El Fin de La Globalización

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¿El fin de la globalización?

Una reflexión sobre los efectos de la crisis del


COVID-19 desde el Índice Elcano de Presencia Global
Iliana Olivié y Manuel Gracia.

Tema

La crisis sanitaria, económica, social y política generada por la pandemia del virus
COVID-19 también reconfigurará las relaciones internacionales y la globalización.

Resumen

Al igual que ocurrió tras la crisis de 2008, la actual pandemia y sus derivadas podrían
ralentizar la globalización o, incluso, provocar una des-globalización. Habrá efectos
en la reconfiguración de las relaciones internacionales; efectos que tratamos de
adelantar y desgranar en este trabajo, planteando tres escenarios futuros y
haciendo uso del Índice Elcano de Presencia Global.

En un primer escenario, contemplamos la posibilidad de que los efectos


estructurales en la globalización sean similares a los de la crisis de finales de los
2000, tanto en volumen como en naturaleza; lo que significaría una continuidad de
los rasgos del proceso de globalización en todas sus dimensiones económica,
militar y blanda.

En el segundo, consideramos efectos mayores (equiparables a la mayor reducción


en cada variable registrada durante la anterior crisis), con una caída superior de los
intercambios mundiales en todos sus planos. En este caso, se haría patente la des-
globalización, con reducciones en las dimensiones blanda y económica del 10% y
9%, respectivamente.

El tercer y último escenario tiene en consideración las particularidades de esta crisis


frente a la anterior. Si se materializara este escenario, se mantendría un proceso de
globalización sustentado, particularmente en la dimensión blanda, en buena medida
debido a las variables de información, tecnología y ciencia.

Análisis

Introducción

Desde su inicio, en los años 70 del siglo pasado, la actual globalización ha pasado
por distintas fases en las que ha crecido, decrecido o mutado. Muchos de esos
cambios responden, a su vez, a cambios estructurales en la economía y geopolítica
mundiales que se podrían resumir, por una parte, en el auge de las potencias
emergentes asiáticas y, por otra parte, y relacionado con lo anterior, en el cambio
del epicentro de la actividad mundial del Atlántico al Pacífico.

La Gran Recesión de finales de los 2000 y principios de los 2010 vino, en buena
medida, a acelerar y consolidar dichos cambios, como muestran los resultados
del Índice Elcano de Presencia Global. Cabe esperar, pues, que la actual crisis
sanitaria, económica, política y social mundial tenga también su impacto en las
relaciones internacionales y en el proceso mismo de globalización.

Si bien es aún prematuro adelantar, exactamente, cuál será dicho impacto, hay
derivadas que ya se están produciendo (como, por ejemplo, la interrupción de la
producción y del consumo y, por lo tanto, del comercio) y otras que cabe esperar
como consecuencia de la drástica reducción en el flujo internacional de personas.
Muchos de estos efectos en el corto, medio y largo plazo ya están siendo
documentados y adelantados por organismos multilaterales, medios de
comunicación y espacios de análisis. En este sentido, este ARI viene a sumarse a
trabajos previos realizados desde el Real Instituto Elcano que reflexionan acerca de
las consecuencias de la actual crisis para el proceso de globalización (Ortega, 2020;
Fanjul, 2020).

Este trabajo se estructura de la siguiente manera. Sirviéndonos del Índice Elcano


de Presencia Global, el primer epígrafe caracteriza el proceso de globalización
reconfigurado tras la crisis de finales de los 2000. Sobre la base de estudios previos,
el segundo epígrafe recorre los principales efectos que cabe esperar en las
dimensiones económica, militar y blanda de la globalización. El tercer epígrafe
dibuja tres posibles escenarios para el medio plazo: los efectos transformadores de
la actual crisis podrían ser similares a los de la anterior, más profundos, o de una
naturaleza distinta.

(1) El mundo post-Gran Recesión y pre-coronavirus: globalización, sí, pero


más lenta y blanda.

Las políticas de liberalización económica implementadas en buena parte del planeta


en los años 70 a 90 dieron pie a un aumento rápido de los intercambios económicos
internacionales. A esta globalización económica se han sumado siempre (en sus
distintas oleadas) otras formas de internacionalización, militar o blanda, que han
implicado el movimiento internacional de personas (tropas desplegadas, migrantes,
turistas, estudiantes, deportistas en competiciones internacionales, cooperantes) o
de ideas (mediante los intercambios de información, culturales, científicos,
tecnológicos o educativos). Y si bien la conceptualización académica de la
globalización ha reconocido siempre estas otras facetas no estrictamente
económicas, el seguimiento del proceso de internacionalización ha solido centrarse
en su dimensión más económica. Esto es así, entre otros motivos, debido a la mayor
disponibilidad de estadísticas en este campo (Held et al., 1999; Rosenau, 1997;
Keohane y Nye, 2000; Conley, 2002; Scholte, 2004; Lee, 2004; Marber, 2005;
Caselli, 2008; Figge y Martens, 2014).

Es en parte por este foco en lo económico que, al llegar la crisis financiera mundial
en 2008, y la posterior Gran Recesión, distintos análisis auguraron la ralentización
de la globalización, su fin o incluso un “estancamiento secular” (Altman, 2009;
Summers, 2014; Postelnicu, Dinu y Dabija, 2015). Visto así, de hecho, sí se produjo
una ralentización (incluso una reversión en algunas variables y años) de la
internacionalización económica (notablemente de determinados flujos comerciales
y de la inversión directa extranjera).

Sin embargo, si nos servimos del Índice Elcano de Presencia Global para observar
este fenómeno, podemos concluir que la globalización no se ha revertido, aunque
sí ralentizado y mutado hacia formas más blandas de internacionalización (Olivié y
Gracia, 2020).

El Índice Elcano de Presencia Global (Figura 1) se creó con el doble objetivo de


servir de instrumento para explorar la proyección exterior de los países para los que
se calcula (tanto su volumen como su naturaleza) pero también de observar las
tendencias globales en los procesos de internacionalización. Dado el alto número
de países para el que se calcula en la actualidad (120) y, por lo tanto, su
representatividad en términos de población y de PIB mundiales, puede también
emplearse para el estudio del proceso mismo de globalización (Olivié et al., 2017;
Olivié et al., 2018).

Figura 1. Estructura del Índice Elcano de Presencia Global (variables, dimensiones y sus pesos en
el índice compuesto)

Fuente: Real Instituto Elcano, Índice Elcano de Presencia Global.


Podemos diferenciar tres etapas en el proceso de globalización desde 1990: (a) una
primera fase de des-globalización –entre 1990 y 1995– que coincide con la
reconfiguración geopolítica de Europa, cuando la presencia global agregada
decreció a una tasa media anual del -0,7%; (b) un segundo período de crecimiento
continuado de la globalización que comienza en 1995 y termina en 2011, con un
incremento acumulado del 43% en todo el período (por lo tanto una tasa media
anual del 2,7%); y (c) la etapa actual, con subidas y bajadas moderadas que arrojan
una tasas media de variación de algo menos del 1% (Figura 2).

Es importante tener en cuenta, en primer lugar, que el Índice Elcano de Presencia


Global recoge tendencias estructurales (por ejemplo, rara vez turbulencias
financieras puntuales o cambios políticos se traslucen en los resultados del Índice).
En segundo lugar, captura los cambios en las dimensiones y variables con un cierto
retardo temporal, de en torno a dos años, de ahí que los efectos de la crisis de 2008-
2009 no se reflejen en el Índice hasta 2011 y que, muy probablemente, los efectos
de la crisis provocada por la pandemia del COVID19 no impacten en los valores del
índice hasta 2021 o 2022. Con estas salvedades, es importante señalar que el
último año para el que tenemos datos (2018) recoge un aumento de la globalización
sin precedentes desde el estallido de la crisis de finales de los 2000: el valor
agregado del Índice para los 120 países para los que se calcula se sitúa hoy en los
12.646 puntos, habiendo aumentado desde 12.199 el año anterior.

Por lo tanto, según estos datos, el mundo no ha estado experimentando un proceso


de des-globalización (hasta la fecha). Ésta se ha ralentizado desde el inicio de la
década, pero no se ha producido una contracción del proceso más que en dos años
concretos (un -0,7% en 2014 y un -1,4% en 2015) y estaba, antes de la actual crisis,
recuperándose.
Figura 2. Presencias global, económica, militar y blanda, 1990-2018 (en valor índice)

Notas: (a) la serie temporal del Índice Elcano de Presencia Global incluye datos para 1990, 1995,
2000, 2005, 2010 y datos anuales para el período 2010-2018; las observaciones de 1990 se
extienden para el período 1990-1994, los de 1995 para 1995-1999, los de 2000 para 2000-2004 y
los de 2005 para 2005-2009; y (b) las dimensiones económica, militar y blanda se expresan en
términos absolutos; por lo tanto, no se están aplicando los pesos de las dimensiones para el
cálculo del Índice Elcano de Presencia Global.
Fuente: Real Instituto Elcano, Índice Elcano de Presencia Global.

Las distintas variables y dimensiones (económica, militar y blanda) también han


contribuido de distinta manera a la velocidad de globalización en los últimos años.
Entre 1990 y 2005, el principal vector de globalización fue la dimensión económica,
que creció a tasas de entre el 3,5% y el 6%. La dimensión blanda también contribuyó
-positiva pero modestamente al proceso durante esta etapa, con tasas de
crecimiento de entre el 0,7% y el 2,2%. Mientras tanto, se producía una cierta des-
globalización de lo militar, con tasas de crecimiento negativas durante la mayor
parte del período (Figura 3).

Sin embargo, estas tendencias cambian fuertemente a mediados de los 2000. La


dimensión blanda pasa a liderar el proceso de globalización, con tasas de
crecimiento medio anual de entre el 3,6% y el 5%. La dimensión económica pasa a
ser mucho menos dinámica, con crecimientos interanuales bajos o incluso negativos
(en 2016 y 2017), así como se produce una cierta recuperación de la esfera militar,
con tasas de crecimiento positivas en 2015 y 2016.

En definitiva, durante este período de globalización lenta, la naturaleza de este


proceso también ha cambiado: la dimensión blanda remplaza la económica como
su principal vector. Asimismo, la contracción estructural de lo militar durante las dos
primeras décadas ha dado ahora lugar a una recuperación modesta pero continuada
de esta dimensión.
Figura 3. Variaciones anuales de presencia global, económica, militar y blanda, 1990-2018 (en %)

Notas: (a) la serie temporal del Índice Elcano de Presencia Global incluye datos para 1990, 1995,
2000, 2005, 2010 y datos anuales para el período 2010-2018; las observaciones de 1990 se
extienden para el periodo 1990-1994, los de 1995 para 1995-1999, los de 2000 para 2000-2004 y
los de 2005 para 2005-2009; y (b) las dimensiones económica, militar y blanda se expresan en
términos absolutos; por lo tanto, no se están aplicando los pesos de las dimensiones para el
cálculo del Índice Elcano de Presencia Global.
Fuente: Real Instituto Elcano, Índice Elcano de Presencia Global.

(2) ¿Qué dejará el coronavirus en términos de intercambios mundiales?

La reflexión acerca del posible impacto de la actual crisis sanitaria, y el escenario


posterior sobre el proceso de globalización en su conjunto, y particularmente sobre
sus distintas dimensiones e indicadores, requiere una serie de consideraciones
previas.

En primer lugar, está la dimensión temporal. Es necesario diferenciar los análisis


sobre el efecto a corto plazo de la propia emergencia sanitaria y las medidas
tomadas para contenerla, de los efectos en el medio y largo plazo. A nivel
macroeconómico el debate, todavía incipiente, se está centrando en el
propio shock –de oferta y/o de demanda y sus efectos– (Camaduro y Papadia,
2020; Carlsson-Szlezak, Reeves y Swartz, 2020; Fornaro y Wolf, 2020) y en las
respuestas políticas necesarias en función de los diferentes diagnósticos (McKibbin
y Fernando, 2020; OECD, 2020b). Pero tanto las consecuencias del shock como la
dimensión de la respuesta dependerán a su vez de la duración de la emergencia
sanitaria y de las medidas de confinamiento. Por otro lado, parece no haber duda
de que la gravedad de la situación requiere la necesidad de reactivación de grandes
políticas de Estado (Bénassy-Quéré et al., 2020; Krugman, 2020; Saez y Zucman,
2020; De Grauwe, 2020; Gali, 2020; Wolf, 2020).

En cualquiera de los casos, los análisis coincidirían en que la crisis a la que nos
enfrentamos tendrá un importante impacto económico en todas las dimensiones de
los intercambios internacionales (OECD, 2020b, 2020a) y al mismo tiempo, tanto su
duración como las diferentes respuestas que se adopten afectarán, también de
distinta manera, al ritmo y la naturaleza de la globalización (IMF, 2020).

En segundo lugar, a pesar de las numerosas comparaciones con la situación


económica en la II Guerra Mundial y los años posteriores, cabe destacar, por una
parte, que las diferencias económicas son notables –por ejemplo, no habrá
necesidad de reconstrucción de grandes infraestructuras, lo que hubiera permitido
contrarrestar el shock de oferta–. Pero, sobre todo, los aires de la época son otros
(Hernández, 2020). Nos encontramos hoy en un contexto de reversión de los
procesos de integración y fortalecimiento de las identidades nacionales, y lo global
es, además, el principal mecanismo de extensión de la crisis sanitaria actual y de
sus efectos. Ya antes de la erupción de la crisis sanitaria provocada por el
coronavirus, asistíamos a una guerra comercial entre EEUU y China que
enmascaraba una carrera tecnológica, y que se ve avivada ahora por el modo de
gestionar la crisis sanitaria y la carrera por la obtención de la vacuna (Campbell y
Doshi, 2020). En cualquier caso, existen dudas acerca del impacto de la pandemia
en esta pugna geopolítica, y particularmente en los efectos sobre China, en términos
de crecimiento, de cohesión interna y de imagen internacional (Esteban, 2020). En
este mismo sentido, en el momento en que se escriben estas líneas, la emergencia
sanitaria es todavía incipiente en EEUU.

Por lo tanto, esta crisis irrumpe en un momento en el que parte de la comunidad


internacional cuestiona los pilares sobre los que se venía sosteniendo el mundo
desde el fin de la II Guerra Mundial, y particularmente, su gobernanza multilateral o
el sentido y la existencia misma de la UE. En definitiva, se trata de una crisis
sanitaria de naturaleza irremediablemente global que estalla en un contexto de auge
de identidades nacionales.

(2.1) Dimensión económica

Parece unánime la opinión acerca del impacto negativo que tendrá la actual crisis
en la economía mundial, tanto en el corto como en el medio plazo. En lo que
respecta a los mercados de bienes energéticos y materias primas, la crisis del
coronavirus aparece en un contexto de caída de precios del petróleo por el
enfrentamiento entre Rusia y Arabia Saudí, que ha arrastrado al resto de materias
primas (Escribano, 2020).

En términos comerciales e inversores, la pandemia se desata en un contexto de


elevada transnacionalización productiva e inversora, con un proceso manufacturero
fragmentado, y dispersado geográficamente, organizado en las denominadas
cadenas globales de producción (Molina, 2020).
Sin embargo, la actual situación también pone de manifiesto la vulnerabilidad de los
modelos de producción actuales, caracterizados por la denominada producción
flexible (series de producción cortas, minimización de stocks y aprovisionamiento
constante en flujo tenso), respecto a lo ocurrido en sus países proveedores
(Treceño, 2020; Haren y Simchi-Levi, 2020). Como señala Fanjul (2020), esta crisis
incrementa la valoración del riesgo de dependencia geográfica respecto a China, lo
que puede desarrollar estrategias de diversificación geográfica de proveedores, que
puede no afectar negativamente al comercio en términos agregados, o puede incidir
en una tendencia de relocalizaciones hacia países de origen y la consecuente
reducción del volumen de intercambios comerciales.

En lo que respecta a las exportaciones de servicios, si bien en los últimos años


habían venido incrementándose notablemente de la mano de los procesos de
transnacionalización productiva, es esperable una importante reducción de estos
flujos debido al impacto en el sector turístico mundial. Así, en economías de
marcado perfil terciarizado y anclado en la variable turística, como es el caso de
España, la pandemia global tendrá un impacto importante por la vía de la caída en
la llegada de turistas a las fronteras.

Y en lo que respecta al stock exterior de inversión extranjera directa (quinto


indicador incluido dentro de la dimensión económica), su evolución dependerá de la
reconfiguración de esa dimensión productiva transnacionalizada, y también del
impacto en los mercados financieros internacionales en el medio plazo (Álvarez-
Pickman, 2020).

(2.2) Dimensión militar

En principio no cabe esperar un vínculo directo entre la crisis del coronavirus y la


dimensión militar, tal y como se incorpora ésta al Índice Elcano de Presencia Global.
Si bien es cierto que el ejército ha adquirido un importante papel en la gestión de la
crisis sanitaria en la práctica totalidad de países, por el momento, dicho papel se
limita a los territorios nacionales. No obstante, no es descartable que en un futuro
se puedan llegar a poner en marcha misiones internacionales orientadas a gestionar
recrudecimientos puntuales de la emergencia sanitaria en países concretos y
particularmente en desarrollo.

(2.3) Dimensión blanda

Como se explica en el primer epígrafe, la dimensión blanda ha sido el principal


vector de globalización tras la crisis de finales de los 2000. A diferencia de lo que
ocurrió entonces, en esta ocasión sí cabe esperar un impacto significativo, aunque
desigual, en varias de sus facetas. Entre las variables golpeadas estarán,
previsiblemente, las que impliquen el movimiento de personas como el turismo, la
migración, la educación o los deportes (Molina, 2020). Como ejemplo de esto último,
véase la cancelación de citas deportivas internacionales, incluidos los Juegos
Olímpicos.
Por el contrario, otras formas de proyección blanda pueden verse reforzadas como
consecuencia de la crisis del coronavirus. Es el caso de la información, dado el
esperable incremento del volumen de noticias internacionales, así como la mejora
de la infraestructura física necesaria para el uso de Internet, en un contexto de
confinamiento y de aumento del teletrabajo. Podría ser también el caso de la
variable de ciencia, dado el esfuerzo investigador que se está generando ya en los
ámbitos de las ciencias (vacunas o tratamientos médicos, pandemias y cambio
climático) y de las ciencias sociales (análisis de impacto y exploración de respuestas
en los ámbitos económico, político o social).

Existen otros indicadores de la dimensión blanda en los que, como resultado de


distintos factores con efectos contrapuestos, el impacto neto de la crisis podría ser
positivo o negativo. El indicador de la variable de tecnología recoge las patentes
orientadas al exterior, que guardan un vínculo con la dimensión comercial y que, por
tanto, podrían reducirse. No obstante, al igual que con la variable de ciencia, el
comportamiento de las patentes podría también incrementarse por las necesidades
de nuevos desarrollos tecnológicos que repercutirán en el incremento de
inversiones I+D.

La variable de cultura se encontraría en una situación similar. Medida con los


intercambios de servicios audiovisuales, si en los próximos años predominara el
repliegue económico en las propias fronteras y la caída del comercio mundial, éste
arrastraría también estos intercambios. No obstante, de esta dinámica podrían
escapar, concretamente, los intercambios digitales, más aún teniendo en cuenta
que el confinamiento mundial ha incrementado el consumo en el domicilio de todo
tipo de producciones cinematográficas, series o música.

Por último, en lo que se refiere a la cooperación al desarrollo, distintos gobiernos


podrían optar por un aumento de los desembolsos de ayuda al desarrollo, con el
objetivo de contribuir a la conservación de los bienes públicos globales,
particularmente en materia de salud global, o bien podríamos asistir a una reducción
de los mismos en un nuevo contexto de fortalecimiento de identidades nacionales
y, con ello, de reducción de los espacios de cooperación multilateral (Olivié, 2020).

(3) ¿Cómo afectará esto al proceso de globalización?

Una forma de aproximarse a la respuesta es calibrando (con todas las cautelas y


reservas necesarias) su impacto en el agregado del Índice Elcano de Presencia
Global. Para ello, podemos basarnos en el efecto transformador que tuvo en éste la
anterior crisis de 2008 (epígrafe 1 de este trabajo) y también las previsiones de
impacto de la actual epidemia en las distintas variables y dimensiones del Índice
(epígrafe 2).

(3.1) Escenario A: una crisis como la de 2008

Por lo general, los cambios estructurales se ven reflejados en el Índice Elcano de


Presencia Global al cabo de dos años, aproximadamente. Téngase en cuenta que
la edición 2018 del Índice, publicada en 2019, recoge los datos de las 16 variables
disponibles a 31 de diciembre de 2018. Dichos datos suelen hacer referencia
generalmente a 2017 o, en algún caso, incluso a 2016. Siendo así, los efectos
estructurales de la crisis que se inicia con la quiebra de Lehman Brothers en otoño
2008 se empiezan a observar en la edición 2010 de nuestro Índice, y se extienden
hasta mediados de ese decenio.

Si la actual emergencia sanitaria, y sus consecuencias económicas, políticas y


sociales tuvieran una magnitud semejante a la de hace una década, cabría prever
una variación en el agregado del Índice Elcano de Presencia Global similar a la que
tuvo el mismo Índice en el período 2010-2015, en todas y cada una de sus variables
y dimensiones (Figura 4).

(3.2) Escenario B: una crisis peor que la de 2008

Algunos analistas prevén unos efectos económicos, políticos y sociales


devastadores y más profundos que los que tuvo la crisis de 2008. Si nos situáramos
en este escenario, podríamos ver cómo las distintas variables del Índice registran,
posiblemente a partir de la edición 2022, el peor valor diferencial posible de los
observados para cada uno de los indicadores en el período 2010-2018 (Figura 4).

(3.3) Escenario C; una crisis distinta de la de 2008

Por último, también cabría esperar que esta crisis, con sus particularidades y
diferencias respecto de la de 2008, tuviera un comportamiento distinto por variables,
tal y como observábamos en el epígrafe anterior.

Éste sería el caso, por ejemplo, de la variable de energía. Tal y como señalábamos,
los precios de la energía se sitúan en niveles históricamente bajos y al mismo tiempo
se prevé un mantenimiento de las políticas vinculadas al cambio climático, y
particularmente del proceso de sustitución de fuentes energéticas fósiles. Cabe más
bien esperar un comportamiento de esta variable, dentro de la dimensión
económica, similar a la registrada en los últimos años (Escribano y Lázaro, 2020),
lo que arrastraría también un comportamiento similar de la variable de bienes
primarios. Siendo así, su variación en los próximos años podría situarse en el
entorno del -2,6% medio anual, que es el valor promedio registrado en el período
2015-2018 (Figura 5).

Algo similar cabría esperar para la variable de manufacturas, en la dimensión


económica, que ya acusaba un enfriamiento del comercio internacional. También
sería el caso de las tropas desplegadas y el equipamiento militar en la dimensión
militar, que en principio no reaccionarán significativamente a la actual crisis. En la
dimensión blanda, este comportamiento cabría ser esperable para la variable de
cultura, que podría verse más afectada por una disminución del comercio
internacional o, por el contrario, por un incremento del consumo en este tipo de
servicios. También en esta última dimensión, podría ser el desempeño de la
cooperación al desarrollo, que evolucionará como resultado de la tensión entre la
mayor presión para contención de este gasto público, por una parte, y la demanda
de una mayor protección de los bienes públicos globales, por otra.

En lo que se refiere a los servicios, podría haber un impacto significativo en el sector


turístico, quizá equiparable al peor de los desempeños en el período 2010-2018 (por
lo tanto, el mismo registro que en el escenario B), como también ocurriría con otras
variables que implican el flujo de personas: las migraciones, el turismo, los deportes
y la educación.

Hay un tercer grupo de variables que podrían comportarse en el futuro inmediato de


forma similar a como lo hicieron en el primer momento post-Gran Recesión (y, por
lo tanto, igual que en el escenario A). Éste es el caso de las inversiones, vistas las
perspectivas de re-localización de la producción y la sensibilidad de esta variable al
comportamiento de los mercados financieros internacionales. En la dimensión
blanda podrían seguir este patrón la información (visto el aumento de este tipo de
consumo y el crecimiento previsible en la capacidad instalada) y la tecnología y la
ciencia (por la que apostaron las grandes potencias que no sufrieron la crisis como
buena parte de las economías europeas).

Figura 4. Tres escenarios para la globalización post-COVID19 (%)

Escenario A Escenario B Escenario C


Crisis como la de 2008 Crisis peor que la de 2008 Crisis distinta de la de 2008
Tasa promedio (2010-15) Mayor reducción (2010-18) Tasas promedio Figura 5
Energía 7,2 -7,3 -2,6
Bienes primarios -0,5 -36,7 -10,5
Manufacturas 3,3 -3,3 -0,5
Servicios 1,3 -1,4 -1,4
Inversiones 1,0 -12,4 1,0
Tropas -3,4 -8,3 0,5
Equipamiento militar 4,0 -1,9 -0,2
Migraciones -1,0 -1,1 -1,1
Turismo 3,5 1,9 1,9
Deportes -1,3 -1,7 -1,7
Cultura 11,2 -11,7 1,2
Información 16,5 -3,1 16,5
Tecnología 3,1 -27,4 3,1
Ciencia 3,2 -16,5 3,2
Educación 4,3 -1,2 -1,2
Cooperación al desarrollo 4,7 -12,2 1,3
Fuente: elaboración propia en base al Índice Elcano de Presencia Global.
Figura 5. Escenario C. Una crisis distinta de la de 2008
Juicio
Argumentos + Argumentos - (%)
Energía Dependencia petróleo Guerra precios, políticas -2,6
cambio climático
Bienes primarios Vínculo precios petróleo, -10,5
mercados financieros
Manufacturas Transnacionalización existente CGV Relocalización, parón -0,5
productivo
Servicios Transnacionalización existente CGV Relocalización, parón -1,4
productivo, turismo
Inversiones Transnacionalización existente CGV, Relocalización, crisis 1,0
fusiones y adquisiciones financieras financiera
Tropas Misiones sanitarias Repliegue nacional 0,5
Equipamiento -0,2
militar
Migraciones Crisis migratorias Repliegue nacional -1,1
Turismo Repliegue nacional, crisis 1,9
sanitaria
Deportes Cancelación eventos y -1,7
competiciones
Cultura Consumo digital Reducción multiculturalismo 1,2
Información Aumento noticias, aumento infraestructura 16,5
internet
Tecnología Aumento desarrollos tecnológicos Reducción comercio 3,1
Ciencia Aumento publicaciones 3,2
Educación Reducción movimientos -1,2
Cooperación al Salud global Repliegue nacional 1,3
desarrollo
Fuente: elaboración propia en base al Índice Elcano de Presencia Global.

Sólo en uno de los tres escenarios, el B, se produciría una des-globalización


efectiva, que se daría en todas las dimensiones y, particularmente, en la económica,
que se reduciría, para la suma de la presencia económica de los 120 países para
los que se calcula el Índice, y respecto del dato más reciente que es el valor del
Índice en 2018, en más de 630 puntos (9%). La reducción de la dimensión blanda
sería, aproximadamente, de la mitad (10%) y la militar decrecería en menos de 100
puntos (Figuras 6 y 7). El resultado neto sería el de una caída de la presencia global
agregada de los 120 países para los que se calcula el Índice de 1.065 puntos en
valor índice, o el 8,5% respecto de su valor en 2018, lo que nos devolvería a los
niveles de globalización poscrisis.

Si los efectos transformadores fueran similares a los de la anterior crisis (escenario


A) habría, de hecho, una continuidad en el proceso de globalización, con
incrementos acumulados, sobre todo, en la dimensión blanda (más de 200 puntos
en valor índice, más del 6%), y, en menor medida, en la económica (que aumentaría
algo menos de 150 puntos, poco más del 2%). Esto es, un aumento de la presencia
global agregada de 391 puntos o el 3,1%, sólo 0,7 puntos porcentuales menos que
la variación de 2017 a 2018.
Por último, si se diera un escenario diferente, con efectos transformadores
diferenciados de esta crisis respecto de la anterior, nos encontraríamos,
prácticamente, con un parón de la globalización. Ésta apenas continuaría, con un
crecimiento de la presencia global agregada de tan sólo 0,7% (88 puntos en valor
índice). Sería el resultado de un mayor dinamismo de la presencia blanda, que se
incrementaría en más de 120 puntos (el 3,6%), frente a una dimensión económica
en leve retroceso (el -0,5%) y una dimensión militar prácticamente inalterada.

Figura 6. Presencia global agregada, proyecciones por escenarios A, B y C (variaciones en valor


índice respecto del valor de 2018)

Fuente: elaboración propia en base al Índice Elcano de Presencia Global.


Figura 7. Presencia global agregada, proyecciones por escenarios A, B y C (variaciones en
porcentaje respecto del valor de 2018)

Fuente: elaboración propia.

Conclusiones

Al igual que ocurrió con la crisis de finales de los 2000, la actual tendrá un impacto
en las relaciones internacionales. Es previsible también que estos efectos
supongan una aceleración de los cambios estructurales que ya se venían dando
en el proceso de globalización.

En este sentido, cabe destacar, en cualquiera de los tres escenarios identificados,


que a pesar de las previsibles restricciones a los movimientos de personas (que
afectarán a las variables de educación, turismo o migraciones), sería la dimensión
blanda la que lideraría la globalización, como de hecho ocurrió tras la crisis de 2008.
Esto sería así por el esperable dinamismo de las variables de información,
tecnología y ciencia, lo que vendría a acrecentar y consolidar la brecha tecnológica
entre países y regiones y cómo ésta moldea, de forma creciente, el papel de
distintos países o bloques (como China, EEUU y Europa) en la escena internacional.

Bibliografía

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