El Maltrato A Las Playas y El Conflicto Económico

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Johnny Serrano M00582463

EL MALTRATO A LAS PLAYAS Y EL CONFLICTO ECONÓMICO,


AMBIENTALISTA Y SOCIAL.

Desde la llegada de los españoles a la isla, nuestras costas siempre han sido
codiciadas, y objeto de contención entre el pueblo y el estado. Aún en la revisión
de nuestro himno nacional, se menciona nuestras costas. Nuestro nombre como
nación, “Puerto Rico” hace referencia a nuestras playas y puertos. Son quizá el
recurso natural más glamoroso que tiene el país, y es atracción insignia del turismo
puertorriqueño. A la vez que la belleza de nuestras playas trae visitantes y
observadores, también atrae a huéspedes, y personas que quieren adoptar una vida
cerca de la playa. He aquí cuando se empiezan a formar comunidades y sectores
aledaños a las costas, cuyas construcciones son complejas, pesadas, e influyen de
manera sustancial en su medio ambiente.

Aunque existían comunidades costeras antes de la adición del concepto turístico a


estas, la escala en la que ha crecido este tipo de construcción ha sido brutal, por
darle un nombre. El cambio en efecto entre la presencia de una pequeña casa entre
un mangle en Lajas versus un hotel de 8 pisos “beachside” en condado es
mesurable, y preocupante. La magnitud de las construcciones afecta la relación de
la arena con la playa, la creación de dunas, el desplazo de la arena en general, y
afecta también la relación entre el ciudadano y la costa. Así también, afecta el
medio ambiente mar-adentro de la playa en cuestión. Tanto las estructuras grandes
en la costa como las murallas en el océano interrumpen el flujo, osea, la erosión y
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la adición de playa y de costa. En fin, la mera presencia de estas estructuras en la


costa es un veneno que lentamente va matando las mismas playas que busca
venerar y capitalizar.

El área metropolitana está llena de urbanidad, y muy pocas áreas con follaje
natural, o con ausencia de alguna estructura de concreto u hormigón. Aparte del
daño ambiental de las construcciones masivas en áreas costeras, hay varios factores
sociales que crean conflicto alrededor de estas fases de hospedería y turismo. La
gentrificación ha sido un efecto secundario de las construcciones costeras. Como
antes mencionado, ya existían una variedad de comunidades costeras en Puerto
Rico. En tiempos recientes, comunidades en Humacao, Vega Baja, Rincón, entre
otras, se han visto directamente afectadas por la erosión de la costa. Algunos de
estos sitios son espacios turísticos, otros, son espacios de vivienda. El
desplazamiento a causa de esto es una situación peculiar que viven las personas
afectadas, para las cuales no existe tanto incentivo, ya que técnicamente, no es
culpa de nadie. Tomemos por ejemplo a las víctimas de los temblores del sur: hubo
una demora brutal en la llegada de ayuda y recursos, y en algunos sitios no se han
terminado los trabajaos de remoción de escombros y rehabilitación de espacios de
vivienda. Al contrario, con cada año que pasa, en Puerto Rico se construyen menos
casas en promedio. No obstante, la industria de creación de hoteles y espacios de
estadía está más activa que nunca. Mientras que en espacios como Rio Piedras y
las avenidas principales de Hato Rey y la milla de oro hace falta innovación y
fondos para negocios y atractivos, sitios costeros están proliferando todo tipo de
negocios desde restaurantes hasta hoteles y tiendas por departamento dirigidas a la
temática playera. Todo este ambiente consumista crea desplace de poblaciones
menos privilegiadas del área, resultando en gentrificación, y un conflicto de ámbito
social el cual no es atendido con la necesidad requerida.
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Otra disyuntiva que esto puede crear es la atención a los problemas de la costa en
relación con los problemas en la montaña.

Los municipios de la montaña en Puerto Rico enfrentan un abandono parcial de


parte del gobierno central. Las instituciones de educación y salud son efímeras,
poco presentes en la vida de los boricuas de la montaña, y en algunos pueblos del
sur. En efecto, vemos sitios como el área metropolitana, la cual siempre se esmera
por presentar una imagen contemporánea y popular, y. podemos también observar
el desdén con el que se le trata a los pueblos montañosos. Pues es que los pueblos
de la montaña siempre se han percibido como inferiores a los costeros en cuestión
de naturaleza capitalizable. Claro, hay sus excepciones con el yunque, pueblos
como Yauco, y diferentes atracciones como cuevas y charcos, pero las reuniones
de masa y turismo ocurren siempre en las áreas de consumo costero. En el área
metropolitana, es Condado, viejo San Juan, Isla Verde, Piñones. En el sur, es
Ponce, Lajas y Cabo Rojo. No obstante, a partir del 2022 se ha comenzado a ver un
aumento en el turismo de pueblos de la montaña como Jayuya, Yauco y Las
Marías. Se ha diversificado y descentralizado el turismo en el país, y eso es bueno.
Quizá ahora es el momento para comenzar a retomar algunos terrenos costeros y
reformarlos para intentar mitigar el daño que estos le causan a su medioambiente.
Tristemente, la realidad es que las estructuras que ya se han construido a través de
toda la costa de la isla ya no pueden ser juzgadas, porque, en fin, quedaran en su
posición actual igual. Ahora, el activismo en contra de nuevas estructuras cerca de
la costa ha sido arduo, y presente en la prensa local. Diferentes lideres políticos se
han unido a la lucha, y en sí, la lucha se ha expandido a la oposición de otras
estructuras como plantas que consumen material químico y otros proyectos que
interrumpen el acceso del pueblo a la naturaleza.

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volviendo al problema social de la saturación de las costas con estructuras y


turismo, un problema en crecida es la nueva ola de compras de propiedades,
consistiendo en compras masivas de espacios de vivienda y terreno con el fin de
establecer hospederías alternativas o “AirBnB”. Esto perpetua la gentrificación y el
desplazamiento, efectivamente interrumpiendo el flujo social y cultural del área en
favor de reservar espacios perpetuamente para personas que probablemente no
aportaran a la profundidad cultural o social del sector. Esto deja a una cantidad de
personas sin hogar y a veces removiéndolos de una situación peculiar en su
vivienda. Es decir, que el readaptarse o hasta adquirir otro espacio de vivienda le
pudiese ser de alta dificultad a la persona. A veces, esto perjudica el trabajo, o las
conexiones o proyectos de la persona. Nada de esto se toma en cuenta a la hora
desplazar a la persona de su hogar, dicho desplazamiento efectuado por personas
que en frecuencia ni hablan español (actualmente). Es un problema completamente
desatendido por el gobierno central, y es un problema que está resultando en
muchas posibles historias de diáspora de jóvenes puertorriqueños que puedan
impulsar la economía local.

Podemos concluir que, así como eliminan las opciones de la playa para recuperarse
de manera natural, la economía a base de la hospedería en las costas evita el flujo
natural de muchos aspectos de los social que ocurre. No es tanto la presencia del
concepto de turismo, sino la saturación en áreas designadas, y la realidad de que
dicha saturación será causa de problemas complejos en el futuro. El
desplazamiento y la creación de zonas exclusivamente recreativas en las costas es
sumamente problemática, ya que este (la playa, las costas) son un recurso público,
y como tal, todos deberían tener acceso al mismo. La construcción privada en estas
áreas interrumpe el derecho a libre acceso en muchas ocasiones, y a lo más, evita
que permanezcan los actores sociales y las costumbres que estos tiene en cuestión a
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la playa: son quienes más se preocupan por su limpieza y bienestar, y esto ha sido
observado vez tras vez, en cada lucha por las costas de este país.

Tenemos la oportunidad de fomentar turismo menos dañino al ambiente. El


patrocinio a parques nacionales y al turismo en la montaña siempre es una
alternativa atractiva, y ofrece una visión diferente de la belleza de este país. Hay
una diversidad de atracciones, desde globos de calor, hasta retos físicos en la
montaña. También, la idea de la hospedería mar adentro es viable. En lajas, todas
las atracciones están en la costa, mientras que los espacios de hospedería no están
casi en la costa. Salvo el parador en la parguera, cerca de la costa esta la plaza del
pueblo y el centro de actividades del municipio. La mayoría de la vivienda esta
apartada de la costa (aunque no tanto). Hay maneras de hacer este tipo de turismo,
sin interrumpir el flujo social, no crear conflicto, no afectar negativamente las
estructuras, y sobre todo, desviando mejor nuestra atención a sitios que requieren
mayor apoyo económico y de infraestructura, sin importar la habilidad de capital
que tiene el municipio.

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