El Entorno Literario Y Los Textos de Ravel: Mikel Iriondo
El Entorno Literario Y Los Textos de Ravel: Mikel Iriondo
El Entorno Literario Y Los Textos de Ravel: Mikel Iriondo
EL ENTORNO LITERARIO
Y LOS TEXTOS DE RAVEL
Mikel Iriondo
Ravelek garaiko poeta sinbolistekin zituen harremanak estuak izan ziren, bai haien testuak erabiltzeari da-
gokionez eta bai bere musika aldetik haien literatura planteamenduekiko sintonian zegoelako. Artean aurrerabi-
dea bermatzen duten konposizio moldeen aldeko apustua aurkitzen da Ravelen lan gogorraren oinarrian, uste-
kabeko aurkikuntzaz mesfidatzen zelarik.
Les relations de Ravel avec les poètes symbolistes de son temps furent étroites tant au moment de I’utili-
sation de leurs textes dans différentes compositions musicales, qu’en ce qui concerne la syntonie, depuis la
musique, avec ses projets littéraires innovateurs. Le pari pour ces sortes de compositiones qui garantissent le
progrès des arts, est à la base du dur travail ‘ravelien” quise méfie des trouvailles hazardeuses.
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M. Ravel es un compositor musical muy directamente influenciado por la literatura y más
en concreto por la poesía. Sus gustos literarios coinciden además con el de aquellos que
pretenden una renovación radical en el ámbito poético. No es extraño por ello que el texto de
algunas de sus composiciones pertenezca a alguno de los poetas destacados en los nuevos
modos compositivos, Verlaine o Mallarmé por ejemplo.
Podríamos trazar un recorrido de las preferencias literarias de Ravel coincidente con la
trayectoria de la señalada renovación del quehacer poético: camino que exigiría revisar las
contribuciones de E.A.Poe, Baudelaire, Verlaine, Mallarmé, Rimbaud y Valéry.
¿Qué espíritu anima a estos poetas?, ¿qué pretenden?. Sabemos que la última gran co-
rriente imperante tanto en la música como en el literatura era el Romanticismo, movimiento
siempre difícil de ser definido pues sus entresijos y ramificaciones llegan hasta nuestros días.
Existen, sin embargo, unos rasgos evidentes que caracterizan al poeta romántico y que con-
formarán el espíritu contra el que se enfrentarán los nuevos poetas. Ravel también manifestó
su antipatía hacia compositores como Wagner y Beethoven, aunque -es Ricardo Viñes quien
lo atestigua- nuestro músico llorase de emoción al escuchar el preludio del “Tristán e Iseo”
wagneriano. Es necesario hacer notar la paradoja de la fascinación por este compositor ale-
mán de los poetas antirrománticos y fundadores del simbolismo.
¿Cuáles son, entonces, aquellos rasgos que la nueva poesía va a repudiar de los román-
ticos?. Nada mejor que la lectura de “Defensa de la poesía” de P.B.Shelley para descubrir de
modo genérico aquellas cararacterísticas propias de la poesía romántica que se constituyen
en objeto de crítica. Enunciemos sin embargo algunas ideas significativas contempladas en
Shelley y otros poetas románticos:
- Idea del poeta arrebatado por la inspiración, especie de comunicación con lo trascen-
dente y asimiento de lo inefable.
- Poeta como profeta que señala el camino y que se siente simultáneamente como el
exiliado innoblemente ignorado. Esto colabora en la fundamental importancia que cobrarán
la soledad y el individualismo que conducen en numerosas ocasiones al aristocratismo inte-
lectual y al dandysmo.
- Exaltación del yo que la posteridad considerará impúdica. A la postre este narcisismo
desbocado provocará sensaciones de tedio y de inexistencia.
- Confianza en los sentimientos y en características hasta entonces consideradas como
irracionales; el romántico considera que la razón condena lo maravilloso y misterioso y tam-
bién por ello la poesía. El poeta habla con el corazón en la mano, con sinceridad fraternal. Es-
te subjetivismo se instalará como modo primordial del quehacer artístico hasta nuestros días,
sustituyendo la supuesta sinceridad romántica por la máscara, por el disimulo o fingimiento.
Los poetas simbolistas y modernistas hablarán indirectamente, se distanciarán de su obra
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arte. En efecto, ya no existe obra de arte que sea perniciosa puesto que el mal se genera sin
esfuerzo, de forma natural, mientras que el arte se vincula con el bien por ser producto del
trabajo, del artificio (‘la virtud es artificial” manifiesta en “Elogio del maquillaje”). No nos han
de extrañar entonces las ácidas palabras contra Ravel del crítico Edmond Appia en 1938:
“Nosotros juzgamos con severidad a un artista que encuentra como deleitable el fingimiento.
El artificio no puede más que mostrar una indigencia... Condenamos los móviles ravelianos
en nombre de una cierta moral. No admitimos que la música, por tanto su naturaleza, se de-
dique fríamente al control de su sensibilidad”.
Tanto Baudelaire como Ravel son pues contrarios al arte que imita la naturaleza, contra-
rios a la mímesis en su concepción más estricta. Baudelaire detestaba por ello la fotografía,
considerando ese carácter bajo y rastrero de lo naturalmente observable. El artista debía so-
breponerse a lo natural y convertirse en creador por medio de la imaginación. Se lograba de
esta manera la humanización de la naturaleza por medio del arte que contenía así al objeto y
al sujeto, al mundo exterior y al artista mismo.
La afición de Ravel por todo tipo de fruslerías, chucherías, cuadros falsos, autómatas y
objetos mecánicos y artificiales -presentes también en sus obras “L’Heure espagnole” y
“L’enfant et les sortileges”- se entiende ahora perfectamente. Exactamente igual, aquellas
manifestaciones a su amigo el escritor griego Calvocoressi: ¿no se le ocurre a esa gente
pensar que yo puedo ser artificial por naturaleza?“. Incluso otras afirmaciones de Ravel: "la
música es un arte que se comprende con el cerebro”, ”no se trata de abrir el pecho para de-
mostrar que se tiene corazón”, “yo hago logaritmos para que los demás los descifren”, etc.
Pero también en su texto “Concerts Lamoureux”de sus “Ecrits” nos dice: ‘Le príncipe du gé-
nie, c’est-à-dire de I’invention artistique, ne peut être constitué que par l’instinct, ou sensibili-
té. Ce qui n’etait peut-etre, dans I’esprit du naturaliste, qu’une boutade a engendré une
erreur plus funeste, relativement moderne. C’est celle qui prétend faire diriger l’instinct artisti-
que par la volonté. «....» Or; en art, le métier, dans le sens absolu du mot, ne peut exister.” Pa-
rece pues buscar un equilibrio entre lo natural y lo artificial, como cuando comentando el de-
corado de la Opera Cómica nos dice que sus aspiraciones estéticas quedan satisfechas en
aquella simbiosis de lo ingenioso y lo pintoresco: “Ainsi dans le premier tableau sont repré-
sentés minutieusement tous les produits de la nature et de l’industrie humaine: arbres, colli-
nes, rochers, fleuves, ponts, cités illuminées, que sais-je?"
Coincide con Baudelaire al considerar que el poeta, el músico, es el verdadero creador
y nos dice que aprendió de Mozart aquello de que lo importante es “no escucharnos más
que a nosotros mismos, a nuestro fondo eterno” El artista ya no es espejo de la naturaleza, el
reflejo mimético, sino llama o lámpara que desde su original personalidad ilumina fragmentos
de realidad. Ahora bien, esto no significa que el creador haya de expresar estados de ánimo
puesto que por encima de ello está la valoración de la forma como estímulo para la imagina-
ción. “Al ser constrictiva la forma, la idea puede brotar más intensa” dice Poe y Ravel hereda
este formalismo innovando siempre dentro de un esquema formal riguroso; así introduce den-
tro de dicho esquema las más variadas influencias musicales: el jazz en el “Aria” de la “Taza
china y la tetera” de la obra “L’enfant et les sortilèges”, en el “Concierto en RE para mano iz-
quierda”, el blues en la “Sonata para violín y piano”, el folklore en “Tzigane”, “Rapsodie es-
pagnole” y tantas otras composiciones. Nada más ilustrativo de su quehacer que el elogio
que dirigió a Saint-Saëns: “crear dentro de un orden arquitectónico”.
Otra preocupación común de Ravel con los literatos se refleja en el poema “Correspon-
dances” de Baudelaire donde se ponen en conexión sinestésicamente diferentes sentidos,
pudiendo decirse que nos hallamos en el punto de partida del simbolismo.
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(“La Natura es un templo donde vivos pilares /dejan salir a veces palabras imprecisas;
/pasa el hombre a través de los bosques de símbolos, la quien éstos observan con ojos fami-
liares. /.../Cual ecos prolongados que a lo lejos se funden /en una tenebrosa y profunda uni-
dad, /vasta como la noche, como la claridad, /se responden perfumes, sonidos y colores.
/.../Hay perfumes tan frescos como carnes de niños, /dulces cual los oboes, verdes como
praderas, /-y hay otros corrompidos, colmados y triunfantes. /.../Con la expansión incierta de
cosas infinitas, /como el almizcle, el ámbar, el incienso, el benjuí, /que cantan los arrobos del
alma y los sentidos.“)
Ravel en composiciones como “Miroirs” participa de estas mismas inquietudes, incluso
había definido al músico de la siguiente manera: “Musicien: créateur ou dilettante; être sensi-
ble au rythme, à la mélodie, à I’harmonie, à I’atmosphère qui créent les sons. Frissonner à
I’enchaînement de deux accords, comme au rapport de deux coleurs.” Son también las preo-
cupaciones de Rimbaud en su poema “Las voyelles” al relacionar las vocales con determina-
dos colores.
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(“A negro, E blanco, I rojo, U verde, O azul: vocales /diré algún día vuestros nacimientos
latentes; /A, negro corsé velludo de las moscas brillantes /que zumban alrededor de hedores
crueles, /.../golfos de sombra; E, candores de vapores y de tiendas, / lanzas de tremendos
ventisqueros, reyes blancos, temblor de umbelas; /I, púrpura, sangre escupida, risa de her-
mosos labios, /en la cólera o en las embriagueces penitentes; /U, ciclos, vibraciones divi-
nas de los mares verdosos, /paz de las dehesas sembradas de animales, paz de los surcos
/que la alquimia imprime en las grandes frentes estudiosas, /.../O, clarín supremo, lleno de
estridencias extrañas, /silencios cruzados por los mundos y los ángeles: /-O, el omega, rayo
violeta de sus ojos.“)
Incluso en 1887 René Ghil en su “Traité du verbe” siguiendo a Rimbaud y las relaciones
entre vocales y colores añadirá la relación de las vocales con los instrumentos musicales que
a su vez dan lugar a asociaciones con impresiones visuales. Incluyó también las consonan-
tes no percatándose de que el sonido y el significado de una palabra pueden ser opuestos.
En efecto, Mallarmé ya había indicado que nuit (noche) tiene en francés vocales muy claras,
al contrario de jour (día) que las tiene oscuras.
Pero será esta perpetua novedad de lo moderno la que conducirá al tedio del poeta que
creía haber encontrado el Edén en la permanente creación poética. La conciencia del fraca-
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so es siempre el pago definitivo, puesto que el trabajo creativo remite de nuevo al trabajo y
toda poesía terminada, como dirá Valéry, es poesía abandonada.
Otra de las características que Baudelaire propugna es el carácter ahistórico del arte,
la negación de todo progreso. Los artistas formarían archipiélago y no una costa lineal e in-
terminable. Así un Leonardo da Vinci o un Cézanne serían equiparables y habrían de ser
tratados de idéntica manera. Esta concepción atemporal no es desde luego baladí pues
siembra el campo de futuras ideologías artísticas como las vanguardias, movimientos que
haciendo borrón y cuenta nueva creen siempre partir de cero reiniciando constantemente
el proceso artístico. Todo lo pasado queda invalidado cobrando su original aportación va-
lor de totalidad.
El poeta se nos ha convertido pues en un técnico especializado en crearnos sensacio-
nes (Rimbaud: A negra, E blanca, etc.) y el mejor artista será aquel cuyo espectro de suges-
tiones sea más universal. “El mejor comentario de una pintura bien podría ser un soneto o
una elegía”! dice Baudelaire.
Si el poeta de “Les fleurs du mal” cree que en la labor poética la imaginación creadora
es esencial, “sólo la imaginación contiene la poesía”, al ordenar la naturaleza o aquello que
nuestros sentidos perciben como incoherente y contradictorio, “quiero iluminar las cosas
con mi espíritu y proyectar el reflejo sobre los otros espíritus”, Mallarmé y Valéry considera-
rán que la especifidad de la poesía se halla en el lenguaje, en la lucha constante con y
contra las palabras tratando de expresar ese inquieto estado de oscilación entre el sonido y
el sentido.
Verlaine, por otro lado, consideraba a la música como el fundamento de la poesía, inten-
tando transmitir sensaciones en la forma inmaterial del puro sonido, generando así sugestión,
ensueño, melancolía y vagüedad; en suma, una especie de impresionismo poético (poemas
“Acuarelas” y “Spleen” por ej.) que trata de anular la precisión de los contornos y devolver-
nos esa música que posee el encanto triste de los seres que han vivido. Es ese también el
espíritu del poema “Un grand sommeil noir...” al que Ravel puso música, especie de poema
narrativo de carácter autobiográfico:
Je suis un berceau
Qu’une main balance
Au creux d’un caveau:
Silence, silence!”
(“Un gran letargo negro /cae sobre mi vida, /dormid esperanzas, /dormid, los anhe-
los./...Ya no veo nada, /y pierdo la memoria /del mal y del bien... /¡Oh que triste historia!
/...No soy una cuna /que una mano mece /al fondo de una tumba: /¡silencio, silencio!“)
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ema “Surgi de la croupe et du bond” persigue de manera tan radical la musicalidad propia y
el preciosismo de las asociaciones verbales que crea un clima poético intraducible a cual-
quier otro idioma (si consideramos que el poema pueda traducirse, cosa harto discutible).
Por otro lado “Soupir” es un ejemplo donde la tristeza y el silencio se conjugan con los soni-
dos del agua y del viento.
(“Toda mi alma hasta tu frente donde duerme, /oh calma hermana, /un otoño alfombrado
de pecas, /sube hacia el cielo errante de tu mirada angelical, /como en un jardín melancólico,
/fiel, un blanco chorro de agua suspira hacia el Azul./-Hacia el Azul tierno de un octubre páli-
do y puro /que refleja en los grandes estanques su languidez infinita /y deja, sobre el agua
muerta donde la fiera agonía /de las hojas vaga al viento y /socava un frío rastro, /rezagarse
el amarillo sol de un lejano rayo”.)
Paul Valéry, siguiendo los derroteros ya marcados por los poetas precedentes, conside-
rará que la peculiaridad propia del simbolismo era arrebatar a la música “el patrimonio que
pertenece a los poetas”. Y añade: “no es otro el misterio de este movimiento. La oscuridad,
las extravagancias que le fueron tan reprochadas, la aparentemente demasiado íntima rela-
ción con la literatura inglesa, eslava o alemana; la sintaxis desordenada, los ritmos irregula-
res, las novedades en el vocabulario, las continuas figuras «...» todo ello queda enseguida
claro cuando se reconoce ese punto de partida... estábamos alimentados de música, y nues-
tras cabezas literarias sólo soñaban con extraer del lenguaje casi los mismos efectos que los
meros sonidos ejercían sobre nuestro sensible ser" Pero considera también que el sonido y
el sentido no pueden disociarse ya que en caso contrario el poema se descompondría. Aun
así, “no existe el verdadero sentido de un texto. Ni autoridad del autor: Sea lo que sea lo que
haya querido decir; ha escrito lo que ha escrito”.
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Ahora bien, las palabras pueden tener un fin práctico o utilitario, en cuyo caso el mensa-
je entendido queda abolido al consumarse la acción comunicativa. El poema, en cambio, no
muere por haber vivido, está elaborado para renacer de sus cenizas, para ser reconstituído
una y otra vez.
Todas estas ideas de los diferentes poetas comentados influyeron claramente en Ravel
quien no dudaba de la musicalidad de la palabra y de sus diferentes sonoridades según cul-
turas e idiomas, "les deux influences les plus importantes sur I’art sont le climat et la langue”.
Muchos de sus textos proceden de diferentes folklores: escocés (canción escocesa de Ro-
bert Burns), hebreo (dos melodías hebraicas, Mejerke), griego (cinco melodías populares
griegas de Calvocoressi), italiano (canzone italiana), madagascar (chansons madécasses de
Evariste Parny), español (canción española, la maja dolorosa), francés (chant populaire li-
mousin), etc.
En este mismo sentido la composición “Shéhérezade” con textos de Tristan Klingsor mues-
tra en su poema “Asia” un incontenible deseo de conocer todas las culturas, de verlo todo:
“Quisiera ver Persia, India y después China”. Este afán de exotismo es moneda común entre los
llamados poetas “decadentes” que desean agotar rápidamente infinidad de experiencias.
En .general, los poemas a los que recurre Ravel utilizan el verso libre, más fácil de ser
tratado por el compositor sin deterioro de su musicalidad propia que el verso regular. “En un
mot, si le musicien veut travailler sur des vers réguliers, sa musique devra simplement soulig-
ner le poème, le soutenir; mais elle ne pourra ríen en traduire, rien y ajouter: Je crois qu’il vaut
mieux, pour peu que I’on ait surtout du sentiment et de la fantaisie, prendre des vers libres. II
me semble criminel en effet d’<abîmer> les vers classiques”.
Ya comentamos algunos poemas de Verlaine o de Mallarmé, pero son muchos más los
poetas que aparecen en la obra de nuestro compositor. Las “Histoires naturelles” de Jules
Renard son textos que describen diferentes animales (grillo, cisne, martín pescador...) y es-
tán llenos de sarcasmo e ironía junto con un profundo amor a los animales; la música sigue
fielmente las inflexiones del lenguaje hablado.
La obra literaria “La cité des eaux” de Henri de Regnier con sus aspectos fluviales influ-
yó en obras ravelianas como “Jeux d’eau” o “Les grands vents venus d’outre-mer” del citado
Regnier. También en el ya citado poema de Mallarmé “Soupir”. Incluso en “Gaspar de la nuit”
la composición “Ondine” hace referencia a una gota de agua que se enamora de un ser mor-
tal y “Scarbo” rememora toda una serie de visiones nocturnas, pesadillas y demonios muy en
consonancia con la fantasía romántica. La “Ballade de la reine morte d’aimer” de Roland de
Màres y “Manteau de fleurs” de Paul Gravollet, denotan una clara vinculación romántica entre
el amor, la belleza y la naturaleza. En sus últimos años como compositor y ya bastante enfer-
mo se ocupó de un texto de su amigo Leon Paul Fargue titulado “Rêves” que se caracteriza
por su simplicidad y desnudez casi surreal.
Ravel escribió también la parte literaria de algunas de sus obras como “Le Noël des
jouets” donde se reitera su afición por los objetos artificiales y “Trois chansons pour choeur
mixte” con su preocupación por cada sílaba, rima y aliteraciones del texto.
Pero entre sus textos existen también aquellos de tipo teórico y que se refieren tanto a su
propia obra como a la de otros compositores (Fauré, Falla, Wagner, Saint-Saens, Debussy,
Chopin...). Observamos en estos escritos algo muy característico a Ravel: la tensión entre el
quehacer clásico y la innovación moderna al considerar que su música no es revolucionaria
sino de desarrollo. Así, hablando de su propia obra nos dice que “ma prédilection va toujours
à la plus récente". y en su artículo “Trouver des airs dans les usines” añade algo muy en con-
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sonancia con su carácter innovador: “de plus en plus de nos compositeurs trouveront leur
inspiration dans ce que d’aucuns considèrent maintenant comme des simples bruits. Dans le
passé on a transformé des batailles en thèmes des symphonies mondialement célèbres, et le
son d’une batalle n’est certes pas plus inspirant que le ronronnement d’une grosse machi-
ne”. Finalmente, en su artículo “Les aspirations des moins de vingt-cinq ans. La jeunesse mu-
sicale” nos presenta la reacción de los más jóvenes compositores frente a los ya consagra-
dos: “On eut, pendant quelque temps, en musique, des équipes de démolisseurs. Et le
succès leur vint inmmédiatement. Certains avaient des dons exceptionnels. Mais la violence
de leurs gestes était trop souvent calculée. «...» Ils répudiaient ouvertement la sensibilité et
I’attendrissement. Ils faisaient, de leur propre aveu, de la musique «cruelle». «...» Et mainte-
nant, voici venir la génération qui, sur ce terrain ainsi déblayé, va construire. C’est cele-là
qui présente, pour I’observateur; le plus vif intérêt. Elle est peu connue. «...» Leurs maîtres
découvrent en eux beaucoup de tendances communes. II se séparent nettement de la troupe
des pionniers et des «sapeurs» qui les a précédés. Ils sont beaucoup plus préoccupés
qu’eux d’apprendre solidement leur métier et de soigner leur écriture. II ne font plus de la
musique à coups de poing. Ils travaillent plus que leurs aînés inmmédiats, produisent moins
et s‘orientent de plus en plus vers une sorte de néo-classicisme assez curieux. «..» Leur si-
tuation est singulièrement angoissante. La plupart des grands modes d’expression musicale
leur sont interdits par las circonstances. «...» L ‘heure est dure pour les compositeurs. II ne
leur reste plus, pour atteindre le coeur de la foule, que les voix innombrables des haut-par-
leurs. Le disque, la pellicule parlante et I’antenne de T.S.F: peuvent seuls aujourd’hui sauver
la musique en péril. «...» En résumé, j’admire I’optimisme et le bel équilibre dans lequel mes
cadets abordent la lutte centre I’indifférence générale. Leur état d’esprit actuel nous permet
de mettre en eux toute notre confiance. Et il nous plaît d’imaginer que la nécessité de vaincre
les terribles obstacles accumulés sur leur route les amènera à découvrir ce redoutable
problème des solutions neuves et hardies que nous ne pouvons actuellement soupçonner".
BIBLIOGRAFIA
Baudelaire. “Escritos sobre literatura”, “El arte P.Valéry. “Teoría poética y estética”
romántico”, “El pintor de la vida moderna “, Ravel. “Ecrits”
“Los paraísos artificiales” P.B.Shelley. ‘Defensa de la poesía”
E.A.Poe. “Ensayos y críticas” T.Hirsbrunner. “Maurice Ravel. Vida y obra”
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