Via Lucis - PJ Salesianos
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I Estación: ¡La persona más rica del mundo! (Mt 28, 1-7)
Ni Bill Gates ni Amancio Ortega ni los Beckham… Te comunico la gran noticia: Eres la
persona más afortunada del mundo. ¡Cristo ha resucitado y lo ha hecho por ti!
II Estación: Cristo se encuentra contigo y te llama por tu nombre (Jn 20, 10-18)
Y es más, sabe dónde vives, qué lugares frecuentas, el camino que haces para regresar a
casa y el atajo que tomas para llegar a la hora a tu trabajo… Ójala que a partir de hoy
puedas decir en un montón de ocasiones lo mismo que María Magdalena: “He visto al Señor.”
La tumba del fracaso, de la desilusión, de las lágrimas.Ya no hay cabida para las excusas,
para los engaños, para las manipulaciones… Cristo ha resucitado: que no cese en tu corazón
la fiesta.
En la anciana que vive sola o en el transeunte del barrio, en la compañera que sufre
depresiones o en el niño que padece una enfermedad mental… Es Él, es Jesús, acércate,
háblale, tócale, acaríciale…
Se cruzan grandes distancias en busca de Dios, se hacen grandes locuras, pero si tuerces la
esquina de tu callejón oscuro, le reconocerás en la puerta giratoria de tu corazón… ¡Haz la
prueba!
VIII Estación: La investidura (Jn 20, 19-23)
Cristo te ha entregado “la cartera” de perdonar los pecados. En un mundo hostil y vengativo
hacen falta ministros de perdón, de paz, de reconciliación… ¿Aceptas el cargo?
No te conformes con lo de siempre, con ir tirando… Con cada persona que nace, Dios se
ilusiona y se imagina un santo… Luego todos le fallan… Bueno, todos menos tú.
Sí, no mires para otro lado, ¡eres tú! Dios te ha elegido a ti. El Señor quiere salvar a su
pueblo; hace más de dos mil años eligió a María para llevar a cabo su plan… ¡Hoy te ha
escogido a ti!
Vas a heredar un tesoro de incalculable valor. Nada de pisos, tierras, coches o millones…
Jesús ha reservado exclusivamente para ti algo mucho mejor: la certeza de que Él va a estar
contigo todos los días hasta el final del mundo.
En una sociedad moribunda se necesitan personas que “resuciten” la alegría y las ganas de
vivir de tantas personas enfrascadas en el dolor, en la desesperanza. La mesa está servida.
Jesús se ha encargado de todo. Desayuna vida cada mañana y, antes de acostarte, un buen
tazón rebosante de perdón y de resurrección.