Nuevo Generos

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 79

Géneros periodísticos en prensa

Sonia F. Parratt
ÍNDICE

Introducción
Parte I. Los orígenes de los géneros periodísticos

1. ¿Qué son los géneros periodísticos?


2. La configuración de los géneros en la profesión periodística
3. Los géneros en el ámbito académico. Los antecesores de las clasificaciones actuales
3.1. La influencia estadounidense
3.2. La influencia española
3.3. La influencia alemana
3.4. La influencia francesa
3.5. Latinoamérica: primera propuesta aglutinadora

Parte II. Las clasificaciones modernas

1. Algunos apuntes sobre los géneros en el periodismo anglosajón


2. Teorías clasificadoras del periodismo español
3. Otras propuestas actuales

Parte III. Tendencias de los géneros periodísticos

1. El debate sobre la vigencia de los géneros


2. Perspectivas de futuro: los géneros interpretativos y la hibridación de géneros
3. Los géneros ciberperiodísticos

Parte IV. Una propuesta de clasificación

1. Justificación
2. Una clasificación renovadora
2.1. La información
2.2. El reportaje y la entrevista
2.3. La crónica
2.4. Los géneros de opinión
El editorial y el suelto
El artículo
La columna
La crítica
2.5. Elementos complementarios
Cartas al director Informa-
ción de agenda
Información gráfica: fotografías, infografía y humor gráfico
INTRODUCCIÓN

En 1973 el español Gonzalo Martín Vivaldi publicaba en su país la obra Géneros periodís-
ticos: reportaje, crónica, artículo (análisis diferencial), que podría considerarse el primer
manual en lengua española dedicado en exclusiva a los géneros periodísticos en la
prensa. Desde entonces la obra de Vivaldi y sus sucesivas reediciones han cruzado las
fronteras y han sido bastantes los académicos procedentes de España y Latinoamérica
que han continuado con su línea de trabajo produciendo bibliografía diversa sobre esa
materia. La mayoría son manuales que coinciden en tener como referentes las aportacio-
nes de los primeros estudiosos de los géneros periodísticos, realizar recopilaciones de
trabajos anteriores y, en algunos casos, proponer nuevas clasificaciones que difieren en-
tre sí y con frecuencia contribuyen más a la confusión que a un esclarecimiento que
tan es para quienes se adentran por vez primera en el terreno de los géneros.
Este caos de tipologías con denominaciones y descripciones a menudo ambiguas e
incluso incoherentes no se debe necesariamente a la falta de conocimientos de sus au-
tores. El motivo más bien puede encontrarse en tres circunstancias. Primeramente, el pe-
riodismo no es una ciencia exacta en la que, como en las matemáticas, puedan hacerse
afirmaciones tajantes del tipo “dos más dos son cuatro”, no se asienta en esquemas rí-
gidos e inamovibles y prácticamente cualquier manera de entenderlo es válida siempre
y cuando tenga unos fundamentos coherentes. Por otra parte está el factor espacio-
temporal. Es decir, la práctica periodística, y por ende sus productos (los géneros perio-
dísticos), no permanecen invariables en el tiempo sino que van transformándose a medi-
da que cambia la realidad que constituye su materia prima. Del mismo modo puede de-
cirse que, a pesar de existir unas pautas generales comunes y necesarias, cada país, y
dentro de éstos cada publicación, tiene su propia manera de concebir el periodismo.
En
tercer lugar, hay un componente subjetivo innegable a la hora de establecer clasifica-
ciones, que serán más válidas cuanto más se ajusten sus bases teóricas a lo que pode-
mos encontrar en la práctica periodística real.
Una de las principales consecuencias de estos hechos las sintetizan las palabras de
Amalia B. Dellamea:

“Con frecuencia es posible notar que lo que un autor clasifica y define


como un género dado, para otro constituye en cambio un género dife-
rente. También es de destacar la proliferación de nombres para designar
a los mismos géneros textuales. (...) El complejo panorama presentado se
traduce cotidianamente en una fuente inagotable de confusiones que
suelen obstaculizar con frecuencia el desempeño de los periodistas inex-
pertos que ingresan al circuito profesional. Así, resulta habitual que un
egresado de una carrera terciaria o universitaria de periodismo que co-
mienza a trabajar en una redacción, no pueda reconocer con facilidad qué
tarea le está solicitando su editor”1.
Ciertamente, muchos estudiantes se quejan de que lo que aprenden en las facul-
tades se parece poco o nada a lo que después se encuentran en el día a día laboral. Pe-
ro las quejas también llegan por parte de los periodistas, que suelen ver en los manua-
les académicos meras indicaciones teóricas poco aplicables a la realidad de su profesión.
Al hablar de los géneros periodísticos, la profesora Begoña Echevarría decía con razón
que ha existido siempre una tendencia a que los periodistas y la universidad se mue-
van por separado con el consecuente peligro de que “la teoría esté apartada de la prác-
tica del periodismo y de que la práctica de esta profesión carezca de base teórica”2. Es-
to hace pensar que quizás sería bueno que los profesionales del periodismo conocie-
ran las investigaciones de la comunidad científica, del mismo modo que éstos deberían
tener más en cuenta la realidad periodística en sus trabajos.

A la hora de afrontar la elaboración de este libro he procurado tener en cuenta


todos estos hechos. Con la responsabilidad que conlleva el privilegio de recibir el
encargo de escribirlo, me he planteado los objetivos de aclarar en la medida de lo po-
sible los orígenes de los géneros periodísticos; ofrecer una muestra de las clasificaciones
más significativas de las pasadas décadas y de años más recientes; indagar sobre el fu-
turo que deparará a los géneros tal y como son entendidos en la actualidad; y finalmen-
te, contribuir con mi propia clasificación para que quienes se estén iniciando en este
campo dispongan de una herramienta útil, de ahí que haya incorporado ejemplos orien-
tadores extraídos de la prensa actual.
Con respecto a este último punto, si bien hoy contamos con un sinfín de clasifica-
ciones elaboradas por diversos teóricos, he considerado necesaria hacer mi propia con-
tribución partiendo de la idea de que los géneros sufren reajustes conforme evolucionan
el periodismo y la realidad que lo rodea. No en vano afirmó un profesor español que los
periodistas están “buscando permanentemente formas nuevas, originales y más pro-
ductivas para comunicarse con los lectores”, por lo que todas las aportaciones requieren
revisiones constantes3. Si a esto añadimos que los géneros también varían dependien-
do del ámbito geográfico en el que se sitúen, creo necesaria lanzar una propuesta lo
más universal posible y a la vez adaptada al periodismo actual, aunque no por ello de-
finitiva ni exenta de la posibilidad de recibir objeciones. Desde que en 2001 publiqué
en la revista Zer de la Universidad del País Vasco el artículo titulado El debate en torno
a los géneros periodísticos: nuevas propuestas de clasificación, mis propias ideas al res-
pecto han ido evolucionando sustancialmente. El resultado de dicha evolución es lo
que aquí pretendo plasmar, sin olvidar que el proceso de investigación sobre los géne-
ros no termina nunca.
PARTE I. LOS ORÍGENES DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS

1. ¿Qué son los géneros periodísticos?


Al hablar de géneros solemos asociar este término a cada una de las distintas clases o ca-
tegorías en que se pueden ordenar los textos u obras literarias en base a unas caracterís-
ticas comunes de forma y contenidos, es decir, unas normas y convenciones que inclu-
yen leyes discursivas propias y ciertos rasgos lingüísticos obligatorios4. De igual modo,
la comunidad científica suele coincidir en considerar que los géneros no son cánones
estáticos e invariables sino sistemas de referencia o modalidades discursivas que se
modifican porque están en un proceso de constante evolución.
Adentrándonos en el terreno del periodismo, encontramos en el ex-periodista y
profesor Juan Gargurevich una definición sencilla y a la vez clara de los géneros periodís-
ticos: son “formas que busca el periodista p ara expresarse, debiendo hacerlo de modo
diferente, según la circunstancia de la noticia, su interés y, sobre todo, el objetivo de su
publicación”5. Por su parte, el profesor José Luis Martínez Albertos entiende que son
“aquellas modalidades de la creación literaria concebidas como vehículos aptos para rea-
lizar una estricta información de actualidad, y que están destinadas a canalizarse a través
de la prensa escrita”6. Desde que formuló esta primera definición en 1974, han sido
muchos los autores que han seguido los pasos de Albertos en el estudio de los géneros
periodísticos. La mayoría de ellos tienen en común el entender que esas modalidades o
tipologías universales de las que hablaba el maestro son semejantes a las formuladas
muchos siglos antes por la Retórica y por la preceptiva literaria respecto a los géne-
ros oratorios y literarios7. De hecho, la mayoría de las reglas básicas de la redacción pe-
riodística moderna tienen su origen en los manuales de escritura literaria de finales del
siglo XIX y principios del XX, que concebían los textos periodísticos como variantes de la
literatura.
Pese a esta asociación lógica, y sin negar ni olvidar el legado dejado por la litera-
tura, en la actualidad periodistas y académicos proclamamos la existencia de los géneros
periodísticos como independientes de los literarios porque se han desarrollado de un
modo particular propio de la prensa. Precisamente la característica más destacable del
periodismo moderno es que sus géneros textuales “fueron emancipándose con el tiem-
po de las actividades que dominaron el ejercicio del mismo hasta bien entrado el
siglo veinte, como la literatura, el derecho o la política”8. Se confirma así aquello a lo
que el profesor José M. Bustos se refiere cuando alude a los soportes y medios de difu-
sión9 como una de las variables por las que pueden distinguirse los géneros y que permi-
te denominar géneros periodísticos a determinados textos difundidos por los periódicos.
El propio Lorenzo Gomis, uno de los investigadores que más han contribuido a la
teoría de los géneros periodísticos, a pesar de admitir el origen literario de la teoría de
los géneros, establece una distinción clara entre géneros literarios y géneros periodísti-
cos. Aun admitiendo que estos últimos son, como los primeros, principios de orden y
clasificación de textos, ve una serie de diferencias que hacen que el concepto de género
periodístico sea aún más necesario al periodismo de lo que el género literario es a la
teoría literaria. Una de ellas es que la literatura imita acciones de la realidad

construyendo ficciones semejantes y creando personajes, mientras que la principal fun-


ción del periodismo es dar a conocer y hacer entender hechos reales, explicando lo
que pasa a personajes conocidos y lo que les puede pasar a los lectores como conse-
cuencia de los hechos que se están comunicando10.
Para comprender bien lo que significan los géneros propios del periodismo es ne-
cesario tener presente, de entrada, que el periódico tiene dos funciones primordiales,
las de informar sobre hechos y opinar sobre dichos hechos, y las lleva a cabo a través de
textos que, según esas características, reciben la denominación de un género u otro. Pe-
ro no es tan sencillo. El periódico es ante todo un medio informativo, pero también tiene
la capacidad (y el deber) de ser canalizador de ideas. Teóricamente, esa canalización
debería llevarse a cabo a través de las páginas dedicadas a la opinión ya que ese es el
sentido de su existencia, pero sería ingenuo negar que la mayoría de los textos que apa-
recen en los diarios están impregnados, en mayor o menor medida, de algún tipo de
opinión. Ello no impide, sin embargo, establecer unas diferencias claras entre unos
y otros textos. José Ignacio Armentia y José María Caminos lo hacen de la manera más
sencilla a la vez que completa:
“Los géneros en el periodismo los entendemos como las distintas formas
de comunicación que utiliza el periodista para difundir mensajes entre el
público. (…) Que las reglas sean comúnmente compartidas es lo que hace
que se establezca un proceso de comunicación. Es decir, el receptor, co-
nocedor de esas reglas bien por sus conocimientos, bien por la tradición,
interpreta e identifica, con una u otra profundidad, con unos u otros mati-
ces, el mensaje que le envía el emisor”11.

También es interesante la visión de Bernardino M. Hernando, quien partiendo


de la idea de Gomis de que el periodismo es un método de interpretación sucesiva
de la realidad social, entiende que los géneros periodísticos son formas de expresión y
representación de dicha realidad12.
El periodismo impreso ha sido desde hace ya varias décadas fuente de investiga-
ciones realizadas con una función didáctica gracias a las cuales hoy contamos con
unas clasificaciones de géneros universales con una base científica sólida. No parece
haber, sin embargo, un acuerdo a la hora de determinar con claridad si el verdadero
origen de las terminologías que se utilizan está en la didáctica o en el ejercicio de la
profesión. Por más que sean los teóricos quienes hayan dedicado mayores esfuerzos al
análisis de los géneros y a configurar sus tipologías, no debemos olvidar que el te-
rreno donde realmente se cultivan los géneros son los propios periódicos. Y no parece
lógico pensar que los periodistas pusieron nombre a sus textos aconsejados por los
académicos, en parte porque es de suponer que mucho antes de que se iniciasen los es-
tudios teóricos sobre la materia ya existía una práctica profesional que, aunque diferen-
te de la actual, contaría con algún tipo de terminología para diferenciar a unos textos de
otros.
No obstante esta dificultad para determinar con exactitud hasta qué punto puede
adjudicarse la autoría de las denominaciones de los géneros a los académicos, lo que sí
está claro es que para hablar de su origen es imprescindible tener en cuenta los dos
ámbitos en que se desarrollaron, el profesional y el académico. En nuestros días las uni-
versidades los tratan principalmente desde el punto de vista de su utilidad en la didácti-
ca del periodismo, pero no debemos olvidar que, como se verá a continuación, su confi-
guración respondió inicialmente a un necesidad de ordenar las prácticas propias de la
actividad periodística. Sería posteriormente cuando surgiría el interés ellos desde una
perspectiva epistemológica.
2. La configuración de los géneros en la profesión periodística
Lo que hoy entendemos por géneros periodísticos es el resultado de un proceso por el
cual, con el paso de los años, el propio el ejercicio profesional ha ido delimitando una
clasificación materializada en los periódicos diarios. Durante siglos se mantuvo la idea
de que los modelos establecidos eran permanentes y que las normas debían seguirse de
manera estricta, y a medida que se modificó la relación entre una prensa que se iba mo-
dernizando poco a poco y un público creciente fueron conformándose los distintos géne-
ros.
En los primeros tiempos de la noticia manuscrita no se distinguían unos géne-
ros de otros ya que los textos eran simples relatos llenos de imprecisiones. La invención
de los tipos móviles por Gutenberg en el siglo XV permitió años más tarde la difusión en
papel de las llamadas cartas de relaciones o avisos, considerados como el antecedente
más inmediato de la prensa periódica impresa. La más conocida de ellas fue la que daba
cuenta a los Reyes Católicos del descubrimiento de América por Cristóbal Colón en
1492 y que se difundió por toda Europa. Si observamos cualquiera de las que posterior-
mente se denominarían relaciones de sucesos13 difundidas desde entonces, veremos que
en sus páginas no se encuentran textos que puedan considerarse noticias tal y como las
entendemos hoy, ni siquiera las más tardías del siglo XVII: sus informaciones relataban
hechos sucedidos tiempo atrás y además lo hacían de un modo estrictamente cronológi-
co.
Las primeras gacetas que se publicaron estaban formadas por un conjunto de
cartas ordenadas cronológicamente y escritas por un solo redactor con un estilo
que dependía del destinatario del periódico. En el siglo XVIII, la necesidad de encontrar
una forma uniforme de expresión diferenciada de la conversación hablada dio forma a
una nueva técnica de la prosa que encajaba con la forma de la letra impresa, la técnica
del “todo igual”14, consistente en sostener la misma actitud respecto al lector a lo largo
de toda la exposición.
Tendrían que pasar bastantes años para que comenzasen a distinguirse unos tex-
tos de otros en los periódicos. Cuando varias personas empezaron a formar los primeros
equipos de redacción, el estilo de los textos publicados se hizo, como era de esperar,
menos uniforme. Además, la periodicidad diaria acabó por convertir la lectura de la
prensa en una costumbre y fueron incorporándose al periódico datos que conforma-
ban la vida cotidiana como el tiempo, informaciones judiciales, la Bolsa, nacimientos,
bodaso espectáculos.
Por otra parte, a la finalidad de ofrecer información se sumó la de tratar de conven-
cer. La prensa sirvió también desde sus orígenes como vehículo de opinión y puede de-
cirse que fue la opinión el primer género o forma de expresión en una prensa inicialmen-
te concebida como vehículo para las ideas política o religiosas. De hecho, los primeros
defensores de la libertad de prensa en realidad luchaban por la libertad de defender una
causa, no la objetividad. Posteriormente, cuando la prensa inglesa aumentó su influencia
en las clases más letradas, se tornó más moralista y creó el ensayo, mientras que la
francesa se enriqueció introduciendo la crítica literaria15. Las noticias, que solían ser
anónimas o copiadas y referidas principalmente al extranjero, se fueron politizando mien-
tras que el comentario se hacía más variado y plural. Al mismo tiempo, el deseo de au-
mentar las ventas llevó a buscar nuevos temas de interés, y diarios como
el New York Sun destacaban el interés humano de las informaciones, los reporteros
escribían crónicas judiciales, y crímenes y catástrofes se convirtieron en noticia habi-
tual. Todos estos excesos produjeron como reacción un nuevo impulso de la prensa se-
ria, de la que periódicos como el New York Times dieron buenas muestras. Así es co-
mo los diarios llegaron disponer de un abanico de géneros periodísticos claramente per-
filados de manera que:
“... los autores pueden clasificar los textos en cuatro, cinco u
ocho géneros. Pero todos ellos entienden lo mismo cuando
hablan de un género, sea la noticia, el reportaje, la entrevista,
la crónica, la crítica, el artículo, el editorial. Y el concepto co-
rresponde básicamente a la terminología que se usa en los
diarios. El periodista hace lo que hace y el lector sabe lo que
lee. Cada género tiene una forma y cada género trata de pro-
ducir unos efectos. Y gracias a los diferentes géneros el diario
multiplica sus recursos16.

El primer periódico español de periodicidad diaria, el Diario noticioso, curioso-


erudito, comercial, público y económico fundado en 1737, ya dividía sus contenidos en
dos secciones o “artículos” diferenciados, uno informativo y otro de divulgación17. Pe-
ro la primera referencia a la intención de separar los hechos de las opiniones, ignora-
da en la mayoría de los manuales, se encuentra en los primeros años del siglo XVIII,
cuando se crea en Inglaterra el periódico diario The Daily Courant con la intención de
“dar noticias de forma diaria y con imparcialidad”. Su segundo director, Samuel Bucke-
ley, sería “el primero en marcar la separación del periodismo, diferenciando periodismo
de información y periodismo de opinión”18. El caso de The Daily Courant fue una ex-
cepción en aquellos años, como también lo sería el diario francés La Presse, que en
1836 anunciaba la división de sus contenidos en dos partes con el fin de separar los he-
chos de los comentarios.
Las palabras del profesor Lorenzo Gomis no podrían ser más claras para sintetizar
cómo surge la necesidad de los géneros periodísticos:
“(...) se hacen necesarios cuando un mismo diario comienza a utilizar el
lenguaje de maneras tan diversas como requiere la comunicación imperso-
nal de una noticia que ha llegado por telégrafo, la crónica de una fiesta so-
cial (...), el reportaje firmado de un corresponsal que intenta acercar al lec-
tor una guerra lejana y el artículo que censura vivamente una decisión
tomada por el poder (...). No había bastante con la pura clasificación. Ha-
cían falta los géneros periodísticos. Y (...) ya estaban ahí. (...) Sólo faltaba
convertirlos en hábito profesional (...). Sobre todo los dos grandes géne-
ros sobre los que se discutiría incesantemente, la noticia (información) y el
editorial (comentario del propio diario)”19.

En realidad, los géneros no son sino herramientas que han ido surgiendo a medida
que el periodismo ha tenido que responder a nuevas necesidades de la sociedad. Aten-
diendo a criterios meramente funcionales, y de manera muy simplificada, puede hablarse
de dos grandes modalidades universales: los relatos de hechos y los comentarios que
exponen ideas sobre dichos hechos. La importancia de cada uno de ellos ha ido va-
riando a lo largo de la historia en función de las ideas políticas, sociales y económicas
que han condicionado la actividad periodística en cada momento.
De hecho, la aparición de cada género suele vincularse a cada una de las etapas
históricas del periodismo moderno, etapas que, si bien no están estrictamente compar-
timentadas por tratarse de fenómenos sociales e ideológicos prolongados en el tiempo,
sí pueden perfilarse mediante unas líneas divisorias orientadoras.
Es alrededor de 1850 cuando suele situarse el nacimiento del periodismo moderno,
ya que aunque antes se publicaran papeles impresos con el aspecto externo de perió-
dicos, la mayoría de los estudiosos sólo consideran que se practicaba periodismo pro-
piamente dicho “a partir del momento en que los periódicos pueden ser instrumentos
para el control social de las instituciones y de los poderes estatales”20. También, como
hemos podido ver, antes de esa fecha se habían empezado a configurar algunas modali-
dades textuales, una especie de géneros primitivos, pero no existía ningún tipo de
sistematización. Los profesores José Luis Martínez Albertos y Ángel Benito utilizan la de-
nominación de etapa del periodismo ideológico para definir el período de predominio
de este tipo de periodismo, que abarcó prácticamente todo el siglo XIX hasta el inicio
de la Primera Guerra Mundial en 1914, aunque en algunos lugares de Europa prevaleció
durante algún tiempo más. Era una época caracterizada por el uso que hacia el poder
dela prensa, poniéndola al servicio de ideales políticos y religiosos.

En América Latina, durante el siglo XIX predominó también el periodismo ideológi-


co. El periodismo español ejerció en esa época una fuerte influencia, pero tras la Inde-
pendencia fue decreciendo paulatinamente a medida que ganaban terreno las técnicas
norteamericanas. A esto contribuyó el hecho de que en los Estados Unidos el periodismo
masivo se inició alrededor de 1835 y se extendería al poco tiempo a otros países euro-
peos como Francia. España se quedaba rezagada, sus periódicos seguían sin distinguir
entre ser escritor y ser periodista, y tendría que llegar el final del siglo para que su
prensa pudiera considerarse un medio de masas21.

Durante esta etapa la prensa constituyó una herramienta perfecta para el deba-
te y la consolidación de la nueva clase burguesa surgida tras la Revolución Francesa. Los
textos que se publicaban en los periódicos, en los que la noticia propiamente dicha
apenas ocupaba espacio, denotaban las características propias de lo que hoy entende-
mos como “géneros de opinión” o “géneros para el comentario”. Es decir, el artículo en
sus diferentes variantes (costumbrista, de humor, retrospectivo, etc.), el editorial, el co-
mentario y sus variantes, y la crítica de tipo cultural22. Aunque los profesionales del pe-
riodismo todavía no utilizaban esas denominaciones y su labor seguía vinculada estre-
chamente a la de los literatos, en esa etapa predominaron estas formas del
periodismo ideológico y en etapas posteriores coexistieron con otras formas hegemó-
nicas hasta llegar a nuestros días.
Una segunda etapa es la denominada etapa del periodismo informativo, que du-
rante un tiempo convivió con la primera y cuyos comienzos coincidieron con los inicios
del periodismo profesional que entendía que el periodista debía ser un informador de
hechos y no un ideólogo. Inició su desarrollo aproximadamente entre 1870 y 1914, pe-
ro alcanzó su verdadero auge en el período de entreguerras, es decir entre los años
veinte y treinta. Muchos manuales olvidan que los periódicos The New York Sun y New
York Herald, fundados en 1833 y 1835 respectivamente, desarrollaron ya desde aque-
llos esos años fórmulas nuevas con objetivo de captar lectores, como la división clara en-
tre hechos y opiniones, haciendo así las primeras contribuciones a la consolidación del
relato objetivo de los hechos23.
En las redacciones se irían separando cada vez más tajantemente los textos infor-
mativos de los textos de opinión hasta la popularización del dicho facts are sacred,
comments are free (los hechos son sagrados, las opiniones libres), acuñado en 1921 por
el director del The Manchester Guardian Charles P. Scott.
Varios hechos interconectados influyeron notablemente en ese desarrollo. El au-
mento del consumo de prensa como consecuencia de una mayor demanda de informa-
ción por parte de la sociedad, el creciente número de noticias consideradas de interés
que sucedían en lugares cada vez más lejanos y la mayor competencia entre periódicos,
entre otros motivos, hicieron que los medios de comunicación se sintieran económica-
mente incapaces de cubrir todo lo que estaba sucediendo. Esto impulsó la creación de
entidades encargadas de recopilar las noticias que ocurrían en su área más cercana,
dando lugar así a la aparición de las primeras agencias de información a
mediados del XIX. Entre ellas, ocupó un destacado lugar la norteamericana Associated
Press, creada en 1846.
Como el cometido de las agencias era suministrar información a medios de comu-
nicación de posturas ideológicas diversas al menor coste posible, sus redactores empeza-
ron a cultivar un estilo de escritura que sustituiría al clásico relato cronológico y trataría
de ser lo más objetivo y aséptico posible24. Enviaban primeramente una entrada o lead
con los datos más importantes (las respuestas a las conocidas 6 Ws: qué, quién, cuándo,
cómo, dónde y por qué), seguido de varios párrafos con el resto de la información si-
guiendo la estructura de la conocida pirámide invertida, es decir, en orden de impor-
tancia decreciente. Esto suponía una ventaja para los periódicos receptores de las no-
ticias, ahorraba tiempo en la su preparación para ser publicado y permitía, en caso nece-
sario, recortar el texto por el final sin que se perdiese lo fundamental de la noticia y el
sentido de la narración.

A lo anterior se sumó el uso del telégrafo durante la guerra civil norteamericana,


iniciada en 1861, para el envío de información por parte de los corresponsales que se
beneficiaron del estilo creado por las agencias de noticias. Los fallos en las transmisio-
nes de una tecnología con apenas dos décadas de existencia y el coste económico de
dichas transmisiones hicieron que la brevedad de los textos se convirtiese en una nece-
sidad de primer orden, al igual que el envío de la información más importante al prin-
cipio.
Este nuevo estilo llegó a América Latina gracias al cable submarino. A partir de
1870 prácticamente todos los países de este continente contaban ya con terminales y
suscripciones a la agencia de noticias Havas-Reuter, lo que marcó diferencias entre
la redacción de información procedente del extranjero y la local. Juan Gargurevich re-
sumió en unas líneas lo que supuso el cambio del periodismo ideológico al informativo:
“El periodismo antiguo se caracteriza, entre otras cosas, por el desprecio
por las formas gráficas; los artículos se acomodan en largas columnas, sin
ilustraciones o muy pocas. Las noticias son igualmente largas, contadas
de modo cronológico (...) y la mayoría del diario se compone de artículos
en los que predomina el tono personal. Todos llevan firma y se busca co-
laboradores connotados en el campo literario. (...) El periodismo mo-
derno, herencia del norteamericano (...) desespera por ilustrar las noticias,
aumenta el tamaño de los titulares y desarrolla un nuevo estilo para éstos
(...)”25.
Efectivamente, este nuevo tipo de periodismo se caracterizaba por significativos
avances redaccionales que se traducían en la narración simple y llana de hechos: repor-
tajes de enviados especiales o corresponsales de guerra y crónicas telegráficas26 eran
realizados fundamentalmente por periodistas de habla inglesa que en su trabajo ya dis-
tinguían claramente los géneros de información (a los que denominaban stories) de
los géneros de opinión (comments). La difusión en 1921 del citado principio facts are sa-
cred, comments are free da una idea de cómo se había ido consolidando desde años
antes la distinción entre información y opinión en el periodismo anglosajón. “Desapa-
rece la personalización en la redacción de las noticia, dejando la identificación para las
páginas editoriales. Las noticias se redactan de modo casi telegráfico y los géneros co-
mienzan ya a diferenciarse”27, explicó Gargurevich sobre este periodismo objetivo que
alcanzó su clímax en los años 1940.
Mientras que en los Estados Unidos la prensa informativa era ya una realidad
desde mediados del siglo XIX, en Europa las sucesivas tensiones políticas que desembo-
caron en regímenes totalitarios fomentaron una prensa ideológica al servicio delos in-
tereses partidistas y en la que la profesionalización del ejercicio periodístico se retrasó
con respecto a otros continentes.
En tercer lugar, el comienzo de la denominada etapa del periodismo interpretati-
vo o también periodismo de explicación o en profundidad suele situarse en los Estados
Unidos a principios de los años 1940 coincidiendo con la Segunda Guerra Mundial, aun-
que algunos lo sitúan incluso antes. La competencia que suponía el auge de la radio y
la televisión, cuya inmediatez a la hora de informar sobre la actualidad no podía ser supe-
rada por la prensa, hizo que ésta fuese poco a poco distinguiéndose por ofrecer al lector
más profundidad, explicación e interpretación de los hechos que ya habían sido dados a
conocer por los otros medios. En las nuevas técnicas de redacción tuvo una indudable in-
fluencia el estilo marcado ya desde el período de entreguerras por revistas como Time,
Newsweek y Reader’s Digest, verdaderas precursoras del periodismo interpretativo en el
que, además, cobró una gran importancia el diseño de los textos y las imágenes que
los acompañaban.
Esta tendencia profesional se vería amparada en 1933 por la propia American So-
ciety of Newspaper Editors, que resolvió:
“Visto que el desarrollo de los acontecimientos nacionales e internaciona-
les que son significativos, complejos y animados se produce más rápido
que en ningún otro período de la historia reciente del mundo (...), resolve-
mos que hay consenso en esta Sociedad en que los directores deben de-
dicar una gran atención y espacio a la explicación e interpretación de las
noticias y a presentar los antecedentes de la información que hagan po-
sible al lector medio la comprensión más adecuada del mecanismo y sig-
nificación de los hechos”28.

También la Commission on Freedom of the Press (Comisión para la Libertad de la


Prensa), más conocida como Hutchins Commission, se sumó a estos principios cuando
en un informe publicado en 1947 avisaba a la prensa de que la sociedad moderna de-
mandaba “un relato verdadero, amplio e inteligente de los acontecimientos del día en
un contexto que les dé significado”29. Y aunque fue criticado duramente por algunos pe-
riodistas que lo veían como un intento de limitar la libertad de la prensa, supuso la insti-
tucionalización del apoyo a quienes ya habían empezado a practicar los géneros informa-
tivos.
La inevitable polémica que se dio en los Estados Unidos entre los defensores de
un periodismo más objetivo y “de hechos” y quienes preferían otro más libre e interpre-
tativo se extendió definitivamente a partir de 1945, tras la Segunda Guerra Mundial30, a
algunos países europeos como el Reino Unido o Francia. Los que se mostraban más críti-
cos con el periodismo informativo sostenían que hasta el periodista más objetivo deja de
serlo desde el momento en que descarta unos hechos y selecciona otros para ser publi-
cados, decide qué va a destacar en un titular, en qué página ubicará el texto final y
escoge la fotografía que lo acompañará.
Ante la expansión de la televisión a partir de los años 1960, la prensa intensifi-
có su papel de profundización y contextualización y se produjo una lenta transformación
hacia un periodismo resultante de la combinación de los periodismos ideológico e in-
formativo y, en consecuencia, la superación de la clasificación anglosajona entre informa-
ción y opinión y la aparición de los llamados géneros híbridos31. El reportaje interpretati-
vo vivió su gran momento de desarrollo sobre todo con el llamado Nuevo Periodismo, y
se consolidó la crónica, un género poco cultivado por los defensores de la escuela norte-
americana. Incluso la noticia pura se acompañaba de material complementario, explica-
ciones y comentarios de opinión.

Las nuevas modalidades textuales de la prensa de esta etapa llevaron a los más re-
ticentes a preguntarse si no se estarían diluyendo las líneas divisorias de los géneros
existentes hasta el momento. En realidad, la irrupción del periodismo interpretativo no
hizo sino enriquecer el sistema de géneros tradicionales con otros nuevos que no son ex-
cluyentes sino que, por el contrario, los complementan y por tanto suponen para el pe-
riodista un mayo número de posibilidades a la hora de comunicar los hechos al lector.
Esa hibridación era una muestra más del permanente cambio al que se veían sometidos
los géneros periodísticos, sobre los cuales admitía Ana Atorresi que:
“(...) si bien ciertas características discursivas nos permiten una primera
definición de un género y su reconocimiento a lo largo de una evolución,
es innegable que los géneros se contaminan, es decir, toman algunas ca-
racterísticas de otros géneros. En el caso de los géneros periodísticos, esa
contaminación es por demás evidente: la identidad de los soportes mate-
riales, la proximidad de los temas abordados, las imágenes que se cons-
truyen del locutor y del destinatario, entre otras muchas consideraciones,
revelan algunas de las tantas vías de contaminación32.

Finalmente, a las tres etapas señaladas por la mayoría de los estudiosos es nece-
sario añadir una cuarta que se inicia a comienzos de los ochenta del pasado siglo en los
Estados Unidos y que en años posteriores fue extendiéndose a otros países. Se trata
del service journalism (periodismo de servicio) también denominado periodismo social,
que Ken Metzler definía en 1979 como “la respuesta a muchas cuestiones que preo-
cupan a la gente día a día”33. No puede decirse que haya supuesto un gran cambio pa-
radigmático ni que haya irrumpido repentinamente para sustituir al periodismo que bus-
ca ofrecer información de interés público, sino que convive con éste e incluso lo com-
plementa satisfaciendo otro tipo de necesidades más prácticas de la ciudadanía. Va to-
mando forma durante unos años de profundos cambios que se generaron por varios fac-
tores:
- Los medios de comunicación habían perdido mucha credibilidad, lo que les llevó a
poner en marcha iniciativas para conocer los intereses y preocupaciones de las audien-
cias.
- Es de suponer que los resultados de dichas iniciativas reflejarían las consecuencias del
cambio que se estaba produciendo en las sociedades desarrolladas y sus estilos de vida:
consumidores mejor formados y sobresaturados de información y, en consecuencia, más
exigentes a la vez que inmersos en valores como el éxito social, la autosatisfacción, el
culto al cuerpo o el entretenimiento y con más tiempo libre. Algunos denominan estos
años etapa del periodismo de servicios o del bienestar o social34.
- La aparición de nuevas tecnologías en los medios de comunicación, factor clave que
permitiría ofrecer nuevos productos informativos.
A pesar de que hace un tiempo, y de manera especial en los últimos años, se viene
hablando de este periodismo como algo novedoso en la prensa moderna, en el libro Le
Quotidien Français escrito por el francés Jacques Kayser en 1962 ya se encuentran algu-
nas referencias que, si bien con cierta vaguedad, apuntan al periodismo de servicio al
que aluden los analistas en la actualidad. Cuando Kayser establecía una clasificación de
géneros periodísticos incluía, aunque otorgándoles un carácter secundario, las que de-
nominaba “secciones de servicios”, aquellas donde se insertaban reseñas de orden prác-
tico e indicaciones precisas entre las que los lectores buscaban lo que les interesaba sin
necesidad de leer el resto.

Se refería a contenidos como los programas de espectáculos, la programación de


radio y televisión, las cotizaciones de la Bolsa, los resultados de las carreras o las previ-
siones meteorológicas.
Lo que hoy entendemos por periodismo de servicio va más allá de lo que el ana-
lista francés describió hace más de treinta años, pero lo cierto es que aquello supuso una
primera iniciativa de la prensa para ofrecer información de utilidad práctica a sus lectores.
De hecho, Kayser utilizaba esa palabra para designar a unos textos que consideraba im-
portantes porque “el diario se cree obligado a publicar[los]; a menudo en la misma
página, siempre bajo la misma forma y que los lectores, o muchos de ellos, lamentarían
ver desaparecer, porque representan una utilidad o una costumbre”35.
El verdadero origen del periodismo de servicio está en las revistas especializadas36
estadounidenses que habían ido ocupando el lugar de las de información general y que
acabarían por influir en una prensa diaria que luchaba por competir con la televisión me-
diante el suministro de información de consumo rápido y cómodo. Señala Diezhandino
al respecto que “va apareciendo una nueva conducta para la prensa:
informar poniendo el acento en la búsqueda de la utilidad personal para el lec-
tor (...) y los periódicos empezaron a crear regularmente secciones especiales dedica-
das a cubrir las múltiples preocupaciones de la audiencia”37, donde el entretenimiento y
el interés humano ocupan lugares privilegiados hasta el punto de que con frecuencia
se ha criticado con dureza a la prensa por considerar que se aleja de su faceta informati-
va primaria. No se trata tanto de llamar la atención del ciudadano a determinadas
cuestiones o provocar en él una acción o movilización (lo que los estadounidenses de-
nominan active journalism) sino de proporcionarle una variedad de herramientas necesa-
rias para las actividades prácticas de su vida diaria a modo de guías, listados o consejos
antes considerados exentos de cualquier tipo de interés desde el punto de vista periodís-
tico.
En lo que respecta a los contenidos, el periodismo de servicio se traduce funda-
mentalmente en:
- La creación de secciones especiales dedicadas a cubrir las preocupaciones y necesi-
dades prácticas del día a día del ciudadano (fig. 30).
- Estas secciones especiales incorporan información de actualidad sobre numerosas
cuestiones consideradas de interés general: el medio ambiente, el bricolaje, el ocio y
tiempo libre, la salud, viajes, educación, alertas y soluciones ante problemas que pu-
dieran llegar a suceder, llegan ahora al lector-consumidor a través del periódico diario.
- La incorporación de información de servicio a los textos más convencionales (tanto in-
terpretativos como informativos) ubicados en las páginas de información general me-
diante elementos de apoyo o “de servicio”, algo que los enriquece a la vez que permi-
te a los periódicos seguir cumpliendo con su deber de ofrecer información de calidad e
interés público (fig. 31). Sería el caso, por ejemplo, de un reportaje sobre malos tratos
que se acompaña de un listado de lugares y números de teléfono a los que acudir para
quienes se vean afectados; una información sobre las operaciones salida en período
vacacional con un mapa de carreteras ofreciendo rutas alternativas a las más conges-
tionadas por el tráfico;
- o un reportaje sobre cómo nos afectan las alergias con la llegada de la primavera,
acompañado de un listado de consejos prácticos para sobrellevarlas de la mejor mane-
ra posible.
Desde el punto de vista formal, es decir, las modalidades textuales que reco-
gen estos nuevos contenidos, no puede hablarse del predominio de ningún género pe-
riodístico específico como había ocurrido en las etapas anteriores. La evolución de es-
te periodismo no es, a mi entender, lo suficientemente pronunciada para poder ha-
blar de géneros de servicio propiamente dichos, sino que más bien se trataría de la apli-
cación del servicio (la incorporación de información práctica para el lector) como finali-
dad añadida a los géneros tradicionales. Algunos son informaciones, otros son reporta-
jes cuya tipología es ahora mucho más variada, y en otros casos nos encontramos con
textos mixtos que suelen denominarse informaciones reportajeadas y que incorporan
un enfoque más humano centrándose en casos concretos con objeto de producir en el
lector una mayor sensación de proximidad con el tema que se trata o de identificación
con los intereses del protagonista. Lo que ahora caracteriza a la prensa es, en líneas ge-
nerales, una mayor hibridación que nunca que se materializa en textos de difícil cataloga-
ción dentro de las clasificaciones convencionales.
Esto es debido en gran parte a que las innovaciones tecnológicas permiten crear
diseños vistosos y visualmente más atractivos que los textos tradicionales. Son los deno-
minados “formatos de lectura rápida”38 (fig. 32), que consisten en la fragmentación del
contenido textual de la información en distintas partes o despieces y que permiten de-
tectar con facilidad esa información de utilidad que se espera encontrar mediante lis-
tas de lugares o teléfonos, encuestas, datos estadísticos, diagramas explicativos, ma-
pas o recuadros. Y, sobre todo, hacen hincapié en el “para qué”, combinan el estilo di-
recto y personal con las descripciones detalladas, a menudo nos conectan directamente
con las fuentes y brindan “los datos para que el lector se comunique directamente o
amplíe información adicional en Internet o por medio de bibliografía”39. A estas posibili-
dades se añade el hecho de que la aparición de Internet permite ofrecer al lector un
servicio interactivo añadido. Muchas informaciones que se publican en la prensa de pa-
pel añaden direcciones web a las que pueden dirigirse los lectores para hacer comenta-
rios o enlaces a las ediciones digitales para ampliar o actualizar la información en
tiempo real o ver fotografías relacionadas.
Al mismo tiempo, la prensa suele recoger informaciones muy concisas referidas al
futuro, que anuncian actos o convocatorias, y que suelen enmarcarse en secciones espe-
ciales ya que no tienen envergadura suficiente para publicarse como informaciones
tituladas e independientes. No se trata estrictamente géneros periodísticos sino lo que
algunos autores califican de géneros anexos y que se relacionan preferentemente con las
necesidades cotidianas de las personas: serían la agenda cultural, información sobre el
tiempo, lotería, bursátil, cartelera, de radio y televisión, al igual que todo lo relacionado
con el ocio. Esto parece lógico si pensamos que vivimos en una sociedad del bienestar
que ha llevado a la prensa no sólo a crear suplementos especiales sino también a po-
tenciar secciones como Sociedad, Cultura o Espectáculos, en las que el servicio añadido
impregna todos los contenidos.
Se trata, en definitiva, de un tipo de periodismo cuyos orígenes se sitúan hace va-
rias décadas pero que ahora más que nunca está tomando cuerpo en respuesta a nues-
tras necesidades actuales como ciudadanos. Es de esperar que, a medida que sigan apa-
reciendo nuevas tecnologías y se vayan incorporando a las redacciones de los periódi-
cos, también aumentarán las posibilidades de mejorar los cauces de comunicación en-
tre los redactores y los lectores para que estos últimos puedan hacer saber cuáles son
esas necesidades. Pero además, como bien señala Juan Cantavella, es de prever que
cada vez se tendrá más en cuenta a los lectores tanto para recibir quejas como para con-
tar con su colaboración, “para recibir información, para corregir y matizar productos
informativos ya publicados, para orientar el trabajo en función de los intereses que les
preocupan, para recabar datos o respuestas a cuestionarios”40 y así poder seguir mejo-
rando este periodismo de servicio.
Creo, no obstante, que el periodismo no cumplirá por completo su verdadero pa-
pel de información de la actualidad si no se simultanea la oferta de información de servi-
cio con la información más tradicional. De hecho, si sólo prevaleciese el primero proba-
blemente acabaría por ocurrir lo que José Luis Martínez Albertos viene
vaticinando con preocupación en los últimos años: un futuro en el que los periodistas no
tendrán cabida porque su función tradicional será innecesaria con los cambios que está
experimentando la actividad mediática. “En lugar de periodistas, en lo sucesivo habrá
proveedores de información”41, se lamentaba hace ya una década. Es decir, técnicos
cuya única función será descargar meros datos para que el lector seleccione aquellos
que más le interesan o que le resultan de más útiles en un momento dado, en lugar de
profesionales que buscan, seleccionan, jerarquizan, valoran, interpretan y redactan la in-
formación de actualidad.

3. Los géneros en el ámbito académico. Los antecesores de las clasificaciones actuales


Los tratados de retórica publicados en el siglo XVIII hacían inicialmente hincapié en la
oratoria hablada, pero poco a poco fueron centrando sus enseñanzas en la escritura de
textos literarios hasta que, a mediados del siglo XIX, comenzaron a incorporar consejos
sobre cómo redactar textos periodísticos. A finales de este siglo surgirían los primeros
manuales teóricos monográficos sobre periodismo que con el paso del tiempo incorpo-
raron cada vez más alusiones a los géneros periodísticos. El resultado sería la configura-
ción de unas tipologías universales con una función didáctica en la disciplina de la re-
dacción periodística, que hoy sigue siendo uno de los pilares básicos de la enseñanza
del periodismo.

3.1. La influencia estadounidense


Aunque es posible que existan referencias anteriores, la primera que he encontrado
aparece en el libro A Manual of Composition and Rethoric: A Text-Book for Schools
and Colleges, escrito por el norteamericano John S. Hart en 1875 y del que ape-
nas
existen ejemplares. El autor dedica este manual a las diferentes composiciones en prosa,
entre las que incluye los textos periodísticos. Es en este apartado donde se encuentra la
primera distinción entre diferentes géneros (aunque sin utilizar este vocablo), que
apenas dista de las de los textos actuales. Deja bien claro que por una parte se en-
cuentran las news, simples exposiciones de hechos y cuya redacción debe cumplir con
las cualidades de precisión, (accuracy), concisión (condensation) y claridad (perspicuity);
por otra parte están los editorials, que expresan las opiniones de los responsables del
periódico sobre los acontecimientos del día. Sobre las diferencias entre ambos, aclara
Hart que:
“Siguiendo esta descripción general, se verá al instante qué diferente es
la tarea de escribir editoriales de la de escribir noticias. Una simplemente
relata los hechos del día; la otra discute esos hechos y expresa opiniones
sobre ellos, alabando o condenando, explicando o defendiendo, persua-
diendo o exhortando, señalando causas y sugiriendo remedios.

La una escribe haciendo especial referencia a la claridad, precisión y bre-


vedad; la otra se ayuda de todas las gracias y artes de la más completa
retórica, y necesita para ello de un conocimiento tan amplio como toda la
variedad de asuntos que alcanza el periódico42.

En 1934 el norteamericano Carl N. Warren publicaba Modern News Reporting, el


que sin duda supuso y sigue suponiendo uno de los grandes manuales de referencia en
la didáctica del periodismo dentro y fuera de las fronteras estadounidenses, y cuya ver-
sión en español no llegaría hasta 1975. Este libro es el primero, hasta donde llegan mis
conocimientos, en el que un estudioso norteamericano habla de algún modo de distintos
géneros periodísticos, aunque sólo lo hace de paso cuando afirma que es necesario dis-
tinguir entre dos tipos de noticias, las straight news (noticias directas) y features (traduci-
das como reportajes en la versión española del libro). En términos generales - dice
Warren- las primeras son crónicas de actualidad más inmediata sobre personas, cosas
o acontecimientos significativos, cuya primera intención es informar. Las segundas
suelen buscar entretener al lector mediante el recurso del drama, con actores reales en
situaciones reales, con un tratamiento extenso y a menudo con un interés humano aña-
dido.

Y mientras la primera “tiene el objetivo primario de comunicar hechos, el repor-


taje procura más bien despertar emociones, estimular, divertir o entretener”43 a través
del estilo literario. Si bien en algunos momentos puede llevarnos a pensar que se refiriere
a informaciones de contenido emocional o que el reportaje del que habla es el reportaje
de interés humano de nuestros días, Warren reconoce que este género está tan diversifi-
cado que no puede ser considerado como un sinónimo de información de interés
humano porque incluye otro tipo de trabajos como los publicados en algunos suplemen-
tos dominicales. Las precisiones hechas en 1959 por Emil Dovifat corroboran mi certeza
de que el feature norteamericano con todas sus variedades es el reportaje del periodis-
mo español:
“Feature [en una nota a pie de página pone crónica periodística] es una
expresión profesional norteamericana que tuvo su origen en la prensa, pa-
só de allí a la radio y de ésta volvió otra vez a la prensa (...) ; ha servido pa-
ra denominar algo periodísticamente muy útil. Según los norteamerica-
nos, es ‘entretenimiento y diversión, o información e instrucción al lector,
o servicio público de gran valor’ (...). Los ingleses afirman su carácter de
actualidad e insisten en que la feature tenga un ‘topical peg’, (...) o sea
una base de actualidad, pero además trate ‘asuntos de interés que no es-
tán estrictamente incluidos en las noticias del día’”44.

En realidad, el concepto de feature fue introducido por las grandes agencias de


noticias norteamericanas para distinguir las noticias puras de las que tenían más colo-
rido, algo más similar a la crónica hispanoamericana.
Warren también subraya la necesidad de que el periodista “no editorialice” al re-
dactar informaciones y se limite a “escribir lo que ve, oye y aprende, sin moralizar, alabar
o censurar”45. Este esquema no lo presenta como algo cerrado e inamovible y yaen
aquella época admitía que no existe una línea tajante que separe las straight news de
los feature news: “Frecuentemente la primera contiene elementos de la segunda,
mientras que la narrativa de interés humano suele impregnar a los hechos puros”46.
Curtis D. MacDougall lanzaba en 1938 una edición revisada de su obra Repor-
ting for Beginners editada seis años atrás, cambiando su título por Interpretative Repor-
ting. Al parecer, el autor era muy crítico con la cobertura que la prensa había dado a dos
grandes hechos como la Primera Guerra Mundial y a la Gran Depresión, y la conside-
raba carente de la explicación necesaria de estos acontecimientos porque se había li-
mitado a redactar sobre ellos al modo informativo47. Aunque no hacía referencia a los
géneros periodísticos, la aportación de MacDougall fue fundamental para el posterior
establecimiento de un tipo de textos que se situaban a caballo de los dos clásicos, la in-
formación y la opinión, y que serían los interpretativos. Es por esto que sorprende la vi-
sión de quienes sostienen que en el ámbito latino se distinguen los géneros informati-
vo, interpretativo y de opinión, frente al story y el comment anglosajones48. Esta última
división fue muy rígida en sus orígenes pero desde MacDougall son muchos quienes han
aclamado la existencia de textos interpretativos como parte del interpretative reporting.
Por último, creo necesario mencionar la aportación que hizo John Hohenberg a
una clasificación de los géneros periodísticos en los Estados Unidos mediante la que él
calificaba, a finales de los 1970, de “old editorial division” (“vieja división editorial”). Se-
gún esta división, encontramos por una parte las hard o straight news (noticias duras o
directas), que son informaciones sobre acontecimientos inmediatos escritos con un esti-
lo impersonal; por otra parte los feature articles, historias con un toque humano y de
actualidad menos inmediata; y finalmente los opinión-molding, textos de persuasión, re-
comendaciones y exhortaciones49. Aunque es de suponer que con algunas diferencias
de matiz, estaba hablando de informaciones, reportajes y géneros de opinión.

3.2. La influencia española


En 1901 Augusto Jerez Perchet escribió la primera monografía de periodismo publica-
da en España bajo el título de Tratado de periodismo, donde hacía recomendaciones de
preceptiva redaccional para los diferentes tipos de textos que se publicaban en la pren-
sa. Aunque no los denominaba géneros periodísticos, era un primer paso hacia la dis-
tinciónde unos y otros. Éstas eran algunas de esas recomendaciones:
“El lenguaje del artículo editorial no tiene semejanza con el utilizado en la
reseña de un suceso, ni con la gacetilla festiva, ni con el sobrio extracto
de las sesiones de una corporación oficial. (...) así como el artículo edito-
rial, de fondo, doctrinal o como quiera decirse, solicita estilo severo, sin
vanidad y sin hinchazón, la gacetilla lo exige ligero, mas nunca chabacano;
la revista de teatro reclama tonos amenos, y la de salones notas de carác-
ter poético (...)”50.

El arte del periodista fue escrito cinco años más tarde por Rafael Mainar, uno de
los primeros periodistas que reflexionaron sobre la necesidad de una enseñanza me-
tódica del periodismo en España. En este manual aparecen las primeras alusiones a los
géneros periodísticos, que el periodista dividía claramente entre información de actuali-
dad y comentarios sobre dicha actualidad51. Ramón Salaverría cita el manual Las luchas
del periodismo, escrito en 1908 por Salvador Minguijón, donde éste “daba pistas que
permiten vislumbrar cómo iba calando también en España el paradigma periodístico an-
glosajón de oponer la información a la opinión”52. Esta era una de ellas: “Hechos e
ideas, relatos y comentarios forman la substancia periodística y según cuál de esos dos
elementos predomine, así se califican ó no de informativas las diferentes secciones”53.

En 1930 aparece La Escuela de Periodismo, de Manuel Graña, un periodista entu-


siasmado con la idea de sembrar la semilla para crear unos estudios de periodismo que
diesen a esta disciplina un soporte académico hasta entonces inexistente en su país.
Graña había asistido a varios cursos sobre materias periodísticas en universidades esta-
dounidenses, entre ellas la Columbia de Nueva York, en los años previos a su creación
en 1926 de la Escuela de Periodismo española de El Debate. Su aprendizaje en las fa-
cultades norteamericanas y las experiencias obtenidas en los primeros años de andadura
de la Escuela, crearon en él la necesidad de publicar el que podría considerarse el
primer libro que define de forma concreta los estudios de periodismo en España y que
supone la primera contribución a su consolidación como rama de la enseñanza y germen
de las futuras Facultades.
Si bien en una conferencia pronunciada en 1926 Graña ya había perfilado un
plan de asignaturas para una Escuela de Periodismo54, es en La Escuela de Periodismo
donde da el paso definitivo para sugerir unos métodos prácticos para enseñar dichas
asignaturas. Su deseo de contar con el apoyo de la profesión le hizo pensar que nadie
mejor que el presidente de la Asociación de la Prensa en aquel momento, José Francos
Rodríguez, para prologar su libro. Prueba de que su idea era novedosa para la época es
que el propio Francos Rodríguez cuestionó la idoneidad de la creación de una Es-
cuela de Periodismo por considerar que no existía aún el ambiente propicio para esta-
blecerse. El periodista se explicaba con estas palabras: “El periodismo, en España por
lo menos, no se aprende (...) ¿Clases especiales para redactar diarios? Acaso convienen,
pero el periodista (...), con arreglo a su manera de pensar, vuelca en el papel cuanto
le dictaron
las propias impresiones”55. Y sin embargo admitía que “crear escuelas de periodistas
para dar títulos y ejercer una carrera, una más, y promover acaso escalafones y ascen-
sos, sería improcedente, aunque se necesita organizar bien cuantos elementos crean
el periódico”56.
Manuel Graña no sólo veía la necesidad de contar con unos estudios reglados, sino
que también pensaba que había llegado el momento de que se escribiese un manual al
respecto en español, quizás influido por sus experiencias en las universidades estadouni-
denses57. Y explicaba que “hemos acudido a estos libros norteamericanos para sacar de
ellos doctrina y ejemplos, puesto que, hoy por hoy, sólo los yanquis tienen una enseñan-
za bien montada y eficaz para formar periodistas” y que “en Europa empiezan las es-
cuelas; textos verdaderos no hay todavía”58.
En la mencionada conferencia reproducida al comienzo de La Escuela de Perio-
dismo encontramos la primera referencia a los géneros periodísticos, aunque todavía
no se utilizan estas dos palabras para aludir a ellos59. Explica aquí el autor que “hay for-
mas distintas en la literatura periodística, desde la simple gacetilla al artículo de fondo, el
cuento y la crónica”60 y posteriormente, al abordar el programa de los estudios de pe-
riodismo, añade: “Los tres grupos más importantes en que pueden clasificarse las com-
posiciones periodísticas de alguna extensión son: noticias, crónicas (informativas o litera-
rias) y editoriales. Cada uno de ellos exigiría un curso de especialización”. Estas últimas
palabras dan fe de la importancia que para él tenían los diferentes textos a la
hora de afrontar el aprendizaje de la técnica periodística desde un punto de vista teóri-
co, si bien es cierto que en algunos momentos se perciben en su obra ciertas confusio-
nes entre noticia, información y crónica.
En el segundo curso de los estudios de periodismo, el programa que proponía
Graña incluye una serie de epígrafes entre los que se encuentran separadamente infor-
mación, crónica y editorial, a cada uno de los cuales se dedican varias lecciones para
explicar la manera de afrontar su redacción, estructura, titulación y demás consejos de
elaboración61. No aparece ninguna lección referida al reportaje entendido como géne-
ro, sino en la acepción original de la palabra como acto de obtención de información y
la posterior redacción del texto para hacérsela llegar al público lector por medio del pe-
riódico.

La influencia norteamericana en el autor es aquí patente y es más que probable


que el origen de esta designación provenga del término inglés reporting, que es el “ac-
to de informar al público de un hecho acaecido”. Sí se observa, no obstante, que al ha-
blar de información distingue un subgrupo dentro de ella al que denomina información
literaria y que, por la manera en que la describe, parece corresponder a lo que hoy
entendemos por reportaje de interés humano. De hecho, la equipara al feature anglosa-
jón, una muestra de la influencia norteamericana en sus trabajos.
Si bien Graña no establecía grandes divisiones entre géneros informativos, inter-
pretativos y de opinión, era muy consciente del papel crucial que desempeñaba la opi-
nión vertida desde la prensa y tenía muy claro el lugar que debía ocupar la opinión en
las páginas del periódico, al que atribuía la “función interpretativa y fiscalizadora”. Prue-
ba de ello es que el periodista, al hablar del artículo editorial, ensalzaba este género en
contraste con los artículos de fondo que, según él, se venían practicando en las pasadas
décadas sólo para entrar en polémicas partidistas y críticas demoledoras incluso

mediante el insulto, y en los que “lo esencial no eran los problemas (...) sino ‘pegar’
firme y acabar con el adversario (...), comentarios triviales, chismorreo administrativo,
adulación o difamación de los hombres públicos (...), todo menos información objeti-
vay serena”62.
Estas últimas palabras nos dejan hoy una doble sensación: por una parte, la de fa-
miliaridad con el uso de las páginas de los diarios para la crítica destructiva hecha fun-
damentalmente con fines políticos, algo que por desgracia es demasiado frecuente en la
prensa española de los últimos tiempos. Por otra parte, la sorpresa que producen las pa-
labras “información objetiva y serena” para aludir a las características fundamentales de
un género de opinión. Cabe pensar que quizás se estaba refiriendo a que las opinio-
nes subjetivas del editorialista debían estar asentadas sobre la base de una información
objetiva.

En aquellos años, según se desprende de la obra de Graña, ya se lanzaban duras


críticas hacia ciertas actitudes ejercidas desde los propios periódicos que parecen más
propias de nuestros días. Es el caso, por ejemplo, de la desconfianza que siente
una parte del público hacia las opiniones sustentadas en los textos de opinión, que
se debe en parte a que “el lector se cree (...) más capacitado que antes para discurrir so-
bre los hechos por cuenta propia; el mismo periódico contribuye, con su información, a
crear esta suficiencia”. Y en parte a que los articulistas, “además de creerse capaces de
dar solución a todos los problemas (...), tienen la pretensión de sabérselo todo y de opi-
nar y escribir como si fuesen infalibles”63. Más aún sorprenden estas palabras, que bien
podrían referirse a la prensa actual, que está viendo cuestionada su credibilidad más que
nunca:

“El periódico es el comentador de oficio pagado por el público. (...) Se


supone que tiene más datos que los demás (...), pero no se le concede el
monopolio del acierto, y menos el de la honradez. Que se convenza de
que hoy ha perdido mucho de su autoridad; en parte por haber abusado
de la que el público le otorgaba (...). Los lectores no son tan bobos para
ignorar que el periódico es un producto industrial que se fabrica y se
vende para ganar dinero”64.

Esa falta de crédito que merecen al público los editoriales era, a su entender, el
motivo de que se leyesen poco y con recelo las páginas de opinión, por lo que concluía
que “graves reflexiones deben sugerir al articulista las observaciones apuntadas; lo
mejor que puede hacer es adoptar las medidas oportunas para ganarse la confianza del
público”65.

Pero también aparecen en el libro algunos comentarios hechos por el periodista


que difieren sustancialmente de los que hoy harían la mayoría de los profesionales cono-
cedores del funcionamiento interno de un periódico. Decía que en cuanto el público se
percata de que un editorial “es negocio del editor o del periódico”, pasa adelante en la
lectura porque el periódico no debe pertenecer a ningún partido o agrupación determi-
nada. Y explicaba que los grandes rotativos de la época, si no eran independientes de
partidos políticos, al menos presumían de serlo y procuraban aparentarlo66. Hoy son es-
casísimos los casos de diarios independientes de los poderes políticos y, de hecho, cada
vez son menos los que se enorgullecen de ello públicamente. Hacerlo sería negar lo evi-
dente.
Varias décadas después de que apareciera el manual de Graña, la Universidad de
Navarra sería la verdadera precursora de una teoría de los géneros periodísticos a
partir de un enfoque filológico67. Desde el curso 1959-60, el plan de estudios de este
centro incorporó la asignatura Redacción Periodística con el enunciado añadido de
“Los géneros periodísticos”. Aunque el responsable de esta materia en aquel momento
era el profesor José Luis Martínez Albertos, él mismo ha confesado que la decisión sobre
el primer esquema clasificatorio de los géneros fue idea del profesor Antonio Fontán, di-
rector entonces del Instituto de Periodismo de dicha universidad68. En el curso 1961-
1962 los alumnos ya contaban con los Guiones de clase de Redacción Periodística (Los
géneros periodísticos), unos apuntes que llegaron a difundirse en algunos centros ameri-
canos donde se impartían enseñanzas de periodismo69.
Gonzalo Martín Vivaldi fue periodista y profesor de la primera Escuela Oficial de Pe-
riodismo creada en España, a la que antes hice referencia. Sus aportaciones a los estu-
dios de los géneros periodísticos son, junto con las que posteriormente haría Martínez
Albertos (su Curso general de redacción periodística, que ha alcanzado la vigésimo terce-
ra edición, es utilizado como libro de texto en España y toda América Latina), las más ci-
tadas por los académicos de habla hispana en la actualidad y, sin lugar a dudas, algu-
nas de las principales referencias para quienes más adelante diseñarían los planes de
estudios de periodismo de las universidades españolas.
A comienzos de los 1970, Vivaldi nos hacía llegar la clasificación que tantos defen-
derían en años posteriores, no tanto por su amplitud o variedad de subtipos como por
lo moderna que era su concepción de cada género (en ellos profundizaré en la tercera
parte de este libro). A su modo de ver, el lector de aquellos años era una persona cada
vez más formada a la que ya no le bastaba con recibir noticias escuetas, sino que
esperaba que el periódico fuese más allá de la pura información. Concebía los diarios
como espejos de un mundo en el que hay muchas cosas interesantes que aparentemente
están fuera del campo de la noticia y que otros géneros debían trasmitir. Lo sinteti-
zabacon estas palabras:
“El público lector pide hoy ‘algo más que la noticia’. De ahí el auge del
reportaje, en sus más variadas expresiones (con curiosas repercusiones en
la novela contemporánea), de la crónica literaria de altura (valorativa de la
noticia) y del artículo orientador de la opinión. (...) Son los vehículos
transmisores de ese ‘algo más’ que propugnamos”70.

Partiendo de esas ideas, en su clasificación de los géneros contemplaba cuatro


grandes modalidades:
1. La noticia, texto escueto y puramente informativo.
2.El reportaje: con las modalidades de reportaje estándar (origen del que hoy suele de-
nominarse reportaje objetivo pero que, a mi parecer se asemeja más a la información
reportajeada que más adelante explicaré) y reportaje profundo, gran reportaje o re-
portaje interpretativo (hoy interpretativo o en profundidad). También se incluyen
aquí, aunque como modalidad aparte, la entrevista (la corriente y la de carácter o psi-
cológica).
3. La crónica: que puede ser crónica propiamente dicha (la columna sería un subtipo) o
croniquilla (con el subtipo del suelto o glosa)71.
4.Los géneros de opinión: que se dividen en dos grandes subtipos, el comentario edito-
rial (que puede ser informativo, inductivo, convincente o interpretativo) y el artículo pe-
riodístico72.
3.3. La influencia alemana
La escuela alemana, con Emil Dovifat como uno de sus máximos representantes, influ-
yó notablemente en los primeros estudios de periodismo que se crearon en España y
Latinoamérica. En la obra Zeitungslehre, escrita en 1950 y publicada en español en 1959,
Dovifat reconocía la influencia angloamericana en los periódicos alemanes de la zona de
ocupación inglesa después de 1945, que optaban por separar los facts (hechos) de los
comments (comentarios y opiniones) en sus páginas en un intento de alcanzar una objeti-
vidad absoluta en la redacción de las noticias. Ello no le impedía, sin embargo, ser cons-
ciente de que esa división no resolvía por completo el problema, como se desprende
de sus palabras:
“Puesto que la noticia es una comunicación, pasa a través del sujeto que la comunica y
por tanto está expuesta a la influencia de este sujeto comunicante (...). Toda selección,
todo cuanto sea realzar y dar énfasis a una noticia es un paso de naturaleza subjetiva”73.
De esta circunstancia escaparían, como única excepción, las noticias puramente objetivas
que contienen comunicados con cifras, precios, cotizaciones, etc.
A pesar de que no mencionaba la denominación de géneros periodísticos, es in-
teresante observar que su división se aproximaba bastante a las clasificaciones actua-
les74. Ofrecía una relación de géneros al explicar lo que para él eran las tres “formas
de expresión periodística”75 o, lo que es lo mismo, los tres estilos a los que hoy hacen re-
ferencia la mayoría de los manuales de periodismo influenciados, es de suponer, por
las enseñanzas del estudioso alemán: estilo informativo, estilo de solicitación de opi-
nión y estilo ameno. El informativo sería el utilizado en la noticia, el informe y el reporta-
je; el de solicitación de opinión en artículos editoriales y artículos de fondo, artículos
cortos, glosas y críticas; el ameno correspondería a textos que no son propiamente
periodísticos pero que se publican en la prensa.
También daba un primer paso hacia las futuras clasificaciones que contemplarían,
además de las modalidades clásicas de géneros informativos y de opinión, los géneros
interpretativos. Lo hacía, sin ser consciente de ello, al sugerir que el autor de un repor-
taje ve las cosas a su manera “y las reelabora para darles su interpretación personal”.
Lo que en realidad estaba haciendo era situar al reportaje, o al menos a las modalidades
que ofrecía como ejemplos (grandes reportajes de deportes, sociales y gráficos), en un
lugar que iba más allá de la simple información pero sin llegar a la opinión.
De un modo similar a como lo había hecho Manuel Graña, el Dovifat hacía hinca-
pié en la necesidad de separar los hechos de las opiniones referidas a dichos hechos
con estas palabras:
“(...) en el trabajo informativo democrático de información, se ha conver-
tido en principio fundamental la separación entre informe objetivo y co-
mentarios. Se trata de suministrar al lector material para que forme su
propio juicio, por una parte, ofreciendo por separado una interpretación
estimativa”76.

3.4. La influencia francesa


La mayoría de los teóricos del periodismo otorgan al francés Jacques Kayser, profe-
sor de la Universidad de París, la consideración de pionero en el tratamiento de los géne-
ros periodísticos desde el punto de vista académico hace más de cuatro décadas. Aun-
que las primeras referencias nos llegan de la mano de Carl N. Warren, Manuel Graña y
Emil Dovifat, las aportaciones de Kayser parecen haber tenido tal peso que constitu-
yen sin duda el verdadero germen de los estudios que se hicieron posteriormente sobre
géneros, especialmente en el sur de Europa y en varios países de América Latina.
Kayser tenía entre sus objetivos dar a los estudios sobre periodismo y a las investi-
gaciones en este campo en su país una estructura y un método. Impartió durante varios
meses de 1961 un ciclo de conferencias en el Centro Internacional de Estudios Superio-
res de Periodismo para América Latina (CIESPAL), de la Universidad de Quito, que se
publicaron con éxito en varias ediciones posteriores bajo el título El Periódico. Estudios
de morfología, de metodología y de prensa comparada y donde se encuentran las pri-
meras alusiones a los géneros periodísticos.
En dichas conferencias explicaba que durante años los estudios sobre la prensa ha-
bían estado limitados a la historia y el derecho, de una manera anecdótica y sin bases
científicas, y ello a pesar de la creciente importancia del papel que desempeñaba la
prensa en la sociedad.

Quizás por ello alababa el papel de centros como la Facultad de Periodismo de la


Universidad de Varsovia, la Escuela de Periodismo de la Universidad de Caracas o los
de los Estados Unidos, “los primeros en organizar, en el plano universitario como en el
profesional, investigaciones metódicas y profundas, las unas puramente desinteresadas,
las otras estimuladas por el acicate del ‘business’”77.
Pretendía establecer un método de estudio de la prensa diaria, de ahí su interés
en las investigaciones sobre la presentación de los contenidos del periódico, es decir, su
morfología. Consideraba que los análisis clásicos de contenido eran insuficientes por-
que, a su parecer, al lector no le llegaba tanto el texto con su estilo como la presentación
de dicho texto, la forma en que lo capta para después registrarlo en la memoria.

A través de sus conferencias dio a conocer algunas maneras de analizar un perió-


dico que fueron pioneras y han llegado hasta nuestros días, a pesar de que él mismo
admitía que se trataba de un primer paso de cara a unos estudios más consolidados:
“Se trata, para mí, del resultado de experiencias, fragmentos de un conjunto que está
lejos aún de ser alcanzado. En consecuencia, me reservo el derecho de modificar y de
transformar, tal vez de contradecir, lo que voy a presentar”78. Cuando en 1962 regresó a
su país, puso en práctica aquellas enseñanzas con algunas variantes en el libro Le Quoti-
dien Français79, donde analizaba los periódicos de la época en Francia utilizando el estu-
dio morfológico como metodología para valorar la presentación de contenidos.
Una de las novedades más significativas de los trabajos de Kayser fue su pro-
puesta de estudiar un periódico diseccionándolo y midiendo sus textos mediante la clasi-
ficación por géneros periodísticos. El objetivo de esta clasificación no era tanto la distin-
ción de técnicas periodísticas como la identificación del material publicado, pero para
llevarla a cabo estableció una tipología perfectamente estructurada.

Se trataba, de hecho, de la tipología más completa que se conoce aportada hasta


ese momento por un estudioso del periodismo impreso. Sin entrar en explicaciones so-
bre cada género, en las que ahondaré posteriormente, éstas eran las tres grandes cate-
gorías que distinguía Kayser80:

1. Las informaciones.
2. Los artículos, subdivididos en:
- editoriales
de morfología, de metodología y de prensa comparada. CIESPAL, Quito, 1964, p. 51.
- artículos firmados
- artículos sin firma
- artículos insertados bajo menciones especiales (que en Le Quotidien Français denomi-
naría artículos insertados en secciones especializadas), donde se inserta la tribuna libre.
3. Las mezclas de informaciones y comentarios, (a las que posteriormente llamaría
combinados “información-artículo”), subdivididas en:
- todo lo que depende de la encuesta, el reportaje y la corresponsalía del enviado espe-
cial: textos cuyos autores aportan a la vez “informaciones que han recogido, impresio-
nes que tienen y deducciones personales que transmiten bajo su responsabilidad”.
- informaciones y comentarios mezclados: “muy utilizado por los periódicos, pero poco
recomendable” porque el lector difícilmente puede distinguir la información pura
de lo que es opinión del redactor.
- informaciones y comentarios asociados: separados tipográficamente, es un “método
recomendable, cuyo uso parece desarrollarse”81.
Obsérvese que por primera vez nos encontramos con una clasificación que consi-
dera una categoría propia aquellos textos en los que la información y la opinión se en-
tremezclan, en particular la tercera subcategoría, que podría ser el germen de los que
hoy se consideran géneros interpretativos. Tan sólo un año más tarde Kayser amplia-
ría la clasificación añadiendo estas modalidades82, a las que en un principio había otor-
gado un lugar secundario con respecto a los tres grandes géneros:
1. Extractos de prensa y de emisiones radiofónicas, que consideraba prácticamente
desaparecidos.
2. Folletines, cuentos y novelas, tiras cómicas y fotonovelas: modalidades que, en la
prensa que todavía las cultiva, entrarían dentro de los textos literarios o de entrete-
nimiento y no de la información por lo que no se considerarían géneros periodísticos.
Se caracterizan por el uso del estilo ameno al que había aludido Emil Dovifat una dé-
cada antes.
3. Cartas de los lectores: actualmente los periódicos las ubican dentro de las páginas
dedicadas a los textos de opinión.
4. Secciones de servicio: con información práctica para el lector.

3.5. Latinoamérica: primera propuesta aglutinadora


Procedentes de América Latina llegarían posteriormente diversas propuestas de clasifica-
ción de los géneros periodísticos, una de las cuales alcanzó gran difusión académica en
aquel continente probablemente debido a que aglutinaba influencias tan variopintas co-
mo algunas procedentes de México, Brasil, Cuba, Bolivia, Francia, Alemania, España y
los Estados Unidos.
Se trata de la establecida en 1982 por el profesor peruano Juan Gargurevich, sobre la
que él mismo advertía que “no es una lista cerrada, pues constantemente se descubren
híbridos83 valiosos”84, y que resumía de esta manera:
1. La nota informativa: presentación escueta de la noticia redactada.
2. La crónica: histórica, de interés humano, de interés social, de corresponsal, de
guerra. de viajes, de remembranzas.
3. El testimonio: equiparable a la crónica personal del periodismo español.
4. El reportaje.
5. La entrevista: de retrato y/o personalidad, biográfica, de opinión general y de
actualidad.
6. Géneros gráficos: fotos, caricaturas, tiras cómicas.
7. El editorial: artículo no firmado que representa la opinión del periódico.
8. La columna: artículo firmado, con periodicidad y espacio fijos.
9. La reseña: es a la vez noticia y crítica cultural.
10. El folletón o folletín: denominado folletón por Dovifat.

El folletín es el único de esta tipología que las clasificaciones españolas no con-


templan como género periodístico. Se trata del típico ejemplo de género cuya evolu-
ción ha llevado a cambiar su significación y contenidos originales. Autores como Dovifat
o Kayser lo situaban dentro de los géneros literarios o de entretenimiento de “estilo
ameno”, por lo que no se trataría de un género propiamente periodístico. Otros lo de-
nominan crítica literaria y sitúan su origen a partir de 1730, cuando se empezaron a pu-
blicar cada lunes en Francia las Nouvellise du Parnase, de entre 20 y 25 páginas que con-
tenían cartas y reflexiones sobre las obras que aparecían. A comienzos del siglo XIX,
el Journal des Débats añadía a su edición un boletín en una pequeña hoja o feuilleton. En
él se fueron añadiendo, además de anuncios, pequeñas narraciones de viajes, comenta-
rios culturales y relatos en serie para captar la atención del lector. De este modo fue
ganándose un hueco en otros diarios, pero siempre bajo la consideración de sublitera-
tura periodística, como una sección superficial y de entretenimiento. Con el tiempo deri-
vó en sección cultural y tan sólo se conservó la acepción para los relatos en serie, que los
norteamericanos transformarían en serial story.
PARTE II. LAS CLASIFICACIONES MODERNAS

1. Algunos apuntes sobre los géneros en el periodismo anglosajón


Lo que se desprende de la consulta de un buen número de manuales de periodismo de
procedencia anglosajona es que, pese a que diferencian entre información, opinión e in-
terpretación, no utilizan la denominación de géneros periodísticos, lo que deja constan-
cia de la escasa importancia que conceden a las denominaciones de unos u otros textos
y a su análisis teórico. Por el contrario, persiguen objetivos más didácticos y prácticos
sobre cómo redactar noticias con diferentes enfoques que dependen más bien del
tema que traten85 que de otro tipo de criterios.
En líneas generales, los manualistas norteamericanos suelen limitarse a distinguir
entre hard news (noticias duras) y soft news (noticias blandas), o bien breaking news (no-
ticias de actualidad más inmediata) y features (reportajes). Con respecto a la primera dis-
tinción, las hard news suelen estructurarse siguiendo el esquema de la pirámide invertida
y son “más inmediatas, apegadas a la realidad y dependientes de los hechos”86. Las soft
news no requieren su publicación inmediata, en ellas la actualidad pasa a un segundo
plano y la manera de estructurarlas es más libre. La diferencia entre ambas no sólo está
en el carácter de los hechos sobre los que informan sino también en la manera en que
se cuentan, es decir, las estrategias textuales que utilizan y el enfoque (en el caso de las
blandas es más personal, requiere haber vivido algo o haberlo presenciado), y además,
las blandas son de actualidad menos caduca, lo que hace pensar que corresponden al
reportaje español. Corrobora esto el profesor británico Tony Harcup al asegurar que los
features suelen definirse más por lo que no son (hard news) que por lo que son. Pue-
den ser de todas las formas y tamaños, y pueden tratar sobre prácticamente cualquier
cosa. Hay menos reglas para escribir features que para escribir noticias aunque los
primeros tienden a ser más extensos y a usar más fuentes, antecedentes y contexto87. Sin
lugar a dudas, está refiriéndose al reportaje, mientras que las otras serían informaciones
propiamente dichas.
Hace poco más de una década, la británica Sarah Niblock, si bien no elaboró una
tipología de géneros periodísticos, sí insistía en dejar clara la diferencia entre news y
feature. Aseguraba que los features proporcionan una cobertura profunda de una amplia
gama de temas que va desde asuntos relacionados con noticias hasta entretenimiento,
salud, educación, medio ambiente, interés humano, moda o música, y sus contenidos
deben ser de actualidad.

Además -añadía-, no son sólo relatos extensos sino que requieren más tiempo de
elaboración y ofrecen al periodista la oportunidad de utilizar sus habilidades de escritu-
ra y aportar así algo más de sí mismos que simples hechos colocados en orden de impor-
tancia decreciente88. De nuevo parece estar claro que esa denominación se corresponde
con la información o noticia y el reportaje (o al menos un tipo de reportaje).
Más recientemente, encontramos una primera referencia a la palabra género en un
escrito de la también británica Jane Taylor, quien hace una distinción entre noticias y re-
portajes y explica que: “(...) los géneros están sujetos a fluctuantes condicionantes socia-
les, políticos y culturales: tienden a surgir coincidiendo con desarrollos y modas de publi-
cación y sus fronteras mutan a medida que aparecen más variedades para cubrir las de-
mandas más precisas de cada momento”89.
Resumiendo todo lo anterior, y siguiendo al ex-periodista y reconocido manualista
británico Richard Keeble, puede decirse que las hard news son informaciones sobre
cuestiones o eventos recientes, de temática considerada más seria (como política o eco-
nomía), que estructuralmente comienzan con los detalles más significativos para después
continuar con la información menos importante. Puede acompañarse de datos de ba-
ckground o contextualización, pero los análisis y las valoraciones personales deben
quedar fuera. Suelen ser las informaciones que aparecen en la portada, aunque no las
únicas. Keeble las contrapone a “una variedad de géneros en los periódicos”, entre
los que están: las soft news, generalmente dedicadas a temas más ligeros (sociedad, cul-
tura, entretenimiento), de lectura más flexible y con más descripciones; las news feature
(reportaje interpretativo) y sus variantes, que son textos más extensos, con más descrip-
ción, análisis, antecedentes, fuentes y profundidad; y textos de opinión como editoriales,
que reflejan la voz institucional del periódico, o columnas de opinión90.
La única alusión al análisis teórico de los géneros periodísticos que he encontra-
do es la de los profesores norteamericanos Robert O. Wyatt y David P. Badger, que mos-
traron su preocupación por la carencia de una tipología sistematizada que describiera
las diversas formas de redacción periodística y que sirviera a los docentes para ense-
ñar a los estudiantes que se inician en esta práctica. La mayoría de los libros de texto
apuestan por la tradicional tricotomía sugerida por Keeble y formada por los denomina-
dos “Los Tres Grandes”: news (noticias), editorials (géneros de opinión) y features (repor-
tajes). Wyatt y Badger tachan esta clasificación de inadecuada por considerar que tiende
a designar la objetividad y los hechos a las noticias, y la subjetividad y las valoraciones
a reportajes y géneros de opinión, algo que no creen que en la práctica pueda hacer-
se marcando unos límites tan estrictos. También critican que dicha división relega al
reportaje a una posición de cierta trivialidad en comparación con la información por-
que le asigna la función de entretener (una de sus muchas funciones posibles, según
ellos) y estructuras formales poco estrictas, frente a la función de informar y estructuras
formales exclusivamente piramidales de la segunda91.

Así pues, frente a “Los Tres Grandes”, proponen una tipología derivada de la retó-
rica y la crítica literaria, formada por cuatro “modos de composición” o categorías que
raramente se encuentran en estado puro, y que se configuran en función de sus métodos
del discurso (formas) y sus intenciones (efectos): descripción, narración, exposición y ar-
gumentación, a los que añaden la crítica por entender que no entra en la categoría de la
argumentación porque no implica opinión y persuasión sino una evaluación de algo92.
El esquema resumido y simplificado de su propuesta de clasificación es el siguiente:
GÉNEROS PERIODÍSTICOS

Modos Géneros periodísti- Estructuras Funciones


cos
convencionales
- Noticias directas Enumerativa o listado
- Reportajes informativos jerarquizado (por ej. Dar información
Descripción - Descripciones impresionistas por importancia)
- Nuevo Periodismo Orden cronológico, Recrear expe-
Narración - Mucho de lo que se es- simple o complejo riencias
cribe sobre deportes y (con flash-backs)
política
Orden lógico o retó- Persuadir; ha-
- Editoriales rico: introducción, cer, cambiar de
Argumentación - Polémicas personales desarrollo y conclu- opinión o acti-
- Periodismo militante sión tud
Orden explicativo:
- Análisis con comparaciones, Explicar signifi-
Exposición - Comentarios contrastes, definicio- cados
nes
y clasificaciones
- Críticas Sumarios y evaluacio-
Crítica - Periodismo evaluativo en nes siguiendo criterios Evaluar
política, deportes y con- externos
sumo

2. Teorías clasificadoras del periodismo español


Mostrar aquí todas las tipologías de géneros periodísticos que se han hecho más recien-
temente sería es una tarea que sobrepasaría los límites de los fines que se persiguen
con este libro. Lo que aquí pretendo es dar a conocer unas líneas generales mediante el
repaso de las posturas que adoptan algunos críticos aportando sistemas de clasificación
innovadores, nuevas modalidades de géneros o simplemente criterios diferentes de los
empleados en las tipologías más tradicionales. He seleccionado las teorías que desarro-
llo a continuación por considerarlas lo suficientemente representativas para mostrar
una visión general de la cuestión, sin que por ello pretenda invalidar otras que no inclu-
yo.

Teoría del sistema de textos


La teoría del sistema de textos fue formulada en 1981 por Héctor Borrat, quien hizo una
interesante clasificación de géneros en la que en cada modalidad predomina una de las
clásicas Ws. Su originalidad radica en configurar una tipología en base a los elementos
que prevalecen en la estructura interna de los textos que corresponden a cada modelo
de género, y vincula los componentes de la estructura interna (los llamados topoi) con la
estructura externa (tipos de textos o géneros). De este modo, distingue los narrativos, en
los que destacan el qué, quién y cuándo, los descriptivos, con el qué, quién y dónde,
y los argumentativos, con el porqué y cómo. Posteriormente subdivide este esquema
inicial en cuatro subtipos, dejando así la clasificación:
- Narrativos simples, con el predominio de qué, quién, cuando.
- Narrativos explicativos, con predominio de qué, quién, cuándo, por qué y cómo.
- Descriptivos simples, con predominio de qué, quién y dónde.
- Descriptivos explicativos, con predominio de qué, quién, dónde, por qué y cómo”93.

En una línea similar se sitúa Mar de Fontcuberta al entender que los cambios pro-
gresivos en el modo de redactar las informaciones supusieron la ruptura de las fronteras
entre los diversos géneros y llevaron a incrementar la tipología de géneros y subgéneros
en un intento de abarcar todas las posibilidades expresivas pueden encontrarse en los
medios de comunicación. La solución que aporta a esto es la propuesta de Héctor
Borrat porque la considera de gran utilidad para analizar todo tipo de textos periodís-
ticos sin necesidad de recurrir a sucesivas y progresivas tipologías de géneros94.

Crítica a la clasificación tradicional


Sebastiá Bernal y Lluís Albert Chillón son posiblemente los más críticos con el sistema
más tradicional, al que tachan de insuficiente para incorporar a todos los géneros perio-
dísticos. Su propuesta básica de clasificación contempla el periodismo informativo con-
vencional, que se traduce en textos descriptivos y textos narrativos, y el periodismo in-
terpretativo, con textos descriptivos y narrativos explicativos con una función estética del
lenguaje que es la innovación formal. A éstos añaden como novedad una tercera catego-
ría, el que denominan periodismo informativo de creación95, que se caracteriza por
textos que no siguen las estructuras tradicionales96.

Teoría de los géneros periodísticos


Lorenzo Gomis sitúa en La Poètica de Aristóteles el primer intento de configurar lo que
después se llamaría “teoría de los géneros”. En el siglo IV a.C., Platón planteó en
La República las tres modalidades expresivas básicas que sirvieron de base a la estruc-
turación de los géneros literarios iniciada posteriormente por Aristóteles, para quien las
modalidades diegética, mimética y mixta darían lugar a los tres géneros fundamentales:
lírico, dramático y épico. Sobre éstos se asienta la triple estructuración de los géneros
informativos que, según Gomis, establece el profesor Mariano Cebrián Herreros: la lírica
da lugar a los géneros expresivos y testimoniales (editorial, comentario, crítica y cróni-
ca), la épica a los géneros referenciales o expositivos (noticia, reportaje, informe, docu-
mental, docudrama) y la dramática a los géneros apelativos o diálogos (entrevista, en-
cuesta, ruedas de prensa, debates)97.
Gomis fue un firme defensor de la utilidad de los géneros periodísticos como ins-
trumento pedagógico y sostenía que reflejan la evolución del periodismo y se van modi-
ficando a la vez que las demandas sociales y los objetivos de la profesión periodística,
de manera que pueden ser entendidos como un método de interpretación sucesiva de la
realidad social. Decía que
(...) en el periodismo, como método de interpretación sucesiva de la
realidad social, corresponde a los diferentes géneros periodísticos cum-
plir diferentes funciones para responder también a diferentes necesida-
des sociales y satisfacerlas. La información y el comentario son dos nece-
sidades sociales diferentes. Necesitamos estar informados para saber qué
pasa y qué significa cada uno de los hechos en el conjunto de los aconte-
cimientos actuales. Necesitamos comentar y hacernos una opinión de las
cosas para saber en qué nos afectarán (...)98.
Quizás por este motivo la clasificación que propuso inicialmente sufrió modificacio-
nes a lo largo de los muchos años que el profesor dedicó a su estudio. Su propuesta
más reciente tiene la particularidad de reconocer una actitud interpretadora del pe-
riodista en todos los textos que produce, incluso los tradicionalmente denominados
informativos. Tres son los géneros que establece y que se corresponden con diferentes
grados o niveles de interpretación:
- Interpretación de hechos o noticiosa, cuyo fin es componer el presente social como un
conjunto de hechos: su género propio es la noticia.
- Interpretación de situaciones (complementa a la anterior), que ayuda al lector a com-
prender mejor la actualidad presentada como conjunto de hechos: sus géneros son el
reportaje y la entrevista con todas sus variantes, y la crónica.
- Interpretación moral o comentario sobre hechos y situaciones mediante juicios enca-
minados a lograr las acciones necesarias para tratar de mejorar el futuro: sus géneros
son el comentario y sus variantes, es decir, editorial, columna, artículo de opinión, críti-
ca, cartas al director, entre otros99.

Teoría descriptiva de los géneros periodísticos


José Luis Martínez Albertos es, sin lugar a dudas, quien más tiempo y esfuerzos ha dedi-
cado a analizar y escribir sobre los géneros periodísticos. Inició esta andadura a comien-
zos de los años 1960 y desde entonces ha ido plasmando los resultados de sus investiga-
ciones en innumerables artículos y libros, el más significativo de los cuales es Curso ge-
neral de redacción periodística, donde propone la clasificación de los géneros más se-
guida en los centros de enseñanza del periodismo de España y Latinoamérica. A él se
le adjudica también el mérito de ser el impulsor de un línea de investigación que, desde
comienzos de los años 1980, se dio a conocer como Escuela complutense para el estudio
de la Redacción Periodística100, que debe su nombre al Departamento de Periodismo I
de la Universidad Complutense de Madrid. Los trabajos que allí se desarrollaron han
servido de base científica para numerosos estudios posteriores sobre el entorno de los
géneros periodísticos tanto en España como en un gran número de países de América
Latina.

Albertos no concibe una correcta enseñanza del periodismo sin la existencia de


una teoría precisa sobre la que se asiente. A su modo de entender, clasificar los textos
periodísticos obedecería a la necesidad metodológica, y útil desde el punto de vista pe-
dagógico, de ordenar determinados productos culturales (como ocurre con las artes plás-
ticas, las obras musicales o el cine) para poder analizarlos y valorarlos correctamente.
También cree que las divisiones son necesarias desde el punto de vista profesional por-
que entiende que el periodista tiene la obligación de distinguir bien lo que es informa-
ción de lo que es opinión en sus textos para evitar transmitir al lector una idea incorrecta
de los hechos.
A comienzos de los años sesenta, hablaba de hechos para referirse a los géneros
información, reportaje y crónica, y de opiniones para referirse a los artículos. En su ma-
nual Redacción Periodística. Los estilos y los géneros en la prensa escrita, publicado
por vez primera en 1974, introdujo la finalidad de los textos periodísticos de interpretar
(inspirándose en la distinción de Carl Warren entre reportaje objetivo y reportaje inter-
pretativo), por considerar que existían ciertas modalidades de géneros periodísticos que
se encontraban a caballo entre el relato impersonal de los hechos y la interpretación
subjetiva, como la crónica. Sin embargo, situaba la interpretación al mismo nivel que la
opinión y a la hora de hacer grandes clasificaciones todavía se limitaba a distinguir dos
grupos de géneros: los informativos y los interpretativos o de comentario101.
Posteriormente desarrollaría la denominada teoría normativa de los géneros perio-
dísticos, que incorporaba algunas novedades como la distinción de tres grandes macro-
géneros: los géneros informativos (la información y el reportaje objetivo), los géneros in-
terpretativos (el reportaje interpretativo y la crónica) y los géneros de opinión (el artícu-
lo o comentario). Para referirse a la tan debatida objetividad del periodista, consideró
más acertado hablar de una permanente disposición psicológica hacia el mayor grado
posible de “no-intencionalidad”. Es decir, se asentaba en la idea de que cuando el pe-
riodista hace uso de la narración para contar algo se sitúa intelectualmente en el “mun-
do de los hechos” adoptando su mensaje la forma de un relato sin introducir conscien-
temente en el texto sus puntos de vista personales, es decir, con una “no- intencionali-
dad”102.
Algunos años más tarde, y tras avanzar en sus investigaciones, la denominación ini-
cial de aquella primera teoría no le convencería y aseguraría que la teoría de los géne-
ros “no tiene carácter normativo o coactivo, sino que es, simplemente, una construcción
que sirve para describir la realidad sociolingüística, y cuya vigencia es una pura cuestión
estadística”103. A partir de entonces se sumó a la denominación de teoría descriptiva de
los géneros periodísticos siguiendo la línea de los trabajos sufragados por la UNESCO
desde mediados de los años 1950 y continuados en años posteriores por varios acadé-
micos españoles.
En 1998, Albertos hacía hincapié en la extrapolación de la teoría de los géneros y
estilos literarios al campo del periodismo. Concebía los estilos periodísticos como con-
juntos de rasgos de ideación a partir de los cuales pueden agruparse los diferentes géne-
ros, de modo que géneros y estilos servirían para clasificar y valorar los textos periodísti-
cos104. De este modo, creaba una asociación entre estilos, actitudes, géneros periodísti-
cos y modos de escritura, cuya versión más reciente nos llega a través de la última
edición del Curso general de redacción periodística mediante el cuadro explicativo
que reproduzco a continuación:
Estilo Actitud Géneros periodísticos Modos de escritura

Informa- Informa- 1. Informa- de aconteci-


tivo (1º ción Rela- ción miento acción Narra- hechos
nivel) tar 2. Repor- citas (entrevis- ción Des-
taje ob- ta) seguimiento cripción
jetivo (corto)

Informa- Interpreta- 2. Reportaje Exposición


tivo (2º ción Anali- interpreta- hechos y ra-
nivel) zar tivo zones
3. Crónica edito-
rial
suelto
Editorializante Opinión 4. Artículo columna (ar- Argumenta-
Persuadir o comen- tículo firmado) ción razones
tario críticas e ideas
tribuna
libre

Estilo Actitud Géneros periodísticos Modos de escritura

Artículos literarios (ensayo,


Entrete- humor divulgación, costum-
Ameno/litera ner Di- brismo, etc) Narraciones fic- Exposición razo-
rio (folleti- vulgar ción (novelas, cuentos) Tiras y argumen- nes e
nista) Crea- cómicas tación ideas
ción li- Poemas
teraria Columnas personales y otros
features
3. Otras propuestas actuales
Tal y como señalé anteriormente, mostrar aquí todas las clasificaciones de géneros periodísticos que se han he-
cho los estudiosos sería excesivo y sólo conduciría a la confusión. La obra Géneros periodísticos y géneros
anexos, del doctor Rafael Yanes Mesa, es probablemente la mayor aglutinadora de las distintas propuestas que
se han hecho, llega a citar la abrumadora cantidad de más de treinta105. Sin menospreciar ninguna de
ellas, creo que puede resultar más útil conocer aquellas que, si bien no son necesariamente las más acertadas,
sí cumplen con dos premisas: sirven de base a muchas de las clasificaciones que se están prodigando últi-
mamente y son las más utilizadas en los planes de estudios de periodismo actuales.
Contrariamente a la idea de que los géneros periodísticos han ido desapareciendo hasta perder vigencia,
Josep Mª Casasús y Luis Núñez Ladevéze sostienen, de manera similar a Fontcuberta y Gomis, que han sufrido
varias crisis y se han transformado con el paso del tiempo. La primera crisis, producida entre los años 1920 y
1930, estaba vinculada a la ruptura de los géneros periodísticos “tradicionales” debido a la influencia que tuvo
la literatura de vanguardia en la prensa; a comienzos de los años 1980 tuvo lugar la siguiente ruptura, mo-
tivada por factores de competitividad con otros medios de comunicación, factores técnicos como son las pres-
taciones de las nuevas tecnologías de la edición, y también factores ideológicos como la crisis de la postmo-
dernidad; en la actualidad, los géneros tradicionales del periodismo han entrado en una nueva crisis como
consecuencia tanto de su propia evolución como de la aparición de nuevos medios de comunicación, pero
también como resultado de la creciente presencia del periodismo de precisión que permite combatir la radio y
la televisión con el apoyo de gráficos de gran calidad facilitados por los ordenadores y la impresión en co-
lor106.
La aportación más novedosa que hacen Casasús y Nuñez Ladevéze con respecto a concepciones más tra-
dicionales es la importancia que conceden al carácter interpretativo del periodismo. Se muestran convencidos
de que éste afecta incluso a los textos estrictamente informativos que en realidad se caracterizan más por su
naturaleza persuasiva que por la garantía de objetividad o imparcialidad. A juicio estos profesores, una teoría
moderna de los géneros periodísticos debería asentarse en los siguientes criterios:
- Entender la teoría de los géneros como una proyección analítica y crítica de la práctica periodística.
- Ordenar el sistema de los géneros según la dicotomía de raíz hegeliana que distingue entre objetivo o formal
y subjetivo o temático. La dimensión objetiva de los géneros, basada en el examen de la estructura externa
de los discursos periodísticos, llevaría a la apreciación de modelos estructurales y estilísticos con conjuntos
prototípicos que reciben diversas denominaciones (noticia o información, crónica, reportaje, artículo, editorial,
crítica, etc.). Por su parte, la dimensión subjetiva se clasificaría en función de su contenido temático (polí-
tico, económico, mundano, científico, deportivo, etc.). Los modelos de géneros se construyen mediante la
combinación de ambas dimensiones, de forma que obtendremos, por ejemplo, la crónica deportiva, el
reportaje político, la información científica, o la crítica musical.
- Clasificar los géneros en base a los grandes grupos clásicos, denominados de diversas maneras según los au-
tores y las tradiciones científicas. Simplificando, se distinguen las siguientes categorías: géneros informati-
vos (o narrativos), géneros interpretativos (para la interpretación, evaluativos o descriptivos), géneros argu-
mentativos (para el comentario y la opinión o evaluativos) y géneros instrumentales (también denominados
prácticos).
- Considerar el estudio de los géneros como un instrumento pedagógico que permite desarrollar una crítica de
los textos, tal y como defienden otros autores107.
Luisa Santamaría ha sido también una firme defensora de la importancia de los géneros periodísticos, a
los cuales clasifica de modo similar a como lo había hecho Martínez Albertos, es decir, considerando tres
estilos periodísticos o actitudes psicológicas, aunque con pequeñas variaciones como la incorporación de
subgéneros.De esta manera hace la siguiente distinción:
- Géneros de información, con los subgéneros de noticia y reportaje objetivo108.
- Géneros de interpretación, con los subgéneros de reportaje interpretativo y crónica.
- Géneros de opinión, con los subgéneros de editorial, suelto, columna y crítica.109

La peculiaridad esta propuesta está en prescindir de géneros no escritos por periodistas, como la tribuna
libre, las cartas al director o los artículos de colaboración, porque entiende que el propio concepto de géne-
ros periodísticos lleva implícita la idea de que son los que utilizan habitualmente los profesionales de la in-
formación.
Otra postura a tener en cuenta es la que adopta Ana Atorresi. Teniendo en cuenta las características
generales de los discursos periodísticos, distingue tres grandes formas de expresión que implican intencionali-
dades diferentes y que a su vez abarcan géneros con características propias:
- Intencionalidad informativa (noticias, crónicas, notas, trabajos de investigación, reportajes, portadas, fotogra-
fías).
- Intencionalidad de opinión (editorial y cola de editorial, comentario, foto-editorial y cartas de lectores).
- Intencionalidad de entretenimiento (dibujos, entretenimientos varios y literatura).

Atorresi no aporta grandes novedades con su clasificación pero sí hace hincapié en la continua evolución
que sufren los géneros (destacada también por autores como Casasús y Gomis), cuyas características proce-
den, a su modo de ver, de la relación directa que se establece entre la lengua y el uso concreto que hace
de ella el hombre en
cada momento. De ahí que si un género discursivo se vincula con una práctica social determinada, la evolución
de las prácticas sociales implicará necesariamente un cambioen los géneros. El hecho de que actualmente pocos
diarios conserven la división tajante entre géneros informativos y géneros de opinión y se mezclen continuamente
características de ambos, lleva a la autora a introducir el término “contaminación”:
“... si bien ciertas características discursivas nos permiten una primera definición de
un género y su reconocimiento a lo largo de su evolución, es innegable que los gé-
neros se contaminan, es decir, toman algunas características de otros géneros. En el
caso de los géneros periodísticos, esa contaminación es por lo demás evidente: la
identidad de los soportes materiales, la proximidad de los temas abordados, las
imágenes que se construyen del locutor y del destinatario, entre muchas otras con-
sideraciones, revelan algunas de las tantas vías de contaminación”110.

José Francisco Sánchez y Fernando López Pan también son defensores de las clasificaciones de géneros
periodísticos por dos motivos: por una parte, cumplen importantes funciones sociales y facilitan la lectura del
periódico; por otra, al final del proceso informativo el periodista se encuentra siempre con la tarea de escribir
textos en los que reflejar la información reunida valiéndose para ello de unos modelos de expresión a los que
puede optar.

Una de las novedades que aportan es que comienzan por abandonar los criterios de objetivi-
dad/subjetividad, intencionalidad/no intencionalidad y, hasta cierto punto, los criterios estilísticos, centrándose
casi exclusivamente en la función que cumplen los textos tanto para quienes los producen como para quienes
los reciben111. Además de la ausencia del aspecto estilístico como criterio de clasificación, destacan la
inexistencia de la dicotomía información/interpretación: con respecto a este último, será el carácter institucional
o corporativo lo que distinga a una noticia de una columna, ya que una noticia no dejará de serlo por la
introducción del elemento interpretativo en su cuerpo. En su intento de alcanzar una nueva propuesta, esta-
blecen tres grandes tipologías:
1) Distinguen, por una parte, los textos que transmiten realidad según unas condiciones válidas y fiables esta-
blecidas por una comunidad profesional y por las audiencias, a los que denominan géneros del reporteris-
mo/noticiosos (de responsabilidad corporativa). Dentro del primer grupo, el de los géneros del reporteris-
mo, prima el criterio de la actualidad, ya utilizado por las tipologías anglosajonas. La actualidad inmediata,
propia de géneros como la noticia y la crónica, conlleva la obligatoriedad de publicación dentro de un de-
terminado plazo según la periodicidad de cada medio, mientras que el interés periodístico de la actualidad
amplia que caracteriza a géneros como el reportaje, la entrevista y el perfil, se mantiene dentro de un
espacio temporal mayor.
2) Por otra parte, nos encontramos con los géneros que proporcionan un punto de vista personal o institucio-
nal sujeto a la verdad pero no a un modo de contarla. Son los géneros de autor (de responsabilidad institu-
cional o individual), que se caracterizan por la transmisión de un modo personal que se refleja en colum-
nas, artículos ycartas de los lectores, o institucional, que son los editoriales, sueltos y notas de redacción.
3) Por último, introducen un tercer macrogénero, constituido por los géneros relacionados con el periodismo
especializado (crítica, crónica especializada, comparativos), que se caracterizan por la especifidad de sus
destinatarios y, lógicamente, de sus autores. De nuevo hacen hincapié en la función, en este caso prescrip-
tiva, de los textos112.

José Ignacio Armentia y José María Caminos defienden una nueva perspectiva de estudio de los géneros
periodísticos que justifican por la irrupción de las nuevas tecnologías. En base a este principio, distinguen tres
series visuales que denominan y describen de esta manera:
1) Serie visual lingüística: referida al uso del lenguaje escrito como medio de confección de los mensajes pe-
riodísticos. Su expresión serían los textos periodísticos en sus cuatro grandes variables o tipologías de
géneros, es decir, géneros de intencionalidad informativa, géneros de intencionalidad interpretativa, gé-
neros de intencionalidad opinativa y géneros para el entretenimiento y el servicioal lector.
2) Serie visual no lingüística: referida al uso de un lenguaje visual para la confección de los mensajes perio-
dísticos. En este caso estaríamos hablando de géneros periodísticos visuales, no lingüísticos, es decir, la
fotografía, el retrato, la caricaturay la tira cómica.
3) Serie visual paralingüística: que combina el lenguaje escrito y el visual para confeccionar los mensajes pe-
riodísticos. Sus expresiones más comunes son los gráficos, planos y la información infográfica en todas sus
variedades o lo que suele conocerse como infoperiodismo113.

Antonio López Hidalgo también ha dedicado gran parte de su carrera al estudio de los géneros. Partiendo
del principio de que la interpretación es una técnica aplicable a los distintos géneros, divide a éstos en tres
tipos:
- Géneros informativos, que a su vez se subdividen en informativos, informativos- interpretativos o informativos
de creación: noticia, crónica, reportaje, informe y entrevista.
Géneros para el análisis (análisis y perfil) y la opinión (artículo, editorial, comentario, ensayo, crítica, columna, suelto,
semblanza, necrológica).
- Géneros para la información útil, característicos del periodismo de servicio. Admite que no son puramente
periodísticos porque no ofrecen información de actualidad sinode utilidad114.
Finalmente, Fernando Martínez Vallvey no ha contribuido a la teoría de los géneros elaborando una cla-
sificación propia sino analizando las carencias que a su entender tienen las tipologías que se han hecho de los
géneros en los medios de comunicación en general. Éstas son las que observa:
- Las tipologías textuales periodísticas están construidas pensando exclusivamente en un modelo ideal que
el periodista debe seguir.
- Este modelo sigue postulados ya superados.
- Ha habido un fuerte influjo dela preceptiva literaria, pero no se ha seguido avanzando en lo que la teoría li-
teraria ha aportado de novedoso.
- Si el texto es un constructo en el que se encuentran productor y audiencia, hay que tener en cuenta a ésta
para elaborar una tipología textual.
- Tampoco puede ser hecha una tipología sin tener en cuenta el contexto de consumo del texto, lo cual es
mucho más importante en los medios de comunicación masivos, cuyos mensajes son más efímeros que los li-
terarios115.
PARTE III. TENDENCIAS DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS

1. El debate sobre la vigencia de los géneros


La controversia sobre la vigencia de los géneros periodísticos no gira tanto en torno a la necesidad de que és-
tos existan o no como de cuáles son los criterios de clasificación más adecuados para poder configurar con
una teoría perfectamente adaptada a las prácticas periodísticas actuales. El debate suele asociarse a los
tiempos de aparición de los llamados géneros híbridos, que supuestamente obstaculizan la tarea de distinguir
la información de lo que es opinión en los textos que se publican en una prensa que cuenta con una mayor va-
riedad de subgéneros que nunca. Pero esto no es nuevo. La dificultad que entraña escribir textos puramente
informativos con absoluta objetividad y sin ningún tipo de valoraciones personales ya era motivo de debate
hace casi un siglo.
En 1915 el manual The Coming Newspaper sostenía que “nadie como el periodista percibe la imposibili-
dad de hacerse con la verdad exacta y de imprimir la verdad. Él sabe que lo posible únicamente es aproxi-
marse a la verdad (...)”116. y el primer manual de periodismo español, publicado en 1930, admitía que gene-
ralmente “los hechos implican ya opiniones porque se toman solamente aquellos que favorecen una opinión
deteminada”117. Autores de clasificaciones más recientes también se encontraron con problemas. Gonzalo Mar-
tín Vivaldi reconocía a comienzos de los años 1970 la dificultad que entrañaba diferenciar unos géneros de
otros porque en el periodismo, como en otros ámbitos, “hay un entrecruce de rasgos: artículos que tienen
mucho de crónicas; crónicas que son propiamente artículos, y reportajes especiales que, por su tono y enfo-
que, rozan el campo de la crónica o del artículo”118.

Es bien cierto que, como decía Atorresi, los géneros se contaminan entre sí. Pero también es cierto que no puede ne-
garse la existencia de diferencias claras e inequívocas entre algunos géneros que algunos insisten en confundir. Tene-
mos un claro ejemplo de esto en la crónica con respecto al reportaje en profundidad y al artículo literario. Los tres
han evolucionado a la par que el propio ejercicio periodístico, pero a pesar de que la mayoría de las clasificaciones mo-
dernas sitúan a los dos primeros dentro de la interpretación, hoy siguen siendo diferentes: mientras que el cronista ofre-
ce su propia valoración de los hechos, el reportero no es quien da la interpretación sino que los hacen los elementos
que éste aporta para la correcta explicación de los hechos. Además, el cronista simultanea la valoración con los hechos
noticiosos que narra y el articulista convierte su opinión, sea o no sobre un hecho puramente noticioso o sobre un tema
de actualidad, en la esencia del artículo.
En cuanto al artículo literario, quien lo escribe muestra una idea sobre un hecho basada en su propio jui-
cio. El cronista, por el contrario, da al texto su toque personal pero tiene la obligación de contar algo que ha
sucedido. Por otra parte, como bien aseguraba Martín Vivaldi, la crónica es un género ambivalente que “vale en
tanto que relato de hechos noticiosos y en cuanto que juicio del cronista. En cambio, el reportaje y el artícu-
lo (...) pueden carecer de noticias”119. La crónica periodística sin vínculos con la noticia dejaría de ser periodís-
tica.
Javier Díaz Noci ha hecho aportaciones significativas al análisis de los géneros ciberperiodísticos pero
muestra una postura, errónea a mi entender, con respecto a los géneros en la prensa de papel a la que creo
que debo hacer referencia. Asegura que la división de géneros no tiene una base científica, lo que hace supo-
ner que niega la validez científica a todos los trabajos que desde la academia nos han hecho llegar los
estudiosos de esta materia. Afirma Noci que la objetividad o asepsia informativa no es sino una estrategia tex-
tual más y, tomando como base las afirmaciones de otros autores, defiende que la separación entre información
y opinión es engañosa por considerar que enmascara la naturaleza intencional y subjetiva de la información120.
Sobre estas afirmaciones creo necesario hacer dos puntualizaciones.

La primera de ellas es que actualmente ni siquiera los defensores de las teorías de los géneros más con-
servadoras niegan que en el periodismo impreso existen grandes dosis de intencionalidad a menudo enmas-
carada. Pero ello no es motivo suficiente para desterrar el principio de que existe una separación entre la infor-
mación y la opinión. De hecho, y esta es la segunda puntualización, no hay más que acudir a cualquier periódi-
co para observar que las páginas de opinión se siguen separando explícitamente de los contenidos informati-
vos que, si bien incorporan cada vez más textos difíciles de catalogar por su alto grado de hibridación, si-
guen diferenciándose del resto. Así pues, si la propia prensa distingue unos géneros de otros, no deberá ser la
academia quien adelante acontecimientos y modifique las prácticas profesionales.
En el fondo de este debate se encuentra la idea de que en ningún texto periodístico existe objetividad
absoluta posible. Quizás por eso deberíamos partir de la base de que, tal y como afirman muchos analistas, el
periodismo cumple un rol de interpretador de la realidad, no de espejo de ella. A partir de esta premisa, esta-
ríamos admitiendo que todos los géneros se verían impregnados en alguna medida de cierta dosis interpreta-
tiva, lo cual no es un impedimento para descartar la posibilidad de establecer unas tipologías de textos en base
a diferencias que puedan constatarse. Otra cosa bien distinta es ser consciente de que en la medida en
que cambian la realidad que nos rodea y el
periodismo, lo harán también las herramientas con las que este último nos informa sobre dicha realidad, es decir,
los géneros. Pero admitir que se están modificando constantemente no invalida las clasificaciones que puedan ha-
cerse. Los géneros son el resultado de un proceso que no ha terminado ni terminará mientras sigan evolucionan-
do las prácticas profesionales de los periodistas y contar con unos criterios que permitan clasificarlos beneficia tanto
a los periodistas como a sus lectores y a los estudiantes de periodismo.
Con respecto a los periodistas, son útiles porque representan “el dominio técnico que distingue al pro-
fesional del periodismo del que no lo es, la posibilidad de hacer llegar al lector, con relativa rapidez y seguri-
dad, el mensaje de la manera más adecuada”121. En cuanto a su utilidad para la enseñanza del periodismo, ante
el interrogante de si existen reglas que permitan distinguir entre información y opinión, es de suponer que sí
existen, ya que de otra manera no sería posible captar las diferencias entre ambas. Y, como bien dice el profe-
sor Núñez Ladevéze, deben explicitarse “para poder analizar con rigor los procedimientos que los propios pe-
riodistas utilizan para mezclarlas o para disfrazar la opinión presentándola con los rasgos aparentes de la infor-
mación”. De esto se concluye que dichas reglas pueden y deben enseñarse porque constituyen una de las
piedras angulares en el aprendizaje del ejercicio del periodismo.
Hace casi veinte años Lorenzo Gomis ya insistía en la importancia que tiene la enseñanza de la praxis de
los géneros periodísticos para quienes aspiran a ser periodistas en el futuro. Según su parecer, cuanto más én-
fasis se pusiera en la enseñanza de los géneros en las universidades mayor sería la proximidad de lo apren-
dido al periodismo que realmente se practica en los diarios. Igualmente importante veía el aprendizaje de la
teoría de los géneros como método fundamental para la organización pedagógica de los estudios universitarios
de periodismo. Sus palabras no podrían ser más acertadas:
“Lo que distingue una escuela profesional de Facultad universitaria es la teoría. Y la teoría de
los géneros no es ninguna excepción. Una iniciación práctica a las distinciones entre los géne-
ros se puede hacer en unas semanas. Una contemplación de los géneros exige años. El nivel
que alcance la enseñanza de la teoría de los géneros puede ser, por tanto, un buen indicador
del nivel científico que ha alcanzado una Facultad”122.

Actualmente el estudio y el aprendizaje profesional de la práctica de los géneros es uno de los objetivos
más importantes de las disciplinas (la mayoría denominadas Redacción Periodística) que integran los programas
para la formación de los futuros periodistas en las universidades españolas123. La Universidad Carlos III de
Madrid, desde su Departamento de Periodismo y Comunicación Audiovisual, es el único centro donde no se
contempla la enseñanza de los géneros desde un punto de vista teórico como paso previo al aprendizaje
práctico de cada uno de ellos. Este hecho insólito demuestra que quienes han elaborado los planes de estu-
dio de dicho centro ignoran que la teoría es siempre un paso previo imprescindible para que el aprendizaje
práctico posterior sea efectivo. E igualmente sorprendente es el hecho de que esa enseñanza práctica de cada
género no siga el orden temporal lógico: los estudiantes deben iniciarse aprendiendo a redactar informaciones
para posteriormente pasar a elaborar reportajes y crónicas y, finalmente, géneros de opinión.
Los géneros constituyen, sin lugar a dudas, la mejor herramienta para que el estudiante aprenda a dife-
renciar la información de la opinión y conozca de primera mano la dificultad que supone ser objetivo. Y aun-
que parece claro que la constante evolución que experimenta el periodismo hace prácticamente imposible ha-
blar de fórmulas cerradas e invariables a la hora de enseñar los géneros, también es cierto que existen una se-
rie de principios generales que han permanecido intactos y que todo plan de aprendizaje debería contem-
plar. Al igual que a los estudiantes de arquitectura se les

requiere conocer la arquitectura clásica para en un futuro ser capaces de innovar en sus proyectos, en perio-
dismo ocurre algo similar. El futuro periodista no podrá cultivar géneros híbridos o experimentar con nuevas
fórmulas si no conoce los géneros tradicionales. Dicho de otro modo (y esto es algo en lo que insisto siempre
a mis alumnos cuando se quejan de tener que seguir determinadas normas para redactar informaciones), uno
debe conocer las reglas para poder saltárselas.
Por otra parte, y como ya señalé anteriormente, las agrupaciones de géneros son igualmente útiles para el
lector de periódicos porque cada género cumple una función diferente y suele responder a distintas demandas.
Satisfacen necesidades sociales distintas y, como bien dice Rafael Yanes, “las diferencias entre ellos son per-
cibidas por el lector, que distingue de forma intuitiva sin ninguna reflexión previa entre un escrito de opinión
y una noticia, y no acepta que se mezcle lo uno con lo otro”, por lo que unificar todos los textos periodísticos
sería estaría atentar contra la información querecibe el lector124.

Además, cuanto más se respeten las convenciones propias del género más confianza depositará en el
mensaje que le llega y más homogéneo resultará el trabajo de redacción. Los géneros facilitan la tarea del
redactor que escribe y la comprensión del público lector”125.
También los periodistas se benefician de los géneros porque les facilitan el trabajo en común. José Luis
Martínez Albertos, uno de los más firmes defensores de la necesidad de una teoría de los géneros periodísti-
cos, ha reflexionado mucho sobre esto en los últimos tiempos y sus conclusiones son, cuando menos, intere-
santes. A su entender, el periodismo existe porque existen unos periodistas o productores de textos que se
someten voluntariamente a una determinada disciplina intelectual al dar forma literaria a sus mensajes126. Es
decir, son los géneros periodísticos los que dan orden y sentido a la actividad periodística.
Siguiendo con los razonamientos de Albertos, el profesor se muestra hoy bastante pesimista con respecto
al futuro de la tradicional separación entre hechos y opiniones, precisamente por lo que la irrupción de las nue-
vas tecnologías está suponiendo para la labor de los profesionales de la información y para el periodismo en
general. Dice que “es comprobable históricamente que fueron los periodismos audiovisuales (...) quienes rom-
pieron la disciplina de los géneros e hicieron caso omiso de las normas profesionales sobre la no confusión
entre los artículos de opinión y los relatos informativos”127.
Basa sus temores en parte en factores provocados sobre todo por los medios audiovisuales: se está pro-
duciendo una tendencia a ignorar el axioma deontológico que propugna la deseable separación entre rela-
tos y comentarios debido a la frivolización de la noticia en la televisión y a los mensajes insuficientemente
comprobados que conducen al rumor, y que traen como consecuencia la “indefinición entre lo que debe pre-
sentarse como un hecho comprobable y lo que sólo es un comentario subjetivo”128.
Los considera importantes hasta el punto de afirmar que existe periodismo en la medida en que unos de-
terminados individuos se someten a una determinada disciplina intelectual al dar forma literaria a sus mensa-
jes y crear así textos periodísticos. Y tantoes así que profetiza:
“El día en que los profesionales de la comunicación periodística renuncien a trabajar de
acuerdo con las exigencias de la citada disciplina mental, ese mismo día el Periodismo habrá
dejado de existir. El Periodismo, en cuanto técnica de trabajo social sometido a ciertos re-
quisitos profesionales, tiene condicionada su supervivencia al respeto efectivo de los comu-
nicadores a una precisa Teoría de los géneros periodísticos”129.

Si se cumplen estos augurios o no sólo podremos saberlo con el tiempo. De momento no estaría de más
que reflexionáramos sobre ellas y hacer lo que esté en nuestras manos para evitar que se cumplan sus pre-
dicciones, quizás pesimistas en exceso pero también realistas.

2. Perspectivas de futuro: los géneros interpretativos y la hibridación de géneros La aparición del periodis-
mo interpretativo supuso en su época una gran innovación conrespecto a la visión que hasta entonces se
había tenido de los géneros periodísticos. Conél alcanzaron su mayor auge géneros como la crónica y las
distintas modalidades dereportaje, y de manera especial el denominado reportaje interpretativo, en profun-
didad ogran reportaje. Las palabras que utilizó Martín Vivaldi en los años setenta para describireste último no
podrían ser más esclarecedoras:
“Cumple una misión, no sólo informativa, sino cultural de primer orden. Informa a los lectores,
comunica cuanto de comunicable haya en el mundo y, al propio tiempo, conforma sus gustos,
afina el paladar literario del público lector (...) puede ser una poderosa fuerza educativa (...)
Puede ser, lo es, la gran palanca para la humanización del hombre ‘deshumanizado’ por causa
de una civilización excesivamente mecanicista (...) Y el gran Periodismo interpretativo convierte
al periódico (...) de simple conjunto de noticias escuetas, en el gran libro diario del saber y del
acontecer humano”130.

Pese a estas evidencias, algunos autores131 no creen que hoy pueda hablarse de géneros interpretativos
propiamente dichos porque entienden que toda interpretación es en realidad una opinión subjetiva y que la
función interpretativa está presente en cualquier texto periodístico. Incluso en los informativos, ya que el
simple hecho de seleccionar unos hechos para ser publicados y redactarlos de una determinada manera sería
una forma implícita de interpretación. Concha Fagoaga, una de las primeras de personas en estudiar este pe-
riodismo en España, reconoció el alcance de la faceta interpretativa de los periodistas al admitir que éstos no
se limitan a reproducir lo que ven y oyen porque los hechos “no se producen descontextualizados de una si-
tuación económica, social y política concreta. (...) no surgen aislados de una realidad más amplia, se insertan
en ella”132. Pero ello no le impidió poner en duda la sacralidad de los hechos auspiciada por los norteamerica-
nos y establecer la trilogía información- interpretación-opinión en la producción de los mensajes periodísticos,
diferenciando asílos mensajes conocidos como interpretativos de los otros más tradicionales.
Otra crítica que reciben estos géneros llega como consecuencia de las nuevas formas que muchos pe-
riódicos han empezado a adoptar tanto por su necesidad de captar la atención de los lectores como por las
posibilidades que las nuevas tecnologías les brindan. Se trata de la incorporación de efectos visuales, color y
noticias breves de lectura fácil y rápida, algo que de entrada podría hacernos pensar que los géneros interpre-
tativos tendrán cada vez menos cabida en la prensa de papel. Estas conjeturas me han llevado a defender
en algunos de mis trabajos de los últimos años la idea de que es perfectamente posible conciliar ambas
formas de entender la labor informativa. Se trata de un proceso descrito por el escritor y profesor norteameri-
cano Roy Peter Clark133 como una falsa dicotomía que no hace más que provocar confrontaciones innecesarias
entre un periodismo de consumo rápido y una manera de ofrecer información mediante el análisis, la profun-
dización y la explicación de los hechos de actualidad. Ambas opciones son compatibles, tan sólo suponen
dos maneras diferentes de afrontar la labor de informar sobre lo que ocurre. A la hora de decantarse por
una u otra aproximación, el periodista estará condicionado por múltiples factores como la línea habitual de
trabajo del periódico para el que trabaja, el tema que va a tratar, la disposición de tiempo, su capacidad narra-
tiva o las necesidades del público al que se va a dirigir, entre otros.
Pienso, aun a riesgo de pecar de nostálgica del periodismo narrativo, que géneros como el reportaje in-
terpretativo siguen siendo imprescindibles para que los ciudadanos de los países democráticos, además de
conocer los hechos de manera escueta tengan acceso a una información más amplia, profunda y detallada que
las informaciones breves no le aportan. Es posible que el estilo de vida en el que estamos inmersos dificulte
mantener el interés por la lectura, pero para que los ciudadanos conozcan lo que pasa a su alrededor y a la
vez entiendan el cada vez más complejo mundo en el que viven, no son suficientes los textos breves y estric-
tamente informativos.
Es grato saber que otros profesores comparten, al menos en su esencia, mis ideas. Juan Cantavella vatici-
na que la interpretación irá cobrando una mayor importancia en la prensa diaria a expensas de la información
pura y simple, lo que llevará a un aumento del número de reportajes interpretativos y de análisis, textos que
intentan “explicar desde el conocimiento técnico profundo la complejidad de un tema actual”134. De hecho,
en su opinión, lo que ocurrirá en un futuro es que las noticias quedarán reducidas a los breves para permitir una
lectura rápida, o bien se presentarán reportajeadas. También el profesor colombiano Julián González se sitúa
en esta línea al entender que los géneros interpretativos como la crónica y el reportaje les permiten diferenciar-
se del periodismo informativo canónico y son un intento por “trabajar la dimensión emocional de los vínculos
entre la prensa y los lectores, dimensión devaluada por el periodismo informativo y su estilo neutro”135.

Por otra parte, como ya señalé antes, puede hablarse de géneros en la medida en que exista en un esti-
lo propio diferente de los demás. Desde este punto de vista, en el periodismo existirían tantos géneros como
estilos. Tradicionalmente se ha hablado de los estilos informativo y editorializante como los propios del pe-
riodismo. Pero desde el momento en que aparece el interpretativo y, más aún, se producen algunas mezclas di-
fíciles de catalogar como uno de estos tres, también se multiplicaría la variedad de géneros y, del mismo mo-
do, la dificultad para delimitar algunos de ellos.
El periodismo ha cambiado a lo largo de su historia y si por algo se ha caracterizado su desarrollo es por
la búsqueda constante de nuevas formas de expresión por parte de los profesionales de la información. Los
motivos de esto son varios y diversos, entre ellos las innovaciones técnicas, la competencia de otros medios de
comunicación, los nuevos hábitos y necesidades de los lectores o la profesionalización del oficio periodísti-
co. Y su consecuencia más inmediata es la hibridación de los géneros a la que anteriormente hice referencia
y que, es de esperar, seguirá produciéndose a medida que se vayan desarrollando las prácticas de la profe-
sión periodística.
Suele decirse que la formación de géneros híbridos es un fenómeno bastante reciente, pero esto no es
exactamente así porque en el periodismo las normas nunca han sido estrictas al cien por cien. Uno de los pri-
meros manualistas en mencionar las diferencias entre noticias y editoriales, el norteamericano Alphonso G.
Newcomer, daba en 1894 unos sutiles apuntes a lo que años más tarde supondría la ruptura de muchas de las
normas supuestamente tajantes que habían existido hasta el momento. En A Practical Course in English
Composition hacía estas afirmaciones: “La noticia es necesariamente el texto redactado de forma más apresu-
rada de todos los que se pretenden imprimir (...) La redacción de noticias no puede ser el lugar para un
despliegue de la personalidad, pero un cierto grado de ello puede ser aceptable incluso aquí”136.
También la información reportajeada137 sobre la que reflexioné en 2002 ya había sido perfilada en cierto
modo por Martín Vivaldi en los años 1970. Cuando establecía su tipología de géneros, hablaba de un primer ti-
po de reportaje al que llamaba reportaje estándar pero que en una ocasión llamó noticioso y que, si bien en un
principio podría parecer el mismo que posteriormente se denominaría reportaje objetivo, una mirada detallada
a su descripción hace entender que era más similar a la información reportajeada. Decía Vivaldi que se trataba
de un reportaje muy frecuente en los diarios y que consistía en ofrecer el hecho noticioso con más detalles
que la información escueta, sin dejar lugar alguno a la opinión, breve, siguiendo en la mayoría de los casos el
esquema del orden de importancia decreciente138.
Ahora más que nunca encontramos en la prensa todo tipo de textos en los que se observan dos maneras
de hibridación:
- Textos que, referidos a un mismo hecho noticioso, incorporan varios géneros diferentes en una misma pá-
gina pero diferenciados tipográficamente. Suelen ser fundamentalmente informaciones que merecen cierta
extensión y que suelen enriquecerse acompañándose de una entrevista a alguien que tiene algún tipo de re-
lación con el hecho del que se informa, pequeños sueltos firmados por expertos en la materia que opinan
sobre los hechos e incluso una viñeta que refleja lo ocurrido enclave de humor.

Géneros híbridos propiamente dichos: antes eran los géneros interpretativos como la crónica y el reportaje los conside-
rados géneros híbridos por excelencia porque se situaban a mitad de camino entre la información y la opinión. Hoy la
prensa se caracteriza por el creciente número de informaciones reportajeadas, es decir, textosque informan sobre
noticias de reciente actualidad pero que lo hacen con un tratamiento más propio del reportaje, dotándole de una
cierta creatividad narrativapara hacer la lectura más atractiva.

3. Los géneros ciberperiodísticos


Todavía hay quien ve el periódico digital como un producto elaborado mediante el volcado en la red del pe-
riódico impreso y la ampliación de la oferta con su documentación de archivo, pero desde la aparición del
primer diario en la Red el periodismo electrónico o ciberperiodismo ha evolucionado hasta erigirse en una es-
pecialidad con características propias derivadas de la adaptación de los textos al nuevo canal. Los géneros
periodísticos tampoco escapan a esta evolución y por eso se les puede aplicar la llamada teoría de la media-
morfosis creada en 1998 por Roger Fidler. Según Fidler, todas las formas de medios de comunicación coexisten
y coevolucionan dentro de un sistema complejo de adaptación y en crecimiento. En ese sistema los nuevos
medios no aparecen espontáneamente e independientes sino que emergen de manera gradual como resultado
de la metamorfosis de los antiguos y, lo que es más importante, propagan los rasgos dominantes de formas an-
teriores. De este modo los géneros periodísticos, ligados originariamente al periodismo impreso, se adaptaron
posteriormente a la radio y la televisión y finalmente a Internet139. Lizy Navarro explica brevemente esta evolu-
ción:
“Con la aparición en 1994 del primer periódico on line, el San José Mercury Center, observa-
mos una transformación en los mensajes periodísticos. Al principio estos medios de comunica-
ción en línea eran una copia del medio de comunicación, se eliminaban sólo algunas partes co-
mo las esquelas, los anuncios publicitarios, los desplegados, etc. En el inicio se mantenía la clara
división de los géneros periodísticos entre el relato y los comentarios. Una razón lógica para
ello es que el medio de comunicación se presentaba con la misma información que aparecían
en el medio tradicional, llámese radio, prensa o televisión”140.

A medida que se han ido dando cuenta de su importancia, las empresas periodísticas han ido dedican-
do mayores esfuerzos a la adaptación de los géneros al nuevo medio hasta llegar al punto en que el ciberpe-
riodismo ha creado una nueva manera de hacer periodismo que “además de buscar, analizar y describir la in-
formación, debe también enlazarla”141. Decía el profesor Armentia al respecto que:
“(...) es necesario que los periodistas se acomoden a una nueva forma de hacer periodismo,
tanto en lo que respecta al lenguaje periodístico utilizado, las diferentes formas de expresión
lingüística (los géneros periodísticos), a las estructuras textuales interna y externa de los relatos
periodísticos, como a los sistemas de presentación y jerarquización de las noticias en este nuevo
canal”142.

Esa nueva forma de trabajar y la manera en que afecta a los géneros periodísticos merecerían que se les
dedicase un manual aparte como de hecho ya está haciendo en muchos países. En España, el periodismo digi-
tal forma parte de los planes de estudio de prácticamente todas las universidades donde se imparte la licen-
ciatura de Periodismo (en 2006 eran 15 las que contaban con alguna materia dedicada en exclusiva al estu-
dio del ciberperiodismo143). Si a esto añadimos que su expansión ha sido tal que las redacciones de práctica-
mente todos los periódicos cuentan ya con sus propias plantillas separadas para las versiones de papel y digi-
tal, es lógico entender que, al menos en las facultades españolas, los planes de estudios contemplen la re-
dacción para prensa digital como una asignatura independiente de la de papel. También contamos con algunos
profesionales que se han especializado en esto y cuyas investigaciones al respecto ya han dado algunos frutos
en forma de publicaciones de gran utilidad, si bien es cierto que todavía escasean las iniciativas que profundi-
zan en el estudio concreto de una teoría de los géneros en la Red.
Al profesor Javier Díaz Noci debe reconocérsele el haber sido pionero en intentar crear una teoría de los
géneros ciberperiodísticos. En el primer Manual sobre redacción ciberperiodística publicado en español en
2003, Noci elaboraba una tipología de géneros ciberperiodísticos tomando como base los modelos del
periodismo impreso, a los que consideraba herramientas útiles para profesionales y alumnos a pesar de sus li-
mitaciones. Partiendo de la idea de Héctor Borrat según la cual los géneros se clasifican en base a los topoi
que predominan en cada uno de ellos, establecía tres tipos, informativos, interpretativos y argumentativos, a
los que añadía los dialógicos144.
Pero posteriormente reconocería que en realidad, más que hacerse una clasificación deberían determi-
narse cuáles son las características que definen los productos informativos que se encuentran en el ciberespa-
cio y ver en qué medida se cumplen. El motivo sería que una teoría de los géneros ciberperiodísticos provoca-
ría problemas debido, entre otras causas, al carácter mixto de los textos y la constante relación entre unos tipos
de textos y otros (la hipertextualidad), que supera incluso a la creciente hibridación de los géneros en la prensa
de papel.
Así pues, partiendo de que entendemos por cibertexto el texto compuesto tanto por palabras escritas
como por todo tipo de componentes informativos multimediales, Noci construye una serie de criterios propios
de los cibertextos (el primero sería el retórico, al que añade: hipertextualidad,
ultimedialidad; interactividad y participación; temporalidad y tempestividad)145 para llegar a una clasifica-
ción muy completa (unos sesenta en total) y rigurosa aunque excesivamente compleja para quienes no se mue-
van habitualmente en el terreno delciberperiodismo.

Creo que para los objetivos que aquí se persiguen será más apropiado mostrar una relación de los géne-
ros que aparecen con más frecuencia en los periódicos digitales y que la mayoría de los estudiosos del ci-
berperiodismo citan utilizando iguales o parecidas denominaciones. Los avances tecnológicos que han lleva-
do a la creación de Internet y la posterior aparición de prensa digital han puesto a la catalogación clásica de
géneros periodísticos en serios problemas ya que lo que sirve para la prensa de papel no parece ser tan útil pa-
ra la digital. Pero antes de hablar de los géneros propios de la Red creo necesario dar al menos algunas pince-
ladas previas sobre cuestiones técnicas y estilísticas relacionadas con el nuevo medio.

Diferencias con respecto al papel derivadas de sus características técnicas


- La posibilidad de completar los textos con imágenes y sonido, además de la interactividad, diluye la posibi-
lidad de encuadrar Internet como medio visual, sonoroo escrito.
- Teóricamente, desaparecen las limitaciones espaciales propias del papel el papel (“la nota terminará cuando
esté todo dicho”146, asegura José Manuel de Pablos). Pero una de las principales dificultades con las que se
encuentra el periodismo digital deriva precisamente del propio canal que utiliza para la comunicación. En el
digital nos encontramos con una pantalla que enmarca rígidamente los límites visuales de un texto periodísti-
co de manera que el lector ve en la pantalla un máximo de unas 25 líneas, si el texto es más amplio el resto
permanece oculto por la pantalla.
- A esto se suma el hecho de que acceder a textos complementarios a partir de despieces de la información
central de la página principal, hace que los lectores pierdan la referencia del texto central, la noción de vin-
culación que existe entre las diferentes partes del texto y, por ende, la perspectiva de generalidad y globali-
dad147.
- Desaparece, hasta cierto punto, el concepto tradicional de jerarquización de las noticias: exceptuando la
portada, donde es fundamental que quede clara la jerarquización delas noticias, en el resto van desdibu-
jándose los criterios que priorizan a unas noticias de otras, tanto por el nuevo concepto de página como por
el espacio, que en periódico digital es siempre a una columna.
- El hipertexto, que ofrece a los lectores o usuarios la posibilidad de desplazarse de una referencia a otra, les
permite acceder así a una mayor cantidad de material informativo: antecedentes, documentación, informa-
ción de servicios, etc.
- El nuevo medio propicia la lectura no lineal, algo que, aunque en menor medida, también ocurre cuando los
lectores de la prensa de papel se dirigen directamente a las páginas que más les interesan o echan una ho-
jeada general en lugar de comenzar a leer por la portada y continuar hasta llegar al final.
- Cambia la relación con los lectores: se acaba la comunicación eminentemente unidireccional propia del pe-
riodismo impreso y pasa a ser multidireccional e interactiva. Existe la posibilidad de intercomunicación entre
emisor y receptor y de todos con todos, que se materializa en los géneros que veremos más adelante.
- Los lectores del periódico de papel dedican a su lectura alrededor de veinte minutos, mientras que los del
digital ese tiempo se reduce a un máximo de siete.
- Al contrario que la radio o la televisión, donde la información debe consumirse necesariamente en un mo-
mento determinado, o la prensa de papel, cuya información suele consumirse en el mismo día en que se pu-
blica, en la red el usuario puede conectarse en cualquier momento, la información está disponible durante
más tiempoy a la vez es susceptible de sufrir modificaciones en cualquier momento.
- El redactor, como proveedor de contenidos que es, no sólo informa de una noticia sino que suele ofrecer la
posibilidad de acceder a ampliaciones y/o foros de discusión en torno a dicha noticia donde los lectores pue-
dan intercambiar opiniones.
- La información puede llegar a todos los lugares que tengan acceso a Internet, de modo casi instantáneo y
con la posibilidad de ser actualización constantemente.

Diferencias estilísticas y estructurales


- Debido a las limitaciones de la pantalla del ordenador, y para facilitar la lectura, los periódicos digitales sólo
muestran el primer párrafo de la noticia en su portada, de ahí que sea esencial que dicho párrafo contenga la
esencia de lo que se quiere contar. Una consecuencia de esto es el uso de un lenguaje conciso en el que los
detalles superfluos apenas existen.
- Cada párrafo suele expresar una idea para facilitar la comprensión global del texto.
- Los textos de las informaciones son más breves, apenas existen las frases subordinadas, pero el lector
cuenta con la posibilidad de ampliarlas mediante los enlaces del hipertexto, que le llevan incluso a las pro-
pias fuentes. quien lo desee puede completarlos con enlaces sin recurrir a las barras de desplazamiento.
- La brevedad queda compensada con la posibilidad de completar los textos con sonido e imágenes en mo-
vimiento, incluso en tiempo real.
- Predominan los titulares informativos que describen la acción principal en una oración simple.
- Un texto central suele recoger los elementos esenciales y es a la vez la puerta que enlaza con los des-
pieces, es decir, “la fragmentación del texto en varias partes con sus respectivos titulares que aportan giros
informativos importantes en cada noticia”148 para acudir lo menos posible a la barra de desplazamiento y
comunicar el texto central con sus fragmentos informativos a través de enlaces o links.
- Las entradillas-resumen se sustituyen por breves sumarios que sintetizan lo esencial y permiten conectar con
los despieces.
- La mayoría de los autores coinciden en que la estructura de la pirámide invertida, amplificada por la acción
del hipertexto, es de utilidad para este medio,. Especialmente en los géneros interpretativos, formalmen-
te más extensos, no se trata de evitar la profundización pero sí se procura no dar toda la información de
golpe recurriendo a los despieces mediante enlaces.
- Para evitar textos largos que obliguen al uso excesivo de la barra de desplazamiento, aparece junto a la pi-
rámide un nuevo modelo narrativo radial: “como si se tratara de una rueda, los elementos fundamentales de
la información conforman el centro de la circunferencia y desde ese texto central (...) parten unos radios en
distintas direcciones que nos llevan a otros contenidos que conectan con la información a la que complemen-
tan”149.

Los géneros en la Red


Desde la aparición de los primeros diarios digitales hasta hoy se ha pasado del simple volcado de las versiones
de los géneros en papel a la red a la creación de nuevas variantes propias de este canal. Hoy encontramos en
estos diarios, por una parte, los géneros habituales de la prensa impresa:
- La información o noticia se adapta sin problemas al nuevo canal, especialmente los breves. Si es un poco más
amplia puede llegar a las 25 líneas que permite la pantalla o ampliarse el texto matriz con enlaces, aunque lo
fundamental suele caber sin problemas. Estos textos breves que dan cuenta de los hechos de manera es-
cueta suelen acompañarse de la posibilidad de ampliar la información contenida en ellos, de modo que el
usuario interesado en profundizar puede hacerlo mediante enlaces. Suele tomarse como base el esquema
de la pirámide invertida o el radial.
- Los géneros de opinión y casi todas sus variantes también se adaptan bien a la Red aunque aquí los lectores
se convierten en articulistas gracias a la retroalimentación y cuando se ofrece la posibilidad de participar en
debates y discusiones en grupo, todos se convierten en generadores de opinión sobre cuestiones de actuali-
dad. La aportación más significativa del soporte digital a los géneros periodísticos de opinión es, dice Alcalá
Santaella, “la posibilidad de respuesta que se le ofrece al usuario”150. El tradicional artículo de opinión, fir-
mado o de colaboración, suele ser más extenso que en el medio de papel y no se le pueden aplicar enlaces
para despiezarlo.
- Si en el periódico tradicional se publica una selección de cartas al director con el nombre de sus autores, los
que ofrecen la posibilidad de enviar cartas en sus versiones digitales suelen exigir a sus autores los mismos
requisitos de brevedad que en las ediciones impresas. Pero aquí la comunicación es mucho más fluida, el lec-
tor se expresa de un modo más natural, con menos formalismos.
- Los géneros interpretativos como el reportaje y la entrevista, la crónica, al igual que las informaciones re-
portajeadas exigen un tratamiento diferente porque para profundizar más, aunque pueden conservar la
misma estructura que en el medio de
papel, ahora se enriquecen mediante enlaces para ampliar la información, conocer los antecedentes con más
detalle o acceder directamente a fuentes escritas, sonoras o visuales. Es habitual ver reportajes que ya no son sólo
hipertextuales sino “reportajes multimedia”151.
- A la posibilidad de leer una entrevista se añade la de escucharla.
- El ensayo, cuya función es transmitir ideas y críticas sobre temas diversos, adquiere un nuevo protagonismo en
la Red especialmente a través de libros digitales o artículos extensos en revistas especializadas temáticas que
no cuentan con el inconveniente de los límites espaciales propios del papel.
Por otra parte, el nuevo medio ha propiciado la aparición de géneros exclusivamente ciberperiodísticos:
- La crónica de urgencia: consiste en la narración de las primeras impresiones de un hecho recién ocurrido. Se
trata de una adaptación de la crónica del periódico impreso a las secciones de última hora del medio digi-
tal, donde la rapidez para transmitir algo que acaba de suceder es fundamental y por ello prima la inmedia-
tez, que se compensa con ampliaciones posteriores. Suele referirse a acontecimientos inesperados como ac-
cidentes, catástrofes o atentados. La crónica simultánea, un género importado de la radio, ofrece información
sobre acontecimientos que se desarrollan a lo largo de un tiempo previsible de manera constantemente ac-
tualizada y que puede consultarse de forma cronológica. Cuando se informa sobre encuentros deportivos
prácticamente en tiempo real suele denominarse retransmisión.
- Los foros de discusión en los que los usuarios participan de distintas maneras. Una de ellas es a través de las
preguntas que puede lanzar un medio digital sobre un tema muy particular y sin un moderador, es decir,
un foro abierto durante un día, varios días, semanas o hasta un mes, en caso de tratarse de un tema
de interés general y que sepreste a opiniones diversas.
- Los debates: de forma similar a los foros de discusión, la mayoría de los periódicos online tienen abiertos
debates permanentes sobre temas de interés actual que suelen estar abiertos a cualquier internauta, aun-
que a veces una persona actúa de filtro para exigir una cierta especialización entre los participantes.
- La entrevista online o entrevista de los lectores permite que, sin la intermediación de un periodista, el públi-
co de cualquier parte del mundo pueda entrevistar a un personaje destacado en cualquier ámbito, eco-
nómico, político, deportivo, artístico, etc, que lee en la pantalla las preguntas que le plantean y responde
a aquellas que desea para que todos puedan acceder a ellas. Se produce a una hora determinada y du-
rante un espacio de tiempo establecido anunciados previamente y a veces, debido a la limitación temporal, es
filtradas por una persona que selecciona las preguntas queconsidera de más interés.
- Los gráficos en flash: de manera similar a la infografía, en Internet se ha desarrollado su equivalente en for-
ma de gráficos que con la tecnología denominada Flash permite incorporar animación, audio, acceder a
cuadros explicativos con sólo colocar el cursor en un lugar determinado, e incluso interactividad. Son los que
José Ignacio Armentia califica de “pequeñas películas informativas”152 que sitúa dentro de los denominados
géneros paralingüísticos y que, tal y como señalé antes, en el caso de la prensa de papel no creo que ten-
gan entidad suficiente para ser considerados géneros sino que más bien son elementos de apoyo como en
Internet lo serían las fotografías, mapas, vídeos, radio y todos los elementos multimedia en general.
- Fruto también de la capacidad de interactividad de la Red, a menudo los periódicos digitales publican son-
deos o encuestas en los que el internauta participa activamente y que permiten al medio de comunicación
conocer las opiniones, gustos e intereses de los cibernautas sobre los temas propuestos. Explica Alcalá-
Santaella que “la temática de las encuestas es sumamente variada (...) se ofrecen diez temas diferentes por
sección y, junto a ellas, se remite a artículos y noticias relacionados con el tema”, mientras que en el caso de
los sondeos “el medio de comunicación formula la pregunta correspondiente y solicita el voto”153.

Las encuestas son una forma más que importante de lograr una fidelización del público (es decir, que los lecto-
res sigan visitando el periódico a lo largo del tiempo), y mostrar los resultados es una forma de mantener el
interés por opinar.
PARTE IV. UNA PROPUESTA DE CLASIFICACIÓN

1. Justificación
Teniendo en cuenta que los géneros son el fruto de una actividad (la periodística) en permanente evolución,
podría pensarse que las clasificaciones de géneros que nos han hecho llegar distintos autores acabarán por
quedarse obsoletas, si no lo están ya. Ciertamente, algunas ya no se corresponden realmente con el perio-
dismo que se practica en nuestros días, mientras que otras están más actualizadas pero presentan, a mi
modo de ver, algunas carencias que no las hacen tan completas o universales como sería deseable. No es mi
intención hacer una crítica del valioso trabajo que mis compañeros de profesión han llevado a cabo sobre es-
ta materia hasta la fecha sino que propondré mi propia tipología, para lo cual sí creo conveniente explicar los
motivos que me llevan a descartar unos criterios de clasificación y utilizar otros.
El criterio de actualidad, según el cual los géneros se diferenciarían por la mayor o menor inmediatez del
hecho sobre el que informan, no parece válido para clasificar todos los textos que se publican en los diarios,
aunque cabría la posibilidad de utilizar las denominaciones anglosajonas hard news-soft news y breaking news-
features para aglutinar la inmediatez con el tipo de temática. Así, las hard news- breaking news serían de ac-
tualidad más inmediata y sobre cuestiones más serias o “duras” (como informaciones sobre política o la eco-
nomía), y las soft news-features designarían a los textos cuya publicación no urge de inmediato y que tratan
asuntos más ligeros, de interés humano o “blandos” (reportajes y entrevistas). Pero seguiría siendo insufi-
ciente, al menos para el periodismo español, porque no siempre puede hacerse esta asociación y además algu-
nos géneros como la crónica no serían fáciles de ubicar y otros como los de opinión se quedarían fuera de la
clasificación.

Podría optarse por establecer tipologías en base a las formas que adoptan los textos periodísticos, es
decir, sus estructuras. De este modo nos estaríamos situando en la línea de José Javier Muñoz, para quien los
géneros son modalidades de creación lingüística caracterizados por un determinado esquema formal154. Sin
embargo, la vinculación de los géneros periodísticos únicamente a las estructuras conduciría a clasificaciones
excesivamente rígidas porque bien es sabido que las variedades estructurales de los géneros se han diversifi-
cado muchísimo con el paso de los años y ceñir, por ejemplo, la información a la estructura de la pirámide in-
vertida supondría ignorar las informaciones reportajeadas que tanto abundan hoy en la prensa. Otros criterios
posibles serían la ubicación dentro del periódico (de portada, interior, contraportada, páginas especiales, etc.)
o el tema (política, economía, sociedad, cultura, deportes, etc).

Existe también la posibilidad de concebir los géneros periodísticos como “agrupaciones de estructuras in-
formativas cuyo grado de objetividad-subjetividad se mantiene en un grado homogéneo”155, defendida por
John Müller. Se basa en la convicción de que técnicamente se pueden establecer gradaciones de mayor o me-
nor subjetividad de un trabajo periodístico con el método del análisis de contenido.

De este modo, se clasificarían los géneros por su grado de objetividad-subjetividad. El problema que pre-
senta este criterio es que, al igual que los anteriores, es muy relativo. Un análisis de contenido puede ayudar-
nos a demostrar científicamente el nivel de subjetividad u objetividad de un texto, pero lo hará siguiendo unos
parámetros previamente establecidos que, al fin y al cabo, también son subjetivos en la medida en que otro
análisis de contenido puede establecer otros diferentes.
Sería ingenuo asegurar que existen textos periodísticos sin ningún tipo de implicación del periodista que
los escribe. Partiendo de la idea defendida por Martínez Albertos de que el periodista, como operador semán-
tico que es, elige la forma y el contenido de los mensajes periodísticos y manipula lingüísticamente una reali-
dad bruta para conseguir elaborar un mensaje adecuado mediante una codificación que sea apropiada156, todo
texto resultante contiene algún grado de manipulación.
Delimitar la objetividad entraña tantas dificultades que sería más preciso hablar de la intencionalidad de-
fendida por el profesor Albertos. Para él, más bien se trata de una cuestión de honestidad intelectual y sinceri-
dad del informador porque, como asegura un profesor colombiano, “toda noticia, todo reportaje, está lleno de
decisiones de tipo personal del periodista, que van desde la escogencia del tema hasta el instante en que in-
cluye un material, margina otro y organiza el primero en una forma determinada”157. Para otros no es suficiente
hablar de ética o de una determinada actitud del periodista porque “para evitar caer en moralismos estéti-
cos es preciso que haya una regulación desde el derecho y la jurisprudencia (...) y desde la teoría general de
la información”158. José María Desantes y Carlos Soria, especialistas en derecho de la información, confirman
estas dificultades cuando sostienen que difícilmente se puede encontrar un mensaje puro formado sólo por he-
chos o por juicios, que son los elementos que constituyen la base de los mensajes comunicables159.
¿Sería entonces más acertado recurrir a la ya clásica división entre géneros informativos, interpretativos y
de opinión? Su utilidad es obvia, de hecho es imprescindible que los estudiantes la conozcan para que com-
prendan el proceso por el que han atravesado los géneros en el periodismo moderno. Pero sin descartar
esa trilogía, que sigue siendo válida con puntualizaciones, sería necesaria una nueva clasificación que tenga
en cuenta otros criterios igualmente importantes o hechos como que apenas existan ya géneros puros.
Con razón decía Núñez Ladevéze que en todo género periodístico informativo implícitamente siempre hay
interpretación porque el modo de presentar una noticia implica una previa valoración de su importancia so-
cial160. De hecho, cuando afirmamos que el periodismo es un método de interpretación sucesiva de la reali-
dad ya estamos admitiendo que existe un proceso por el que esa realidad atraviesa antes de llegar al pú-
blico.

Un proceso que se inicia con la selección deentre todo lo que pasa lo que considera interesante, continúa
al traducir a un lenguajeinteligible el hecho que nos hace llegar, y finaliza cuando intenta completarlos, si-
tuarlosy ambientarlos para que los podamos entender (reportaje, crónica), explicar y juzgar(editorial y otros
comentarios), facilitando así las respuestas sociales a todo lo quepasa161. Como bien dice Gomis, el perio-
dismo comunica adecuadamente la realidad através de una serie “convenciones comunicativas o de fórmu-
las de redacción quellamamos géneros periodísticos. El lector sabe que no es lo mismo leer una noticia
queleer un comentario y el periodista sabe que no debe escribirlos de la misma manera porque sus
funciones no son las mismas”162.

No obstante, sigue siendo posible distinguir la interpretación (en mi clasificación prefiero hablar de inter-
pretación explícita) de la simple información y de la opinión porque, de hecho, aparece siempre integrada en
la parte informativa de un diario en la que el periodista informa, explica y analiza, pero no emite juicios de valor
de manera explícita como en las páginas de opinión. José Maria Sanmartí describe y sintetiza con
gran acierto cómo se diferencia:
“La relación con el hecho básico se hace más distante, su estructura se vuelve más compleja, el estilo más libre e
incluso personal. La misión del redactor ya no es sólo la de exponer el hecho, los datos básicos (...), sino la de ana-
lizar. La presentación también es más rica, más elaborada con el apoyo decisivo de la tipografía, de la infografía y
de la fotografía”163.
Otra posibilidad, acertada aunque insuficiente a mi entender, es la defendida por el periodista Álex Gri-
jelmo, que diferencia los géneros por el grado de presencia del informador en el texto. De este modo, en la no-
ticia el redactor estaría prácticamente ausente y sólo adivinamos que existe porque ha sido redactada, mientras
que en el artículo se convierte en el protagonista164. Siguiendo este criterio sería fácil colocar la noticia escueta
en un extremo y el artículo firmado en el opuesto, pero no debemos olvidar que incluso en las informaciones
más breves y puras hay algún tipo de implicación de quien ha decidido publicar ese hecho y no otro o redac-
tarlo de una manera u otra. Por eso pienso que este criterio debería, por una parte, matizarse hablando de
presencia explícita, y por otra tener en cuenta que no hay una fórmula para determinar el grado exacto de pre-
sencia del autor en cada género, de ahí que en mi propuesta (como se verá más adelante) no establezca medi-
das sino una simple flechaque avanza del menor al mayor grado.
La propuesta que lanzó Martínez Albertos hace algún tiempo es una de las más precisas y completas que
se han hecho porque consiste, a grandes rasgos, en definir las diferencias entre los géneros por el estilo en que
están elaborados y la actitud que adopta quien escribe. De este modo, el estilo informativo de primer nivel
correspondería a la noticia y el reportaje informativo, escritos con la actitud de informar y relatar; el informativo
de segundo nivel (la interpretación aparece como una manera de informar) corresponden al reportaje interpre-
tativo y la crónica, escritos con actitud de interpretar y No niego la importancia del estilo, aunque pienso que
es una consecuencia directa e implícita a la intención o finalidad que se persigue, que es el criterio básico en
que se apoya mi clasificación, como se verá más adelante.
A la hora de encontrar los criterios más precisos para crear una tipología, me parecen sumamente intere-
santes las reflexiones que hace el autor brasileño Luiz Beltr o cuando distingue los que califica de periodismo
extensivo y periodismo intensivo. En el primero “predomina la información, sin preocupación por el análisis,
producido bajo la presión del tiempo y del espacio”, mientras que el segundo se ejerce “sobre la base de la re-
flexión, cuyos temas y materias son seleccionados y las informaciones son transmitidas del modo más com-
pleto posible y en profundidad, ya que se trata de establecer y exponer el problema creado por el hecho”165.
Son unas premisas muy a tener en cuenta porque tienen en cuenta la actitud del informador, su manera de
trabajary las formas resultantes de su trabajo.
Antes de exponer cuáles son los criterios que utilizo como base para mi clasificación creo que preciso
señalar que, cuando hablo de clasificaciones de géneros periodísticos no me estoy refiriendo a la parcelación
de todos los textos que aparecen en los periódicos, ya que los contenidos de éstos no son exclusivamente,
aunque sí mayoritariamente, periodísticos. Clasifico los contenidos de un periódico de esta manera:
- Géneros periodísticos y sus elementos complementarios. Estos últimos, precisamente por su carácter de
complementariedad con respecto a los primeros, no son estrictamente géneros pero merecen ser mencio-
nados.
- Géneros literarios y entretenimiento.
- Publicidad.

Por tanto, los géneros sólo se asociarían a textos publicados con el fin de transmitir algún tipo de in-
formación u opinión vinculados a hechos de actualidad y de interés público. Quedarían excluidos los conteni-
dos que no cumplen con los requisitos de la información periodística, como la publicidad y el entretenimiento,
es decir, todo aquello cuyo fin sea únicamente vender o entretener (pasatiempos o literatura en el sentido es-
tricto de la palabra, como las novelas por entregas que algunos denominan géneros amenos). La columna per-
sonal y la tira cómica serán consideradas géneros en la medida en que sus contenidos se vinculen a hechos de
actualidad.
También debo señalar que para llegar a una clasificación parto de unas premisas que defiendo porque
considero básicas, a saber:
- Aun admitiendo que el periodismo es una actividad cambiante y que algunos de sus principios no han per-
manecido invariables, es fundamental que los periódicos mantengan la idea básica de separar la opinión de
la información, tanto desde el punto de vista formal para que el lector las identifique, como desde el deber
moral del informador. Bien es sabido que ni los hechos son tan sagrados ni las opiniones tan libres como de-
bieran, pero los periodistas nunca deberían olvidar que en este dicho sigue estando el sentido de su activi-
dad profesional.
- Una tipología completa debe dar cabida, en la medida de lo posible, a todos los textos resultantes del
quehacer periodístico.
- Podrían existir tantos géneros como textos periodísticos porque nunca habrá dos textos iguales, pero sí
pueden distinguirse unas características comunes que permiten hablar de modalidades (al menos por el mo-
mento, quizás llegue a ser más difícil si la tendencia a la hibridación continúa) o grandes tipos de géneros.
- Los que califico de subgéneros son más difíciles de clasificar, no sólo por la hibridación sino también porque
varían en función de cada país e incluso dentro de los diarios de un mismopaís.
- Especialmente desde el punto de vista didáctico, más importante que establecer divisiones entre los tipos de
géneros es conocer las variedades que existen y las características que los distinguen entre sí para posterior-
mente poder ponerlos en práctica.

¿Cuál sería entonces el criterio o los criterios más adecuados para hacer una clasificación? Mi respuesta
comienza con otra pregunta: ¿Cuál es el motivo de que en la prensa unos textos sean diferentes de otros o, lo
que sería lo mismo, por qué existen los géneros periodísticos? Porque el periodista, una vez que ha seleccio-
nado los hechos sobre los que va a informar, procede a valorarlos y jerarquizarlos, y es en ese momento cuan-
do comienza un proceso de toma de decisiones (algunas de ellas casi inconscientes) que van desde el lugar y
tamaño que van a ocupar los textos que plasmarán esos hechos hasta los recursos gráficos que los acompaña-
rán, la profundidad con se que van a tratar o el enfoque que se les darán dependiendo del tema que traten.
Los resultados de esas decisiones darán lugar a los géneros.
Dicho esto, y dada la dificultad que supone llegar a una conclusión definitiva, me parece más acertado
configurar una clasificación menos rígida que muchas de las que se han hecho, en la que más bien deberían te-
nerse en cuenta las actitudes comunicativas de los informadores. Éstos, una vez decidido qué es lo que van a
contar al lector y dependiendo de las características del periódico para el que trabajen, del espacio del que
dispongan y, sobre todo, del tema sobre el que quieren informar, seguirán tres pasos haciéndose estas pregun-
tas:
1.- ¿Qué función esperamos que cumpla el texto que vamos a escribir? Es decir, los periodistas decidirá si tan
sólo quieren transmitir información sobre unos hechos, si el lector esperará que se le explicasen con más
profundidad, o si quieren transmitir una opinión personal sobre los mismos. La dificultad que podría existir
para decidir dónde se sitúa exactamente cada género se resuelve partiendo de que, como suele pensarse
que la interpretación está implícita en todo texto periodístico, optaré por hablar de interpretación explícita.
El problema de la subjetividad, supuestamente presente en todos los textos en mayor o menor grado, que-
da resuelto con la idea de Albertos expuesta antes: se trata de que haya honestidad intelectual, una in-
tención de objetividad. Por eso, al referirme a la opinión, hablaré de opinión explícita.
2.- Como consecuencia de lo anterior, ¿cuál será el grado de presencia del autor en el texto? Es decir, el perio-
dista decidirá la manera en que afrontará como persona aquello que quiere contar, la actitud que adoptará
al respecto (con distanciamiento, implicándose para contar algo que ha vivido en primera persona, emi-
tiendo juiciosde valor, etc.).

3.- Y como última consecuencia, ¿qué forma adoptarán los textos resultantes? Es decir, optar por un texto bre-
ve, extenso, con un lenguaje más o menos creativo, acompañado o no de ilustraciones, etc.
En resumen, mis criterios de clasificación son: por una parte, la función o más bien la finalidad, es
decir, qué es lo que el autor pretende cuando construye un texto (informar sobre hechos para que el lector
tenga un conocimiento de la actualidad, interpretar dichos hechos para que los comprenda mejor y con más
profundidad, u opinar sobre ellos para persuadirle y modificar sus ideas o incitarle a la acción); por otra parte, y
como consecuencia de lo anterior, el grado de presencia del autor (que se plasma en la interpretación implí-
cita o explícita, la creatividad en el texto, libertad formal y estilística, la firma).

2. Una clasificación renovadora


Soy partidaria de mantener muchas de las aportaciones hechas durante años por quienes han investigado los
géneros periodísticos, especialmente las grandes tipologías de géneros y sus características básicas. Esto ex-
plica que haya decidido establecer macrogéneros comunes a todo el periodismo impreso y subgéneros cuyas
denominaciones y características pueden variar en función del periódico, el momento o el país en que nos
encontremos. Cuatro son los macrogéneros básicos que propongo: información, reportaje, crónica y géneros
de opinión. Pero también he considerado oportuno introducir unos criterios de clasificación que tengan en
cuenta aspectos importantes como la hibridación de los géneros o la imposibilidad de medir el grado exacto
de interpretación que hay en los textos. El resultado pretende ser una clasificación más renovadora que in-
novadora y más orientadora que normativa.

Esta es por tanto mi propuesta, hecha en base a los dos criterios de clasificación de los textos:
1. La función que cumplen: Partiendo de la idea defendida por José Luis Martínez Albertos de que cualquier
intento de clasificación nos remite en último extremo a dos productos básicos (el relato y el comentario), distin-
go dos grandes funciones, la de informar y la de opinar de forma explícita. La primera de ellas se subdivide en
las de informar (entendida desde el punto de vista estricto) y la de interpretar, basándose en la idea, también
apoyada por Albertos, de que la interpretación es una manera de informar.
2. Teniendo en cuenta lo dicho sobre la relativa presencia de interpretación en todos los textos, preciso
que en este caso se trata de una interpretación explícita. Las líneas divisorias aparecen punteadas para indicar
que se trata de una división orientadora porque no siempre puede separarse tajantemente la información en
el sentido estricto de la interpretación. La segunda, referida a la opinión explícita (no podemos negar un
cierto grado de subjetividad implícita en muchos textos), contiene todas las variantes de géneros de opinión.
3. La implicación el autor: Consecuencia del anterior. No sólo se evidencia en la mayor o menor dosis de
opinión sino en aspectos como el grado de creatividad en la redacción o la presencia de la firma el autor. Co-
mo no existe una fórmula para cuantificar con exactitud la presencia del autor en cada género, mi propuesta
no establece medidas sino una simple flecha que avanza desde el menor al mayor grado y que aparece
también punteada para porque la gradación no es tajante ni pretende ser normativa.

De este modo, en un extremo se situaría la información breve escrita con la mayor asepsia posible, pa-
sando por la información estándar y la información reportajeada. Le seguiría el reportaje, donde la mayor impli-
cación del autor es patente en cuestiones como la elección del enfoque, el estilo de redacción, la aparición
de la firma e incluso el uso de la primera persona. La crónica avanzaría un paso más porque suele contener,
además de un estilo directo y muy personal, una valoración de unos hechos. Esta valoración es mayor en las
crónicas temáticas que en las locales, pero incluso en estas últimas el cronista elige el enfoque que va a dar y
narra los hechos como testigo directo de los mismos. Al final de la flecha se situarían los géneros de opinión,
empezando por los editoriales que siguen unas normas estilísticas y convenciones formales. Les seguirían las
críticas y, finalmente, los artículos firmados y las cartas al director, donde los únicos límites para opinar los
ponen unas normas mínimas de respeto a las personaso instituciones de las que se habla.

CLASIFICACIÓN DE LOS GÉNEROS PERIODÍSTICOS

IMPLICACIÓN DEL AUTOR +


Macro
géne-

INFORMACIÓN REPORTAJE CRÓNICA GÉNEROS DE


ros

OPINIÓN
Breve Informa- Información Informa- Reportaje Entrevista Crónic Cróni- Editorial Crítica Artícu-
ción co- ción múltiple reporta- Objetivo literaria En- ca a temáti- lo
Subgéneros

mún jeada trevista Reportaje in- ca local firma-


formativ Interpretati- do Co-
vo lumn a
a
Informar Interpretar (interpretación explícita)
Opinar
Informar (opinión explí-
cita)
FU
NC

N
3.1. La información
Antes de analizar la información es necesario hacer una puntualización. No existe un con-
senso sobre cuál es la denominación más adecuada para designar a este género, unos
autores hablan de noticia mientras que otros prefieren utilizar la denominación de infor-
mación. Yo opto por sumarme a los segundos por varias razones. Tenemos, por una
parte, los hechos que ocurren constantemente a nuestro alrededor, que si los periodistas
consideran actuales, relevantes y de interés, merecerán la consideración de noticiosos, es
decir, serán noticia y recibirán cobertura informativa. Como bien decía Lorenzo Gomis,
noticia no es lo que pasa (eso sería el hecho ocurrido), sino las palabras con que interpre-
tamos lo que pasa. Por otra parte, tenemos la información (entendida no en su sentido
más amplio sino como género periodístico), que sería un texto resultante de informar
por escrito sobre dichos hechos siguiendo unas normas universales de redacción infor-
mativa. Y digo un texto porque las noticias, que son el pilar del periodismo, dan lugar a
los distintos géneros. No sólo las informaciones relatan noticias sino que los reportajes
tratan temas vinculados a hechos que han sido noticias; las crónicas narran hechos noti-
ciosos; y los géneros de opinión muestran ideas o valoraciones sobre esos hechos. La
información puede definirse, por tanto, como la modalidad lingüística textual más escue-
ta y aséptica para presentar una noticia. Pero no siempre ha sido así.
El primer manual de periodismo en español166 hablaba de noticias y, aunque no las
definía, sus explicaciones al respecto no dejan lugar a dudas, se refería al género que
hoy denominamos información y cuyo fin supremo era “decir pronto y con el mayor laco-
nismo posible lo que haya que decir, y captar a la vez el interés del lector”. Hacía hinca-
pié en la importancia de ajustarse a los hechos sin dejar lugar a la opinión y escribir
con la máxima claridad, concisión y brevedad, en contraposición a la novela, el cuento o
la crónica. Y también recalcaba la necesidad de utilizar las fórmulas norteamericanas de
las seis Ws y del interés decreciente para contar lo más importante al comienzo de la
narración ante la posibilidad de que el reportero se viera en la inesperada necesidad de
suprimir las últimas líneas. Y también porque “así lo exige el lector que dispone de poco
tiempo para leer tantas cosas y generalmente no lee más que esos primeros renglones,
si es que no se contenta con los encabezamientos”167.
Una de las primeras clasificaciones que podemos encontrar de este género perio-
dístico aparece en el citado manual. Se trata de una tipología elaborada en base a un
criterio fundamentalmente temático y que consta de estas modalidades: por una par-
te, interviú, sucesos, sociedad, deportes y política; por otra, y debido a su “tratamien-
to especial”, crónicas, informaciones literarias e informaciones continuadas. También el
norteamericano Carl N. Warren, en 1934, establecía una tipología formada por dos ti-
pos de información: la noticia, cuyo fin era comunicar hechos, y el reportaje, que era
para él una información de estilo más literario y contenido más humano168.
Estas clasificaciones distan bastante de las actuales, en gran parte debido a que la
concepción de los géneros periodísticos ha cambiado considerablemente. Pero hay algo
que sigue vigente y todavía podemos encontrar en prácticamente todos los manuales de
periodismo moderno, que es una segunda clasificación que hacía Carl N. Warren de las
tres variedades de información en base a las estructuras de sus contenidos169, variantes
todas ellas de la conocida como pirámide informativa o invertida:
1.La información de acontecimiento o fact story: se trata de la exposición objetiva de
uno o varios hechos interrelacionados siguiendo el esquema de la pirámide inverti-
da,
es decir, colocándolos en orden de importancia decreciente. De este modo, el hecho
más importante se situará al comienzo del texto o lead, que en cualquier momento
podrá recortarse por el final, donde aparecerán los hechos menos importantes.
2.La información de acción o action story: va más allá que la anterior e incluye incidentes,
narraciones, descripciones, declaraciones, en definitiva, acción. Comienza narrando
brevemente el incidente en el lead y posteriormente va añadiendo a la narración más
detalles, cada vez menos importantes.
3.La información de citas o quote story: se basa fundamentalmente en las declaraciones
hechas por otras personas, por lo que cada párrafo va acompañado por citas aclara-
torias. Suele comenzarse con un lead de sumario (que responda brevemente a las cues-
tiones más importantes o seis Ws) y a partir de ahí se van añadiendo párrafos con citas
intercaladas, en orden de importancia decreciente.
A mediados del siglo pasado Emil Dovifat se refería a la noticia como género para-
digmático del estilo informativo y, aunque no la definía, sí dejaba claro que el resultado
de la recogida de noticias por parte del reportero era la noticia “sobriamente captada y
escrita con sobriedad”170 mediante un lenguaje conciso, claro y cautivador de la aten-
ción del lector. A principios de los años 1960 nos llegaría la primera definición de la
información como género, todavía algo arcaica, de la mano de Jacques Kayser:
“Constituyen la exposición de hechos. Por ello, excluyen cualquier toma
de posición personal por parte del informador que transmite la informa-
ción, del redactor que la escribe, de los directores que asumen la respon-
sabilidad de su publicación”171.

En esa misma década, Gonzalo Martín Vivaldi equiparaba la noticia con otros tér-
minos como parte, informe o información172 y desde entonces el uso de este último
se ha extendido tanto que la mayoría de los teóricos españoles lo consideran más ade-
cuado para referirse al texto resultante de dar forma periodística a la noticia. El propio
Vivaldi concebía la noticia como algo más escueto, es decir, el hecho noticioso con sus
detalles más esenciales.
De modo similar al anterior nos llegaría unos años más tarde desde América La-
tina la denominación de nota informativa. Con él se refería Juan Gargurevich a la presen-
tación de hechos acaecidos recientemente, redactada de modo eminentemente factual
de acuerdo a normas técnicas y que sólo persigue presentar hechos. Estos son, en lí-
neas generales, los principios que a juicio del profesor peruano debía manejar un redac-
tor de notas informativas y que, como veremos más adelante, coincide plenamente con
los principios del periodismo español:
- Elección del hecho, que debe ser de actualidad absoluta, es decir, calificado previa-
mente como digno de ser noticia según una escala conocida de valores periodísticos.
- Redacción del lead o entrada, procurando responder brevemente a las preguntas clá-
sicas: quién, qué, dónde, cuándo, cómo y, a ser posible, por qué.
- Redacción del resto de la información, el llamado cuerpo, siguiendo el esquema de la
pirámide invertida, es decir, colocando los detalles siguiendo un orden de importancia
decreciente.
- Abstención de opinión aportando sólo hechos.
- Estilo redaccional claro, conciso, breve y preciso173.
En la actualidad, el periodismo español entiende por información aquel texto pe-
riodístico cuyo fin es informar asépticamente sobre un hecho de actualidad más inme-
diata. En líneas generales, todas las informaciones suelen coincidir en estas característi-
cas:
- Están formadas por un titular (título, a veces acompañado de antetítulo, que sitúa
geográfica o temáticamente la noticia, y/o subtítulo, que suele complementar al tí-
tulo o aportar un dato importante pero secundario con respecto al título), que debe
ser breve (unas once palabras), claro y, a ser posible, atractivo. Es, por decirlo de algu-
na manera, un escaparate, es decir, un resumen de lo que vamos a encontrar si pro-
seguimos con la lectura, que resulta atractivo pero que a la vez debe reflejar fielmente
el contenido de la información. Al contrario que en los géneros de opinión, donde los
titulares son más expresivos, aquí deben ser puramente informativos. En el caso de los
breves, el titular es mucho más escueto y nunca lleva antetítulo o subtítulo.
- El lead o párrafo de entrada en el que se condensan los datos esenciales que res-
ponden a las 6 Ws. Algunos autores lo denominan también entradilla, pero en
realidad son cosas diferentes. El lead (que viene de líder, “el que va en cabeza”) suele
ser el primer párrafo con los datos más importantes, que en los siguientes se irán
ampliando, y no se distingue tipográficamente del resto, mientras que la entradilla
(unas 35 palabras) suele utilizarse en informaciones que por su extensión incorporan un
párrafo inicial, a varias columnas y en negrita, donde se resume toda la noticia de
principio a fin.
- El cuerpo, que desarrolla y completa la información, habitualmente escrito siguien-
do el esquema de la pirámide invertida, es decir, contando los hechos en orden de im-
portancia decreciente, dejando los datos más secundarios para el final. Todo ello en
párrafos con una coherencia temática pero independientes entre sí desde el punto de
vista gramatical de modo que sean comprensibles separadamente y puedan suprimirse
desde el final sin que pierda sentido el texto. De este modo, el lector no tendrá
queleer el texto completo para estar informado del hecho si así lo desea. En él se am-
plían los datos apuntados en el lead (no se repiten), se añaden comentarios emitidos
por los protagonistas de la noticia o personas relacionadas, se dan antecedentes y po-
sibles consecuencias. En el caso de los breves el cuerpo suele limitarse a uno o dos pá-
rrafos, mientras que en las informaciones reportajeadas las estructuras no son tan rígi-
das, la libertad expresiva es mayor, y los textos se enriquecen introduciendo otros tex-
tos de apoyo.
- No suelen firmarse.

En cuanto a las tipologías, pueden distinguirse cuatro variedades relacionadas con


cuatro grados de implicación del autor y del componente interpretativo que hay en
ellas:
1.El breve o información escueta (fig. 1). Evelio Tellería lo denomina suelto (que en Es-
paña es un género de opinión) y lo define como una “información breve de asunto
sin gran importancia, que se inserta en cualquier rincón de página interior de un pe-
riódico, con un título sin gran despliegue y sin fotografía, algo así como una cuña o no-
ticia corta”174. Su función es estrictamente informar sobre hechos de actualidad y su
redactor se distancia al máximo de lo que está contando hasta el punto que el lector
tiene la impresión de estar leyendo un texto que podría haber sido escrito por una
máquina.
2.La información común (fig. 2): aquella que trata de un asunto concreto de la actuali-
dad, no cuenta con ningún añadido ni texto complementario aunque sí suele llevar
una foto o a veces infografía175. Su función también es puramente informativa y la im-
plicación del autor es mínima.
3. Información múltiple (fig. 3): está formada por varias informaciones conectadas entre
sí, que se publican en una misma página y que, dado que se refieren al mismo asun-
to, algunos consideran un mismo texto informativo176. Cumple una función informati-
va yel grado de implicación del autor es bajo pero mayor que en las anteriores.
4.Información reportajeada (fig. 4): se trata de un texto informativo redactado con un en-
foque más próximo al reportaje (con razón decía el profesor José María Sanmartí
que “la transformación de noticia a reportaje es progresiva e irregular”177) cuya cre-
ciente presencia en la prensa responde a un intento de captar la atención del lector
y facilitarle la lectura a la vez que le informa. Se asocia a la que Mar de Fontcuberta
denomina noticia de creación y al periodismo informativo de creación al que se refie-
ren Sebastiá Bernal y Albert Chillón.
La información reportajeada es una información y no un reportaje porque comu-
nica hechos de estricta actualidad y la implicación del autor es menor que en el reporta-
je, aunque a menudo se aprecia en ella una cierta dosis de interpretación. A veces va
acompañada de un despiece o noticia complementaria que aporta nuevos datos o
muestra una noticia relacionada pero de menor envergadura, un texto interpretativo,
una pequeña entrevista o incluso un texto de opinión (fig. 5). El despiece suele situarse
dentro de un recuadro o con un tipo de letra diferente para distinguirla de la noticia
principal y es frecuente que la acompañen otros textos de apoyo de menor tamaño
como fotos o infografía. Algunos estudiosos se refieren a este tipo de textos como noti-
cias detalladas, noticias con una dimensión interpretativa o reportajes con una dimen-
sión informativa.

3.2. El reportaje y la entrevista

Sobre los orígenes del reportaje moderno existen opiniones muy dispares, aunque
lamás plausible parece aquella según la cual este género tiene sus raíces en las in-
formaciones que, consideradas insuficientes, se ampliaban añadiéndoles más detalles.
Para otros, el reportaje surgió como resultado de añadir elementos complementarios a la
entrevista escueta para ayudar a dar una idea del ambiente o del personaje178. En
realidad resulta muy difícil decidir en qué momento se publican en los periódicos textos
que puedan identificarse como reportajes porque su concepción como género ha varia-
do con el tiempo, aunque en el caso de la prensa española suele situarse su primera
aparición en la prensa española a finales del siglo XIX. El reportaje interpretativo llega-
ría a España en torno los 1960 cuando los periodistas intentaban ir más allá de la simple
información de los hechos tratando de explicar las causas y antecedentes, darles un
sentido y analizarlos en su contexto, bajo la influencia de la novela y del cine cuyas técni-
cas de montaje supusieron una ruptura absoluta con las secuencias cronológicas habitua-
les con maneras más ágiles de contar historias.

Pero los verdaderos protagonistas de este tipo de periodismo fueron las revistas
norteamericanas de mediados de los años 1950 como la revista Time, cuya fórmula se
extendería posteriormente a los periódicos, y posteriormente Life, Paris Match y O Cru-
zeiro Internacional.
En el caso de América Latina, surgió el famoso triángulo texto- imagen-diseño para
los grandes reportajes y que los diarios no tardarían en adoptar179. Se trataba de sacar
el mayor partido a las posibilidades que ofrecía el diseño gráfico mediante una presen-
tación atractiva que combinase el texto con imágenes, fotos y pies de fotos, para lla-
mar la atención del lector a la vez que se le facilitaba la lectura. La importancia de este
triángulo fue tal que aún se considera un elemento indispensable de cualquier reportaje,
mientras que en el periodismo español sólo lo es para el denominado gran reportaje.

El primer manual didáctico de periodismo publicado en España no hace referen-


cias al reportaje propiamente dicho al aludir a los géneros periodísticos, aunque sí
habla de un subgrupo de la información denominado información literaria que parece
asemejarse al reportaje de interés humano actual y que se equipara al feature anglosajón
(en el periodismo francés el grand reportage designa el trabajo de los enviados espe-
ciales a otros países). El interpretative story y el human interest story se equipararían
más a las informaciones reportajeadas por su relación directa con el hecho noticioso. Las
características que se le atribuyen a la información literaria y que se deducen del libro
publicado en 1930 corroboran lo dicho:
- Puede surgir a raíz de un hecho noticioso (que actuaría como lo que el periodismo an-
glosajón llama news peg), que se amplía o profundiza o da pie a un reportaje, pero
también sobre cuestiones de actualidad e interés general.
- Es una información que no sigue las líneas geométricas de la convergencia inver-
sa, sino los cánones del arte literario y el soplo de la inspiración emotiva, quedando no
obstante como materia esencial y única la noticia, que sirve de medio para entretener o
recrear al lector.
- Todos los recursos del verdadero novelista pueden ser utilizados por el reportero en
esta relación de los sucesos. Detalles descriptivos, toques patéticos o cómicos, fra-
ses de testigos, viveza, acción dramática, todo aquello que hace de la narración pe-
riodística una obra de arte.
- Aunque el espacio puede ser restringido, no lo será tanto como el de la noticia.
- Además de los incidentes meramente sentimentales o cómicos, hay infinidad de temas
que se prestan a este tratamiento, dirigido especialmente a los sentimientos. Aquí
elvalor informativo es sustituido por el aspecto curioso o sentimental.
- Estas informaciones literarias siguen siendo informaciones, es decir, relatos de noti-
cias, cosas sucedidas actualmente. Pero así como en las anteriores hay un molde defi-
nido y líneas casi geométricas, aquí no hay fórmula ni reglas determinadas. El reportero
escoge la forma y el tono que mejor se acomoda al asunto del que va a hablar.
- El primer párrafo, que sustituye al de interés informativo, es de enorme interés porque
de él depende que el lector lea el resto. Los hechos del lead tradicional existen pero se
colocan donde mejor convenga para el efecto psicológico.
- El interés debe mantenerse de una u otra manera hasta el fin, que puede ser lo más in-
teresante, por lo que el reportero debe contar con un plan minucioso para desarrollar
la narración que cuente con un nudo y un desenlace.180

Carl N. Warren también consideraba al reportaje o feature un tipo de información


caracterizada por su estilo más literario y contenido más humano181. Al hablar de las va-
riantes de la pirámide invertida, presentaba tres: el relato objetivo de los hechos o fact-
story, el de acción o action-story y el de citas o quote-story (entrevista para algunos).
Hoy se consideran modalidades del reportaje objetivo, a las que se han ido aña-
diendo muchas otras, aunque también podrían ser (lo hemos visto en el apartado ante-
rior) tipos de información reportajeada, es decir, variantes de la clásica pirámide que
pueden aplicarse a las informaciones para hacerlas más atractivas. Siguiendo en la línea
de influencia norteamericana, Emil Dovifat admitía que el concepto provenía de aquel
periodismo y lo describía como una “representación vigorosa, emotiva, llena de colorido
y vivencia personal de un suceso”182 por parte del reportero que, a diferencia del co-
rresponsal que es enviado al lugar de los acontecimientos, busca por sí mismo esos
acontecimientos y refleja su propia experiencia de ellos. Su insistencia en recalcar la
vivencia en persona del hecho sobre el que se relata le llevó a sugerir también la califica-
ción de “informe de hechos vividos”.
Posteriormente, Gonzalo Martín Vivaldi señalaría que “en realidad, reportaje e in-
formación vienen a ser una misma cosa”, pero admitía que la segunda es un texto más
escueto y ceñido al núcleo de la noticia, mientras que el primero es una “información de
más altos vuelos”, con más libertad expositiva, un enfoque más personal y menos some-
tida a la técnica informativa183. No obstante estas diferencias, su concepción de este
género en un principio distaba bastante del actual porque lo consideraba un relato in-
formativo que además debía respetar la estructura de importancia decreciente propia
de los textos que hoy consideramos puramente informativos. Unos años más tarde, al
ahondar más en los géneros en su obra Géneros periodísticos. Análisis diferencial, se es-
forzaría en hacer una definición precisa del reportaje:
“Relato periodístico esencialmente informativo, libre en cuanto al tema,
objetivo en cuanto al modo y redactado preferentemente en estilo direc-
to, en el que se da cuenta de un hecho o suceso de interés actual o hu-
mano; o también: una narración informativa, de vuelo más o menos litera-
rio, concebida y realizada según la personalidad del escritor-
periodista”184.

También establecía una tipología que, sin lugar a dudas, ha servido de base a prác-
ticamente todas las clasificaciones posteriores que se han hecho. Distinguía entre el re-
portaje estándar, más vinculado a la noticia, sin valoraciones, escrito habitualmente se-
gún el esquema de la pirámide invertida; y reportaje en profundidad, gran reportaje
o reportaje interpretativo, más personal, libre, que ahonda, explica y analiza los hechos
que relata.

Actualmente el reportaje es, siguiendo mi definición propuesta en 2003, un gé-


nero periodístico de extensión variable en el que se suele ahondar, e incluso, explicar y
analizar, en hechos actuales pero no necesariamente noticiosos, cuyo autor goza de
una mayor libertad estructural y expresiva, y que generalmente se publica firmado y
acompañado de fotografías o infografía185. Salvando las diferencias que puedan existir
entre unos países y otros, se caracteriza por los siguientes rasgos:
- Su función es básicamente la de un segundo nivel de información, es decir, la interpre-
tación. No contiene opinión sino que muestra y explica los hechos, será el lector el
que valore en función de los datos que recibe, eso sí, son datos seleccionados por el
autor, de ahí que hablemos de interpretación (mayor o menor dependiendo del tipo
de reportaje) y no de información pura.
- El tema suele ser de interés actual pero no estrictamente noticioso (para eso está la in-
formación) o bien puede surgir a raíz del interés suscitado por un hecho que ha sido
noticia.
- Cuatro son los pasos básicos en la elaboración de un reportaje: elección del tema,
acumulación lo mayor posible de información recurriendo a todo tipo de fuentes, deci-
sión del enfoque que se le va a dar y las técnicas que se aplicarán, y proceso de redac-
ción.
- El autor goza de una libertad que le permite escoger el enfoque, estilo y estructura que
considere más convenientes para su texto. Especialmente en el interpretativo, es
deseable que tenga un principio cautivador, un desarrollo interesante y un final con-
creto que se redacta combinando la narración con las descripciones. Pero no basta con
poner en práctica unas reglas sino que se debe conseguir que el lector experimente la
sensación de estar siendo testigo de lo que se está contando. Se trata, en definitiva,
de seguir la fórmula que Martín Vivaldi calificó de AIDA: atención del lector, mante-
ner el interés, estimular el deseo de seguir leyendo, impulsar a la acción de adquirir la
publicación donde aparece el reportaje186.
- Precisamente en esa libertad (y en el hecho de ser un texto firmado) es donde ra-
dica un cierto grado de implicación del autor, que será menor en el reportaje objetivo
y mayor en el interpretativo.
En cuanto a las tipologías, habitualmente se distinguen los reportajes objetivo e in-
terpretativo, pero creo que ésta sería más precisa:
1.Reportaje objetivo (fig. 6), también denominado estándar: aunque su función básica
es interpretativa y el grado de implicación del autor es mayor que en la información,
suele estar escrito con un estilo poco creativo, no es muy extenso, profundiza poco y
apenas analiza los hechos. Suele denominarse perfil al reportaje que se centra en una
persona concreta y necrológica u obituario (fig. 7) al que se publica tras el fallecimien-
to de un personaje conocido y hace un repaso de los hechos más significativos de su
vida.
2.La entrevista (figs. 8 y 9) tiene para muchos el carácter de género autónomo pero, ten-
diendo en cuenta que cumple las reglas básicas del reportaje y que soy partidaria de
simplificar las clasificaciones, he optado por ubicarla aquí. De hecho, tanto la entre-
vista como el perfil podrían incluso considerarse reportajes objetivos. La relevancia
que ha adquirido la entrevista la hace merecedora de un apartado especial, que de-
tallo después.
3.Reportaje interpretativo (fig. 10), llamado también reportaje en profundidad o gran re-
portaje: Se dice que es en profundidad porque aporta antecedentes, contextualiza, anali-
za los hechos hasta llegar al fondo, prevé su alcance o posibles consecuencias y
cuenta, en definitiva, “no solamente lo que pasa, sino lo que pasa por dentro de lo que
acontece”187. Como indica su propia denominación, su función es altamente interpretati-
va pero exenta de las valoraciones contiene la crónica y de las opinionesdel artículo.
De este modo, el reportero analiza y el lector saca sus propias conclusiones. Y lógica-
mente, la implicación del autor es mucho mayor que en el reportaje objetivo porque su
sello personal está mucho más patente.

El análisis (fig. 11) analiza un hecho de actualidad que ha sido noticia y requiere una
explicación posterior más seria, detallada y especializada, por lo que su componente in-
terpretativo es alto. Suele encargarse a personas que no son necesariamente periodis-
tas pero sí grandes conocedoras o expertas en el tema que tratan y su mérito radi-
ca más en la capacidad para profundizar y analizar cuestiones complejas que en sus do-
tes literarias.
La mayoría de los periódicos españoles colocan la palabra análisis sobre el título,
de un modo similar a la prensa anglosajona, que utiliza el epígrafe news analysis. Algu-
nos ven en este género el futuro de una prensa de calidad en la que se ponga en prácti-
ca un periodismo de precisión inexistente en otros medios de comunicación.

La entrevista
Como paso previo a cualquier explicación sobre este género periodístico, es preciso
puntualizar que la entrevista no se refiere al procedimiento de obtención de información
mediante el cual un periodista entra en contacto con la persona que le suministra dicha
información con la técnica pregunta-respuesta, sino al texto final resultante de poner por
escrito dicho acto. Tampoco se refiere al acto en el que el periodista hace preguntas a
alguien, como las ruedas de prensa. Para poder hablar de entrevista como género
debe
haber un acuerdo previo entre el entrevistador y el entrevistado para que exista un
encuentro formal en el que, si fuese necesario, las preguntas estarían previamente marcadas.
Los orígenes de la entrevista como “diálogo periodístico” no están muy claros. Al-
gunos analistas los sitúan a finales del siglo XVIII, cuando se utiliza el periódico como
vía para exponer conversaciones de interlocutores imaginarios con ideas antagónicas
sobre cuestiones de actualidad. El periódico limeño El Peruano introdujo este tipo de
conversación entre el editor y un interlocutor bajo el epígrafe de “El Invisible”, y la
transcribía identificando a cada uno de ellos con su inicial del modo en que se hace en
la actualidad188. Esta técnica del diálogo evolucionaría hasta llegar a la entrevista perio-
dística entendida como la transcripción textual de un diálogo entre el periodista y un
personaje real para dársela a conocer al lector.

La invención de esta interview suele adjudicarse a los periodistas norteamericanos


pero no existe un acuerdo general. Algunos historiadores consideran que la primera en-
trevista fue de James Gordon Bennett, director del New York Herald, cuando en 1836
recogía el testimonio (mediante la transcripción de diálogos siguiendo la técnica de los
tribunales de pregunta-respuesta) de una mujer con motivo de un asesinato producido
en la casa donde trabajaba. Otros sostienen que fue el Tribune de Nueva York el que
publicó en 1859 la primera entrevista (transcribiendo las respuestas textuales) a una per-
sonalidad, el fundador de los mormones Briham Young.
Será a partir de los años 1920 y 1930 cuando se entienda la entrevista en su acep-
ción actual de género periodístico dialogado, aunque este vocablo seguirá conviviendo
con otros traducidos directamente del inglés como interviú. La entrevista adquirió así una
gran notoriedad en los Estados Unidos pero tardaría en ser considerada un género pe-
riodístico.

El pionero en hacer una primera y rudimentaria clasificación de géneros periodísti-


cos en España, el citado Manuel Graña, no sólo no la mencionaba como género en su
manual de 1930 sino que la concebía como un tipo de información que situaba junto a
modalidades temáticas como sociedad, deportes, política y sucesos. Incluía dentro de
la que denominaba interviú a la entrevista propiamente dicha, pero también conferencias
y discursos, relatos de asambleas, banquetes, tribunales e informes escritos porque “el
fondo de esta información se reduce a las manifestaciones, hechas en privado o en pú-
blico, oralmente o por escrito, por uno o varios individuos”189.
Es obvio que su idea de la entrevista distaba bastante de la actual, ya que para él
se trataba de la obtención de declaraciones de valor informativo hechas por una persona,
independientemente de si era intención del reportero centrar el protagonismo en quien
hacía las declaraciones. Por este motivo hacía dos indicaciones al lector: en las interviús
no suelen aparecer las preguntas formuladas por el reportero y la técnica más adecuada
para redactar lo obtenido de ellas es el uso de las citas, tanto directas como indirectas.
Pero no olvidaba el tipo de entrevista al que hoy estamos más acostumbrados y expli-
caba posteriormente que la conversación del entrevistador “puede a veces tener lugar
con individuos cuyo tipo, historia, carácter, etc., se preste a un tratamiento literario
(...). El interés humano y el elemento personal son en este caso el verdadero material o
contenido de la interviú”190.
Algunos años más tarde, Emil Dovifat haría alguna alusión a la entrevista pero tam-
poco la incluía en su división de géneros, lo que hace pensar que la consideraba un sub-
género dentro de la noticia o el reportaje. Aun así, su visión de ella se asimilaba mucho
al concepto actual, como se desprende de sus palabras:
“La entrevista, o sea, la conversación periodística con personalidades
bien informadas y dignas de interés, para dar una información directa, se
practica con frecuencia (...). El entrevistador no solamente ha de ser muy
hábil para obtener la información del entrevistado (entrevistas oficiosas
de preguntas y respuestas, cuestionario), sino que también ha de destacar
la personalidad y la atmósfera de la conversación”191.

También Gonzalo Martín Vivaldi equiparaba la entrevista a la información y al re-


portaje aunque otorgándole unas características propias y, lo que era más novedoso, cla-
sificándola de esta manera: la entrevista informativa o de noticia o, lo que es lo mismo,
la entrevista como fuente de información en la que interesan las opiniones del entrevis-
tado, de quien sólo se da el nombre y su cargo profesional; y la entrevista- retrato o de
personaje, que es más psicológica y trata de revelar quién es y cómo es una persona de-
terminada192.

La primera se equipara al modo de entender este género que tenían los estudio-
sos hasta ese momento. Apenas cuatro años más tarde, Vivaldi modernizaba su visión de
este género y decía de él, refiriéndose a la entrevista psicológica o de carácter, que se
trataba de “uno de los tipos de reportaje más cultivados en el Periodismo mo-
derno”193.
En América Latina suele otorgarse a la entrevista el rango de género indepen-
diente del reportaje. Juan Gargurevich la definía como la “transcripción textual de un
diálogo entre un periodista y un personaje real con el objetivo de dar a conocer las res-
puesta de éste al lector” 194. Contrariamente a autores anteriores, no creía que la técni-
ca de obtención de información mediante preguntas fuera una entrevista propiamente
dicha, sino una parte del trabajo del periodista que recaba datos para poder escribir una
nota informativa. Pero paradójicamente, al configurar una tipología, añadía
a la de personalidad la de actualidad, “una manera de obtener información de
actualidad muy reciente a través de conferencias de prensa, encuestas, declaraciones de tes-
timonios, etc”.
Algunos autores creen que la entrevista tiene la entidad suficiente para otorgarle el
rango de género independiente, incluso hay quien la ve como un género genuinamente
informativo que se sitúa al mismo nivel que la información, bien por entender que es un
género pretendidamente imparcial y sin interpretación explícita (Julio del Río)195,
bien por considerar que, como la información, está obligada a responder a las
clásicas seis Ws (Antonio López Hidalgo)196. Pero parecen olvidar que la imparcialidad
informativa se pierde en el momento en que el periodista decide qué preguntas va a
hacer o cuálesva a omitir.
Por el contrario, equiparar la entrevista al reportaje como hace Ana Atorresi197 se-
ría admitir que no existe otro tipo de reportaje aparte de la entrevista. Por eso me pa-
rece más oportuno considerarla un subgénero del reportaje, más o menos interpretati-
va dependiendo de la modalidad, porque las funciones que cumple son las mismas y,
como decía Azorín, “toda entrevista puede ser reportaje y en todo reportaje hay entre-
vista”198. Gabriel García Márquez escribe sobre este género unas palabras muy significa-
tivas a la vez que bellas, dignas de ser transcritas:
(...) he omitido a conciencia la entrevista como género, porque siempre la
he tenido aparte, como esos floreros de las abuelas que cuestan una fortu-
na y son el lujo de la casa, pero nunca se sabe dónde ponerlos. Sin em-
bargo, es imposible no reconocer que la entrevista –no como género sino
como método- es el hada madrina de la cual se nutren todos. Pero no me
parece un género en sí misma, como no me parece tampoco que lo sea
el guión en relación con el cine199.

En definitiva, y en pocas palabras, la entrevista es un relato, publicado en el perió-


dico, del diálogo sostenido entre dos o más personas, una de las cuales, asumiendo el
rol de entrevistadora, es su autora200. Estos son los rasgos generales que la caracteri-
zan:
- La entrevista contiene un cierto grado de interpretación e implicación del periodista
(más en el caso de la entrevista literaria) mayor que la información porque, incluso la
más directa, no parte de unos hechos ajenos que han ocurrido, sino que es el autor
quien decide a quién entrevistar y las preguntas que le va a hacer. De hecho, algunos
piensan que la elección de las preguntas puede incluso condicionar las respuestas y el
tono general de la entrevista. La profesora Montserrat Quesada resuelve esta cuestión
con suma precisión:
“El paso de la conversación a la página impresa necesariamente es una
manipulación lingüística que, en modo alguno, puede desvirtuar ni el
contenido de las declaraciones, ni el sentido profundo de las mismas, ni la
intencionalidad con la que se hicieron, ni el ambiente dialéctico en el que
se produjeron.

La reproducción de las palabras del entrevistado debe hacerse de manera


que, respetando la exactitud semántica de cuanto haya querido decir, no
quede constancia por escrito de expresiones y vocablos incorrectos que
frecuentemente todos deslizamos en nuestra conversación. (...) El buen
entrevistador debe saber encontrar ese término medio que hace que el
texto final sea gramaticalmente correcto, al tiempo que resulta escrupulo-
samente fiel al contenido real de la entrevista mantenida”201.

- El autor de la entrevista debe saber lo que se desea obtener antes de realizarla, lo que
requiere una recopilación previa de documentación sobre el entrevistado y la prepara-
ción las preguntas en función de la documentación obtenida.
- En el transcurso de la entrevista, las preguntas deben ser lo más concretas y directas
posible.
- El entrevistador debe ser capaz de crear un buen ambiente pero no hablar demasiado
para obtener la mayor información posible del protagonista.
- También debe tener la capacidad para ver, observar, escuchar, improvisar y percibir
todo aquello que uno expresa sin palabras, con gestos, movimientos, tono, etc. Es lo que
suele denominarse información subliminal202.
- El objetivo último que persigue es hacer que el lector se sienta casi testigo de la con-
versación.
En cuanto a las modalidades, tomando como base la clasificación de dos grandes
tipologías propuesta por Quesada, propongo ésta:
1.Entrevista informativa (fig. 7): también denominada entrevista objetiva, recoge las de-
claraciones que hacen sobre un hecho de actualidad personas implicadas, o bien per-
sonajes conocidos de quienes se trata de obtener ideas sobre su actividad profesio-
nal, social, política o artística, no sobre aspectos de su vida íntima, porque interesa el
personaje como experto en una materia. El periodista se limita a transcribir la conver-
sación mediante el sistema de pregunta y respuesta, sin comentarios ni interpretacio-
nes. Es el tipo más abundante en la prensa española, de hecho es muy criticado el su-
puesto abuso de esta modalidad por considerar que cede el protagonismo a las
fuentes hasta el punto de que son ellas quienes marcan las agendasde los medios203.
Un subtipo de esta modalidad es la conversación objetiva, que consiste en trans-
cribir una conversación previamente grabada que ha tenido lugar entre dos personajes
sobre una misma cuestión a quienes se deja hablar libremente sin intervenciones por
parte del periodista. Éste firma el texto pero su papel se reduce a escribir una en-
tradilla en la que se introduce brevemente a los personajes y a resumir la trascripción de
la conversación enlazando los fragmentos204.
2.Entrevista literaria o de creación (fig. 8): también recibe el nombre de entrevista
perfil y el periodista Álex Grijelmo la describe como una “información-interpretación
en la que trasladamos las ideas de un personaje informativo tamizadas por la propia vi-
sión del periodista”205.
3.Da a conocer la personalidad del entrevistado mediante un lenguaje más literario y
mayor libertad formal. No recurre a la pregunta-respuesta sino que se reproducen las
declaraciones del entrevistado entrecomilladas y alternadas con descripciones y expli-
caciones sobre el personaje, su vida y su actitud durante mientras es entrevistado. Es
más atemporal, aunque se habla de oportunidad periodística206 cuando se hace coin-
cidir su publicación con un acontecimiento que tenga alguna relación con el personaje
entrevistado. Suele ubicarse sobre todo en suplementos o páginas culturales.

3.3. La crónica
La crónica periodística es uno de los géneros más difíciles de definir porque comparte
facetas de otros géneros y su significado varía sustancialmente de un país a otro. La pa-
labra deriva de la voz griega cronos, que significa tiempo, de ahí que siempre se haya
asociado al relato de hechos siguiendo un orden temporal. Suele citarse la obra de Julio
César De bello gallico sobre la guerra de las Galias, escrita entre los años 58 a.C. y 49
a.C., como una de las primeras crónicas que se conservan, aunque consta que antes
de esa fecha Alejandro Magno ya se hacía acompañar por sus propios cronistas para que
registraran minuciosamente sus conquistas.
Siglos más tarde llegarían a América tras la conquista los autores de las que denomina-
rían crónicas o “relaciones en las que se trataba de hechos reales, sucesos ocurridos
durante un lapso determinado, historias contadas ‘de principio a fin’ y con una caracterís-
tica fundamental: se refieren a sucesos verdaderos”207. En España, la mayoría de los es-
tudiosos sitúan sus orígenes en las crónicas de Indias, unos relatos de carácter histórico
escritos por los colonizadores españoles que narraban las experiencias vividas durante
los viajes en los primeros añosde conquista y colonización de los territorios americanos.
La aparición de la crónica como género periodístico sucede cuando empiezan a
editarse periódicos con una cierta periodicidad. El antiguo cronista adapta su forma de
trabajar al nuevo medio y se convierte en periodista, escribiendo sus textos conforme
una manera más sistematizada de narrar los sucesos ante la necesidad de ofrecer infor-
maciones más elaboradas sobre hechos políticos, sociales o económicos. En América
Latina fue un género muy cultivado e influido por la literatura hasta la irrupción del
periodismo informativo procedente de los Estados Unidos, mientras que en España se
mantuvo más firme la tradición cronista.
En el periodismo latino la palabra crónica sirvió durante años para designar cual-
quier tipo de noticia, probablemente por influencia del género literario del mismo nom-
bre, al igual que se llamaba cronistas a los que hoy serían periodistas. La escuela anglo-
sajona, por el contrario, no cuenta con un vocablo para referirse a este tipo de texto
dado que apenas hace distinciones de géneros. En algún momento se han querido ver
paralelismos con las interpretative stories o con las feature stories, pero a mi entender
éstas se asemejan más a ciertos tipos de reportaje propios del periodismo español.

En el primer manual de periodismo en español encontramos una alusión a la cró-


nica: “Lo que distingue la verdadera crónica de la información es precisamente el ele-
mento personal que se advierte (...), porque el escritor comenta, amplía y ordena los he-
chos a su manera”. Pero admitía que “tiene una significación tan vaga y genérica en el
periodismo que no es posible fijar sus límites”.

Prueba de esta imprecisión es que en años posteriores se sucedieron posturas


muy diversas con respecto a su ubicación dentro de la tipología de géneros: dentro de
los géneros informativos para el peruano Juan Gargurevich208 y la mexicana María Julia
Sierra209, dentro de los interpretativos para Martín Vivaldi210 y dentro de los de opinión
para el brasileño Luiz Beltrao211.
Pese a estas diferencias de criterio, Manuel Graña, en un intento de precisar este
género con la mayor exactitud posible, señaló las características que a su modo ver la
distinguían del resto mostrándonos que su concepción no ha variado mucho en casi
ochenta años, a saber212:
- Todo lo que sea simple información, es decir, relato impersonal hecho por el repor-
tero, casi siempre anónimo, debe quedar excluido de esta categoría.
- Lo que distingue verdaderamente a la crónica de la información es precisamente el
elemento personal que se advierte, ya porque va firmada generalmente, ya porque el
escritor comenta, amplía y ordena los hechos a su manera, ya porque, aunque la cró-
nica sea informativa, suele poner en ella un cierto estilo propio.

- En contraste con otro tipo de textos más especializados, la crónica periodística es li-
gera, adornada con galas literarias pero sin tecnicismos intraducibles; breve y ordena-
da, como corresponde al espacio del periódico y al hombre de cultura media que lo
lee.
- Aunque Graña distingue la crónica puramente informativa en la que predomina el ele-
mento noticia, de otra más literaria, entiende que la crónica periodística más perfecta
es aquella que condensa en síntesis artística el elemento informativo y el más literario o
interpretativo213.
- Contiene, o debe contener, las respuestas a las consabidas preguntas ¿qué?,
¿quién?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿por qué? y ¿cómo?, pero se les da un carácter más retó-
rico, se cuenta con más libertad estilística y un vocabulario más rico que la infor-
mación, y más espacio que ésta, sin olvidar nunca que debe ser comprensible para el
lectormedio.
- La crónica admite una gran variedad de fondo y de forma, por lo que se podrían enu-
merar muchas subespecies como la doctrinal, artística, literaria propiamente dicha,
biográfica, personal, descriptiva, utilitaria, amena, etc.
También Emil Dovifat se refirió a ella años más tarde, sin entrar en mucho detalle,
como un tipo de reportaje en el que el periodista escribe sobre cierto tipo de hechos de
forma reiterada. Sería a partir de la clasificación de Martín Vivaldi cuando se la empeza-
ría a considerar de forma más generalizada un género interpretativo por ese toque
personal que el cronista da a sus relatos de hechos al valorarlos. Vivaldi hizo la primera
definición precisa refiriéndose a ella como “en esencia, una información interpretativa y
valorativa de hechos noticiosos, actuales o actualizados, donde se narra algo al pro-
pio tiempo que se juzga lo narrado”214. Estas eran las características que leatribuía:
- Estilo personal pero sin desvirtuar los hechos ni deformar la realidad.
- Libertad de recursos estilísticos: comparación, metáfora, ironía, anécdota, pero
siempre con claridad comunicativa y concisión.
- Forma narrativo-informativa, sin preocuparse por la pirámide invertida.
- El sujeto-protagonista son los hechos noticiosos, más el cronista como intérprete
delos mismos: importan tanto el qué como por qué, el cómo y el para qué.
- El tema es la noticia radiografiada: no sólo la anatomía del suceso sino también su psi-
cología215.
En su clasificación, Vivaldi prescindía de las tipologías de algunos autores de su
época que contemplaban variedades como las crónicas deportivas, de sucesos, parla-
mentarias, de espectáculos, locales, del extranjero, de guerra, de viajes, etc. Se limitaba a
distinguir entre:
- Crónica propiamente dicha: basada en la gran noticia.
- Croniquilla: le daba este nombre porque se refería a lo pequeño, cotidiano y aparen-
temente intrascendente, lo que algunos autores llamaban folletín216.

Estas modalidades tenían para él los subtipos de columna y suelto o glosa, nin-
guno de los cuales guarda hoy relación con la crónica, como puede verse en la clasifica-
ción que propongo. Por su parte, desde México Guillermina Baena propone

hasta ocho variedades elaboradas con un criterio temático: noticiosa, parlamentaria, de-
portiva, de sociales, local, de nota roja, cultural y literaria217.
En los países de América Latina, la crónica fue adquiriendo otros matices y hoy se
equipara al reportaje en unos países, mientras que en otros se refiere a la columna lite-
raria. Otra definición procedente de Colombia asegura que es el género de mayor anti-
güedad en Latinoamérica: “Su aparición tiene como soporte la literatura; sobre todo las
situaciones contadas como relatos y apoyadas en el despliegue de fantasía realizada
por los escritores que referían hechos de ficción, y donde el paisaje y las historias consti-
tuían la base de la obra escrita”218.
En Cuba lo llaman también artículo de fondo. De hecho, las crónicas que se escri-
bían en España a principios del siglo XX eran prácticamente artículos y a menudo se utili-
zaban indistintamente ambas palabras. En Francia suele denominarse crónica al artículo
periodístico que comenta un hecho de actualidad o una idea.
En nuestros días, lo que el periodismo español entiende por crónica es, de manera
muy sintética, “la narración temporal de un acontecimiento”219. Manuel Bernal lo ex-
plica con más detalle: “Es una información de hechos noticiosos, ocurridos en un período
de tiempo, por un cronista que los ha vivido como testigo, investigador e, incluso, co-
mo protagonista y que, al mismo tiempo que los narra, los analiza, e interpreta, me-
diante una explicación personal”220.
Estos son los rasgos que la caracterizan:
- Contiene ciertos elementos de la información porque siempre tiene una base informa-
tiva, unos hechos noticiosos que dan pie a escribir una crónica sobre lo sucedido (de
hecho las del extranjero suelen titularse como noticias); y también del
reportaje interpretativo porque profundiza y analiza, está firmada y escrita con un es-
tilo personal y creativo pero no recargado, aunque la implicación del autor es aún ma-
yor al participar como testimonio directo de unos hechos que valora en base a lo visto
y a unos conocimientos; pero su función principal no es opinar sino informar sobre
algo interpretándolo según sus impresiones.
- Al contrario que el carácter ocasional de otros géneros, implica una cierta continuidad
por parte de la persona que escribe, que además narra siempre lo ocurrido entre dos
momentos (el principio y el fin de unos hechos) o dos fechas.
- El cronista es un especialista, bien en el tema que aborda en el caso de la crónica te-
mática, bien en la zona que cubre en el caso de la crónica del corresponsal.
- Suele tener una extensión considerable.
- Estructuralmente, suele iniciarse con un planteamiento de lo ocurrido, seguido de la in-
terpretación de los hechos (su explicación, análisis y valoración) o varios posicionamien-
tos posibles al respecto y, finalmente, una conclusión (a modo de consejo o exhorta-
ción) que sintetice el resultado de lo analizado.
Dos son los tipos de crónica que pueden diferenciarse:

1.Crónica local (12): su autor suele ser un periodista desplazado de manera permanente
o temporal como los corresponsales conocedores de la actualidad informativa de otras
ciudades o países221, o los enviados especiales que cubren determinados aconteci-
mientos puntuales como conflictos bélicos, cumbres, procesos judiciales, debates par-
lamentarios o grandes acontecimientos deportivos. Hoy la mayoría de las crónicas pro-
cedentes del extranjero que se publican en los diarios españoles son más informativas
que interpretativas, ya que los corresponsales suelen limitarse a informar objetiva-
mente de lo que ocurre sin entrar en valoraciones que requerirían un cono-
cimiento mucho más profundo y, en consecuencia, mucho más tiempo para elaborar-
las.
2.Crónica temática (Fig. 13): no debe confundirse con la crítica del especialista, que es
un género de opinión en el que el autor emite un juicio sobre algo ya sucedido. En es-
te caso, la propia crónica informa sobre el hecho a la vez que lo valora. El autor suele
ser un periodista especializado en cubrir informativamente determinados hechos rela-
cionados con el deporte, la tauromaquia, eventos de sociedad o cultura. Los presencia
de principio a fin y eso le permite narrarlos y hacer llegar al lector sus impresiones de
lo que ha presenciado.
3.4. Los géneros de opinión
Comentar es una actividad complementaria a la de redactar para informar sobre la actua-
lidad. Es decir, los textos de opinión que se publican en la prensa contienen opiniones
acerca de los hechos de actualidad que hemos conocido a través del resto del periódico.
Ese carácter de complementariedad podría hacernos pensar que el comentarista
desempeña un rol secundario con respecto al informador. Pero esto no es así, incluso es
lo contrario para autores como Héctor Borrat, quien hace estas afirmaciones al respec-
to:
“Si el comentarista cubre menos temas de actualidad política que el na-
rrador es porque su propia actuación confiere un mayor rango a los temas
cubiertos: produce un efecto de halo. Las decisiones de exclusión, inclu-
sión y jerarquización de los temas de la actualidad política que hace el na-
rrador ofrecen al comentarista un primer repertorio de temas posibles,
sobre el cual habrá de decidir sus propias exclusiones, inclusiones y jerar-
quizaciones. Comentar un tema es conferirle, ya, un rango más elevado
que el de aquellos temas que sólo son narrados. Dedicarle un editorial es
asignarle el más alto rango”222.

La edición más reciente del Diccionario de la Lengua Española editado por la


Real Academia Española en 2006, dice del artículo que es “cada uno de los escritos
de mayor extensión que se insertan en los periódicos u otras publicaciones análogas”.
Esta definición ha sido criticada desde hace tiempo por no estar ajustada a la realidad,
ya queel artículo es un tipo de texto concreto (un subgénero de opinión) que se carac-
teriza porser opinativo, en contraste con el resto de textos que informan, interpretan o
entretienen. Quizás como consecuencia de este error, las personas ajenas a mundo
del periodismo yen ocasiones hasta los propios periodistas, hablan de artículos para alu-
dir a todos los escritos que integran los diarios. Este error está tan extendido en España
que algunos especifican que están hablando de artículos de opinión para evitar posibles
confusiones con los textos informativos. También para referirnos a cualquier texto de
opinión en general solemos decir que se trata de un artículo, cuando en realidad sería
más correcto hablar de comentario o texto de opinión porque, como veremos des-
pués, el primero esun subgénero de opinión.
La primera definición conocida del artículo entendido como género de opinión nos
llega a comienzos de los 1960 de la mano de Jacques Kayser, para quien “los artículos
son textos redactados que comentan informaciones, exponen ideas, discuten los asuntos
más diversos”223. No establecía una tipología pero su definición marcó el inicio de una
larga trayectoria marcada por las contribuciones de diversos estudiosos que elaboraron
diferentes clasificaciones dependiendo de la época y el país en que se encuentren y, ob-
viamente, sus propias visiones personales. Las tipologías de artículos de opinión que
existen hoy son muy variadas y la que sugiero aquí no pretende ser definitiva, pero sí al
menos esclarecedora.

Una característica común a todos los periódicos es que cuentan con una sección
dedicada a la opinión cuyo tamaño depende de la publicación. Cuando se da la circuns-
tancia de que se publica un texto de opinión en las páginas destinadas a la información,
suele diferenciarse del resto colocándolo dentro de un recuadro o con un tipo de le-
tra distinto, lo cual indica la intención (y el deber) de hacer saber al lector que está ante
un texto con una finalidad distinta al resto.
Y si en algo coinciden todos los textos opinativos es que sus autores, para llevar al
lector un paso más allá de la información, hacerle reflexionar y lograr convencerle de
algo, tiene el deber de basar sus opiniones en datos correctos y exentos de manipula-
ción.

Para llevar esta tarea a buen término se requiere un profundo conocimiento de la ac-
tualidad y un buen dominio del lenguaje, es decir, lo que Vivaldi describió de esta mane-
ra a comienzos de los 1970: “escribir bien significa saber de lo que se escribe y, al propio
tiempo, ser un artífice, un virtuoso del lenguaje”224.

El editorial
Con frecuencia se habla de la función editorializante o emisora de opinión del periódi-
co en referencia a las páginas que dedica a los textos de opinión y de los editorialistas
para aludir a los autores de dichos textos. Si bien esto no es incorrecto, en realidad la pa-
labra editorial se restringe a algo mucho más concreto, que es el género comúnmente
denominado de esa manera.
La idea más extendida es que el editorial actual procede del periodismo del siglo
XVIII, cuando la burguesía francesa extendía su opinión con gran maestría por práctica-
mente todas las páginas de los periódicos. Con el tiempo fue restringiéndose la opinión
hasta llegar a ocupar una sola página, al menos en teoría. Esta práctica se extendió a
los Estados Unidos, donde se empezó a denominar a ese espacio “página editorial” para
distinguirlo del resto que contenía noticias, un esquema que pronto sería adoptado por
otros países donde “existían principios de ética que anunciaban que el diario debía
tener un lugar para las noticias y otro para las opiniones”225. Así se convirtió el edito-
rial en un espacio destacado cuyos contenidos, dependiendo de la garra con que se es-
cribiesen, podían llegar incluso a cambiar el transcurso de los acontecimientos políticos
de un país.
El manual primer manual de periodismo en español también hablaba del editorial
sin distinguir una tipología de géneros de opinión, pero sí establecía una clasificación de
editoriales en función del grado de intencionalidad de quien los escribía. Y aunque ad-
mitía que en la práctica se mezclaban y combinaban en diferentes proporciones, consi-
deraba que contar con una tipología era esencial para la didáctica del periodismo. Dife-
renciaba entre el editorial informativo en el que el articulista pretendía informar y cuyo
contenido eran hechos escuetos y precisos; editorial interpretativo, en el que a los he-
chos se agregaban causas, posibles efectos o consecuencias, otros hechos relaciona-
dos, ideas o conclusiones que el periodista deducía de ellos, mediante la discusión y la
argumentación; persuasivo, que añadiría la necesidad de convencer, inculcar en el áni-
mo del lector dicha interpretación, usando una mayor habilidad dialéctica y un mayor
conocimiento del problema y del público; incitativo, cuyo fin es inducir a la acción, para
lo que se requería una hábil suma de los anteriores; y un último tipo, el estético o cómi-
co, bastante inusual, en el que el articulista se proponía entretener mediante el uso del
ingenio, el humor o la imaginación226.
Por lo demás, la descripción que se hacía hace casi ochenta años del artículo edito-
rial difería tan poco del concepto actual que coincidía por completo en los aspectos hoy
considerados fundamentales de este género, que son éstos:
- El objeto del editorial es, sobre todo, interpretar o comentar las noticias pero sin
prescindir de los elementos informativos, que dan pie a la opinión.
- Generalmente no se firma.
- No es el autor quien opina, afirma o niega, acusa o ensalza, sino el conjunto del perió-
dico como empresa o institución, que se arroga también la representación unánime
de su público.
- Quien lo escribe pierde en personalidad al someter su criterio personal al de la em-
presa, pero gana en autoridad por la influencia que tiene en la sociedad la opinión del
periódico como institución.
Y con respecto al estilo,
- El propósito del artículo editorial debe ser evidente y bien definido.
- Al articulista se le pide narración ordenada o exposición lógica, mucha información,
mucha memoria, mucha dialéctica y poca emotividad agresiva.
- En muy contadas ocasiones se apela en los editoriales a la grandilocuencia y, por el
contrario, la elocución debe ser sencilla y sin pretensiones de arte literario o purismo
exagerado227.
No menos importantes son las similitudes con los editoriales actuales en lo que
respecta a las aptitudes que se apuntaban como fundamentales en todo articulista que
se preciase:
“(...) es menester documentarse con toda seriedad para que el artículo
produzca el efecto deseado. La amplitud de la información, y una com-
prensión más profunda de los acontecimientos, imponen el estudio de sus
relaciones con la sociología, con la estadística, la historia, la economía, la
religión, el derecho en todas sus ramas, y hasta con ciencias ajenas, al pa-
recer, a la actividad periodística. El público exige, aún en los editoriales,
más información que comentario; sólo acepta éste cuando constituye más
bien una exposición de relaciones con otros hechos asociados”228.

Tampoco se alejaba de las ideas defendidas hoy en los manuales de periodismo


cuando decía que lo que dirige la opinión de los lectores del periódico no es el edito-
rial en sí sino el conjunto de las noticias publicadas. Lo que haría el editorial sería dar “un
sentido” a los hechos, que en este caso se exponen con el propósito más o menos mani-
fiesto de llevar al lector a una convicción229.
Con respecto a la estructura, las indicaciones del manual de 1930 hacen pen-
sar que la didáctica de este género tampoco ha variado sustancialmente. Hablaba de la
libertad del articulista para estructurar el texto del modo que fuese considerado más
conveniente en función del fin que pretendiese alcanzar, siempre que hubiese “lógica,
interés y emoción” y que el estilo fuera claro, sencillo y comprensible para el lector me-
dio, y que hubiera el mayor número de hechos e ideas en el menor espacio posible. Pe-
ro recalcaba la importancia del primer párrafo porque en él “se determinarán la posi-
ción del escritor, el tono del artículo, su carácter editorial, el interés del asunto, la tesis o
conclusión, el hecho fundamental, etc.”. Igualmente importante era el párrafo final
“puesto que la última impresión es la que queda (...), es preciso que sea tal que se im-
ponga por cualquier razón que perdure en el espíritu del lector como resumen, conclu-
sión o propósito de lo dicho”230.

Tres décadas más tarde, Emil Dovifat apenas avanzaría con respeto a lo aportado
por el primer manual, tan sólo señalaba datos ya conocidos como que el editorial es
el más representativo del periódico, no se firma y representa la voz del periódico como
un todo y refleja directamente el acontecimiento sin divagaciones.
O que el mejor editorialista es “aquel que trata un acontecimiento señalado de
forma que obre a la vez eficazmente en interesar al lector y en dirigir su opinión”231. Qui-
zás su mayor contribución haya sido su clasificación del editorial, que combinada con
las aportaciones que haría Gonzalo Martín Vivaldi posteriormente232, nos llevan a una cla-
sificación muy próxima a las que establecen los manuales actuales. Distinguían estas mo-
dalidades:
- El editorial de lucha, que ataca, sugestiona, es de acción y suele ser político. Sería el
denominado inductivo, que pretende inducir a la acción, mover la voluntad de los lec-
tores.
- El editorial que toma posición y la fundamenta para tratar de convencer. Es el convin-
cente, en el que se intenta llevar a los lectores hacia la verdad mediante la dialéctica.
- El editorial aclaratorio e instructivo, que explica e ilustra relaciones complicadas. Se tar-
ta del interpretativo, en el que a los hechos se añaden elementos relacionados con
ellos para lograr la comprensión por parte del lector.
- El informativo, cuya esencia son los hechos escuetos y precisos, expuestos en una
forma narrativo-expositiva.
- El retrospectivo, que cuenta lo ya sucedido con un mordaz “ya lo decía yo”.
- El que mira al porvenir y trata de convencer de lo que traerá el futuro.
- El especulativo, que se extiende en consideraciones y tiene un tono más informal.

Jacques Kayser hizo grandes contribuciones que darían pie a una clasificación
completa de los géneros periodísticos, aunque cuando hablaba de los editoriales no
hacía sino corroborar lo que ya habían determinado otros estudiosos años atrás al ase-
gurar que “comprometen ostensiblemente la responsabilidad del periódico”233. Por su
parte, Gonzalo Martín Vivaldi se refería al artículo editorial como comentario editorial. Si
la información era para él poner la noticia por escrito, el comentario sería la interpreta-
ción de dicha información234. Pero en ninguna de sus explicaciones daba a entender que
este género sea lo que hoy entendemos por editorial, es decir, una opinión expresada
por el periódico como entidad. Más bien parecía englobar, a mi parecer, todo tipo de
textos de opinión que se publicaban en los periódicos.
Hoy el editorial (fig. 14) es un género que cultivan prácticamente todos los dia-
rios, si bien existen algunos, generalmente tabloides, que prescinden de él porque sus
aspiraciones son más de entretenimiento que de influencia en la opinión de un país. Se
caracteriza por:
- Refleja la postura del periódico respecto a algo.
- Suele escribirlo el director u otra persona con un alto grado de responsabilidad, pe-
ro no se firma, su autoría es el periódico como institución.
- Predomina el uso de un lenguaje sencillo y sus contenidos generalmente son referi-
dos a una noticia o acontecimiento reciente. El resto depende principalmente de la na-
turaleza de la publicación a la que pertenece y el tipo de lectores al que se pretende
llegar.

El suelto
Es el género de opinión más breve de cuantos hay, de ahí que muchos le atribuyan una
dificultad añadida. Originariamente era una aclaración de apenas unas líneas escritas
en el margen que precisaba algún punto confuso de una obra filosófica. Posteriormente,
a mediados del siglo XX, aparecen referencias a él en Alemania, donde algunos perió-
dicos sustituían los editoriales por varias glosas.
Se consideraba una forma periodística de lenguaje enérgico, contundente y de for-
mas menos elegantes, utilizada sobre todo para lanzar ataques aunque a veces también
para esclarecer brevemente una cuestión política, aportar una observación al respecto o
mostrar su importancia235.
Evelio Tellería habla de glosa para referirse a “un comentario, interpretación o ex-
plicación que se hace a un texto”, mientras que el suelto sería para él lo que nosotros
consideramos un breve, es decir, una “información breve de asunto sin gran impor-
tancia, que se inserta en cualquier rincón de página interior de un periódico, con un tí-
tulo sin gran despliegue, algo así como una cuña o noticia corta”236.
Por su parte, Martín Vivaldi sitúa el suelto dentro del subtipo de la crónica denomi-
nado croniquilla porque “es la breve glosa de un hecho, de un suceso, de una idea, de
una pequeña noticia” 237. Sorprende que añada que “se diferencia de la simple ‘nota’
porque, no sólo informa, sino que juzga y valora (...)”238. Parece que concebía el suelto
como un texto breve en el que se informaba de algo a la vez que se hacían valoraciones
sobre ello. Hoy la función del suelto queda restringida al comentario breve sobre una no-
ticia que ha sido publicada en otro texto de carácter informativo. En el resto de las carac-
terísticas que le atribuye, Vivaldi sí coincidía con los manuales actuales: la estructura sim-
ple y breve, casi esquemática; el tema referido a un aspecto concreto y delimitado; la in-
tención incisiva, punzante, irónica, humorística; y las cualidades necesarias de su autor:
ingenio, agudeza y cultura239.
En realidad los sueltos vienen a ser una especie de editoriales comprimidos,
aunque con menos pretensiones y por tanto escritos con un lenguaje más sencillo y
ágil,sin firma y que se ubican en las páginas de opinión (fig. 14).

El artículo
Los primeros artículos que se publicaron en España eran los llamados artículos de cos-
tumbres escritos a comienzos del siglo XIX por personajes como Larra o Mesonero Ro-
manos, quienes relataban en tono irónico o satírico escenas de costumbres sociales y po-
líticas. Posteriormente seguirían esta línea escritores como Azorín o Baroja y también fir-
mas conocidas del periodismo español como Julio Camba o Wenceslao Fernández Flo-
res.
Desde el punto de vista teórico, encontramos la primera referencia al artículo fir-
mado en 1950, en el libro Periodismo. Tomo I de Emil Dovifat, bajo la denominación de
artículo de fondo240. Todo indica que se trata prácticamente del mismo género al que
nos referimos hoy porque explica que es un género más extenso que el editorial, con
una estructura más meditada por la necesidad de mantener el interés del lector hasta el
final, una libertad estilística para quien lo escribe y, sobre todo, una labor de convenci-
miento, aunque no concreta si va firmado o no.
Jacques Kayser lo concretó algo más este género, al que denominaba artículo fir-
mado y cuyo máximo exponente sería el artículo principal. Le daba ese nombre porque
va firmado por un colaborador externo que presta su servicio con cierta periodicidad, es
responsable de lo que escribe y recibe por parte del periódico un tratamiento destacado
con respecto a los demás colaboradores241.

Martín Vivaldi aclararía posteriormente que el artículo periodístico representa la


esencia de la opinión en los periódicos y, aunque en ningún momento lo especificaba,
por las últimas palabras de su definición se deduce que se refería al artículo firmado ac-
tual: “Escrito, de muy vario y amplio contenido, de varia y muy diversa forma, en el
que se interpreta, se valora o explica un hecho o una idea actuales, de especial tras-
cendencia, según la convicción del articulista”242.
Vivaldi avanzó mucho con respecto a las referencias que hizo Kayser a este géne-
ro. Destacaba una absoluta libertad estilística del articulista (“el estilo del artículo es el
estilo del articulista”, decía) compatible al mismo tiempo con la necesidad de claridad,
sencillez y concisión del lenguaje, o de un orden dentro de la libertad estructural. Parti-
cularmente interesante es la apreciación que hacía al aclarar que “es un redescubrimien-
to de cosas conocidas”, refiriéndose a que el articulista da una visión de los hechos ya
conocidos que quizás el lector había pasado por alto porque la novedad no siempre sig-
nifica hablar de cosas nuevas sino de ver novedosamente temas ya conocidos.
Actualmente el artículo (fig. 16) sigue definiéndose con las palabras que utilizó Vi-
valdi: “Escrito de muy vario y amplio contenido, de varia y muy diversa forma, en el que
se interpreta, valora o explica un hecho o una idea actuales, de especial trascendencia,
según la convicción del articulista”243. Su número, extensión y tipologías varían de un
periódico a otro, e incluso dentro de un mismo periódico dependiendo de los aconte-
cimientos que se consideren dignos de ser comentados cada día. Sus autores suelen ser
personas que gozan de cierto reconocimiento público (escritores, políticos, sociólogos,
ex-periodistas) y que enriquecen el periódico con sus firmas y sus comentarios sobre
temas de actualidad.
Hasta tal punto son importantes sus aportaciones que no son pocos los lectores
que compran un diario por las firmas de sus artículos. Aunque los diarios suelen pro-
clamar su independencia con respecto a los poderes políticos y económicos, lo cierto es
que estos colaboradores suelen seguir la línea ideológica del diario. Una de las pocas
excepciones es el diario español El Mundo, que, quizás como estrategia empresarial,
cuenta entre sus articulistas con defensores de tendencias muy dispares.
Aparte de los artículos más comunes que acabo de describir, existen otras modali-
dades menos habituales pero que también podrían insertarse dentro de esta denomina-
ción. Estas son las más significativas:
- El op-ed (abreviatura de opposite the editorial page) creado por los diarios norteame-
ricanos244, es una especie de subgénero cuya denominación procede de su originaria
ubicación en la página que se sitúa enfrente de la editorial y cuya función inicial era
ofrecer una opinión distinta a la expresada por el periódico. Hoy se reserva a colum-
nas o artículos firmados por personas supuestamente independientes que discrepan
con la posición tomada por el periódico con respecto a algún hecho de actualidad. Esta
práctica no parece haberse extendido a otros países, aunque algunos incluyen en sus
páginas de opinión dos opiniones enfrentadas sobre un mismo tema, como ocurre en
los periódicos españoles El Mundo y El País los fines de semana, bajo el epígrafe
“Debate” (fig. 17).
- A principios de los años 1960, la clasificación que hacía Jacques Kayser de los géne-
ros periodísticos contemplaba una modalidad de artículo de opinión que denominó
en un principio artículos insertados bajo menciones especiales y posteriormente artícu-
los insertados en secciones especializadas, y cuyo máximo exponente era la tribuna li-
bre245. El nombre se debía, según él, a la intención del periódico de desligarse de la
opinión del autor de estos textos para protegerse de eventuales acusaciones de secta-
rismo. Este género se publicaba con cierta regularidad en algunos diarios, mientras
que en otros se hacía en casos excepcionales como en las
elecciones generales para ofrecer una opinión al respecto supuestamente separada de
la del periódico. Hoy se mantienen en algunas publicaciones aunque en realidad sólo se
diferencian del resto de los artículos firmados en que aparecen destacados en recuadros y
bajo el epígrafe de “tribuna libre” (fig. 18).
- Los despieces (fig. 5) acompañan a las informaciones de cierta extensión mediante un
recuadro o una tipografía diferente para que el lector sepa que se trata de un texto
en el que se opina sobre dicha información. A veces pueden ser notas aclaratorias o
complementarias que no contienen necesariamente opinión.
- El ensayo (fig. 19) podría definirse como la exposición de ideas y conceptos abstractos
desde un enfoque original por parte de su autor246. En el caso de la prensa española,
los más frecuentes son los llamados ensayos doctrinales propios de revistas cultura-
les y especializadas, que son menos profundos cuando se publican en la prensa diaria.
En ellos el autor trata cuestiones ideológicas de diversos ámbitos como el filosófico,
cultural, político, artístico con el fin de “abordar problemas de interpretación de una
determinada realidad social y el análisis de la situación actual de la cultura en el mun-
do”247.

La columna
Originariamente el entrefilet era un espacio situado entre dos columnas del periódico
que a veces quedaba libre y se aprovechaba para insertar alguna opinión de actualidad.
Algunos consideran que su impulsor fue el alemán Hermann Wagener, fundador del pe-
riódico de extrema derecha Kreuzzeitung en el siglo XIX. Este género derivaría en los
que a mediados del siglo pasado se denominaban en Alemania artículos cortos o entrefi-
letes, “artículos condensados, reducidos por ello en su mayor parte a la
exposición de los hechos y un cotejo concluyente”248. Sus equivalentes en los periódicos
norteamericanos eran la columna del día (today column)249, para muchos precursora del
columnismo actual, mientras que en los franceses eran las consideraciones del día, la ma-
yoría sobre cuestiones culturales hechas por escritores conocidos (chroniqueurs) que
atraían a un gran número de lectores250 y que se convertían en colaboradores habitua-
les de los periódicos.
Gonzalo Martín Vivaldi la concebía como un tipo de crónica al considerar que
debía ser interpretativa y valorativa de hechos noticiosos de cualquier índole. Es de-
cir, era una crónica con la peculiaridad de que quien la escribía lo hacía con una perio-
dicidad y solía disponer para ello de un espacio fijo en el periódico. Y aunque podía
tener la forma de un artículo, “un articulista, más o menos habitual, no es un columnis-
ta”251, afirmaba de una manera un tanto confusa.
Juan Gargurevich aportó una definición válida, decía él, para el ejercicio del perio-
dismo en América Latina:
“Columna es un artículo de lugar y periodicidad fijos de publicación, fir-
mado, con título general igualmente habitual a modo de identificación,
que expresa opiniones personales sobre personas o eventos determina-
dos y que sirve también de complemento de información”252.

Sobre el contenido de las columnas, Evelio Tellería hizo una descripción muy pre-
cisa perfectamente equiparable a la de la concepción española de este género:
“El material que se trata en estas columnas juega con el sentido y el estilo
personal que le da el columnista: a veces es un análisis sesudo, meditado,
profundo de una cuestión; otras, es un material satírico, irónico, festivo o
humorístico; otras, es un simple comentario personal basado en informa-
ciones que también se brindan...”253.
y lugar fijos en el periódico, y cuyo autor es un colaborador fijo que opina sobre
asuntos de actualidad imprimiéndoles un carácter personal. Aunque no siempre es así,
suele tener el formato de una columna, en él el tema se trata con un tono más ligero, li-
terario, irónico o informal que el artículo, y su autor es una persona conocida de quien
a menudo interesa más la persona que su opinión. Una posible clasificación de tipos es
esta:
1.Columna de actualidad (fig. 20): aquella en la que el columnista opina sobre cuestio-
nes de la actualidad más inmediata.
2.Columna personal (fig. 21): en la que el autor utiliza un estilo mucho más personal pa-
ra opinar sobre temas más ligeros y no necesariamente vinculados a la actualidad in-
formativa.

La crítica
En sus inicios este género se hizo un hueco en los periódicos como informaciones sobre
libros y posteriormente sobre teatro. Su función no era opinativa, de hecho en 1724 el
periódico francés Le Journal des Savants prohibía que estas críticas emitiesen juicios y
las reducían a “un análisis seco, austero, descriptivo de la obra”254. Pero con el tiempo
cambiaría su sentido y durante años permanecería prácticamente inalterable. En 1950
nos llegaban desde Alemania apreciaciones sobre este género que bien podrían haber
sido hechas en la actualidad:
“Debe tener un contacto estrecho con los acontecimientos, para poder
representarlos no sólo en forma puramente artística, sino también con ca-
lidad de noticia. Con eso queda sometida a la ley de la actualidad a toda
costa. (...) Es ineludible para toda crítica la forma bella de la expresión lite-
raria (...), producto de la capacidad de juicio y el talento objetivos. Sin es-
tas premisas no hay juicio crítico alguno que tenga derecho a la audiencia
pública en el periódico o la revista”255.
En algunos países de América Latina se considera un texto altamente especiali-
zado que no tiene límites de espacio ni tiempo y se distingue de la reseña, un equivalen-
te de lo que en España es la crónica cultural y que Gargurevich define de esta manera:
“(...) es un tipo de artículo periodístico que da cuenta a la vez que valora
un evento de los llamados ‘culturales’, trátese de la aparición de una obra
científica, literaria o del estreno de un espectáculo de cualquier tipo y que
se publica en el diario con intención de orientar”256.

Hoy el periodismo español entiende por crítica (fig. 22) un análisis valorativo de
la producción artística (teatro, música, arte, literatura) propio de la sección cultural del
periódico y escrito por personas con un alto grado de especialización, de ahí que
también reciba el nombre de crítica especializada. Estos son sus rasgos más característi-
cos:
- La función del crítico es apreciar la relación entre el propósito del autor de la obra
y los resultados obtenidos con ella con el fin último de ayudar al lector a entender
laobra y orientarle.
- El autor suele ser un especialista en la materia que debe valorar una obra no desde un
ángulo subjetivo sino de una manera desinteresada y como resultado de un análisis ob-
jetivo, detallado y fundamentado.
- El autor, que antes ha sido espectador o lector de la obra, suele comenzar su crítica in-
formando al lector sobre quién es el autor, qué otras obras ha escrito, compuesto o
realizado y lo que supone su nueva obra dentro de toda su producción anterior. A con-
tinuación pasa a describir la obra y finalmente, en base a sus conocimientos como ex-
perto, emite unas valoraciones razonadas y tratando de ser convincente.

- La crítica es claramente un género de opinión, pero además de juzgar informa en el


sentido de que el público es conocedor de muchas obras gracias al trabajo divulga-
dor de los críticos, que hacen de intermediarios y tienen en sus manos el poder de dar-
las a conocer. Las críticas determinan en gran medida los libros y discos que comprará
el público, y las obras de teatro, conciertos y exposiciones a los que asistirá. No en
vano los artistas suelen afirmar que es mejor ser criticado en los medios que no salir
en ellos.
-
- A este respecto las Mª Jesús Casals y Luisa Santamaría pronuncian unas palabras
muy significativas:
“La crítica realiza como todos sabemos una labor enjuiciativa de primer
orden (...) pero también (...) tiene una función informativa tan poderosa que
puede decirse que aquello que los críticos desdeñan para juzgar llega casi
a no existir. Esa tremenda responsabilidad y poder del crítico hará que a
la vez éste se convierta en el objetivo de todas las críticas, formando así
una especie de espiral sin solución de continuidad”257.

3.5. Elementos complementarios


Si eliminamos de las páginas de un diario todos los textos estrictamente periodísti-
cos nos encontramos con una considerable cantidad de contenidos (textuales o gráfi-
cos) de un alto valor informativo pero que no son géneros periodísticos porque comple-
mentan a otros textos a los que aluden o acompañan. Rafael Yanes Mesa da cuenta de
su importancia en el título de su manual Géneros periodísticos y géneros anexos. Una
propuesta metodológica para el estudios de los textos publicados en prensa, aunque,
como indican sus propias palabras, sólo se refiere a textos y parece olvidar que este
tipo de contenidos se han incrementado en los últimos tiempos gracias a las posibili-
dades que brindan las nuevas tecnologías para crear nuevas formas no textuales de
transmitir información. Por lo tanto denomino elementos complementarios a las cartas
al director,
la información de agenda y los recursos que integran la denominada información grá-
fica, es decir, fotografías, infografía y humor gráfico.

Las cartas al director


Los lectores de un diario tienen derecho (al menos así es en los sistemas democráti-
cos) a expresar en él sus opiniones sobre cualquier tema de interés público y sus impre-
siones sobre hechos u opiniones publicados, al igual que indicar al diario los posibles
errores que haya cometido para que sean rectificados. Para eso tienen la posibilidad de
enviar cartas al director (fig. 23), cuyos únicos requisitos son la identificación del autor y
el respeto a las personas o instituciones a las que puedan referirse. Posteriormente, será
el diario que las recibe quien actúe de filtro y tome la decisión de cuáles se publicarán y
cuáles no.
Suelen ubicarse en las páginas de opinión pero no son un género periodístico pro-
piamente dicho (algunos las llaman textos no periodísticos de opinión) por su autoría ex-
terna a la propia publicación y por su carácter no remunerado, pero merecen la conside-
ración de complementarios porque, como los géneros, son “textos publicados con el
fin de transmitir algún tipo de información u opinión vinculados a hechos de actualidad y
de interés público”, palabras que yo misma utilizo en páginas anteriores. Tampoco de-
bemos olvidar que, como bien señala el profesor Fermín Galindo, “son una de las sec-
ciones más seguidas por muchos lectores y en ellas se tratan asuntos del máximo inte-
rés que, en ocasiones, no son recogidas por el resto de la información diaria. También
sirven para detectar determinados climas de opinión o para conocer la consideración que
un periódico tiene hacia sus lectores”258.
Las cartas al director fueron la primera fórmula que ofreció a los periódicos la posi-
bilidad de interactuar con sus lectores. Hoy la mayoría de los diarios cuentan con
otras técnicas que les permiten conocer las impresiones del público, como la incorpora-
ción de una dirección de correo electrónico al final de las informaciones para quienes
deseen utilizar esa vía para expresar sus opiniones. Algunos textos también se acompa-
ñan de direcciones web que remiten a la versión electrónica del diario, donde el lector
puede acceder a información más detallada o actualizada. Otros diarios incluso han
creado pequeñas secciones destinadas exclusivamente a conocer la opinión del lector,
como “Yo, periodista” del periódico El País (fig. 24).

Información de agenda
La prensa suele recoger textos breves en los que se anuncian actos o convocatorias
del día, y que suelen enmarcarse en secciones especiales a veces denominadas agenda o
servicios, ya que no tienen envergadura suficiente para publicarse como informaciones ti-
tuladas e independientes. Se relacionan preferentemente con las necesidades cotidianas
de las personas: serían la agenda cultural, información sobre el tiempo, lotería, bursátil,
cartelera, de radio y televisión, etc. (fig. 25).

La información gráfica

Fotografías
La información periodística no textual existe prácticamente desde la aparición de la
prensa, se inició con las ilustraciones hechas a mano y se consolidó con la creación de la
fotografía y su incorporación al periodismo como recurso informativo. La primera ilustra-
ción de este tipo es una caricatura aparecida en el semanario belga Nieuwe Tijdingen
fundado en 1605. Este periódico empezó a complementar los textos con dibujos, aún
cuando éstos a menudo eran simples escenas alusivas al contenido del texto. Sería el
británico Weekly Newest el que publicaría en 1638 un grabado de una página completa
para ilustrar la erupción de un volcán, con una concordancia entre elgrabado y la na-
rración del cronista. En los Estados Unidos, fue el diario The New York Mirror el primero
en utilizar ilustraciones como complemento de los textos en 1823, una costumbre
que se generalizaría pocos años después con el advenimiento de la penny press259. Hoy
la aparición de ilustraciones en la prensa se reduce prácticamente a los retratos, repre-
sentaciones gráficas de una o varias personas protagonistas de la información. Están
prácticamente en desuso pero sirven para sustituir a las fotografías en casos como los
procesos judiciales en los que se prohíbe el acceso de cámaras a las salas.
El primer reportaje fotográfico se tomó en 1850, cuando un alemán tuvo la idea de
fotografiar las diferentes fases del montaje de una estatua en Munich. La guerra civil nor-
teamericana supuso una gran oportunidad para que los fotógrafos desarrollaran sus tra-
bajos en la prensa y compitiesen con los artistas dibujantes. Dos décadas después sur-
gieron los primeros grandes reportajes, como los del reportero estadounidense de ori-
gen danés Jacob Augusto Iris, quien “encontró en la fotografía un modo de llamar la
atención sobre las duras condiciones de vida de los inmigrantes en los Estados Uni-
dos”260.
A partir de los años 1930 los fotógrafos eran ya definitivamente profesionales pero
sus principales consumidores no eran los periódicos sino las revistas ilustradas, entre las
que jugó un papel destacado la norteamericana Life creada en 1936. También la agencia
Associated Press iniciaba en esos años sus servicios de fototelegrafía a algunos suscripto-
res. A partir de entonces, las grandes guerras que se sucedieron en todo el mundo fue-
ron las mejores oportunidades para que los fotógrafos de prensa pusieran en práctica sus
conocimientos e hicieran importantes contribuciones al desarrollo de la fotografía como
elemento fundamental en los periódicos.
Desde entonces su desarrollo y diversificación han sido constantes y hoy podemos
asegurar que las fotografías han alcanzado un gran protagonismo en las páginas de los
diarios por su capacidad para transmitir información, interpretación e incluso opinión im-
plícita, además de captar la atención del lector y aportar dinamismo visual. El fotógrafo
(solo o acompañado del reportero) acude al lugar de los hechos, toma un buen número
de fotografías y, posteriormente, selecciona de entre todo el material fotográfico lo más
adecuado para su publicación y redacta el pie de foto que considera más adecuado.

La fotografía escogida puede ampliarse, reducirse o retocarse (incluso manipular-


se, al igual que la información, mediante el fotomontaje) para hacer que exprese con
más eficacia lo que se quiere transmitir.
El alemán Jochen Schlevoigt, estudioso de los que él denomina géneros gráficos,
ahondó en el valor de la fotografía como medio para comunicar información en la
prensa. De sus trabajos extraigo aquí algunas de sus puntualizaciones más significati-
vas261:
- La fotografía periodística es una enunciación gráfica de una determinada realidad, he-
cha con el objetivo de transmitir el contenido de esta enunciación a sus destinatarios,
ejerciendo así influencia en su concepción del mundo exterior.
- Su carácter documental supone un reflejo de la realidad matemáticamente fiel e incon-
dicionalmente exacta.
- Su unidad simultánea supone que todos los elementos que integra la información con-
tenida en ella pueden ser asimilados simultáneamente, a diferencia de una creación
de la comunicación oral o escrita.
- En el periódico, debido a su carácter gráfico, ejerce una influencia especial, actuando
como un imán.
- Es fácilmente comprensible.
- Su facilidad de arraigo en la memoria del destinatario.
- Ejerce una influencia permanente en los conocimientos, las opiniones y las posiciones
asumidas por el destinatario.
Humor gráfico
El humor gráfico es un tipo de ilustración vinculada a la actualidad informativa que,
pese a su carácter aparentemente trivial, puede contener una importante carga informa-
tiva, interpretativa e incluso opinativa. Las formas más habituales que adquiereson estas:
- Las caricaturas conjugan el ingenio y el humor, y existen prácticamente desde el naci-
miento del periodismo aunque están prácticamente en desuso en el periodismo espa-
ñol (fig. 26).
- Las tiras cómicas son dibujos formados por una sucesión de viñetas ordenadas secuen-
cialmente para relatar, casi siempre con ironía o en clave de humor, pequeñas historias
relacionadas con hechos de actualidad. El hecho de que a menudo se utilicen como
mecanismo de denuncia social o crítica política hace que algunos lleguen a considerar-
las géneros de opinión (fig. 27).
- Las viñetas individuales (fig. 28) son ilustraciones que a veces se combinan con un
texto y también suelen aparecer en las páginas de opinión. En España han pasado a
ocupar el lugar de las tiras cómicas, que son poco frecuentes en la prensa actual.

Infografía
La fotografía ha sido considerada durante años el elemento gráfico más significativo del
periódico, pero a él se han ido sumando otros a medida que los avances tecnológi-
cos permitían incorporar otros recursos. Gracias a la aparición de la informática, sus pro-
gramas de diseño y el color, los periodistas conocieron nuevas maneras de trabajar
con la información que manejaban y hoy los periodistas encargados de las infogra-
fías (fig. 29) de un diario, los llamados infógrafos, son auténticos profesionales que ade-
más deben conocer como nadie el hecho al que acompañará la infografía para que ésta
sea informativamente completa.
Mapas que ubican al lector en el lugar de los hechos, gráficos o cuadros estadís-
ticos utilizados para mostrar resultados de encuestas, elecciones o hábitos de consumo,
planos de recorridos de carreras, combates bélicos, procesiones, accidentes, etc. enri-
quecidos con texto y fotografías, constituyen el material infográfico elaborado con orde-
nador tras un proceso de recogida de datos, selección y jerarquización cuyo fin último es
ofrecer información al lector.
El profesor José Manuel de Pablos creó hace ya quince años el concepto de info-
periodismo y la consecuente consideración de la infografía como género. Gracias a ella
-asegura de Pablos- los lectores, “acostumbrados a pasar su vista sobre las páginas
del diario, a veces la posan en titulares, pies de fotos, sumarios, fotografías, algún
anuncio y otros pocos elementos gráficos y de mayor tamaño a la medida de los ele-
mentos tipográficos-textuales de lectura del periódico”262. Ciertamente, esta combina-
ción de lo visual con lo textual ha hecho posible crear nuevas maneras de acercar al
ciudadano la información con una complejidad que va mucho más allá de las simples
ilustraciones que completan una información, llegando incluso a constituir el núcleo prin-
cipal de la información. Pero, al menos por el momento, las infografías nunca se pu-
blican solas sino acompañando a un texto que, por breve que sea, debemos
leer para conocer el hecho principal del que la infografía nos dará más detalles. A
losumo podría hablarse de una interdependencia entre el texto y la infografía.

También podría gustarte