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Santiago, veintiséis de enero de dos mil nueve.

Vistos:
En estos autos, RIT N° C-3661-2006, RUC N° 06-2-0333398-4, del
Juzgado de Familia de Concepción, seguidos entre doña Rosa
Hortensia Del Carmen Salgado Muñoz y doña Claudia Marcela Concha
Dolz, por sentencia de primer grado de diecisiete de marzo de dos mil
ocho, escrita a fojas 107, se rechazó la acción de nulidad de
matrimonio por vínculo matrimonial no disuelto, por no haber sido
emplazados los herederos del cónyuge fallecido y, en consecuencia,
se omitió pronunciamiento sobre el fondo de la controversia, con
costas.
Se alzó la parte demandante y una de las salas de la Corte de
Apelaciones de Concepción, por fallo de veintitrés de septiembre de
dos mil ocho, que se lee a fojas 137 y siguientes, con mayores
fundamentos, confirmó el de primera instancia.
En contra de esta última decisión la defensa de la demandante, dedujo
recurso de casación en el fondo que pasa a analizarse.
Se trajeron los autos en relación.
Considerando:
Primero: Que por el presente recurso se denuncia la infracción de los
artículos 4 y 34 de la Ley de Matrimonio Civil de 1884 y artículo 1097
del Código Civil, argumentando al efecto la recurrente que incurren en
error de derecho los sentenciadores al exigir que fallecido el cónyuge
bígamo, se emplace de nulidad no sólo al sobreviviente sino que
también a los herederos del primero, puesto que tal exigencia de
titularidad pasiva no se encuentra establecida por la ley y desconoce el
hecho que la acción de matrimonio civil es de carácter personal y que
por regla general es intransmisible.
Indica que es errado el razonamiento dado al respecto por los jueces
del fondo, quienes sostien en que este tipo de acciones involucran
también un interés patrimonial, lo que determina la necesidad de que
los herederos sean también emplazados de la acción de que se trata,
sobre todo si la propia ley les confiere la posibilidad de accionar en el
caso de nulidad por bigamia cuando fallece uno de los cónyuges, por
parecer esto justo y equitativo, en circunstancia que no existe norma
que permita extender por equidad o simple interpretación extensiva un
derecho que la ley consagra, en forma excepcional.
Expresa que el artículo 1097 del Código Civil confiere a los herederos
la titularidad activa y pasiva de las acciones del causante bajo la
premisa de que se trate de un derecho u obligación transmisible. Así,
el principio de continuación del causante por sus herederos no es
general y sólo dice relación con el patrimonio y, por ende, de los
derechos y obligaciones con contenido pecuniario. La acción de
nulidad de matrimonio civil es personalísima y tanto es así que el
artículo 47 de la Ley de Matrimonio Civil de 1884, aplicable al caso,
disponía que: ?Corresponde la acción de nulidad a los presuntos
cónyuges, a sus ascendientes, al ministerio público y a las personas
que tengan actual interés en ella y no podrá intentarse si no viven
ambos cónyuges?. Con ello la ley disponía precisamente, que jamás
podrían ser titulares activos ni pasivos los herederos de los cónyuges,
lo confería carácter intransmisible a la acción y ello en forma expresa
como excepción a la regla general, esto en razón precisamente de no
ser patrimonial, pues se trata de una acción de derecho de familia, que
por lo mismo se encuentra fuera del comercio humano y es
intransmisible, escapando a los caracteres de la nulidad contractual
patrimonial de los artículos 1682 y siguientes del Código Civil y, por
ende, a la necesidad de emplazar o dirigirse contra los herederos.
Manifiesta que tal calificación no se ve alterada por la circunstancia
que puedan producirse efectos patrimoniales en la disolución de la
sociedad conyugal, puesto que ellos son accesorios al objeto principal
que dice relación con el término del vínculo matrimonial y el cambio de
estado civil de una persona.
Agrega que la regla general es que fallecido uno de los cónyuges no
exista posibilidad de accionar de nulidad mat
rimonial, lo que le otorga un carácter personalísimo a esa facultad,
pero con las modificaciones legislativas se introdujeron dos
excepciones, esto es, cuando la acción pasa a los herederos del
cónyuge, como son el caso de matrimonio en artículo de muerte y en
el de vínculo matrimonial no disuelto situaciones especialmente
previstas por el legislador que no pueden extenderse y alterar el
principio general de la intransmisibilidad, pretendiendo aplicarlas en
materia de legitimidad pasiva, en circunstancias que ello no ha sido
dispuesto por la ley.
Indica que de este modo el fallo atacado al exigir que la acción de
nulidad por bigamia se debió dirigir también en contra de los herederos
del cónyuge fallecido, como si se tratase de una nulidad patrimonial
sujeta a las reglas generales, ha vulnerado el claro texto del artículo 34
de la Ley de Matrimonio Civil de 1884 que establece que son titulares
activos y pasivos de la acción y con ello también el artículo 1.097 del
Código Civil, porque se aplica el principio de la continuación del
causante en sus herederos fuera del ámbito patrimonial a que está
limitada su sucesión y el artículo 4 de la Ley de Matrimonio Civil de
1884, pues se mantiene un matrimonio que evidentemente era nulo
por bigamia.
Cuestiona el hecho que el referido fallo aluda a los artículos 80 y
siguientes de la Ley 19.947 los que no tendrían aplicación al caso
según lo dispuesto por el inciso 2° del artículo segundo transitorio de la
misma ley.
Segundo: Que para la adecuada resolución del asunto se hace
necesario anotar los siguientes hechos que se han tenido por
establecidos en autos:
a) doña Rosa Hortensia Delgado Muñoz, contrajo matrimonio con don
Hernán Pineda Burgos el 11 de febrero de 1966 y tuvieron cuatro hijos.

b) el 21 de septiembre de 1992, el cónyuge contrajo nuevamente


matrimonio en Paraguay, con doña Claudia Concha Dolz, el que fue
inscrito en Chile el 27 de septiembre de 2006. De dicha unión nacieron
dos hijos.
c) el cónyuge falleció el 3 de septiembre de 2006.
d) la acción de nulidad por vínculo matrimonial no disuelto se inició por
doña Rosa Hortensia Delgado Muñoz en contra de doña Claudia
Concha Dolz el 13 de diciembre de 2006, la que aparece legalmente
notificada el 30 de abril de 2007;
Tercero: Que sobre la base de los hechos anotados y considerando
los sentenciadores que la acción de nulidad es personal, concluyeron
que ésta ha debido interponerse en contra de todos los que celebraron
el acto o contrato cuya nulidad se demanda, por lo que al encontrarse
fallecida una de las partes que celebró el matrimonio que se pretende
anular, ha debido dirigirse también la demanda en contra de sus
herederos por representar éstos al causante, en conformidad con lo
dispuesto por el artículo 1.097 del Código Civil, por lo que al no
haberse dado cumplimiento a dicha exigencia en el caso sub lite,
resolvieron rechazar la demanda deducida.
El fallo de segunda instancia agregó como fundamento que aún
cuando la acción de nulidad matrimonial sea una acción personal, ella
conlleva un interés patrimonial para los herederos del cónyuge muerto,
por lo que y teniendo presente que la antigua Ley de Matrimonio Civil
de 10 de enero de 1884, en su artículo 34 y la actual Ley N°19.947 en
su artículo 47, en relación con el 46 letras c) y d) la propia ley, le han
otorgado a los herederos del cónyuge difunto el derecho a accionar por
dicha vía, en el evento de bigamia, parece justo y equitativo
reconocerle también a los herederos del cónyuge demandado y
fallecido, como es el caso de autos, la posibilidad de defender sus
derechos familiares y patrimoniales, lo que sólo puede darse al ser
demandados formalmente en el juicio de nulidad seguido por la
primera cónyuge en contra de la segunda mujer.

Cuarto: Que, al respecto es necesario hacer notar que la actual Ley de


Matrimonio Civil entró en vigencia el 18 de noviembre de 2004 y que
en sus artículos transitorios el legislador contempló la situación de los
matrimon
ios y procesos judiciales contraídos o iniciados antes de la plena
aplicación de la nueva normativa.

El artículo segundo transitorio de la ley 19.947, dispone que ?Los


matrimonios celebrados con anterioridad a la entrada en vigencia de
esta ley se regirán por ella en lo relativo a la separación judicial, la
nulidad y el divorcio? y en su inciso segundo previene que ?Sin
perjuicio de lo anterior, las formalidades y requisitos externos del
matrimonio y las causales de nulidad que su omisión originan, se
regirán por la ley vigente al tiempo de contraerlo, pero los cónyuges no
podrán hacer valer la causal de nu lidad por incompetencia del Oficial
de registro civil, prevista en el artículo 31 de la ley de Matrimonio Civil
del 10 de enero de 1884?.

Quinto: Que de las normas transcritas se infiere que la ley 19.947 no


respetó el principio previsto en el artículo 3° de la Ley sobre Efecto
Retroactivo de las Leyes en el sentido que el estado civil adquirido y
así como las causales de su extinción se rigen por la ley vigente a la
fecha de su constitución. Por consiguiente, todo el régimen de nulidad
de la nueva ley, tanto en lo que dice relación con las causales, titulares
de la acción, plazos y requisitos se aplica a los matrimonios celebrados
con anterioridad a su vigencia y los cónyuges pueden anular su
matrimonio en conformidad con sus disposiciones, con la salvedad que
no rigen para estas personas las limitaciones contempladas en los
artículos 22 y 25 de la Ley de Matrimonio Civil, para acreditar el cese
de la convivencia, la que se puede probar por otros medios distintos a
los señalados en esas normas.

Sexto: Que de lo expresado se hace patente que el recurso intentado


adolece de un defecto que no es posible desconocer, pues el mismo
se funda en la infracción de disposiciones de la antigua Ley de
Matrimonio Civil, las que como se ha indicado no resultan aplicables
en la especie, atendido lo previsto por el artículo 2° transitorio de la
Ley N°19.947. Al respecto, cabe precisar que si bien en el fallo
atacado, se alude a las disposiciones de la antigua Ley de Matrimonio
Civil, ello es sólo a modo referencial a fin de explicar la evolución de la
legislación sobre la materia. De esta manera, no han podido verificarse
los yerros denunciados y menos aún tener incidencia en lo dispositivo
del fallo atacado, desde que las normas que se han invocado no
corresponden a aquéllas conforme a las cuales se ha resuelto la litis.

Séptimo: Que, sin perjuicio de lo anterior, cabe señalar que, en todo


caso, en materia de titularidad para el ejercicio de la acción de nulidad
por vínculo matrimonial no disuelto, recibe plena aplicación la Ley N°
19.947, la que en sus artículos 46, 47 y 48 se refiere a dicha materia.
De la interpretación armónica de los preceptos citados, es dable
concluir que el legislador determinó expresamente los titulares activos
de dicha acción de nulidad, es decir, aquellos qu e se encuentran
autorizados para perseguir la declaración de ineficacia del supuesto
vínculo matrimonial afectado por un vicio que amerite esa sanción. Al
respecto, cabe señalar que cuando la causal se refiere al impedimento
de hallarse ligado el contrayente por matrimonio anterior no disuelto,
pueden demandar la nulidad los presuntos cónyuges del segundo
matrimonio, y de acuerdo con la actual Ley de Matrimonio Civil, el
cónyuge del primer matrimonio o sus herederos.

Octavo: Que, en el caso de autos la hipótesis fáctica se centra


precisamente en la figura en que la cónyuge del primer matrimonio
accionó encontrándose especialmente facultada para estos efectos por
la ley, demandando la nulidad del segundo matrimonio contraído por
su marido ya fallecido, dirigiéndose sólo en contra de la segunda
cónyuge.

Noveno: Que si bien la ley en materia de nulidad matrimonial ha


previsto y admitido la intervención de personas distintas de aquéllas
que celebraron el contrato matrimonial, permitiéndoles accionar en las
condiciones que la misma establece, lo c
ierto es que la controversia de autos dice relación con la determinación
de quienes son sujetos pasivos de dicha acción, situación que la Ley
de Matrimonio Civil, no regula especialmente, como lo hace a
propósito de la legitimidad activa, debiendo aplicarse, por lo tanto, los
principios y normas generales de Derecho para resolver sobre este
aspecto.

Décimo: Que, en este sentido, cabe considerar que la regla general en


materia de nulidad matrimonial es que ella sólo puede ser intentada
mientras vivan ambos cónyuges, estableciéndose como excepción en
lo pertinente a la causal materia de autos, que la acción podrá
intentarse dentro del año siguiente al fallecimiento de uno de los
cónyuges. En este caso es la propia ley la que establece la posibilidad
de que dentro del plazo de un año de fallecido uno de los cónyuges, se
ejerza la acción, lo que implica determinar en contra de quien o
quienes ella debe dirigirse. Al respecto, no cabe duda alguna que la
segunda cónyuge debe ser parte en dicho proceso, puesto que ella
celebró el acto cuya invalidación se pretende y por ello es evidente,
entonces, el interés y legitimidad que la habilita al efecto. La situación
en el caso del fallecimiento del cónyuge bígamo, debe apreciarse y
resolverse desde la perspectiva de que ha sido la propia ley la que ha
permitido la existencia de un juicio, no obstante haber fallecido una de
las partes, en este caso, el naturalmente legitimado para ser
demandado. Lo anterior implica reconocer la posibilidad de que
quienes por el ministerio de la ley representan al causante, es decir,
sus herederos de acuerdo a lo dispuesto por el artículo 1097 del
Código Civil, sean sujetos pasivos de la referida acción. En efecto, la
propia ley los ha colocado en esta situación y ello se entiende, por lo
demás, por el hecho que en dicha calidad presentan un interés directo
y real en los resultados del caso, el que debe ser protegido mediante el
reconocimiento de su derecho a ser parte y ejercer la legítima defensa
de sus intereses jurídicos.
Undécimo: Que, así las cosas, las alegaciones formuladas por la
recurrente, en torno a que la trasmisibilidad de los derechos y
obligaciones del causante a sus herederos sólo se produce respecto
de las que tengan el carácter de transmisibles y que tratándose de la
nulidad matrimonial, dado su carácter eminentemente personal y no
patrimonial, no podría entenderse que esta calidad pasiva se trasmita
a los herederos del cónyuge, no tienen mayor relevancia, desde que,
como se ha anotado, su condición de sujeto pasivo está dada por la
propia ley, al establecer la posibilidad de que la acción se deduzca
después del fallecimiento del causante, al tener los herederos su
representación y reunir los requisitos para ser considerados como
parte, con arreglo a los principios y normas generales.

Duodécimo: Que, conforme, a lo señalado, fuerza es concluir, es que


los supuestos yerros que la recurrente le atribuye a los sentenciadores
por los criterios manifestados en el fallo atacado carecen de influencia
en lo dispositivo de lo resuelto, desde que la decisión a la que han
arribado no puede ser modificada en el sentido que dicha parte
persigue, pues ella ajusta a la normativa que rige la materia.

Décimo tercero: Que, finalmente, cabe señalar que aún cuando la


acción de autos corresponde a una acción personal del ámbito del
derecho de familia, dicha naturaleza especial posee efectos propios
que explican que tenga consecuencias de índole patrimonial y que se
extienda a terceros que no son parte directa en los actos. Tal
complejidad que se presenta en el ámbito de la s relaciones en la
institución en estudio, permite concluir que la distinción que formula la
recurrente no puede ser aplicada con el rigor que se pretende. Dicho
criterio se refuerza en la circunstancia que la Ley N°19.585 de acuerdo
a la interpretación de sus preceptos, contemple a propósito de las
acciones de filiación, la posibilidad de que se accione después de
fallecida una p
ersona, precisamente en contra de sus herederos, a fin de determinar
la verdadera identidad de una persona, lo que implica reconocer que
las acciones que se han examinado presentan peculiaridades
impuestas por su especial naturaleza, lo que no es posible ignorar.
Décimo cuarto: Que, en estas condiciones, sólo cabe concluir que el
aludido recurso debe ser desestimado.

Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto en los


artículos 764, 765, 766 y 767 del Código de Procedimiento Civil, se
rechaza, sin costas, el recurso de casación en el fondo deducido a
fojas 139, por la demandante en contra de la sentencia de veintitrés de
septiembre de dos mil ocho, que se lee a fojas 137, de estos
antecedentes.

Redacción a cargo del Ministro señor Patricio Valdés Aldunate.


Regístrese y devuélvase.
Rol Nº 6.466-08.

Pronunciada por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los


Ministros señor Urbano Marín V., señor Patricio Valdés A., señora
Gabriela Pérez P.,. Abogados Integrantes señores Roberto Jacob Ch.
y Juan Carlos Cárcamo O. No firma la Ministra señora Pérez, no
obstante haber concurrido a la vista y al acuerdo de la causa por
encontrarse ausente. Santiago, 26 de enero de 2009.-

Autoriza la Secretaria Subrogante de la Corte Suprema, señora Carola


Herrera Brümmer.

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