El Via Crucis 2022
El Via Crucis 2022
El Via Crucis 2022
Introducción
R/. Amén.
Oración de inicio
Señor Jesús,
en este día consagrado por tu Pasión
elevamos nuestras voces a Ti,
confiados en que nos escuchas.
Te bendecimos
porque eres para nosotros fuente de vida,
tomas sobre ti nuestros sufrimientos,
y con tu santa cruz redimiste al mundo.
Creemos
que tus heridas nos han curado,
que no nos dejas solos en la hora de la prueba
y que tu Evangelio es sabiduría verdadera.
Reconocemos
tu cuerpo martirizado en muchos de nuestros hermanos y
hermanas,
la violencia que sufriste en quien es perseguido,
y tu abandono en el suplicio de quien es asesinado.
Tú, que quisiste vivir en una familia,
mira compasivo a nuestras familias,
acoge sus oraciones,
atiende sus gemidos,
bendice sus propósitos,
acompaña su camino,
sostenlas en sus dudas,
consuela sus afectos heridos,
infúndeles la valentía de amar,
concédeles la gracia del perdón
y haz que estén abiertas a las necesidades de los demás.
Señor Jesús, Tú que eres el Crucificado Resucitado,
haz que no nos dejemos robar la esperanza
de una nueva humanidad,
de los cielos nuevos y la tierra nueva,
donde enjugarás toda lágrima de nuestros ojos
y no habrá ni llanto ni dolor,
porque lo antiguo ha pasado
y seremos una gran familia
en tu casa de amor y paz.
I estación
La agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos
Meditación
Todos: Pater noster
Señor Jesús,
aceptaste rezando
y a todos nosotros
concédenos permanecer contigo
en la hora de la prueba.
R/. Amén.
II estación
Meditación
Todos: Pater noster…
Señor Jesús,
y a todos nosotros
III estación
Meditación
Todos: Pater noster…
Señor Jesús,
y a todos nosotros
R/. Amén.
IV estación
Meditación
Señor Jesús,
y a todos nosotros
R/. Amén.
V estación
Pilato otra vez les preguntó: «¿Y qué quieren que haga con el
que ustedes llaman “el rey de los judíos”?». Ellos contestaron a
gritos: «¡Crucifícalo!». Pilato les replicó: «Pero, ¿qué mal ha
hecho?». Sin embargo, ellos gritaban aún más fuerte:
«¡Crucifícalo!». Entonces Pilato, para complacer a la gente, dejó
en libertad a Barrabás y a Jesús, en cambio, después de hacerlo
azotar, lo entregó para que lo crucificaran. (Mc 15,12-15)
Meditación
Todos: Pater noster…
Señor Jesús,
R/. Amén.
VI estación
Meditación
Todos: Pater noster…
Señor Jesús,
R/. Amén.
VII estación
Meditación
Una mañana como tantas, mi esposa se desmayó dos veces. La
carrera al hospital y el descubrimiento de una enfermedad que
en su cabeza ya estaba insinuando el veneno. La operación, la
rehabilitación, los cuidados; y hoy una cotidianidad
completamente nueva para todos nosotros. El Señor nos habla a
través de acontecimientos que no siempre comprendemos y nos
conduce de la mano para que demos lo mejor de nosotros
mismos. Ella tenía un rol, una posición, una “apariencia”, y se
encontró completamente diferente. Desnuda, indefensa,
crucificada. Y yo con ella. A través de esta enfermedad, con esta
cruz, nos convertimos en el pilar donde los hijos saben que
pueden apoyarse. Antes no era así. Casi podría decir que hoy,
con los ojos penetrantes en su glabro dolor, es plenamente
madre y mujer. Sin adornos, en la esencialidad de una vida
nueva y más difícil. Estar bloqueados, inmovilizados por un
pensamiento punzante, me obliga sobre todo a mí, que era tan
obstinadamente orgulloso, a descubrir qué maravilloso don son
las otras familias, las que intentan hacerte reír, te ayudan en la
cocina, acompañan a tus hijos a catequesis, te escuchan, te
entienden con una mirada, y, aun teniendo situaciones tanto o
más complicadas todavía, se preocupan constantemente por ti.
Todos: Pater noster…
Señor Jesús,
te suplicamos,
haz que los hijos cuiden de sus padres
R/. Amén.
VIII estación
Meditación
Todos: Pater noster…
Señor Jesús,
que nos llamas a llevar las cargas los unos de los otros,
R/. Amén.
IX estación
Meditación
Todos: Pater noster…
Señor Jesús,
que te encaminaste hacia la cruz
R/. Amén.
X estación
Jesús es crucificado
Meditación
Somos una madre y dos hijos. Desde hace más de siete años
somos una silla con tres patas en lugar de cuatro: hermosísima
y valiosa, aunque un poquito inestable. Bajo la cruz, cada
familia, incluso la más imperfecta, la más dolorida, la más
extraña, la más carente, encuentra su sentido profundo.
También la nuestra. Hemos experimentado, no sin lágrimas y
dolor, que Jesús, en ese abrazo de maderos clavados, nos mira
y no nos deja nunca solos. No sólo nos encomienda a un amor
genérico del creador respecto a sus criaturas, sino que nos
confía a un amigo, a una madre, a un hijo, a un hermano. A una
Iglesia que, con todos sus defectos, nos tiende la mano y,
aunque pueda parecer imposible, a veces sostiene el peso por
nosotros, permitiéndonos de vez en cuando recuperar el aliento.
El amor se multiplica porque es gratuito, aun cuando tengo la
tentación de querer saber porqué, si “ha salvado a otros, si es el
Cristo de Dios, su elegido”, no ha podido salvar también a mi
marido. Pero la herida de Uno en la cruz es herencia, vínculo y
relación al mismo tiempo. El Amor se hace real, porque, en
nuestro abismo y en nuestras dificultades, no somos
abandonados.
Todos: Pater noster…
Señor Jesús,
R/. Amén.
XI estación
Meditación
Todos: Pater noster…
Señor Jesús,
R/. Amén.
XII estación
Meditación
Todos: Pater noster…
Señor Jesús,
R/. Amén.
XIII estación
A las tres de la tarde, Jesús gritó con fuerza: «¡Eloí, Eloí!, ¿lemá
sabajtaní?», que significa: «¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me
has abandonado?». Uno de ellos fue corriendo a empapar una
esponja en vinagre y, sujetándola en una caña, le daba de
beber diciendo: «¡Déjenlo! A ver si viene Elías a descolgarlo».
Entonces Jesús, lanzando un fuerte grito, expiró. (Mc 15,34.36-
37)
Meditación
Todos: Pater noster…
Señor Jesús,
R/. Amén.
XIV estación
Meditación
Señor Jesús, que fuiste bajado del madero de la cruz por manos
amigas.
Todos: Pater noster…
Señor Jesús,
R/. Amén.
Oración final
Padre misericordioso,
que haces salir el sol sobre buenos y malos,
no abandones la obra de tus manos,
por la que no dudaste
en entregar a tu único Hijo,
que nació de la Virgen,
fue crucificado bajo Poncio Pilato,
murió y fue sepultado en las entrañas de la tierra,
resucitó de entre los muertos al tercer día,
se apareció a María Magdalena,
a Pedro, a los demás apóstoles y discípulos,
y siempre está vivo en la santa Iglesia,
que es su Cuerpo viviente en el mundo.
Mantén encendida en nuestras familias
la lámpara del Evangelio,
que ilumina alegrías y dolores,
cansancios y esperanzas;
que cada casa refleje el rostro de la Iglesia,
cuya ley suprema es el amor.
Por la efusión de tu Espíritu,
ayúdanos a despojarnos del hombre viejo,
corrompido por pasiones engañosas,
y revístenos del hombre nuevo,
creado según la justicia y la santidad.
Tómanos de la mano, como un Padre,
para que no nos alejemos de Ti;
convierte nuestros corazones rebeldes a tu corazón,
para que aprendamos a seguir proyectos de paz;
haz que los adversarios se den la mano,
para que gusten del perdón recíproco;
desarma la mano alzada del hermano contra el hermano,
para que donde haya odio florezca la concordia.
Haz que no nos comportemos como enemigos de la cruz de
Cristo,
para que participemos en la gloria de su resurrección.
Él, que vive y reina contigo,
en la unidad del Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.
R/. Amén.