la palabra
«techne» consistía para Aristóteles en las habilidades del productor, en el ars me
dieval se refería al conocimiento en sí mismo, mientras que en el concepto de «arte»
ya se contiene él producto.
£1 concepto aristotélico de arte presenta varios rasgos característicos, a saber;
a) Aristóteles entendía el arte de una manera dinámica. Estaba acostumbrado
a realizar investigaciones biológicas, y en tanto que investigador de los seres vivos
tenía cierta tendencia a ver en la naturaleza, sobre todo, procesos. De esta suerte,
su concepto del arte no era estático sino dinámico, y atribuía mayor importancia a
ta producción que al producto terminado.
. b) Por otro lado, Aristóteles hacía hincapié en el factor intelectual en el arte,
en los conocimientos indispensables para crear una obra, en el razonamiento y en
el «pergeño del inventor». N o hay pues arte sin reglas generales. «El arte nace — es
cribe— cuando de muchas observaciones experimentales surge una sola concepción
universal sobre las cosas semejantes.»1.
c) Aristóteles concebía el arte como un proceso psico-físico, contraponiéndolo
a la naturaleza. Es verdad que el arte nace en la mente del artista, no obstante lo
cual tiende a convertirse en un producto material. L a contraposición entre arte y na
turaleza no está muy clara en Aristóteles ya que el filósofo estaba firmemente con
vencido de que el arte aspira siempre a un fin, del mismo modo que lo hace también
la naturaleza, siendo esta finalidad un elemento que los acerca y une Jl.
Al determinar el arte en tanto que habilidad, Aristóteles lo asemejó a la ciencia,
encontrando al mismo tiempo una fórmula adecuada para distinguir entre ambas dis
ciplinas. Según él, la ciencia atañe a la existencia y el arte a la creación 4. Sin embar
go, esta fórmula ejerció menos influencia que su definición del arte como habilidad.
Ésta última borraba la frontera entre el arte y la ciencia, hasta el punto que en la
antigüedad y en el Medievo se incluyeran entre las artes la geometría y la astronomía.
El concepto aristotélico del arte se extendió y mantuvo durante casi dos mil años.
Tan sólo en los tiempos modernos sufrió una transformación radical; se empezó a
concebir el arte primero de una manera más restringida, es decir, exclusivamente
como «arte bello* y, en segundo término, más bien como producto, y no como ha
bilidad y actividad. Por último, también se dejó de hacer hincapié en el conocimien
to y en las reglas; el arte puede hoy carecer de reglas con tal de que el producto
sea satisfactorio.
Era una particularidad de Aristóteles el no limitarse a razonamientos generales,
sino también penetrar en los detalles; el filósofo siempre trató de profundizar en
todos los elementos, condiciones y variantes de cada fenómeno, y obró del mismo
modo cuando trataba de la teoría del arte. Sus detallados análisis pertenecen más
bien a la historia de las teorías artísticas que a la estética general. Presentaremos
aquí, a guisa de ejemplo, dos de sus ideas, concernientes a la relación entre el arte
y la materia de que se sirve, así como entre el arte y las que son sus condiciones.
a) El arte necesita siempre de la materia, pero se sirve de ella de diversas for
mas. Aristóteles distingue cinco s : el arte cambia la forma de la materia (como su
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cede en el caso en que se moldean las estatuas en bronce), añade o quita materia
(como en el caso de estatuas esculpidas en piedra) o bien compone la materia (como
en la arquitectura) o, por último, cambia su cualidad.
b) Las condicioines fundamentales del arte son; según Aristóteles, el c o n o c í
miento, ta eficiencia y las capacidades innatas. El conocimiento necesario en el arte
no es un conocimiento puramente teórico ni tampoco un conocimiento real; ha de
ser un conocimiento general que incluye las reglas del comportamiento, y que se ad
quiere mediante una generalización de experiencias. La habilidad requerida en un ar
tista, se obtiene con la práctica. Igual que los demás griegos, Aristóteles veía en el
ejercicio un factor esencial del arte: el arte puede y debe ser aprendido. N o obstan
te, el aprendizaje no servirá para nada si faltan las capacidades innatas, que también
constituyen una condición indispensable del arte.
En esta concepción aristotélica del arte se presta una atención especial al cono
cimiento intelectual y a tas reglas generales, aunque limitada en definitiva por la ad
misión de condiciones tales como son la eficiencia y las habilidades en sí mismas
consideradas.
4. Las artes imitativas. Aristóteles, que fue un maestro en clasificaciones, se de
dicó también a clasificar las artes. Desde nuestro punto de vista, no logró formular
lo que para la historia de la estética es lo más importante y que sólo se alcanzaría
más tarde: el concepto de «bellas artes» como tal. N i siquiera encontramos en él
mención alguna de este concepto, no obstante lo cual debemos advertir que bajo
nombre diferente llegó a acercarse a la posterior distinción que separó las bellas ar
tes de las simples actividades artesanales.
Aristóteles rechazó, además, la formulación popularizada por los sofistas, cuan
do dividen las artes en las que proporcionan placer y las que nos son útiles, ya que,
según él, artes tales como la poesía, la escultura o la música, no siendo artes útiles,
tampoco están al servicio exclusivo del placer.
fcn su división de las artes, Aristóteles siguió el camino marcado por Platón, to
mando como punto de partida la relación entre el arte y la naturaleza. Así, en una
famosa formulación, afirma que el arte «realiza* lo aue la naturaleza es incapaz de
terminar, o bien «imita» lo que aquélla hace 6. Estas últimas las denomina «artes iroi-
tativas» o miméticas. V según el filósofo, pertenecen a estas artes la pintura, la es
cultura, la poesía y por lo menos una parte de la música, o sea, las artes que poste
riormente se llamarían «bellas».
Bajo el nombre de «artes imitativas», unió Aristóteles ciertas artes contraponién
dolas a las artesanales. Sin embargo, su división era incompleta, dado que para él la
arquitectura y una parte de la música no pertenecían a las artes imitativas. Según Aris
tóteles, la imitación * constituye la característica esencial de dichas artes, represen
tando no sólo su medio sino también su fin. N o es que el pintor o el poeta se pro
pongan crear bellas obras y con este objetivo imiten la realidad, sino que se propo
nen l a imitación misma como su finalidad verdadera. De acuerdo con Aristóteles,
sólo la imitación hacía poeta a un poeta; e incluso llegó a escribir que «es preciso
que el poeta hable lo menos posible de sí mismo, pues en eso lio es imitador T», La
«imitación» fue para el Estaginta uno de los conceptos principales de su teoría, y
la base de su división artística (un ejemplo clásico lo constituye su definición de la
tragedia). Aristóteles estaba convencido de que la imitación es para el hombre una
actividad natural, basada en sus tendencias innatas y que, por tanto, le proporciona
* W. Tuarkiewicz, Greey o íztukach ndsUdowczych (opciones de lot griegos sobre Lu artes imitati
va}), en «Sztulu i K.rytylía», núm. 33/34, 1958.
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satisfacción. Esto explica también por qué el arte es fuente de placer cuando imita
objetos que en la naturaleza no gustan ni complacen.
5. t i concepto de imitación en el arte, N o podemos asegurar a ciencia cierta
qué entendía Aristóteles por imitación, ya que nunca nos dejó una definición del tér
mino. Lo más probable es que no lo hiciera por la sencilla razón de que se trataba
de un concepto conocido y muy popular. Sin embargo, el hecho de que Aristóteles
no lo definiera motivó varios malentendidos. Lo que sí queda claro a partir de sus
deducciones es cómo no lo entendía: sobre todo, es seguro que no ló concebía como
el mero hecho de copiar fielmente.
En primer término Aristóteles sostenía que el artista, al imitar la realidad, la pue
de presentar no sólo tal y como es sino que también la puede embellecer o afear.
«Los que imitan.» —escribió— imitan a personas mejores que nosotros, o peores, o
incluso iguales,, como hacen los pintores; pues Polignoto representaba a personas
mejores, Pausón a peores y Dionisio a semejantes según eran.
En otra ocasión el filósofo dijo: «C om o el poeta es un imitador, igual que el pin*
tor o cualquier otro artista plástico, es forzoso que imite siempre una de estas tres
cosas: o como eran o como son los objetos, o como dicen o parecen ser, o como
es preciso que sean»
Aristóteles cita también a Sófocles quien sostenía que representaba a los hom
bres tal como deberían ser mientras que Eurípides los representaba tal como eran.
Asimismo el Estagirita sostiene que se reprocha injustamente a Zéuxis por aspirar a
que sus pinturas fuesen más perfectas que los modelos. Com o ya había observado
Sócrates, un cuadro puede ser más hermoso que la naturaleza con tal de que reúna
las gracias dispersas en ella >0. Tal vez no existan gentes como las que pintó Zeuxis
porque las pintaba más hermosas, pero el embellecimiento es necesario porque «es
preciso superar el modelo» ll. De esta suerte, según Aristóteles, es posible para el
arte mejorar (o empeorar) los objetos reales, lo que no significa copiar.
En segundo lugar, la teoría aristotélica de la imitación se aparta también del na
turalismo al exigir que et arte represente únicamente tas cosas y acontecimientos que
tienen un significado general y que son típicos. En un conocido pasaje Aristóteles
afirma que la poesía es más filosófica y más profunda que la historia porque pre
senta lo universal mientras que la historia presenta lo particular y relativo 1J.
En tercer lugar, Aristóteles sostiene que el arte representa sobre todo lo preciso.
«N o es un deber del poeta hablar de lo que realmente ocurrió sino de lo que pudo
ocurrir y lo que decide sobre esta posibilidad es la probabilidad y la necesidad», Por
otro lado, el artista tiene el derecho de introducir en su obra incluso cosas imposi
bles, si lo requiere el objetivo que se ha propuesto. Aristóteles aplicó el concepto
dé la imitación sobre todo a las tragedias pobladas de héroes míticos, que se de
sarrollan al límite, entre lo humano y lo divinó. Está claro que en estas tragedias
difícilmente podía plantearse el problema de representar la realidad.
En cuarto lugar, a juicio de Aristóteles, no tienen importancia en una obra de
arte las cosas y acontecimientos populares, ni los colores ni las formas sino su com
posición y su armonía. «Si alguien pintara en contusa mezcla con los más hermosos
colores, no complacería tanto como el que pinta en blanco una imagen* IJ.
Aristóteles creía que en la tragedia ocurre exactamente lo mismo. Escribe en ta
Política que «ni un pintor permitiría que su animal tuviera una pata que exceda la
proporción correcta ni aunque se distinguiera por su belleza... ni un director de un
coro dejará participar en él. a quien cante más y mejor que el coro entero» u . En
una obra de arte no son importantes los objetos particulares que el artista imita sino
el nuevo conjunto que con ellos crea. Dicho conjunto no se evalúa comparándolo
con la realiaad sino tomando en cuenta su estructura interna y su resultado.
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De lo anteñor se desprende que la mtmejú-imitación aristotélica no puede ser
interpretada al pie de la letra, al modo moderno, como lo han hecho tos historia
dores durante mucho tiempo, ya que tal interpretación no concuerda con sus de
ducciones. Bien es verdad, que estas últimas eran conocidas en Grecia, pero, en ge
neral, nunca fueron admitidas.
Los pitagóricos entendían la imitación como presentación de las experiencias vi
vidas, o sea, en el mismo sentido que la imitación realizada por un buen actor. Más
tarde, para Demócrito, la imitación significaba la ejecución de ciertas actividades pa
recidas a las de lo imitado, es decir, en el sentido en que un discípulo ¡mita a su maes
tro. Fue tan sólo Platón quien concibió la imitación como realización de cosas pa
recidas en su aspecto al modelo, o sea, en el sentido de imitación ejecutada por su
copista.
Los historiadores del siglo XIX interpretaban la imitación aristotélica en ese ter
cer sentido, ya que para ellos era la más apropiada. N o era, sin embargo, la más apro
piada para Aristóteles. El filósofo habló de la «mimesis» sobre todo respecto a la
teoría de la tragedia y la entendía como la actividad del «mimo», es decir, del actor.
En esta actividad, lo esencial es fingir, crear una ficción y representarla, aunque, por
supuesto, el actor puede valerse de la realidad y tomar ejemplo de ella. Muchos enun
ciados de Aristóteles confirman que éste es el sentido que realmente intentó dar a
la «mimesis».
Primero, el que ya hemos mencionado, según el cual en el arte pueden repre
sentarse cosas imposibles y maravillosas. Aristóteles dice claramente que la poesía
puede contener elementos de lo imposible «si ello es preciso para sus fines», siendo
el fin algo distinto a la representación de la realidad. En otra parte, Aristóteles afir
ma; «Con respecto a la poesía, es preferible una cosa convincente imposible, a una
cosa que convenza y posible.» 11
Segundo, al hablar de los «medios de imitación» en la poesía Aristóteles enume
ra el ritmo, la armonía y la palabra 16, o sea, los tres elementos que distinguen la
poesía de la realidad.
Y, tercero, a pesar de que Aristóteles llamó al poeta imitador, lo tenía por crea
dor, y las actividades del actor las entendía de manera semejante a las det poeta. Et
poeta —escribió— «si compone cosas que han sucedido, no es por ello menos poe
ta» l7. Las artes «imitativas» eran para Aristóteles una creación, un invento del ar
tista, quien puede basarse o no en la realidad con tal de que su obra sea convincente,
posible y verosímil. Surge entonces la pregunta de por qué llamó a las artes «imita
tivas». El problema consiste en que el término «imitativo», en su interpretación mo
derna, no coincide con la interpretación que se le daba en la antigüedad.
La poética de Aristóteles cierra la intrincada historia del concepto de imitación
y del término «mimesis». En la teoría pitagórica, la imitación («mimesis») significa
ba expresión de experiencias internas (o sea, del «carácter», al decir de los antiguos)
y su campo principal era la música. Según Demócrito, significaba tomar ejemplo de
las obras de la naturaleza, y podía aplicarse a todas las artes, no sólo a las imitativas.
Solamente para Platón «mimesis» empezó a significar imitación de las cosas externas
en la poesía, en la pintura y en la escultura; en la música seguía significando la ex
presión de experiencias y caracteres.
La interpretación platónica del término dejó huella también en Aristóteles, como
lo advertimos, p o r ejemplo, en su opinión de que gozamos de la imitación porque
reconocemos en ella el modelo IS. Sin embargo, Aristóteles se atenía más bien al an
tiguo significado de la imitación como expresión y representación de caracteres. Pero
por otro lado, tampoco podemos olvidarnos de que dio al término su propia inter
pretación. El filósofo consideraba la épica y la tragedia como representaciones imi-
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tativas junto con la música para flauta y cítara. D « esta suerte, la poesía y el arte
teatral (así como la escultura y la pintura), eran para él artes «imitativas* en el mis
mo sentido que ta música. Es evidente que Aristóteles entendía la imitación de una
manera distinta que Platón y de como se la entiende hoy. £1 Estagiriu no conside
raba la imitación como tina característica negativa de la poesía (como lo hiciera Pla
tón) ni tampoco creía que la poesía pudiera prescindir ae ella. Al contrario, la imi
tación era para Aristóteles un rasgo esencial que define a la poesía. El arte tenía para
él dos aspectos, ambos expresados con la voz «m im esis*; por un lado, era la repre
sentación de la realidad y, por otro, su libre expresión. Al hablar de la «mimesis»,
Platón se refería al primer aspecto, tos pitagóricos al segundo, y Aristóteles a ambos.
Otras interrogantes planteadas por Aristóteles se preguntaban sobre la diferen
cia entre las artes imitativas y las no imitativas y, sobre todo, sobre cuáles son los
rasgos que distinguen a la poesía de lo que no lo es, sobre cuál es la diferencia entre
un tratado científico y un poema, ya que ambos están escritos con palabras seme
jantes. £stas cuestiones ya habían sido resueltas anteriormente por Gorgias, para
quien la diferencia estribaba en la forma métrica de la poesía. Pero Aristóteles sos
tenía que la forma métrica no convertiría en poema un tratado científico y por esta
razón dio una respuesta diferente: lo característico de la poesía es el hecho ae «imi
tar», un poeta es poeta porque imita. Conforme al entendimiento antiguo de la pa
labra, esto significaba que la característica esencial de la poesía radica en la expre
sión. Por una parte como representación de la realidad y, por otra, como expresión
de sentimientos. Pero la representación es sólo un medio y puede manifestarse de
varias maneras, desde una fiel repetición hasta una libre paráfrasis.
Un esteta moderno se preguntaría por la relación entre las artes imitativas, la for
ma y el contenido. ¿Se trata ae lo que imitan o más bien de cómo imitan? Lo más
probable es que Aristóteles considerase tal pregunta como mal planteada. Bien es
verdad que escribió que «la acción y el relato son efobjetivo de la tragedia», pero
por otra parte dijo que «el poeta debe ser creador de relatos más que de versos», es
decir, que en la poesía lo que importa es el contenido. Afirmó también que no pue
de haber poesía sin palabras, sin ritmo ni armonía, y que estos elementos constitu
yen la forma de la poesía. Com o a la mayoría de los griegos, ni se le ocurrió pensar
que pudiera haber un antagonismo entre el contenido y la forma y que hubiera que
escoger entre ellos >9. N o pensó, por tanto, en la necesidad de distinguir entre estos
dos aspectos.
6. El arte y ¡a poesía. Para Aristóteles, entre las artes imitativas se encontraban:
la épica y la tragedia, la comedia y la poesía ditirámbica, así como la mayor parte
de la música para flauta y cítara. H oy lo diríamos de una manera más breve: la poe
sía (o el arte de la palabra) y la música; pero Aristóteles tenía que enumerarlas, ya
que no disponía aún de esos conceptos más generales. Aunque su léxico concep
tual era mucho más avanzado que el de sus antecesores, poseía todavía considera
bles deficiencias. £1 mismo advirtió que le faltaba un término que comprendiese el
arte literario en-su conjunto. «Poeta» significaba en griego o todo creador (confor
me a su etimología) o creador de poemas, y en este caso no abarcaba a los prosistas.
A causa de estas lagunas terminológicas, no quedaba otro remedio que la enumera
ción: la tragedia, ta comedia, la épica, el ditirambo, etc. De igual manera faltaban
términos genéricos para la música y para las «artes plásticas». Estas últimas respon
dían menos al concepto aristotélico de las artes imitativas que la poesía y la música;
sin embargo, las analogías resultaron predominantes. En el catálogo de las artes con
que empieza su Poética, Aristóteles no incluye ni a la pintura ni a la escultura, pero
sus otros textos nos hacen suponer que las consideraba pertenecientes a la misma
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en cuenta el segundo significado de la palabra, el arte tiene más de una finalidad.
Los griegos diferían en sus opiniones al respecto. L os pitagóricos consideraban
el arte como catarsis, para los sofistas sus efectos eran hedonistas, Platón juzgaba
que el arte puede y debe ejercer una influencia moral y Aristóteles observó en cada
una de estas tesis una verdad parcial, Creía que el arte no sólo produce la purifica
ción de las pasiones sino que también proporcionaba placer y diversión contribu
yendo además al perfeccionamiento moral, y siendo por último conmovedor, «El
fin de la poesía es — escribió— que el poeta haza más conmovedor lo que presen
ta». N o obstante, la influencia de la poesía llegaba aún más lejos.
Según Aristóteles, el arte contribuye a la realización del fin supremo del hombre
aue es la felicidad, lográndose eso mediante la 0 x 0 X1^ (schole) que en griego quiere
decir «ocio», «tiempo libre» 22. El filósofo se refería a una vida en la cual eT hombre
está libre de las preocupaciones cotidianas y de las extenuantes exigencias de la vida
y puede dedicarse a tas ocupaciones verdaderamente dignas de él, que no pueden ser
consideradas simplemente como medios sino como fines de la vida. El ocio no pue
de ocuparlo satisfactoriamente una diversión vulgar pero sí puede hacerlo la 5iay(i)yT|
(diagogé), noble diversión que aúna el placer con la belleza moral. A este tipo ae di
versión pertenecen las actividades del sabio: la filosofía y las ciencias puras no cons
tituyen una necesidad vital, pertenecen al ocio y son una diversión en el sentido más
noble de la palabra. Lo mismo ocurre en lo que se refiere al arte que también es
capaz y digno de ocupar el ocio y ofrecer así esa forma de vida satisfactoria en to
dos sus aspectos que llamamos felicidad 23.
A pesar de todas las semejanzas que Aristóteles observó entre el arte y la natu
raleza, se dio cuenta de que cada uno de ellos proporciona un tipo diverso de pla
cer. Esto se debe a que en la naturaleza son los objetos mismos los que actúan sobre
nosotros, mientras que en el arte —cuando se trata de artes plásticas— son sus imá
genes {elxóves) las que actúan. El placer que obtenemos d élas imágenes no sólo se
debe a que reconocemos su semejanza con las cosas sino a que también contempla
mos en ellas la maestría artística del pintor o del escultor2*.
Aristóteles mostró la multiplicidad de objetivos y efectos del arte sobre todo al
hablar de la música y al discutir la cuestión pedagógica de si se debe enseñar la mú
sica a la juventud. Él problema le acarreó ciertas dificultades, ya que diversos pun
tos de vista conducían a diversas conclusiones. Por eso vacilaba al preguntarse cómo
debería actuar un hombre que puede escoger sus actividades: ¿debe él mismo tocar
un instrumento o sólo limitarse a escuchar lo que ejecutan los profesionales? 25 Aris
tóteles reconocía el valor de la música pero, como los demás griegos, desdeñaba el
cultivo profesional del arte. Finalmente resolvió este problema llegando a una solu
ción de compromiso: hay que aprender la música de joven, pero más tarde no hay
que practicarla, dejando que lo nagan los músicos profesionales. Al contrario de las
unilaterales concepciones anteriores, las premisas de Aristóteles sostenían que la mú
sica tiene más de un ob jetivo26: el purificar y curar las pasiones, el perfecciona
miento moral, ta instrucción de la mente, el descanso, la cobertura de las necesida
des vitales, la simple diversión, el placer y, sobre todo, el ocio para, mediante ¿ 1, lo-
grar una vida feliz y digna del hombre.
Vemos pues que para Aristóteles la función del arte no se limitaba al placer,
como en el caso ae los hedonistas, pero, por otra parte, el placer constituía para él
un elemento de mucha importancia. El arte proporciona placeres de diversos tipos,
consiguiendo esto mediante la liberación de tas emociones, una; hábil imitación, una
perfecta ejecución, o el empleo de hermosos colores y sonidos. Proporciona place
res no sólo sensoriales, sino también intelectuales, e incluso estos últimos son más
intensos. Además, el tipo de placer depende del género de arte de que se trata, pues
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cada arte «crea el género de placer que le es propio». Los placeres intelectuales pre
dominan en la poesía mientras que en el caso de la música y de las artes plásticas,
prevalecen los sensoriales. El hombre obtiene placer no sólo de lo que le satisface,
sino también de,lo que por sí mismo es digno de ser deseado y amado.
De los dos tipos de bellezaque Aristóteles distinguía siguiendo a Platón — «la
f;rande» y «la placentera»— , la segunda no tenía para Aristóteles otra aspiración que
a de proporcionar el placer. Esta dualidad la advertía también en el arte: no todo
arte es grande y, además, un arte puede ser bueno sin ser grande.
10. La autonomía del arte y ¡a verdad artística. Aunque Aristóteles miraba el
arte con su visión realista, éste era para él un fenómeno serio e importante y no un
simple juego, como afirmaba Platón. Así pues, el arte tenía para Aristóteles más ele
mentos intelectuales que para Platón, que era un espiritualista.
Según el Estagirita, el arte ocupa un lugar significativo en la vida del hombre.
Aristóteles distinguió cuatro tipos de vida, dedicadas respectivamente al placer, al
ganar dinero, a la política y a la contemplación. En esta clasificación no mencionó
por separado la vida artística, pero sí la tomaba en consideración. El amplio con
cepto griego de «contemplación» (Fecopiaj) y de vida contemplativa, abarcaba tanto
la vida del artista o del poeta como la del filósofo y científico. Por otra parte, no
creía que una vida artística, en el sentido de goce pasivo del arte, pudiera llenar la
existencia humana, y, por ló tanto, no la consideraba como un tipo de vida en sí.
C om o mucho, ésta podía ser uno de los componentes de cada uno de los cuatro ti
pos mencionados anteriormente.
A diferencia de la mayoría de los griegos, y en particular de Platón, Aristóteles
reconoce que el arte, y especialmente la poesía, es autónomo, y precisamente en dos
sentidos: en relación a las leyes morales y naturales por un lado, y en relación a la
virtud y a la verdad, por otro.
« N o es la misma la norma de corrección de la política y de la poética» 27 — es
cribió Aristóteles— . Las reglas de la política eran para él reglas morales. De una ma
nera aún más evidente subrayó el segundo tipo de autonomía del arte, diciendo que
la poesía «aunque errase, puede tener razón», lo cual quiere decir que aunque errase
desde el punto de vista ae la realidad (por no reproducirla fielmente) puede tener
razón desde su propio punto de vista.
En otra ocasión Aristóteles afirmó que «un poeta a quien censuren por presen
tar una cosa disconforme a la verdad, puede responder que a pesar de ello la pre
sentó como debe ser». Si un poeta describe algo ae una manera inadecuada o irreal,
por ejemplo un caballo que levanta al mismo tiempo ambas patas derechas, «el
error no es esencial». Esta frase nos indica claramente que, según Aristóteles, exis
ten dos clases de error y dos clases de verdad artística, distintas de la cognoscitiva.
Antiguamente, los historiadores buscaban el concepto de la verdad artística en el pen
samiento de Platón, que no lo contiene, concepto que sí encontramos en cambio en
Aristóteles.
Es aún más asombroso lo que el filósofo escribió en uno de sus tratados lógicos:
«N o toda enunciación es categórica, sino aquella en la que hay verdad o falsedad,
y no se da en todos los casos. Por ejemplo, el deseo no es una enunciación verda
dera ni falsa pues su consideración es más propia de la retórica y la poética» 28.
Parece que la idea es la siguiente: en la poesía aparecen enunciaciones que desde el
punto de vista cognoscitivo no son ni verdaderas ni falsas y cuya función es distinta
de la cognoscitiva. La música y las artes plásticas, a su vez, tienen aún menos que
ver con la verdad y la falsedad dado que no se sirven de enunciaciones. Así pues,
cuando al hablar del arte se hace referencia a lo justo o a lo erróneo, a la veraad o
a la falsedad, se hace en otro sentido que el cognoscitivo.
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11. Los criterios del arte. Aristóteles escribió que al someter a crítica una obra
poética, se le pueden hacer reproches de cinco tipos, a saber:
Según parece, estas cinco clases de reproches pueden reducirse a tres; a la falta
de concordancia con: 1 , la razón; 2, las leyes morales, y 3 las leyes del arte. Dichos
reproches Aristóteles los cita con relación a las obras poéticas, pero tienen su apli
cación en toda obra de arte.
Dichos tres reproches o reparos corresponden a tres criterios para valorar una
obra de arte, al logico, al ético y al propiamente artístico, debiendo conformarse
toda obra de arte a las leyes de la lógica, a las de la moralidad y a sus propias leyes
específicas. Estos tres criterios procedían de la postura de los griegos en general y
de la de Aristóteles en particular, Era ésta una postura que hacía respetar Tas reglas
lógicas y morales, pero al mismo tiempo presuponía que cada arte está sujeto a sus
propias leyes. En cuanto al arte imitativo, en sí mismo considerado, su ley lo cons
tituye todo lo necesario para que sea un arte convincente y conmovedor.
Los tres criterios artísticos no tenían para Aristóteles el mismo valor: el criterio
lógico lo consideraba como relativo y sólo el estético era un criterio absoluto. Los
requisitos del arte deberían ser cumplidos en cualquier caso, mientras que las exi
gencias lógicas sólo cuando las artísticas no implican otra cosa. Para Aristóteles, re*
presentar algo imposible era un error, pero un error justificado en el caso de que lo
exigiere el objetivo dé la obra. Por eso, sostiene que es preferible no cometer errores
lógicos en una obra poética, pero, añade luego, «si es posible». Esta es la más avan
zada de codas las declaraciones de la estética clásica respecto a la autonomía del arte
y a los criterios artísticos.
Aristóteles concebía el arte de una manera universal, y en un doble sentido. Se
gún él, el objetivo del arte es presentar los problemas generales de manera convin
cente para todos, y no sólo presentar la interpretación personal del artista. Las exi
gencias de Platón respecto al arte eran parecidas, pero, a su modo de ver, no se cum
plían, y el arte ofrecía sólo una interpretación individual de cosas individuales. Fue
precisamente ésta la razón por la cual Platón despreciaba el arte. En cambio Aris
tóteles sí apreciaba el arte y estaba convencido de que éste podía tener un significa
do general, no limitado a la visión personal del artista. Afirmaba que el arte es dis
tinto a la' ciencia, ya que tiene otros objetivos, pero por otro lado ambos tienen un
rasgo en común, que es su universalidad.
Por su carácter universal, el arte puede y debe estar sometido a reglas. Pero las
reglas son incapaces de substituir otro factor, que es el juicio de un individuo ex
perimentado. Y hay que tomar en cuenta dicho juicio hasta al evaluar los actos mo
rales, sin mencionar ya la evaluación misma del arte. En este último caso puede ser
juez sólo el que entiende de arte, aunque entre sus receptores y árbitros se encuen
tren tanto personas cultas como faltas de preparación. Según sostenía Aristóteles,
los artistas yerran cuando toman demasiado en serio la opinión del público. Los de
fectos de la tragedia de su tiempo, Aristóteles los explicaba por él hecho de que «los
poetas hacen caso al público y escriben como éste quiere».
Aristóteles distinguió tres tipos de actitud hacia el arte, y aunque realizó su dis-
unción a propósito del arte médica, es aplicable coherentemente a las artes en ge
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neral, las «imitativas» incluidas. Según el Estaginta, en el arte unos son artesanos,
otros son artistas y otros conocedores 29. Vale la peña subrayar la diferenciación en*
tre artista y artesano, así como la separación del conocimiento como una postura
m is respecto al arte.
En muy contadas ocasiones Aristóteles menciona la belleza en el arte. N o obs
tante, al hablar de la génesis de la poesía x , afirma en su Poética que ésta nació por
dos razones preexistentes en la naturaleza humana: «el imitar es connatural a los
hombres desde niños» y «la armonía y el ritmo» son también connaturales. Lo que
Aristóteles llamara «sentido de armonía y de ritmo», los estetas modernos lo suelen
denominar sentido de la belleza* Él no lo había dicho de esta manera, porque en grie
go la palabra «belleza» tenía un sentido demasiado general y no servía para expresar
su idea. Por la misma razón no habló de la creación en el arte, ya que los griegos
no poseían este concepto. Sin embargo, lo que escribió sobre el origen del arte in
dica que ya asociaba con él dos conceptos, el de creación y el de belleza. L o que
denominaba cómo «imitación» era la creación, mientras que «armonía y ritmo» sig
nificaban belleza.
12. E l concepto de belleza. La teoría del arte de Aristóteles pertenece, desde
hace tiempo, a los capítulos m is populares de la historia de la estética. En cambio
su teoría de la belleza es poco conocida. Bien es verdad que habló de ella acciden
talmente y de manera elíptica, y el historiador se ve obligado a reconstruir sus ideas
jtn base a observaciones fragmentarias e incompletas.
La definición aristotélica de la belleza la encontramos en la Retórica. Es una de
finición un tanto complicada }l, pero simplificándola se puede constatar que es be
llo lo que es valioso por sí mismo y lo que a la vez nos^agjada. Com o vemos, Aris-
ibiTles determínala belleza médiirtteilus cualidades: primero, es bello lo que es apre*
lia d o por sí mismo (y no por su utilidad) y cuyo valor está dentro de ello (y no en
i u resultado). Segundo, es bello lo que proporciona placer, y por lo tanto no sólo
¡posee cierto valor sino que llega hacia nosotros mediante este valor, nos agrada y
'provoca nuestra alegría o admiración. La primera propiedad («valioso por sí mis
in o»), constituía el genus mientras que la segunda («lo agradable») la differentia spe-
cifica de la belleza. La definición aristotélica corresponde a la imagen de la belleza
corriente entre los griegos, pero Aristóteles modifica la idea de belleza como ya ha
bía hecho con la idea ae arte. El filósofo convirtió la imagen en un concepto, subs
tituyendo una interpretación intuitiva por una definición. La definición aristotélica
de la belleza tiene un significado más amplio que el moderno y en su universalidad
permanece tradicionalmente griega. Comprende la belleza estética, pero no se limita
a ella, lo que explica por qué no habla de la experiencia o de la forma, sino sola
mente del valor y del placer.
Siguiendo el razonamiento de Aristóteles, podemos afirmar que toda belleza es
buena, pero no todo lo bueno es bello; toda belleza es agradable, pero no todo pla
cer es bello; y es bello solamente lo que es bueno y agradable. Teniendo ese con
cepto de la belleza, no es de extrañar que Aristóteles la considerase como algo
valioso.
La belleza se relaciona con el placer, va que su valor reside en ella misma, a di
ferencia de lo útil, sobre cuyo valor decide el resultado i2. Entre los actos de! hom
bre —escribe Aristóteles— unos tienden a lo útil y otros exclusivamente a la belle
za. El hombre lucha para conseguir la paz y trabaja para poder descansar, anda en
pos de lo necesario y persigue lo indispensable, pero al fin y al cabo, todo esto lo
nace por el amor de la belleza. Aristóteles sostiene que «es necesario que la belleza,
y no la bestialidad, sea la protagonista» )3.
13. Orden, proporción y dimensión. Encontramos en el pensamiento de Aris-
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tételes varías respuestas a la pregunta sobre las cualidades que han de poseer las co
sas para que sean bellas. Sin embargo, la que con más frecuencia aparece es la vieja
idea pitagórico-platónica.
Tanto en la Poética M como en ia Política, Aristóteles afirma que sobre la belle
za deciden n á ^ i; y liévedo?. El primer término griego lo debemos traducir como
«orden» mientras que ei segundo corresponde a la «dimensión». En ia Metafísica, a
estas dos cualidades generales de la belleza el filósofo añade una tercera, la propor
ción (oumACTQÍa)3S. De esta suerte, para Aristóteles, la belleza reside en la dimen
sión, en el orden y en la proporción. Por otra parte, se inclina a reducir la propor
ción al orden y en este caso le quedan dos cualidades principales de la belleza, el
orden y la dimensión (o la proporción y la dimensión).
1. Lo que Aristóteles llamaba orden, o sea, la disposición adecuada, posterior
mente se denominaría «forma»'.' Aunque Aristóteles introdujo el término «forma»
en la ciencia. ntTlo empleaba etTla estética, va oue entendía la forma de una manera
conceptual, no como disposición de elementos! sino como la esencia de las cosas.
Fue tan sólo más tarde cuando el significado del término sufrió una transformación
y pudo entrar en la estética, llegando, incluso, a ser und de sus términos principales.
En los antiguos términos de orden y proporción, Aristóteles introdujo otro ma
tiz, identificándolos — conforme a su filosofía— con la moderación. Este concepto
era conocido entre los filósofos griegos anteriores a él, pero lo empleaban más bien
respecto a la sabiduría, mientras que Aristóteles lo aplicó al referirse a la belleza.
La teoría aristotélica de la belleza, basada en los conceptos de orden y propor
ción, parece ser igual a la pitagórica. Aristóteles pensó, incluso, en ampliar la teoría
de los pitagóricos trasponiendo su explicación matemática de la armonía de los so
nidos a la armonía de los colores. Los motivos pitagóricos en la filosofía del Esta-
girica no deben extrañar: en aquel entonces ya nabían traspasado los límites de su
escuela y llegaron a Aristóteles a través de Platón. Además concordaban más con
su filosofía que otros conceptos corrientes en la época, como, por ejemplo, los de
tos sofistas .
N o obstante, la opinión de Aristóteles no era idéntica a la de ios pitagóricos. El
Estagirita añadió a la doctrina de la proporción la de la conveniencia. Creía que la
proporción hace las cosas bellas no porque ella misma sea perfecta en sí, sino por
que se ajusta a la naturaleza y al objetivo de las cosas. Si bien la doctrina de la pro
porción era pitagórica, la de la conveniencia provenía de Sócrates. Y no sólo no eran
idénticas, sino que, en cierto modo, eran opuestas. Mientras que para los pitagóri
cos la sencilla proporción matemática decidía sobre la belleza por sí misma, sin ne
cesidad de tener que recurrir a la conveniencia, para Aristóteles lo esencial era pre
cisamente ésta. Aunque sus textos, que tratan sobre el orden y la proporción nos
recuerdan a los pitagóricos, sus enunciaciones están más cerca de la filosofía de
Sócrates.
2. La idea de que la belleza depende de la dimensión, era un concepto original
de Aristóteles, concibiéndola como una dimensión adecuada, como la medida apro
piada para cada objeto. Según él, la belleza depende no sólo de la dimensión relativa
de los objetos, sino también de su dimensión absoluta. Así sostenía que los objetos
grandes gustan más que los pequeños, y que los hombres de poca estatura pueden
resultar agracidos, pero no hermosos 37. Por otra parte, creía que los objetos bellos,
no pueden ser excesivamente grandes, lo cual no está condicionado por las cualida
des de los objetos mismos, sino por nuestra visión y percepción.
14. La belleza y la perceptibilidad. La idea más original de Aristóteles consiste
en la afirmación de que puede ser bello sólo lo que es perceptible. En la Metafísica,
al hablar de las cualidades que deciden sobre 1a belleza, junto al orden y la propor-
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