Transformación Curricular: Las Infancias Merecen Nuestra Mejor Versión
Transformación Curricular: Las Infancias Merecen Nuestra Mejor Versión
Transformación Curricular: Las Infancias Merecen Nuestra Mejor Versión
Si bien el término “versión” se refiere al acto de interpretar una obra de arte, especialmente un ejemplo
musical como puede ser una canción, aludimos a este concepto para aportar elementos que puedan
nutrir la reflexión de los colectivos docentes.
Traducir una partitura musical en sonido implica contar con la formación para decodificar los
elementos que la conforman, requiere conocer características del autor y su contexto, exige preguntarse
por las formas y estilos musicales además del dominio de la técnica del instrumento que se haya
estudiado. Interpretar la obra es mucho más aún...demanda de quien se disponga a hacerlo una entrega
especial; porque tendrá que estar disponible para dejar que el sonido vibre a través de su cuerpo como
un “medium” que habilita la traducción de un mensaje en melodía para ser entregado a quien escucha.
Vivencias, recuerdos, emociones, saberes nutrirán el proceso y activarán nuevas experiencias en unos
y otros de manera que cada intérprete habrá hecho su versión. Su forma de ser y de vivir serán en este
proceso las finas hebras que conformarán la urdimbre sonora ejecutada.
Al iniciar un nuevo año escolar con la existencia de nuevos documentos que reúnen los componentes
singulares de la política educativa, ¿podremos activar los saberes pedagógico- didácticos para traducir
la palabra escrita en la mejor versión de prácticas educativas? ¿Cómo generar una versión que sea
colectiva y que ensamble de manera sensible y consciente lo que cada profesional aporta desde su
trayectoria formativa?
Sin dudas, como adultos responsables y críticos de nuestro hacer, nos invaden sensaciones de
incertidumbre al comenzar el proceso de interpretación de un nuevo currículo. ¿Qué características
tendrá un entramado que haga visible el camino pedagógico andado y que integre nuevos elementos?
¿Qué hay en el haber profesional de los colectivos que podrán ser verdaderos instrumentos para la
interpretación?
La Inspección Técnica, nutrida de los aportes de todos los componentes de la División Educación,
invita a los colectivos docentes a diseñar la propuesta educativa de cada centro desde la perspectiva de
las infancias.
¿Qué será lo que esperan vivir nuestros niños y niñas mientras habitan la escuela? ¿Qué cualidades
debería tener esa versión pedagógica para que los seduzca, los provoque y les genere el deseo de
aprender?
Las infancias no eligen ir a la escuela, mientras que los docentes hacemos la opción de adoptar el rol
de enseñante. Al decir de Carlos Skliar elegimos ser “dadores” de nuestro tiempo y hacer que el tiempo
de las infancias sea para “dejarlos en paz” y “que valga la pena”. “Dejarlos en paz” implica tener la
habilidad de responder a esa magia de la infancia que sorprende con su forma de pensar, de responder,
de ver la realidad y que la mayoría de las veces difiere bastante de lo que el adulto espera. Saber
escuchar y comprender el derrotero del pensamiento infantil ante la provocación consciente o
inconsciente que nace desde el afuera. “Que valga la pena” significa activar experiencias lúdicas,
metafóricas, problematizadoras que promuevan la generación del vínculo con sí mismo, con el otro y
con lo otro (conocimientos, habilidades, actitudes que permiten leer, comprender y transformar la
realidad).
Lejos de ser una idea conservadora, ante tanta recurrencia en el discurso de la necesidad de cambios,
creemos que una estrategia para desarrollar el sentimiento de pertenencia de niños, niñas, familias y
docentes sea rescatar aquellos rituales que nos hacen parte de lo que acontece. En un tiempo cargado
de tensiones y de informaciones que van y vienen es necesario ritualizar algunos momentos para dar
espacio al pensamiento del porqué hacemos lo que hacemos y disfrutar del acto de construir sentido a
las acciones adoptadas.
Desde Inspección Técnica, nos hemos dado el tiempo para trazar un posible recorrido de pensamiento
que nos posicione en la tarea de educar, llegando, si es posible, a ese preciado instante de estar cara a
cara con nuestros niños y niñas.
Leída y analizada la documentación oficial, y los documentos elaborados en las propias instituciones,
es posible trazar a modo de ensayo, un recorrido curricular y didáctico, que promueva en los colectivos,
otras reflexiones, distintas interpretaciones y formas propias del sentir, pensar y actuar.
De acuerdo al análisis que los colectivos recuperen en virtud de los múltiples diálogos e interacciones
sobre lo acontecido y lo compaginado en las memorias didácticas, en las descripciones fundadas,
informes elaborados y en las propias experiencias que circulan a la interna de las instituciones, ¿es
posible jerarquizar la o las competencias imprescindibles que deberán ser abordadas en el presente año
escolar? ¿Esta jerarquización podrá definirse para un semestre o un período menor de tiempo?
Sin duda, este proceso requiere compenetrarse de la síntesis operativa que define cada competencia
elegida y de las características particulares de la institución para detectar aquellos aspectos más débiles,
que deberán ser abordados sin demoras, así como las potencialidades y capacidades destacadas, como
genuinos andamios para el avance.
Ante la existencia de dos programas escolares vigentes ¿es posible unificar la mirada atendiendo a la
singularidad de cada uno de ellos bajo la lupa de aquellas competencias seleccionadas?
Posicionados desde este lugar ¿podremos realizar el recorrido de espacios, unidades curriculares, áreas
de conocimiento y campos disciplinares sin perder de vista las necesidades, intereses y motivaciones
que nuestra población estudiantil detenta? ¿Podrán surgir aquí ideas para la planificación de un
proyecto de centro, de ciclo o de clase? ¿Será posible integrar en este momento la mirada de cada
docente desde su especificidad para avanzar en una propuesta interdisciplinar e integral? ¿Qué
contenidos serán seleccionados como imprescindibles e impostergables para garantizar los procesos
de enseñanza y de aprendizaje? ¿Cómo diseñar propuestas metodológicas que atiendan los diversos
estilos de aprendizaje e impulsen el avance en los perfiles de tramo y de ciclo en relación a las
competencias seleccionadas a nivel institucional?
Hasta aquí compartimos momentos que se materializan a nivel de los adultos, ¿qué tendrá que
acontecer para no defraudar el entusiasmo y las ganas de estar de las infancias?
Concretar en acciones puntuales una metodología activa demanda de cada uno de nosotros un “pienso”
cargado de empatía y profesionalidad. Entran en juego en este momento todas las variables didácticas,
nuestro “métier” en el hacer docente para que el juego, la sorpresa, el humor, la problematización, la
pregunta, el absurdo, el movimiento, la confianza, entre otros, recuperen el lugar central en la escuela.
Es momento propicio para revisar algunas prácticas que aseguren una transición armónica para los
niños y las niñas al cambiar de tramo, como puede ser el mantener en las propuestas de 1er. y 2do. año
las características propias del nivel inicial en lo que refiere al uso de tiempos, espacios y estrategias
metodológicas.
El colectivo docente podrá diseñar innumerables estrategias de flexibilización de formatos escolares,
promoviendo la integración de niños y niñas durante determinado tiempo en grados inferiores o
superiores al que se encuentran acorde a sus intereses y necesidades educativas. Expandir el aula a
espacios naturales, culturales y/o sociales que promuevan nuevas experiencias e integren diversos
actores familiares y de la comunidad.
Además, es posible considerar la movilidad de docentes a nivel intrainstitucional para que, de acuerdo
a sus características personales y profesionales, puedan acompañar los procesos singulares de los y las
estudiantes que requieran un tiempo distinto al del grupo total para el aprender.
El recorrido de la planificación como proceso mental es tan desafiante como singular, apostamos a la
formación de una grupalidad a nivel de los adultos para que, desde el entendimiento puedan abrir
espacios de participación a las familias e instituciones cercanas para implementar una red contenedora
e impulsora de oportunidades.
Interpretar las líneas principales de una política educativa no es tarea sencilla, implica estar disponibles
para transitar caminos de desestructuración y reformulación en las formas de pensar el acto de educar
y recorrer los diversos planos de decisión pedagógica-didáctica.
Estamos convencidos que en cada institución nacerá la mejor versión de “hacer escuela”, será aquella
que fusione distintos estilos de enseñanza y dé respuestas sensibles ante las diversas formas de
aprendizaje; será la interpretación más honesta que aflore en el interjuego de las subjetividades; será
en fin la generación de la propuesta educativa que las infancias esperan y merecen recibir para su pleno
e integral desarrollo.