Ramos Gorostiza, El Problema Psicopa y La Feno
Ramos Gorostiza, El Problema Psicopa y La Feno
Ramos Gorostiza, El Problema Psicopa y La Feno
Pablo Ramos-Gorostiza1
Jaime Adán-Manes2
El problema psicopatológico y la
fenomenoloǵa. Lo vivo y lo muerto en
la psiquiatŕa fenomenológica
1
Hospital de La Princesa
2
CSM de Coslada
modo como veńa produciéndose ya desde haća más de un pretendidamente ateórica, como las que existen hoy en d́a,
siglo en saberes como las ciencias f́sicas y naturales. El des- que cree tanto en la realidad de las clases naturales como en
barajuste era grande y la respuesta tanto de Chaslin como de la bondad del lenguaje para captarlas, siempre que este con-
Jaspers se asemejaba, uno desde la tradición de la semioloǵa venientemente expurgado de ambigu edad17. Por otro lado,
francesa y una trayectoria cĺnica propia y acrisolada, el otro considerando la fenomenoloǵa de forma inocua como una
desde una mocedad inquieta, ayuna de experiencia cĺnica y psicoloǵa descriptiva que se limita a levantar inventario de
con preocupaciones filosóficas y las influencias decisivas del contenidos de vivencia subjetivos18, se intenta hacer apre-
kantismo12 y de Weber13. Ambas tradiciones, la francesa y la hensible el fenómeno psicopatológico “por dentro”, en un
alemana, las fundamentales en la historia de la psiquiatŕa, acto de unificación de la diversidad recurriendo a un ele-
se manteńan en el mismo presupuesto compartido a la al- mento formal, tipificador, que pretende asumir la esencia
tura de 1900, a saber: que las enfermedades eran clases na- del objeto una vez que el nexo de sentido se ha obtenido
turales y, tras el trabajo de la escuela de Paŕs y el desarrollo narrativamente y permite acceder a la intención del actor,
de la semioloǵa médica, era posible un lenguaje que hiciera aqú complementándose con los procedimientos descriptivos
transparente la conexión del aparecer de los fenómenos con y anaĺticos de Dilthey19. Adicionalmente, gracias a la em-
aquello que los causaba, es decir, la relación semiótica verti- pat́a, se puede contextualizar la remisión, potencialmente
cal entre signo y lesión, posibilitándose el acceso directo por indefinida, de las notas entre ś y fijar una referencia.
la observación y la correcta denominación, sin teoŕas que lo
distorsionasen. En ninguno de los dos casos significa que se pueda ac-
ceder a la explicación causal de la misma, como sucede en
De cara a hacer patente la diferencia entre la postura la medicina en que a través de la semioloǵa se establece
de Chaslin y de Jaspers, por medio de Ele ments de se miolo- la causa como esencia por medio de los conocimientos ex-
gie et clinique mentales14 y la Allgemeine Psychopatholo- hibidos por las ciencias biomédicas. Pero el presupuesto en
gie15 de 1912 y 1913 respectivamente, nos parece pertinente ambos tampoco impide que esto pueda tener lugar en un
traducir el problema que hemos denominado como desbara- futuro, siempre y cuando la clase natural se vaya cercando
juste a una terminoloǵa semántica que esperamos que haga emṕricamente y haciéndola hablar por medio de un lengua-
más claras las posturas tomadas por ambos, permitiendo je semiológica y descriptivamente cada vez más preciso. En
entender la aportación de la primera recepción de la feno- definitiva, ante la opacidad entre lenguaje y clase natural,
menoloǵa. El estatus semántico de la medicina estaba basa- uno opta por centrarse en el lenguaje en un trabajo de de-
do en una teoŕa descriptiva (de la referencia) que se hab́a puración terminológica, el otro advierte la opacidad prove-
transferido a la semioloǵa psiquiátrica, pero sin poder clau- niente de la subjetividad del paciente, ese inconveniente que
surar la remisión por medio de una causa eficiente, como en impide la coincidencia entre signo y lesión, para la que ahora
medicina haća la anatoḿa patológica o la fisiopatoloǵa, dispone de una psicoloǵa descriptiva y anaĺtica capaz de
dado que las notas descriptivas nunca son las necesarias y aclarar las manifestaciones expresivas y conductuales. Como
suficientes como para posibilitar una individuación satisfac- se puede ver no hay dudas sobre la existencia de la clase
toria, y el acceso al referente requiere introducir variables natural que es la enfermedad mental, ni sobre las posibili-
contextuales, la interrupción de la remisión indefinida entre dades infinitas de estirar el significado de los términos que
notas horizontales o la eliminación de particularidades incó- las sen alan, sea cual sea su enroscamiento o barullo, hasta
modamente at́picas que permitieran encontrar acomodo hacerlo expĺcito.
en una clase previamente determinada. Ante esta situación,
es decir, la imprecisión y ambigu edad del lenguaje psicopa- Estas dos alternativas dirigen inicialmente las distintas
tológico descriptivo para establecer un léxico homologable acepciones en que se toma la tarea de nombrar y de ofrecer
con la semioloǵa médica capaz de nombrar uńvocamente una definición descriptiva de los fenómenos de conducta y
y referir a lesiones causales comprobables, surgen dos al- expresión sometidos a escrutinio del psiquiatra, de acuerdo
ternativas que van a ser las adoptadas por Chaslin y Jaspers a la teoŕa descriptiva de la referencia, pero convergen fi-
respectivamente. nalmente en la abolición de la psicopatoloǵa en nombre del
empirismo, dando con ello lugar al actual estado de cosas
Por un lado, tratar de conseguir un lenguaje bien hecho psiquiátrico20. Vemos aqú que la acepción de la fenomeno-
que reduzca la ambigu edad, de modo que la referencia pue- loǵa que se hace predominante a partir de Jaspers abre unas
da ser fijada de forma fehaciente16. Presuponiendo siempre posibilidades que ella misma se encarga de cerrar consti-
que el lenguaje puede acceder a la clase natural que es el tuyendo una herencia que acaba siendo inutilizable por la
referente ontológico de la enfermedad a través del signifi- psiquiatŕa como las cosas han puesto de manifiesto. Esta
cado que nombra el signo y que depurándolo de elementos acepción deficiente, si se mira adecuadamente, de lo que se
espurios, propios del uso natural, se puede hacer del lengua- entiende por fenomenoloǵa, ha sido la dominante y la que
je un medio traslúcido entre signo y lesión, logrando aś una ha informado lo que por tal se ha entendido en su influjo
descripción anaĺtica que permita clasificar tipos cĺnicos. hegemónico. Es precisamente la confrontación entre esta
Este es el desiderátum de cualquier clasificación psiquiátrica primera acepción de lo que se entiende por fenomenoloǵa
y la que aparece más tarde, sobre todo a partir de Binswan- sea el residuo de la epojé y que en vez de ser lo interior este
ger21 después de la guerra mundial, la que se advierte en la afuera, desparramado en el mundo; por eso el problema de
controversia entre Walker22,23,24 y Wiggins y Schwartz25,26, de la fenomenoloǵa es el mundo o la mundanidad del sujeto y
la que ya nos ocupamos en otro lugar27. Es esta otra pers- no el modo cómo salir de un interior hacia afuera: ya estoy
pectiva de la fenomenoloǵa, sin duda de menor influencia afuera. Pero la paradoja más importante es la de la subjeti-
y que supone un conocimiento asentado del pensamiento de vidad por la que ésta requiere de un mundo pero para que se
Husserl sobre todo a partir de la publicación de la obra com- dé representación del mundo se requiere de la subjetividad;
pleta, que empieza a tomar vigor al final de los an os 20 del se requieren rećprocamente.
siglo XX y que ha cristalizando en los trabajos de Ha fner28,29
y Blankenburg30,31 de los an os 50 y 60, la que en realidad La fenomenoloǵa es una forma de pensar que prima el
nunca ha desaparecido hasta la actualidad. Es esta la pers- acceso a la verdad desde el actor y no desde del espectador,
pectiva fenomenológica que han adoptado en nuestros d́as para ello modifica la perspectiva del actor sobre sus propias
los nuevos representantes de la psiquiatŕa de orientación vivencias permitiendo un análisis de éstas convirtiéndole en
fenomenológica. espectador de ś mismo. Esto constituye una novedad, ante
todo frente al descrédito de la mirada introspectiva, máxime
teniendo en cuenta la preeminencia que ha llegado a osten-
tar el saber cient́fico que sirve como ejemplo de todo otro
saber y en el que lo observado, lo dado, acontece una vez
La motivación de la fenomenoloǵa en el panorama del dispuesto un marco de aparición predeterminado en el que
pensamiento filosófico de finales del siglo XIX responde a la las variables espacio temporales son conocidas de antemano
necesidad de dar respuesta a las pretensiones de las ciencias para todo observador potencial, es decir acontece supues-
de dar cuenta de la realidad en todas sus dimensiones in- tamente en una zona desprovista de elementos subjetivos.
cluida la subjetiva. Las ciencias no pueden realizar su ideal El invento moderno desarrollado por Descartes consiste en
teórico de fundamentar la totalidad de la praxis humana32. el modo de disponer a priori de un lugar donde se produ-
El método cient́fico ha consistido hasta entonces en acce- ce el presentarse de lo que se presenta y que garantiza la
der a la naturaleza como lo puramente objetivo, a lo en ś,
homogenización de las diferencias gracias a la objetivación,
y prescindir de lo subjetivo objetivándolo, que es lo mismo.
se trata de poner delante algo como si fuese enteramente
Esa pretensión se ha extendido hasta el pensamiento filosó-
independiente de ḿ. A estas alturas este horizonte ya ha
fico en lo que se conoce como psicologismo33. La respuesta
entrado en crisis, es la crisis de las ciencias europeas35 como
de Husserl va a ser la de ir a las cosas mismas, para lo que
las únicas capaces de legitimar todo tipo de conocimiento,
hay que ser capaces de quitar las capas que han encubierto
ante esta crisis la fenomenoloǵa supone una respuesta.
la interpretación de la realidad, en nuestro mundo la inter-
pretación cient́fica, que no puede ser considerada como la La fenomenoloǵa parte de la vivencia como un conte-
forma prioritaria y fundamental para acceder a ella. Se trata, nido psicológico, un dato en la conciencia, al que el actor
por tanto, de eliminar los presupuestos que nos la encu- tiene acceso directo y en ese acto de conciencia descubre
bren. El método fenomenológico se centra en el análisis de una estructura en el que está dado ya en todo caso siem-
la constitución o análisis intencional por el que la realidad pre un elemento lógico que posee una legalidad atemporal,
ha llegado a ser constituida. El problema de la fenomeno- a priori, necesaria. Lo que distingue la fenomenoloǵa del
loǵa entonces es el problema del mundo34, cómo es que la positivismo, ante el que se enfrenta, no es el mero atenerse
realidad en su aparecer viene recubierta de interpretaciones
a los hechos, a lo dado, sino al cómo del presentarse. Se
que se mantiene en el nivel de lo en ś, cómo se ha perdido la
ampĺa la noción de fenómeno, todo lo que aparece, en la vi-
experiencia inmediata de trato con las cosas y se ha llegado
vencia en que aparece; lo que se muestra, tal como se mues-
a este punto. De aqú parte el despliegue de la fenomenolo-
tra por ś mismo, efectivamente por ś mismo36. El aparecer a
ǵa. Recuperar la experiencia subjetiva, partir de la vivencia
la conciencia es fenómeno y permite un acceso en tanto se
como inmediatez y acceder a lo lógico, a las operaciones que
da: qué se da y cómo se da. Y lo que aparece es la vivencia y
subyacen a las cosas y que nos las ofrecen revestidas de un
el objeto de la vivencia. En efecto, en la vivencia se da una
determinado sentido por el que se nos dan. Para ello se re-
correlación necesaria entre el aspecto subjetivo y objetivo de
quiere de la reducción y la constitución, que van a consistir
la vivencia en que un acto de conciencia se dirige a algo: uno
en la entran a de la fenomenoloǵa.
mismo, los otros o las cosas en toda su amplitud ontológica.
Es paradójico que el ir a las cosas mismas requiera La lógica implicativa está aqú dispuesta a ser desplegada, y
de la reflexión que es lo que es la reducción, pero también lo las consecuencias de estas implicaciones van a ser las v́as
es que sea a través de la vivencia inmediata y la introspec- de desarrollo de la fenomenoloǵa. Se trata de acceder a un
ción el modo cómo se accede a lo que ha sido constituido ámbito de validez intersubjetiva37 contando con la subjeti-
y que se mantiene plegado en los distintos estratos, en sus vidad, esto resulta de especial relevancia para la psiquiatŕa
esquemas de implicación. Y es paradójico que lo pśquico y la psicopatoloǵa.
Lo que nos permite la fenomenoloǵa es entender lo Como vemos la novedad de la fenomenoloǵa pretende
pśquico de una nueva forma, como ya hemos dicho, como una recusación del psicologismo, enteramente actual, y se
vertido hacia afuera, desparramado en el mundo y nos da abre a un ámbito de fenomenalidad y empiricidad dif́cil-
un acceso a él por medio de la reducción mostrándonos la mente asimilables por el modo habitual de entender la em-
apoŕa fundamental de la subjetividad humana consistente presa psiquiátrica construida históricamente en el dispositi-
en que estando en el mundo sólo sabe de él por medio vo de la positividad. Como vamos a ver estas peculiaridades
de la representación que de él tiene. En la vivencia inten- hacen del recorrido de la fenomenoloǵa en psiquiatŕa un
cional aparece algo para la conciencia privilegiando espe- curso complejo, zigzagueante, con diversas formas de asimi-
ćficamente los actos conscientes. La vida intencional nos lación, más o menos directas, que oscilan entre la reducción
muestra que está inmediatamente referida a algo que no a la positividad y el planteamiento cŕtico, siempre entrete-
es la propia vivencia. Y esta conciencia de mundo, inten- jiendo la paradoja de la subjetividad con la contradicción de
cional y prerreflexiva, es la que vamos a poder recuperar la psiquiatŕa.
en su estar ya referida al mundo o a algo en el mundo, con
todo su contenido gracias a la reducción, a la reconducción
al mero estar dado, por ser producto de una constitución. S PSIIT
La reducción nos lleva precisamente al lugar original del I: XPSI, I
mundo, lleva todo al lugar transcendental a partir del cual PI
adquiere el sentido en que aparece en la actitud natural.
La constitución implica diferentes instancias: la subjetivi- Los derroteros de la psiquiatŕa fenomenológica tienen
dad, el cuerpo, el mundo de la vida y la intersubjetividad que causar sorpresa si no estupefacción, sobre todo para
y en su trabajo conjunto van constituyendo las estructuras quien los conozca siquiera sea superficialmente, por la des-
transcendentales que permiten la objetividad38. Constituir proporción entre su hegemońa epocal y su extinción actual,
supone una relación que no puede aprehenderse por con- entre su contraposición con la cĺnica psiquiátrica coetánea
ceptos ónticos. Aś se amplia el concepto de experiencia39 y su desintegración dentro de la actual como un epifenóme-
heredado del empirismo, de la misma forma que se asume no transitorio, entre la supuesta y penosa carga argumental
que hay un exceso de intención en todo acto intencional, requerida y la exangu e reserva teórica en la que se ha dilui-
incluido el perceptivo, del que no se puede dar un correlato do, entre la presunta precisión discriminativa postulada y
objetivo40. Este exceso supone un resto que para la psico- la carencia de especificidad diagnóstica real. Estas contra-
patoloǵa mantendrá un valor semántico de cara al juicio dicciones son las que exigen una ḿnima explicación y que
individualizador. vamos a tratar de abordar en los apartados siguientes que-
riendo, sin embargo, rescatar el fondo realmente fenome-
Una vez en la conciencia, la reflexión puede acceder a nológico que se inicia tras la primera guerra mundial y que,
ella, pues ésta toma lo dado, el objeto y la vivencia conjun- sin desaparecer ni perder suelo en la teoŕa, vuelve ahora a
tamente. Se rompe por completo con la noción de contenido afrontar problemas estructurales semejantes de la psiquia-
de conciencia y por primera vez la descripción fenomenoló- tŕa actual. Esto resalta de forma muy concreta la afinidad
gica pretende referir a la cosas mismas y no a intermediarios de la fenomenoloǵa en torno a lo nuclear de la psiquiatŕa,
mentales, representaciones. Es esa permanente referencia a algo por lo que la conceptuación de la fenomenoloǵa resul-
la materia lo que es capaz de realizar la individuación, nin- ta de especial significación para la psiquiatŕa y la psicopa-
gún concepto puede ser reducido a mero concepto lógico o toloǵa, independientemente de que se adhiera uno a ella o
lingu ́stico41. En la vivencia está contenido como sujeto el se la rechace de plano.
asunto de la fenomenoloǵa. Lo que se refiere a los objetos
es cuestión de la ontoloǵa. Toda vivencia tiene un objeto
intencional, que es a lo que se refiere la vivencia. Un mismo ué necesidad satisfacía la fenomenología en el
objeto puede ser vivenciado de distinta manera, como men- momento de su incorporación a la psiquiatría
ción, como representación o como intuición, constituyendo
las variaciones de la vivencia, dependiendo del modo de es- Establecer un medio entre los conocimientos acumula-
tar dirigidos a las cosas. Lo que aparece del objeto siempre es dos por la cĺnica psiquiátrica y los hallazgos neuropatoló-
un fragmento, un escorzo, una perspectiva, de modo que la gicos requeŕa de una teoŕa semiológica que, siguiendo las
cosa se me da desde un aspecto en un horizonte, sólo en un indicaciones de Kraepelin de la mano de Wundt, pudiese ar-
horizonte que permite la continuidad de sentido. Por tanto, ticular de una forma ordenada el conjunto de conocimientos
todo se da en un horizonte que se abre a potencialidades cĺnicos constituidos en las primeras décadas de la psiquia-
perceptivas, que está dado de antemano y que constituye tŕa. La fenomenoloǵa en el sentido de Jaspers, pero luego
una trama de sentido compactada, en el que están ya im- gracias, entre otros, a Grulhe, Mayer-Gross, Bu rger Prinz,…
plicadas, correlacionadas, las relaciones entre yo y mundo, y y K. Schneider, permitió afianzar esa respuesta. Y lo hizo
que son susceptibles de análisis. porque como hemos sen alado más arriba centro su aten-
ción en el aspecto subjetivo de la opacidad entre lenguaje Tras la segunda guerra mundial asume la dirección de
descriptivo y clases naturales. Considerando la subjetividad la cĺnica Kurt Schneider que representa el cenit de influen-
como accesible en el aspecto narrativo de unificar la diver- cia de la escuela de Heidelberg tanto en Alemania, como
sidad fenómenos pśquicos, la fenomenoloǵa en esta acep- en el conjunto de la Europa continental pero también con
ción limitada permitió ordenar los fenómenos patológicos influencia en el Reino Unido a través de Mayer-Gross, y en
en contextos de significación internamente coherentes sin cierta medida en el mundo anglosajón. Hay una ĺnea or-
los reduccionismos de la psicoloǵa positivista, en la que la todoxa que representan Kranz, Weitbrecht y Huber y luego
subjetividad era considerada exclusivamente por los ren- hay distintas ĺneas de fuga. Con ello indicamos que parale-
dimientos mecánicos desproveyéndola de la significación lamente a la versión hegemónica de Jaspers-Schneider, hay
que los retrotráa a su sentido. Aś, por ejemplo, a través unas ĺneas que mezclan la versión primera jasperiana con
de la fecundación de la psicoloǵa gestáltica que superaba elementos cada vez más influidos por la recepción de Bin-
la atomización yendo hacia la totalidad, se ha podido ac- swanger, y otras al amparo de v. Baeyer y en relación a una
ceder al mundo de la percepción y del pensamiento des- perspectiva antropológica de oŕgenes variados que va desde
de la significación mundana con los resultados que nos ha la proveniente de la antropoloǵa médica, filosófica, hasta
ofrecido por ejemplo la obra de Conrad42. La corporalidad, de la medicina psicosomática, entre los que cabe sen alar a
el extran amiento, la voluntad, etc., se han beneficiado de Zutt, Wyss, Portmann, Plessner, Buytendijk, etc. Empiezan
esta manera de mirar fecundando notablemente nuestra a despuntar dentro de ese magma de ideas autores como
comprensión de ámbitos de la patoloǵa. Pero sobre todo ha Tellenbach, Feldmann, Matussek, Bra utigam, Kulenkampff,
sen alado un trasfondo desde el que emerge el sentido que Kisker, Glatzel, Ha fner y Blankenburg, etc., todos ellos con-
apunta al componente transcendental de la subjetividad y tribuyen poco a poco a que la unidad se vaya diluyendo aś
la necesidad de explorar sus momentos constitutivos en la como la influencia en el resto del mundo47. Tanto la cre-
esfera corporal e intersubjetiva. ciente importancia de la farmacoloǵa psiquiátrica, como
la incipiente pero influyente antipsiquiatŕa, serán factores
que no dejarán de tener su importancia a la hora de ha-
xpansión y abolición cer más dif́cil asumir ese conjunto de elementos dentro de
un todo que busca ser sistemático, como corresponde a un
La expansión de la fenomenoloǵa, en el sentido lato de saber que se quiere amparado por la ciencia en el sentido
esta primera acepción, se lleva a cabo a lo largo de la prime- habitual del término. Se pierde aś la unidad de la experien-
ra mitad del siglo XX localizándose de forma preferente en cia psiquiátrica, si no monoĺtica al menos consistente, que
Heidelberg y teniendo como producto culminante la publi- hab́a imperado en la psiquiatŕa alemana y vamos a asistir
cación en el Handbuch des Geisteskrankheiten dirigido por a un dominio que va a hacer del factor externo el elemento
O. Bumke, sobre todo en los tomos I43 y IX44, donde se expo- de estabilización, sobre todo frente a la fenomenoloǵa que
ne la psicopatoloǵa general y de la esquizofrenia respecti- hab́a sido un factor interno. Este elemento externo ha esta-
vamente, al estilo de Heidelberg (die Heidelberger Weisen)45. do presidido las últimas décadas por la fuerza de la industria
Esto no quiere decir, ni mucho menos, que su consideración farmacéutica que poco a poco va imponiendo sus prácticas,
sea lineal o sencilla, por el contrario, la escasa delimitación aś como la necesidad de unificar criterios diagnósticos que
con la que se acaba identificando esta modalidad de práctica requieren las compan ́as aseguradoras de cara al cómputo de
cada proceso psiquiátrico. Si a eso le sumamos la influencia
psiquiátrica permitió que a su amparo se cobijen psiquiatras
de la filosof́a anaĺtica en los psiquiatras de los Estados Uni-
de muy heterogénea procedencia y se reconozcan por simi-
dos que empiezan a escapar de la influencia del psicoanálisis
litudes de superficie. Lo que nos interesa, en todo caso, es
y quieren apoyarse en la neurociencia, la cibernética, la inte-
entender el recorrido que se cumple en su abolición en un
ligencia artificial y la psicoloǵa cognitiva, tenemos las bases
empirismo, lo cual supone que acaba siendo lo contrario de
para la asimilación y eliminación de la primera recepción de
lo que la fenomenoloǵa, en sentido más o menos estricto,
la psiquiatŕa fenomenológica. Todo muy moderno como se
pretende. Ello exige admitir que no hab́a identificado bien
puede ver.
su problema, es decir la insuficiencia de la semioloǵa o psi-
copatoloǵa descriptiva y, por tanto, no hab́a advertido bien La decadencia del modelo se hizo evidente a medida que
cuál era el motivo de la fenomenoloǵa. Este hecho permi- sus pretensiones de validez se iban desactivando y perd́a
te comprender precisamente su abolición en el caso de la fuelle el deseo de unificar las diferencias de la cĺnica a base
procedencia jasperiana y la permanencia en donde se hab́a de someter ŕgidamente la observación a conceptos a prio-
planteado la genuina aceptación de la problemática feno- ri sin fundamento. Se queŕa advertir tras la descripción la
menológica. Recordemos que el identificar fenómeno como sombra de la causalidad, no advirtiendo más que un espectro
lo que aparece en lugar de lo que no aparece, es decir como sin consistencia, siempre diferido. No obstante, aqú está ya
signo o śntoma, significa una interpretación equivocada de en decadencia porque la rigidez que se exige al aparato psi-
fenómeno en sentido fenomenológico que es lo que aparece copatológico resulta ineficiente. Se le sigue exigiendo que se
tal como aparece y sólo en el sentido en que aparece46. comporte como la semioloǵa médica, siguiendo en esto la
constante histórica. Se hace evidente que a medida que pre- se torna en posibilidad de llevar a cabo un análisis genético
tende mayor especificidad pierde capacidad de inmiscuirse de los caminos de la constitución y en esa medida se malogra
entre los intersticios del pensamiento y del juicio. Por ejem- la posibilidad de abordar la contradicción fundamental de la
plo, al ver lo delirante como signo que remite a una causa psicopatológica, por la misma razón que para Heidegger el
determinada que lo explica pierde la posibilidad de verlo en camino de Ser y Tiempo se vuelve impracticable una vez que
transición desde lo normal hacia lo sobrevalorado o lo neta- advierte que está preguntando por la génesis transcendental
mente obsesivo. La clase de lo obsesivo por ejemplo, aparece del Dasein, que está haciendo una estrategia transcendental
diseminada en tal cantidad de cuadros cĺnicos (ansiedad, sin sujeto transcendental, y busca una salida en lo que ha
depresión, esquizofrenia, autismo…) de la que ninguna cau- venido a ser la llamada Khere. Es decir, siguiendo el análisis
salidad conocida es capaz de dar cuenta. El modelo descrip- existencial pareceŕa que es posible alcanzar la génesis del
tivo de la referencia del que necesita escapar para estabilizar sentido de una forma total y, por tanto, disolver la contra-
el significado del signo se le vuelve impracticable, pues no dicción esencial, hacer o pretender hacer plenamente tras-
hay causa eficiente que sustituya dicho modelo por otro, parente la conciencia a ś misma.
que de manera directa consiga individualizar el caso eficaz-
mente. Vemos también que en la ambición patognomónica La permanencia de esta segunda recepción de la feno-
del diagnóstico psicopatológico ejercido al modo de la feno- menoloǵa se ve reactivada hacia finales del siglo XX en re-
menoloǵa jasperiana, es decir presuponer que el lenguaje lación con la percepción de las dificultades que la psiquiatŕa
descriptivo puede acceder a la clase natural irrestrictamen- dominante y sus prácticas por medio de manuales de diag-
te, se encuentra cerca de las pretensiones de la filosof́a del nóstico están poniendo de manifiesto, a saber: la disolución
lenguaje y la lógica en la que viene a dar una vez que los renovada de la subjetividad y la incapacidad de individuali-
sistemas diagnósticos se hacen a base de criterios operativos, zar. Se hace patente que las fórmulas descriptivas de sub-
es decir, mediante la teoŕa descriptiva de la referencia, que sumir los fenómenos para conducirlos de forma reductiva
se muestra finalmente insuficiente desde un punto de vista y simplista hacia identidades entre concepto y cosa, signo
interno. Ello se hace expĺcito con el desarrollo de la primera y lesión, son inviables. Aparecen en escena una serie de psi-
clasificación de la OMS, que presupone una teoŕa descrip- quiatras de distintas partes del mundo que ven necesario
tiva de la referencia, dejando el camino expedito para la replantear los problemas filosóficos subyacentes a las posi-
entrada de la semántica formal48. ciones supuestamente ateóricas de la psiquiatŕa dominante.
En esta tesitura la fenomenoloǵa resalta de una forma cla-
ra. Autores como Parnas52, Sass53, Fuchs54,55, Stanghellini56,
Permanencia Rossi Monti57, Pelegrina58, Varela59, Thompson, etc., se unen
a filósofos como Zahavi60,61, Gallagher62,63, etc. en torno a
Lo que importa dejar claro es que la verdadera recep- revistas (por ejemplo: Phylosophy, Psychology & Psychiatry
ción de la fenomenoloǵa en psiquiatŕa no se lleva a cabo y Psychopathology) y a sociedades cient́ficas con publica-
con Jaspers, sino con Binswanger y en menor medida e ciones y congresos en busca del reconocimiento oficial, rea-
indirectamente con Storch49 y Boss50. Pero no deja de ser nudando una tarea propiamente psicopatológica.
curioso que inicialmente el paso desde una psicoloǵa feno-
menológica hasta una fenomenoloǵa transcendental no se Se pretende que la psicopatoloǵa fenomenológica no
pudo realizar más que a través del Heidegger de Ser y Tiem- sea sólo una manera de llevar a cabo el juicio cĺnico, de rea-
po cuando éste, en los cursos preparatorios de Marburgo y lizar la experiencia psiquiátrica, sino que tiende a constituir-
en el mismo Ser y Tiempo pudo asimilar el punto de vista se en una forma de positividad capaz de suministrar no sólo
transcendental de Husserl por medio de una anaĺtica de fac- sentido, enlace, compresión y complexión sino génesis y se
ticidad del Dasein, sustituyendo el modelo de la percepción convierta en un repertorio de contenidos que incorporan un
por el de la comprensión, radicalizando la intencionalidad y proceso de aplicación. Pero la aplicación es precisamente el
desactivando el polo subjetivo, que quedaba todav́a en la momento en que la fenomenoloǵa nos ensen a que no se
fenomenoloǵa de la primera etapa atrapado en la paradoja puede perder de vista lo dado, la materia que permite al-
de la subjetividad, hacia las estructuras antepredicativas y canzar la individuación.
preontológicas. Y no es una casualidad que en los an os cin-
cuenta al conocer la obra de Husserl que se estaba editando
en Husserliana se volviera la mirada de nuevo hacia Husserl IT TII
y esa nueva recepción sea la que ha perdurado hasta hoy51, PSIPT
una asimilación donde se queŕa hacer evidente la despedida
de la representación. Entonces la recepción de la fenomeno- La psiquiatŕa muestra un curso errático, cambiante y,
loǵa toma el sinuoso camino de la ontoloǵa fundamental y, en última instancia, fracasado pues ha sido incapaz de emu-
sólo a partir de los cincuenta, es plenamente consciente de lar a las demás ramas de la medicina en sustituir la semio-
su deuda husserliana. Lo que sucede es que el esfuerzo, en loǵa cĺnica, como proceder cĺnico meramente descriptivo,
forma de una caracterización ontológica de la subjetividad, por una teoŕa causal que le permitiese alcanzar de forma
directa a la esencia en tanto que causa, que dé cuenta de resto que el concepto universal deja, y que necesariamente
lo que se muestra y sea establecida por un saber universal se pone en obra, no constrin a la presencia viva del paciente
y necesario. Ha sido incapaz de hacer coincidir, tal como su en sus notas individuales, de tener en cuenta los elementos
propio saber se exige a ś mismo, la consideración material ocultos, pasivos y transcendentales que no representan nada
y la formal de los respectos que maneja, signo y lesión. Hay, pero sin los cuales no es posible la construcción del con-
pues, una contradicción entre su tarea cĺnica para acceder texto en que es posible el sentido para el paciente y para el
al caso, al individuo, en nombrarlo y reconocerlo y la herra- psiquiatra. Porque ese resto, el excedente de intención, el
mienta de que dispone, que sólo es una semioloǵa o psico- sentido del ser, posee un valor semántico de cara a al indivi-
patoloǵa descriptiva, y que se mantiene en un plano donde duación en que consiste el juicio cĺnico y que sólo la praxis
se dan los elementos de superficie, no ya sin poder acceder puede ir poniéndolo en juego66.
a una causa que fije y estabilice el significado de los térmi-
nos de clase sino sin que ni siquiera esa semioloǵa logre, Decimos que es errático y cambiante además de fraca-
descriptivamente, ser capaz de individualizar los casos, reco- sado porque en su propia historia están puestas de mani-
nocerlos, agruparlos en śndromes estables y reproducibles fiesto estas contradicciones y alternativas a las posiciones
de una manera suficiente. Pero, a mayor abundamiento, sin dominantes en forma de teoŕas alternativas e, incluso de
darse cuenta de este grave defecto esencial y principal, cree movimientos alternativos como la antipsiquiatŕa, que han
avanzar sin cortapisas, sin advertir la opacidad entre pala- revelado, tanto sincrónica como diacrónicamente, de una
bras y estados de cosas, conceptos y hechos, por el seguro manera inexorable esta inconsistencia de la psiquiatŕa en
camino de la ciencia, como si pudiese desprenderse del tra- los términos en los que suele autocomprenderse. Hasta qué
bajo necesario para entender la formación de sus términos y punto y en qué medida esta opacidad se resiste a ser con-
el modo en que refieren a la clases naturales con las que dice siderada de una forma sistemática por la teoŕa psiquiátrica
corresponder o correlacionar y que, en todo caso, siempre como un todo, forma parte del estado de cosas que domina
desde sus comienzos, se suponen de una forma obvia64. la mirada sobre la realidad en la que está atrapada la psi-
quiatŕa desde sus comienzos como producto moderno.
La psiquiatŕa y el psiquiatra, cada vez que actúa como
tal, cada vez que lleva a cabo un juicio sobre un caso pre-
sente en una situación cĺnica efectúa un procedimiento I T PSIIT
de aprehensión global sobre el paciente en el que pone en I
juego el repertorio disponible de sus conocimientos, que
abarcan dimensiones históricas, terminológicas, conceptua- El pensamiento especulativo consiste en que éste fije la
les de todo tipo, ante la conducta, expresión y lenguaje que oposición y que en ella se fije a ś mismo; y no como ocurre
el paciente exhibe frente a él. En ese encuentro, y sólo en en el caso del pensamiento representativo en que éste se
él, se da la experiencia psiquiátrica. Esto quiere decir que el deja dominar por la oposición, y deja que ésta resuelva sus
proceso de enjuiciamiento o individuación que se le exige propias determinaciones solamente en otras o en la nada67.
al psiquiatra y por el cual pone en práctica su saber realiza Este recordatorio de Croce en su libro sobre Hegel nos marca
una serie de operaciones perceptivas, conceptuales y explo- la pauta de lo que la fenomenoloǵa puede aportar de vivo a
ratorias tendentes a comprender al otro que se le presenta la psiquiatŕa y lo que aporta de muerto si no afronta la con-
desde la pretensión de someterlo a concepto. Pues bien, este tradicción que le constituye. En tanto que la contradicción
trabajo conceptual, en el que se destila el alfa y omega de interna de la psicopatoloǵa se mantenga abierta y persista
su tarea cómo psiquiatra, requiere de la pericia profesional en el preguntar por la opacidad esencial que se instaura en
para discernir a partir de los elementos dados la posibilidad el signo psiquiátrico, la tarea de la psiquiatŕa requerirá de
de emitir un juicio. En este trabajo se dan rasgos presen- una herramienta capaz de producir inteligibilidad sin caer en
tes, elementos ausentes, definiciones previas, prescripcio- la tentación de ser un conocimiento positivo, que tenga en
nes de oficio, factores contextuales variados, restricciones el cálculo y la representación su modo y fundamento para
situacionales, constricciones legales y éticas, etc. Pero sólo hacer venir las diferencias que se presentan en formas capa-
a partir del encuentro con el paciente en situación y de los ces de infundir sentido a la materia.
elementos cebadores que anclan la mirada del psiquiatra en
esa totalidad expuesta se realiza el juicio reflexionante que Si la novedad que aconteció en el inicio de la psiquiatŕa
salva la individualidad de lo que se le presenta sin someterlo fue el demarcar un campo de positividad que era susceptible
ŕgidamente a concepto pero sin dejarlo fluctuar sin estabi- de indagación cient́fica emṕrico-anaĺtica, la pretensión de
lización conceptual en la pura indeterminación. El trabajo agotar esa positividad por procedimientos de exploración
conceptual consiste pues en esquematizar65, enlazar dato y que tratasen de abordar lo no-pensado hasta hacer expĺcito
concepto, sin cerrar el significado de antemano para poder todo, dar con una explicación para todo acto, expresión y
crear el concepto que se avenga a lo que se presenta, sin experiencia sin resquicio, tuvo y tiene que adoptar la for-
sobredetermianarlo ni cerrarlo conceptualmente de entra- ma de mirada recta dirigida a los objetos (prima intentio).
da en la forma determinante. Se trata de permitir que el Esta fue la mirada que adoptó Jaspers y la generalidad de la
llamada psiquiatŕa fenomenológica. Sin embargo, la mira- y trasgresión en la psiquiatŕa fenomenológica. Monograf́as de
da verdaderamente fenomenológica es una mirada oblicua Psiquiatŕa. 2006;18:38-47.
(secunda intentio) que pregunta por el sentido, en la medida 5. Spigelberg H. The Phenomenological movement. Dordrecht:
Kluwer, 1994
que la fenomenoloǵa aś entendida contribuya a afrontar la 6. Stro ker E, Janssen P. Pha nomenologische Philosophie. Freiburg/
contradicción esencial sin fijarse en ninguna posición supo- Mu nchen: Alber, 1989.
ne un aporte vivo a la psiquiatŕa. La mirada fenomenológica 7. Spigelberg H. Phenomenology in Psychology and Psychiatry.
es la que nos requiere para escapar de la actitud natural y Evanston: Northwestern University Press, 1972.
nos conduce a la actitud fenomenológica, que es una acti- 8. Moreno C. Fenomenoloǵa y Filosof́a Existencial. 2 vols. Madrid:
tud cŕtica, como cualquier postura que vaya por detrás de Śntesis, 2000.
9. Pinel P. Traité médico-philosophique sur l’aliénation mentale, ed
lo emṕrico o positivo, tenga conocimiento de lo transcen-
2. Paris: JA Brosson,1809.
dental y descubra reflexivamente ese doble humano68 que 10. Lanteri-Laura G. Ensayo sobre los paradigmas de la psiquiatŕa
advierte la paradoja de la subjetividad y se da cuenta de que moderna. Madrid: Triacastela, 2000.
el manejo de las relaciones de reflexividad es inevitable. Esto 11. Emminghaus H. Allgemeine Psychopathologie. Zur Einfu hrung
emparenta la fenomenoloǵa de Husserl con Hegel, pues ese in das Studium der Geistessto rungen. Leipzig: FGW Vogel, 1878.
movimiento cŕtico de aquél desde la actitud natural a la fe- 12. Presas MA. La situación de la losof́a de Karl Jaspers. Buenos
Aires: Depalma, 1978.
nomenológica es el mismo de éste entre saber y verdad que
13. Kirkbright S. Karl Jaspers a biography. Navigations in truth. New
enmarca la experiencia de la conciencia69. Haven and London: Yale University Press, 2004.
14. Chaslin P. Éléments de sémiologie et de clinique mentales. Paris:
La nueva vuelta de la fenomenoloǵa aunque parece Asselin & Bouzeau, 1912.
ponerse bajo la advocación de ese carácter transcendental 15. Jaspers K: Allgemeine Psychopathologie, ed 9. Berlin Heidelberg
y antepredicativo, tiende peligrosamente a la determinación New York: Springer, 1973.
abstracta de positividades, a desactivar el carácter intencio- 16. Chaslin P. Is ‘psychiatry’ a well-made language? History of
nal de la correlación no mediada por significados y conver- Psychiatry. 1995;6:398–405.
tirse de nuevo en un repertorio de frases hechas y prácticas 17. Zachar P. Psychiatric disorders are not natural kinds. Philosophy,
Psychiatry and Psychology. 2000;7:167-82.
de evaluación y tratamiento que degradan esa mirada obli-
18. Waldenfels, B. De Husserl a Derrida. Introducción a la
cua capaz de diluir y meterse en los intersticios del juicio y fenomenoloǵa. Barcelona: Paidós, 1997; pp. 103.
del proceso individualizador. Es por ello algo muerto, viejo 19. Mart́n Santos L. Dilthey, Jaspers y la comprensión del enfermo
y rigidificado que inexorablemente recaerá en la contradic- mental. Madrid: Paz Montalvo, 1955.
ción esencial ya que quiere cambiar un punto de vista por 20. Glatzel J. Die Abschaffung der Psychopathologie im Namen des
otro con pretensiones hegemónicas, sustituyendo unas de- Empirismus. Nervenartz. 1990;61:276–80.
21. Binswanger L. U ber Pha nomenologie. En: Binswanger L.
terminaciones por otras o por la nada.
Ausgewa hlte Vortra ge und Aufsa tze. Bern: Francke, Bd 1, 1947;
pp. 13-49.
Seguir entendiendo la fenomenoloǵa como un modo
22. Walker C. Karl Jaspers as kantianan psychopathologist I: The
deficiente para captar las esencias que permitan sustituir la philosophical origins of the concept of forma and content.
teoŕa descriptiva de la referencia por una referencia directa History of Psychiatry. 1993;4:209-38.
es lo muerto y bien muerto de la fenomenoloǵa. Nosotros 23. Walker C. Karl Jaspers as kantianan psychopathologist II: The
proponemos entender la fenomenoloǵa como un momento concept of forma and content in Jaspers´ Psychopathology.
del recorrido que nos lleva a desprendernos de la no-semio- History of Psychiatry. 1993;4:321-48.
loǵa en que debe consistir la psicopatoloǵa de cara a afron- 24. Walker C. Karl Jaspers, Edmund Husserl I-IV. Phylosophy,
Psycholgy & Psychiatry. 1994;1:117-33, 1994;1:245-65,
tar la contradicción inherente a la psiquiatŕa y la paradoja
1995;2:65-82, 1995;2:247-66.
de la subjetividad, y a la necesidad de realizar su tarea de 25. Wiggins OP, Schwartz A, Spitzer M. Phenomenological/
crear inteligibilidad e individualizar, sin arrogarse un conte- descriptive psychiatry: The methods of Edmund Husserl and Karl
nido en el que esté ya todo cancelado, por la anticipación de Jaspers. En: Spitzer M, Uehlein F, Schwartz M, Mundt C (eds).
una identidad de la que quiere ser garante y que no por ser Phenomenology, language & schizophrenia. New York: Springer,
sólo presupuesta deja de actuar como realidad virtual. 1992; 46-69.
26. Wiggins OP, Schwartz MA. Chris Walker´s Interpretation of Karl
Jaspers´ Phenomenology: A Critique. Phylosophy, Psycholgy &
BIBI Psychiatry. 1995;2(4):319-43.
27. Ramos Gorostiza P, González Calvo J. En sentido de la
1. Jaspers K. Pha nomenologische Forschungsrichtung in der psicopatoloǵa y el papel de la fenomenoloǵa. Contribución a
Psychopathologie. Z Neur. 1912;9:391-408. una controversia. Actas Esp Psiquiatr. 1995;23:281-6.
2. Bracken P, Thomas P, Timimi S, Asen E, Behr G, et al. Psychiatry 28. Ha fner H. Prozess und Entwicklung als Grundbegriffe der
beyond the current paradigm. Br J Psychiatry. 2012; 201:430-4. Psychopathologie. Forschr Neurol Psychiatr. 1963;31:393-438 .
3. Ramos Gorostiza P, Portela Vicente M. Un momento crucial de 29. Ha fner H. Psychopathen. Berlin Go ttingen Heidelberg: Springer,
la Psicopatoloǵa: la recensión por Heidegger de la Psicoloǵa 1961.
de las concepciones del mundo de Jaspers. Actas Esp Psiquiatr. 30. Blankenburg W. Der Verlust der natu rlichen Selbstversta ndlichkeit.
2005;33:46-54. Stuttgart: Enke, 1971.
4. Ramos Gorostiza P. Intencionalidad y antipsicologismo. Permanencia 31. Blankenburg W. Psychopathologie des Unscheinbaren. Berlin: