Tema 10 Oposiciones Educación Infantil
Tema 10 Oposiciones Educación Infantil
Tema 10 Oposiciones Educación Infantil
Infantil
Esquema:
1.- Introducción.
5.4.1- El lenguaje.
6.- Conclusión.
1.- Introducción
Cuando hablamos de sexualidad, estamos refiriéndonos no sólo a una
dimensión importante de nuestra personalidad, sino a una realidad que
somos.
La sexualidad está íntimamente relacionada con la salud, entendiendo ésta
como el desarrollo óptimo del bienestar de la persona –como unidad
psicosomática- y de la comunidad. Una adecuada Educación Sexual debe
facilitar la construcción del conocimiento sexual, a través del contraste de la
preconcepciones del alumnado con una información lo más objetiva, completa
y rigurosa posible a nivel biológico, psíquico y social del hecho sexual humano,
y fomentar la adquisición de actitudes positivas de respeto y responsabilidad
ante el hecho.
1.- Fase oral
Es la primera fase del desarrollo psicosexual. En ella las necesidades,
percepción y modos de expresión del niño se centran fundamentalmente en la
boca, la lengua y los labios.
La zona oral domina la organización de la mente durante los dieciocho
primeros meses de vida.
Los impulsos orales tienen dos componentes separados: los libidinales y los
agresivos.
Los impulsos libidinales son los que componen el erotismo oral y predominan
durante la primera etapa de la fase oral. Guardan relación con las
gratificaciones orales, con el deseo de comer y con el deseo de relajarse y
dormir después de haber comido.
Los impulsos agresivos constituyen el sadismo oral y se hallan más presentes
durante la segunda etapa de la fase oral y suelen manifestarse en forma de
mordiscos, masticaciones, salivaciones y llantos.
Objetivos de la fase
Establecer una confiada dependencia de la alimentación y crianza que le
dé al niño seguridad.
Establecer una expresión de las necesidades libidinales orales sin
conflicto con los deseos sádico-orales.
2.- Fase anal
Esta fase del desarrollo psicosexual se precipita por la maduración del control
neuromuscular de los esfínteres y en especial del esfínter anal posibilitando así
un control voluntario de la retención y la expulsión de las heces.
Va desde el primer al tercer año de edad y se caracteriza por una gran
intensificación de los impulsos agresivos unidos a los componentes libidinales
en relación con los conflictos derivados del intento de control del esfínter y los
conflictos con los padres en el entrenamiento de la limpieza que dan lugar a
una creciente ambivalencia retención-expulsión junto a una lucha por la
individuación o independencia.
Esta progresiva adquisición del control de esfínteres va asociada a un cambio
de la anterior actitud de pasividad a una actitud de mayor actividad.
El erotismo anal se refiere al placer sexual que produce la actividad anal tanto
al retener las heces como al expulsarlas y mostrarlas a los padres.
Se considera como una fase de transición entre la fase anal y la fase fálica
compartiendo algunas características de estas dos fases.
Objetivos
Centrar el interés erótico en el área genital y en las funciones genitales.
Objetivos
El objetivo principal de esta fase es la mayor consolidación de la identidad y rol
sexual.
Según Fleischaver: “el niño/a llegará a tener una relación natural con su cuerpo si
desde el nacimiento ha podido experimentar por sí mismo, a través de las caricias
de los padres y demás personas de su entorno que todas las partes de su cuerpo
son buenas, bellas y dignas de ser amadas”. Este aspecto es fundamental a la
hora de elaborar su esquema corporal y tener una imagen ajustada y positiva
de él.
2.2.2.- Desde los dos hasta los seis años.
A partir del año y medio aproximadamente, se producen cambios profundos
en el niño/a, en el entorno y en la propia relación entre ambos.
Es posible que durante este tiempo sea llevado a la escuela infantil y quizá
tenga un hermano/a.
Todos estos cambios en el niño/a y en el entorno, hacen que la relación con las
personas adultas sea, además de afectuosa y positiva, conflictiva. En este
período podemos hablar de conflictos de rivalidad afectiva, conflictos en las
relaciones con los iguales y conflictos con la autoridad que los adultos intentan
imponer. La evolución sexual depende en este período de cómo se vivan y
resuelvan:
a.Las imposiciones sociales cada vez más exigentes a que se le somete. De ellas
son especialmente importante la inhibición motriz y el control de esfínteres.
La imposición de una disciplina mayor responde a la necesidad de
incorporarles al grupo social, la vez que se les prepara para una separación,
cada vez mayor de la madre. Este proceso de separación de la madre –o
personas con las que se veía vinculado- e incorporación al grupo y a sus
exigencias es inevitable y, en cierta medida, siempre doloroso. En este proceso,
los peligros para la evolución sexual son fundamentalmente dos: el
mantenimiento de la fijación a la madre o sustituto y el sometimiento del
niño/a a pautas de comportamiento inhibitorias de su actividad motriz.
A los dos años los niños/as tienen comportamientos tipificados respecto a
juegos y gustos por los objetos ( vestidos, peinados, juguetes…), esta
tipificación incluye también la relación con las personas.
Cada sociedad y cada momento histórico tienen unas expectativas y unos roles
asignados a uno y otro sexo. Tales expectativas y roles son bastante difusos y
pluriformes: hay profesiones ligadas al sexo, comportamientos ligados al sexo
y toda una gama de conductas tipificadas como masculinas y femeninas.
Algunos de estos estereotipos son evidentes y conocidos, mientras que en
otros casos son más sutiles. Al menos por lo que a las sociedades occidentales
se refiere, los estereotipos ligados al sexo no dejan de debilitarse, dando paso
a situaciones y relaciones cada vez más igualatorias. Es este un aspecto en el
que la educación juega un gran papel, tanto en el sentido de estimular el
sexismo, cuanto en el sentido de estimular el igualitarismo entre los sexos.
4.1.- Proceso de construcción del rol en los niños y niñas.
A partir del año y medio o los dos años, los niños y las niñas manifiestan tener
intereses tipificados socialmente propios de niños o de niñas. Así, prefieren
juguetes y ropas que se consideran propias de su sexo. Por lo tanto el
reconocimiento de la existencia de diferentes roles de niño-niña es muy
temprano.
Hacia los dos años, no sólo discriminan algunas características de los roles
asignados sino que se autoclasifican como niño o niña. Esta autoclasificación
supone no sólo que distinguen que hay elementos diferenciales entre los niños
y las niñas sino que ellos pertenecen a una estas categorías.
Esta autoclasificación tiene una gran importancia porque les lleva a organizar
toda su vida conforme a ella y a rechazar a quienes no se comportan de
acuerdo a lo socialmente esperado. Los niños tienden a formar grupos de
niños y las niñas grupos de niñas, seleccionan sus amigos preferentemente de
entre los de su mismo sexo.
Esto no quiere decir que los niños y niñas de Educación Infantil no puedan
llegar a establecer lazos de amistad y a entenderse en numerosas actividades,
sino que esto es menos frecuente. Basta preguntarles a quién invitarían a su
cumpleaños para darse cuenta de la importancia de la identidad y rol de
género en estas edades. Precisamente por ello el tema debe ser objeto de
Educación Sexual. Durante la Etapa Infantil, la autoclasificación como niño o
niña, a la vez que es muy importante, tiene dos grandes limitaciones:
Por un lado, se la hace depender de características de género. Lo que
define la identidad sexual no es la anatomía sino el vestido, los
adornos, las actividades, etc. Solo a partir de los siete años,
aproximadamente, dan prioridad a los genitales como elemento
definidor de la identidad.
En segundo lugar, los niños y las niñas de esta etapa creen que de
mayores podrán cambiar de identidad.
4.2.- Factores que intervienen en el proceso de construcción
del rol.
El proceso de adquisición de la identidad y rol de género está íntimamente
relacionado con la edad y, más concretamente con el nivel de desarrollo. A
medida que los niños y niñas adquieren otras capacidades (el lenguaje, el
concepto de tiempo,…) van también siendo cada vez más capaces de
discriminar las diferencias asignadas al rol, autoclasificarse, saberse niño o
niña para toda la vida y reconocerse como hombre o mujer
independientemente de apariencias superficiales. Precisamente a medida que
adquieren un mayor nivel de desarrollo son más capaces de discriminar lo
cambiable y cultural (el rol) de lo estable y biológicamente condicionado (la
identidad). Es bueno que desde el sistema educativo, y más especialmente
desde la educación sexual, se enseñe a los niños a distinguir lo que es “porque
así lo quiere la sociedad” (lo cual por consiguiente es relativo y cambiante) y lo
que es por así somos (la identidad: somos sexuados).
Otro factor importante es el sexo. Los niños están más rígidamente tipificados
que las niñas. En general, se puede afirmar que se aceptan más las
transgresiones de las normas ligadas al sexo en el caso de las chicas que de los
chicos. Entre éstas es frecuente el interés por las actividades de los niños y por
los juguetes considerados masculinos que viceversa. Esto demuestra que la
socialización diferencial que reciben niños y niñas juega un papel fundamental.
Un tercer factor es el tipo de familia en el que viven los niños y niñas. Padres y
madres son las figuras de apego y son los modelos a imitar, al mismo tiempo,
son quienes determinan el ambiente estimular y los encargados de reforzar la
conducta del niño/a. En el entorno familiar se adquieren sentimientos,
creencias, gestos, comportamientos…
Si en la familia se observan roles poco estereotipados niños y niñas tendrán
una tipificación menor. Así, por ejemplo cuando el padre y la madre son
profesionales tipifican los roles de forma menos rígida y más igualitaria que
cuando los padres reproducen más los roles tradicionales. En efecto los niños y
niñas suelen considerar como propio del varón lo que hace su padre y como
propio de la mujer lo que hace su madre. Posteriormente, su visión de los roles
de género se hace más acorde con lo socialmente dominante, adquiriendo
cierto grado de independencia de los modelos familiares. A partir de este
momento la escuela maestros y maestras) y los medios de comunicación
(especialmente la televisión) adquieren también una importancia decisiva.
Teniendo en cuenta los niños a los que nos dirigimos: edad, momento
evolutivo (intelectual, afectivo y social) e intereses.
Tratando el tema como parte integrante del currículo y como un
elemento integrado en el marco de la enseñanza globalizada.
Se prestará atención a la selección de materiales no sexistas.
Se potenciará la autoestima, la autonomía de criterio y el respeto a los
demás con independencia de su sexo.
Se reforzará la “motivación” de las niñas en aprendizajes etiquetados
socialmente como masculinos e igualmente se hará con los niños en el
caso de los aprendizajes considerados como femeninos.
Se reforzará el autoconcepto y la confianza en sí mismos, libre de
discriminaciones, producto de expectativas sociales para los sexos,
mediante aprendizajes sociales que les permitan diferenciar su
identidad sexual del papel tradicional asociado a cada sexo.
Se desarrollarán expectativas que comporten esperanzas y ambiciones
para el futuro de los alumnos/as; las expectativas que tengamos sobre
ellos modificarán sus logros.
5.4.- Actitudes del profesorado en Educación Infantil.
La inexistencia legítima en el currículo de Educación Infantil de cualquier tipo
de discriminación no evita que en la práctica educativa no aparezcan otras
formas discriminatorias de carácter eminentemente cultural, que se establecen
a veces inconscientemente y pertenecen al llamado “currículo oculto”.
El “currículo oculto” constituye, por tanto, todo aquello que sin explicitar
configura la vida diaria de la Educación Infantil y que inevitablemente actúa de
transmisor de estereotipos culturales que ocasionan una desigualdad entre
niños y niñas, comportando consecuencias negativas para ambos. El género
será el que rija los comportamientos, los deseos y acciones impuestas a cada
individuo, que desde edades tempranas irán configurando su personalidad.
Suele darse cada vez más una inquietud por parte de padres y madres por
saber qué juguetes y qué literatura es la adecuada, no sólo con respecto a la
edad, sino para conocer cuál ayuda más al desarrollo de sus hijos e hijas.
Otro tema de interés en la relación con las familias suele ser la influencia que
ejercen los medios de comunicación, y sobre todo la televisión, en los niños y
niñas. Pueden analizarse conjuntamente múltiples mensajes
sexistas observando la clara distinción entre los roles masculinos y femeninos
que aparecen en dibujos animados, películas, anuncios, etc., así como las
repercusiones que pueden tener en los niños y niñas.
Sobre todo será positiva su actuación facilitando la formación de un espíritu
crítico. Éste se irá potenciando a través de toda la etapa educativa, donde
aprenderán a discernir paulatinamente los elementos sexistas del mundo que
les rodea, y que la televisión refleja habitualmente (en los papeles sociales
adjudicados a hombres y mujeres, profesiones, ocupaciones, relaciones
afectivo-sexuales, protagonismo, aspecto físico, lenguaje, etc.).
6.- CONCLUSIÓN.
Desde el punto de vista corporal, psicológico y social, somos seres sexuados.
Todo nuestro cuerpo es fuente de comunicación, de afecto, de ternura, de
placer…; nuestras conductas son de una forma u otra sexuadas, y la sexualidad
es una conducta social, y como tal es interpretada y regulada por la sociedad
en la que se desarrolla.