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TEMA 2.

Hagamos vida en nuestro hogar los dones del Espíritu Santo

OBJETIVO

Conocer los dones del Espíritu Santo para que como familia, descubrir en ellos un camino de vida que Dios nos
regala y por el cual caminaremos con Jesús.

NOTAS PEDADOGICAS

La mayoría de las familias se conforman con "mandar" a sus hijos adolescentes a la catequesis para que se
"preparen" para confirmarse, pensando que con esto "ya cumplieron".

Esta forma de pensar se encuentra muy arraigada entre nuestro pueblo, debido en parte a que faltaban verdaderos
procesos ordenados y progresivos que atendieran las distintas edades y situaciones de la vida.
Actualmente, con las exigencias que conlleva una catequesis en proceso, muchas veces queremos que los Padres
de Familia respondan a nuestro llamado y apoyen a sus hijos "automáticamente"; lamentablemente, la mayoría
de las veces, carecen de una adecuada educación en la fe y es muy poco lo que pueden hacer por sus hijos.

VEAMOS

Podemos iniciar un breve diálogo preguntando al azar lo siguiente:

¿Les gusta recibir regalos?


¿Cómo se sienten cuando reciben un regalo? ¿Qué hacen con los regalos que reciben?
Escuchamos algunas de las respuestas y luego continuamos con la sesión.

PENSEMOS

"La familia cristiana es una comunión de personas, signo e imagen de la comunión del Padre y del Hijo en el
Espíritu Santo" (CIC 2205). El Espíritu que une al Padre y al Hijo en una relación de amor, también une en el
sacramento del matrimonio a los esposos y los hace participar del amor divino.
Es el Espíritu Santo quien, a través del sacramento del matrimonio, da a los esposos como regalo "el corazón
nuevo y hace al hombre y a la mujer capaces de amarse como Cristo nos ha amado" (FC 1 3).

El amor que viene del Espíritu Santo hace posible la verdadera unidad entre los esposos y en las familias. Es el
Espíritu quien prepara y conduce a los novios hacia el matrimonio y acompaña a los esposos y a la familia durante
toda su vida. Hace crecer el amor día a día y nos transforma en una familia de verdaderos testigos dentro de la
sociedad, haciéndonos familia "evangelizadora y misionera" (CIC 2205).

Lamentablemente, en ocasiones, nuestra familia se encierra en prácticas religiosas estériles, frías y rutinarias, ya
que sólo queremos evitar el reproche divino. A esto, podemos llamarlo egoísmo (ver Gal 5, 1-12). Quien ha
recibido al Espíritu Santo no se preocupa por no pecar, sino por amar.
La familia de creyentes ha de considerarse "esclava de Cristo". Y, en la vida diaria solucionarlo todo pensando
que somos de Cristo y estamos al servicio de nuestro prójimo. Es ahí donde se manifiestan en nuestra familia los
dones del Espíritu Santo, que son verdaderos regalos que nos invitan a caminar en nuestra vida hacia Dios,
siguiendo las huellas de Jesús.

La sabiduría, que da el gusto por las cosas divinas.


El entendimiento, que ayuda a la familia a descubrir el designio de Dios sobre si y sobre cada uno de sus
miembros.
El consejo, que ilumina a los padres de familia en las decisiones que se deben de tomar para el bien de todos,
para vivir según el plan de Dios la paternidad y la maternidad responsables, para la educación de los hijos, etc.
La fortaleza, para afrontar las inevitables pruebas de la vida, en un camino de ascender hacia la santidad.
La ciencia, para que Dios sea puesto siempre en primer lugar en la familia y se valoren las cosas y los
acontecimientos a su luz.
La piedad, que conduce a la oración, a la unión con Dios y al amor hacia el prójimo.
El temor de Dios, que ayuda a creer en su amor misericordioso.

Los siete dones del Espíritu Santo, pertenecen en plenitud a Cristo, y, en nosotros completan y llevan a su
perfección nuestra disposición habitual y firme por hacer el bien y nos hacen dóciles a obedecer con prontitud a
las inspiraciones divinas (ver CIC 1831, 1833).

ACTUEMOS

Como familia (papás y padrinos) elaboremos un compromiso.


¿Qué vamos a empezar a hacer desde ahora para facilitar la vivencia de los dones que el Espíritu Santo nos regala?

CELEBREMOS

Nos ponemos de pie para escuchar con atención la lectura del capítulo II del libro de Isaías del versículo 1 al 9.

Dejamos un momento de silencio para la reflexión personal.

A las siguientes peticiones respondemos diciendo:

"Ven, Espíritu Santo, y quédate con nosotros"

Espíritu de sabiduría y de entendimiento.


R: "Ven, Espíritu Santo, y quédate con nosotros"

Espíritu de consejo y de fortaleza.


R: "Ven, Espíritu Santo, y quédate con nosotros"

Espíritu de ciencia y de piedad.


R: "Ven, Espíritu Santo, y quédate con nosotros"

Espíritu del santo temor de Dios.


R: "Ven, Espíritu Santo, y quédate con nosotros"

El catequista termina diciendo:

Que Dios colme nuestra fe de alegría y de paz.


Que la paz de Cristo actúe de árbitro en nuestro corazón.
Que el Espíritu Santo derrame en nosotros sus dones.
Amén.

Todos juntos cantamos

Espíritu Santo, ven, ven

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