Sillon 8 Joaquin Izquierdo
Sillon 8 Joaquin Izquierdo
Sillon 8 Joaquin Izquierdo
DE LA HISTORIA
CORRESPONDIENTE DE LA REAL DE MADRID
DIS C UR S O DE R EC E PC IÓ N DE L:
Sillón: 8
12 de Junio de 1961
1
Importancia de los Estudios Históricos de las
Ciencias en México
Dr. Joaquín Izquierdo
Cábeme el honor de entrar a ocupar en esta Honorable Academia el
sillón que dejara vacante al morir, a los ochenta y tres años de edad, don Jesús
García Gutiérrez (1875-1958), periodista, catedrático e historiador crítico y de
combate, según ya han dado cuenta las Memorias de esta Academia 1, en forma
sumaria que habrá de ser ampliada por quien tras de estudiar sus
producciones, las presente en tiempo mayor del que es posible disponer en
esta ocasión, en la cual me limito a rendirle respetuoso homenaje. Por curiosa
coincidencia, fue él quien en 1949, asistido por don Atanasio G. Saravia,
Presidente de nuestra Academia, por don Alberto Maria Carreño, su actual
director, no menos que por otros distinguidos académicos, trató de hacer que
quien habla gozara desde entonces del privilegio de estar en vuestra compañía.
Sin pretender enumerar cuáles puedan ser los objetos fundamentales que
puedan señalarse a los estudios históricos, séame permitido que en la presente
ocasión, tan sólo me refiera al relativo a la historia de las ciencias, inspiradoras
1
Ugarte, J. García Gutiérrez, Periodista, Catedrático e Historiador Crítico d. Combate. Memorias
de la Academia Mexicana de la Historia. Tomo xviii. Abril-junio. 1959. págs. 97-103.
2
de los progresos y conquistas realizados por el hombre en su afán de llegar a
entender y dominar en su provecho a la Naturaleza.
La más ligera ojeada de las vicisitudes por las que ha pasado el desarrollo
de las ciencias, hace descubrir que éstas, además de haber revolucionado en
muchas ocasiones la vida económica, han ejercido siempre sobre las
religiones, la filosofía, la literatura, el arte y los más variados aspectos de la
vida diaria, muy hondas influencias, particularmente en el mundo en que
vivimos, que serán mucho mayores en el de mañana. De ahí que cualquiera
que sea el ángulo desde el cual se emprenda el estudio de la historia, la
apreciación cabal de sus problemas exija tener que referirse, tarde o temprano,
a la historia de la ciencia, cosa por lo demás comprensible a la luz de la tesis de
George Sarton (1884-1956), gran maestro contemporáneo 2. La
multifacética y larga preparación que por igual logró en los campos de las
ciencias y de las humanidades, tras de hacerle ver lo injustificado del divorcio
tradicionalmente mantenido entre dichos campos, lo llevó a dedicar su vida a
la alta tarea de poner fin a su separación, para contemplar sus partes
armoniosamente reunidas dentro del campo único de la historia y de la filosofía de la ciencia.
Con su monumental producción escrita, dejó bien establecido que .el proceso
evolutivo de mente humana con relación a la ciencia, a pesar de no haber sido
costumbre presentarlo entre lo tradicional, se desarrolló en un plano nada
inferior al relacionado con las demás grandes creaciones del intelecto
humano, y con ajuste a una verdadera tradición, cuya marcha, con agudeza y
habilidad, Sarton dejó establecido que es ya por sí misma una manera de
contemplar el universo; un código moral que encuentra expresión en la actitud
del observador frente al Universo, y una vocación que debe afectar los más
diversos aspectos de la vida y del pensamiento.
3
ciencia histórica "por vía de preocupación teórica", en un acto creador de
"sentido absoluto", que atribuyen a aptitudes misteriosas trasmitidas por
herencia, o a procesos indefinidos que dejan ocultos tras del vocablo
"intuición" 3. Quédanse también en el plano de la historiografía general, las
producciones destinadas a describir luchas entre dinastías, guerras y disputas
por la limitación de fronteras, o la conquista de nuevos territorios o de
nuevos mercados de distribución, pues aunque todos ellos sean factores capaces
de perturbar y de hacer avanzar o retroceder el intrincado nexo de
fenómenos que contribuyen a constituir lo que llamamos civilización, todas
carecen por igual de verdadero interés histórico. Como se quedaron
igualmente las extensas historias acerca de varias ciencias, que publicadas en
el siglo XVIII como fruto del interés creciente despertado por ellas, no fueron más
que himnos entonados para glorificar las conquistas del intelecto humano,
no acompañados de juicios críticos acerca de su presente y su pasado. Como
se siguen quedando las biografías y los relatos puramente anecdóticos que se
desentienden de los trabajos escritos o de las obras de los hombres; de sus
antecedentes y de las consecuencias que pudieron tener sus acciones sobre el
ambiente en que fueron realizadas; así como los alegatos apologéticos
preparados para demostrar que los sabios de algún país han tenido la
prioridad en muchos, si no es que en todos los descubrimientos, o . para
sostener tesis nacionalistas, políticas o confesionales. En dicho plano,
finalmente, y con relación a la historia de la medicina en México, se
quedaron 4 el temprano ensayo de don Francisco Flores; y aun la importante
contribución historiográfica de don Nicolás León, que estuvo principalmente
formada por compilaciones bibliográficas y datos de archivo, a las veces adornados
con estudios filológicos colaterales.
En cambio, cuando a los rasgos más salientes de las vidas de los sabios,
se les agregan sus bibliografías, y el análisis de éstas y de sus trabajos;
apreciaciones acerca de sus métodos inquisitivos y los resultados que lograron,
valorados por comparación con lo realizado por sus contemporáneos y
precursores, entonces ya se está actuando en el plano de la historia de la
ciencia 5. Más todavía, si para apreciar mejor y con mayor claridad la
evolución de los problemas de una ciencia, antes de emprender nuevas
investigaciones para llevarlos a un estado más avanzado, y a nuevas
3
.—Véase Izquierdo, J. J. 1951. Un Veterano del Ejército Permanente. 528 páginas, con 12
figuras, una de ellas en tricromía. Empastado en tela. Ediciones Ciencia. México,
D.F.
.—Véase 23, página 13.
4
4
conclusiones, se empieza por ligar su presente con su pasado. El que
frecuentemente la búsqueda de los antecedentes próximos y remotos de un
problema, tenga que ser hecha, escalón por escalón, en los campos de varias
ciencias, se debe a que ninguna ha evolucionado de manera independiente, sino
ejerciendo y recibiendo influencias sobre las demás, y pone de manifiesto que
por lo mismo, la designación más adecuada para este vasto campo de la historia, es
la de Historia de la Ciencia.
* * *
Figura 1 F igur a 2
.—Izquierdo, J. J. 1934. Balance Cuatricentenario de la Fisiología en México. México, Ediciones Ciencia, vi,
6
5
extinción al terminar el primer tercio del siglo XIX, y después, en la centuria
transcurrida desde la creación de la nueva Facultad, hasta el momento de escribir la
obra. Durante el primero de dichos períodos, del reinado casi absoluto de Hipócrates,
Galeno y Aristóteles, aunque la fisiología casi no había nacido, fue posible
descubrir 7, 8, que en 1727, un catedrático de la Universidad de México
escribió el primer libro sobre la materia, que llegó á imprimirse en el Continente
Americano (figura 2). Igualmente, que al principiar el siglo XIX, la fisiología
que ya había empezado a tomar cuerpo, figuró por primera vez en los
programas de la nueva Facultad, y fue enseñada en ella por don Manuel Carpio
(1791-1860), antes más conocido como médico y poeta, pero que en la nueva
obra ya quedó presentado como primer profesor de criterio experimental.
Después de su muerte, la fisiología experimental derivada de los trabajos de
Claude Bernard (1813- 1878), fue comprendida y reflejada, aunque sólo
pasajeramente, por el doctor don Ignacio Alvarado (1829-1904) y por sus
discípulos, pero debido a factores políticos y sociales de la época, analizados
en la obra 9, dejó de serlo durante el largo periodo subsecuente de 1876 a
1910, durante el cual tampoco llegaron a sentirse las influencias 10 de los
nuevos centros que ya venían rigiendo el progreso de la fisiología en
Alemania y en Inglaterra. El estudio del pasado, fue seguido del presente,
con lo relativo a los primeros ensayos encaminados a organizar la enseñanza de
laboratorio, y para poner remate a la obra, quedaron presentados en ella los
aspectos constructivos que se esperaban de la reforma buscada; sus planes
para el futuro, y las incipientes realizaciones que se habían empezado a lograr.11
6
En cuanto a su alegato, sabía el autor —según lo declaró después 13— que
no era de esperarse que tuviera consecuencias inmediatas mientras el medio
universitario de los países hispanoamericanos siguiera saturado de la
preocupación por lo "práctico" y utilizable de modo inmediato para el ejercicio de
las profesiones, y debido a ello la mayor parte de sus catedráticos siguieran actuando
Figura 3 Figura 4
7
La primera de dichas obras, Harvey, Iniciador del Método Experimental
(1936) 14, comprendió cinco partes: la primera, para presentar antecedentes
indispensables para comprender su obra; la segunda, para señalar sus
antecedentes, valor y trascendencia; la tercera, con una reproducción facsimilar
de su libro inmortal, De Motu Cordis (1628); la cuarta, para analizar los factores que
Figura 5 Figura 6
14 .—Izquierdo, J. J. 1936. Harvey iniciador del método experimental. Estudio crítico de su obra "De
Motu Cordis" y de los factores que la mantuvieron ignorada en los países de habla
española. Con una reproducción facsimilar de la edición original y su primera versión
castellana. México, Ediciones Ciencia, xviii más 400 págs. Ilustrs., 24 cms.
15 .—Laubry, Charles. 1950. Aperçu historique et traduction française de l’Etude du
M o uv em ent du C o eur el du Sang chez les anim aux , par Guillaume Har vey . G. Doin & Cie.,
8 Place de l' Odeón, Paris. 224 pages.
16.—Izquierdo, J. J. 1944. Guillermo Harvey. Estudio anatómico del movimiento del corazón
8
contribución de Miguel Serveto a los problemas discutidos 18, por
separado fue publicado en inglés, en el Bulletin of the History of Medicine, de la
Univerisidad de Johns Hopkins 19 La segunda obra, Bernard, Creador de la
Medicina Científica (1942) 20, fue preparada en torno de la Introducción de
Claude Bernard, la gran obra en que rebasando alturas a las que ni siquiera
se habían aproximado los filósofos y los tratadistas que en el cuarto de milenio
anterior no habían dejado de estarse refiriendo al método baconiano y a sus
aplicaciones, hizo clarísima formulación filosófica del método de exploración
experimental, aplicado a los problemas de la fisiología y de la medicina.
También ofreció la obra una versión castellana de la Introducción, precedida de
una primera parte destinada a preparar convenientemente al lector, para la
mejor apreciación de la tesis magistral de filosofía científica y del método
experimental, acerca de la ideología científica de Bernard, y de las influencias
que esta y aquella ya habían ejercido o les quedaban por ejercer sobre la
evolución de la biología y de la medicina contemporáneas. Para Aldo Mieli (1879-
1950), conocido historiador de la ciencia y fundador y mantenedor de la
importante revista Archeion, el papel extraordinariamente importante de Harvey
y de Bernard, ambos como ejecutantes del método experimental de la biología, y el
segundo por su concepto y contribución al desarrollo de la medicina
científica, justificaban plenamente la atención que Izquierdo les había prestado
en sus obras, merecedoras de atento estudio y de ilimitada consideración.21
xvii, xviii y primer tercio del xix (hasta 1833). Datos Bio-bibliográficos para la historia de la
Medicina en México, Gac. Med. Mex , 3a. Serie, t. x, pág. 77.
9
Primer fruto de tal interés, fue la obra Raudón, Cirujano Poblano de 1810
(1949) 23, dedicada a estudiar el "interesantísimo período en que se
consumaba la declinación colonial de la Nueva España y surgía a. la vida
independiente la nueva nación mexicana; de la antigua práctica y enseñanzas en
el Real Hospital de San Pedro de Puebla, cuando el campo de la profesión
médica estaba dividido en el de los médicos y el de los cirujanos que se
odiaban y despreciaban mutuamente; en que era constante la amenaza que a
cortos intervalos se cumplía, de devastadoras epidemias, y en que a las apenas
realizadas ansias de independencia nacional, seguían las encaminadas a
conquistar la forma republicana de gobierno, y las primeras reformas en el
campo de la medicina. Al profesor Max Neuburger (1868-1955) 24 antiguo
fundador y director del Instituto de Historia de la Medicina, de Viena, le
pareció que el método seguido en dicha obra había sido el de la más cuidadosa
recolección e iluminación de sólidos materiales de las fuentes, seguida del análisis,
conclusiones estrictamente lógicas y síntesis en el sentido de la filosofía
positiva. Que la bibliografía y las biografías sólo habían servido en ella, de base
para, la narración histórica, y que antes que nada, se había ocupado del
desenvolvimiento de los problemas cuya solución ha sido buscada en el
transcurso del tiempo, por los investigadores de la medicina. Le pareció que el
autor, en su crítica, partía del punto de vista de la ciencia moderna, pero considerando
siempre las circunstancias sociales, económicas o políticas bajo las cuales llegaron
a producirse en el pasado las realizaciones, los éxitos y los fracasos, y su lectura
le hizo pensar, con Goethe, que la historia de la ciencia es la ciencia misma.
Celebró que el autor, libre de prejuicios nacionalistas, no por ello dejara de ser
ardiente patriota que de modo no interrumpido venía buscando una reforma
fundamental en la enseñanza. Por último, reconoció que la vida del cirujano
Raudón, que en sus últimos años había actuado como bienhechor de los
pobres, en Tehuacán, tan sólo había servido de eje en derredor del cual había
quedado desplegado el panorama de los aspectos del saber, de la práctica médica y
quirúrgica, de las condiciones del medio civil hospitalario, y de las actividades de una de
las más antiguas facultades, academias y escuelas médicas mexicanas.
Esta obra dio cuenta de que recién fundada en 1824 la Academia Médico
Quirúrgica de la Puebla de los Ángeles, el cirujano don Juan Nepomuceno Raudón
(1788-1843) y otros socios de ella, declararon haberla fundado en calidad de
centro destinado a revelar las funciones de la economía viviente y el problema
10
Figura 7 Figura 8
temprano ensayo de 1832 y edición autorizada legalmente de 1884, hasta la primera Farmacopea Nacional de
1930. Gaceta Médica de México, t. lxxxii, núm. 5, septiembre-octubre de 1952. Págs. 333-344.
11
Figura 9 Figura 10
médico del periodo colonial. Memorias de la Academia Mexicana de la Historia, tomo xi págs.
129-139.
12
ello le franquearon el ingreso a las instituciones de enseñanza superior de su
tiempo, que le estaba vedado por su calidad de expósito, había pasado
sucesivamente por el Colegio de San Pedro, de su ciudad natal, Puebla, y luego
por la Real y Pontificia Universidad de México, de la cual había recibido los
diplomas de bachiller en Artes (1771) y en Medicina (1774), y los grados de
licenciado y de doctor, en 1792 y 1793. Pero eran tiempos en que la antigüedad se
anteponía al mérito, y por lo mismo fue en vano que en los años que siguieron
intentara obtener una cátedra, lo cual no hizo sino acrecentar su interés por el
estudio, no sólo de la Medicina, sino también de la botánica y de la química.
Según sus biógrafos, sus méritos, con relación a la botánica habían sido
apreciados tanto en España, como en la Nueva España, pero como habían quedado sin
puntualizar ni valorizar con relación al estado en que entonces hubieran
podido hallarse las ciencias naturales, al que habla le pareció preciso hacerlo,
con resultados de que dio cuenta, tanto en el libro de que nos venirnos
ocupando 33, como en un artículo en francés que presentó los orígenes de la
moderna botánica mexicana a partir de la botánica azteca, estudio que tuvo la
suerte de ser recomendado a los miembros de la Academia Internacional de
Historia de las Ciencias, como tipo de trabajo adecuado para fomentar el
progreso de la disciplina histórico científica, por referirse a "relaciones
científicas entre civilizaciones diferentes". 34
El libro también dio cuenta de que Montaña fue el primer comisionado que
llegó a nombrar la Universidad para el estudio de las cuestiones botánicas, y de
que con dicho carácter, en su discurso para inaugurar los cursos del Real Jardín
Botánico, en 1802, 35 se reveló conocedor del método científico de la
investigación y recomendó a los médicos que .lo emplearan, al igual que los
naturalistas. Siempre se preocupó por el buen examen de los enfermos, que
practicaba en los de sus salas de los Reales Hospitales de Naturales y de San
Andrés, en los cuales recogía además observaciones acerca de las acciones
medicamentosas de las plantas mexicanas 36, y también en los presos de las
cárceles secretas del Real Tribunal de la Inquisición, de las cuales fue
médico. Para qué los futuros médicos se habituaran a hacerlo, trató de dar
vida, en 1802, a la primera, cátedra de clínica que se intentó crear en México, y
estuvo dando "lecciones domésticas" a un grupo privado de discípulos. En el
curso de ellas, fuese interesando cada vez más por la doctrina propuesta por el
escocés John Brown (1735-1788), cuyos Elementa Medicinae acabó por hacer
objeto de una traducción, de la cual, el único ejemplar manuscrito que logró
sobrevivir, fue descubierto por el que habla en un olvidado rincón de la
biblioteca de la Escuela de Medicina, y utilizado tanto para la preparación de la
13
obra de que nos venimos ocupando 37, como para la de otra adicional, El
Brownismo en México (1956) 38, que comprendió su reproducción facsimilar,
precedida de un estudio relativo preliminar, y seguida de su transcripción a tipo
de imprenta. W. Pagel (1898-vive) calificó este pequeño volumen, de obra
clásica de historia de la medicina, que ponía de manifiesto la parte que, en
íntima relación con la vida y la obra de Montaña, tuvieron las ideas de Brown
relacionadas con el espíritu poco científico de la medicina romántica y de la
"Naturphilosophie" en el movimiento de incorporación de México a la medicina
moderna, 39 en grado tal, que ya no podría prescindirse de ella cuando se
tratara de conocer las repercusiones inmediatas y las influencias tardías
Figura 11 Figura 12
14
Se hacia indispensable conocer el contenido del probablemente único ejemplar
de las Praelectiones que el doctor don Nicolás León había mostrado al autor
desde 1924, y que según el doctor Flores 41 estaría formado por
comentarios sobre la "doctrina aforística de las enfermedades, acomodada a las
necesidades de la Nueva España". Para empezar, pudo ponerse en claro 42 que
Montaña las escribió para cumplir con lo prescrito por las Constituciones
Universitarias, de que la cátedra de Vísperas, que sólo llegó a impartir durante
dos años, lo fuese con base en los Aforismos de Hipócrates. Sólo que, en vez
de hacer que sus alumnos los siguieran recitando sin entenderlos, como era la
rutina, él los consideró por grupos relacionados con cuestiones más o menos
conexas que se propuso discutir y explicar con el propósito de demostrar que la
sabiduría hipocrática estaba sancionada por los principios fundamentales del
arte de curar, que con gran visión del futuro reconoció que no podían ser otros
que los de una novísima fisiología que ya empezaba a ser edificada gracias a sus nuevos
apoyos en la física y en la química, y al empleo de los mismos métodos observacionales y de
investigación de las demás ciencias. Aparte de su feliz compenetración del pensamiento
hipocrático, estaba enterado de los conceptos de los entonces llamados filósofos
Figura 13 Figura 14
41.— Flores, F. historia de la Medicina en México, tomo II, páginas 101 y 298.
42.—Véase en 31, el capítulo -XVIII (páginas 331-368).
15
modernos, particularmente de Francis Bacon, y por ello decía que sus opiniones
diferían de las sustentadas por la filosofía que por veinte siglos se había constituido en
ama y señora de la medicina, pero que debía ser su esclava. Porque la medicina
—decía— debía ya abandonar el viejo camino de tratar de demostrar razones
previamente inventadas, para en cambio aplicarse a descubrir las verdaderas "razones” de las
cosas naturales43.
Improba fue la tarea de verter el contenido de la pequeña, trunca obra,
de Montaña, pero como amplia retribución, dio la de llevar a descubrir que ni
en todo el período de vida de la antigua Facultad de Medicina, -ni en el de su
continuadora hasta el presente, resulta posible descubrir alguna otra
producción, que por la amplitud y modernidad de sus puntos de vista con
relación a su tiempo, o los propósitos buscados de reforma, progreso y
superación, se aproxime siquiera a la altura de las Praelectiones 44. Como la obra es
rarísima y quizá sólo quedan de ella dos ejemplares conocidos, se logró
publicarla en volumen por separado El Hipocratismo en México (1955) 45, en
forma facsimilar, precedida de un estudio critico relativo, y seguida de su
versión castellana, gracias a lo cual, los estudiosos del .desarrollo evolutivo de las
ciencias en México ya podrán consultarla en el futuro sin dificultad.
manchada que pasa a ser peste y que es frecuente en esta N. E. Con un modo sencillo y
fácil de socorrer a los enfermos donde no haya médicos que les asistan, y cuya eficacia y
seguridad se experimentó el año de 1813. En que el. autor Dr. D. Luis Montaña fue
comisionado por el Superior Gobierno y por el Exmo. Ayuntamiento para establecer y dirigir
el método dentro y fuera de la Capital. México: 1817. Imprenta de D. Mariano de Zúñiga
y Ontiveros, calle del Espíritu Santo. Folleto de vi, páginas preliminares, sin foliar + 56 de texto;
15.7 x 22.2 cms.
47.—Véase en 31, el capítulo xix (páginas 369-386).
16
Figura 15 Figura 16
El libro también dio cuenta49 de que don Manuel Carpio, el más ilustre de su discípulos,
quien fue además el principal de los reformadores, apenas dos años después de lograda
la independencia nacional y en calidad de las primeras armas que hacía en pro de la
futura reforma, preparó versiones castellanas, tanto de los Aforismos y de los Pronósticos
de Hipócrates, como de un artículo sobre el Pectoriloquo de Laënnec, e hizo que don
Joaquín Villa, hiciera la de otro acerca de la percusión del pecho. Rendía ciertamente, con
las primeras, tributo al ilustre Padre de la Medicina, pero también buscaba que médicos y
estudiantes, cada vez más ignorantes de la lengua latina, lo comprendiesen, aunque sin
dejar de advertirles que Hipócrates, por haber sido hombre, se había engañado como
todos los hombres y por lo mismo no debía seguir siendo tenido como oráculo
infalible.
17
Figura 17 Figura 18
Con los dos artículos, lo que buscó fue que los nuevos métodos de la auscultación y la
percusión empezaran a ser conocidos y empleados. Por el lugar de honor que
corresponde a estas producciones, así como para conmemorar la salida de la Escuela
del antiguo Palacio de la Inquisición, en el cual había vivido la última centuria de su
vida, las cuatro pequeñas producciones fueron recordadas en una pequeña obra50
dedicada a la memoria de los hombres que de 1855 a 1956, trabajaron y
padecieron por buscar su elevación y progreso. Las dos únicas pequeñas obras de
Montaña, publicadas en 1817, lo fueron a instancias de sus amigos, como
medio de contrarrestar sordas maniobras en su contra 51, que de momento lo
obligaron a dejar la cátedra, y después de muerto lo hicieron enterrar en
secreto. Partidario había sido de la causa de la libertad americana; mucho había
criticado a los escolásticos y expresado sus preferencias por la filosofía
moderna, y por todo ello, cuando la ola de absolutismo originada por la
vuelta de Fernando VII llegó hasta la Nueva España, tanto los peninsulares y los
simpatizadores del partido "europeo", como los peripatéticos, los charlatanes a
quienes había vapuleado, y los rutinarios, la aprovecharon en su contra.
50.—Izquierdo,J. J. Carpio y los primeros escritos del México independiente en pro de la Reforma Médica.
Con reproducciones facsimilares de la obra publicada en 1823 por los doctores don Manuel
Carpio y don Joaquín Villa para poner a Hipócrates en lengua vernácula, aunque declarándolo
falible, y dar a conocer los nuevos métodos de exploración física. México, Imprenta Universitaria
(1956) 202 páginas.
51.—Véase 31, páginas 387-396.
18
Pero para entonces, más allá de la todavía remota frontera Norte de la
patria mexicana 52, sus merecimientos ya habían empezado a ser
apreciados por Samuel L. Mitchill (1764-1861), Profesor del Columbia College y
del College of Physicians and Surgeons de Nueva York, quien había hecho su
formación médica en la entonces famosa Facultad Escocesa de Edimburgo, al
lado de maestros tan eminentes como Cullen, Black, Duncan y Monro ; que era autor
de numerosos trabajos, y que desde 1797 publicaba, con otros colaboradores, The
Medical Repository, el primer periódico médico que llegó a existir en los
Estados Unidos 53. En un artículo de la sección más importante de su
periódico, él y Pascalis calificaron las Praelectiones de "trabajo valioso y
verdaderamente original acerca de los Aforismos de Hipócrates", que en algunos
puntos sobrepasaba a cualquiera de los de su especie, que se pudieran encontrar.
En un articulo en inglés, el autor dio cuenta al resto del mundo, de las
relaciones científicas que ligaron a Montaña y a Mitchill 54, quizá las
primeras que existieron entre dos sabios de México y de la nación
norteamericana, cuyas vidas ofrecen grandes similitudes, no sólo por los
esfuerzos que hicieron por promover el progreso médico, sino por los odios y
persecuciones de que fueron objeto de parte de enconados opositores salidos de
las filas de los escolásticos.
United States (Luis José Montaña and Samuel L. Mitchill). Journal of the History of
Medicine and Allied Sciences. Volume x, No. I, páges 45-57, January 1955.
55.—Véanse las páginas 7 a 12 en la obra que sigue.
19
dejara cumplida la tarea más trascendente de sembrar el campo de las nuevas
ciencias en México. Porque, en efecto, si en la vieja Universidad la enseñanza
de las matemáticas se mantenía en plano muy bajo, al igual que en España, en
donde el álgebra era tenida por "novedad sospechosa" de la nueva filosofía, el
Colegio había introducido su estudio, así como el de las secciones cónicas y el
del cálculo integral y diferencial. Si en la rancia Universidad, la física seguía
ajustada a los ocho libros aristotélicos, de los que se decía que contenían "materias
físicas tratadas muy metaphysicamente", por decirlo así "puertas afuera de la
naturaleza", el Colegio ya había empezado a enseñar una física de carácter un
tanto moderno y la pretensión de experimental. En época en que la química
no empezaba a ser estudiada en la Universidad, sobre todo porque no había
llegado a diferenciarse claramente de la física, el Colegio empezó a enseñarla en
términos de modernidad, con ajuste a las revolucionarias ideas de Lavoisier,
cuya justeza procuraba demostrar por el experimento. Además, la mineralogía y la
geognosia, que naturalmente no habían tenido cabida en la Universidad, por ser
consideradas de interés exclusivo para el minero, empezaron a ser enseñadas en
el nuevo Colegio.
20
Figura 19 Figura 20
* * *
21
Es de la mayor urgencia que las obras antiguas sobre ciencias, que
tenemos en México, queden al fin convenientemente agrupadas y catalogadas en
condiciones que permitan utilizarlas para las tareas que venimos recomendando.
Mientras esto llega a ser realizado, me es grato informar que algunas de las
relativas a Historia de la Medicina, forman ya parte de una Sección de Filosofía e
Historia de las Ciencias, agregada a la Hemerobiblioteca de nuestro Departamento de
Fisiología, en la cual pueden ser consultadas.
22
primera vez en los programas de la misma Universidad por el Dr. Manuel
Carpio, uno de los más ilustres discípulos del Dr. Luis José Montaña.
Montaña, según nos hace saber el Dr. Izquierdo "trató de dar vida en
1802 a la primera cátedra de clínica que se intentó crear en México" y nos da
menuda cuenta de los libros que escribió, ya traducciones, ya originales, y
cómo sus discípulos pusieron las bases de las enseñanzas de la nueva escuela.
23
investigación y su primer trabajo lo intituló Investigaciones sobre el Paludismo en
Puebla; el estudio que formuló sobre un tipo de mosquitos le valió su primer
triunfo intelectual, puesto que se dio su nombre a una especie de la familia
Culicidae.
24
favor del desarrollo de la Fisiología en México hasta lograr la creación del
actual departamento establecido en la Ciudad Universitaria, que él dirige, y la
extensa bibliografía personal suya, son páginas de la historia de la Medicina en
nuestro país.
Por supuesto debe tenerse, que si el Dr. José Joaquín Izquierdo ha sido
notable historiador de la Medicina en sus diversos aspectos, ha sido también
historiador de sucesos varios y biógrafo muy distinguido. Sus, libros: Raudon,
Cirujano poblano de 1810, Aspectos de la Cirugía Mexicana de Principios del siglo XIX
en torno de una vida, y los diversos estudios sobre la obra del Dr. Luis José
Montaña no se limitan a historiar la Medicina, sino las condiciones sociales de
los medios y de los momentos en que ambos sabios actuaron.
25
Discurso histórico de las ciencias fue el que pronunció al hacerse cargo
de la presidencia de la Academia Nacional de Ciencias en 24 de enero de
1949; y los estudios biográficos sobre algunos de los más grandes sabios del
mundo son modelo de análisis y de sereno criterio para juzgarlos. Richard Mills
Pearce, Leon Fredericq, Walter B. Cannon, Bernardo. A. Houssay, Frederick
Gowland Hopkins, Joseph Barcroft son unos cuantos nombres de los numerosos
que ocuparon la pluma del Dr. Izquierdo.
México, D. F. 1961.
26