Daños
Daños
Daños
Lagos)
Derecho de
Daños
Efip II
(Dra. Lagos)
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
-Responsabilidad civil:
Artículo 1716. Deber de reparar. "La violación del deber de no dañar a otro, o el incumplimiento de una
obligación, da lugar a la reparación del daño causado"
Para que se configure la responsabilidad civil, existen ciertos presupuestos que deben estar presentes:
1. el daño,
2. la antijuridicidad.
3. la relación de causalidad,
4. el factor de atribución (objetivo o subjetivo).
a) Daño Resarcible
De acuerdo al art. 1737 “Hay daño cuando se lesiona un derecho o un interés jurídico no reprobado por el
ordenamiento jurídico, que tenga por objeto la persona, el patrimonio, o un derecho de incidencia colectiva”.
El daño, para que sea susceptible de resarcimiento, debe cumplir con ciertos requisitos. El Código Civil y
Comercial, en su art. 1739, dispone que "Para la procedencia de la indemnización debe existir un perjuicio
directo o indirecto, actual o futuro, cierto y subsistente”. Es conteste la doctrina que, para que el daño sea
resarcible, debe ser: cierto, personal y subsistente. (Chicos luego el profesor agrega también como requisito
lesión a un interés no ilegitimo)
Debe poder constatarse su existencia en forma cualitativa, aún cuando no pueda determinarse
su magnitud con precisión. Este requisito tiene relación con la consecuencia que genera la acción lesiva
y con la índole del interés lesionado. Un daño cierto es lo opuesto a un daño eventual o hipotético que
no son aptos para generar resarcimiento.
• El daño debe existir, es decir, debe ser real, efectivo, y no meramente conjetural o
hipotético; en ello se diferencia del daño eventual, que es meramente hipotético, conjetural, de incierta
realización, y que, a criterio del juzgador, ofrece escasas posibilidades de ocurrencia, por lo que no
corresponde su resarcimiento.
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• Un daño también puede ser futuro sin que por ello deje de ser cierto, puesto que la
realización de muchos perjuicios puede ser razonablemente previsible.
• La certidumbre, pues, estará dada por las consecuencias ulteriores del acto ilícito –que
pueden ser apreciadas ab initio- o por la inevitable prolongación en el tiempo del daño actual.
Sólo la persona que sufre el perjuicio patrimonial o moral de modo directo o indirecto se
encuentra en posición de demandar la reparación. Por lo tanto El daño personal puede ser directo o
indirecto.
• Es directo cuando el titular del interés afectado es la víctima del ilícito. Este
requisito exige que la lesión recaiga sobre un interés propio (ya sea patrimonial o moral); es
decir, solamente podrá reclamar la reparación la persona que ha sufrido el perjuicio. Un
ejemplo de daño directo sería el caso de que una persona reclame el resarcimiento por una
lesión psicofísica que él mismo experimentó;
Es de hacer notar que, en sus requisitos de reparabilidad del daño, el CCC refiere que "para la
procedencia de la indemnización debe existir un perjuicio directo o indirecto, actual o futuro, cierto y
subsistente", aunque omite hacer referencia al recaudo de la personalidad. La omisión no se justifica,
dado que, para que exista legitimación, es necesario que se haya lesionado un interés propio del
reclamante, y dicha exigencia no sólo se encuentra presente en los casos de daño directo (concepto
receptado también por la norma), esto es, cuando el titular del interés lesionado es la víctima del acto
ilícito, sino también cuando se trata de un daño indirecto (mismo art. 1739), o sea, cuando el interés
lesionado se aposenta en bienes jurídicos ajenos (v. g., supuesto de homicidio). Lo mismo cuando se
reclama indemnización por afectación de bienes de goce colectivo, pues ello supone necesariamente la
lesión a un interés personal.
En síntesis, aun cuando la norma omite señalar el requisito personal, el mismo se advierte
menester, a partir de una interpretación razonablemente derivada del sistema vigente.
Para que el daño sea resarcible, deberá provenir de la afectación a un interés no ilegítimo del
damnificado. Actualmente la norma refiere a un “derecho” o un “interés no reprobado por el
ordenamiento jurídico” (conforme el citado art. 1737) donde toma un criterio sostenido por la Corte
Suprema de Justicia de la Nación, “el concepto jurídico de daño, abarca la protección de todo interés no
reprobado por el ordenamiento jurídico” (Picasso 2015, pag. 475). Según esta tesis basta un interés
simple sin necesidad de que se trate de un derechos subjetivo; basta con que el interés sea licito. El
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actual CCC protege el interés en tanto sea afectado. Según Picasso, es precisamente este argumento el
que permite al conviviente para reclamar daño moral; pues si bien no tiene un interés legitimo (como el
de los herederos) tiene un interés licito afectado por el fallecimiento de su compañero (Picasso 2015,
pag. 477)
El daño debe subsistir al momento de sentenciar. Por lo tanto, si el daño ha sido indemnizado
con anterioridad al dictado de la sentencia (sea por pago o por cualquiera de los modos extintivos de las
obligaciones) la pretensión de reparación no corresponde.
Este requisito exige que el daño debe subsistir al tiempo del resarcimiento; es decir, que el
mismo no debe haber sido aún resarcido, por lo cual –si bien se trata de un perjuicio pasado en los
hechos- aún permanece jurídicamente en la víctima del perjuicio.
El requisito de la subsistencia del daño exige que el perjuicio no haya sido reparado por el
obligado a resarcir, y que esté al momento de la reclamación.
El daño patrimonial
Es el detrimento de los valores económicos y patrimoniales. Por lo tanto es el que se produce en los
bienes y derechos que componen el patrimonio de la persona.
Corresponde hacer una referencia a las distintas clases de rubros que componen el daño material o
patrimonial resarcible.
1- Daño emergente: se denomina así a la pérdida o disminución de los valores económicos existentes,
que produce el empobrecimiento del sujeto (ejemplo: destrucción del rodado a causa de un accidente
de tránsito).
2- Lucro cesante: es la frustración de obtener ventajas económicas que son altamente probables.
Representa una frustración de enriquecimiento (ejemplo: el dinero que se deja de obtener por no poder
trabajar si el vehículo destruido a causa de un accidente de tránsito es un taxi).
3- Pérdida de chance: esta es indemnizable en la medida en que su contingencia sea razonable y guarde
una adecuada relación de causalidad con el hecho generador (art 1739). Debe tratarse de una
expectativa legítima. Lo que se frustra es la probabilidad o expectativas de ganancias futuras. Aquí no se
indemniza todo el beneficio o ganancia esperada por la victima (pues eso es lucro cesante) sino que el
objeto es indemnizar la oportunidad perdida. Ejemplo de pérdida de chance es el jugar de futbol que no
puede continuar con su carrera profesional.
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Podemos decir que lo que se computa al indemnizarse la disminución sufrida por la víctima es:
Dada la dificultad de producir una prueba directa sobre el perjuicio padecido, que es
interno y que no implica necesariamente las lágrimas o una exteriorización estereotipada, se
considera que la prueba es indirecta y que surge de los indicios y las presunciones hominis,
teniendo en cuenta el evento dañoso y las características del caso. De tal modo puede
determinarse la existencia del daño moral, la magnitud o, en su caso, la inexistencia del mismo.
En cuanto a la carga de la prueba del daño moral, en el nuevo Código, conforme el art. 1744, se
impone que todo daño deba ser acreditado por quien lo invoca, excepto imputación o
presunción legal o notoriedad (son ejemplo de esta presunción los gastos médicos del art. 1746
del CCC).
Con base en ello, la carga probatoria del daño moral recae invariablemente sobre el actor,
quien deberá acreditarlo mediante demostración activa cuando se afecte un bien de naturaleza
patrimonial. Opuestamente, cuando la afectación recaiga en un bien de entidad
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extrapatrimonial (art. 1740, segundo supuesto del CCC), estará asistido por una presunción
hominis, que deberá ser desvirtuada por el accionado si pretende contrarrestar la pretensión
ejercida.
Para lograr arribar a la determinación de la entidad del daño moral, se debe tener en cuenta la
gravedad objetiva del daño sufrido por la víctima. Esto se logra considerando la modificación
disvaliosa del espíritu, en el desenvolvimiento de sus capacidades de sentir, querer y entender, y de su
estado anímico. Todos estos elementos deben ser ponderados prudencialmente por el magistrado.
En el daño moral colectivo, el afectado no es una persona física o jurídica en su esfera individual, sino
un grupo o categoría que colectivamente es dañada. Asimismo, la causa de dicha afectación es global y
ataca derechos o intereses de significancia vital (v. g., paz, tranquilidad anímica, libertad individual,
integridad física, honor, etc.).
Respecto al daño moral ambiental, sabemos que el ambiente es un bien de carácter común y
colectivo. La lesión al mismo es susceptible de generar una condena indemnizatoria por daño moral
colectivo, sumado a la recomposición del daño ambiental, tal como lo veremos en la unidad
correspondiente. Es importante tomar en cuenta que existe un interés legítimo general en satisfacer
necesidades humanas colectivas, no simplemente en relación a los recursos naturales, sino también en
orden a proteger las sensaciones psicológicas, estéticas y estados de ánimo en función de la belleza del
paisaje, la calma del entorno y el equilibrio natural de la convivencia social, todo cuanto está reconocido
en el art. 43 de la CN.
b)La antijuridicidad
Cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es antijurídica si no está justificada.
Una acción antijurídica es aquella que resulta contraria al ordenamiento jurídico integralmente
considerado. La acción a la cual nos referimos es una conducta, ya sea comisiva u omisiva, que
provoca un resultado. Para ello no se requiere la voluntariedad de la persona. Dentro de este
concepto quedan incluidos los actos habituales e instintivos, y excluidos los actos reflejos o que
provengan de estados de inconsciencia o fuerza irresistible.
ARTÍCULO 1717.- Antijuridicidad. Cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es
antijurídica si no está justificada.
Está concebida como la contradicción entre el hecho del hombre y el ordenamiento jurídico en
su conjunto. Esta antijuridicidad comprende el derecho positivo, los principios generales del derecho y
el derecho natural. En síntesis consiste en la violación al alterum non laedere sin causa de justificación
alguna.
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Antijuridicidad formal
• La antijuridicidad en la responsabilidad por daños Vigencia del alterum non laedere como
principio general del derecho
Vigencia del alterum non laedere como principio general del derecho. Este punto tiene relación con el
problema de las prohibiciones específicas y genéricas del derecho, ya que, a diferencia de la ley penal, el
derecho civil no requiere un catálogo cerrado de prohibiciones tipificadas. Por el contrario, existe un
gran principio vector en la materia, que es genérico y flexible, y que es el que prohíbe causar daños a
otros (alterum non aledere) en su persona o en sus cosas.
En este sentido, el CCC se diferencia de su antecesor art. 1066 del Código de Vélez, pues se inclina de
manera manifiesta por la llamada antijuridicidad material, según la cual la simple violación del “neminen
laedere” implica ilicitud, salvo que la conducta o el perjuicio se encuentren justificados.
Esta posición del Código implica receptar los postulados que viene sosteniendo la CSJN en diversos
pronunciamientos, según los cuales el alterum non laedere tiene jerarquía constitucional.
El factor de atribución constituye el elemento valorativo (axiológico) en virtud del cual el ordenamiento
jurídico dispone la imputación de las consecuencias dañosas del incumplimiento obligacional o de un
hecho ilícito stricto sensu a una determinada persona (Pizarro & Vallespinos, 2014)
Es la razón suficiente por la cual se justifica que el daño que ha sufrido una persona se traslade
económicamente a otro.
De acuerdo al art 1721 del CCCN, la atribución de un daño al responsable puede basarse en factores
objetivos o subjetivos. En ausencia de normativa, el factor de atribución es la culpa.
Son factores subjetivos de atribución la culpa art. (521, 1067, 1109, …) y el dolo. (512, 1067, 1072..)
Este concepto nos lleva a la necesidad de una imputabilidad de primer grado, es decir, aquella que se
asienta sobre la voluntariedad del acto y que requiere determinar previamente si el agente ha actuado
con intención, discernimiento y libertad (art.260 del CCC). Consecuentemente, carecen de
discernimiento y de reproche subjetivo los supuestos enumerados en el art. 261, que define “acto
involuntario” como:
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3) el acto lícito de la persona menor de edad que no cumplió los 13 años (como observáramos, este
último supuesto difiere del régimen del Código Civil que exige como mínimo los 14 años de edad
cumplidos para ser responsable directo por actos lícitos, conforme arts. 921 y 1076).
La fuerza irresistible y el temor fundado de sufrir un mal grave e inminente en la persona, libertad,
honra o bienes, o de su cónyuge, descendientes o ascendientes, legítimos o ilegítimos, derivado de
amenazas injustas impiden la libertad de acción del agente y configuran el vicio de violencia (art. 276 y
ss.). Aquí se afecta la libertad, entendida como la facultad de elegir entre distintas alternativas, sin
coacciones o intimidaciones.
Una vez que se configura la imputabilidad de primer grado, es dable formular la imputabilidad de
segundo grado, que pone acento en la reprochabilidad de la conducta y que se puede presentar como
dolo o culpa.
La culpa
Factores subjetivos. Son factores subjetivos de atribución la culpa y el dolo. La culpa consiste en
la omisión de la diligencia debida según la naturaleza de la obligación y las circunstancias de las
personas, el tiempo y el lugar. Comprende la imprudencia, la negligencia y la impericia en el
arte o profesión.
Requisitos de la culpa.
Imprudencia: conducta positiva, precipitada o irreflexiva, que es llevada a cabo sin prever sus
consecuencias. (Ejemplo: es el caso de quien conduce a gran velocidad en zona urbana,
confiando en que su habilidad para manejar le permitirá evitar un accidente o esperando que
no ocurra). Se la llama culpa inconsciente.
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Impericia: incapacidad técnica para el ejercicio de una profesión o arte”. (Ejemplo, el ingeniero
que, por desconocimiento de las reglas que rigen su actividad profesional, realiza un cálculo de
estructura equivocado, que luego provoca el derrumbe de la obra)
El dolo
La parte final del art. 1724 dice: "El dolo se configura por la producción de un daño de manera
intencional o con manifiesta indiferencia por los intereses ajenos”
La unificación de los ámbitos de responsabilidad lleva a que en un mismo párrafo se reúnan los
conceptos antes diferenciados: a) la intencionalidad del daño y b) la indiferencia por los intereses
ajenos. El dolo aparece en un doble aspecto, por una parte como "intención de dañar", y por otra como
"la actuación (u omisión) con indiferencia del daño que se cauce a los intereses ajenos".
Para indemnizar el daño, se deberá demostrar que se trarnsgrede, por medio del dolo, el derecho, acto
o situación jurídica, por acción u omisión, y acreditar el resultado dañoso.
Efectos
Existen supuestos en los cuales el daño sólo resulta jurídicamente resarcible en tanto y en cuanto el
autor del evento haya actuado con dolo. Sin perjuicio de las consideraciones precedentes, el dolo
genera efectos propios en numerosas situaciones:
a) Es inválida la dispensa anticipada que exime o limita la responsabilidad, total o parcialmente, del daño
sufrido por dolo del deudor o de las personas por las cuales debe responder (art. 1743). Aquí, el dolo se
suma a la invalidez de las cláusulas cuando afectan derechos indisponibles, atentan contra la buena fe,
las buenas costumbres o leyes imperativas.
b) La invalidez de tales cláusulas no sólo alcanza al deudor, sino también a las personas por las cuales
debe responde; se impone la invalidez anticipada de la dispensa de toda cláusula que exima de
responder a los dependientes, auxiliares o personas de las cuales se sirve el deudor (arts. 1743 y 732).
Asimismo, permitir la dispensa anticipada es tolerar la mala fe y someter el acto a la sola voluntad del
deudor, el no cumplir.
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No debe confundirse la dispensa anticipada con la renuncia del derecho de reclamar daños y perjuicios
por parte del acreedor, una vez operado el incumplimiento doloso.
c) No se beneficia con la atenuación de la responsabilidad en relación a la facultad del juez –al fijar la
indemnización- de disminuirla, por un fundamento de equidad y en función del patrimonio del deudor,
la situación personal de la víctima y las circunstancias de hecho del art. 1742. En este caso, la
indemnización es plena (art. 1740).
e) La responsabilidad por caso fortuito o por imposibilidad de cumplimiento. Si bien el inc. “d” del art.
1733 refiere a la culpa, es aplicable si el caso fortuito o imposibilidad de cumplimiento sobrevienen por
su dolo.
f) En los daños causados por acusación calumniosa sólo se responde por dolo o culpa grave (art. 1771).
El art. 1726 del nuevo Código establece que “son reparables las consecuencias dañosas que tienen nexo
adecuado de causalidad con el hecho productor del daño. Excepto disposición legal en contrario, se
indemnizan las consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles.” Se introduce así el factor
previsibilidad para éstas últimas, que no estaba en el texto del art. 901 del Código de Vélez, respecto de
las consecuencias mediatas.
Introduce el nuevo Código otra novedad en materia de consecuencias derivadas de los contratos, al
establecer la previsibilidad, donde, de acuerdo al art. 1728, se responde por las consecuencias que las
partes previeron o pudieron haber previsto al momento de su celebración. Aquí, la relevancia está en la
previsibilidad de las partes al momento de la celebración del acto contractual o la posibilidad de
haberlas previsto.
Pero, si existe dolo del deudor, la responsabilidad se fija tomando en cuenta estas consecuencias al
momento del incumplimiento. Es decir, además de las consecuencias previstas al momento de la
celebración, se le agregan las consecuencias dañosas al producirse el incumplimiento, lo que cobra
importancia en los contratos de duración. Cuando se cualifica a la conducta del deudor como "culposa",
éste debe las consecuencias previsibles al tiempo de celebración o nacimiento del contrato; en tanto,
cuando existe dolo del deudor, se extiende la reparación hasta las consecuencias previsibles al tiempo
del incumplimiento.
Si bien la norma refiere al dolo del deudor, resulta aplicable al dolo del acreedor, de acuerdo a lo
convenido contractualmente, con respaldo en el art. 1716.
Prueba
El dolo no se presume; por el contrario, el mismo debe ser alegado y probado. Dicha tarea
corresponde a quien invoca su existencia. Se aplican en esta temática los principios generales,
admitiéndose inclusive la prueba indiciaria o de presunciones, lo cual es cosa distinta a decir que el dolo
se presume.
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En cuanto concurren, en el evento dañoso, ambas conductas (culpa y dolo), por parte de víctima y
victimario, debemos decir que las mismas no se neutralizan, sino que deben ser analizadas cada una en
el caso particular.
Dolo concurrente
En cuanto concurren, en el evento dañoso, ambas conductas, por parte de víctima y victimario, deben
ser analizadas ambas conductas en el caso concreto a los fines de la eximente de responsabilidad civil.
• En caso de concurrencia de culpa, la víctima con el dolo del demandado, éste último absorbe
el hecho culpable o no de la víctima. De ese modo se considera que el sindicado como
responsable ha sido el único causante del daño.
• En la concurrencia del dolo de la víctima y del demandado, procede la reparación del daño
causado teniendo en cuenta la incidencia de cada conducta dolosa en la producción del
resultado.
Son nulas las cláusulas que anticipadamente dispensen al deudor de la responsabilidad por el
incumplimiento de la obligación (art. 1743 CCC), ya que esto atenta contra la naturaleza misma del
concepto de obligación. Asimismo, ello estaría reñido con el principio de buena fe, con la moral y las
buenas costumbres.
Factor Objetivo
Los factores objetivos son los que no tienen en consideración la reprochabilidad de una conducta para
atribuir un daño. Tienen en cuenta otros factores para provocar el desplazamiento. Son factores
objetivos, entre otros, el riesgo creado, la equidad, el abuso del derecho, seguridad (1723), la garantía,
solidaridad.
De a acuerdo al art 1722 del CCCN el factor de atribución es objetivo cuando la culpa del agente es
irrelevante a los efectos de atribuir responsabilidad. En tales casos, el responsable se libera
demostrando la causa ajena, excepto disposición legal en contrario.
En efecto, la responsabilidad objetiva es mucho más que una responsabilidad sin culpa, ya que tiene
un elemento positivo, axiológico, que justifica dicha responsabilidad y determina su procedencia
(Pizarro & Vallespinos, 2014).
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Clases de Factores objetivos
• Riesgo creado:
Quien introduce un factor de riesgo para la sociedad debe responder por los daños causados por dicho
factor. De acuerdo al art 1757 del CCCN: Hecho de las cosas y actividades riesgosas. Toda persona
responde por el daño causado por el riesgo o vicio de las cosas, o de las actividades que sean riesgosas o
peligrosas por su naturaleza, por los medios empleados o por las circunstancias de su realización.
La teoría del riesgo. Distintas vertientes. Aplicaciones. Artículos 1757 y 1758 del Código Civil y
Comercial.
- Esta doctrina intenta proveer una explicación a la responsabilidad civil basada en el riesgo; sin
embargo, se advierten diferentes líneas de pensamiento:
A. La teoría del riesgo creado. Según esta teoría, quien es dueño o se sirve de cosas o realiza
actividades que, por su naturaleza o modo de empleo, producen riesgos potenciales a terceros, debe
responder por los daños que ellas ocasionen. En consecuencia, el factor de atribución que rige es
objetivo y es una contrapartida del riesgo creado. Éste es el criterio que sostienen Pizarro y
Vallespinos , consagrado en los arts. 1757 y 1758 del CCC. En efecto, la persona que introduce en la
sociedad un factor de riesgo responde objetivamente por el daño causado, se beneficie o no con el
mismo.
B. La doctrina del riesgo-beneficio. Según esta doctrina, se debería responder objetivamente por
cualquier riesgo creado, siempre que permita alcanzar un beneficio. En consecuencia, si dicho
beneficio no está presente, no se debería responder objetivamente. El alcance y sentido de la noción
“provecho o beneficio” fue perdiendo gradualmente su contenido económico hasta comprender
cualquier tipo de utilidad o ventaja. Ateniéndonos a esa última interpretación, la teoría del riesgo-
beneficio se acerca notablemente a la teoría del riesgo creado.
C. La doctrina del acto anormal. De acuerdo a esta línea de pensamiento, quien incorpora a la
sociedad un riesgo no debe responder objetivamente por todas las consecuencias perjudiciales que
deriven de él, sino por aquellas que excedan la “normalidad”. Se discute si dicho concepto incluye
la negligencia del agente o no. De algún modo, existiría una aproximación a la idea de culpa, oculta bajo
otra denominación. No parece lógico esto, ya que, de aceptarse esta doctrina, quedarían fuera
del campo del riesgo creado daños como los causados por automóviles, aeronaves en vuelo, etc.,
que, aun respondiendo a la actividad normal, son idóneos para causar graves daños.
- los daños causados por el riesgo o vicio de la cosa (art. 1757 del CCC);
- los daños causados al consumidor por el vicio o defecto de la cosa o en la prestación del servicio (art.
40 de la ley 24240);
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- la responsabilidad del explotador o de quien usa una aeronave. Algunos juristas también incluyen a
la responsabilidad de las personas jurídicas y la del principal por el hecho de sus dependientes.
• La indemnización de equidad (art. 1742) y los daños causados por los actos involuntarios (arts.
1750);
Responsabilidad por daños involuntarios en el Código Civil y Comercial. Regla: los daños involuntarios
NO generan responsabilidad civil.
c. el acto lícito de la persona menor de edad que no ha cumplido trece años, sin perjuicio de lo
establecido en disposiciones especiales.
Artículo 1750: “Daños causados por actos involuntarios. El autor de un daño causado por un acto
involuntario responde por razones de equidad. Se aplica lo dispuesto en el artículo 1742”.
Según el art. 1750 del CCC, se determina que el agente dañoso responde por "equidad" si el daño fue
causado por un "acto involuntario" y se reenvía al art. 1742, que establece las características a tener en
cuenta por el juzgador para fijar la indemnización.
El art. 1750 del CCC, por reenvío al art. 1742, faculta al juez a disponer un resarcimiento a favor del
damnificado, fundado en razones de equidad; la indemnización debe tener como base, para su fijación,
el patrimonio del autor del hecho, la situación personal de la víctima y las circunstancias del hecho, es
decir que el juzgador deberá balancear ambos patrimonios (el del agente dañoso y el del damnificado) y,
al sopesar ambos, si el del deudor del daño causado involuntariamente lo amerita, podrá trasladar a la
víctima una parte para cubrir al menos parcialmente el perjuicio sufrido, cumpliendo así con la meta
equitativa de la norma en los arts. 1742 y 1750 del CCC.
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• Seguridad y garantía
• Garantía: Cierta doctrina considera que la garantía constituye un factor de atribución objetivo
autónomo. Dentro de este esquema, se suelen mencionar, en el ámbito extracontractual, la
responsabilidad del principal por el hecho del dependiente (art. 1753 del CCC) y la obligación de
seguridad, incluida con carácter general y accesorio, de manera tácita, en ciertos contratos, para
preservar a las personas y a su propiedad contra los daños que puedan ocasionarse al momento
de ejecutarlo (v. g., contrato de espectáculos deportivos, contratos médicos, etc.). Esta obligación de
garantía se encuentra presente en todos los contratos de consumo, sin importar aquí la idea del
contrato en sí misma. Lo que importa para la norma es la protección del consumidor. Conforme lo cual,
la responsabilidad será de tipo objetiva, sea que el daño tenga o no origen en un contrato.
De tal modo, también quedan incluidos dentro de la obligación de garantía los daños que el deudor
pueda causar al acreedor por medio de los terceros que introduzca a fin de ejecutar la prestación.
"El principal responde objetivamente por los daños que causen los que están bajo su dependencia, o las
personas de las cuales se sirve para el cumplimiento de sus obligaciones, cuando el hecho dañoso acaece
en ejercicio o con ocasión de las funciones encomendadas. La falta de discernimiento del dependiente no
excusa al principal. La responsabilidad del principal es concurrente con la del dependiente."
Seguridad (1723): Cuando el deudor se encuentra obligado a alcanzar resultados o fines los asegura,
por lo que se eleva el rigor de conducta responsable, de acuerdo al art 774 del CCCN. Se prescinde de
consideraciones subjetivas.
Algunos autores consideran el abuso del derecho (art. 10 del CCC) como factor de atribución. En ese
sentido, esgrimen que esto es así ya que el artículo consagra un concepto de abuso de derecho con
carácter objetivo. De tal modo, sostienen que, para comprometer la responsabilidad civil de quien
incurre en dichas conductas abusivas, no es suficiente la prueba de la culpa, convirtiéndose éste en un
factor de atribución subjetiva.
Dice el artículo 10 CCC: "Abuso del derecho. El ejercicio regular de un derecho propio o el cumplimiento
de una obligación legal no puede constituir como ilícito ningún acto.
La ley no ampara el ejercicio abusivo de los derechos. Se considera tal el que contraría los fines del
ordenamiento jurídico o el que excede los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas
costumbres.
El juez debe ordenar lo necesario para evitar los efectos del ejercicio abusivo o de la situación jurídica
abusiva y, si correspondiere, procurar la reposición al estado de hecho anterior y fijar una
indemnización".
Pizarro y Vallespinos sostienen que el abuso del derecho no es un factor autónomo de atribución, sino
una modalidad de antijuridicidad. En consecuencia, y según sea el tipo de trasgresión el factor de
atribución podrá ser objetivo o subjetivo, dependiendo las circunstancias del caso.
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Al igual que respecto del abuso del derecho, algunos autores consideran que el exceso en la normal
tolerancia entre vecinos o “inmisiones”, tal como ahora las llama el Código Civil y Comercial (art. 1973)
constituye otro supuestos de responsabilidad objetiva. Al respecto, esta norma reza:
Inmisiones. Las molestias que ocasionan el humo, calor, olores, luminosidad, ruidos, vibraciones o
inmisiones similares por el ejercicio de actividades en inmuebles vecinos, no deben exceder la normal
tolerancia teniendo en cuenta las condiciones del lugar y aunque medie autorización administrativa para
aquéllas. Según las circunstancias del caso, los jueces pueden disponer la remoción de la causa de la
molestia o su cesación y la indemnización de los daños. Para disponer el cese de la inmisión, el juez debe
ponderar especialmente el respeto debido al uso regular de la propiedad, la prioridad en el uso, el
interés general y las exigencias de la producción.
Algunos autores sostienen que se trata de una responsabilidad objetiva, propter rem, que opera como
una carga sobre la propiedad y que va pasando de dueño en dueño. Al respecto, podemos decir que
las conclusiones vertidas en materia de abuso del derecho pueden ser igualmente aplicadas en esta
materia. En concreto, el exceso de la normal tolerancia entre vecinos no constituye un factor de
atribución objetivo autónomo, sino que es una modalidad de antijuridicidad
. Otros posibles factores objetivos de atribución (igualdad ante las cargas públicas, seguridad social, el
riesgo de empresa, el crédito especial a la seguridad, etc.)
d)Nexo Causal:
El nexo causal es la relación causal entre el hecho y el daño producido. Esta relación de causalidad es
imprescindible para hacer responsable de los daños causados al autor del acto ilícito. (Por ejemplo, si
una persona que camina por la vereda es impactada por parte de la mampostería que se desprendió de
un edificio, y resulta seriamente lesionada, esas lesiones y la internación son consecuencias inmediatas
de ese hecho). El nexo causal es la causa que relaciona al ilícito con el daño.
Teoría de la equivalencia de las condiciones: la causa es el resultado de todas las condiciones y las
mismas contribuyen a producir el daño en la misma proporción.
Teoría de la causa próxima: la condición más próxima el resultado en orden cronológico es la que causa
el daño.
Teoría de la condición preponderante o de la condición eficiente: considera que la causa del daño es
aquella condición que rompe con el equilibro entre los factores considerados favorables y adversos para
su producción, influyendo de modo preponderante en el resultado.
La Teoría de la causalidad adecuada: la causa del daño está ligado a lo que regularmente ocurre. Se
analiza una vez producido el daño en abstracto que es lo que sucede conforme al curso normal y
ordinario de las cosas.
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-Atribuida a Stuart Mill, -Atribuida a Francis Estas dos teorías se - Es la teoría de mayor
quien considera que la Bacon, busca una encuentran muy ligadas predicamento en la
causa es el resultado de condición entre todas a entre sí. actualidad.
todas las condiciones fin de elevarla a la -La teoría de la condición -Atribuida a Luis Von Bar y
positivas y negativas que categoría de causa. preponderante sostiene desarrollada por Von
en conjunto contribuyen a Considera que es tal, la que es causa del daño Kries.
producir el daño. condición más próxima al aquella condición que -La adecuación de la causa
-Toda condición que resultado en orden rompe con el equilibro está ligada a la idea de
contribuye a producir el cronológico. entre los factores regularidad, a lo que
daño tiene igual valor. considerados favorables y normalmente acostumbra
adversos para su a suceder.
producción, influyendo de -El juicio de probabilidad
-Ha sido objeto de justas -Ha recibido diversas modo preponderante en el es realizado ex post facto
críticas, porque amplía la críticas, ya que, si bien es resultado. y en abstracto.
responsabilidad hasta el frecuente que la última -La teoría de la causa -Atiende a lo que sucede
infinito; se podría pensar condición sea la causa, eficiente no difiere conforme al curso normal
en cuáles son las causas de esto no siempre es cierto. mayormente de la anterior, y ordinario de las cosas.
las causas. considerando la causa a -El juicio de probabilidad
aquella condición que se realiza en abstracto. Sin
tenga mayor poder embargo, la misma puede
intrínseco de causación del ser agravada cuando la
fenómeno. previsibilidad del agente
-Se les critica a ambas sea superior.
teorías la imposibilidad de
escindir materialmente un
resultado para atribuir a
una condición per se un
poder causal decisivo.
Nuestro CCCN adopta el sistema de la teoría de la causalidad adecuada, considerando que la acción u
omisión del agente se considera adecuada para producir efectos jurídicos si resultan acordes la curso
natural y ordinario de las cosas (1rt 1727).
Consecuencias
Las consecuencias son inmediatas: son las consecuencias que acostumbran a suceder de acuerdo al
curso natural y ordinario de las cosas (si pego un martillazo a una mesa lo normal que ocurra es que la
misma se rompa).
Consecuencias mediatas no previsibles: son consecuencias mediatas pero que no pueden preverse (por
ejemplo: Se realiza una transfusión de sangre a una persona y por inobsevancia la sangre que se utilizo
estaba infectada con el virus del HIV. La consecuencia inmediata es que se infecte con HIV el
trasfundido, la consecuencia mediata previsible es que se infecte con el HIV la esposa del paciente al
16
Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
tener relaciones sexuales, la consecuencia inmediata imprevisible es que a consecuencia de la contagio
del padre se suicide el hijo)
En nuestro CCCN se deben responder por las consecuencias inmediatas y las consecuencias mediatas
previsibles (1726).
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
Eximentes
Concepto
Las eximentes son circunstancias que operan debilitando la antijuridicidad, la relación de causalidad o
los factores de atribución. Las mismas poseen gran importancia, ya que pueden aminorar o eximir la
responsabilidad por daño al sindicado como responsable.
Clasificación
• con la antijuridicidad,
Carga de la prueba:
Esta regla puede resultar rígida en algunos casos en los que existen dificultades para el acceso a los
medios de prueba o para la presentación de la misma, y es por eso que se habilita una corrección para
mitigar estos efectos.
Excepción: En particular, con relación a la prueba de la culpa o de haber actuado con la diligencia
debida, el juez puede ponderar cuál de las partes se halla en mejor situación para aportarla. Si el juez lo
considera pertinente, durante el proceso debe comunicar a las partes que aplicará este criterio, de
modo de permitir a los litigantes ofrecer y producir los elementos de convicción que hagan a su defensa.
Definición
Entre ellas encontramos el ejercicio regular de un derecho, el cumplimiento de una obligación legal, el
estado de necesidad, la legítima defensa y el consentimiento del damnificado.
Las causas de justificación difieren de las causas de inimputabilidad. En tanto las primeras obstan a la
antijuridicidad de la conducta, estas últimas, sin provocar tal efecto, excluyen la culpabilidad del agente,
porque el agente obra sin discernimiento (arts. 260 y 261 del CCC).
El nuevo Código enumera y desarrolla los elementos negativos de la antijuridicidad conocidos como
causales de justificación. Las causales de justificación son una serie de motivos que excluyen la
antijuridicidad; se trata de supuestos excepcionales que, en principio, justifican la violación del principio
general de no dañar a otro.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
• legítima defensa;
• estado de necesidad;
• ejercicio regular de un derecho o el cumplimiento de un obligación legal;
• asunción de riesgos
• consentimiento del damnificado.
Clasificación
El primer párrafo del artículo 10 del CCC establece que “El ejercicio regular de un derecho propio o el
cumplimiento de una obligación legal no puede constituir como ilícito ningún acto”. Idéntico es el texto
del art. 1071 del Código derogado.
La norma implica que el ejercicio regular de un derecho, dentro de los límites reconocidos por el
ordenamiento jurídico, se considera un obrar lícito. En consecuencia, en principio, la causación de un
daño a un tercero, en esas circunstancias, no sería indemnizable.
Esta causa de justificación de carácter genérico aparece igualmente en el art. 10 del CCC.
Asimismo, individualiza ciertos supuestos del Código Penal, el cumplimiento de un deber, el
ejercicio de una autoridad o cargo (art. 34 inc. 4 del CP) y la obediencia debida (art. 34 inc. 5 del CP). En
los supuestos mencionados, la ley impone una determinada conducta al agente, y por tal razón,
quien la ejecute sin incurrir en excesos está justificado.
Estado de necesidad
En el inc. “c” del art. 1718 se hace referencia al estado de necesidad que se configura cuando se causa
un mal menor para evitar un mal mayor, según la clásica definición. El inciso contempla la posibilidad de
que el juez conceda una indemnización de equidad.
Legítima defensa
La actual norma del CCC la regula expresamente como causa de justificación y exime de responsabilidad
a quien causa un daño: …en legítima defensa propia o de terceros, por un medio racionalmente
proporcionado, frente a una agresión actual o inminente, ilícita y no provocada; el tercero que no fue
agresor ilegítimo y sufre daños como consecuencia de un hecho realizado en legítima defensa tiene
derecho a obtener una reparación plena.
b) Que la misma recaiga sobre la persona o bienes materiales o morale s de quien se defiende.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
Dice el artículo 1720 “Consentimiento del damnificado. Sin perjuicio de disposiciones especiales, el
consentimiento libre e informado del damnificado, en la medida en que no constituya una cláusula
abusiva, libera de la responsabilidad por los daños derivados de la lesión de bienes disponibles”. En
principio, el consentimiento del damnificado excluye la antijuridicidad del comportamiento de autor
del daño, salvo cuando éste sea contrario a la ley, a la moral o a las buenas costumbres y al orden
público.
Si bien la incluimos en este punto, referido a las causales de justificación que obstan la antijuridicidad, la
asunción de riesgos no es causal de justificación, y el legislador se encargó de dejarlo claro.
Asunción de riesgos. La exposición voluntaria por parte de la víctima a una situación de peligro no
justifica el hecho dañoso ni exime de responsabilidad a menos que, por las circunstancias del caso, ella
pueda calificarse como un hecho del damnificado que interrumpe total o parcialmente el nexo causal.
Efectos
Las eximentes vinculadas con el factor de atribución se distinguen según se trate de un factor objetivo o
subjetivo.
Respecto de las eximentes vinculadas con el factor subjetivo de atribución, se admiten las
siguientes.
La causas de inimputabilidad.
Eximen de responsabilidad: el error de hecho esencial (art. 265 del CCC), el dolo y la violencia o
intimidación (arts. 271 y 276 del CCC). Cuando se comprueba alguna de estas circunstancias, el acto no
posee intención ni libertad, respectivamente, eliminándose la voluntariedad del acto, sobre la cual
se asienta el reproche de culpabilidad.
La no culpa o falta de culpa como eximente. Su diferencia con el caso fortuito o la fuerza mayor
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
Eximentes convencionales:
dispensa anticipada de la responsabilidad por dolo propio y por dolo de terceros por cuyo
hecho de debe responder;
dispensa anticipada de la responsabilidad por culpa propia y por la culpa de terceros por cuyo
hecho se debe responder
El código de Vélez no regulaba las cláusulas de limitación o eximición de daños. Al respecto, establece el
nuevo Código: Dispensa anticipada de la responsabilidad. Son inválidas las cláusulas que eximen o
limitan la obligación de indemnizar cuando afectan derechos indisponibles, atentan contra la buena fe,
las buenas costumbres o leyes imperativas, o son abusivas. Son también inválidas si liberan
anticipadamente, en forma total o parcial, del daño sufrido por dolo del deudor o de las personas por las
cuales debe responder.
La necesaria relación causal que debe existir entre la conducta y el daño puede verse suprimida o
aminorada en sus efectos por la presencia de factores externos. En el primer caso hablamos de
interrupción del nexo causal, mientras que en el segundo nos encontramos frente a una concausa. En el
caso de interrupción del nexo de causalidad, el sindicado como responsable se verá eximido de
responsabilidad civil, ya que él no habrá sido el autor del mismo. En el supuesto de la concausalidad,
ésta aminorará la responsabilidad civil del sindicado como responsable, ya que el daño no será causado
solamente por el actuar del mismo, sino por la concurrencia de su actuar con otro factor (concausa). En
efecto, la ausencia total o parcial de relación de causalidad generará la ausencia total o parcial de
responsabilidad civil.
La responsabilidad puede ser excluida o limitada por la incidencia del hecho del damnificado en la
producción del daño, excepto que la ley o el contrato dispongan que debe tratarse de su culpa, de
su dolo, o de cualquier otra circunstancia especial.
El actual sistema del CCC retoma los recaudos que pudimos ver con anterioridad, identificados con la
necesidad de una incidencia causal y de que el hecho no sea imputable al agente. Pero con la actual
redacción del art. 1729 se descarta toda discusión al respecto, pues se alude al hecho del damnificado y
no de su culpa, salvo que la ley o la voluntad de las partes dispongan lo contrario.
Hecho del damnificado. La responsabilidad puede ser excluida o limitada por la incidencia del hecho del
damnificado en la producción del daño, excepto que la ley o el contrato dispongan que debe tratarse de
su culpa, de su dolo, o de cualquier otra circunstancia especial.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
Se considera caso fortuito o fuerza mayor al hecho que no ha podido ser previsto o que, habiendo
sido previsto, no ha podido ser evitado. El caso fortuito o fuerza mayor exime de responsabilidad,
excepto disposición en contrario. Este Código emplea los términos “caso fortuito” y “fuerza mayor”
como sinónimos. El Código Civil y Comercial, al igual que el Código de Vélez, utiliza indistintamente
los términos caso fortuito y fuerza mayor, asignándoles idénticos efectos, siendo indiferente la
alusión a uno u otro vocablo. Al respecto dice la norma: Por lo tanto se considera caso fortuito o
fuerza mayor al hecho que no ha podido ser previsto o que, habiendo sido previsto, no ha podido
ser evitado. El caso fortuito o fuerza mayor exime de responsabilidad, excepto disposición en
contrario. Este Código emplea los términos “caso fortuito” y “fuerza mayor” como sinónimos.
Hecho de un tercero.
Para eximir de responsabilidad, total o parcialmente, el hecho de un tercero por quien no se debe
responder debe reunir los caracteres del caso fortuito”.
Conforme lo expuesto, la responsabilidad civil puede ser excluida total o parcialmente por ciertas
circunstancias que se agrupan bajo la denominación de “causa ajena” y son: el hecho de la víctima, el
hecho del tercero por quien no se deba responder y el caso fortuito o la fuerza mayor. El nexo causal se
interrumpe en forma total o parcial cuando se demuestra que el daño obedece al hecho de un tercero
extraño por el cual el agente no debe responder. En dicho caso, la atribución material del
menoscabo se realiza respecto del tercero.
Esta eximente aparece expresamente legislada en el art. 1731: “Hecho de un tercero. Para eximir de
responsabilidad, total o parcialmente, el hecho de un tercero por quien no se debe responder debe
reunir los caracteres del caso fortuito”.
Conforme la norma, el hecho de tercero constituye una causa ajena por la cual el agente no debe
responder. El tercero por quien no se debe responder debe ser una persona distinta del
responsable presunto (demandado) y de la víctima. Puede ser una persona física o jurídica, de carácter
público o privado
Quedan al margen del concepto de tercero extraño por quien no se debe responder:
Los daños causados por el dependiente en ejercicio o en ocasión de sus funciones, respecto del
principal.
Los daños producidor por ciertas personas que, sin llegar a ser dependientes, tienen contacto
con la cosa por voluntad expresa o presunta del dueño o guardián.
Aquellas personas por las que legalmente se debe responder (v. g., los menores de edad
respecto de los padres).
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
Para que opere esta eximente es necesaria la constatación de las siguientes circunstancias:
b) Respecto del debate sobre el hecho o la culpa del tercero, la doctrina mayoritaria considera que es
necesaria la culpa del tercero. La posición que compartimos es que alcanza el mero hecho del tercero.
Esta última posición fue la recogida por el Código Civil y Comercial.
b) en legítima defensa propia o de terceros, por un medio racionalmente proporcionado, frente a una
agresión actual o inminente, ilícita y no provocada; el tercero que no fue agresor ilegítimo y sufre daños
como consecuencia de un hecho realizado en legítima defensa tiene derecho a obtener una reparación
plena;
c) para evitar un mal, actual o inminente, de otro modo inevitable, que amenaza al agente o a un
tercero, si el peligro no se origina en un hecho suyo; el hecho se halla justificado únicamente si el mal
que se evita es mayor que el que se causa. En este caso, el damnificado tiene derecho a ser indemnizado
en la medida en que el juez lo considere equitativo. (estado de necesidad)
2) F. de resarcitoria
Sin embargo, el nuevo Código no refleja la opción legislativa del anteproyecto y ha establecido que las
funciones del derecho de daños son la prevención y la reparación. En efecto, el Congreso de la Nación
suprimió la función punitiva al eliminar el art. 1714 originario y desdobló el anterior art. 1715 en los
actuales artículos 1714 y 1715 del Código vigente. Por lo cual, la punición ha sido expresamente
descartada como posible función del sistema por el Código Civil y Comercial, pues el articulo 1708
expresamente establece que las funciones de la responsabilidad son la prevención del daño y su
reparación; queda eliminada con ello toda referencia la función punitiva queda reservada para el
derecho de consumo y los daños ambientales.
Si bien es cierto que se puede “reparar” el perjuicio en términos jurídicos (vgr., por el pago de una suma
de dinero a la víctima de un siniestro que le causó la pérdida de una de sus piernas), lo cierto es que en
el mundo real o material, ese bien (la integridad física de la víctima), ha perecido y no hay verdadera
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
posibilidad de recomposición, más que la reparación pecuniaria, imaginemos que el mejor jugador de
futbol del mundo en un accidente pierde una pierna, la indemnización aunque millonaria nunca podría
volver las cosas al estado anterior. Por tal razón, la prevención es fundamental en ciertos y
determinados supuestos. Hay que tener en cuenta que si en este tipo de daños la prevención es
esencial, mayor aún parece serlo en cuestiones como son los daños ambientales, dada su complejidad y
la magnitud de afectados que pueden verse involucrados.
1. General, es la amenaza que implica una consecuencia legal, una sanción, frente a una conducta
determinada. En este caso juegan un factor preponderante la disuasión y la intimidación o
consecuencia jurídica que la norma impone ante el incumplimiento.
2. Específica y se justifica en cuestiones que manifiesten una peligrosidad inusitada, una dañosidad
potencial alta, o la presencia de determinados bienes jurídicos (vgr., bienes personalísimos). De este
modo, se imponen a ciertos sujetos deberes especiales de control, aminoramiento (reducción) de
riesgos de la actividad por ellos producida. Un ejemplo de ello sería los deberes especiales que debe
cumplir el agente que opere una caldera, o un productor de desechos tóxicos, etc.
El Código Civil y Comercial dedica cuatro artículos a la función preventiva del derecho de daños (arts.
1710, 1711, 1712 y 1713).
ARTICULO 1710.- Deber de prevención del daño. Toda persona tiene el deber, en cuanto de ella
dependa, de: a) evitar causar un daño no justificado; b) adoptar, de buena fe y conforme a las
circunstancias, las medidas razonables para evitar que se produzca un daño, o disminuir su magnitud; si
tales medidas evitan o disminuyen la magnitud de un daño del cual un tercero sería responsable, tiene
derecho a que éste le reembolse el valor de los gastos en que incurrió, conforme a las reglas del
enriquecimiento sin causa; c) no agravar el daño, si ya se produjo.
ARTICULO 1711.- Acción preventiva. La acción preventiva procede cuando una acción u omisión
antijurídica hace previsible la producción de un daño, su continuación o agravamiento. No es exigible la
concurrencia de ningún factor de atribución.
ARTICULO 1712.- Legitimación. Están legitimados para reclamar quienes acreditan un interés razonable
en la prevención del daño.
ARTICULO 1713.- Sentencia. La sentencia que admite la acción preventiva debe disponer, a pedido de
parte o de oficio, en forma definitiva o provisoria, obligaciones de dar, hacer o no hacer, según
corresponda; debe ponderar los criterios de menor restricción posible y de medio más idóneo para
asegurar la eficacia en la obtención de la finalidad.
Establece el deber general de prevenir el daño (art. 1710), regula la acción preventiva (art. 1711), la
legitimación (art. 1712) y el alcance de la sentencia preventiva (art. 1713); normas, éstas, de carácter
tanto sustancial como procesal, tendientes a una mayor prevención del daño. Estas normas serán
analizadas en la unidad 10.
Existen otras normas de carácter constitucional en el derecho argentino que regulan las cuestiones
tendientes a la prevención del daño, entre las que podemos mencionar el art. 43 de la Constitución
Nacional, el art. 11, inc. 3 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, entre otros.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
Cuando hablamos de resarcimiento no nos referimos a una sanción, sino, en realidad, a la forma de
distribuir los daños en la sociedad. Esto implica en última instancia la justificación de por qué alguien,
diferente de la víctima, debe cargar con las consecuencias negativas del daño. La idea de
resarcimiento viene ligada a la noción de antijuridicidad, ya que, para que el daño sea resarcido, el
mismo tiene que ser consecuencia de una conducta antijurídica (ilícita). La reparación del perjuicio tiene
en mira a la víctima e intenta colocarla en el estado que se encontraba antes del evento dañoso.
En términos conceptuales, podemos decir que esta función se dirige a lograr el pleno desmantelamiento
de los efectos del ilícito. En muchos casos sucede que el accionar del sindicado como responsable es
deliberado, malicioso, en grave desconocimiento de los intereses ajenos (sean individuales o colectivos),
o importa un rédito económico que se mantiene aún luego de haber resarcido el daño.
En estos casos, toma protagonismo la función sancionatoria o punitiva, que puede implicar una pena
civil de carácter pecuniario de una magnitud tal que desmantele el efecto del ilícito, anulando
remanente de enriquecimiento, o, por su fuerza sancionatoria, disuada el comportamiento
reprochable.
Si bien, como afirmáramos antes, la reforma normativa no la incluyó expresamente, la función punitiva
del derecho de daños en el Código Civil y Comercial, queda latente en el sistema. Pero el art. 52 bis de
ley 24.240, no fue derogado, lo que deja abierta la puerta para la discusión dogmática del tema. En
efecto, la ley 26.994 que promulgó el Código Civil y Comercial no modifica el referido art. 52 bis de la ley
24.240. Sí, en cambio, el 40 bis, que es el texto ahora agregado por la ley 26.993 de “Servicio de
Conciliación Previa en las Relaciones de Consumo” que copia el art. 40 bis introducido por la reforma al
Código Civil al modificar la ley 24.240.
1) Neminem laedere
2) Necesidad de factor de atribución
3) Principio de reserva
4) Prevención
5) Reparación plena e integral
1)Neminem laedere
Este viejo principio tiene orígenes en el derecho romano. Es una regla explícita y universal e implica una
presunción iuris tantum de que todo daño causado es antijurídico, salvo que exista una causa de
justificación. Este principio fue reconocido por la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación en causas como “Santa Coloma”, “Gunther” y “Aquino”, entre otros, por lo cual se lo considera
de carácter constitucional. En este sentido, dijo la Corte que "el principio del alterum non laedere,
entrañablemente vinculado a la idea de reparación, tiene raíz constitucional, y la reglamentación que
hace el Código Civil en cuanto a las personas y las responsabilidades consecuentes no las arraiga con
carácter exclusivo y excluyente en el derecho privado". En relación al nuevo Código Civil y Comercial,
25
Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
podemos decir que la constitucionalización del derecho privado nacional provoca que se haya
incorporado al Código el principio alterum non laedere (no dañar a otro) como un norte a seguirse en la
aplicación de la responsabilidad civil. Al decir de Fernando A. Sagarna “El nuevo Código tiene como fin la
protección de la ‘persona’, a diferencia del Código Civil de Vélez Sarsfield basado en una fuerte
focalización en los bienes. (…) Por ello, la responsabilidad civil centra su mirada en el damnificado”
(2015, http://goo.gl/4MtRAL ). En este sentido, el Código Civil y Comercial recepta expresamente este
principio: “Deber de reparar. La violación del deber de no dañar a otro, o el incumplimiento de una
obligación, da lugar a la reparación del daño causado, conforme con las disposiciones de este Código”
(Art. 1716 CCC).
Íntimamente conectado con lo expuesto en los principios anteriores, el reconocimiento que el nuevo
Código Civil y Comercial hace respecto del deber de no dañar a otro, como también la idea de
reparación plena e integral hacen que la responsabilidad civil tenga como eje o como centro a la
persona. En este sentido, la doctrina enseña que “El acento jurídico, antes colocado en la propiedad
privada, hoy apunta a la persona. El personalismo ha sustituido al patrimonialismo, que cosificaba las
personas y personalizaba las cosas” (Zabala de González, 2015, p.40). Tendiente a la protección de la
persona, en el artículo 1740, el Código Civil y Comercial de la Nación tiende a garantizar la restitución de
la situación del damnificado al estado anterior al hecho dañoso, en todas sus facetas, implicando un
cambio de paradigma de la tesis de la inviolabilidad del patrimonio a la inviolabilidad de la persona
(Tanzi, 2015). La inviolabilidad de la persona humana constituye de este modo un fin en sí mismo;
supone su primacía jurídica como valor absoluto, que debe ser protegido no sólo por lo que tiene y
pueda obtener, sino por lo que es y en la integridad de su proyección, configurando un ámbito lesivo de
honda significación y trascendencia en el que pueden generarse perjuicios morales y patrimoniales. En
los párrafos que antecede decíamos que autores como Fernando A. Sagarna afirman –con razón- que el
nuevo Código tiene como fin la protección de la “persona”, a diferencia del Código Civil de Vélez, más
focalizado en los “bienes”. En los fundamentos del anteproyecto elaborado por la comisión redactora,
se anticipa que el régimen de la responsabilidad civil parte de la clasificación de los derechos según el
objeto de la protección: la persona, el patrimonio y los derechos individuales o de incidencia colectiva.
Utiliza el vocablo "persona humana" porque es una terminología que vincula a la persona con el estatus
normativo de los tratados de derechos humanos, que en nuestro ordenamiento tienen rango
constitucional. Asimismo, la noción es comprensiva tanto de los aspectos físicos como de los que no lo
son, lo cual tiene importantes efectos, como por ejemplo en el daño a la persona.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
Principio de reserva
Conforme a este principio, no existe deber ni transgresión sin norma que lo imponga. Este principio
surge del art. 19 de la Constitución Nacional. Sin perjuicio de lo señalado, cabe destacar que, a
diferencia del derecho penal, en materia de responsabilidad civil rige la atipicidad del ilícito, con lo cual
la regla es que todo daño se reputa antijurídico, salvo que medie causa de justificación. Esta idea se
plasma en el nuevo Código Civil y Comercial; según ella, la simple violación del neminen laedere implica
ilicitud, salvo que la conducta o el perjuicio se encuentren justificados. En otras palabras, la mera
causación de un daño a otro ya de por sí constituye una conducta antijurídica. El art. 1717 expresa:
"Cualquier acción u omisión que causa un daño a otro es antijurídica si no está justificada".
Principio de prevención
Relacionado con la función preventiva del derecho de daños. Se decía en doctrina que todo sujeto tiene
el deber de tomar las medidas adecuadas a fin de evitar daños no justificados, o aminorar la gravedad y
magnitud de un daño ya causado. Con la sanción del nuevo Código, este principio se establece como un
deber concreto: el deber de prevención.
En efecto, en forma específica se refieren al mentado deber los arts. 1710 a 1715 del CCC. En ellos se
dispone de manera genérica que toda persona tiene el deber de prevenir un daño.
ARTICULO 1710.- Deber de prevención del daño. Toda persona tiene el deber, en cuanto de ella
dependa, de:
a) evitar causar un daño no justificado;
b) adoptar, de buena fe y conforme a las circunstancias, las medidas razonables para evitar que se
produzca un daño, o disminuir su magnitud; si tales medidas evitan o disminuyen la magnitud de un
daño del cual un tercero sería responsable, tiene derecho a que éste le reembolse el valor de los gastos
en que incurrió, conforme a las reglas del enriquecimiento sin causa;
c) no agravar el daño, si ya se produjo.
ARTICULO 1711.- Acción preventiva. La acción preventiva procede cuando una acción u omisión
antijurídica hace previsible la producción de un daño, su continuación o agravamiento. No es exigible la
concurrencia de ningún factor de atribución.
ARTICULO 1712.- Legitimación. Están legitimados para reclamar quienes acreditan un interés razonable
en la prevención del daño.
ARTICULO 1713.- Sentencia. La sentencia que admite la acción preventiva debe disponer, a pedido de
parte o de oficio, en forma definitiva o provisoria, obligaciones de dar, hacer o no hacer, según
corresponda; debe ponderar los criterios de menor restricción posible y de medio más idóneo para
asegurar la eficacia en la obtención de la finalidad.
ARTICULO 1715.- Facultades del juez. En el supuesto previsto en el artículo 1714 el juez puede dejar sin
efecto, total o parcialmente, la medida.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
Conforme al art. 1711 del nuevo Código, esta función preventiva procede siempre que exista la
posibilidad de que se ocasione un daño por medio de una acción u omisión antijurídica, no siendo
necesaria la presencia de ningún factor de atribución que califique esa conducta activa u omisiva. Cabe
agregar que el art. 1710 refiere que el principio es de aplicación para la persona “en cuanto de ella
dependa”. Esta afirmación implica la exigibilidad de acciones preventivas que se encuentren al alcance o
dentro de la esfera de control de la persona, excluyéndose aquellos comportamientos que resulten de
cumplimiento imposible o que impliquen conductas irrazonables, según las circunstancias del caso.
Este principio implica la razonable equivalencia jurídica entre el daño y la reparación. Tal como nos
referíamos más arriba, normalmente es difícil que la recomposición sea posible y se logre colocar las
cosas en el estado en que se encontraban antes del evento dañoso; es una limitación propia del
derecho. Sin embargo, este principio viene a garantizar que –al menos- la reparación tenga cierta
equivalencia con el daño padecido por la víctima. La equivalencia jurídica deber ser razonable y está
sujeta a cuatro reglas:
a) El daño debe ser fijado al momento de la decisión (ya que en ciertas situaciones al momento de
sentenciar el daño es mayor o menor);
d) la reparación no puede ser superior al daño sufrido por la víctima (Pizarro & Vallespinos, 2014).
El derecho a la reparación integral del daño injustamente sufrido ha sido desarrollado por la Corte
Suprema, en distintos y sucesivos fallos, como un derecho de raigambre constitucional con fundamento
en el principio de no dañar del art. 19 de la Constitución Nacional. En el caso "Aquino", el Máximo
Tribunal determinó que resultaba inconstitucional una indemnización que no fuera "justa", puesto que
"indemnizar es eximir de todo daño y perjuicio mediante un cabal resarcimiento", lo cual no se logra "si
el daño o el perjuicio subsisten en cualquier medida (…) Más aún, la incapacidad debe ser objeto de
reparación, al margen de lo que pueda corresponder por el menoscabo de actividad productiva y por el
daño moral, pues la integridad física en sí misma tiene un valor indemnizable".
El Código Civil y Comercial hace suyas estas enseñanzas de la corte a lo largo de todo su articulado,
plasmándolas de manera directa en los arts. 1738 y 1740. En efecto, la lectura de estas normas permite
colegir la expresa recepción legislativa del principio de reparación plena e integral. Estas normas
imponen al agente del daño recomponer económicamente al damnificado, dejándolo indemne por las
pérdidas patrimoniales y extrapatrimoniales sufridas a raíz del hecho antijurídico que lo ha afectado. Se
consideran en forma íntegra los perjuicios a reparar de los damnificados de lesiones, tales como “la
pérdida o disminución del patrimonio de la víctima” Art. 1738 CCCN, el lucro cesante, la pérdida de
chance, las consecuencias de la violación de los derechos personalísimos, de la salud, de la integridad
28
Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
personal, la salud psicofísica, las afecciones espirituales legítimas y las que interfieran en el proyecto de
vida del dañado.
Art. 1740. Reparación plena. La reparación del daño debe ser plena. Consiste en la restitución de la
situación del damnificado al estado anterior al hecho dañoso, sea por el pago en dinero o en especie. La
víctima puede optar por el reintegro específico, excepto que fuere parcial o totalmente imposible,
excesivamente oneroso o abusivo, en cuyo caso se debe fijar en dinero. En el caso de daños derivados
de la lesión del honor, la intimidad o la identidad personal, el juez puede, a pedido de parte, ordenar la
publicación de la sentencia, o de sus partes pertinentes, a costa del responsable.
La idea de “responsabilidad por daños” o “responsabilidad civil” se acuñó en sus comienzos para
diferenciarla de la responsabilidad penal, que –como sabemos- tiene otros fines y objetivos.
Actualmente el derecho de daños implica otras esferas de aplicación además de la resarcitoria, sino
además la preventiva y la punitiva.
Presupuestos:
Hasta aquí, la fuerte connotación instintiva y la ausencia de reflexión en las conductas tanto del
victimario como de la víctima privaban a la sociedad de la utilización de una solución más razonable y
jurídicamente aceptable.
Posteriormente, se manifiesta un grado de evolución social mayor cuando la víctima y el ofensor logran
acordar el perdón de la víctima mediante la entrega de una suma de dinero por parte del sindicado
como responsable. Este remedio constituía una composición voluntaria, debido a que supone el acuerdo
de voluntades de los sujetos involucrados. En consecuencia, podemos decir que, por medio de esta
composición voluntaria, el ofensor recibía una pena civil cuyo beneficiario sería la víctima.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
Una vez consolidado el poder político en una institución, la autoridad va a establecer un sistema de
composición legal (de carácter obligatorio y forzoso) con la finalidad de garantizar la paz en la sociedad.
Este hecho es fundamental; con la evolución de este modelo, finalmente va a ser el estado el único que
posea el poder de castigar al ofensor, dejando en manos de la víctima la posibilidad de reclamar la
reparación del daño causado.
Los romanos proclamaron diversos principios que de algún modo sintetizaron las máximas del derecho:
honeste vivere (vivir honestamente), suum cuique tribuere (dar a cada uno lo suyo), alterum non
laedere (no dañar al otro). El principio del alterum non laedere es una noción inherente a la de
alteridad, es decir, a la de la presencia de un “otro” sin el cual difícilmente podamos hablar de sociedad.
La consagración de este principio posee gran trascendencia, ya que implica una veda a la posibilidad
jurídica de dañar a otro, y la obligación de resarcir en cabeza del sindicado como responsable, en caso
de su incumplimiento.
De este modo, en el derecho de daños, la noción de responsabilidad civil es un concepto clave que
implica la obligación de indemnizar todo daño injustamente causado a otro. No hay responsabilidad sin
daño. Más adelante veremos en detalle sus presupuestos (daño, relación de causalidad, antijuridicidad
y factor de atribución), cuya configuración resulta imprescindible para que se produzca la mentada
responsabilidad civil.
Podemos establecer diferencias entre la responsabilidad por daños y otras instituciones tales como:
a) Enriquecimiento sin causa. El enriquecimiento sin causa es la acción que reconoce el ordenamiento
jurídico a cualquier persona que ha experimentado, sin causa justa, una disminución patrimonial, a raíz
del desplazamiento de un bien que ha salido de su patrimonio, en contra de quien se ha beneficiado
injustamente por ello. La finalidad de esta institución es compensar el desplazamiento patrimonial no
justificado. La suma por la cual prospera es la del enriquecimiento o del detrimento, la que sea menor.
Como vemos, existen varias diferencias con la responsabilidad civil, que toma a consideración el daño
causado a la víctima, exista o no enriquecimiento del dañador, y cuyo objetivo se encuentra la
reparación integral del daño.
b) Seguros. Las indemnizaciones provenientes de seguros por daños normalmente son tarifadas y
surgen de un contrato de seguro que estipula un beneficio para un tercero (el eventual damnificado). La
causa de la misma es el contrato celebrado entre el asegurador y el asegurado. La víctima tendrá
derecho a reclamarle al dañador el pago de la reparación integral del daño.
Como esta sabido, el régimen consumeril se encuentra regulado en la ley 24240 y normas
modificatorias. El CCC viene a complementar este sistema de protección jurídica del consumidor, dentro
del marco legislativo vigente. Es decir, la ley 24240 se mantiene vigente, pero viene a complementarse
con las pautas que aporta el nuevo Código. Algunas de las innovaciones que CCC introduce en el
régimen general de responsabilidad civil, aplicables y ventajosas (progresivas) en orden a los daños a
consumidores y usuarios, tienen que ver con la función preventiva de la responsabilidad civil, los
avances en torno a nuevos daños resarcibles y legitimados activos (damnificados indirectos,
convivientes, etc.), pautas adicionales en el régimen de responsabilidad objetiva, entre otras cuestiones.
En relación a la norma especial, es decir la ley 24.240, la responsabilidad por daños está consagrada sus
arts. 40 y 40 bis.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
Artículo 40. — Responsabilidad solidaria. Si el daño al consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o
de la prestación del servicio, responderán el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el
proveedor, el vendedor y quien haya puesto su marca en la cosa o servicio. El transportista responderá
por los daños ocasionados a la cosa con motivo o en ocasión del servicio. La responsabilidad es solidaria,
sin perjuicio de las acciones de repetición que correspondan. Sólo se liberará total o parcialmente quien
demuestre que la causa del daño le ha sido ajena.
Artículo 40 bis. — Daño directo. El daño directo es todo perjuicio o menoscabo al derecho del usuario o
consumidor, susceptible de apreciación pecuniaria, ocasionado de manera inmediata sobre sus bienes o
sobre su persona, como consecuencia de la acción u omisión del proveedor de bienes o del prestador de
servicios. Los organismos de aplicación, mediante actos administrativos, fijarán las indemnizaciones para
reparar los daños materiales sufridos por el consumidor en los bienes objeto de la relación de consumo.
Esta facultad Sólo puede ser ejercida por organismos de la administración que reúnan los siguientes
requisitos: a) La norma de creación les haya concedido facultades para resolver conflictos entre
particulares y la razonabilidad del objetivo económico tenido en cuenta para otorgarles esa facultad es
manifiesta; b) Estén dotados de especialización técnica, independencia e imparcialidad indubitadas; c)
Sus decisiones estén sujetas a control judicial amplio y suficiente. Este artículo no se aplica a las
consecuencias de la violación de los derechos personalísimos del consumidor, su integridad personal, su
salud psicofísica, sus afecciones espirituales legítimas, las que resultan de la interferencia en su proyecto
de vida ni, en general, a las consecuencias no patrimoniales. Art. 40. Ley 24240 – Defensa del
Consumidor
El derecho a la reparación del daño material o moral injustamente sufrido fue consagrado como
derecho constitucional en diversos fallos de la Corte Suprema, por ejemplo, en la causa “Aquino”. Esta
proclamación del derecho a la reparación como derecho constitucional es un dato más que significativo,
a partir del cual surge un análisis jurídico que no podemos obviar.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
elementos de seguridad necesarios como colocar una red u otra protección para el caso de
caídas.
La Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo (sala VI), modifica parcialmente la decisión de
primera instancia que declaró la invalidez constitucional del artículo 39 párrafo 1 (ley de Riesgos
del Trabajo), y admitió el reclamo de la indemnización por minusvalía laboral con fundamento
en normas de derecho común elevando el monto de condena, puntualizando que: a) la cifra
determinada sólo repara la incapacidad laboral, sin tener en cuenta los gastos médicos,
farmacológicos y de rehabilitación ya abonados por Asociart S.A. ART; b) los gastos futuros por
atención médica, sanitaria y farmacológica son admitidos, adicionándose a la suma fijada; y, c)
el importe por daño moral se eleva atendiendo a los perjuicios extramatrimoniales sufridos.
Asimismo, comprendió la minusvalía laboral como total y definitiva, no sólo porque la suma de
las incapacidades parciales superaba el 100%, sino, porque el porcentaje de la remanente le
imposibilitaba realizar cualquier actividad, en la especialidad del trabajador o en cualquier
otra5. Ratificó, a su vez, la eximición de responsabilidad en las actuaciones de la aseguradora de
riesgos de trabajo, la eximición de la responsabilidad en las actuaciones de la aseguradora de
riesgos de trabajo, traída a proceso por iniciativa de la accionada. Entendió también, que resulta
incompatible con las garantías previstas, entre otras normas, en los artículos 14 bis, 16, 17, 19,
23, 43 y 75 inciso 22 Ley Fundamental, que una persona incapacitada por la culpa de otra o por
la cosa viciosa o peligrosa bajo la responsabilidad de un tercero no pueda ser indemnizada por
completo por el sólo hecho de ser un trabajador.
Estableció por último, que el hecho se produjo por la culpa del empleador, quien lo expuso a su
operario, en reiteradas ocasiones, a un trabajo en altura, sin satisfacer los requerimientos de
seguridad establecidos en la legislación respectiva.
En el fallo “Aquino Isacio c/Cargo Servicios Industriales S. A. s/accidentes ley 9688’ del 21de
septiembre de 2004, se confirma un pronunciamiento de la Sala VI de la Cámara Nacional de
Apelaciones del Trabajo y sienta una nueva postura, declarando la inconstitucionalidad del
artículo 39 inciso 1 de la ley de Riesgos del Trabajo, que establece: “Las prestaciones de esta ley
eximen a los empleadores de toda responsabilidad civil, frente a sus trabajadores y a los
derechohabientes de éstos, con la sola excepción de la derivada del artículo 1072 Código Civil”.
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En este sentido, concluyen que “la responsabilidad que fijan los artículos 1109 y 1113 del Código
Civil sólo consagra el principio general, de manera que la reglamentación que hace dicho código
en cuanto a las personas y las responsabilidades consecuentes no las arraiga con carácter
exclusivo y excluyente en el derecho privado, sino que expresa un principio general que regula
cualquier disciplina jurídica… La incapacidad debe ser objeto de reparación, al margen de lo que
pueda corresponder por el menoscabo de la actividad productiva y por el daño moral… No sólo
cabe justipreciar el aspecto laboral sino también las consecuencias que afectan a la víctima,
tanto desde el punto de vista individual como desde el social”
La Corte sostiene que indemnizar es eximir de todo daño y perjuicio mediante un cabal
resarcimiento, lo cual no se logra si el daño o el perjuicio subsisten en cualquier medida; y es por
ello que en el ámbito del trabajo, corresponde indemnizar también la pérdida de “chance”,
cuando el accidente ha privado a la víctima de la posibilidad futura de ascender en su carrera.
Así entendida, la eximición de la responsabilidad civil del empleador frente al daño sufrido por
el trabajador, se desentiende de la realización de la justicia social, y ha agravado la desigualdad
de las partes que regularmente supone la relación de trabajo y, en consecuencia, formula una
‘preferencia legal” inválida por ser contraria a la justicia social.
Sostiene que resulta fuera de toda duda que el propósito perseguido por el legislador, mediante
el artículo 39, inciso 1 de la ley de Riesgos del Trabajo, no fue otro que consagrar un marco
reparatorio de alcances menores que los del Código Civil. El sistema de la ley de Riesgos del
Trabajo se aparta de la concepción reparadora integral, porque no admite indemnización por
ningún otro daño que no sea la pérdida de la capacidad de ganancias del trabajador, la cual, a su
vez, resulta conmensurable de manera restringida.
La ley de Riesgos del Trabajo, mediante la prestación del artículo 15, inciso 2, segundo párrafo, y
la consiguiente eximición de responsabilidad del empleador en su artículo 39, inciso 1, sólo
indemniza daños materiales y, dentro de éstos, únicamente el lucro cesante: pérdida de
ganancias, que, asimismo, evalúa menguadamente.
A raíz de este fallo, la Corte dejó sin efecto el artículo 39 de la ley de Riesgos del Trabajo, ya que
el Tribunal consideró que en ese caso las indemnizaciones previstas en la ley de Riesgos del
Trabajo eran insuficientes para reparar integralmente los daños ocasionados al actor.
Consecuentemente, confirmó la responsabilidad del empleador de tener que solventar el pago
de las sumas adicionales necesarias para que, sumadas a las indemnizaciones otorgadas por la
ley de Riesgos del Trabajo, cumplan con el principio de reparación integral establecido en el
Código Civil.
No obstante, debe tenerse presente que, para ser asimilable, se deberá demostrar en cada caso
concreto que las prestaciones establecidas en la ley de Riesgos del Trabajo son insuficientes para
reparar los daños ocasionados. Esto es así toda vez que las sentencias de la Corte Suprema son
para cada caso concreto y no modifican la Ley.
Fecha: 05/08/1986
Hechos
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La sentencia apelada lesiona el principio alterum non laedere que tiene raíz constitucional (art. 19 de
la Ley Fundamental) y ofende el sentido de justicia de la sociedad, cuya vigencia debe ser afianzada por
el Tribunal dentro del marco de sus atribuciones y en consonancia con lo consagrado en el
preámbulo de la Carta Magna. Asimismo, expresó que “no figura entre las potestades de un estado
constitucional imponer a los habitantes cargas que superen a las requeridas por la solidaridad
social”.
En los precedentes Gunther y Luján, la Corte reconoció en forma expresa la jerarquía constitucional del
derecho a la reparación, con fundamento en el art. 19 de la Constitución Nacional. En concreto, la
Corte declaró:
Los artículos 1109 y 1113 del Cód. Civil consagran al principio general establecido en el art. 19 CN que
prohíbe a los hombres perjudicar los derechos de un tercero. El principio alterum non laedere,
entrañablemente vinculado a la idea de reparación tiene raíz constitucional y la reglamentación que
hace el Código Civil en cuanto a las personas y las responsabilidades consecuentes no las arraiga con
carácter exclusivo y excluyente en el Derecho Privado, sino que expresa un principio general que
regula cualquier disciplina jurídica.
Esta tesis se ha venido reiterando a través de los años, proclamando en “P., F.F., c/ Ferrocarriles
Argentinos” y “Peón” que dicha reparación de carácter constitucional debe ser plena e integral.
En estos fallos, la Corte esgrimió el fundamento constitucional del principio neminem laedere en
el artículo 19 de la Constitución Nacional.
Por medio de este proceso, y con fundamento en dicho artículo, la Corte Suprema de Justicia establece
las bases jurídicas del principio alterum non laedere y de la reparación plena e integral.
En síntesis, dichos principios poseen jerarquía constitucional, sea que se los emplace en el art. 19 de la
CN, como derecho autónomo dentro de los derechos no enumerados del art. 33 de la CN, o incluso
como un derecho que se desprende del derecho a la propiedad privada.
Otro acápite para analizar surge de la causa "Gorosito", en la cual la Corte intentó limitar nuevamente
su posición con un pronunciamiento a favor de la constitucionalidad del art. 29 de la Ley de Riesgo de
Trabajo. Sin perjuicio de ello, en la causa "Aquino" sostiene nuevamente una posición coherente con el
principio de reparación plena e integral.
En un caso más reciente, pero anterior a la vigencia del Código Civil y Comercial, la Suprema Corte de
Justicia de la Nación tuvo oportunidad de expedirse sobre la extensión de un reclamo indemnizatorio,
para lo cual no sólo apeló a las normas constitucionales, sino también a los tratados internacionales, a
tenor de lo dispuesto por el art. 75 inc. 22, como así también al control de convencionalidad; esto es, el
deber de la Judicatura de tener en cuenta que las normas internas no le resten eficacia a las normas
convencionales (v.g., tratado o convención internacional), y que en dicha tarea los jueces y órganos
vinculados con la administración de justicia contemplen no solamente el tratado, sino también la
interpretación que del mismo ha hecho la Corte Interamericana. En el precedente, el alto tribunal
aborda las temática del daño recordando que el principio general que establece el artículo 19 de la
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Constitución, según el cual se prohíbe a los hombres perjudicar los derechos de un tercero, se encuentra
"entrañablemente vinculado a la idea de reparación" que establece el Código Civil, y que dicha
reglamentación no tiene carácter exclusivo y excluyente en el derecho privado, sino que expresa un
principio general que regula cualquier disciplina jurídica, y que la integridad física tiene en sí misma un
valor indemnizable; la adecuada protección del derecho a la vida y la integridad psicofísica de las
personas exige que se confiera al principio alterum non laedere toda la amplitud que éste amerita, así
como que se evite la fijación de limitaciones en la medida en que impliquen "alterar" los derechos
reconocidos por la Constitución Nacional (art. 28).
Que es la violación del deber de no dañar a otro –razona- lo que genera la obligación de reparar el
menoscabo causado, y que tal noción comprende todo perjuicio susceptible de apreciación pecuniaria
que afecte en forma cierta a otro en su persona, en su patrimonio y/o en sus derechos y facultades.
Dicha reparación no se logra si los daños subsisten en alguna medida, motivo por el cual la
indemnización debe ser integral (conf. fallos: 324:2972, arg. fallos: 326:2329); ni tampoco si el
resarcimiento –derivado de la aplicación de un sistema resarcitorio especial- producto de utilización de
facultades discrecionales de los jueces resulta en valores irrisorios o insignificantes en relación con la
entidad del daño resarcible.
Pizarro y Vallespinos (2013) afirman que el tema suele ser conectado con dos cuestiones de relevancia
en materia de indemnización: "la determinación del contenido del daño y la medida de ese contenido”.
Se advierte la estrecha vinculación que existe entre el principio de la reparación plena o integral del
daño y el régimen predeterminado de imputación de consecuencias que consagra nuestro Código Civil
(...).
Respecto de la medida del contenido del daño, ella se debe vincular con la idea de equivalencia, que
genera dificultades porque se puede transitar desde una económica y rigurosa a otra más flexible.
Determinan cuatro reglas fundamentales:
Resaltan el principio de reparación plena o integral como una de las grandes columnas sobre las que se
asienta el sistema de responsabilidad civil.
Tal como pudimos afirmar supra, la nueva norma hace suyas las enseñanzas de la Corte a lo largo de
todo su articulado, plasmándolas de manera directa en los arts. 1738 y 1740. En efecto, la lectura de
estas normas permite colegir la expresa recepción legislativa del principio de reparación plena e
integral. Estas normas imponen al agente del daño recomponer económicamente al damnificado,
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
dejándolo indemne por las pérdidas patrimoniales y extrapatrimoniales sufridas a raíz del hecho
antijurídico que lo ha afectado.
Art. 1740. Reparación plena. La reparación del daño debe ser plena. Consiste en la restitución de la
situación del damnificado al estado anterior al hecho dañoso, sea por el pago en dinero o en especie.
La víctima puede optar por el reintegro específico, excepto que fuere parcial o totalmente imposible,
excesivamente oneroso o abusivo, en cuyo caso se debe fijar en dinero. En el caso de daños derivados
de la lesión del honor, la intimidad o la identidad personal, el juez puede, a pedido de parte, ordenar
la publicación de la sentencia, o de sus partes pertinentes, a costa del responsable.
La actitud de la Corte Suprema al asumir una posición de protección a la víctima del daño, reconociendo
el derecho a la reparación plena con estándar constitucional, tiene su norte en la reforma constitucional
del año 1994, con la consecuente incorporación a nuestra legislación de diversos tratados de derechos
humanos, así como la interpretación que la jurisprudencia ha efectuado con relación a tan significativos
cambios normativos.
Esto implica tomar muy en cuenta los tratados, en particular los de derechos humanos, y los derechos
reconocidos en todo el bloque de constitucionalidad. Esta decisión se ve claramente reflejada en casi
todos los campos, en especial, en la protección de la persona humana a través de los derechos
fundamentales.
El nuevo Código Civil y Comercial unifica la responsabilidad civil contractual y extracontractual, o, mejor
dicho, las regula conjuntamente tal como afirma la doctrina al tratar la nueva en cuanto refiere a la
unificación (Picasso 2014).
El artículo 1716 dispone: "Deber de reparar. La violación del deber de no dañar a otro, o el
incumplimiento de una obligación, da lugar a la reparación del daño causado, conforme con las
disposiciones de este Código".
Conforme la norma citada, cualquiera sea la fuente del deber de reparar el daño, sea la violación del
deber general de no dañar como fuente de la responsabilidad "contractual" o el incumplimiento de
una obligación como fuente de la responsabilidad “extracontractual”, se tornan de aplicación las
mismas reglas.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
Consecuencias de la unificación
El nuevo art. 2561 in fine establece un plazo común de tres años para la prescripción del "reclamo de la
indemnización de daños derivados de la responsabilidad civil". El plazo de prescripción es único y fijado
en tres años.
El art. 1726 declara resarcibles las consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles, lo cual es
aplicable tanto a la responsabilidad extracontractual como a la derivada del incumplimiento de
obligaciones,.
Dice la norma: “Relación causal. Son reparables las consecuencias dañosas que tienen nexo adecuado de
causalidad con el hecho productor del daño. Excepto disposición legal en contrario, se indemnizan las
consecuencias inmediatas y las mediatas previsibles”.
Establece que "El curso de los intereses comienza desde que se produce cada perjuicio", con lo cual, en
la responsabilidad contractual y en la aquiliana, el curso de intereses se unifica.
Por ejemplo:
-En materia extracontractual o aquiliana el deber general de no dañar obliga a todas las
personas sin determinación, por aplicación de este mandato general todos y cada uno de
nosotros estamos obligados a “no dañar a otro”.
-En relación al caso fortuito, la exoneración en cada una de las esferas es diferente. Dicho de
otros modo: el caso fortuito exonera de responsabilidad sea esta aquiliana o contractual; pero
para que opere tal dispensa se advierten matices diferentes. En efecto, en la responsabilidad
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
extracontractual el caso fortuito rompe o fractura el nexo causal entre el hecho del sujeto y el
daño, y desplaza la autoría hacia ese evento imprevisible o irresistible (arts. 1730 y 1731). En
materia obligacional, se trata de evaluar la incidencia que el caso fortuito tiene en la
posibilidad de cumplir la obligación.
4. responsabilidades especiales.
Se da cuando quien ejecuta la conducta dañosa coincide con quien debe responder. "Es responsable
directo quien incumple una obligación u ocasiona un daño injustificado por acción u omisión”
La responsabilidad por el hecho propio puede ser objetiva o subjetiva. La responsabilidad es subjetiva
cuando se ve alcanzada por la presencia de culpabilidad probada o presumida en la conducta del agente.
Es objetiva cuando se fundamenta en un factor de atribución de tal naturaleza.
Siguiendo la línea establecida, el nuevo CCC unifica casi todas las consecuencias de ambos regímenes de
responsabilidad civil (contractual como extracontractual).
La figura de la responsabilidad directa, parte desde la capacidad como regla de las personas (conf. art.
22 del CCC), en virtud de la cual, en principio todos somos responsables directos por nuestros hechos
dañosos, salvo que se demuestre la involuntariedad del acto, aunque, en este último supuesto, se podrá
ser responsable en función de la indemnización de equidad prevista en el art. 1750, que el juez podrá
atenuar.
Las causales de justificación de la antijuridicidad para la responsabilidad directa –como para el resto de
las figuras- se establecen en el art. 1718 (legítima defensa, estado de necesidad y ejercicio regular de un
derecho).
De igual modo debemos recordar lo expuesto sobre la asunción de riesgos (art. 1719) y sobre el
consentimiento del damnificado (art. 1729).
Es decir que quien incumple una obligación preestablecida (responsabilidad contractual) u ocasiona un
daño sin que exista prestación o vínculo anterior (responsabilidad extracontractual) es responsable
directo del perjuicio ocasionado, sin perjuicio –claro está- que la víctima pueda encontrar como
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
legitimado pasivo a un responsable por el hecho de otro, supuesto que podrá convivir plenamente con
la responsabilidad directa.
La responsabilidad por el hecho propio surge cuando el daño es producido por la acción directa del
responsable. Es decir, quien ejecuta la conducta dañosa coincide con quien debe responder, y conforme
el texto del nuevo Código, se confiere unicidad al régimen de la responsabilidad contractual y
extracontractual, lo cual no implica la homogeneidad, ya que hay diferencias que subsisten. Con la
solución que aporta el nuevo Código, se pretende unificar los supuestos que han generado dificultades
serias, como ocurre con los daños a la persona en el ámbito de la responsabilidad contractual (por
ejemplo, responsabilidad médica).
El cómplice es aquel que conoce de antemano el hecho que se está por realizar, por lo que si bien su
cooperación pude ser menor, debe equiparárselo al autor.
Art. 1752 CCC. “Encubrimiento. El encubridor responde en cuanto su cooperación ha causado daño”
El Código establece la responsabilidad del encubridor en cuanto su accionar haya sido relevante para la
producción del daño. Esta “relevancia” o “cooperación” tiene que ver con el aporte causal de la
conducta con el daño causado a la víctima. Conforme ello, el encubridor no responde solidariamente
con los autores materiales del ilícito, sino que debe responder por los daños causados causalmente por
su conducta.
Esta figura es novedosa por cuanto en el CC derogado se aludía a los autores, consejeros o cómplices,
pero no al encubridor como figura autónoma. Aquí, el Código, responsabiliza al encubridor en tanto su
cooperación en el hecho causó el daño, siendo responsable en esa medida (art. 1752 del CCC).
Parece ser que la norma toma los conceptos del derecho penal, para el cual el cómplice se diferencia del
encubridor en que el primero actúa por una promesa anterior al delito. De esa manera, conoce el hecho
que se está por realizar y, si bien su cooperación pude ser menor, debe equiparárselo al autor.
El encubridor también coopera, pero lo hace sin promesa anterior al hecho, por lo que no responde
como autor – como sí lo hace el cómplice- sino que responde en cuanto su cooperación ha causado
daño.
Pluralidad de responsables
Artículo 1751. "Pluralidad de responsables. Si varias personas participan en la producción del daño que
tiene una causa única, se aplican las reglas de las obligaciones solidarias. Si la pluralidad deriva de
causas distintas, se aplican las reglas de las obligaciones concurrentes."
La víctima podrá accionar contra el responsable directo (por ejemplo, el "dependiente"), conforme al
art. 1749 del CCC, y contra su responsable “garante” o “reflejo”, según sea la doctrina que sigamos. Así
por ejemplo el "comitente" de ese "subordinado", conforme al art. 1753 del nuevo Código.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
En este sentido, el art. 1773 del CCC prevé que el legitimado tiene derecho a interponer su acción,
conjunta o separadamente, contra el responsable directo y el indirecto; en fin, el actor podrá optar por
demandar a uno o a otro o a ambos, aunque deberá probar la responsabilidad del agente dañoso
responsable directo para que se desprenda la responsabilidad del indirecto.
El CCC dispone, que si el daño fue causado por varios sujetos, se aplicarán las normas de las obligaciones
solidarias o concurrentes, según sea el caso.
Son "obligaciones concurrentes" aquellas en las que "varios deudores deben el mismo objeto en razón
de causas diferentes".
Son "obligaciones solidarias" las que "varios deudores deben el mismo objeto en razón de una causa
única.
Ello es así porque, aunque intervengan varios sujetos en forma conjunta, la responsabilidad puede ser
individual por estar perfectamente identificados los sujetos causantes del hecho ilícito. La distinción
entre la responsabilidad individual y la colectiva resulta de la circunstancia de que el daño como
elemento indispensable para la existencia de responsabilidad civil puede resultar de la actuación
individual del agente (responsabilidad individual) o de la concurrencia de la actividad de varios sujetos
relacionados entre sí de modos diversos para producirlo.
Así, varias personas colaboran desde distintos niveles de participación para producir un hecho ilícito. Esa
intervención puede revestir la forma de autoría o de mera participación. La coautoría implica que los
intervinientes conciben en común la ejecución del ilícito. La mera participación radica en un obrar
imprudente pero no concertado entre los intervinientes. Cuando varias personas deciden ocasionar un
daño de manera concertada, no hay responsabilidad colectiva sino individual. Es lo que se ha dado en
llamar la intervención conjunta. En esta hipótesis, se sabe quiénes fueron los autores y todos
produjeron el daño.
1. subordinados;
2. hijos;
a) Responsabilidad de naturaleza contractual. Responsabilidad del deudor por los auxiliares que utiliza,
de los capitanes de buques y patrones de embarcaciones, de los agentes transportes terrestres, de los
dueños de hoteles, casas públicas de hospedaje y de establecimientos de todo género, etc.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
"El principal responde objetivamente por los daños que causen los que están bajo su dependencia, o las
personas de las cuales se sirve para el cumplimiento de sus obligaciones, cuando el hecho dañoso acaece
en ejercicio o con ocasión de las funciones encomendadas…"
Ante la unificación de los regímenes de responsabilidad civil contractual y extracontractual con el nuevo
CCC, el art. 1753 previsto abarcará los dos supuestos, tanto los hechos dañosos provocados por
subordinados cuyo principal esté unido con el damnificado por un contrato, como cuando no exista
previamente esa relación preexistente entre las partes.
Art. 1753. "Responsabilidad del principal por el hecho del dependiente. El principal responde
objetivamente por los daños que causen los que están bajo su dependencia, o las personas de las cuales
se sirve para el cumplimiento de sus obligaciones, cuando el hecho dañoso acaece en ejercicio o con
ocasión de las funciones encomendadas. La falta de discernimiento del dependiente no excusa al
principal. La responsabilidad del principal es concurrente con la del dependiente."
En cuanto al concepto de dependiente, se entiende por tal “al que actúa bajo las órdenes y
subordinación de otro, jurídica o fácticamente, ocasional o transitoriamente, gratuita u
onerosamente” (Pizarro y Vallespinos, 2014), sin que sea necesaria la relación laboral específica para
tenerlo como tal, requiriéndose al menos una relación entre la función del principal y su dependiente, y
bastando que el hecho dañoso del subordinado haya sido cometido en ocasión de la dependencia para
responsabilizar al comitente (Sagarna, 2014).
El art. 1753 del CCC es claro al determinar que el principal responde objetivamente por los daños
causados por su subordinado. Es decir que no se tiene en cuenta la conducta del principal en el hecho,
ya que ella es ajena al factor de atribución objetivo (conf. art. 1722 del CCC).
Ahora bien, la cuestión radica en discernir cuál es el factor objetivo de atribución de la responsabilidad
civil del principal por el hecho del subordinado.
El factor de atribución objetivo en la responsabilidad del principal por el hecho del dependiente lo
constituye la garantía, esto es, que el comitente garantiza que, si el dependiente causa un daño en
ejercicio o con ocasión de las funciones encomendadas, él responderá ante el damnificado, sin perjuicio
de la responsabilidad civil directa del propio agente dañoso, según el art. 1749 del CCC.
Entre los requisitos para que se torne procedente esta responsabilidad, se encuentra:
El principal responderá por el hecho ilícito de su subordinado aun actuando con cosas de su
propiedad, y también por el daño provocado por éste aunque no haya tenido discernimiento al
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
momento del hecho dañoso, según el art. 1753, 2º párrafo, del CCC: "La falta de discernimiento
del dependiente no excusa al principal".
El principal responderá por los hechos dañosos de sus subordinados en el ejercicio de sus
funciones, como por aquellos perjuicios provocados por ellos en ocasión de las mismas, es decir
que si la función dio la ocasión para la comisión del daño, el principal igualmente deberá
responder. Todo conforme a relación de causalidad adecuada prevista en el art. 1726 del CCC.
La responsabilidad del principal y del subordinado, sea que exista o no un vínculo jurídico preexistente
entre aquél y el damnificado, es concurrente.
El principal podrá eximirse de responsabilidad, además de poder demostrar que no era su dependiente
el que causó el daño, que no existía entre él y éste relación de dependencia y que no había vínculo entre
la función encomendada y el daño, porque éste había sido ocasionado fuera del ejercicio de la misma o
fuera de la ocasión, que el perjuicio se debió a una causa ajena que interrumpió total o parcialmente el
nexo adecuado de causalidad, por la causa ajena (el "hecho del damnificado", el "caso fortuito" o el
"hecho de un tercero").
El damnificado podrá accionar contra el principal, quien responde por el hecho del tercero, como contra
el dependiente causante del perjuicio, quien responde en forma directa.
Ante la ejecución de la sentencia contra uno de los coobligados, se posibilita la acción de regreso del
que afrontó la indemnización contra el otro obligado en la medida del resarcimiento afrontado por él.
Rol del art. 1753 con otras normas del Código Civil y Comercial de la Nación
Si en el hecho causal intervino una cosa productora del daño de la que un subordinado era guardián, el
legitimado activo podrá optar por la normativa de la responsabilidad del principal por el hecho del
dependiente (art. 1753 del CCC) o la que dimana de la responsabilidad civil por el hecho de las cosas y
actividades riesgosas (arts. 1757 a 1759, 1769 del CCC), para accionar contra el legitimado pasivo, sea
como principal o como dueño o guardián de la cosa, respectivamente. O, al accionar, el actor puede
acumular ambas normas, cuyos eximentes en cuanto al corte total o parcial del nexo causal coinciden,
pero, en los supuestos específicos, cada norma tendrá su excusación diferente. Así, por ejemplo, en la
responsabilidad por el hecho del dependiente, para liberarse, el deudor podrá acreditar que aquél no
era su subordinado, y en la responsabilidad por el hecho de una cosa, que ésta no era generadora de
riesgo o no portaba ningún vicio, o que él no era su dueño o su guardián.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
Responsabilidad de los padres por los daños causados por sus hijos sometidos a la patria
potestad que habiten con ellos.
Conforme el artículo 1754 los padres son solidariamente responsables por los daños causados por los
hijos que se encuentran bajo su responsabilidad parental y que habitan con ellos, sin perjuicio de la
responsabilidad personal y concurrente que pueda caber a los hijos.
Los padres no se liberan, aunque el hijo menor de edad no conviva con ellos, si esta circunstancia deriva
de una causa que les es atribuible.
Artículo 1754. "Hecho de los hijos. Los padres son solidariamente responsables por los daños causados
por los hijos que se encuentran bajo su responsabilidad parental y que habitan con ellos, sin perjuicio de
la responsabilidad personal y concurrente que pueda caber a los hijos. Igual régimen es aplicable al hijo
que sólo tiene un vínculo filial establecido".
La responsabilidad de los progenitores es objetiva, tal como lo enfatiza el propio art. 1755 ("La
responsabilidad de los padres es objetiva...").
El fundamento de esta responsabilidad objetiva (en la que, como en la responsabilidad civil del
principal por el hecho del dependiente, no interesa la conducta del legitimado pasivo) es la garantía.
Los padres garantizan que, al ocasionarse un daño por sus hijos, ellos responderán civilmente por el
hecho ajeno. No se comprende en la norma el supuesto de daños sufridos por los hijos, salvo que el
causante del daño sea un hermano, en donde esta norma resulta aplicable en las relaciones de familia.
Son presupuestos de la responsabilidad objetiva de los progenitores por el hecho dañoso de sus hijos:
2) que el descendiente sea menor de edad, es decir, menor de 18 años –por más que la
"responsabilidad parental" en cuanto a los alimentos se extienda hasta los 21 años de edad, o que, en
definitiva, la obligación de los progenitores de proveer recursos al hijo se amplíe hasta sus 25 años de
edad si la prosecución de estudios o preparación profesional de un arte u oficio le impide proveerse de
medios necesarios para sostenerse independientemente;
4) que el menor habite con el padre responsable, requiriéndose "convivencia" con los hijos (salvo el
segundo párrafo del art. 1755 (“Los padres no se liberan, aunque el hijo menor de edad no conviva con
ellos, si esta circunstancia deriva de una causa que les es atribuible”);
5) que entre el hecho del hijo y el daño a un tercero exista relación de causalidad.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
La responsabilidad de los padres entre si es solidaria (así lo expresa el propio art. 1754) y no
concurrente, debido a que ellos, sean de distinto o mismo sexo, responden por una única causa fuente,
esto es, por ser los progenitores del causante del perjuicio (conf. arts. 827 y 833 del CCC).
Pero la responsabilidad conjunta de los padres y del hijo causante del daño resulta concurrente frente al
damnificado (conf. art. 850 del CCC), ya que aquéllos responden como progenitores por el hecho de su
hijo –responsabilidad indirecta, art. 1754- y el descendiente responde como tal –responsabilidad
directa, art. 1749-, es decir, la causa fuente del responder varía en uno y otro caso (Sagarna, 2014).
Siendo la responsabilidad objetiva, los padres pueden eximirse total o parcialmente de responsabilidad
demostrando la eximente (hecho del damnificado, caso fortuito o el hecho de un tercero por quien no
deben responder). Es por ello que los padres no pueden liberarse de responsabilidad civil demostrando
su falta de culpa en el hecho, pues se trata de una responsabilidad basada en un factor de atribución
objetivo. Si se pudiera demostrar también esa eximente, se convertiría a la responsabilidad en una
mezcla entre objetiva y subjetiva (Sagarna 2014), desvirtuándose así la naturaleza de la primera, aunque
esto se da en la responsabilidad civil de los delegados en el ejercicio de la responsabilidad parental, en la
de los tutores y curadores, conforme al art. 1756, primer y segundo párrafos, del CCC.
Artículo 643. "Delegación del ejercicio. En el interés del hijo y por razones suficientemente justificadas,
los progenitores pueden convenir que el ejercicio de la responsabilidad parental sea otorgado a un
pariente, sin perjuicio de lo establecido en el artículo 674. El acuerdo con la persona que acepta la
delegación debe ser homologado judicialmente, debiendo oírse necesariamente al hijo. Tiene un plazo
máximo de un año, pudiendo renovarse judicialmente por razones debidamente fundadas, por un
período más con participación de las partes involucradas. Los progenitores conservan la titularidad de la
responsabilidad parental, y mantienen el derecho a supervisar la crianza y educación del hijo en función
de sus posibilidades."
Los padres no se liberan, aunque el hijo menor de edad no conviva con ellos, si esta circunstancia deriva
de una causa que les es atribuible (delegación del ejercicio)
Los padres no responden por los daños causados por sus hijos en tareas inherentes al ejercicio de su
profesión o de funciones subordinadas encomendadas por terceros. Tampoco responden por el
incumplimiento de obligaciones contractuales válidamente contraídas por sus hijos.
haber llegado el hijo a la mayoría de edad (art. 25, 1er párr., CCC),
como también si el menor se emancipa por matrimonio (art. 27, 1º y 2º párr., CCC).
Esta responsabilidad cesa si el hijo menor de edad es puesto bajo la vigilancia de otra persona,
sea en forma transitoria o permanente (conf. art. 1755, 1er párrafo, del CCC). Pero,
razonablemente, los padres no se liberan si el hijo no convive con ellos debido a una causa que
les es atribuible (conf. art. 1755, 2º párrafo, del CCC). La guarda que exima de responsabilidad
paterna debe ser legítima. La transmisión ocasional de la guarda no implicará cesación de la
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
responsabilidad de los padres, puesto que si se cede la vigilancia del hijo en forma transitoria,
también será exigible un cierto grado de permanencia en el control del menor para así
responder. La guarda circunstancial no hace cesar esa responsabilidad; de otro modo, bastaría
que el hijo esté momentáneamente a cargo de un tercero para eximirse de responsabilidad, y,
en la actualidad, los menores tienen una vida social altamente activa y no están siempre con
sus progenitores (Sagarna, 2014). Durante el día, la asistencia a la escuela hace cesar la
responsabilidad paterna para transmitir esa guarda provisoria al titular del establecimiento
educativo, por lo que deberá destacarse que la intención del legislador es que siempre haya un
responsable civil por los daños causados por los menores, sean los progenitores, los titulares de
establecimientos educativos o los delegados en el ejercicio de la responsabilidad parental
(Sagarna, 2014).
Delegados
Debemos recordar que existe una nueva figura normativa titulada "progenitor afín" (art. 672), quien
responde como "delegado en el ejercicio de la responsabilidad parental" y para ello deberán darse las
condiciones prescriptas en el art. 674 del CCC.
Artículo 674.- "Delegación en el progenitor afín. El progenitor a cargo del hijo puede delegar a su
cónyuge o conviviente el ejercicio de la responsabilidad parental cuando no estuviera en condiciones de
cumplir la función en forma plena por razones de viaje, enfermedad o incapacidad transitoria, y siempre
que exista imposibilidad para su desempeño por parte del otro progenitor, o no fuera conveniente que
este último asuma su ejercicio.
Esta delegación requiere la homologación judicial, excepto que el otro progenitor exprese su acuerdo de
modo fehaciente."
De tal modo, el "progenitor afín" responderá sólo en caso de delegación en virtud del art. 674 del CCC y
no podrá responder como "progenitor" en función del art. 1754 del CCC, toda vez que esta norma regula
una responsabilidad específica por el hecho del hijo y hace cargo de los daños producidos por el
descendiente a los padres, no a terceros que no lo son, aunque a veces cumplan ese rol (Sagarna, 2014).
El "progenitor afín" podrá igualarse al progenitor si el ejercicio de la responsabilidad parental es
conjunta conforme al art. 675, pero siempre que se den los requisitos exigidos por esta norma.
Artículo 675.- "Ejercicio conjunto con el progenitor afín. En caso de muerte, ausencia o incapacidad del
progenitor, el otro progenitor puede asumir dicho ejercicio conjuntamente con su cónyuge o
conviviente."
Cuando el art. 1754 del CCC exige habitación de los padres con los hijos para que se mecanice la
responsabilidad civil, no requiere –dice Sagarna (2012) - la “convivencia puntual en el mismo hogar”. Por
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
ejemplo, suceden en nuestra sociedad, con menores que viven en otras ciudades u otros países por
razones de estudio o por trabajo, supuestos en los que continúan siendo responsables los progenitores
por los hechos dañosos de sus hijos, porque si no, bastaría con que el hijo menor de edad viviera en otro
lugar, aunque no se trate de otra ciudad, para que aquéllos no respondan.
La responsabilidad paterna desaparece por los daños causados por los hijos en tareas inherentes al
ejercicio de su profesión (si la ejercen antes de cumplir la mayoría de edad a los 18 años, porque
posteriormente a esa edad se extingue esa responsabilidad) o de funciones subordinadas
encomendadas por otros (conf. art. 1755, 3er párrafo, 1ª parte, del CCC), siendo responsables, en este
último supuesto, estos terceros, en función de lo previsto en el art. 1753 del CCC.
La responsabilidad de los padres desaparece por los perjuicios provocados por los hijos menores en el
incumplimiento de obligaciones contractuales válidamente contraídas por ellos (conf. art. 1755, 3er
párrafo in fine, del CCC). Si el contrato no reúne este requisito, los progenitores continúan siendo
responsables.
Acción de la victima
El damnificado podrá accionar tanto contra el progenitor como contra el hijo menor, mayor de 10 años,
por el daño causado por éste, por lo que resulta innecesario demandar a este último para tener por
responsable al primero (conf. art. 1773 del CCC); aunque, si se pretende ejercer la acción contra el hijo,
tendrá que demandárselo para garantizar su ejercicio del derecho de defensa en juicio (Sagarna, 2014).
Rol del art. 1754 con otras normas del Código Civil y Comercial de la Nación
Los progenitores, además ser demandados en virtud de la responsabilidad civil por el hecho de sus hijos,
podrán serlo por ser dueños o guardianes de la cosa con la que el menor produjo el daño, es decir que
se podrá accionar contra aquéllos con fundamento en el art. 1754 y en los arts. 1757, 1758, 1759 y 1769
del CCC. Los progenitores también responden si el daño es causado por el hijo con una cosa de su
propiedad.
Artículo 1757. "Hecho de las cosas y actividades riesgosas. Toda persona responde por el daño causado
por el riesgo o vicio de las cosas, o de las actividades que sean riesgosas o peligrosas por su naturaleza,
por los medios empleados o por las circunstancias de su realización. La responsabilidad es objetiva. No
son eximentes la autorización administrativa para el uso de la cosa o la realización de la actividad, ni el
cumplimiento de las técnicas de prevención."
Artículo 1758. "Sujetos responsables. El dueño y el guardián son responsables concurrentes del daño
causado por las cosas. Se considera guardián a quien ejerce, por sí o por terceros, el uso, la dirección y el
control de la cosa, o a quien obtiene un provecho de ella. El dueño y el guardián no responden si prueban
que la cosa fue usada en contra de su voluntad expresa o presunta. En caso de actividad riesgosa o
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
peligrosa responde quien la realiza, se sirve u obtiene provecho de ella, por sí o por terceros, excepto lo
dispuesto por la legislación especial."
La primera norma establece dos supuestos de responsabilidad objetiva por la intervención de cosas: las
derivadas de su riesgo (la eventualidad de que llegue a causar daño) y el vicio (defecto originario o
derivado de la cosa).
Los dos textos (arts. 1757 y 1758) –dice la doctrina- no dejan margen de dudas respecto de que se
suprimió la responsabilidad del daño con las cosas o el supuesto equivalente de las "cosas sin riesgo
propio" que contemplaba una presunción de culpa. En materia de daños derivados de la intervención de
cosas, la responsabilidad será subjetiva u objetiva según el caso.
En cuanto a los sujetos responsables, se admite que el dueño y el guardián son responsables
indistintamente del daño causado por las cosas. Se considera guardián a quien ejerce, por sí o por
terceros, el uso, la dirección y el control de la cosa, o a quien obtiene un provecho de ella.
El dueño no responde si prueba que la cosa fue usada en contra de su voluntad expresa o presunta. En
caso de actividad riesgosa o peligrosa, responde quien la realiza, se sirve u obtiene provecho de ella, por
sí o por terceros, excepto lo dispuesto por la legislación especial.
La responsabilidad por el hecho de las cosas en el régimen vigente en el Código Civil y Comercial
1. Daños causados por el hecho del hombre, sea que se cause con el empleo de una cosa que actúa
dócilmente en sus manos o sin ella (art. 1109 del CC).
2. Daños causados con las cosas (art. 1113, párr. 2, parte 1era del CC). Es el supuesto de daño por el
hecho de la cosa que actúa activamente escapando del control del guardián. Sin embargo, estas cosas
son normalmente inofensivas. Ejemplos de esto encontramos en el supuesto de la caída de un árbol por
causas ordinarias, la humareda excesiva del horno sobre casas vecinas, humedades en paredes por
causas evitables.
3. Daños causados por el riesgo o vicio de la cosa (art. 1113 del CC, párrafo 2do., parte 2da.). Esta
categoría abarca los supuestos de daños causados por hechos de la cosa que interviene activamente,
pero que, por su naturaleza, estado o modo de utilización, encierra riesgos a terceros.Ejemplos de esta
categoría encontramos en los daños causados por un automóvil en movimiento, aeronaves, trenes,
ascensores, generadores eléctricos o productos elaborados.
1) por su naturaleza esto es, cuando, conforme a su estado natural, constituyen un peligro potencial
para terceros; (por ejemplo, un arma de fuego);
2) cuando la cosa, que no es peligrosa o riesgosa por su naturaleza, ve potenciada esa aptitud para
generar daños por la propia conducta del responsable que multiplica, aumenta o potencia las
posibilidades de dañosidad.
Comprende:
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
-,de la posición en que se localiza (madera transportada en un camión que cae sobre un automóvil al
que precede en la ruta).
Las cosas son viciosas cuando ostentan defecto de fabricación o de funcionamiento que las hace
impropias para su destino normal, pudiendo convertirse en una fuente potencial de riesgos para
terceros.
A. Defecto de fabricación.
B. Defecto de diseño.
C. Defecto de información.
a) Daños causados por el riesgo de la cosa (eventualidad de que llegue a causar daño) o vicio
de la cosa (defecto originario o derivado de la cosa).
Se distingue entre riesgo y vicio. Pero se suprime la responsabilidad por los daños causados con las
cosas, fundada en la presunción de culpa.
El riesgo supone la eventualidad –posibilidad- de que una cosa llegue a causar un daño. El vicio
constituye un defecto de fabricación o funcionamiento que la hace impropia para su destino normal.
La norma que regula el riesgo creado (por riesgo o vicio de la cosa) ratifica la idea de prescindencia de
culpa, pues el factor de atribución es objetivo.
El art. 1757 CCyC centra su campo de aplicación, entonces, en aquellos supuestos en que el daño es
ocasionado por las cosas viciosas o riesgosas, es decir, los supuestos en que el perjuicio es producido
por el hecho de la cosa, en los que esta interviene activamente en la producción del resultado. Es decir,
cuando el daño sea ocasionado por una cosa que, por su naturaleza, estado o modo de utilización
engendra daños para terceros.
Por otra parte, la responsabilidad es, en estos casos, objetiva, es decir que la conducta subjetivamente
reprochable del agente es irrelevante a los fines de imputarle responsabilidad. El factor de atribución
aplicable es el riesgo. Por ende, para eximirse de responsabilidad el sindicado como responsable deberá
acreditar la causa ajena, es decir, el hecho de la víctima, de un tercero por el cual no debe responder o
el caso fortuito o fuerza mayor.
Partiendo de esa premisa, a la víctima le bastará con acreditar el contacto material entre el hecho de la
cosa y el daño, para que surja la presunción de adecuación causal, es decir, que el accionar de la cosa
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
viciosa o riesgosa fue la que, conforme el curso normal y ordinario de los acontecimientos, produjo el
resultado.
Se suprime en el artículo la categoría de daños con las cosas, que regulaba el art. 1113. La mayoría de la
doctrina asimilaba este supuesto al riego de la cosa. Al eliminarse el daño con las cosas, el factor de
atribución será objetivo o subjetivo según se trate de un daño causado por el hombre o por el hombre
valiéndose de una cosa que es instrumento de su acción (que es subjetiva), y por otro lado los daños
causados por cosas riesgosas o con vicios (que es objetiva). En el mismo sentido Compagnucci de Caso
entiende que quedó eliminada la categoría de los daños “con las cosas” (2014) quedando regulada la
hipótesis del daño causado por el riesgo o vicio de las cosas y la actividad riesgosa.-
Las actividades riesgosas o peligrosas son aquellas que pueden ocasionar un daño. Se incorpora, de este
modo, la idea del “riesgo de empresa”, pues la actividad es vista como algo complejo, un proceso de
actividades conjuntas que conjuga elementos humanos, es decir, la intervención del hombre, como
también elementos mecánicos (maquinarias) y materiales (como pueden ser sustancias).
Daños causados por productos y servicios defectuosos en el ámbito de las relaciones de consumo
Los productos y servicios son aptos para satisfacer en mayor o menor grado las necesidades y exigencias
de los consumidores, los cuales, normalmente, tendrán un margen subjetivo para aprobarlos o
reprobarlos.
Cabe destacar que, dentro de los productos defectuosos, se distinguen normalmente tres tipologías
básicas de peligrosidad:
Defectos de fabricación:
Aparecen de modo aislado en una o varias unidades de una serie, son regulares y pueden producirse por
falla de alguna máquina o por error humano durante la producción. Normalmente, el producto se desvía
del diseño previsto en virtud de estas deficiencias que no son detectadas y que lo tornan inapto para su
destino. Estas fallas son habitualmente previsibles estadísticamente dentro de los índices de falibilidad
de un proceso de producción. En tal sentido, también son difícilmente evitables, en tanto están incluidas
en el porcentual de riesgo no susceptible de ser eliminado en términos de eficiencia económica.
Ejemplos de estos tipos de daños son los que se producen durante las etapas de fabricación, montaje,
manipulación o acondicionamiento de productos.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
Los mismos no afectan a una unidad individual, sino a toda la serie, obedeciendo a deficiencias en el
proceso de diseño y proyecto del producto.
Normalmente involucran fallas de decisión empresarial previa a la fabricación del producto, ensamblado
y control de calidad. Dado que los proveedores de bienes y servicios son profesionales, se espera de
parte de ellos la conducta de expertos. Este tipo de defectos es evitable, pero difícilmente previsible
estadísticamente.
Estos defectos se suelen presentar en productos que, pese a haber sido fabricados para el uso al que se
destinan, por tener determinadas características peligrosas, previsibles para terceros, por su
complejidad o por cualquier otra razón deben ir acompañados con instrucciones sobre el modo de
empleo a fin de prevenir daños al destinatario. Cuando el producto no advierte adecuadamente los
riesgos que su uso implica, o el modo de utilización seguro y adecuado, causando un daño al usuario o
consumidor, el proveedor profesional podrá ver comprometida su responsabilidad.
Régimen legal
Previo ingreso al régimen establecido por la ley 24240 y sus modificatorias, debemos decir que la
complementación del derecho del consumidor dentro del Código Civil y Comercial implica una profunda
armonización y sistematización entre los distintos componentes del sistema de protección jurídica del
consumidor: la Constitución Nacional (arts. 42 y 43), la ley especial 24240 y el Código Civil y Comercial.
De conformidad con esta perspectiva se produce una integración del sistema legal en una escala de
graduación compuesta por:
b) los principios y reglas generales de protección mínima y el lenguaje común del Código;
Si el daño al consumidor resulta del vicio o riesgo de la cosa o de la prestación del servicio, responderán
el productor, el fabricante, el importador, el distribuidor, el proveedor, el vendedor y quien haya
puesto su marca en la cosa o servicio. El transportista responderá por los daños ocasionados a la cosa
con motivo o en ocasión del servicio.
La responsabilidad es solidaria, sin perjuicio de las acciones de repetición que correspondan. Sólo se
liberará total o parcialmente quien demuestre que la causa del daño le ha sido ajena.
La ley utiliza el vocablo “cosa”, pero la noción de producto es más amplia, ya que implica que la cosa es
además “producida”, es decir, que es el resultado de un proceso de fabricación.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
El fundamento de la obligación de resarcir que pesa sobre los legitimados pasivos es de carácter
objetivo, basado en la idea de riesgo de empresa. En consecuencia, la liberación de los sindicados como
responsables se producirá solamente en caso de que logren acreditar la existencia de una causa ajena
que interrumpa el nexo causal.
1) Respecto de la legitimación activa, es indudable que corresponde al consumidor, cuya noción debe
ser buscada en el art. 1º de la Ley 24240, que reza:
"Objeto. Consumidor. Equiparación. La presente ley tiene por objeto la defensa del consumidor o usuario,
entendiéndose por tal a toda persona física o jurídica que adquiere o utiliza objetos bienes o servicios en
forma gratuita u onerosa como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social.
Queda comprendida la adquisición de derechos en tiempos compartidos, clubes de campo, cementerios
privados y figuras afines. Se considera asimismo consumidor o usuario a quien, sin ser parte de una
relación de consumo, como consecuencia o en ocasión de ella adquiere o utiliza bienes o servicios como
destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social, y a quien de cualquier manera está
expuesto a una relación de consumo."
Como se puede observar, la ley no sólo legitima al consumidor y usuario a reclamar los daños causados
por el riesgo o vicio de la cosa o servicio, sino también a todo aquél que adquiere o utiliza los bienes o
servicios onerosa o gratuitamente, como destinatario final, para sí o su grupo familiar.
…a los fines de la tutela normativa por daños causados por riesgo o vicio del producto, deben ser
tratados como consumidores pues están dentro de la esfera de protección legal y, consecuentemente
legitimados activamente para accionar en los términos del art. 40 de la ley 24240.
2) La legitimación pasiva suele conformarse por todos aquellos sujetos que intervienen en la cadena de
producción, comercialización, e inclusive transporte del producto defectuoso. Todo ello, a fin de
proteger a la víctima del daño y fundado en el factor de atribución objetivo del riesgo creado o de
empresa. En nuestro régimen legal debemos tener en cuenta el art. 2 de la ley 24240, que establece
que el proveedor:
"Es la persona física o jurídica de naturaleza pública o privada, que desarrolla de manera profesional,
aun ocasionalmente, actividades de producción, montaje, creación, construcción, transformación,
importación, concesión de marca, distribución y comercialización de bienes y servicios, destinados a
consumidores o usuarios. Todo proveedor está obligado al cumplimiento de la presente ley."
Asimismo, la ley excluye del concepto de proveedor a los profesionales liberales que requieran para su
ejercicio el título universitario y la matrícula.
La norma es bastante clara, a lo que debemos agregar que el art. 40 detalla el abanico de posibles
sindicados como responsables, los cuales responderán solidariamente ante la víctima sin perjuicio de las
acciones de regreso que luego pudieran ejercer entre ellos:
a) El productor. Esta locución amplia incluye el fabricante de la cosa o servicio, el cual es luego es
mencionado nuevamente en este cuerpo normativo.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
b) El fabricante. El concepto de fabricante abarcaría no sólo al fabricante real o material del producto
final, sino también al fabricante parcial de cualquier elemento que sea integrado en un producto total o
materia prima a ser utilizada para un producto determinado.
e) El proveedor aparente. El proveedor aparente es aquella persona física o jurídica que, sin alcanzar la
calidad de productor de un bien, se presente externamente al público como fabricante o productor
colocando su nombre o razón social, marca o cualquier otro signo distintivo en el producto, envase o
envoltorio, etc. El proveedor aparente de bienes y servicios genera una apariencia de autenticidad ante
terceros que es dable de ser considerada por el ordenamiento jurídico a fin de proteger a los
consumidores y usuarios. En tal sentido, el proveedor aparente responde solidariamente junto con los
demás sujetos involucrados en la cadena de producción, comercialización y transporte del producto, sin
perjuicio de las acciones de regreso que luego correspondan. El fundamento de su responsabilidad
descansa en el riesgo creado y de empresa, al igual que en la generación de confianza.
f) El transportista. Este sujeto responde sólo por los daños ocasionados con motivo o en ocasión del
transporte del producto.
Tal como mencionamos anteriormente, la responsabilidad de todos ellos es solidaria, sin perjuicio de
las acciones de regreso que pudieran corresponder.
Prueba
Respecto de la prueba, como regla, quien tiene una pretensión debe demostrar la existencia del daño, el
defecto del producto y la relación de causalidad entre el daño y la conducta del sindicado como
responsable. Ya que se trata de supuestos de responsabilidad objetiva, no corresponde probar la culpa
de los legitimados pasivos.
En el marco del art. 40 de la Ley 24240, la constatación de la relación causal se proyecta sobre todos los
legitimados pasivos hasta tanto acrediten la ruptura del nexo causal, cuya prueba y alegación les
corresponderá a los mismos.
DAÑO DIRECTO
Dentro del marco legislativo vigente, las pautas que aporta el nuevo CCC, en materia de daños derivados
de las cosas, se integran al sistema de protección jurídica de los consumidores, junto a la Constitución
Nacional (arts 42 y 43) y a la ley especial 24240 y sus normas modificatorias. En relación a ésta última, el
supuesto de responsabilidad objetiva lo encontramos en sus arts 40 y 40bis.
Artículo 40 ley 24240 — Responsabilidad solidaria. Si el daño al consumidor resulta del vicio o riesgo de
la cosa o de la prestación del servicio, responderán el productor, el fabricante, el importador, el
distribuidor, el proveedor, el vendedor y quien haya puesto su marca en la cosa o servicio. El
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
transportista responderá por los daños ocasionados a la cosa con motivo o en ocasión del servicio. La
responsabilidad es solidaria, sin perjuicio de las acciones de repetición que correspondan. Sólo se liberará
total o parcialmente quien demuestre que la causa del daño le ha sido ajena.
Artículo 40 bis ley 24240 — Daño directo. El daño directo es todo perjuicio o menoscabo al derecho del
usuario o consumidor, susceptible de apreciación pecuniaria, ocasionado de manera inmediata sobre sus
bienes o sobre su persona, como consecuencia de la acción u omisión del proveedor de bienes o del
prestador de servicios. Los organismos de aplicación, mediante actos administrativos, fijarán las
indemnizaciones para reparar los daños materiales sufridos por el consumidor en los bienes objeto de la
relación de consumo. Esta facultad sólo puede ser ejercida por organismos de la administración que
reúnan los siguientes requisitos: a) La norma de creación les haya concedido facultades para resolver
conflictos entre particulares y la razonabilidad del objetivo económico tenido en cuenta para otorgarles
esa facultad es manifiesta; b) Estén dotados de especialización técnica, independencia e imparcialidad
indubitadas; c) Sus decisiones estén sujetas a control judicial amplio y suficiente. Este artículo no se
aplica a las consecuencias de la violación de los derechos personalísimos del consumidor, su integridad
personal, su salud psicofísica, sus afecciones espirituales legítimas, las que resultan de la interferencia en
su proyecto de vida ni, en general, a las consecuencias no patrimoniales.
-Muchas veces, los productos y servicios concebidos para satisfacer en mayor o menor grado las
necesidades y exigencias de los consumidores, se tornan inaptos para su destino debido a ciertas
deficiencias que pueden presentar, entre las que se distinguen normalmente tres tipologías básicas de
peligrosidad: a) los vicios de fabricación; b) los vicios de concepción (diseño, proyecto y construcción); c)
los vicios de comercialización (instrucciones o información).
Cuando a consecuencia de ellas, se producen daños a los consumidores, usuarios o a terceras personas,
se genera la obligación del productor de alertar al consumidor en caso de ser conocida, retirar el
producto del mercado y/o indemnizar los daños generados, según el caso.
El concepto de actividad riesgosa está íntimamente relacionado con la actividad industrial, cuyas
circunstancias ordinarias de desenvolvimiento generan un peligro potencial para terceros. No importa
para su configuración si en la actividad riesgosa intervenía o no una cosa, o si lo hacía activa o
pasivamente. De hecho, el vocablo “actividad” indica la existencia de uno o varios hechos humanos
aisladamente, o con la combinación de elementos externos, materiales o inmateriales.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
Explican Pizarro y Vallespinos, (2014) que el carácter riesgoso de la actividad se origina en circunstancias
extrínsecas, de persona, tiempo y lugar, que la convierten en peligrosa para terceros. La ponderación de
tales circunstancias, al igual que la incidencia riesgosa de la misma, debe ser analizada en abstracto,
prescindiendo de la conducta del sindicado como responsable, que podría ser asimismo reprochable.
Fundamento
El fundamento de la responsabilidad por daños causados por actividades riesgosas radica en el riesgo
creado o de empresa.
Se afirma que "actividad riesgosa" es una expresión que tiende a superar el rígido marco de la exigencia
de una "cosa" como presupuesto necesario para la configuración de la responsabilidad objetiva. El
carácter riesgoso de la actividad –sostiene Pizarro (2006)- deviene de su peligrosidad intrínseca o de
circunstancias extrínsecas, instrumentales, de persona, tiempo y lugar que la tornan peligrosa para
terceros. Puede vincularse con su propia naturaleza, con los medios o elementos utilizados y con las
metodologías empleadas para desplegar ciertas actividades, las cuales deben ser gobernadas por su
titular.
Legitimación pasiva
La responsabilidad recae sobre quien genera, fiscaliza, supervisa, controla o potencia en forma
autónoma la actividad riesgosa.
Según la norma, la legitimación pasiva por actividad riesgosa recae sobre “quien la realiza, se sirve u
obtiene provecho de ella, por sí o por terceros, excepto lo dispuesto por la legislación especial”. Esa
actividad lucrativa asociada con el riesgo o peligro conduce a imputar objetivamente el deber
resarcitorio. En la actividad riesgosa, la legitimación pasiva es más amplia que en el riesgo creado
porque no sólo involucra al dueño o guardián, sino –a tenor del art. 1758- "a quién la realiza, se sirve u
obtiene provecho de ella, por si o por terceros, excepto lo dispuesto en la legislación especial".
De tal forma, se apunta no tanto o no siempre al ejecutor material y directo del perjuicio, sino al titular
de la actividad de la que el daño puede resultar, normalmente el organizador, explotador o empresario,
aunque la actividad sea desenvuelta materialmente a través de otros.
Para las actividades riesgosas o peligrosas rigen todos los requisitos de la responsabilidad objetiva
aplicables al riesgo o vicio de las cosas (las eximentes, la carga de la prueba, etc.), salvo lo atinente a la
legitimación pasiva, que es más amplia en la actividad que en el riesgo o vicio, como hemos podido
observar.
La actividad riesgosa se puede proyectar espacial y temporalmente de modo tal que sean varios los
obligados a resarcir concurrentemente. En caso que la legitimación pasiva sea plural (de modo
simultáneo, compartido o sucesivo) todos responden concurrentemente frente al damnificado (art.
1758 del CCC), salvo que la solidaridad esté establecida por ley (art. 40, ley 24240).
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
Eximentes
Las eximentes que rigen esta responsabilidad son las del sistema de responsabilidad objetiva:
• Hecho de la víctima
a) La responsabilidad del conductor de un automotor está incluida dentro de la actividad riesgosa con
factor objetivo de atribución.
b) Los accidentes de automotores, cualquiera sea su forma y modo de producción, quedan atrapados en
el art. 1757, de conformidad al art.1769 del CCC.
c) La responsabilidad del principal por el hecho del dependiente puede experimentar una mutación
desplazándose al ámbito de los daños causados por el hecho propio. Quien utiliza un dependiente
amplía su esfera de acción, respondiendo por sus actos en forma objetiva.
d) La mayoría de los infortunios laborales son comprendidos por el riesgo de la actividad realizada.
f) La responsabilidad por daño ambiental queda atrapada por estas normas, más allá de la plena
vigencia de la normativa específica.
g) Los daños sufridos en espectáculos públicos deportivos, al igual que en otros tipos de espectáculos
públicos (conciertos, etc.), caen en la esfera de las actividades riesgosas.
En torno a la responsabilidad patrimonial del Estado, el nuevo Código establece dos cosas que deben ser
resaltadas:
• regula la responsabilidad patrimonial del Estado, cosa que el Código derogado no hacía,
• al regular la situación, determina que las disposiciones del capítulo 1 del CCC referentes a la
responsabilidad civil son inaplicables al Estado, pues en este caso se debe recurrir a las normas
del derecho administrativo nacional o local.
El actual sistema jurídico no exime de responsabilidad patrimonial al estado sino que determina la
inaplicabilidad de las normas contenidas en el Capítulo referido a la responsabilidad civil (arts. 1708 a
1781), remitiendo a las normas del derecho administrativo nacional o local. Además el cuadro
normativo se completa con la ley 26944 de Responsabilidad Estatal.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
Inclusión al CCC:
*Art. 1764 CCC- "Inaplicabilidad de normas. Las disposiciones del Capítulo 1 de este Título no son
aplicables a la responsabilidad del Estado de manera directa ni subsidiaria."
*Art 1765 CCC- "Responsabilidad del Estado. La responsabilidad del Estado se rige por las normas y
principios del derecho administrativo nacional o local según corresponda."
El Código Civil y Comercial de la Nación, al tratar la responsabilidad patrimonial del estado, opta por la
aplicación de las normas del derecho administrativo nacional o local a la responsabilidad estatal,
apartándose de la responsabilidad civil general. Pero circunscribe la inaplicabilidad a las normas de
responsabilidad civil solamente contenidas en el Capítulo 1 del Título V y no a otras normas que
contiene ese cuerpo normativo sobre responsabilidad civil en otros libros o títulos o capítulo. Esto en la
práctica significa que muchas de las demandas presentadas contra el estado tengan como régimen
jurídico el Código Civil y Comercial.
Como complemento de los artículos del Código Civil que remiten a las normas de derecho
administrativo, se dictó una ley marco que rige la responsabilidad estatal: Ley 26944.
ARTICULO 1° — Esta ley rige la responsabilidad del Estado por los daños que su actividad o inactividad
les produzca a los bienes o derechos de las personas.
-Las disposiciones del Código Civil no son aplicables a la responsabilidad del Estado de manera directa ni
subsidiaria. La sanción pecuniaria disuasiva es improcedente contra el Estado, sus agentes y
funcionarios.
• Por los daños y perjuicios que se deriven de casos fortuitos o fuerza mayor, salvo que sean
asumidos por el Estado expresamente por ley especial;
• Cuando el daño se produjo por el hecho de la víctima o de un tercero por quien el Estado no
debe responder.
ARTICULO 3° — Son requisitos de la responsabilidad del Estado por actividad e inactividad ilegítima:
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
• Falta de servicio consistente en una actuación u omisión irregular de parte del Estado;
la omisión sólo genera responsabilidad cuando se verifica la inobservancia de un deber
normativo de actuación expreso y determinado.
• Daño cierto y actual, debidamente acreditado por quien lo invoca y mensurable en dinero;
• Sacrificio especial en la persona dañada, diferenciado del que sufre el resto de la comunidad,
configurado por la afectación de un derecho adquirido.
-La indemnización de la responsabilidad del Estado por actividad legítima comprende el valor objetivo
del bien y los daños que sean consecuencia directa e inmediata de la actividad desplegada por la
autoridad pública, sin que se tomen en cuenta circunstancias de carácter personal, valores afectivos ni
ganancias hipotéticas.
-Los daños causados por la actividad judicial legítima del Estado no generan derecho a indemnización.
ARTICULO 6° — El Estado no debe responder, ni aun en forma subsidiaria, por los perjuicios ocasionados
por los concesionarios o contratistas de los servicios públicos a los cuales se les atribuya o encomiende
un cometido estatal, cuando la acción u omisión sea imputable a la función encomendada.
-La pretensión resarcitoria contra funcionarios y agentes públicos prescribe a los tres (3) años.
-La acción de repetición del Estado contra los funcionarios o agentes causantes del daño prescribe a los
tres (3) años de la sentencia firme que estableció la indemnización.
ARTICULO 10. — La responsabilidad contractual del Estado se rige por lo dispuesto en las normas
específicas. En caso de ausencia de regulación, se aplica esta ley en forma supletoria.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
Concepto.
Cuando nos referimos a la responsabilidad derivada del ejercicio de profesiones liberales estamos
hablando de aquellas ocupaciones que requieren título habilitante otorgado por una universidad,
sometimiento al régimen disciplinario o ético y con colegiación obligatoria. En consecuencia, la
actuación profesional presume un conocimiento a nivel de experticia por parte del profesional y, a la
vez, la ostentación de la matrícula profesional otorgada por el colegio profesional correspondiente. Una
de sus aristas más relevantes, se da en relación a la fuente o hecho generador de dicha responsabilidad,
ésta puede ser el incumplimiento de una obligación de origen legal o contractual por parte del
profesional o la simple violación de un deber genérico de no dañar a otro. Pero en este tipo de
responsabilidades, generalmente, el antecedente que da pie al daño es un contrato. Y es justamente en
el ámbito contractual donde asume relevancia la clasificación de las obligaciones de medios y de
resultado, pues determinará la aplicación de un factor subjetivo u objetivo de atribución.
Profesionales liberales. La actividad del profesional liberal está sujeta a las reglas de las obligaciones de
hacer. La responsabilidad es subjetiva, excepto que se haya comprometido un resultado concreto.
Cuando la obligación de hacer se preste con cosas, la responsabilidad no está comprendida en la Sección
7ª, de este Capítulo, excepto que causen un daño derivado de su vicio. La actividad del profesional liberal
no está comprendida en la responsabilidad por actividades riesgosas previstas en el artículo 1757.
-Conforme a la norma (Art 1768), que asimila la actividad de los profesionales liberales a las
“obligaciones de hacer” (Consiste en la prestación de un servicio o en la relación de un hecho, en
tiempo, forma y modo acordado por las partes. Art 744), la responsabilidad, por regla es subjetiva,
excepto que se haya comprometido un resultado concreto.
El profesional promete un hacer que consiste en una diligencia conforme a las reglas de la profesión, sin
que pueda asegurar un resultado; de allí que la imputación sea subjetiva y pueda liberarse probando su
falta de culpa. En cambio, si promete un resultado, la imputación es objetiva.
-Entonces, en la obligación de medios, opera el factor subjetivo, y se rige por los principios generales de
la culpa. No obstante ello, los profesionales, en razón de su conocimiento, tienen un deber mayor de
previsión y prudencia, tal como regula el art. 1725. De ahí que podemos generalizar algunos deberes
profesionales que constituyen estándares y pautas de conducta que deben valorarse conforme el caso
concreto:
a) Deber de actuación profesional diligente. Tiene que ver con la forma en que el profesional presta el
servicio.
d) Obligación de seguridad. Arbitrar los medios para evitar daños al cliente, en el cumplimiento de la
obligación.
-Si en cambio, el profesional liberal se comprometió a un resultado concreto, cuyo compromiso puede
surgir de lo pactado expresamente o de la naturaleza de la obligación, interpretándola restrictivamente;
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
la responsabilidad será objetiva (art. 1768 del CCC), por lo que, para exonerarse total o parcialmente de
responsabilidad, aquél deberá acreditar una causa ajena al hecho dañoso como protagonista en la
causalidad (arts. 1729, 1730 y 1731 del CCC).
En definitiva, Si lo comprometido es un resultado, el factor de atribución será objetivo (arts. 1723 del
CCC). Si lo comprometido implica sólo el deber de diligencia, pericia y prudencia orientada a producir un
resultado, pero sin asegurarlo, el factor de atribución será subjetivo (arts. 1724 y 1725 del CCC).
NOCIONES.
- El automotor es una cosa mueble registrable, no se considera propietario al poseedor de la cosa, sino
al titular registral. Conforme a ello, en caso de daños provocados por automotores uno de los
responsables (sujeto pasivo) es el titular registral, aun cuando no haya participado personalmente
(como conductor) en el accidente automovilístico.
- Cuando los sujetos propietarios y titulares registrales del bien, transfieren la posesión del rodado por
un precio en dinero (compraventa) y omiten inscribir dicha tradición, no se produce la transferencia del
bien, sino una promesa de transferencia. Por lo cual, el titular sigue siendo responsable civilmente ante
los terceros. Esto conforme a lo dispuesto por el art. 1757 del CCC, que responsabiliza
concurrentemente al dueño y al guardián del automotor por los daños causados y sin perjuicio de las
acciones de regreso correspondientes.
- Ahora bien, la normativa especial en la materia, concluye en forma idéntica, en que hasta tanto se
inscriba la transferencia, el transmitente será civilmente responsable por los daños y perjuicios que se
produzcan con el automotor, pero AGREGA una causal de liberación, que es discutible y criticada por la
desprotección que implica para la víctima. Se trata de la comunicación de venta, comunmente llamada
“denuncia de venta”, que cuando es previa al hecho dañoso, equipara la situación al supuesto de
eximente por tercero por quien no debe responder, y se reputará que el automotor fue usado en contra
de su voluntad.
*El Art 1769 establece que a los daños causados por la circulación de vehículos deberán aplicarse las
disposiciones referidas a la responsabilidad derivada de la intervención de cosas. Como resultado de
ésta remisión:
2. Se aplican las normas del art. 1757 y las causales de eximición de responsabilidad (no del
culpa): hecho de la víctima, hecho del tercero asimilable al caso fortuito, uso contra la voluntad
expresa o presunta del dueño, 1758, caso fortuito extraño al riesgo propio de la cosa, art. 1733,
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
• El rodado detenido en el carril de una autopista configura una anomalía de tal magnitud e
imprevisibilidad, que en términos de normalidad no responsabiliza al conductor que lo embistiera.
• Daño recíproco: caso de colisión de dos automotores, cada uno se presume responsable de los
daños que sufrió el otro. No hay en esos casos neutralización de riesgos. Todos tienen presunción de
responsabilidad.
• La violación de las normas administrativas de tránsito como el circular sin carnet, son
presunción de responsabilidad pero admiten prueba en contrario.
a) Responsable Directo: El conductor del vehículo. La obligación de resarcir cae sobre quien conducía el
automóvil al momento de producirse el daño. El factor de atribución es objetivo pues desarrolla una
actividad riesgosa (art. 1757 del CCC).
b) Responsables por el hecho ajeno. Dentro de esta categoría quedan incluidas la responsabilidad del
principal por el dependiente y la responsabilidad de los padres, tutores y curadores por los daños
causados por los menores de edad sujetos a patria potestad, etc. En estos casos se responde aun
cuando los terceros hayan efectuado la conducción del vehículo.
c) Responsables por el riesgo de la cosa. La responsabilidad del titular registral del automotor en la ley
22977 y el poseedor del automotor cuando existe comunicación de venta.
El cruce de un peatón desprevenido forma parte del riesgo asumido al conducir un automotor, propio
del tránsito y no constituye un eximente de responsabilidad, así el mismo haya sido fuera de la senda
peatonal. En ese sentido se ha pronunciado la CSJN, afirmando que el cruce de la calzada realizado por
un peatón, no tiene entidad para interrumpir totalmente el nexo de causalidad entre el riesgo de la cosa
y el perjuicio (art. 1113 CC).
En cambio cuando el comportamiento del peatón que irrumpe indebidamente en la calzada sucede en
forma sorpresiva o abrupta, puede configurar culpa o hecho de la víctima, eximiendo total o
parcialmente al sindicado como responsable.
RESPONSABILIDAD COLECTIVA
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
*ART 1760. Cosa suspendida o arrojada - "Si de una parte de un edificio cae una cosa, o si ésta es
arrojada, los dueños de dicha parte responden solidariamente por el daño que cause. Sólo se libera quien
demuestre que no participó en su producción."
-La norma comprende dos supuestos en los que la relación causal es alternativa, ya que, si la cosa ha
caído o ha sido arrojada desde uno de los departamentos, los demás dueños y ocupantes no han
participado en la producción del daño.
-Abarca tanto la caída como que sea arrojada, respondiendo a la tendencia de que los daños sean
tratados de una manera uniforme, cualquiera fuere la fuente de donde provengan, hecho de la cosa o
hecho del hombre.
-El nuevo Código no incluye recaudos vinculados al lugar donde caiga la cosa, por lo que resulta
aplicable a quienes transiten o se encuentren en un terreno no sujeto a servidumbre de tránsito,
siempre que el tránsito o estancia sean legítimos.
-Se alude a 2 responsables: el dueño, por su vinculación dominial con el lugar del que ha partido la
fuerza dañadora, y el ocupante, en cuanto es la persona que ostenta el control del lugar.
-Eximentes: se libera quien demuestre que no participó en la producción del daño. Ello significa el
establecimiento de una presunción en favor de la víctima que ha sufrido el daño por la caída de una cosa
desde un edificio, de que los autores son los ocupantes y de que los dueños deben responder de manera
solidaria con aquéllos. Esa presunción se extingue si el determinado autor prueba que no participó en la
producción del daño.
De lo dicho surge claramente que este tipo de responsabilidad es objetiva y que el eximente se
encuentra en la causalidad y no en la falta de culpa. Se exime el sindicado como responsable
acreditando que su inmueble no se encuentra en la parte de la cual provino la cosa que ocasionó el
daño.
-La identificación del sujeto causante del daño determina que deje de ser un supuesto de responsabilidad
colectiva.
*ART 1761. Autor anónimo - "Si el daño proviene de un miembro no identificado de un grupo
determinado responden solidariamente todos sus integrantes, excepto aquel que demuestre que no ha
contribuido a su producción".
-La causalidad es alternativa; el daño deriva de una o más conductas individuales cuya identificación no
es posible, pero cuyos autor o autores están dentro de un grupo determinado de personas. Es decir que
ello se aplicará a los supuestos en los que se haya producido un daño que sólo pudo tener por autor a
uno o más miembros de un grupo determinado que no desarrollara una actividad peligrosa para
terceros.
-Todos los integrantes del grupo responderán solidariamente, a excepción de aquellos que demostraran
que no han contribuido a la producción del daño
-El grupo se establece por medio del examen del nexo causal desde el daño hacia los autores probables,
que debe ser acreditado por el damnificado; se trata de una responsabilidad instituida a favor de la
víctima sobre la base de una relación causal que sólo permite llegar al grupo de autores probables, pero
no admite llegar al autor concreto.
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Derecho de Daños Efip II (Dra. Lagos)
- Si el autor es identificable, sólo éste responderá, en tanto ya no hay anonimato que justifique
responsabilizar al grupo al que pertenecía.
Esa causal de eximición se justifica porque, habiendo presunción de causalidad por la integración del
grupo, es eximente la prueba de la identidad del integrante que causó el daño, pues cada uno de los
integrantes no es respecto del resto un tercero extraño por el cual no se deba responder, sino todo lo
contrario: es alguien asociado al factor de riesgo desatado por la comunidad.
Así, el daño ocasionado a un tercero reconoce como causa la acción desplegada por el grupo. Por ello se
denomina daño anónimo, en tanto no es posible determinar cuál o cuáles de los miembros del grupo lo
han perpetrado.
*ART 1762 Actividad peligrosa de un grupo - "Si un grupo realiza una actividad peligrosa para terceros,
todos sus integrantes responden solidariamente por el daño causado por uno o más de sus miembros.
Sólo se libera quien demuestre que no integraba el grupo."
En un sentido jurídico, el grupo deber ser, además de una realidad numérica, una realidad cualitativa; no
consiste en la mera yuxtaposición de personas, pues media "pertenencia" de cada una al conjunto a
través de un lazo de cohesión, más o menos definido. Es decir, además de pluralidad se requiere cierto
nivel de interacción o comunicación (voluntaria o subconsciente) que posibilita, así sea de manera
virtual, una suerte de influencia, control o contagio recíproco. Surge entonces una "unificación" o
"legitimación" o "ligamen" entre los integrantes, que autoriza a imputar a todos el factor de riesgo que
el grupo genera. Puesto que, a través de la participación en el grupo, el individuo participa en el riesgo
descripto a la actividad colectiva.
-El presupuesto fáctico de la norma es la realización de una actividad riesgosa por parte de un grupo de
personas. La causalidad que presupone la norma es la actuación conjunta o en común del grupo. Es
decir, el daño debe derivar de una actividad peligrosa desarrollada en conjunto.
-La responsabilidad de todos los miembros del grupo es solidaria y sólo se eximirá quien demuestre que
no integraba el grupo. Esto es así, porque no es posible acreditar la relación de causalidad en forma
directa hacia uno de los integrantes, sino que se le atribuye la responsabilidad a la actuación grupal por
ser creadora de riesgo para terceros. Se trata de un factor objetivo de atribución.
-Por lo antes dicho, es ineficaz e indiferente la identificación de la autoría material del hecho, porque la
responsabilidad deriva de la pertenencia al grupo por sí misma. Son legitimados pasivos todos los
integrantes del grupo, quienes responden solidariamente ante la víctima.
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