Lo NECESITO

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“Lo NECESITO”

Toca el timbre del recreo, como es común bajamos las escaleras del colegio hacia
el patio con mi grupo de amigas, nos sentamos en nuestro lugar de siempre a un
costado del patio que da al pasillo del kiosco y nos apoyamos en una columna.
Comenzamos a charlar, se viene el fin de semana, queremos salir. Durante la
conversación sale la pregunta ¿Qué nos ponemos? Comenzamos cada una
diciendo que opciones tiene así votamos y nos ayudamos, a lo que yo digo: de
todas maneras seguro me voy a comprar algo, nada de lo que tengo me
convence. Llega la tarde, me siento a merendar con mi mama a lo que le comento
sobre esta salida del fin de semana, acepta que salgamos a comprar algo, sabe
que amo la ropa demasiado, me pregunta si tenía algo en mente, a lo que le
respondo que había un lugar que conocía que traía cosas muy lindas. Fuimos a
este lugar, no sabía exactamente que quería comprarme, lo averiguaría ahí. Al
entrar comencé a mirar y agarrar prendas para probármelas en el vestidor,
algunas no eran para la ocasión pero me gustaban, termine de elegir 6 prendas y
me las probé, todas me quedaban bien excepto 2 pero me gustaban tanto que
igual quería llevarlas. Al salir del vestidor le digo a mi mama que me gustaban
todas, a lo que responde que elija únicamente 2 de ellas, luego de intentar
convencerla no hubo caso y tuve que dejar 4, estaba muy triste realmente
necesitaba esas prendas, mi mama no comprendía porque estaba tan enojada, no
me entendía. Al llegar a casa pensé en una manera de conseguir dinero para
comprarme esas prendas. Pensé en hacer algunos trabajos del colegio para mis
compañeros, pero a veces no hacia ni los propios no iba a funcionar, hasta que se
me ocurrió, soy muy buena cocinando podría hacer brownies y venderlos a mis
compañeros en los recreos. Compre todos los ingredientes y al otro día lleve para
vender. Fue todo un éxito vendí todos los brownies e inclusive me pidieron que
lleve más, ya había formado mi propio negocio. A la salida fui inmediatamente a
comprar el resto de las prendas, el lugar no quedaba cerca y debía ir caminando,
pero realmente las necesitaba. Al llegar me doy cuenta de que no me iba a
alcanzar para todas las que había dejado, solo pude comprarme una remera.
Nuevamente volví triste a mi casa y pensé que si hacia el doble de brownies
recaudaría más dinero y me alcanzaría para más cosas. Vendí más que la primera
vez pero no todos los que había hecho, de todas maneras fui y me compre todo lo
que me alcanzaba. Toda la semana me la pasaba viendo los nuevos ingresos de
esa tienda y de muchas más, pero no me alcanzaba para ninguno de ellos. Decidí
buscar un trabajo formal, uno que me dé un sueldo alto para poder comprar más
cosas. A la hora de buscar el trabajo solo pensaba en que tenía que ser en una
tienda de ropa o que tenga algo que ver con ella. Amaba la ropa, me encantaba el
olor que tenía, las telas, el acomodarla, y sobre todo como se me veía. Repartí
varios curriculums durante dos semanas hasta que una de ellas me tomo, el
trabajo era para vendedora de lunes a viernes. Comencé a trabajar y no veía las
horas de que terminara mi primer mes para poder cobrar. Mientras tanto les pedía
plata a mis padres y sacrificaba salidas con mis amigas para utilizar ese dinero en
ropa, pero no era suficiente y no me alcanzaba para todo lo que quería.

Termina mi primer mes de trabajo y cobro. Durante los días de semana no tenía
suficiente tiempo entre el colegio y el trabajo por lo que aprovechaba los fines de
semana para ir a comprar. Me iba alejando lentamente de mis amigas había
dejado de salir a merendar o de fiesta con ellas por qué significaba un par de aros
menos o un cinto menos. Me acabe mi sueldo en ese fin de semana, me alcanzo
para remeras, pantalones y algunos accesorios. Pero nuevamente no pude
llevarme todo lo que quería. Mis semanas se resumían en suscribirme o descargar
aplicaciones de locales de ropa para recibir notificaciones sobre ingresos o
descuentos además de ver en aplicaciones como pinterest innumerables cosas
que quería. Mis necesidades aumentaban pero mis ingresos no lo hacían.

Al terminar el colegio me había alejado completamente de mis amigas, me sentía


muy triste y sola pero sabía que lo único que podía subirme el ánimo era ir de
compras, no solo era un pasatiempo era como un tipo de terapia para mí, el
momento en el que yo decidía y podía hacer realmente lo que quería, me daba
felicidad y satisfacción. Al entrar en las tiendas primero daba una vuelta por todo el
local para ver qué cosas tenia luego comenzaba a agarrar productos que quería,
el problema es que no podía agarrar solo uno. Si me compraba un perfume
consideraba que no me bastaba un solo olor o no me podía decidir entre dos por
lo que compraba todos los que me interesaban. También veía adornos o
accesorios que no sabía exactamente qué uso les podría dar pero me encantaban
necesitaba llevármelos y así daba 5 vueltas por el local viendo todo lo que ya
había visto. Iba creando necesidades e iba añadiendo a mi carrito nuevos
productos. A veces al salir del local me sentía insatisfecha por lo que entraba de
nuevo y compraba alguna cosita más. Las bolsas podían pasar días en un rincón
de mi habitación sin ser abiertas o revisadas de nuevo. Compraba en ocasiones
cosas que ya tenía pero no recordaba, el momento de ir a cambiarlas significaba
salir con más bolsas.

Un tiempo después decidí mudarme, me iría a un mono ambiente de buen tamaño


pero no tan grande ya que solo iba a vivir yo ahí. Me sentía emocionada por este
cambio significaba que tenía mi propio hogar donde yo tomaba mis decisiones y
sobre todo lo decoraría como yo quisiera. Me puse a buscar inspiración para
darme una idea de cómo me gustaría adornarlo y una vez decidido fui a comprar
todo. Había encontrado todo lo que quería y más al llegar al departamento con
todas las cosas algunas no tenía donde ponerlas, o no me servían para nada, ni
siquiera eran del estilo que tenía pensado recrear. Luego comenzó el proceso de
mudanza, fue un periodo largo de tiempo que hasta el día de hoy no acaba.
Comencé empacando mi ropa con lo que demore una semana, luego siguieron los
zapatos, tres días más, y así continuaba la lista de cosas. En total fue un mes,
hasta que logre llevar la mayor cantidad de cosas y digo la mayor porque todavía
quedan algunas en la casa de mis padres.

Llegan las fiestas y en mi trabajo nos entregan un bono de navidad que significo
la visita a tiendas de ropa en cada tiempo libre que tuviera y así con cualquier
ingreso. Al llegar el mes de enero comencé a sentir agobio y preocupación,
comenzaban a llegar deudas y gastos no previstos. Estaba triste y sola y el único
remedio que tenía ya no era tan efectivo. Fueron dos meses muy agobiantes
donde la depresión se hacía cada vez más notoria y mi terapia habitual no podía
llevarse a cabo como solía hacerlo. Pero logre pagar todas las deudas, y
restablecer mi vida.

Una noche decidí sentarme en el piso de mi departamento, me sentía vacía, mire


a mi alrededor y comencé a notar que nada cabía, mi ropa no entraba en mi
armario, tenía dos valijas y dos sillas al lado de mi cama repletas. Mis zapatos se
encontraban encimados unos sobre otros a lo largo de todo el mueble, era
imposible percibir bien cuales eran del amontonamiento, mis carteras comenzaban
a arruinarse colgadas todas de un mismo perchero que ya no aguantaba más
peso. Me preguntaba qué era lo que me podía faltar si lo tenía todo y más, que
más podría querer, y ahí me di cuenta a mí lo que me gustaba lo que me llenaba
era la acción de comprar, no realmente el producto que me compraba, e intentaba
solucionar mis problemas tapándolos con bolsas llenas de cosas que realmente no
necesitaba ni sabía para que servían. Apaciguaba mi enojo tristeza y soledad con
acciones que no iban a solucionar nada de lo que estaba pasando.

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