6 Comunicaciones Satelitales
6 Comunicaciones Satelitales
6 Comunicaciones Satelitales
6 COMUNICACIONES SATELITALES
Esta era una muy buena idea pero debía cumplirse una serie de requisitos para que el
satélite se viera fijo desde la Tierra, es decir, para que fuera geoestacionario. Debía
desplazarse en el mismo sentido de rotación de la Tierra y completar una vuelta cada 24 horas
y esto implicaba tener al satélite a una altura de casi 36.000 km, en órbita circular, girando a
una velocidad de 3.075 m/s. La órbita que hace cumplir al satélite con estos requisitos se
llama órbita geoestacionaria. La Figura 1 describe este movimiento.
Estas ideas que comenzaron a gestarse por allá por 1945 parecían difíciles de llevar a
cabo (de hecho por aquel entonces aún no se había lanzado ningún satélite artificial de ningún
6 Comunicaciones satelitales 1
tipo) aunque finalmente sí se logró y hoy día las comunicaciones satelitales están presentes en
la vida cotidiana.
La forma más general de una órbita satelital es elíptica, con un cierto grado de
inclinación i respecto del plano ecuatorial. Si i = 0º entonces la órbita es ecuatorial. Cuando
i 0º entonces se habla de órbita inclinada. En particular, para un satélite geoestacionario, la
órbita es circular y ecuatorial.
2 6 Comunicaciones satelitales
Por definición, un satélite es geosíncrono cuando su órbita es circular y tiene un período
orbital de 23 h, 56 min y 4,09 seg, es decir coincidente con la duración de un día sideral. El
radio orbital es de 42.164 km y el plano orbital puede estar inclinado respecto del ecuador. En
el caso particular de un satélite geosíncrono cuyo plano orbital coincide con el plano ecuatorial
(i = 0º) y que además se mueve en la misma dirección de rotación terrestre, entonces se dice
que el satélite es geoestacionario.
Un ejemplo de satélite con órbita elíptica lo constituye el sistema ruso Molniya, que
consta de una constelación de satélites colocados en ocho órbitas elípticas, inclinadas 63º
respecto del plano ecuatorial, y cuyos planos orbitales están separados por intervalos de 45º.
La Figura 3 muestra una de sus órbitas. El apogeo es aproximadamente de 40.000 km y el
perigeo es de unos 600 km.
Lanzadores
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Colocación del satélite en órbita
Según la técnica establecida por Hohmann, un satélite se coloca primero en una órbita
circular baja, luego se enciende algún motor para acelerar la carga y pasarla a una órbita
elíptica alargada cuyo perigeo coincida con la órbita inicial y el apogeo con la órbita circular
final. Obviamente, la Tierra es uno de los focos de esta órbita elíptica de transferencia.
El cambio de velocidad debe ser hecho justo donde ambas órbitas coinciden
tangencialmente, de manera de ahorrar consumo de energía y consecuentemente dólares. El
incremento de velocidad que debe imprimirse es igual a la diferencia entre la velocidad vt de la
órbita elíptica y v1 de la órbita inicial, evaluadas en el mismo punto. Finalmente, para pasar de
la órbita de transferencia elíptica a la órbita circular final se debe hacer un cambio de velocidad
igual a la diferencia entre vg (velocidad geosincrónica) y vt(apogeo).
Por lo tanto, debe haber dos encendidos de motores, uno en el perigeo de la órbita de
Hohmann y otro en el apogeo. En la práctica, el incremento de velocidad v1 en el perigeo se
obtiene de la última etapa del cohete que transporta al satélite, y el incremento v2 de apogeo
se consigue con un motor propio del satélite, llamado justamente motor de apogeo.
4 6 Comunicaciones satelitales
En la práctica, estas tres órbitas descriptas no se encuentran en un mismo plano, por lo
tanto se necesita en realidad una energía adicional para cambiar la dirección del vector de
velocidad y así cambiar de plano orbital. Cuanto mayor sea el ángulo entre planos orbitales
mayor es la energía demandada, consumiéndose más combustible y más dinero.
Por ejemplo, si un satélite estuviese en una órbita inicial baja con inclinación i = 28º, el
paso a seguir para colocarlo en órbita geoestacionaria sería cambiar a una órbita elíptica
coplanar y luego encender un motor en el apogeo para cambiar de plano. El paso de la órbita
circular inicial a la órbita elíptica se hace encendiendo el motor de perigeo cuando el satélite
está cruzando el plano ecuatorial, de tal forma que ese punto de cruce se convierta en el
perigeo de la órbita de transferencia.
Sin entrar en detalles de las leyes físicas, podemos decir que cuando un centro de
lanzamiento se encuentra más cerca del ecuador entonces el costo de lanzamiento es menor
ya que se requiere menor gasto de energía (combustible) para los cambios de órbita. O bien se
reduce la carga de combustible, o bien se ahorra combustible que puede ser utilizado en el
futuro para maniobras de corrección de la órbita para cuando el satélite esté en
funcionamiento, extendiendo así la vida útil del satélite. Por otra parte, al estar un centro de
lanzamiento más cerca del ecuador, como la velocidad tangencial de rotación terrestre en ese
punto es mayor que para latitudes más altas, también se consigue un ahorro de combustible
en la etapa inicial de lanzamiento.
La separación entre satélites vecinos está regida por los niveles permisibles de
interferencia radioeléctrica, de manera que se pueda garantizar la buena transmisión y
recepción de cada uno, sobre todo si funcionan en frecuencias similares. Estas interferencias
suelen ocurrir, ya que los platos parabólicos usados en los satélites tienen lóbulos de radiación
secundarios (laterales) desde los cuales se puede radiar o recibir hacia o desde direcciones
indeseadas.
La separación mínima promedio que debe existir entre dos satélites vecinos, para evitar
interferencias importantes, debe ser de unos 2º de arco. Esto implica una distancia entre
satélites de 1.500 km. En algunos casos, en zonas de mucho congestionamiento, esta
distancia de separación puede ser menor.
El medio en el que habitan los satélites es un lugar muy complejo y poco amigable para
ellos. En el espacio hay vació casi absoluto, temperaturas extremas, radiaciones intensas y
partículas muy veloces que pueden dañar o hasta incluso destruir al satélite. También hay
fuerzas gravitatorias originadas en cuerpos celestes que tienden a sacar al satélite de su
órbita.
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Cuando un satélite llega a su posición orbital definitiva, listo para dar servicio, nos
encontramos con que no resulta fácil mantenerlo en una posición estable y con las antenas
apuntando hacia la dirección donde debe prestar servicio. Esto se debe a fuerzas de atracción
externas que, como se dijo, tienden a mover de su órbita al satélite, por lo cual se debe contar
con un sistema de propulsión que permita hacer correcciones periódicas para evitar estos
desacomodamientos.
Para tener una idea de qué tanto se puede mover un satélite debemos imaginarnos que
se encuentra encerrado en una jaula imaginaria (Figura 5) de la que hay que evitar que se
salga haciendo las maniobras necesarias. Estas correcciones se hacen desde el centro de
control espacial en Tierra, que utiliza un complejo sistema informatizado y que además recibe
información desde el satélite que le ayuda a tomar las decisiones para corregir las variaciones
orbitales.
Cada vez que el subsistema de propulsión se enciende para hacer correcciones orbitales
o la orientación del satélite, se consume combustible y poco a poco los tanques de
almacenamiento se irán vaciando. Una vez que el combustible se acaba, luego de varios años
de haber realizado maniobras correctivas, ya no es posible mantener al satélite dentro de la
caja imaginaria que mencionamos y se corre el riesgo de causarle interferencias a otros
sistemas con lo cual debe desactivarse el satélite. Esta vida útil del satélite depende de la
eficacia con que los operadores de Tierra hagan las maniobras correctivas, administrando
eficientemente el uso del combustible. Actualmente es común que un satélite opere durante
unos 10 años o más.
Fuerzas perturbadoras
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Esta no uniformidad del campo gravitatorio de la Tierra combinada con el hecho de que
el satélite tampoco tiene una masa homogénea, produce un par gravitatorio. Este par hace que
el satélite gire alrededor de su centro de masa y que su velocidad varíe conforme se desplaza
sobre su órbita. Este cambio de velocidad hace que el satélite se mueva hacia el Este o el
Oeste sobre el arco ecuatorial, dentro de la caja imaginaria. Este movimiento se llama “deriva”
del satélite. La aceleración producida es del orden de una milésima de grado por día.
La Luna también ejerce un efecto gravitatorio sobre el satélite aunque mucho menor ya
que la Luna es mucho más pequeña que la Tierra y además se encuentra mucho más lejos del
satélite (10 veces más lejos que la Tierra). También el Sol produce un efecto gravitatorio
menor. De todos modos la combinación vectorial de estas fuerzas produce un movimiento del
satélite perpendicular al plano ecuatorial, es decir, en sentido norte o sur, dentro de la caja
imaginaria. Esto produce una inclinación del plano orbital original de 0º. Esta inclinación
indeseable es del orden de 1º por año, medido hacia el plano de la eclíptica. 30% de esta
inclinación se debe al efecto del Sol y 70% al efecto de la Luna.
Otra fuerza que produce cambios en la orientación y posición del satélite es la presión
de la radiación solar sobre la superficie de su estructura. Esta fuerza acelera al satélite y su
efecto es mayor en satélites que tienen celdas solares montadas sobre paneles desplegables
que sobre satélites de configuración cilíndrica, ya que en el primer caso la superficie total
expuesta a la radiación solar es mayor. Esta fuerza debida a la radiación produce una variación
en la posición longitudinal del satélite y al mismo tiempo un giro que lo desorienta respecto de
la superficie del planeta. En el caso de los satélites de órbitas bajas, además de tener en
cuenta esta radiación directa, hay que considerar el efecto de la radiación reflejada en la
Tierra, llamada albedo.
Además de las fuerzas externas que alteran la posición y orientación del satélite, el
propio satélite genera también fuerzas perturbadoras. El simple hecho de que haya
movimiento en sus antenas, paneles solares o del combustible que reside en los tanques,
produce pares o fuerzas que lo afectan. Hay que tener en cuenta que a medida que la reserva
de combustible se va agotando, el centro de masa del satélite va cambiando, y cuando se
activa el sistema de propulsión para corregir errores de posición, al no aplicarse sobre el
centro de masa, se producen pares perturbadores durante estas maniobras de corrección.
Finalmente, la propia radiación radioeléctrica de las antenas del satélite produce una
presión, cuyo efecto es importante cuando la potencia de transmisión del satélite es alta y está
concentrada en un haz muy angosto. Esta fuerza genera un giro en el satélite y para reducir al
máximo su efecto se lo debe diseñar con antenas colocadas simétricamente con respecto al
centro de masa.
Para resumir, podemos decir que la mayor parte del combustible se utiliza para corregir
las desviaciones norte-sur y este-oeste. Las correcciones norte-sur consumen
aproximadamente 20 veces más combustible al año que las correcciones este-oeste.
Efectos de la temperatura
Un satélite está integrado por diversas partes, fabricadas con distintos materiales y
diseñadas para cumplir diferentes funciones. Por ejemplo, las celdas solares trabajan más
eficientemente entre –100ºC y –50ºC, las baterías lo hacen bien entre 0ºC y +20ºC y los
tanques de combustible entre +20ºC y +50ºC. Por lo tanto, es necesario garantizar un control
térmico en la estructura del satélite. El mecanismo para hacerlo es complejo ya que se
requiere mantener un balance térmico entre la energía que emite el satélite y las radiaciones
externas, agravado por el hecho de que estas radiaciones externas varían con la hora del día y
la época del año.
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Si bien el Sol es la principal fuente de radiación térmica perjudicial, a la vez es muy
necesario para generar electricidad a través de las celdas solares. Por otra parte, mientras una
cara del satélite está orientada hacia el Sol y se calienta mucho, simultáneamente la cara
opuesta esta expuesta a muy bajas temperaturas. Típicamente la variación de temperatura va
desde los –100ºC hasta los +120ºC.
La rapidez con la que un satélite de órbita baja pierde altura depende la de la velocidad
a la que se desplaza, pudiendo llegar a perder varios metros por día. La altitud promedio de un
satélite de órbita baja es de 800 – 1000 km, el doble de la que tiene una estación espacial
tripulada (400 – 500 km), perdiendo en este último caso hasta unos 50 metros diarios de
altura.
Por último podemos decir que un punto a favor con este tema del vacío es que no se
produce corrosión en el satélite, debido justamente a la ausencia casi total de oxígeno. El caso
es distinto para los satélites de órbita baja, los cuales deben ser recubiertos con materiales
especiales para evitar la corrosión.
Efectos de la radiación
Los altos niveles de radiación ultravioleta y de partículas cargadas pueden alterar las
propiedades de los materiales. La Tierra forma un escudo natural contra este “ataque”, debido
al campo magnético, la capa de ozono y la ionósfera.
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Un buen porcentaje de esta radiación, no sólo proveniente del Sol sino de otras
regiones del universo, queda atrapado geomagnéticamente, formando los Cinturones de Van
Allen que rodean la Tierra. Consisten en dos cinturones concéntricos, el más bajo contiene
fundamentalmente protones con alta velocidad, mientras que el cinturón más alto contiene
principalmente electrones. Para el caso de los satélites de órbita baja el principal problema son
los protones, lo que obliga a diseñar al satélite con paredes gruesas para evitar que la
radiación penetre al interior. Los elementos más sensibles a estas radiaciones son los
semiconductores, que poco a poco se van degradando hasta que finalmente fallan y producen
errores en el procesamiento de las señales.
Los cinturones de Van Allen están situados a una altitud que varía entre 1.000 y
30.000 km sobre el nivel del mar, pero debido a una anomalía del campo magnético terrestre
se produce la llamada anomalía del Atlántico Sur en la que la altitud baja hasta niveles de
200 km sobre el nivel del mar. Los satélites de baja altura tienen que cruzar esta zona durante
el 10% del tiempo total que permanecen en órbita y si bien la atraviesan en unos cuantos
minutos la radiación es mucho más intensa que en otras secciones de su trayectoria.
Sin entrar más en detalles podemos resumir que los satélites están expuestos a
distintas fuentes de radiación y que los niveles que reciben dependen de los tipos de órbita.
Todo esto obliga a diseñar un satélite con las protecciones adecuadas.
Los meteoritos son pequeños cuerpos celestes que quedaron como residuos luego de la
formación del sistema solar y que viajan a velocidades de unos 20 km/s. Cuando ingresan a la
atmósfera terrestre, debido al rozamiento con el aire, se desintegran antes de llegar al suelo y
muchas veces lo que se ve es una minúscula bola iluminada llamada estrella fugaz. Si bien
tienen un tamaño pequeño, como la velocidad es grande, el impacto de un pequeño meteoro
sobre el satélite puede causarle daño. Por tal motivo, se debe construir al satélite con un
blindaje grueso que lo proteja.
Además de los meteoritos, que son objetos naturales, existe la llamada chatarra
espacial, generada por el Hombre y que anda a la deriva por el espacio, siguiendo alguna
cierta órbita. Entre esta chatarra se puede encontrar satélites que ya no funcionan, etapas de
cohetes, fragmentos debidos a explosiones, fragmentos de satélites que han estallado. Esta
chatarra se encuentra en diferentes planos orbitales y diferentes altitudes, incluyendo las
zonas de las órbitas bajas y las geoestacionarias.
Cuando estos objetos de desecho chocan entre sí o por algún motivo explotan, se
producen nuevas fragmentaciones, generándose más objetos y más pequeños. Esto hace que
aumente la probabilidad de colisiones entre ellos o con aparatos que están en órbita. Teniendo
en cuenta que la velocidad promedio a la que se desplazan estos objetos es de 10 km/s, el
daño que pueden causar al chocar contra un satélite puede ser importante.
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Vida útil del satélite
10 6 Comunicaciones satelitales
lado por inercia, luego regresa, y así sucesivamente. Estas oscilaciones tienen un período
largo, del orden de unos tres años.
Interferencia solar
Si bien es cierto que los rayos del sol son muy útiles para el satélite, a fin de alimentar
con energía los paneles solares que generan electricidad, hay ciertas situaciones, producidas
en ciertas épocas del año, en la que la alineación estación terrena-satélite-Sol no resulta
favorable, como se muestra en la Figura 8. Cuando esto ocurre, la radiación solar entra
directamente a la antena parabólica de la antena terrestre interfiriendo con el enlace de bajada
del satélite. Esta radiación solar alineada produce ruido. El grado de interferencia depende de
la orientación del lóbulo principal de la antena de recepción con relación a la dirección hacia el
satélite y el Sol. Esta interferencia es máxima cuando el eje principal de la antena está
alineado con la línea satélite-Sol. La interferencia es un poco menor para pequeñas
desviaciones de esta alineación. En esta situación, la temperatura de ruido introducida por el
Sol es de unos 25.000ºK.
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Figura 8. Interferencia solar cuando el satélite, el Sol y
la estación terrena están sobre una misma línea.
La duración de esta interferencia puede ser desde medio minuto hasta un cuarto de
hora. La duración exacta se puede calcular y depende del ancho del haz de la antena
receptora, de la latitud geográfica y de la fecha. Este deterioro es gradual, a medida que el
lóbulo principal de la antena va se va acercando a la línea satélite-Sol. Este fenómeno ocurre
dos veces al año, durante aproximadamente 7 días seguidos. Ocurre alrededor del 21 de
marzo y del 21 de septiembre.
Como la luz solar directa puede afectar a la antena receptora, se la suele pintar con una
pintura no reflectiva, de manera que los rayos incidentes no se concentren totalmente en el
alimentador de la antena.
Eclipses
Figura 9. Posición relativa del Sol y la Tierra respecto del satélite. (a)
Varias semanas antes del eclipse. (b) Durante el comienzo del eclipse. (c)
Durante un equinoccio (21 de marzo ó 21 de septiembre).
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Cuando se produce el eclipse, unos sensores detectan la disminución de la energía
suministrada por las celdas solares y entonces automáticamente entra en servicio el sistema
de baterías. Estas baterías comienzan a descargarse, debido a su operación, hasta que el
eclipse termina y nuevamente el sensor detecta suficiente nivel de luminosidad, desactivando
el back up de baterías y poniendo de nuevo en servicio las celdas solares que volverán a
cargar las baterías.
Los eclipses ocurren cuando la Tierra o la Luna se interponen entre el Sol y el satélite,
como lo ilustra la Figura 9. Estos eclipses no ocurren durante todo el año sino durante los 21
días anteriores y 21 días posteriores a cada equinoccio. Cada día, el eclipse va durando un
poco más, alcanzando un máximo de 70 minutos (el día 21) y luego comienza a acortarse
hasta desaparecer, 21 días más tarde (Figura 10).
El satélite es un sistema realmente complejo que está integrado por varios subsistemas.
Debe tener energía eléctrica, ser capaz de disipar calor, corregir sus movimientos y
mantenerse en equilibrio, ser capaz de regular su temperatura, ser resistente al medio y
obviamente poder comunicarse con la Tierra. En la Tabla I se resumen los principales
subsistemas de un satélite.
Si bien todos los subsistemas involucran cosas interesantes para estudiar, nos
abocaremos principalmente al tema de nuestro interés: las comunicaciones.
Subsistemas Función
Antenas Recibir y transmitir las señales de radiofrecuencia desde y hacia las
zonas donde tiene asignada la cobertura.
Comunicaciones Amplificar las señales recibidas desde las antenas de recepción, cambiar
su frecuencia y dirigirlas a las antenas de transmisión para que sean
retransmitidas a la Tierra.
Energía eléctrica Suministrar electricidad a todos los equipos, con los niveles de tensión y
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corriente adecuados, ya sea en condiciones normales de operación o
bajo condiciones de eclipse.
Control térmico Regular la temperatura del conjunto, durante el día y la noche.
Posición y Determinar y mantener la posición y orientación del satélite.
orientación Estabilización y orientación correcta de las antenas y de los paneles
solares.
Propulsión Proporcionar incrementos de velocidad y pares para corregir las
desviaciones de posición y orientación. Última etapa empleada en la
colocación en órbita del satélite.
Rastreo, telemetría y Intercambiar información con el centro de control en Tierra para
comando conservar el funcionamiento del satélite.
Estructural Alojar todos los equipos y darle rigidez al conjunto.
Subsistema de antenas
Si bien en los satélites se pueden utilizar diversos tipos de antenas, las más usadas son
los platos parabólicos, con superficie perfilada o irregular (en lugar de lisa). El satélite lleva
también antenas de comando y telemetría.
En general, las antenas reciben las señales de radiofrecuencia desde Tierra y después
que son amplificadas y/o procesadas en el satélite, se retransmiten de nuevo a la Tierra,
concentradas en un determinado haz de potencia (o varios haces).
Recordemos que la ganancia máxima de una antena parabólica viene dada por:
4A
G (1)
2
El ancho del haz del lóbulo principal de radiación, que es el ángulo comprendido entre
los dos puntos de potencia mitad, se puede calcular, en forma aproximada, como:
75
3dB grados* (2)
D
*
Algunos también utilizan como factor de proporcionalidad 70 o 72.
14 6 Comunicaciones satelitales
En la Figura 11 la dirección máxima de radiación coincide con el eje del plato
parabólico, pasando por el vértice y el foco de la antena. En el foco se coloca el alimentador,
que puede ser una sola antena tipo bocina o un arreglo de bocinas (Figura 12).
Sencillos cálculos hechos con la (1) demuestran que duplicando el diámetro del plato (a
una dada frecuencia) o duplicando la frecuencia (para un diámetro fijo del plato), se obtiene
un aumento de la ganancia de 6 dB.
La ecuación (1) nos da la ganancia máxima de la antena, es decir en dirección del eje
de la antena. Para calcular la ganancia de la antena en otras direcciones dentro del lóbulo
principal, según un ángulo respecto de dicho eje, podemos usar la siguiente ecuación:
2
G dBi Gmáx dBi 12
(3)
3dB dB
3dB
que por supuesto sólo es válida para el rango 0º
2
También hay que tener en cuenta que la (3) vale sólo para platos parabólicos con
patrones de radiación simétricos, algo muy común en los satélites más antiguos. Sin embargo
actualmente, la mayoría de los satélites tienen haces conformados o perfilados que generan
huellas de cobertura nacional, regional o hemisférica. Debido a esta particularidad, el cálculo
de la ganancia según un cierto ángulo se hace más difícil y por lo tanto lo más común es
recurrir a las huellas de PIRE proporcionadas por el operador del satélite.
Recordemos que el PIRE queda definido como el producto de la potencia que sale del
transmisor por la ganancia de la antena transmisora que dicho transmisor alimenta. Los
6 Comunicaciones satelitales 15
contornos de PIRE, es decir, los lugares geométricos en los que el PIRE es constante y de un
determinado valor, tienen formas irregulares cuando los haces son asimétricos. Los valores de
los contornos se dan en dBW. Teniendo en cuenta que:
Hay que tener en cuenta que los contornos de PIRE dados por el fabricante son para
una dada frecuencia. Pero como la ganancia de la antena cambia con la frecuencia, es posible
que haya variaciones del contorno dentro del ancho de banda de 500 MHz normalmente
empleado.
Un mismo satélite puede tener más de una huella de iluminación, en la misma banda de
frecuencia o en diferentes bandas, con haces nacionales o regionales o globales.
Generalmente, los haces globales se obtienen con platos de apertura pequeña. Los haces
nacionales se logran con antenas de apertura más grande. La razón para generar contornos de
PIRE irregulares es aprovechar mejor la potencia, al no transmitirla a puntos donde hay poco
tráfico o pocas antenas terrenas y concentrándola más hacia zonas de mayor tráfico. La huella
de iluminación es la intersección del haz radiado por la antena transmisora con la superficie
terrestre.
Para lograr un haz de contorno irregular se puede usar una antena con varias bocinas
ubicadas cerca el foco de la antena. Esta es una técnica que se utilizó mucho en los años 70 y
80 pero está cayendo en desuso debido a que se requieren arreglos de varias bocinas. Además
del peso que esto conlleva, el diseño es complejo ya que debe hacerse por métodos de prueba
y error con ayuda de algún programa de computación. El resultado final se puede obtener con
varias bocinas del mismo tamaño o bien de diferentes tamaños.
Figura 13. Ejemplo de cómo tres bocinas generan tres haces que
luego se combinan en la superficie terrestre para generar un cierto
contorno de PIRE
La Figura 13 muestra cómo se generan tres haces diferentes, con tres bocinas, en una
antena parabólica. La bocina 2 está en el foco de la parábola, y la radiación que emite, luego
de ser reflejada en ésta, se convierte en el haz central que se dirige hacia la Tierra. Por otra
parte, las bocinas 1 y 3 producen los haces que se ven en la figura, en forma invertida, es
decir, la bocina de la derecha genera un haz hacia la izquierda y viceversa. El haz resultante
16 6 Comunicaciones satelitales
que llega a la Tierra, generado por estos tres haces del ejemplo, se forma según una suma
vectorial. Por lo tanto, se pueden reforzar o debilitar unos con otros, dependiendo de la fase
que tenga cada uno. Es entonces que algunas regiones recibirán más potencia que otras y el
desafío está en hacer un arreglo de bocinas (considerando posición, tamaño, cantidad, fase de
cada una y trayectoria de cada haz) que genere la huella de iluminación o contorno de PIRE
deseado.
La Figura 14 muestra un ejemplo de cómo se combinan los haces de una antena para
darle cobertura más eficiente a un dado territorio. La opción 1 utiliza 3 haces y la opción 2
utiliza 5 haces. Nótese que en el segundo caso la distribución de potencia sobre el territorio es
más eficiente, con menos desperdicio de potencia en el mar. También se puede ver en la
opción 1, que los diámetros de los haces no tienen por qué ser iguales.
Figura 14. Ejemplo de dos posibles coberturas, utilizando dos arreglos diferentes de bocinas.
La otra alternativa para generar contornos de PIRE irregulares es usar una sola bocina
pero con un plato de superficie irregular. Esto reduce el peso de las antenas como así también
las pérdidas debidas al uso de demasiadas bocinas. Las perturbaciones o irregularidades en la
superficie de la antena son diseñadas por medio de un procedimiento matemático iterativo.
Estas irregularidades, que pueden ser hendiduras o crestas, y que producen los
desfasamientos necesarios, pueden tener una profundidad o una altura de uno o dos
centímetros. Esta técnica, que elimina el uso de múltiples bocinas permite obtener un
ahorro de unos 10 millones de dólares en el costo de lanzamiento, ya que la masa de la
antena se reduce en unos 100 kg. La Figura 15 muestra una noción de cómo se genera una
huella determinada con un plato parabólico de superficie irregular y la comparación con una
antena con arreglo de bocinas.
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Los satélites de la constelación Iridio fueron los primeros en utilizar arreglos activos con
control de fase. Se trata de un conjunto de varias antenas idénticas, donde la suma vectorial
de los campos radiados produce el contorno adecuado. Como la fase que alimenta cada antena
puede variarse electrónicamente, aún estando el aparato en órbita, el contorno del PIRE se
puede modificar en cualquier momento según las circunstancias. Esta sería una tercera técnica
para generar la huella de iluminación del satélite.
Subsistema de comunicaciones
Todas las señales provenientes de la Tierra, dentro de una cierta banda de frecuencias,
entran al satélite por medio de la antena receptora. En el interior del aparato las señales son
separadas por grupos, amplificadas y procesadas, trasladadas a una frecuencia más baja,
amplificadas nuevamente y luego reagrupadas para retransmitirse hacia la Tierra a través de
la antena transmisora. Cada grupo de los nombrados anteriormente se llama transpondedor.
Una cantidad común de transpondedores en un satélite es 12, aunque puede variar. Cada
canal de banda ancha o transpondedor tiene a su vez varios canales, que pueden ser de
telefonía, datos, TV, etc.
La capacidad de tráfico de un satélite está limitada por dos factores: ancho de banda y
potencia de los amplificadores. En cuanto al ancho de banda, la ITU ha asignado a las
comunicaciones satelitales las bandas VHF (30 – 300 MHz), UHF (0,3 – 3 GHz) y SHF
(3 - 30 GHz). A su vez, estas bandas han sido subdivididas en sub-bandas, también llamadas
bandas. Por ejemplo, UHF tiene las bandas L y S, mientras que SHF contiene a las bandas C,
X, Ku y Ka. Los tres tipos de servicio que la ITU ha definido, son:
1. FSS (Fixed Satellite Service) o servicio fijo por satélite. Se aplica a todo servicio de
comunicaciones que no sea móvil ni de radiodifusión.
2. MSS (Mobile Satellite Service) o servicio móvil por satélite. Se refiere a toda
comunicación entre dos puntos, donde uno o ambos pueden ser móviles.
Cada servicio tiene sus propias bandas de frecuencia asignadas y los límites inferior y
superior de cada una de ellas pueden variar dependiendo de la región. En la tabla II se
resumen las bandas más usadas.
18 6 Comunicaciones satelitales
Transpondedores
Las señales de comunicaciones recibidas por el satélite (voz, datos, TV, etc.) entran a él
por el subsistema de antenas y luego de ser procesadas adecuadamente son transmitidas de
nuevo a la Tierra. Fundamentalmente lo que se hace es amplificar la señal, para que llegue a
la Tierra con un buen nivel de potencia, y trasladarla en frecuencia, para no interferir con las
señales que se están recibiendo. El subsistema de comunicaciones realiza estas operaciones
mediante filtros, amplificadores, convertidores de frecuencia, conmutadores de frecuencia y
multiplexores, entre otros dispositivos.
Pt Aet Aer
Pr (6)
2 d 2
6 Comunicaciones satelitales 19
De allí se ve claramente que al aumentar la frecuencia, disminuye y por lo tanto
aumenta la potencia recibida.
20 6 Comunicaciones satelitales
Una vez que las señales han alcanzado un nivel de potencia adecuado, pasan por el
convertidor de frecuencia que consta de un oscilador local. Esto permite hacer un corrimiento
de frecuencia. Luego de esta operación las señales son separadas a través de un bloque
demultiplexor que tiene una entrada y varias salidas. Por dicha entrada ingresa todo el ancho
de banda de 500 MHz y a la salida se obtienen los canales separados de 36 MHz cada uno.
Posteriormente, cada bloque de 36 MHz pasa por una etapa de amplificación muy fuerte para
finalmente reunirse de nuevo mediante un multiplexor, formar el ancho de banda de 500 MHz
y alimentar la antena transmisora del satélite.
La razón por la que el ancho de banda de 500 MHz se separa en bloques más chicos
(36 MHz) es el hecho de que no es posible diseñar un amplificador de muy alta potencia que
permita amplificar semejante ancho de banda. De esta manera, cada banda de 36 MHz es
amplificada individualmente y luego se vuelven a juntar para transmitirse hacia la Tierra.
Vamos a ver ahora cómo se calcula la orientación de una antena terrestre hacia el
satélite geoestacionario con el que debe comunicarse.
6 Comunicaciones satelitales 21
Para orientar correctamente una antena en la dirección hacia donde está el satélite con
el que debe comunicarse, se definen los ángulos de elevación y azimut. Estos ángulos son
medidos tomando como referencia a la línea sobre la cual la antena tiene ganancia máxima. Si
se trata de una antena parabólica, dicho eje coincide con el eje del plato parabólico. Este eje
contiene al vértice y al foco (Figura 20). El ángulo de elevación se define como el ángulo
formado entre el plano horizontal y el eje de la parábola.
R
(cos l )(cos L) e
h
arctan (7)
sinarccos(cosl cos L)
Re
c
arctan h (8)
sin
donde:
tan L
arctan (9)
sin l
Si se usa una brújula para calcular el azimut, hay que tener en cuenta la declinación
magnética correspondiente al lugar geográfico donde esté la estación. Hay que recordar que la
brújula mide el ángulo que hay entre el eje magnético de la Tierra y cualquier línea visual. El
eje magnético no tiene la misma dirección que el eje geográfico, siendo la diferencia entre
22 6 Comunicaciones satelitales
ambos (declinación magnética) dependiente de cada región geográfica específica. En algunos
lugares la declinación magnética es igual a cero y en otros lugares puede llegar a 100º.
Rango
La distancia que hay entre la estación terrena y el satélite se denomina rango. Esta
distancia puede ser calculada a partir de la geometría de la Figura 22.
6 Comunicaciones satelitales 23
1
La.a. dB Lcenit dB (12)
sin
Cuando llueve sobre la zona donde está instalada una estación terrena, las señales
portadoras son atenuadas conforme se propagan a través de la región del aire en donde esté
lloviendo. La distancia total d que las señales viajan a través de la lluvia depende de la altura
de las nubes con relación al piso y del ángulo de elevación de la antena de la estación.
Actualmente se puede saber con bastante precisión qué tanto se atenúa una señal por
efecto de la lluvia, en función de la frecuencia de la señal y de la intensidad de la lluvia medida
en milímetros sobre hora (mm/h). Las gotas de lluvia absorben energía al ser calentadas por
las señales de microondas, y conforme la longitud de onda se hace comparable con el tamaño
de las gotas el efecto es más severo, causando mayor atenuación en la banda Ka ( = 1 cm)
que en la banda Ku ( = 2 cm) o en la C ( = 5 cm). Además, una parte de la energía de la
señal se dispersa al chocar ésta con las gotas de lluvia.
Como la lluvia no es permanente, para el diseño del enlace satelital resulta de interés el
porcentaje de tiempo total en el que cierto valor especificado de mm/h es excedido
(normalmente se toma como tiempo de referencia 1 año). Por ejemplo, decir que un cálculo de
enlace ha sido diseñado considerando una intensidad o tasa de lluvia de 0,01%, significa que
cuando llueva, la intensidad será mayor que la tomada como referencia en esa zona durante
0,01% del año, o sea, durante 53 minutos. Estos minutos son acumulados, por ejemplo, 2
minutos un día, 3 minutos otro día, etc., hasta acumular 53 minutos en un año. Este dato
permite saber cómo sobredimensionar el sistema para cumplir con un cierto grado de servicio.
Antenas terrestres
24 6 Comunicaciones satelitales
Figura 23. Patrón de radiación de dos antenas parabólicas.
Una antena parabólica tiene la propiedad de reflejar las señales que llegan a ella y
concentrarlas —como si fuera una lente— en un punto común llamado foco, cuando funciona
en modo recepción. Cuando funciona en modo transmisión las señales provienen del foco, se
reflejan en la parábola y se concentran en un haz muy angosto de radiación. Este foco coincide
con el foco geométrico del paraboloide de revolución que representa matemáticamente a la
antena y en él se coloca el alimentador, que por lo general es una antena de corneta o bocina.
El tipo de alimentador define la ganancia final de la antena y las características de los lóbulos.
Hay varios tipos de alimentadores pero los tres más utilizados originan las llamadas antenas
de alimentación frontal, la descentrada y la Cassegrain.
En una antena parabólica con alimentación frontal, el eje del alimentador o bocina
coincide con el eje de la antena. La apertura por la que radia este alimentador está orientada
hacia el suelo, por lo que se presenta el inconveniente de que la energía radiada que se
desperdicia por desborde se refleja parcialmente al tocar el suelo (Figura 24) y puede degradar
la calidad de la señal transmitida ya que se suman, muy probablemente fuera de fase, la señal
directa hacia arriba con la reflejada en el suelo. También, si la antena está recibiendo del
satélite, los rayos u ondas que incidan sobre el suelo cerca de la antena son reflejados hacia el
alimentador y pueden causar una degradación en la calidad de la señal recibida al sumarse
fuera de fase con los rayos reflejados provenientes de la parábola. El desborde de la radiación
del alimentador puede reducirse si se aumenta el diámetro de la antena o si se utiliza un
6 Comunicaciones satelitales 25
alimentador de mayor directividad —más complicado de fabricar y normalmente de mayores
dimensiones. La primera solución puede convertir a la antena en demasiado voluminosa,
mientras que la segunda solución, al tener un alimentador más grande, puede bloquear el paso
de la señal reflejada proveniente del plato parabólico. A pesar de tales desventajas, incluyendo
la del montaje del equipo electrónico inmediatamente detrás del alimentador, esta antena
resulta fácil y económica de construir y para ciertos fines su operación es satisfactoria,
especialmente en la banda C.
La antena Cassegrain (Figura 26) es mucho más eficiente que la antena parabólica
frontal y que la de offset, y su ganancia es mayor, pero su precio también es elevado. Se
utiliza en la mayor parte de las estaciones terrenas transmisoras y receptoras de televisión, así
como en las estaciones que reciben y transmiten cantidades muy grandes de datos o
26 6 Comunicaciones satelitales
comunicaciones telefónicas, como por ejemplo las antenas maestras de las redes VSAT. Su
configuración geométrica contiene un segundo reflector con superficie hiperbólica llamado
subreflector, y el alimentador o bocina ya no tiene su apertura orientada hacia el piso sino
hacia arriba, por lo que el ruido que se introduce en las señales ya no es generado por
reflexiones en la Tierra sino principalmente por emisiones de la atmósfera. Los ejes del
paraboloide, el alimentador y el hiperboloide coinciden y el diseño es equivalente a tener una
antena imaginaria de alimentación frontal menos cóncava y con alimentador mucho más
alejado de su vértice. De esta forma, la parábola equivalente (Figura 27) captura mejor la
energía radiada por la bocina y el desborde se reduce significativamente. Además, con el
diseño Cassegrain se tiene la ventaja de que el equipo electrónico puede ser colocado sin
problemas en una pequeña cabina inmediatamente detrás del alimentador y sin importar
mucho su peso y dimensiones, reduciéndose así todo tipo de pérdidas por cableado o tramos
largos de guías de ondas facilitando también su mantenimiento.
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