Guia PAES BV 2do
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Texto 01
Tengo un amigo que se llama Nelson, aunque le decimos el Guatón Nelson, básicamente porque es gordo. Un
personaje. Su mayor virtud es tomar chela, lejos. No conozco a un hueón más seco para tomar cerveza. Dice que
le gusta el fútbol, pero la verdad es que siempre he sentido que es más bien una excusa pa empinar el codo.
Aunque conceptos tiene, y no come vidrio con eso del fútbol ofensivo: para él nada es más precioso que un 4-4-2
arropadito. Sí, es un desengañado de la vida, de esos que no creen en el 10 clásico y desconfía del valor de lo
cualitativo. Pero no siempre fue así, todo cambió el día en que lo patearon, hace cinco años. Incluso antes leía
cuentos y novelas, ahora en cambio lee El Mercurio. Su vida se ha ido a la mierda. Aunque a veces le vuelve el
alma al cuerpo, se suelta, relata anécdotas y se caga de la risa. Todo depende de cómo lo pillen los recuerdos.
Igualmente, su historia tiene épica, y así fue todo:
—Nelson, tenemos que terminar —fueron las concisas y directas palabras de quien hasta ahí era su gran amor y
la única polola que ha tenido en la vida. El rostro sereno de la muchacha no dejaba margen para la acción; la sutil
pero efectiva distancia de un cuello erguido y la mirada decidida planteaban el fatal abismo. No quedaba espacio
para un contragolpe, definitivamente, el Guatón Nelson estaba «off side». Con voz tranquila, sin cambiar la
tonalidad ni hacer mayores énfasis, la morena continuó e hizo un repaso a los múltiples argumentos que tenía
para echar mano; cada uno cierto, cuál de todos peor. Cerró con el último detalle que colmó su paciencia: dos
días atrás, nuestro héroe había sido detenido en la vía pública por estar meando en la calle en evidente estado de
ebriedad. La vieja excusa «es que no comí na», ya no funcionaba. Él la observó detenida y apasionadamente,
pareciéndole imponente, adulta, más rica incluso que con tres piscolas en el cuerpo; la miraba y ya no veía a una
chiquilla, estaba frente a una verdadera mujer. Aguantó el llanto por resistencia cultural a lo que llamamos
masculinidad, pidió la cuenta al comprender que cualquier defensa suya se vería como una estúpida negación y
bajo la vieja promesa de un «me la voy a jugar», se marchó, aferrado a la siempre vigente idea de que el tiempo
lo cura todo.
Pasarían las semanas, pero el plan de reconquista quedó en nada. Ella, a modo de terapia, se inscribió en un
gimnasio: bajaría algunos kilos y pronto encontraría a otro galán. Para el dolor de todos nosotros, mucho más
mino que el Guatón Nelson. No pasó mucho para que la chiquilla explotara su amor por las redes sociales,
mostrando toda su felicidad, devastando al pobre gordo, a quien ni siquiera tuvo la delicadeza de eliminar. No nos
quedó otra que hacer la investigación pertinente para ver cómo cresta generar alguna posibilidad de
competencia, o al menos algo que lo demostrara como un hueón más bacán y llenar el vacío de nuestro amigo
con algo de alivio. Sin embargo, el hijo de puta era exitoso y popular. Además iba a museos, tocaba guitarra,
ponía bien todos los puntos y las comas. El Guatón Nelson estaba hasta el pico.
Una tarde nos llamó por teléfono Ricardo, un amigo en común, quien tiene el sello incalculable de haber ido a ese
programa de televisión llamado Cachureos cuando tenía siete años y ser devorado por el Tiburón. Y se lo tragó
enterito, mientras Ricardo lloraba y aleteaba las piernas. ¡Fue maravilloso! Sí, efectivamente, Ricardo es una de
las personas en Chile a quien se lo comió el Tiburón de Cachureos. Después de eso, siempre pasan situaciones
extrañas alrededor suyo, y esta vez no sería la excepción. El llamado fue para invitarnos a una pichanga esa
misma noche. Fuimos. Al llegar a la pequeña cancha de baby, la escena no pudo ser más cruel: estaba la ex del
Guatón Nelson con el hijo de puta. Las malditas coincidencias. Jugaríamos contra su equipo.
Nunca vi al Guatón tan concentrado como en ese partido. Y no es que él creyera que a partir de ese juego se iba a
definir el amor de la muchacha, nunca tan película gringa, nunca tan ahueonado, pero se trataba de orgullo, de
honor. El pinturita podía ser el típico chabón que en este siglo saca las ventajas del aprecio femenino gastando
humo con sus fotos estilizadas, de seudoarte y comentarios sensibleros y frutales. El conchasumadre era un
experto en llamar la atención. Y si no era así, esa era nuestra convicción y nos dio fuego. Entramos a la cancha con
odio. Yo no tenía nada que ver, pero como buen amigo, me sumé al sentir. Jugamos un partidazo, les dimos
boleta. ¡El Guatón Nelson incluso le mandó un hoyito al pelmazo! Y se escuchó el olé desde el infierno. Sí,
jugamos por todos los caídos en desgracia del mundo. Toques, cambios de frente, patadas a las canillas sin asco.
El bonito era puras zapatillas, además quejón y bueno para la chuchada cuando no se la pasaban. Pero el
carerraja no tenía gambeta, ni control, y le pegaba a la pelota con el diario. ¡El Guatón Nelson parecía Ronaldo al
lado suyo! Puta que fue bonito. Y ella vio todo eso. Y el Guatón Nelson se fue realizado, más feliz que la chucha.
Casi en camilla, porque corrió como nunca, con la camiseta noblemente empapada. A veces cuando está algo
borracho, cuenta esta historia; de ese día en que el fútbol le dio una pequeña revancha, y jugó a lo Ronaldo, en su
propia pichanga
3. ¿A que se hace alusión la frase -pa empinar el codo- del primer párrafo?
4. ¿Qué significa -El Guatón estaba off side- del segundo párrafo?
Texto 2
7. ¿Cuál es el tema del texto anterior?
8. En relación con lo expuesto en el ejercicio tres, se infiere que el objetivo de utilizar un trapo o una
toalla es
9. De acuerdo a lo planteado en el texto anterior, se puede concluir que una forma de evitar dolores de
espalda es
11. De acuerdo con el texto, ¿por qué es importante practicar actividad física regularmente?
12. De acuerdo con la sección “Ejercicios para la espalda”, ¿Qué factor tienen en común los tres ejercicios
que plantea?