Distincion Entre Autobiografia y Memoria

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Aportes Científicos desde Humanidades

Número 13. Volumen 1. Junio 2018


ISSN 2545-8272
pp. 91-96

¿AUTOBIOGRAFÍAS O MEMORIAS?
Lengua y Literatura
REFLEXIONES EN TORNO A TEXTOS DE LEVENE Y MARASSO

Marilina Aibar
aibar9@hotmail.com

Daniel Mercado
mercado.mario.daniel@outlook.com

RESUMEN

La distinción entre Autobiografías y Memorias no resulta evidente. Algunos


autores las toman como similares en tanto los géneros intimistas giran en
torno al pacto autobiográfico y a la figura del yo, mientras que otros ven
distinciones a partir de la cronología, los temas y los alcances de la
narración. ¿Es posible establecer diferencias a partir de textos concretos?
Nuestro objetivo es analizar los rasgos distintivos que acercan a Niñez en
Catamarca (Gustavo Gabriel Levene) y La mirada en el tiempo (Arturo
Marasso) ya sea a la Autobiografía o a la Memoria. En base a algunos
estudios teóricos clásicos del género –Álvarez Calleja, Pozuelo Yvancos,
Lejeune– intentaremos clasificar las obras mencionadas. Un trabajo de este
tipo serviría como punto de partida para nuestro proyecto de investigación
“Identidad, memoria e infancia en textos de Levene, Quiroga, Marasso y
González” y, además, contribuiría a delinear aspectos importantes del tema
en cuestión.

Palabras-clave:
Autobiografía. Clasificación. Memorias. Rasgos distintivos.

Recibido: 30.nov.2016
Aprobado: 05.jun.2017
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INTRODUCCIÓN

En el marco del proyecto de investigación “Identidad, memoria e infancia en textos de


Levene, Quiroga, Marasso y González”, este trabajo pretende analizar los aspectos que
acercan a Niñez en Catamarca (Gustavo Gabriel Levene) y La memoria en el tiempo (Arturo
Marasso) ya sea al género de la Autobiografía o al de la Memoria.
El Pacto Autobiográfico [1973], una posterior ampliación titulada El Pacto
Autobiográfico (bis) [1982] de Philippe Lejeune, “La autobiografía y sus géneros afines” de
Mª Antonia Álvarez Calleja y De la Autobiografía: teoría y estilos de José Mª Pozuelo Yvancos
servirán de apoyo teórico y metodológico para clasificar los textos objetos de estudio.
Niñez en Catamarca de Gustavo Gabriel Levene fue publicada en 1946 y La mirada en
el tiempo de Arturo Marasso en 1957. Ambos escritores pertenecen a la región NOA de
nuestro país, ambos cultivan los géneros abocados a la memoria y tanto en el relato de uno
como en del otro, los colores, el paisaje, las costumbres de la infancia provinciana son
pincelados con dedicación escrupulosa. Además, las dos obras reconstruyen el pasado
desde la memoria de un hombre adulto. ¿Qué aspectos acercan y distancian estas
evocaciones? Nuestro objetivo es clasificar dichos textos y trazar un punto de partida para
el proyecto de investigación mencionado.

DESARROLLO

Si bien hay zonas de intersección entre la autobiografía y la memoria, es posible


definir y caracterizar a cada una. Vayamos a ello.
▪ Definición: Lejeune (1994) explica la autobiografía como “relato retrospectivo en
prosa que una persona real hace de su propia existencia, poniendo énfasis en su vida
individual y, en particular, en la historia de su personalidad” (p. 50). Mientras que el
Diccionario de la RAE se refiere a las memorias en tanto “relación de recuerdos y
datos personales de la vida de quien la escribe”. Parece no haber diferencias si
escuchamos ambas definiciones, sin embargo, Álvarez Calleja (1989) añade que en las
memorias la personalidad y vida del autor no adquieren tanta relevancia; más bien
están privilegiados los acontecimientos y la historia que se relata.
▪ Características distintivas. Lejeune señala para la autobiografía propiedades
específicas como:
a) la narración,
b) la retrospección,
c) temática centrada en la vida individual
d) Identidad. Fundamentalmente, -según Lejeune- debe coincidir la identidad del
autor, el narrador y el personaje (Lejeune, 1994, p. 52)
e) El pacto autobiográfico, en este contexto, tiene mucho que ver pues la autobiografía
“supone que existe una identidad de nombre entre el autor, el narrador de la
narración y el personaje de quien se habla” (Lejeune, 1994, p. 61). La afirmación en el

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texto de dicha identidad es lo que gravita en la credibilidad del lector y nos reenvía en
última instancia al nombre del autor sobre la portada. El lector podrá poner en
entredicho el parecido, pero jamás la identidad. En efecto, el pacto autobiográfico
implica la afirmación en el texto de la identidad del nombre del autor con la identidad
del yo que habla.
f) Pacto referencial. Las autobiografías, al igual que las memorias, pueden ser
consideradas como textos referenciales; implican un “pacto” en tanto trasladan
información de la “realidad” exterior al texto. A partir de este contrato tácito, el texto
no necesita estar sometido a una prueba de verificación. Su fin no es la verosimilitud,
no el efecto de realidad, sino el parecido con lo real, la imagen de lo real.

Dichas características no poseen idéntico valor pues la identidad de nombre entre el


autor, el narrador y el personaje parece ser una condición sine qua non de la autobiografía,
que no es compartida por otros géneros afines. En las memorias, por ejemplo, no es
necesario que coincida la identidad del autor, el narrador y el personaje. El autor y el
narrador concurren, pero el personaje principal puede ser el mismo autor u otra persona
con la que éste haya tenido una relación cercana. Además, las memorias no se focalizan en
la vida del protagonista, por lo general, evocan una parte concreta de aquella o un asunto
dado. Si bien la posición del narrador es retrospectiva como en la autobiografía, no tienen
por qué seguir un orden, pueden empezar por un hecho muy importante o totalmente
anodino.
Por otro lado, una memoria puede ser escrita por alguien que tenga algo para contar.
No necesariamente debe gozar de prestigio previo, aunque, sin duda, a nadie le interesa leer
aspectos de la vida de una persona anónima. Por el contrario, las autobiografías,
normalmente están escritas por personajes públicos.
▪ Perspectiva interior y exterior. El tema esencial de toda obra autobiográfica
concentra la atención en la realidad experimentada y no en hechos externos.
Ciertamente, la realidad está incluida en la experiencia, pero como todo es observado
desde la visión interna del yo, la misma retrospección modifica la experiencia tanto
del presente como del pasado. La autobiografía supone un intento por reflejar la
esfera íntima de la experiencia, y al mismo tiempo, valorar las vivencias que han
permitido construir el pasado desde el presente.
En la memoria no sucede de igual manera. El hecho externo se traslada a la
experiencia consciente, pero la mirada del escritor no se preocupa tanto por la perspectiva
interior sino más bien por la esfera externa del hecho. “El interés de la memoria se centra
en el mundo de los acontecimientos, de los sucesos, en la narración de los hechos
significativos; idealmente aspira al ojo omnipresente de Dios” (Álvarez Calleja, 1989: 446).
Por el contrario, la autobiografía pone más el acento en aspectos que atañen al relato
singular de la vida: el carácter, la personalidad, las ideas. Elementos todos complejos para
definir, pero que, en última instancia, determinan la coherencia interna de lo que se
pretende individualizar en forma de narración.

▪ Esfera de lo íntimo y lo público. La línea divisoria entre la autobiografía y la


memoria es difícil de fijar. La memoria se refiere más a acontecimientos públicos y la
autobiografía a las relaciones privadas. La diferencia es principalmente de contenido

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y no afecta a la forma de la composición. No hay ninguna autobiografía que no sea de


alguna manera una memoria y no hay memoria sin información autobiográfica; las
dos están basadas en la experiencia personal, la relación cronológica y la reflexión.
Sin embargo, la atención del autor parece tener objetivos diferentes. En la
autobiografía, la focalización se encuentra en el yo, mientras que en la memoria se privilegia
la relación de ese yo con el entorno que lo rodea. Así, por ejemplo, aunque en ocasiones se
presenten los relatos retrospectivos de políticos y hombres de estado como autobiografías,
dichos textos son, en esencia, memorias, en virtud de que la función pública imprime
particular relevancia al contexto en que la personalidad del autor se manifiesta.
El género autobiográfico nace de la interacción entre el pasado y el presente; la
resignificación de vivencias pretéritas no sólo afecta los procesos de construcción textual,
sino que disocia al autor en su propia consciencia. La auténtica autobiografía implica la
reconstrucción del movimiento de una vida, de una parte de la vida, en las circunstancias
reales en que vivió. Centra su interés primordialmente en el yo, aunque los vínculos con el
entorno que lo rodea nunca dejen de influir en su constitución.
Así, tanto la memoria como la autobiografía suscitan relaciones entre el individuo y el
mundo exterior; No obstante, la intensidad y el enfoque de tales vínculos dependerán de la
decisión de acercase a uno u otro género.
Una vez esbozadas estas sutiles diferencias entre autobiografías y memorias, es
momento de ver en qué medida los textos Niñez en Catamarca de Gustavo Gabriel Levene y
La mirada en el tiempo de Arturo Marasso se pueden catalogar dentro de uno u otro género.
Vistas desde una óptica paratextual, las obras muestran escasos indicios de
pertenencia genérica. Estos, de hecho, son inexistentes en el caso de Mirada en el tiempo. Si
bien el título insinúa la naturaleza retrospectiva del texto, nada se sugiere en torno al grado
de introspección que alcanzarán los relatos. Tampoco se ofrecen prólogos, ni notas
introductorias pudieran esclarecer con precisión la filiación de género.
Niñez en Catamarca, en cambio, exhibe algunos elementos paratextuales sobre los
cuales cabe realizar un somero comentario. Dejaremos de lado cualquier interpretación que
surja en relación al título del texto debido a que, al igual que en el libro de Marasso, nada
aportan en particular a los fines que aquí nos interesan. Soslayaremos, además, la palabra
Relatos que, situada inmediatamente debajo, funciona como una suerte subtítulo, cuya
inclusión alerta al lector sobre el carácter narrativo del texto, sin ninguna otra
especificación.
No obstante, merece mención la Nota a la décima edición, apartado que –como es de
esperar– precede al prólogo de la obra. En dicha nota, el propio autor sostiene: “Gratitud,
en fin, para el público cordial […] cuya sonrisa, ante estos relatos autobiográficos, me ha
traído la inefable felicidad de sentir que mi infancia entraba en muchos corazones” (p.7).
Más adelante, refiriéndose a él mismo en tercera persona, agrega: “si Niñez en Catamarca es
autobiográfico, lo escrito después por el autor ensancha, con gentes y sucesos de la patria,
la emocionada infancia que estas páginas evocan.” (p.7).
Como vemos, Levene sitúa explícitamente su texto dentro del registro autobiográfico.
Aunque esta observación pueda resultar algo trivial, lo cierto es que sus palabras dejan ver
no sólo un principio de clasificación genérica, sino también una actitud estética frente a las
diversas variantes de construcción textual que ofrecen los relatos retrospectivos de tenor
personal. Por otra parte, lo expresado en la segunda cita puede entenderse como una señal

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más de que el texto se circunscribe menos a la memoria que la a la autobiografía. El autor


apunta, a través del artificio de la tercera persona, que Niñez en Catamarca se ocupa de sus
vivencias personales, sin ahondar demasiado en el contexto que lo rodea, labor que
desarrolla en su actividad como historiador.
En lo que concierne a los textos en sí, ninguno muestra índices que nos permitan
diferenciar, a ciencia cierta, su filiación respecto de los géneros que nos interesan. No
obstante, algunas particularidades de tenor narrativo dejan un espacio para conjeturar en
torno al asunto. En el caso de la obra de Levene, la naturaleza autobiográfica insinuada
desde el paratexto viene a ser corroborada por algunos matices presentes en los relatos que
la componen. Veamos, a modo de ejemplo, uno de los fragmentos iniciales:

Mi impaciencia y precocidad sentimental, la veían todos los días: éramos vecinos y es preciso
acatar la Providencia. Yo, en ese entonces, no sabía expresar lo que sentía, y mi diploma de
tercer grado resultaba de un fastuoso valor decorativo. Fue inútil haberme distinguido en la
lectura y composición: no llegué a hablarle ni a escribirle nunca. Pero mi amor obraba y ¡con
cuánta ansiedad guardaba el dinero logrado durante toda la semana y corría, apretando bien
el puño, la moneda adentro, hasta el almacén de la esquina! (Levene, 1954: 17).

Este párrafo exhibe una línea narrativa que, salvo escasas excepciones, se mantiene a
lo largo del texto. A saber, se centra en experiencias vivenciadas por el autor a temprana
edad. Los personajes que intervienen se encuentran –como es lógico en este tipo de relatos
personales– determinados por su círculo inmediato. Las descripciones y en general la
construcción de imágenes visuales están supeditadas a la óptica de la voz narrativa. Esta,
por lo común, se vale de la primera persona del singular para imprimir, a lo que se cuenta,
el mentado carácter íntimo y altamente subjetivo. La mirada en el tiempo, en cambio, no
presenta este predominio de la primera persona del singular. En virtud de que abundan
descripciones de paisajes y localidades, el enunciador altera a menudo el uso de las formas
plurales de primera y tercera persona:

Basta dar un paso mientras ascendemos para que el paisaje varíe. La extensión se ensancha.
Dominamos la altura del Portezuelo. El viento fresco y fuerte de la mañana late en nuestra
frente. Honda, hondísima, es la llanura que se extiende hasta el pie del Velasco. Esas líneas
blancas son cauces pedregosos. Esas manchas de verde más intenso son los pueblecitos de
viñas y huertos. Empezando a mirar al este, vemos a nuestro pie, en un hemiciclo –en la base
de ese hemiciclo hay un profético intento de teatro griego–, Samay–Huasi. (Marasso, 1951:
13).

Si bien las imágenes recreadas verbalmente están indudablemente tamizadas por la


personalidad del autor, la importancia concedida al contexto, dejan en segundo plano los
ejercicios de introspección y los episodios puntuales que lo tienen como protagonista de
acciones. En este sentido, es lícitos pensar que La mirada en el tiempo parece ajustarse mejor
a las características de la memoria, que a las de la autobiografía.

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CONCLUSIÓN

En suma, las fronteras que separan dos géneros vecinos como la autobiografía y la
memoria resultan de difícil aprehensión. No obstante, la gran cantidad de rasgos comunes
entre ambos, existen algunos matices que pueden ayudar a distinguir diferencias. Mientras
que la autobiografía hace hincapié en la personalidad, el carácter y, en ocasiones, la
intimidad de un individuo reconocido; la memoria parece no poner excesivo foco en la
subjetividad del autor, sino en la relación de este con determinados elementos del contexto
que le resultan de importancia. La intención comunicativa del autor resulta, en este sentido,
de vital relevancia para establecer una diferenciación genérica. En base a este criterio de
distinción, creemos que Niñez en Catamarca de Gustavo Gabriel Levene puede
circunscribirse dentro del género autobiográfico. Por su parte, La mirada en el tiempo de
Arturo Marasso –en virtud de la trascendencia que atribuye al contexto– se aproxima a las
características de las memorias.

BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA

Álvarez Calleja, M. (1989). La autobiografía y sus géneros afines. Recuperado de


http://revistas.uned.es/index.php/EPOS/article/download/9637/9183
Lejeune, P. (1994). El pacto autobiográfico y otros textos. Trad. Ana Torrent. Madrid:
Megazul-Enymoin.
Levene, G. (1964). Niñez en Catamarca. Bs. As.: Compañía general fabril editora.
Marasso, A. (1951). La mirada en el tiempo. Bs. As.: Editorial Kapelusz.
Pozuelo Yvancos, J. (2005). El género literario ‘Ensayo’. En Cervera, B. Hernández y M.
Adsuar (Eds), El ensayo como género literario (pp. 179-191). Murcia: Universidad de
Murcia. Recuperado de
http://libros.um.es/editum/catalog/download/971/1581/1131-1.
Pozuelo Yvancos, J. (2006). De la autobiografía. Teoría y estilos. Barcelona: Crítica.

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