Empresas, Instituciones y Asociaciones
Empresas, Instituciones y Asociaciones
Empresas, Instituciones y Asociaciones
INSTITUCIONES
Y ASOCIACIO
ASOCIACIO NES
Un estudio tipológico de las organizaciones según su
objeto de actividad.
y, a la vez, poder decir algo relevante sobre ellas. Desde luego, todas tienen en
de actividades con vistas a un fin. Sin embargo, gran parte de los esfuerzos de
torios a partir de los cuales formular tipos más precisos y homogéneos de mo-
do que fuese posible hacer avanzar el análisis sin caer, a cambio, en una casuís-
para olvidarse luego de ellas y tratar todas las organizaciones como si pertene-
Entre los muchos criterios que se han propuesto para clasificar las orga-
(1971) ha propuesto una tipología más sofisticada, según que las organizacio-
cera es sustituir los símbolos por los intereses. Llamaremos a estos tres grandes
Cuadro I
sea la naturaleza del producto (una cosa o materia, una acción o energía, un
1
El concepto de objeto, pues, pasa a ser más amplio y puramente relacional: aquello
5
fin, se presta bien a acoger esa amplia gama de organizaciones que agrupan y
defienden intereses fuera de sí mismas, en las que se participa por motivos ins-
decir, en las que se toma parte por móviles expresivos (corresponde, más o me-
clasificación de cada uno de los tipos, no ya por mor de clasificar las organiza-
ciones en grupos más pequeños, sino para verificar la capacidad de nuestra cla-
maneras de clasificarlas, cada una de las cuales podría tener cierta relevancia
mación). Hay un aspecto, no obstante, que parece más relevante. Enseguida ve-
que nos parece más pertinente en este momento. Distinguiremos, pues, tres ti-
listas entendemos aquellas en las que el capital, sea individual o colectivo (lo
que aquí se llama social o, en los Estados Unidos, público); o, lo que es lo mis-
mo, las empresas privadas con asalariados (las unipersonales no son organiza-
es el Estado o cualquiera de los entes que forman parte del sector público, con
lo cual los participantes son asalariados, como en las empresas capitalistas, pe-
una simetría o igualdad fundacional entre los miembros, lo que incluye tanto
dad no reconoce a esas personas autonomía alguna, por lo general sobre la base
neralmente sobre la base de que se les supone una capacidad limitada, que no
2
Funes, 1993.
3
Naturalmente, no se nos escapa que dentro de cada uno de estos subapartados puede
existir una enorme diversidad, que muchas empresas son difícilmente clasificables, que
otras sólo se explican precisamente como combinaciones de características propias de
categorías separadas, etc. No explicaré aquí lo de los tipos ideales.
7
capacidad, por así decirlo, especializada de los pacientes para sanar por sí mis-
mos y, tal vez, su incapacidad general mientras sanan. Llamaremos a éstas insti-
a las cuales también están subordinados los individuos, pero sólo si realizan y
nistrativas.
más claro de las cuales son, por supuesto, los partidos, pero entre las que po-
to de ésta, que deben ser por tanto defendidos ante o frente a los demás miem-
dores o un grupo de afectados por unas obras públicas. Nos referiremos a estas
sin consecuencias relevantes hacia fuera, hacia el resto de la sociedad, como su-
Cuadro II.
8
Cuadro I I
Subtipos de organizaciones
TIPOS BÁSICOS SUBTIPOS EJEMPLOS
Capitalistas Empresas privadas
Empresas Burocráticas Agencias y empresas públicas
Cooperativas Cooperativas, estudios, bufetes
Totales Prisiones, manicomios
Instituciones Tutelares Escuelas, hospitales
Administrativas Agencias de la Administración
Políticas Partidos, clubes de opinión
Asociaciones Sectoriales Sindicatos, colegios, patronales
Conviviales Clubes
Puede verse que esta clasificación se solapa en gran medida con otras,
aunque no por entero. Así, por ejemplo, las organizaciones jerárquicas, demo-
cráticas y en las que un grupo superior domina a otro inferior, que distingue
empresas, instituciones y asociaciones tal como aquí han sido definidas. Pero
tercero.
Blau y Scott (1969:42-58) aplican el criterio cui bono y las ordenan se-
de los demás es bastante para penalizar su ausencia. Es claro que el poder coer-
tipo de objeto al que se refieren los fines de la organización sea el elemento de-
cesitan ser iguales para procesar bienes que para procesar personas o para pro-
Cuadro I I I
Correspond encia con otras clasificaciones
EMPRESAS INSTITUCIONES A S O C I A C I O N E S
Mayntz
Jerárquicas Estamentales Democráticas
(estructura)
Perrow
Objetos Personas Símbolos
(qué procesan)
Blau y Scott De servicio y
Mercantiles Mutuobenéficas
(cui bono) Públicas
Etzioni: Utilitario, Coercitivo, Normativo,
(control, poder) o material o físico o simbólico
cionalidad misma, es decir, el intento de adecuar medios y fines. Más allá de es-
4
La producción de bienes, por ejemplo, que hoy corresponde a empresas, en otro mo-
mento lo hizo al encuadramiento militar de trabajo esclavo o conscripto; la administra-
ción sólo recientemente ha adoptado una forma pública y burocrática; las asociaciones
eran impensables antes de la expansión del individualismo y la libertad, pero los intere-
ses ya se expresaban por otros medios.
11
rectivos,6 etc. Sin embargo, por encima del leve substrato o por debajo de la
una respuesta a los fallos del mercado. No por la completa hipótesis en sí, que
es una muestra más de adoración por los supuestos automatismos del mercado,
ción por empresas más pequeñas (por ejemplo, el efecto de la informática sobre
5
Rizzi, 1939; Jacoby, 1969.
6
Burnham, 1941; Schachtman, 1962.
12
sentido aquí definido), por su parte, han crecido vegetativamente con la pobla-
ción y más que eso con el desarrollo de las instituciones de todo tipo (toda ins-
titución es, como lugar de trabajo, también una empresa). Las empresas coope-
Iglesia), si bien, por otra parte, otras instituciones totales, como los conventos
nes ligadas al desarrollo de los llamados derechos sociales7 bajo el Estado del
7
Marshall, 1950.
13
amparo de una profesión pujante, la medicina.8 Aquí vemos cómo donde el ser-
y de los intereses propios del desarrollo del Estado moderno, pero sin la pre-
el derecho social e incluso de que hubiese técnicamente algo que ofrecer9, como
de los docentes por controlar las instituciones educativas o los intentos de los
poderes públicos por controlar las hospitalarias y de la clientela por tener al-
guna voz en todas ellas), pero con efectos desiguales y que en ningún caso ha
nistraciones públicas, sino a cada una de las organizaciones más o menos laxa-
mente unidas por la ley, la autoridad política central y el presupuesto. Es
das, con límites más o menos precisos y dedicadas a fines específicos, 10 en con-
traste con las funciones difusas de las formas políticas anteriores (piénsese, por
cas).
la familia o las iglesias), aparece un vacío que vendrá a ser cubierto por diversas
—lo que en este autor significa toda forma social— genera cuasigrupos, con in-
tereses distintos, que dan lugar a grupos de interés; por otra parte, estos inte-
reses son reconocidos por los poderes públicos, que los incorporan a organis-
9
Collins, 1979.
15
je, etc. Con posterioridad, formas de cooptación similares se han abierto a las
les, etc., lo cual ha dado lugar a que pueda hablarse de una sociedad neocorpo-
rativa.11 En algún lugar intermedio pueden situarse algunos de los nuevos mo-
tre su núcleo fuerte, formado por los militantes, profesionales o empleados que
resados cuyos intereses pretenden defender. Por una parte, muchas de estas
free rider), que puede beneficiarse de sus logros sin participar en sus esfuer-
10
Mayntz, 1978: 93ss.
11
Schmitter, 1974.
12
Olson, 1965.
13
Head, 1969.
16
sino que solamente la sostienen desde fuera, con su voto y tal vez con su movi-
lización.
Por último, otras muchas asociaciones dedicadas a dar cabida a los inte-
tales consagradas a tareas de solidaridad hasta los clubes de ocio, pasando por
los centros regionales, las agrupaciones deportivas, etc., etc., no importa a estos
contexto en que la combinación del aumento del tiempo libre —mayor disponi-
Cuadro I V
Factores de la revolución de las organizaciones
EMPRESAS INSTITUCIONES ASOCIACIONES
Crecen por Superior eficacia de Intervención Estado, Formalización
la cooperación normalización convivencia
Objetivos Ventajas de escala Aislamiento y Articulación de inte-
perseguidos custodia reses (democracia)
Desarrollo fuerza
productiva Derechos sociales Agregación de inte-
reses (corporativis-
Indivisibilidades Formalización de la
mo)
técnicas vida social
Afinidades electivas
(individualismo)
Superiores a Forma natural Socializan funciones Dificultades
transacciones cooperación familiares, comuni- coordinación ad
individuales tarias, religiosas, y hoc, problema del
Fallos del mercado
por arreglos privados free rider.
del capital poseído por las sociedades por participaciones, concentración del
control sobre el capital accionarial, expansión de las instituciones del Estado del
sentido y dentro de esos límites, pues, resulta adecuado hablar de una sociedad
18
de las organizaciones o, como parece ser la tendencia más reciente, de una so-
ciedad corporativa.14
lor son analistas y teóricos del poder, mientras que Barnard puso el acento en
14
Marris, 1974; Miller, 1976; Giner y Pérez Yruela, 1979.
19
Cuadro V
Los fines y los móviles de la cooperación
EMPRESAS INSTITUCIONES ASOCIACIONES
Fines fijados por Los empleadores Los profesionales Los asociados
Bajo El mercado de Las autoridades Las regulaciones
constricciones factores y de públicas con aplicables a su
impuestas por productos competencia ámbito
Relación Ajenos e Ajenos y posible o Propios, aunque
participantes- indiferentes, aparentemente potencialmente
fines instrumentales hostiles escindibles
Base de la Necesidad de la Obligatoriedad de la Voluntariedad de la
cooperación compensación acción participación
Recompensa por Compensación Aprobación, Bien colectivo,
conformidad por contribución evitación del castigo satisfacción interés
Persigue Productividad Conformidad Movilización
Problema que Efectivización Involuntariedad Bienes públicos
afronta
(principal-agente, (deserción, anomía, (free riding,
oportunismo) resistencia) escisión intereses)
los participantes en la organización con los fines de ésta. El único tipo de orga-
nización en que son los propios socios quienes fijan los fines de la cooperación
hostiles (o los pueden percibir como tales). En la empresa, esto significa que el
por último, el participante tiene motivos para cooperar, a no ser que sus inte-
vicio de fines ajenos a la mayoría de los participantes, al contrario que las aso-
seca.
15
O agency theory. Véase Alchian y Demsetz, 1972.
16
Williamson, 1975: 10, 257; 1985: 95-96.
21
siempre esté presente como amenaza. Antes que recurrir a ella, la institución
caso. Una manifestación curiosa del intento de suscitar esa cooperación sin
casi universal, en las instituciones totales y tutelares, del kapoprinzip, del re-
curso a algún miembro del grupo de los internos y tutelados en el que se dele-
podría verse en figuras semioficiales como los cónsules honorarios, los jueces de
comuneros morosos —los cuales, por su parte, comparten los fines pero prefie-
ren que sólo los demás paguen. Por un lado, toda agregación de intereses es, en
sus intereses son los mismos que los de todos los trabajadores de ésta, o sólo
los de la oficina, o sólo los de su departamento (recursos humanos, por ejem-
17
Taylor, 1911: 33.
18
También es, claro está, la forma en que los profesionales evitan el trabajo sucio o ru-
tinario.
22
barrio cualquiera puede decidir alinearse con toda la ciudad a favor de una ma-
yor proporción de zonas verdes, con su solo barrio en favor de que las ubiquen
en él o con su solo bloque para que no las pongan demasiado cerca, por si se
Por consiguiente, toda asociación tiene que subrayar lo que une y soslayar lo
con vistas a obtener su cooperación como participantes. Por otra parte, toda
participación tiene ciertos costes, de manera que, excepto cuando el interés es-
una perspectiva desde la que analizarlas todas ellas. El hecho es que diferentes
sistencia, distintos problemas para el análisis y distintas teorías, tal como se re-
buido de manera básicamente igualitaria (una unidad por persona, aparte las
todo caso). El problema es que, puesto que el interés del trabajador es pura-
mente instrumental, la efectividad real del poder formal del empresario no está
rección. Lo que hay que explicar no es por qué el capital (o el empleador) tiene
poder, ya que esto forma parte de los supuestos, sino por qué le cuesta tanto
hacerlo efectivo, o cómo llega a hacerlo, y por qué tienen poder grupos a los
dos.19 De ahí que el clásico por excelencia sea Taylor, aunque sin olvidar que lo
propuesto por él en positivo ya había sido señalado antes, como una mera si-
19
Esto es lo que abordan las teorías del poder de los participantes inferiores (Mechanic,
1962) y, como parte de un enfoque más amplio (y más indiferenciado) las del control
de los recursos y de la incertidumbre (Pfeffer, 1981).
24
humano) viene representada por todas las teorías blandas de la dirección: Ma-
una forma más compleja y ubicua. En cierto modo, podemos considerar una
institución como una organización estamental, con dos grandes tipos de miem-
las instituciones totales, como el manicomio o la prisión, los internos están por
entero sometidos a la plantilla, que organiza sus vidas de modo más o menos
sobre todos los internos—, ubicua —constante y sobre todos los aspectos de la
todas las demás. 20 En las que podemos llamar tutelares, como el hospital o la
vos), con menor intensidad y con mayor contacto con el mundo exterior, aun-
que en muchos aspectos podría decirse que la diferencia con las instituciones
sus problemas, algo más parecido a la situación de legos o aprendices por con-
20
Goffman, 1957.
25
localizados de la vida de éstos, vale decir que está necesariamente más circuns-
crita.
Cuadro VI
El poder en las organizaciones
EMPRESAS INSTITUCIONES ASOCIACIONES
Fuerza
El capital Las profesiones Los burócratas
dominante
La forma en que se
Los mecanismos El surgimiento de un
hace efectivo el poder
capilares del poder poder diferencial entre
El problema a nominal.
iguales
analizar es Las formas de
El poder de los
resistencia de los La persistencia del
participantes
sometidos poder democrático
inferiores
21
Foucault, 1976.
26
arbitraria de castigos y privilegios, etc.22 Las posibilidades que tienen los inter-
nos de negociar o resistir ese orden son pocas, pero no enteramente nulas:
Goffman se refiere a los arreglos secundarios que permiten a los internos cier-
dinámica propia a cualquier organización, lo que implica que el resto sólo pue-
cunscrito, pero, en la práctica, dotado de una fuerte vis atractiva, es decir, con
embargo, un craso error —mucho más que en el caso de las instituciones tota-
hospitales, escuelas, iglesias, etc. cuenta tanto con formas diversas de participa-
22
Goffman, 1957, 1961.
27
to respecto de las demandas de la institución puede bastar para que ésta las li-
mite o, al menos, para que sean atemperadas por la plantilla, como sucede con
curso, que a menudo se resuelven en un compromiso por el que las dos partes
renuncian a “subirse encima” de la otra —lo que algún autor ha llamado, más
alumno, que requieren altas dosis de identificación tanto expresiva como ins-
spoil system y los periodos de cesantía. La utilización del poder, las prerrogati-
con su cúpula (las instancias políticas) como con su público (los administrados).
están dotadas, y el público puede blandir sus derechos, pero los funcionarios
cuentan con el procedimiento, anteponiendo la organización a los fines, como
23
Véase Enguita, 1990: caps. II y III.
24
McNeil, 1983.
25
Enguita, 1989.
28
El problema para la sociología es, sobre todo, el de cómo ese poder inicial
dos, es decir, el de cómo se hace omnipresente o, mejor aún, efectivo sin estar
te). Ni Taylor ni Michels nos podrían ayudar mucho para entender el esqueleto
de poder en las instituciones, de manera que los autores de referencia son aquí
más oportuno para las instituciones tutelares; Weber, en fin, sigue siendo el
Consideradas qua empresas —esto es, como estructuras que unen sim-
mayoría de los casos, lo son, y ello por dos motivos. El primero es la presencia
los profesionales jueguen un papel poco relevante, como en las prisiones, los
26
Merton, 1957; Thompson, 1961.
27
Goffman, 1957, 1961; Foucault, 1975; Weber, 1922.
29
tido más amplio, quizá resultara más oportuno hablar de entidades de derecho
los poderes públicos. Estos dos factores apuntan en una misma dirección: ma-
sucede con las empresas. El poder de los socios es, en principio, igual; o, tanto
igual a otra. El problema, entonces, es por qué y cómo puede surgir el poder de
unos pocos por encima de un conjunto de iguales. Aquí no nos referimos, natu-
gas no tienen por qué serlo, lo que genera de inmediato la dinámica del gorrón
28
Sobre el caso paradigmático, la medicina, véase Starr, 1982; sobre un caso interme-
dio, la enseñanza, Enguita, 1994; sobre el caso light, la burocracia administrativa, Blau,
1955.
29
Olson, 1965.
30
la defensa de los intereses de sus miembros reales o potenciales, sino que com-
prenden algo más: el poder e influencia sociales, externos, que se asocian al des-
empeño de los cargos organizativos. El ejemplo más claro podría ser el de los
El estudio clásico en este terreno es, sin duda, el de Michels sobre los par-
de siglo, cuya principal conclusión fue la que bautizó como ley de hierro de la
oligarquía:
Michels considera que el poder surge inicialmente del mero hecho de que
esto viene a coincidir con la interpretación de Mosca, según la cual los que ac-
mayoría dispersa y descoordinada.31 A ello habría que añadir otro aspecto pre-
sente en su análisis, aunque raras veces se haya señalado por la exégesis poste-
embargo, y aun sin negar la validez de su análisis como descripción de una ten-
dencia inherente a las organizaciones, otros autores han desafiado sus conclu-
30
Michels, 1911: II, 177.
31
tarán de satisfacer sus intereses propios a costa de los demás, aunque todo se
ses, frente a los comunes del resto (presumiblemente haciendo pasar aquéllos
por éstos), o en minimizar la propia contribución al esfuerzo (free riding).
31
Mosca, 1939.
32
Lipset, Trow y Coleman, 1956.
32
ciaciones. Esto tiene que ver, naturalmente, con su diferente objeto: bienes,
Cuadro V I I
La acción organizacional
EMPRESAS INSTITUCIONES ASOCIACIONES
Tipo de ‘Racionalidad’: Racionalizaciones: Razonabilidad:
racionalidad medios-fines reglas y requisitos valores aceptados
Racional con
Racional con
Acción Tradicional arreglo a valores
arreglo a fines
y/o afectiva
Evaluación de la En términos de En términos del En términos de
acción eficacia proceso resultados
One best way The right way Ben trovato
Manera a elegir (pero hay otros (no hay otro (bien está lo que
buenos) bueno) bien acaba)
Las empresas actúan o se supone que actúan de acuerdo con la bien co-
mitados para usos alternativos, lo que vale tanto como decir con arreglo a una
racionalidad instrumental, de supeditación y adecuación de los medios a los fi-
pre una manera mejor que todas las demás de conseguir los objetivos, the one
best way, lo cual no impide que pueda haber otras también eficaces o pareci-
33
Buchanan, 1981; Buchanan y Tullock, 1962: 25-26 et passim.
33
lan que éstas utilizan más bien racionalizaciones (rationales), relatos que hacen
comprensibles y aceptables para otros las acciones realizadas por las organiza-
34
ciones y por sus participantes. No cabe decir entonces que haya una manera
mejor, porque sólo hay una manera buena, la manera adecuada, the right way,
que excluye a todas las demás. La acción, por tanto, no se justifica ya en térmi-
las instituciones tutelares (“el paciente murió, pero la operación fue un éxito”)
ción es de tipo tradicional (auque la tradición venga de ayer mismo): hay que
mos que ésta ha de ser razonable, en el sentido que da al término John Rawls. 35
mente que entra dentro de lo que gente racional quiere o podría querer hacer
(y que no atenta contra lo que quieren o podrían querer otros). Esto se consi-
34
Scott y Meyer, 1991: 124.
35
Rawls (1993;:67ss) define el “pluralismo razonable” como el conjunto de las doctri-
nas que abrazan los ciudadanos razonables, y a las que tiene que dirigirse el pluralismo
34
que la acción puede ser de tres tipos: racional con arreglo a valores (wertratio-
cional con arreglo a valores y a fines y afectiva a la vez, en el caso de las asocia-
ciones sectoriales, ya que en éstas la acción procede en parte del deseo de hacer
ción de que estos intereses coinciden con los intereses generales (racional con
tiva). La acción es evaluada por sus resultados, incluso cuando no hay conexión
aparente con los medios empleados; de ahí que podamos decir que el criterio es
El entorno organizacional
mente en que las organizaciones interactúan ante todo con otras organizacio-
político; doctrinas que son el “resultado del trabajo de la razón práctica en el marco de
las instituciones libres.”
36
Por ejemplo en Selznick, 1949.
37
Hirsch, 1972.
38
Scott, 1981.
39
DiMaggio y Powell, 1983.
40
Scott y Meyer, 1983.
35
nes; así, Hall (1972: 289-290), que lo define como conjunto organizacional,
afirma que “el medio específico está compuesto por las organizaciones y los in-
Meyer (1991: 108) definen un sector societal de modo que “incluye todas las
“la burocratización universal”, etc.—, ello no significa que sólo puedan ser
abordados casuísticamente, uno a uno. Scott y Meyer (1991: 123) han pro-
nales: “Por definición, entornos técnicos son aquellos en que un bien o servicio
puro, tales ambientes son idénticos a los mercados competitivos tan caros al
que deben plegarse las organizaciones individuales si quieren recibir apoyo y le-
ponden a uno u otro modelo, y otros que combinan en dosis parecidas —o, en
todo caso, relevantes— dos o más de los modelos. Se trata, pues, de modelos
VIII.
sico del mercado. A través de tecnologías y precios las empresas compiten con
cia, no compiten sólo por este o aquel mercado sino por la riqueza en su con-
tienen muy poco que ver con los de los libros de texto: demos simplemente por
bueno que el entorno organizacional específico de las empresas es eso que lla-
Cuadro V I I I
Los entornos de las organizaciones
EMPRESAS INSTITUCIONES ASOCIACIONES
Entorno Técnico Institucional Político
Mecanismo Mercado Sistema profesional Democracia
Compra factores Definición de las Apoyo y/o
Compiten
productivos y venta necesidades y las tolerancia del
por
productos jurisdicciones público
por el sistema de las profesiones,41 y, del otro, por su clientela. El sistema de las
profesiones es a las instituciones lo que el sistema industrial a las empresas. La
una de éstas. Aunque cada tipo particular de institución depende tan sólo de
fesional debe ser aceptada, además de por la sociedad a través del Estado o de
por los grupos limítrofes. Así, por ejemplo, los psiquiatras necesitan de una li-
cencia pública para regentar los manicomios, pero deben también defenderse
de las incursiones de los psicólogos o los psicoanalistas, así como de las corrien-
ción de dominación simbólica: aquél sabe lo que éste necesita, cosa que éste no
sabe; aquél posee el conocimiento sagrado que a éste, profano, le está vedado.
41
Abbott, 1988.
38
se encuentran, por ello, cogidos en una pinza entre la sociedad global, presente
a través de las autoridades públicas que son sus reguladores —y, eventualmen-
trativas, ante las que actúa sobre todo como titular de derechos, pasando por
el nivel intermedio de las tutelares, donde vive una situación caracterizada por
la dependencia.
lores y discursos que están a disposición de los distintos grupos a la hora de de-
nos, tolerados por los demás. El grado mínimo de imbricación con el entorno se
da para las asociaciones conviviales, que sólo precisan (en cuanto asociaciones,
cia del resto de la ciudadanía: les basta con no estar prohibidas. El grado máxi-
42
Parkin, 1979.
39
que sus intereses no son ni mejores ni peores que los de las otras partes, por lo
que ni deben imponerse (como los de las asociaciones políticas) ni pueden ob-
sentido en que aplica este adjetivo a los mercados la teoría económica neoclási-
ca sino en el sentido más amplio, a la vez que más limitado y elemental, de que
las organizaciones necesitan unos recursos del ambiente que son escasos e
igualmente codiciados por otras organizaciones y por otros entes sociales e in-
Las agencias y dependencias públicas, por ejemplo, compiten por las partidas
presupuestarias, por los edificios públicos, por las competencias, por el número
de altos cargos, etc. El tiempo de los participantes, en todo caso, puede distri-
través de este proceso, el entorno va produciendo una selección entre las orga-
43
Campbell, 1969.
40
La diferenciación de y en la organización
entre empresas es algo tan obvio que no hace falta detenerse en ello. Los facto-
tuyen a los antiguos centros de internamiento para todos los usos; hospitales,
nes que las pueblan. Finalmente, las asociaciones tanto generalistas como secto-
del fin de siglo, en este aspecto, probablemente haya sido la pérdida de peso de
campaña.
Pero quizá sean más importantes sus efectos sobre la estructura interna
todo caso, facilita la explicación de las diferencias de poder entre iguales, por
ejemplo entre departamentos (por qué en unas ramas industriales los altos di-
compras, de ventas, etc. (aparte, claro está, de con la agrupación interna de és-
ductos.
Cuadro I X
La diferenciación estructural
EMPRESAS INSTITUCIONES ASOCIACIONES
Diferenciación Departamentalización Departamentalización Especificación de inte-
según recursos y jurisdicciones profe- reses y objetivos
sionales
Diferenciación Divisionalización Divisionalización y Demarcaciones políti-
por productos demarcaciones admi- cas y administrativas
nistrativas
Diferenciación Maximizada por cultu- Minimizada por jerar- Simple y funcional,
vertical ra entorno y política quía inter y solidari- ajustada al entorno y
interna dad intraprofesional al proceso
44
Hall, 1972: 154.
42
las pautas de la profesional o se ve limitada por ella. Así, por ejemplo, lo esen-
metal).
45
Para el caso de la enseñanza véase Enguita, 1999, cap. 8. Para un contexto bien dis-
tinto, el forestal, Pérez Vilariño, 1991.
43
tamaño de las unidades. En los términos más generales, sabemos que carecen de
sentido las recomendaciones urbi et orbe, como cuando Urwick insistía en que
sidad de ajuste mutuo.46 Ahora bien, en éste, como en otros aspectos, hay im-
en gran medida por eso, y hasta en la base éstas puede la jerarquización ser un
grueso de los trabajadores. 48 Diversos estudios han mostrado que a una misma
de la política de personal.
ampliar el arco de control y comprimir así la jerarquía. Sin embargo, más que
los imperativos técnicos u organizativos son las relaciones jerárquicas entre las
46
Mintzberg, 1983: 65-68.
47
Packard, 1962.
48
Véase Stone, 1974.
49
Pfiffner y Sherwood, 1960.
44
hospitales, mientras que la resistencia del cuerpo médico a desarrollar una je-
frente a la dirección del centro. En general, las profesiones más fuertes logra-
rán para sí mismas el control de las organizaciones de las que forman parte y
que realiza exigen una organización centralizada y, por tanto, jerárquica (como
50
Maurice, Sellier y Sylvèstre, 1982.
45
sectoriales, aunque con un distinto reparto de papeles entre los ámbitos). Por
fensa de intereses hacia el exterior: lo que suele llamarse los liberados, que
abandonan por ello la posición a la que están asociados los intereses que deben
que hay que añadir los representantes en las instituciones, que hacen otro tan-
to y pasan a ser sostenidos por éstas total o parcialmente por éstas. Se trata
del viejo problema del eventual desarrollo de unos intereses específicos, tal vez
Información y comunicación
tar el rato a la espera del despegue (o así era, al menos, hasta la aparición de
decenas de libros sobre cómo expresarse con claridad, cómo hablar en público,
cómo presentar un informe, cómo decir no, cómo cambiar la imagen de la em-
51
Véase Abbott, 1988.
52
Barnard, 1938: 91.
46
ción, reduciendo ambas a dimensiones muy inferiores a las que serían necesa-
rias en su ausencia. Para que los grandes grupos puedan funcionar, explica
cado y monopolizado por ésta, que, a partir de él, podría especificar al detalle
las tareas a realizar por cada trabajador54 —de manera que la información de-
entre iguales y dentro del grupo—, a prestar atención a los aspectos afectivos y
cia cada vez mayor a las relaciones comunicativas de todos los participantes en
la organización, pasando asimismo de su consideración al margen de la estruc-
53
Boulding, 1953: 91.
54
Taylor, 1911: passim.
55
McGregor, 1960; Likert, 1961; Herzberg, 1966.
47
pel de aportar y filtrar la información necesaria a quienes tienen que tomar las
todo con las partes, pero también la horizontal, que vincula directamente a las
56
Wiener, 1950.
57
Para una comparación entre las tres corrientes, véase Rogers y Argawala-Rogers,
1976.
48
Cuadro X
Información y comunicación
EMPRESAS INSTITUCIONES ASOCIACIONES
Finalidad interna Administración Socialización Responsabilidad
Efecto secundario Retroalimentación Control Autoafirmación
Inform. externa Selectiva Mínima Máxima
ciones de trabajo, diferencias relevantes con éstas, debidas a que el mayor gra-
más interesan a su análisis sociológico no son ésos, sino los que discurren entre
58
Weber, 1922: I, 175.
49
mer lugar, al señalar su lógica panóptica, que pretende someter al sujeto a una
poder: “Es visto, pero él no ve; objeto de una información, jamás sujeto de una
der. “El examen, rodeado de todas sus técnicas documentales, hace de cada in-
Aunque las instituciones sean a menudo, más que otra cosa, mecanismos
59
Weber, 1922: I, 178.
60
Weber, 1922: I, 179.
61
Foucault, 1975: 192.
62
Foucault, 1975: 204.
63
Foucault, 1975: 196; también Goffman, 1957: 331.
50
ciente, preso, etc.…—64 con la que presentarse ante los institucionalizados y an-
y cada una de sus acciones, sin importar cuáles sean éstas. Para que esta legiti-
an; por otro, restringir al máximo la comunicación entre los internos o tutela-
con las familias y lograr que éstas acepten los códigos, los significados y los ca-
como el de las empresas (el sistema democrático electoral en vez del mercado,
cómo deben distribuirse oportunidades y recursos, etc. Es por ello que, con la
excepción parcial de las puramente conviviales (los clubes —y siempre que sus
fines no choquen con una parte sustancial de la opinión pública, como le sucede
64
Goffman, 1957: 337.
51
rios, que no renuncian a la toma del poder con apoyos minoritarios, tienen por
asociaciones, pues, dado el fuerte componente expresivo que llegan a tener para
si bien éstos pueden ser muy variados, combinando los automatismos, la desig-
naciónla cooptación y, sobre todo, la elección por los pares. En las asociaciones,
te, por el sector más amplio del públco más o menos afecto (primarias en los
52
y otras peculiaridades.
presenten en todas partes como los criterios oficiales y fundamentales. sin em-
adicionales pero distintivos, o incluso se supondrá que estos últimos son la me-
Cuadro X I
Acceso, promoción y movilidad de los cuadros
EMPRESAS INSTITUCIONES ASOCIACIONES
Acceso al cargo Designación, Carrera, Elección por socios,
cooptación. elección por pares por electorado
Criterio distintivo Eficacia Antigüedad Identificación
Movilidad entre Alta, fomentada Truncada o Nula en políticos
organizaciones burocratizada
Factible en técnicos
Relación con las Correspondencia Correspondencia Irrelevancia de las pro-
profesiones baja, sin alta, con fesiones, relevancia de
jurisdicción formal jurisdicción formal la militancia
Clanes en pugna Departamentos Profesiones Facciones
margen del aparato político, aunque con serios reparos). Será intermedia, en
fin, en las instituciones, donde, por un lado, se considera legítima y positiva, sin
ganizaciones, pero su papel es variable según en qué tipo de éstas nos fijemos.
etc.) y, a menudo, una jurisdicción formal sobre ellas o parte de ellas. La rela-
les: gabinetes, bufetes, estudios...) pero es más débil, y no existe una jurisdic-
ción formal o sólo alcanza a una pequeña porción de las actividades (nada obli-
ga, por ejemplo, a que una empresa constructora esté dirigida por arquitectos,
aunque sí deben realizar y visar los proyectos). Junto a estas profesioens espe-
Las posiciones centrales de autoridad serán objeto codiciado por los dis-
sas, lo más probable es que la pugna sea entre departamentos (ventas, produc-
ción, finanzas, recursos humanos, etc.); en las instituciones es más factible que
verosímil que ocupen el primer plano las pugnas entre facciones en torno a orí-
por la amplitud de las funciones que le son atribuidas, en las de tamaño grande;
fácilmente a este patrón las tutelares, pero no suelen las administrativas (salvo
ción, y aun en ese caso sería harto discutible) y pueden apartarse drásticamen-
te de él las totales (por ejemplo, los ejércitos, pero no así los hospitales psiquiá-
amarillos...), si bien esto las empuja hacia los límites de la categoría y hasta fue-
ra de ella.
La divisoria l i n e -staff
empresa, desde el cual y para la cual fue planteada. Aunque muy discutida des-
trapuestos, en muchos casos, como staff, a los políticos, que ocuparían la posi-
ción line. Sin embargo, en las instituciones, dominadas a menudo por las profe-
aquéllas: el cuerpo extraño no son ahora los profesionales, sino los administra-
Cuadro X I I
La divisoria entre l i n e y s t a f f
EMPRESAS INSTITUCIONES ASOCIACIONES
Administradores /
Staff/line Cuadros / asesores Políticos / técnicos
profesionales
Grupo subordinado Profesionales Administradores Profesionales
Movilidad Alta Nula Baja
Cúspide Cuadros, indiscutida Ambos, según tipo Políticos, indiscutida
Línea propia Truncada Paralela Truncada
Unidad de mando Horizontal Doble autoridad Horizontal
Dalton señaló que ambos grupos entraban en conflicto porque los cua-
dros staff ambicionaban pasar al grupo line, pugnaban con ellos por su recono-
cimiento y dependían de ellos para su promoción (1950: 213), pero este análi-
donde la movilidad entre staff y line es elevada, la tensión entre ambos proba-
ción formal, juventud, apertura a la innovación, aspecto, etc., mientras que los
presa. En las instituciones, sin embargo, la movilidad entre el grupo de los ad-
namiento cotidiano, pero los grupos mantienen una existencia separada que
grupos es baja, pero no desdeñable, pues los técnicos pueden acceder a posicio-
nes line y, sobre todo, a cargos representativos que formal o informalmente re-
dad intra grupos, pueden haber pasado por la línea de apoyo) y, en las asocia-
ciones, para los políticos. El caso de las instituciones es mucho más complejo y
variado. Las instituciones tutelares y algunas totales, que están dominadas por
los profesionales, pueden reservar los cargos máximos a los profesionales (que,
dad y hasta sus valores profesionales), como suele suceder en las instituciones
dos a un férreo control por y deberán compartir sus competencias con los ór-
(como los órganos consultivos formados por miembros de los altos cuerpos de
no entre los cuerpos profesionales y los políticos puestos a su mando por efecto
del proceso de civilización (para los militares) y democratización (para los fun-
autoridad no pase de ese ámbito limitado, quedando así truncada. Por otra par-
te, al no existir una línea de autoridad propia, si los órganos de apoyo prolife-
contrario, y sobre todo en las de gran tamaño, lo más probable es que se des-
58
arrolle una línea paralela y vertical, de los niveles más altos a los más bajos, y
que los trabajadores dedicados a esas funciones estén sometidos a una doble
La cultura organizacional
cias, valores y orientaciones distintos. Dicho de otro modo, que junto a una
etc.; junto a un colegio convencido de que sus alumnos son irrecuperables, re-
sa que salga de los muros de su aula o los límites de su asignatura, puede haber
una identificación total y una disciplina férrea, puede haber otro con referen-
65
Morgan, 1980: 121.
59
cho acierto la fuerte tendencia hacia una visión artificial, mecanicista y manipu-
de empresas.
mayor aceptación sea la de Schein (1985: 25): “un modelo de presunciones bá-
na—, que hayan ejercido la suficiente influencia como para ser consideradas vá-
correcto de percibir, pensar y sentir esos problemas.” Este mismo autor consi-
por otro lado, los valores, que conciernen a la aceptación o rechazo de perso-
nas, acciones y objetos; por último, las “presunciones básicas”, que se refieren a
66
“Cristalización del entorno”, “diseño estratégico interno” o “imagen”, dice Garmendia
(1988: 9-12; también 1994).
60
tura. Si sugerimos que la cultura de la empresa se centra más en torno a los re-
torno a los objetivos (que deben entenderse como distintos de los resultados,
electoral), no puede haber sorpresa alguna, puesto que no estamos sino dicien-
do, de otro modo, algo acorde con la anterior distinción entre los entornos de
Cuadro X I I I
La cultura de las organizaciones
EMPRESAS INSTITUCIONES ASOCIACIONES
Centrada en Resultados Procesos Objetivos
Predominan Artefactos y creaciones Supuestos básicos Valores
Visibilidad y Visibles, fáciles de Preconscientes, Visibles, difíciles de
maleabilidad cambiar difíciles de cambiar cambiar
Intensidad Media, poco Débil, sustituida por Fuerte, identificada
vinculada al objeto cultura profesional con objetivos
Integración Baja: departamentos Alta en plantilla, baja Alta: separación de
subculturas y profesiones en institucionalizados los no integrados
Especificidad Baja Transversal Alta
Movilidad Alta, alentada Limitada, indiferente Nula, rechazada
Concentrada en los Se diluye en los Presente en todos
Distribución
directivos directivos los escalones
Organizativa, sobre Profesional, atraviesa Organizativa, sobre
Socialización
base atomística organizaciones base autoselección
67
Schein, 1985: 30.
61
ciaciones, por último, ocupan el proscenio los valores, que son los intereses
tar, las presunciones son —como su nombre indica— preconscientes y los valo-
res son menos visibles que aquellos pero más que éstas. A ello deberíamos aña-
dir algo: precisamente por su visibilidad —y por su artificialidad, claro—, los ar-
tefactos son los más fáciles de cambiar (una vez, no obstante, que se sepa qué
papel desempeñan y en qué sentido se quieren cambiar, pues Schein tiene razón
por su carácter preconsciente y apenas visible; los valores, por su parte, son, a
la vez, visibles y resistentes, aunque quizá ni una cosa ni otra en la misma me-
Aunque pueda afirmarse que, hasta cierto punto, toda organización po-
see una cultura (o es poseída por ella, tanto da), lo cierto es que ésta no tiene
como hemos señalado explícita o implícitamente una y otra vez, los distintos ti-
68
Recuérdese la brillante observación de Goffman para las instituciones totales (ver no-
ta 64), perfectamente generalizable a las tutelares y administrativas, aunque con me-
nor intensidad.
62
con las profesiones y otros grupos sociales, etc. Veamos esto con algo más de
detenimiento.
foque sociotécnico nos ha recordado una y otra vez que la naturaleza del obje-
tintos tipos de empresas. Esta baja especificidad permite una elevada movilidad
del personal entre ellas, elocuentemente más elevada en los mayores niveles de
rativa. De hecho, esta movilidad no sólo es alta, sino que es alentada por las
propias empresas y por el entorno (si bien, naturalmente, aquéllas siempre in-
No es que no haya una cultura, ni que cualquier cultura en ellas sea débil, sino
dos por una misma profesión y baja en medida en que lo estén por profesiones
lo que llamamos una especificidad transversal, que no es ni alta ni baja sino que
que no es tan alta como entre empresas ni tan baja como entre asociaciones,
además de por estar sujeta a las constricciones del sistema profesional. Indife-
lares. En todo caso, es más que probable que la cultura de la institución suscite
por un lado, del rechazo de aquélla (lo que llevaría a que fuese más fuerte en
culturales alternativos fuera de ella (lo haría más viables las culturas alternati-
vas en las instituciones tutelares). Huelga añadir, en fin, que la movilidad de los
por razones obvias; muy reducida en las tutelares, donde la clientela suele estar
que se identifica plena y expresamente con los objetivos, es decir, con los inte-
cato que agrupe por separado a trabajadores y cuadros—, pero no parece nece-
sario en absoluto que así sea. Por lo mismo que es fuerte, la cultura de la aso-
con cada tipo de asociación y débil en relación con cada asociación particular
69
El ejemplo paradigmático de análisis de estas culturas de resistencia en las institucio-
65
va, de su cultura.
más común es lo opuesto: que la cultura se diluya a medida que nos movemos
tiva, sino que la que lo hace es la cultura profesional, pues, por imperativos in-
ternos (de funcionamiento) y externos (de relación con el entorno), los directi-
vos de la organización, aun cuando sean miembros del grupo profesional domi-
ciones específicas se identifican más con ellas que los profesionales sin autori-
dad, pero parece difícil asignar a ese específico grupo una “cultura de organiza-
buida, pues, aunque sea naturalmente más visible en la cúpula dirigente, cuyos
quier institución social —en el sentido más amplio del término— requiere y po-
consiste en que las mismas tendencias atomísticas en las que se apoya o a las
que se pliega en su actuación hacia fuera (al reclutar mano de obra en el mer-
la identificación entre ellos más o menos espontáneamente creada por sus inte-
parte de una base, digamos, favorable, pero debe enfrentarse tanto a la amena-
plantilla, ya que ésta discurre más bien a través de los mecanismos profesiona-
les localizados al margen de ellas, o que simplemente las tienen y las aprove-
chan como un escenario contingente. No hace falta decir, de otra parte, que,
para los internos, titulados y administrados, las instituciones son ante todo me-
personas.
67
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