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PREHISTORIA RECIENTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA. PED A.

Curso 2014-2015

LA VENUS DE GAVÀ

El hallazgo
Figura antropomorfa, parte del cuello y hombro de una vasija de cerámica incompleta
(para la investigadora Muñoz Amilibia, que la interpreta como una jarra de
almacenamiento o una ollita bicónica.), encontrada en mayo de 1994 (antes ya
aparecieron fragmentos pero no se interpretó que no se tratara de una simple vasija
cerámica).en varios trozos en la excavación del relleno sedimentario del pozo de una
de las minas, la nº 16, de 8 metros de profundidad (que se empezó a excavar en 1992),
que al parecer se había colmatado con residuos una vez terminada su explotación, del
complejo minero prehistórico de Gavá (Can Tintorer, Barcelona), dedicado
principalmente a la explotación de variscita férrica, la piedra verde o calaita. Se
encontró junto a un numeroso y variado conjunto de materiales arqueológicos:
fragmentos de cerámica correspondientes a un elevado número de vasijas, diferentes
tipos de industria lítica (sílex tallado, hachas, picos de minero, herramientas para la
fabricación de ornamentos), múltiples piezas de variscita rotas en el proceso de
elaboración, restos de fauna (doméstica y salvaje, terrestre y marina), restos botánicos
carbonizados y materiales constructivos. Por tanto, fragmentos amortizados en el
momento de abandono de esta parte de la mina, desechos domésticos, de trabajo
minero y de realización de adornos corporales y de derrumbes de estructuras de
habitación.

Descripción de la figura

De la figura se distingue la mitad izquierda y parte de la derecha de la cara, el tórax


entero, el brazo izquierdo completo y buena parte del derecho y la parte superior del
abdomen.

Es una “dama” erguida, algo apoyada hacia atrás, como entronizada, sentada, con los
brazos junto al cuerpo, doblados por el codo en ángulo recto y las manos apoyadas
reposadamente sobre el vientre abultado (coincidiendo con el ensanchamiento del
cuerpo de la vasija), que se ha interpretado como indicio de embarazo.

En cuanto a la cara, parece que únicamente se representaron los ojos y la nariz, no la


boca, y quizá las orejas. La nariz es alargada, estrecha y estilizada y presenta dos
orificios en la parte inferior, más prominente que la superior. Los ojos son circulares y
están representados por una pastilla de cerámica en relieve poco resaltado, rodeada

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por una serie de rayos grabados, que pueden ser las pestañas, formando el conjunto
una representación solar.

Debajo de la cara aparece un motivo esgrafiado, que se interpreta como un collar,


formado por varias líneas rectas, una horizontal de la que cuelgan dieciséis líneas
paralelas, verticales y más cortas que la horizontal. De los extremos de la horizontal, en
la parte superior, salen otras dos líneas verticales que se interpretan como la ligadura
del collar al cuello. El diseño del collar no se corresponde con los collares que aparecen
fundamentalmente en los ajuares funerarios de la época, que no son rígidos como el
de la figura. Para los investigadores del CSIC Josep Bosch Argilagós y Alicia Estrada
Martín, descubridores de la pieza, dicha rigidez, lejos de expresar una convención
artística, sería un ideomorfo de significado desconocido

No presenta cuello, sino que la cabeza se sitúa directamente sobre el cuerpo.

En el tórax se representan los dos pechos mediante un relieve circular poco resaltado.

Sobre los brazos, también en relieve, se grabaron unos ornamentos y los cinco dedos
de cada mano. Los adornos recuerdan los brazaletes (de concha de molusco o de
mármol) que aparecen en numerosos yacimientos neolíticos. Aparecen en los dos
brazos, agrupados y paralelos. Ocho en la parte inferior de cada antebrazo y cuatro en
la parte superior del brazo izquierdo (pudieron haber existido más, pero se desconoce
porque el hombro está fracturado y no se conserva la parte superior del brazo
derecho). Los brazos están pegados al cuerpo, con los codos flexionados en ángulo
recto y las manos, con los dedos largos, estirados y juntos, descansando planas sobre
el vientre. En la mano derecha, también esgrafiados, parece que hay unos anillos.

La estructura de esta pieza es simétrica respecto a un eje vertical que pasa por la nariz
y las manos, y sigue un canon estilístico desproporcionado, con unos ojos y una nariz
que no guardan relación con los brazos

Sólo se conserva la parte superior del abdomen, que parece abultado como si se
representara un embarazo. En el centro se observa grabado el extremo de lo que
parece una espiga o ramiforme en posición vertical invertida, con líneas horizontales y
paralelas a los lados, también esgrafiadas y que pueden representar una falda, que no
cubre la parte superior del cuerpo.

Otras líneas que aparecen en el costado de la figura pueden representar el cabello.

La parte conservada de la figura tiene unas dimensiones de 16cm de alto por 11cm de
ancho y 6’6cm de fondo. El grosor de la pared es más o menos constante de 5mm.

Elaboración

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La cerámica es de pasta fina de buena calidad con superficies muy bien bruñidas y
oscuras, de un tipo habitual en la cerámica “fina” de los Sepulcros de Fosa.

Se elaboró de la misma manera que los recipientes de cerámica. Se trata de un


proceso mediante el cual una masa de arcilla, a la que se ha dado una determinada
forma, se endurece mediante la aplicación de calor.

Para la preparación de la arcilla, se extrae ésta del yacimiento o del lecho de un río, y
se la separa de las impurezas (los materiales intrusivos como piedras, raíces, etc se
separan dejándolos hundirse en agua). Se procede a fracturar la arcilla en pequeños
trozos y se deja secar al sol o en un ambiente seco y ventilado. Después se coloca en
un recipiente con mucha agua y se deja que la absorba hasta formar una masa
bastante líquida o cremosa. Se mezcla bien y se tamiza pasándola a otro recipiente
donde se la deja reposar de nuevo. Cuando la arcilla se separa del agua y se deposita
en el fondo, se elimina el agua, se vuelve a mezclar y se vierte en otro recipiente para
dejar que se seque ligeramente. Cuando tiene la consistencia para ser trabajada, se
corta en pedazos de fácil manejo y se conserva en un lugar húmedo. Pasado cierto
tiempo se vuelve a amasar (mediante mazas de madera, con los pies desnudos o
cortándola, y finalmente a mano) para que adquiera buena homogeneidad y se elimine
el aire. La mezcla del agua con la arcilla en proporción adecuada facilita su plasticidad,
moldeado y cocción. A veces se añadía sal al agua.

La pasta cerámica se forma con una o más arcillas, que son los elementos plásticos, los
desengrasantes o elementos magros (que reducen la excesiva plasticidad, aumentan la
porosidad y facilitan el secado de la vasija) y los fundentes (que facilitan la cocción y
pueden ser feldespatos, micas, cal, fosfatos, fritas molidas, arcillas fundentes, ferrosas
y calcáreas).

El modelado, mediante el que se da forma a la vasija y se definen los detalles, en un


primer momento se hacía a mano, después con torno de alfarero, lento o, finalmente,
con torno rápido. Una vez modelada, se practica el acabado, para regularizar,
impermeabilizar o decorar la vasija, frotándola con diversos instrumentos.

Tras el modelado se deja secar la vasija y se procede a la cocción en un horno, con


distintas tipologías (también puede ser sin horno, cubriendo la pieza de brasas),
mediante la cual la arcilla sufre un proceso de deshidratación y se convierte en
cerámica documentados por la arqueología solía efectuarse entre 650º y 800º. Los
tipos de horno fueron evolucionando en las diversas culturas

La calidad de la “venus” de Gavá es muy buena. La pasta presenta color negro en la


parte externa y rojo en la interna. El desgrasante visible es sobre todo cuarzo, de un

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tamaño inferior a 1mm. El acabado es bruñido en las paredes interna y externa, y su


coloración oscura, siendo más negra la externa que la interna.

La técnica decorativa empleada es doble: modelado e incisión sobre la pasta dura.


Presenta tres sistemas decorativos distintos: el relieve, el grabado o esgrafiado y el
pintado, usado como complemento del esgrafiado, ya que la pintura, blanca y quizá
elaborada formando una pasta con conchas de molusco trituradas, únicamente
aparece incrustada dentro de las líneas grabadas, técnica documentada por primera
vez por J. Vaquer en 1975 en la cerámica Chasense del Languedoc. No se ha
conservado el relleno de todas las líneas, pero se cree que todas lo tenían.

La decoración en relieve aparece en la representación de la nariz, los brazos y los ojos.


La decoración esgrafiada y pintada aparece en la representación de los adornos
(brazaletes, collar y quizás anillos), de la ropa, lo que parecen ser las pestañas y
posiblemente del peinado.

Datación

Hay datación absoluta por C14 para diferentes trozos de carbón recogidos en el
sedimento donde apareció la figura, que los sitúan en el primer cuarto del cuarto
milenio aC, entre los años 4000 y 3750 aC. (entre el 5090 y el 4660 BP) Estas fechas, así
como las características técnicas y morfológicas de la misma y de la de otros materiales
que también se encontraron, con paralelos en las culturas de los Sepulcros en Fosa y la
Cultura Chassey de Francia, hacen que se sitúe en el Neolítico Medio, en un momento
avanzado de la Cultura de los Sepulcros en Fosa, aunque la pieza ya estuviera
amortizada. En Cataluña, supone la culminación de las innovaciones del Neolítico, el
sedentarismo, la agricultura y la ganadería. Hay también intercambios y contactos a
larga distancia, de los que es ejemplo la dispersión y distribución de la variscita de las
Minas de Gavá.

Funcionalidad

En cuanto a la función de la figura, se interpreta como una representación religiosa, de


la Diosa Madre, el principio de vida femenino. Llevaría las manos cruzadas sobre el
vientre como señal universal de protección de la maternidad. Esta imagen se relaciona
con otras figuras neolíticas halladas, por ej. en contextos del neolítico balcánico, un
grupo de diosas preñadas de la vegetación definido por María Gimbutas, o con la
cultura chasense francesa. Las figuras femeninas neolíticas se documentan en gran
parte del Mediterráneo, con diferente forma y técnica, aunque se conservan muy
pocos restos, respondiendo a un trasfondo cultural e ideológico común.

Puede pensarse en la difusión del sustrato ideológico desde un área central en el


Próximo Oriente hacia el Occidente Mediterráneo. Esta gran divinidad femenina

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estaría relacionada con una gran variedad de facetas de carácter socio-religioso que
abarcan los aspectos más importantes de la existencia humana: Fertilidad,
Abundancia, Prosperidad, Regeneración, Vida e incluso Muerte. Según Antón A.
Rodríguez Casal, es habitual en la literatura arqueológica incluir dentro de la” cerámica
simbólica” a un tipo de decoración basada en diseños de “ojos-soles”, como
representación esquemática de la diosa madre protectora del Neolítico. Según este
investigador, estamos ante una amplia comunidad cultural desde el sudeste hasta el
noreste peninsular, indicada por la presencia de un motivo simbólico-decorativo
semejante, la representación oculada, presente no solo en cerámica, sino también en
otros soportes tales como placas de pizarra, calcáreo o hueso. La decoración de ojos-
soles hay que entenderla desde el punto de vista de una función benefactora y
generadora de vida, como representación esquemática de la Madre Tierra, a su vez
deidad protectora de los muertos. En algunos casos, aunque no siempre, se la
representa con señalización de atributos humanos, como en el caso de la “venus” de
las minas neolíticas de Gavá. La “venus de Gavá” puede ser vista como un enlace entre
las representaciones femeninas del Neolítico Antiguo y los “ídolos oculados”,
habituales en buena parte de la Península Ibérica en el período siguiente.

Las Minas de Gavá

A diferencia del sílex, las mineralizaciones de aluminofosfatos, entre los que se cuenta
la variscita, son formaciones escasas en la corteza terrestre y son muy pocos estos
yacimientos geológicos. En la bibliografía arqueológica se conoce a estos minerales con
el vocablo calaita. Tal vez su escasez, y por tanto la dificultad de obtenerla y su
vistosidad (tonalidades verdes y brillantes) es lo que hacen de la calaita un material
preciado y deseado con un valor intrínseco, constituyendo un bien de prestigio social
para aquellos que la poseían. En el Neolítico suroccidental europeo los minerales
verdes tendrían esta función, erigiéndose en un valor simbólico común a un
conglomerado de culturas que participarían de la misma corriente socioideológica. En
esta zona europea son conocidos ocho yacimientos, de los que cinco están localizados
en la Península Ibérica, pero el único excavado es el yacimiento minero de Gavá, y por
tanto el único que nos proporciona información sobre el desarrollo de la minería de
aluminofosfatos en el Neolítico.

El complejo minero de Gavá, en el Baix Llobregat, en la vertiente marítima de la


Cordillera Litoral Catalana, sobre uno de los contrafuertes del Macizo del Garraf,
Comenzó durante el Neolítico antiguo postcardial y se prolongó durante todo el
Neolítico Medio, siendo ésta su época de máxima explotación, correspondiéndose a la
Cultura Catalana de los Sepulcros de Fosa. Se localizó casualmente en 1972 y se
investiga como yacimiento desde el año 1979, como uno de los conjuntos mineros más
singulares de la prehistoria y una de las minas subterráneas en galería más antiguas de

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Europa. El territorio minero detectado excede de 250 ha (zona de bosque incluída),


salpicadas de labores mineras. Se trata de explotaciones dedicadas a obtener, sobre
todo, variscita, de color verde, fosfato de aluminio hidratado, junto con otros
productos secundarios que van desde el ocre al turquesa. La gran mayoría de perlas de
collar existentes en los Sepulcros de Fosa y otros yacimientos del Neolítico Medio
Catalán proceden de estas minas. Las formaciones de pizarras silúricas de la Cordillera
Litoral Catalana constituyen la base geológica de Can Tintorer. La posición
aproximadamente subvertical de las mineralizaciones estratiformes de Can Tintorer
condicionó la técnica minera. Se trata de extracciones en el subsuelo mediante pozos y
galerías, y no a cielo abierto, como suelen ser las minas de la prehistoria. Se trata,
principalmente, de pozos trazados perpendicularmente a través de una costra o
cobertura de sedimentación reciente que escondía estratos paleozoicos, que son los
que tienen la variscita. A partir de estos estratos salen las galerías, relativamente
cortas y perpendiculares respecto a los estratos mineralizados. El conjunto minero está
formado por más de 70 galerías, que suelen medir entre 5 y 15 metros de longitud,
pero las hay que alcanzan los 80 metros de recorrido.. Las galerías y cámaras están un
poco entrelazadas .La estructura básica de explotación se organizaba a partir de ejes
centrales de acceso, galerías de tránsito y salas de extracción. Se trata de un trabajo
experto y especializado. La explotación podía llegar a ser compleja, con varios pisos de
galerías en algunos pozos (por ej, la mina nº 8). La máxima profundidad detectada es
de 14 metros. Las galerías más antiguas, postcardiales, son más cortas y simples con
una orientación aproximada Este-Oeste..

El instrumental para la minería era relativamente sencillo. Piedra, hueso y madera


fueron la base de las herramientas mineras durante el Neolítico. Junto a ellas otros
materiales de origen vegetal y animal posibilitaron el uso de cestos, cuerdas, mangos,
escaleras, andamios, etc. Algunos yacimientos han conservado estas evidencias.En el
Neolítico Antiguo Evolucionado, el único instrumento especializado es el pico de
piedra. Durante el Neolítico Medio aparecen los cinceles de hueso y los demás
instrumentos de cuerno de ciervo. El mantenimiento del instrumental en condiciones
de uso, que debía ser constantemente reparado, requería de otras herramientas,
como percutores esféricos de cuarzo y rocas más o menos abrasivas. Para la
fabricación de los picos de piedra se requerían rocas muy duras, que no se encuentran
en la zona de Gavá, y que probablemente se extraían en la zona de Collserola, al norte
de Barcelona.

Se han encontrado en el entorno abundantes picos mineros, cinceles, percutores de


cuarzo y palas de mango corto elaborados sobre omóplatos de bóvido

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La materia prima extraída de la mina en la mayoría de los casos fue tallada en la propia
área minera. En los rellenos de las minas se ha llegado a identificar toda la cadena
operativa de la confección de las cuentas de collar.

La variscita o calaita extraída en Gavá era un elemento suntuario que se empleaba


para la ornamentación personal. Estos adornos posiblemente tuvieran una función
simbólica y un valor mágico-religioso. El color verde puede estar asociado a la
vegetación y a los ciclos del renacer de la vida, al culto a la Diosa Madre. En algunas
tumbas del Neolítico medio, especialmente masculinas, aparecen piedras verdes de
variscita, símbolo de protección mágica y quizá también un signo de distinción que nos
habla ya de una incipiente jerarquización social.

Las redes de distribución de la variscita a partir de las minas son extensas y complejas.
Los investigadores piensan que era una distribución fundamentalmente por vía fluvial,
a través de los ríos Llobregat-Cardener-Segre y Valira, puesto que buena parte de los
hallazgos se han descubierto a lo largo de este eje.

Las investigaciones constatan que los mineros vivieron en el área de explotación. La


comunidad neolítica que explotaba las minas seguramente vivía en asentamientos
estables que actuaban como base y con una serie de campamentos secundarios de
estructura más o menos efímera. Las minas han proporcionado restos de materiales
propios de la vida cotidiana (cocina y alimentación). Además, algunas de las cámaras
ya amortizadas fueron reutilizadas en el Neolítico Final como cámaras funerarias, lo
que indica, por otro lado, una ocupación permanente del territorio.

Debía haber rebaños de ovejas y cabras en las tierras de pasto de las pendientes de las
estribaciones del macizo del Garraf. También hay evidencia de la cría de toros y vacas,
que debían utilizarse tanto para el transporte como para la obtención de productos
derivados. Se constata también la presencia de cánidos.

Se cultivaba el cereal (cebada, trigo) y seguramente existían actividades


manufactureras secundarias de hilado, tejido, etc. A través de los estudios polínicos se
ha podido determinar una deforestación antrópica hacia el 3100 aC. En ese contexto
se documentan taxones secundarios que indican actividad agrícola.

La Cultura de los Sepulcros de Fosa

Se desarrolla entre el 4300 y el 3100 aC, en dataciones calibradas, en Cataluña, en un


amplio espacio geográfico, en un momento de pleno desarrollo del neolítico europeo.
Neolítico Medio y que perduran en el Neolítico Reciente (Neolítico Reciente según Ana
Mª Muñoz Amilibia, por tratarse de un Neolítico ya plenamente establecido, que
directamente relaciona con la Cultura de Chassey del Languedoc).

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Representa una fractura brusca de los componentes tecno-culturales anteriores.

Hábitat en poblados sencillos (fondos de cabaña) al aire libre en las llanuras más
fértiles, de gran tamaño y dedicados a la agricultura. Estos poblados carecen de
elementos defensivos, y no hay evidencia de actividades artesanales complejas.

Son muy escasos los restos de habitación. Uno de ellos es La Bóvila de Madurell (Sant
Quirce del Vallés, Barcelona), donde algunos “fuegos” proporcionaron además
fragmentos de cerámica con decoraciones tipo Chassey y dataciones calibradas 3709-
3372 aC.,la Bóvila de Padró de Ripollet, Bellsolá o el poblado de La Flexa del Moro
(Juberri, Andorra), situado a más de 1300 m sobre el nivel del mar, donde se han
hallado algunas semillas de cereal, pero no restos de fauna doméstica. Al parecer eran
grandes asentamientos de más de 30 ha. Seguramente las cabañas se construyeron
con materiales perecederos.

Las necrópolis son muy características y dan nombre a esta Cultura, con una gran
homogeneidad en un territorio muy amplio (actual Cataluña, llegando incluso a
Aragón). Suponen el primer rito funerario estandarizado del Neolítico. Marcan también
la vinculación al territorio de estos pueblos. Se trata de extensas necrópolis de
inhumaciones individuales, a veces con ricos ajuares de cerámicas (con una rica y
variada vajilla), espátulas y punzones de hueso, hachas y azuelas de piedra
pulimentada (fibrolita, serpentina, esquisto y pórfidos), en ocasiones de gran tamaño,
adornos en concha, hueso, dientes perforados y colmillos de jabalí, y sobre todo
grandes collares de cuentas discoidales y en forma de tonelete en variscita. Hay
enterramientos infantiles dotados de ajuar.

Las diferencias en la riqueza de los ajuares no parecen deberse a la existencia de una


estratificación social, ni siquiera a diferencias de sexo, sino a los diferentes niveles de
riqueza de los distintos asentamientos. Los enterramientos se realizan en fosas simples
excavadas en el suelo cubiertas de tierra, o bien en cistas que suelen aparecer en los
altiplanos del interior catalán. Ej.: Sant Julià de Ramis y Puig d’En Roca (Gerona), o La
Bóvila de Madurell (Sant Quirce del Vallés, Barcelona), del 2850 +/- 150 aC. Las
sepulturas se excavan en la arcilla del suelo y los inhumados suelen ser dos, uno
masculino y otro femenino. Gracias a que las fosas estaban excavadas en terrenos
arcillosos, con mucha frecuencia su hallazgo solía estar vinculado a la explotación de
arcillas para tejerías o ladrillerías (bóvilas), por lo que los cortes verticales del terreno
permitían localizar las sepulturas en profundidad. El terreno arcilloso permitió
también, en muchos casos, la conservación de esqueletos. El estudio antropológico
determinó, en bastantes ocasiones, unos caracteres físicos algo distintos de los tipos
mediterráneos propios del Neolítico mediterráneo peninsular. El primer Sepulcro en
Fosa se descubrió en 1863.

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Dentro de los ajuares que caracterizan este período, uno de los fósiles guía que los
constituyen son las cuentas de collar en variscita. También es característico el sílex
melado.

La cultura de los Sepulcros en Fosa debía ser muy superior a la de otros grupos
vecinos. Hay evidencia de relaciones a larga distancia con culturas contemporáneas
como la de Chassey o la de Lagozza. En el norte de Cataluña, aparecen en paralelo
cronológicamente sepulcros megalíticos de corredor u cámara subcircular, trapezoidal
y rectangular.

La cultura material refleja una profunda evolución social. Tiene una cierta complejidad
en la organización social, como pone de manifiesto la explotación de las minas de
Gavá, y un importante desarrollo agrícola y ganadero. En definitiva, una
transformación global hacia el modo de vida campesina, lo que conlleva cambios
profundos en su vida social y espiritual.

La Venus de Gavá es la primera figura claramente antropomorfa conocida para el


Neolítico de la Península Ibérica. Es la más completa, de mejor calidad y mayor detalle
en la figuración de la Europa occidental.

EL YACIMIENTO ARQUEOLÓGICO DE CASA MONTERO (VICÁLVARO,


MADRID)
Fue descubierto en verano de 2003 con motivo de la realización de las obras de la
autopista M-50 de Madrid.

Localización

Se encuentra en la zona más oriental de los límites de Vicálvaro, en un área de cerros


cercanos a la vega del río Jarama en su confluencia con el Henares, sobre los escarpes
de la margen derecha del Jarama. Corona un cerro limitado por sendos barrancos en
norte y sur, al este por la vega del Jarama y hacia el oeste desciende suavemente
formando una extensa llanada, un extenso páramo, en el que se documenta la
continuación de la mina prehistórica y abundantes restos de minería de épocas
moderna y contemporánea (siglos XVII al XX). En el mismo yacimiento se han
documentado, además de la fase Neolítica, otras tres fases: Una más antigua
Pleistocena y dos más recientes, Bronce Medio y contemporánea/actual.

El sílex es una roca de origen bioquímico compuesto de sílice (calcedonia, cuarzo y


ópalo en menor medida), que se transforma por compactación progresiva en roca
sólida. Los diversos minerales que lo constituyen tienen proporciones variables lo que

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da lugar a una gran diversidad de tipos y de calidades, que será motivo de selección
por el hombre prehistórico. Presenta, en su fractura, filos muy cortantes.

Desde el punto de vista geológico, los depósitos más antiguos son Terciarios, del
Mioceno Medio con una secuencia sedimentaria formada por un potente banco de
yesos laminados gris-verdoso en la base y arcillas verdosas con intercalaciones de
pequeños estratos calizos en la zona superior. En la parte arcillosa de la secuencia
aparecen varios horizontes continuos con abundancia de ópalo y sílex. Se presentan
con morfología variable, que va desde pequeños nódulos arriñonados de tamaño
disimétrico, hasta bloques de varios metros de forma irregular y calidad variable para
la talla. Sobre el sustrato Terciario se disponen facies arenosas Pleistocenas con
distinto desarrollo y grado de alteración. En superficie, un potente estrato vegetal sella
la secuencia geológica.

Hay que señalar que en toda la zona central de la Cuenca de Madrid es frecuente
encontrar diferentes niveles de silicretas, existiendo en zonas muy próximas a Casa
Montero series con secuencias donde aparecen cuatro o cinco niveles silíceos entre
arcillas (Bustillo) que, sin embargo, no presentan vestigios de que fueran objeto de
explotación minera durante la prehistoria.

La extracción intensiva de sílex se hace necesaria en el Neolítico europeo cuando el


sílex interviene, como materia prima de mayor dureza, en el gran proceso de
roturación que se originó con el pleno desarrollo de la agricultura, cuando ya no es
suficiente la simple recolección en superficie o los pequeños escarceos extractivos. Las
grandes explotaciones en Europa Occidental comienzan a finales del V milenio y
comienzos del IV milenio aC, en el Neolítico Pleno, continúan su explotación en la Edad
del Bronce e incluso la prolongan hasta la Edad del Hierro, cuando el utillaje de sílex es
suplantado definitivamente por el de metal. No obstante, las minas de Casa Montero
pertenecen a un período anterior: el Neolítico Antiguo.

El yacimiento

Es la primera explotación de sílex neolítica de la Península Ibérica.

Consiste en un conjunto de más de 3800 pozos de profundidad variable (los que


acceden a niveles de sílex/ópalo varían entre los 1’5 y los 7m aproximadamente), que
ocupa una extensión de 4ha, en la que además se hallaron abundantes restos
arqueológicas (en la actualidad en el Museo Arqueológico Nacional) y excepcionales
restos paleontológicos, que permiten conocer la trayectoria y usos de este lugar a lo
largo del tiempo. Las estructuras subterráneas están distribuidas de forma muy

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heterogénea. Una gran concentración en la zona centro oriental, que se dispersa hacia
el oeste y norte y menos rotundamente hacia el sur.

En la actualidad se conserva el 60% del mismo, habiéndose modificado el trazado de la


carretera.

La excavación se llevó a cabo durante 3 años, hasta 2006.

Fases del Yacimiento

Fase I. Pleistoceno

Durante la prospección superficial y la recogida sistemática de material, se identificó


un conjunto de piezas cuyo aspecto (pátina y alteraciones) y tipología indicaban su
atribución antigua. Posteriormente la realización de tres grandes zanjas sacó a la luz
una secuencia, situada a 2m de profundidad, del Pleistoceno Superior, con dos
estructuras de combustión.

Fase II. Neolítica

Es cuantitativamente la mejor representada en el yacimiento y la más singular en el


contexto de la prehistoria peninsular.

Se analiza con más detalle en este trabajo.

Fase III. Bronce Medio

Son 49 fosas de planta circular y sección cilíndrica o troncocónica, que se interpretan


como silos o cubetas de uso indeterminado. Se concentran en la zona norte del
yacimiento, salvo dos estructuras en la zona central, que contenían dos inhumaciones.

Entre los materiales recuperados en los rellenos de las fosas destaca la abundancia de
cerámica, con presencia de recipientes carenados y ollas del perfil en “S”.

Fase IV. Contemporánea/Actual

El aprovechamiento reciente del sílex y sobre todo de la sepiolita se evidencia en 6


fosas, con rellenos muy heterogéneos y poco compactos y la presencia esporádica de
materiales actuales (fragmentos de botellas de cristal, alambres o perdigones). Se
localizan preferentemente en los límites de la gran concentración de estructuras y en
ocasiones cortan evidencias de las fases previas.

La minería Neolítica

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Cronología

Los restos de cultura material, en especial los de cerámica, sitúan a Casa Montero en el
Neolítico Antiguo, en los momentos iniciales del Neolítico de la Meseta.

Además de esta cronología relativa, se han realizado una serie de dataciones


radiocarbónicas con el fin de evaluar de forma precisa tanto la antigüedad de la mina
como el tiempo en que estuvo en funcionamiento. De ellos se deduce, con un 65% de
probabilidad, que la explotación minera se desarrolló entre el 5337 y el 5218 cal aC,
durante unas cuatro generaciones.

Durante este tiempo se produjeron un buen número de eventos mineros


probablemente de corta duración, y previsiblemente durante la primavera (se han
hallado restos de una golondrina en uno de los pozos, y además es la estación que
presentaría condiciones climáticas favorables).

La denominada “monotonía” en las estructuras, la secuencia de las fosas y su


distribución en planta ofrecen la posibilidad de concebir los trabajos mineros de este
yacimiento en un lapso temporal y con una organización propia de los primeros
productores de la zona.

Los pozos

Son de tipo “chimenea”, sin que existan galerías entre los mismos, con tres subtipos
según la forma de la boca: en embudo, en cubeta y cilíndrica. Tanto formalmente
como en la sistemática de su amortización, todos los pozos excavados parecen
responder a concepciones idénticas. Debieron establecerse normas para un “correcto
abandono” de los pozos de forma que estos se hicieran visibles para futuras
excavaciones. Hay una evidente estrategia de explotación, de manera que los pozos,
pese a su extrema cercanía, no se cortan en ningún caso.

Existen “pozos de tanteo”, cuya explotación se abandonó por no encontrar en ellos


mineral.

Extracción y explotación del sílex

La simplicidad de las estructuras de extracción y especialmente su reducido diámetro y


la alta compacidad de las arcillas en las que se excavaron los pozos, facilitarían y
reducirían los riesgos en su interior.

Los paralelos con otras excavaciones prehistóricas permiten aventurar el uso de


escalas de madera o de cuerda, aunque también pudieron utilizarse simples cuñas de

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madera apoyadas en la pared. En algún pozo se observan “pates” o pequeñas


oquedades en la pared para el apoyo de los pies en el ascenso o descenso. También se
ha documentado orificios que se interpretan como sistemas de sujeción para un
travesaño que funcionaría a modo de polea de ayuda para la extracción de tierra y
piedras del interior del pozo.

Durante varias generaciones, grupos neolíticos excavaron los pozos y extrajeron más
de 700.000 kg de roca. Se trabajó in situ para obtener láminas, que después
transportaron a los distintos hábitats.

Las herramientas, localizadas entre el numeroso material lítico recuperado, pueden


clasificarse en a) herramientas para la excavación de los pozos (picos, mazas, cuñas,
etc), b) Herramientas para la extracción de materias primas (grandes percutores) y c)
herramientas para el acondicionamiento del trabajo (para el mantenimiento y
fabricación de enmangues, escalas, cordajes y otros).

Las mazas están realizadas en cuarcita, de sección circular, un peso aproximado de


1’5kg y dimensiones en torno a 13x8x8cm. Es posible que con ellas se golpeasen cuñas
o picos de sílex que penetraran la tierra a modo de cincel. Existen cuñas de entre 150 y
300g de peso y dimensión media de 11x7x3cm, y picos, más numerosos, de 130g de
peso medio y un tamaño medio de 10x5x3cm.

En cuanto a las herramientas para el acondicionamiento de los trabajos mineros, se


documentan una serie de piezas configuradas mediante retoque sobre soportes
espesos e irregulares (fragmentos desechados de la producción lítica), como
elementos de descortezado y desbastado y fragmentos informes. Estos objetos suelen
ser denticulados (amplios y abruptos), raederas, raspadores y buriles.

La amortización de los pozos se realizó rellenándolos con los mismos sedimentos


extraídos junto con residuos y desechos líticos producidos por la manufactura
realizada junto a la estructura.

Los materiales arqueológicos

a) Líticos

En cuanto al material lítico, como lugar de aprovisionamiento y explotación, Casa


Montero presenta un registro lítico extraordinariamente abundante, que permite
documentar todas las categorías de la Cadena Operativa Lítica (los restos más
abundantes corresponden a las fases de desbastado y configuración de las superficies
de talla), excepto los productos laminares, que saldrían del yacimiento.

Según se desprende del análisis de remontajes, núcleos y productos de configuración,


el objetivo principal de la explotación es la producción de soportes laminares, aunque

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en algún caso también hay estrategias destinadas a la producción de lascas. Se


diferencia, pues, de las explotaciones de sílex documentadas en Europa en las que el
objetivo principal de la producción es la obtención de hachas pulidas.

La representación de núcleos que se ha recuperado en Casa Montero es un documento


excepcional para el estudio de la tecnología lítica de ese período.

Para la producción de lascas se utilizan sistemas de explotación bifaciales, con


jerarquización o no de las superficies de talla. Para la producción, principal, de láminas
la variedad se amplía en función del soporte.

Estas tareas se realizan a veces en el interior de los pozos durante el proceso de


extracción de la materia prima.

b) no líticos

El conjunto cerámico de Casa Montero posiblemente sea el mayor y más completo del
Neolítico Antiguo de la Meseta, compuesto por 700 fragmentos que formarían parte
de 68 vasos completos. Sin embargo, en comparación con la cantidad de restos líticos
recuperados resulta ser un material minoritario en la mina. La cerámica de Casa
Montero fue la responsable de la datación relativa del yacimiento en el Neolítico
Antiguo, gracias a sus muy características decoraciones impresas. La cerámica
procedente de los pozos, torneada a mano, se caracteriza por la calidad de las pastas y
acabados. Están bien representados los acabados bien bruñidos, aunque la mayoría de
fragmentos están simplemente alisados, y pastas bien cocidas en ambiente oxidante.
Están representados ollas, contenedores y orzas. Se ha documentado un asa de cinta
vertical, una base cónica y labios simples redondeados y apuntados. Las técnicas
decorativas son variadas y en algunos recipientes aparecen combinadas: cordones con
impresiones diversas, mamelones, acanaladuras someras y a la almagra. Parecen
corresponder a la secuencia neolítica de La Vaquera (Torreiglesias, Segovia), de la
segunda mitad del VI y primer tercio del V milenios aC.

El conjunto es muy homogéneo en sus rasgos tecnológicos, en los componentes de sus


materias primas en su decoración y en su cocción. Todas las cerámicas comparten la
utilización de arcillas locales de una variedad inexistente en el yacimiento. Esto indica
que los recipientes se traerían exprofeso a la mina y, a tenor de su presencia relativa
baja, es probable que fueran llevados de vuelta a los campamentos base. La mayoría
de la cerámica presenta la utilización de desgrasantes de hueso de tamaño
microscópico. Se trata de una característica endémica de la Región, con una tradición a
partir de mediados del milenio VI aC, que al menos perduró tres milenios, con el
paralelo contemporáneo más próximo en algunos de los recipientes cardiales de la
Francia Meridional.

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Parecen haber sido transportadas como contenedores de comida y bebida, para servir
y almacenar o transportar víveres. Son muy escasos los fragmentos que presentan
evidencias claras de fuego en su superficie, lo que sugiere que la cerámica no se
empleaba directamente en el proceso de cocción o que el tipo de alimentos que se
consumían fueron en su mayoría crudos o preparados, como pan, queso y carne seca o
ahumada.

Se carece de evidencias de hogares en todo el yacimiento. No obstante, algunos cantos


y fragmentos de canto quemados pudieron haber sido usados para calentar líquidos
dentro de estos recipientes.

En cuanto a los alimentos consumidos, las evidencias son realmente escasas, y


apuntan a la presencia de cereales, legumbres y bellotas. Como ocurre en muchas
otras minas de sílex europeas, los restos de fauna son prácticamente inexistentes en el
yacimiento. Apenas se han hallado 119 piezas de hueso, asta y concha, de las que 35
fueron utilizadas para la producción de industria ósea, por ej. anillos, que
tradicionalmente se han interpretado como adornos personales y son característicos
del Neolítico Antiguo de la Península Ibérica. Tanto su abundancia relativa como la
recuperación de la secuencia completa de la cadena operativa de producción en el
yacimiento sugiere un uso alternativo más funcional, aunque no identificado de estos
objetos. El resto de los objetos de industria ósea son dos apuntados, un alisador, una
espátula, un punzón y dos colgantes sobre concha de gasterópodo.

En el reducidísimo conjunto de restos óseos predomina la fauna silvestre sobre la


doméstica. Todas estas evidencias conducen a pensar que los mineros no procesaron
carne en el yacimiento, y que la subsistencia durante los períodos de permanencia en
la mina tuvo que ser prevista con antelación y el tipo de alimentos seleccionados
serían los que pudieran comerse directamente sin preparación previa, algo razonable
para expediciones breves.

La gran movilidad de los grupos neolíticos que acudían a Casa Montero también se
desprende de la existencia generalizada en el yacimiento (en muchas piezas de sílex y
en todos los objetos de hueso, o bien pellas sueltas) de al menos dos tipos de
pigmentos de color rojo: ocre y cinabrio, que tal vez se usaron por sus propiedades
abrasivas o como pinturas corporales. El ocre se obtenía probablemente del Sistema
Central, a unos 40 km al norte, y el cinabrio en la zona minera de Almadén, a 200 km al
sur.

También se han encontrado tres objetos de carácter ideotécnico y que no se


relacionan con actividades mineras: un vaso antropomorfo con decoración solar, un
canto de cuarcita con una representación humana piqueteada y una estela
antropomorfa de caliza. La estela podría tratarse de la más antigua de estas

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características para el Neolítico peninsular. Los tres objetos, que debieron


transportarse ya acabados a la mina, deben considerarse como uno de los ejemplos
más antiguos de Arte Esquemático de la Península.

Los pigmentos y los objetos de carácter simbólico hallados indican la carga ritual de las
actividades miners.

Estrategia minera

La explotación debió llevarse a cabo por pequeños grupos que se abastecían


probablemente de manera estacional. La acumulación de pozos que se observa en la
actualidad es el resultado de una actividad secuencial desarrollada por varias
generaciones de poblaciones neolíticas.

No era un lugar de hábitat.

Se desconoce también la distribución y dispersión (que permitiría conocer la


realización de intercambios) del sílex extraído en Casa Montero

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