EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON Marcelino
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON Marcelino
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON Marcelino
-XI
EL PROBLEMA DE DIOS
EN PLATON
LA TEOLOGIA DEL DEMIURGO
SALAMANCA
L'fI. J~l 7-9/ 1963
R.AQ!'4
La Fundación universitaria Oriol-Urquijo
ha hecho posible con su ayuda la prepara·
ción de este trabajo. la publicación se hace
también a expensas suyas.
INTRODUCCION
•
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 21
A) Pasaies dialécticos
1. En elCratilg se interesa Platón por la filosofía del lenguaje.
Hermógenes, Cratilo y Sócrates, dialogan animadamente examinando
si éste representa y traduce la naturaleza de las cosas o si más bien
es un producto de la convención humana. La parte más importante
del diálogo está dedicada a estudiar distintas etimologías y, entre
ellas, la de 'l'vxT¡. El método suele consistir en relaciones onomatopé-.
yicas y complicados juegos de palabras que, por abreviaciones, con-
tracciones y cambios de letras, originan la palabra en cuestión.
399 d "HERM. Sin duda, atribuimos al hombre alma y cuerpo.
Soco ¿Cómo no?
HERM. Tratemos de explicar estas palabras, como las an-
teriores.
Soco ¿ Quieres que examinemos el alma, cómo tiene con ra-
zón este nombre; y después a su vez el cuerpo?
HERM. Sí.
Soco Para decirlo en un momento, creo que los que la llama-
ron alma ('I'vxT¡) pensaron esto: que, cuando está presente en
el cuerpo, es para él causa de vida, le comunica la potencia
e de respirar y le·refresca (ava'l'üxov); y al mismo tiempo que
cesa el refrigerador, el cuerpo Se destruye y termina. Por
esto precisamente me parece que la llaman 'l'uxT¡. y si quie-
400 res ... I Aguarda un momento I Me parece ver algo más per-
suasivo que esto para los que siguen a Eutifrón. Pues, a mi
parecer, lo despreciarían y lo considerarían vulgar. Pero mi-
ra si esto también a ti te agrada.
HERM. Habla.
Soco ¿Qué otra cosa sino el alma, te parece que mantieue
la naturaleza de todo cuerpo y le conduce, de modo que vi-
va y se mueva?
HERM. Ninguna otra.
Soco ¿Y qué? ¿ Crees, con Anaxágoras, que la inteligencia
y el alma ordenan y mantienen la naturaleza de todas las
demás cosas?
HERM. Yo lo creo.
b Soco Bien podría ponerse este nombre q>veréXr¡v al poder
(ouva¡.us) que conduce y mantiene la naturaleza (q>uerlv 0XE!
Kai EXEl). Incluso es posible llamarla ingeniosamente 'l'VXT¡'6"
----::--:=--
" Grat. 399 d-400 b.
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 25
causa de todo (ws ápcx VOUS ¡O"TIV 6 5IcxKorr¡.¡¿;;v -re KCX! 1Táv-rwv
cxl-rlOs, -rcx\m;¡ 51¡ -rfj cxhí" fírr6r¡v -re KCX! E50~É ¡'¡Ol Tp61TOV -rlva
eu EXe1v -ro -rov vouv elvCXl1Táv-rwv cxhíO\i). Y creía, si esto es
así, que la inteligencia, que todo lo ordena, ordenaría y co-
locaría cada cosa del mejor modo posible (KCX! I¡yr¡o-á¡.¡r¡v, el
TOÜe' OÚ'TOOS EXE1, TÓV ye VOÜV KOcrIJOÜVTc( 1TávTCX KOO"lletv Kol
EKCXO"TOV -r16ÉVCXl -rcxú-r\! 01T\! av j3Étmrr-rcx EX\!). Si alguuo quie-
re saber la causa de cada cos.a, cómo nace o perece o existe,
d debe encontrar sn mejor manera de existir, de experimentar
cualquier cosa o' de hacerla ... Al considerar esto, sentía una
gran alegría por haber encontrado maestro en Anaxágoras,
que me explicaría, según mis deseos, la causa de todas las
e cosas; y me diría si la tierra es redonda o plana y después
de decírmelo, me explicaría la causa y la necesidad de ello,
diciendo qué es lo mejor y que es lo mejor que sea así. Y
si dijera que está en el centro, me aclararía, cómo es 10 me-
98 jor que esté en el centro. Y si me explicara esto, estaba dis-
puesto a no desear jamás otra cIase de causa. Así también
decidí informarme del mismo modo sobre el sol, la luna y
los demás astros, sobre su velocidad respectiva, sobre sus
movimientos y las demás cosas que les acontecen; por qué
es mejor que cada uno haga y experimente, 10 que experi-
menta. No creía ciertamente que, después de haber dicho
que están ordenados por la inteligencia, me propondría pa-
ra ellos otra causa que no fuera el que según están, están
b del mejor modo posible (<párrKov-rá ye \~I1TO vou aUTa KeKorr-
¡.¡i'jrr6CXl, 1X7\7\r¡v -rlva o:\rrois cxhícxv EmveyKeiv i'i OTI j3É7\-rIO"TOV
aU-ra oihws EXElV ¡O"Tlv wamp Exel). Creía que, después de
haber dado su causa a cada uno de ellos y a todos en con-
junto, me mostraría 10 que es mejor a cada uno, y el bien
común a todos (1KOOTe¡; ouv CXlÍT¿;;V cX1T05186v-rcx TI¡V cxhícxv KCX!
KOIVfj 1Tom -ro EKáaTC¡> j3É7\TIO"TOV 0¡.¡r¡v KCX! TO KOlVOV 1TarrlV
EmK51r¡ynaea6CXl áycx6óv). Por mucho no hubiera dado yo
mis esperanzas, sino que, cogiendo los libros, con el mayor
interés los leí 10 más pronto qne pude, para conocer con la
mayor rapidez lo mejor y lo peor.
Marchaba, amigo, impulsado por esta admirable esperanza;
después al avanzar en la lectura veo a un hombre que en
nada usa de la inteligencia y que no establece ciertas causas
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 27
para ordenar las cosas, sino que coloca como causas al aire,
c al éter, al agua y otras mnchas cosas extrañas. Me pareció
que le había sucedido, como si alguien dijera: Sócrates hace
por la inteligencia todo lo que hace, y despnés, intentando
dar razón de cada cosa que hago, dijera en primer lugar que
estoy aqní sentado ahora, porque mi cuerpo está compuesto
de huesos y nervios, y los huesos son duros y están separa-
dos unGS de otros por junturas, y los nervios, que envuel-
d ven los huesos Con la carne y la piel que la retiene, son ca-
paces de alargarse y encogerse ... O también, como si para
explicarnos la causa de esta conversación no os presentara
e más que causas tales como la voz, el aire, el oído y otras
diez mil parecidas, pasando por alto las verdaderas causas:
que, porque los atenienses no han encontrado nada mejor
que condenarme a muerte, también yo por la misma razóu,
he considerado que lo mejor para mí es estar sentado en
esta cama, y que lo más juste es soportar, permaneciendo
99 aquí, la pena que me han impuesto. Porque os juro por el
perro, que estos nervios y estos huesos que' tengo aquí, es-
tarían hace ya mucho tiempo en Mégara o Beocia, llevados
por la opinión de lo mejor, si no hubiera considerado más
justo y más hermoso padecer para la ciudad la pena que
ella me ha impuesto, que huir y escaparme. Pero llamar cau-
sa a aquélla me parece demasiado extraño. Si alguno dijera
que, si no tuviera huesos ni nervios y otras cosas parecidas,
no podría hacer lo que juzgara conveniente, diría verdad.
Pero decir que por esto hago lo que hago, y, si lo hago por
la inteligencia, decir que no lo hago por la elección de lo
mejor (KCX! -rCXUTCX ve¡; 1TpÓTTWV, 07\7\' ov Tfj -rou j3e7\-rírrTou
b cxipÉael) sería expresión muy insuficiente, pues no hay
posibilidad de distinguir que una es realmente la causa y lo
otro, aquello sin lo cual la causa nO sería causa (-rí ¡O"T1 -ro
exiTIOV Té¡) av"n, á"J\Ao 8e EKeivo avev 00 TO aiTov OVK o:v
1To-r'elr¡ CXhlOV), a lo que, según creo, la gente que siempre va
a tientas como en tinieblas, usando de otro nombre, lo califi,
ca de causa. Por eso precisamente uno, poniendo un torbelli-
no en torno a la tierra, la coloca inmóvil debajo del cielo; y
e otro le da como sostén el aire, a modo de ancha artesa. Pero
la fuerza de colocar a éstos del mejor modo posible, que yace
así, a ésta, ni la buscan ni creen que tiene un poder demo-
28 MARCELINO LEGlDO LOP"Z
.8 Fed, 97 b-99 d.
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 19
do posible posée "fuerza demoníaca", Bal!.lovlav lcrxúv EXelV (99c).
El adjetivo Bal!.lÓVIO, atribuye a la Inteligencia, que actúa en el cos-
mos, carácter divino. Llaí!.lúlV en Platón ha perdido su sentido origi-
nario. Casi siempre que aparece en los diálogos designa seres divinos
inferiores a los dioses o intermediarios entre éstos y los hombres".
Sin embargo, en Homero Bal!.lúlV es sinónimo de eeÓ" 6eol, eEÓ, TI"
y designa, sin más, la divinidad en general. Originariamente tendría
el valor de "distribuidor", el que reparte a cada uno su !.loipa, pero
pronto pasó a ser el nombre común para designar a dios". A partir
de este uso, el adjetivo Bal!.lÓVIO, pasaría a significar simplemente
"divino", significación que parece conservar en este pasaje que co-
mentamos.
Conviene, por fin, notar la afirmación de 99 codo Después de ha-
ber hablado con entusiasmo de la teleología del bien, realizada por
la inteligencia, pasa a explicar, como si las afirmaciones anteriores
hubieran sido inválidas, la inmortalidad del alma por la participa-
ción en las ideas. Sin embargo, esta "incapacidad" para descubrir la
verdadera causalidad es claramente una ironía, puesto que su descu-
brimiento ha quedado expuesto de modo claro y orgánico un mo-
mento antes. Se trata de un expediente irónico, corriente por lo de-
más en los diálogos, cuando se intenta cambiar el tema de la conver-
sación o resaltar algún aspecto de la misma.
" Cfr. Fed. 107 d, 108 b; Banq. 202 e SS.; Rep. 392 a, 617 e, 620 d;
Grat. 397 d; Apol. 27l d; Fedr. 246 e; Fol.27l d; Ley. 713 e, 717 b, 738 d.
30 WILAMOWITZ, Der Glaube der Rellenen. 1, Berlín, 1931, 362-66. P.
CHANTRAINE, La notion de divin depuis Homere jusqu'd PIaton, Geneve,
1954, 50 ss.
30 MARCELINO tEGIDO LOPEZ
Té;; ÓVTI oT¡ &cr-rpovoIlIKÓV, 1'jv 8' éyÓJ, ÓVTO: olÍK OfEI
'-o:l1TOV 7rEicrEO"eal Els Tas ,-oov acr-rpwv <popas &no[3Aéno-
VTO:; VOlllEiv IlEV WS olóv TE K6:AAlcrTO: 'ra TOlo:VTO: ~pyo:
O"Vcr-rT¡cro:creO:I, O\ÍTw O"VVEcr-r6:VO:I Té¡; TOO olÍpo:voO Or¡IlIOUp-
y4) cn"rrÓV 78 Kcd 70: EV aUT~ la.
81 Rep. 507 c.
83 Rep. 530 a.
83 Fed. 97 e ss.
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 31
nolfj cral, 6:AAa KO:! Ta EK Tfis yfiS <PUÓIlEVO: ano:VTO: nOlEi KO:!
¡;é¡;o: n6:VTO: Epy6:¡;ET<Xl, T6: TE aAAO: Ka! EauTÓV, KO:! np6STOU'
TOlS yfiv KO:! olÍpo:VOV KO:' eEOVS Ko:l n6:vTO: Ta év olÍpo:vé¡;
KO:! Ta EV "AIOOU uno yfis anO:VTO: épy6:¡;ETO:I.
-Hablas de un sofista extraordinariamente admirable, dijo.
d -¿No lo crees?, dije yo. ¿Crees que no existe absoluta·
mente un obrero semejante, o crees que uno solo fabrica too
das estas cosas en cierta manera, pero en otra no? .. SI.
89 Fil. 30 a ss.
40 Les mythes de Platon. París, 1930, 106. GAUSS (o. e., 1I/2, 226) cree
que Platón en este pasaje habla "ad captum vulgi". En cambio, los que iden-
tifican el Dios de Platón con el bien, creen que Platón está hablando "en
lenguaje teológico de lo mismo que en el libro VI y VII había hablado en
lenguaje filosófico", J. ADAM, The Republic of Plato. Cambridge, 1921, 390~1.
Cfr. RAEDER, Platons philosophische Entwicklung. Leipzig, 1905, 237. Sobre
este problema ver el capítulo tercero de nuestro estudio.
41 Rep. 500 d ss.
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATÓN
."..
25 a-b.
25 b.
27 b .
26 e.
" 27 b-c.
36 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
~l 28 d . 29 a.
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 37
53 Ley. 889 b.
5! 889 C.
" 889 b-c.
40 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
" 890 d.
57 891 b-c.
58 892 a-b.
59' 892 C.
00 893 c.
"' 893 d.
EL PROBLEMA DE DIOS EN ·PLATON 41
6~ 893 e.
63 [bid.
64 894 a.
" [bid.
so 894 d.
67 895 C.
68 896 a.
"' 896 b.
70 896 c.
¡ s ijMtj§
71 896 dw897 b. El texto 897 b es uno de los más discutidos por la crítica
textual. Por tener una importancia decisiva en la teología platónica, los cO w
mentaristas y editores han vuelto una y otra vez sobre él, adoptando distintas
lecciones. Respecto de ee6v los manuscritos presentan las siguientes variantes:
El Parisinus (A) y el Vaticanus (O) leen ee6v¡ el Laurentianus 80, 17 (L) Y Eu w
sebio leen :eeiov. Los editores han variado en sus decisiones. Stallbaum en su
edición completa de las obras de Platón (Leipzig. 1823, V) lee vovv !lEY
1TpoO'Aa~v oei eeiv 6pOws, eeos ouO'a, pero más tarde en su edición comen w
tada (IlI, 178) lee Oeiov opews Oeos ouO'a y traduce <lquibus utenS anima, si
semper mentem adsciscit sociam sibi divinam". Hermann (Leipzig, 1906, V)
vovv lJeV TIpoO'Aa~v oéi eeiov opeWS eÉovO'a. Esta lección ha sido adoptada
también por Pabón y Fernández Galiano en su edición de Las Leyes. Instituto
de estudios políticos. Madrid, 1960, 166. Burnet (Oxford, 1907, V) vovv !leY
TIpOJ"Aa~ov': &el 6éOV opOws eeois. Wilamowitz (Platon, II, 317) supone, sin
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 43
dar razón de ello que 6eov es variante de opOóv y lee aei 6pOóv. England
en su excelente ~dicón de las Leyes adopta, justificándola, la lección de
Burnet (The laws of Plato. Manchester, 1921, Il, 474 w5). Por fin Des Places
(Les Lois. Coll. Univ. Franc. XII, 1. París, 1956, 1607) lee vovv I-IEV TIpocrAcx-
~ovcra oel eéiov opews esos oVO'cc. La decisión por una -le~ción u ot!a no pod~w
mos adoptarla por la concordancia del texto con una mterpretac¡ón determl w
nada de la teología de Platón. -El principal criterio es la misma crítica textual,
la valoración de la tradición manuscrita. Veamos primero el valor de los ma K
nuscritos que transmiten ee6v. El A _es un manuscrito del siglo IX, realizad.o
por un copista vivamente interesado en la filosofía y con una gran escrupulosl w
dad gramatical. A1line le llama un "manuscrito filosófico" y ~seura que ~s de
todos los manuscritos platónicos el que conserva con mayor fldehdad el dmlec K
hombre considere a este alma como dios, TaúTr¡V Tl'¡V \jJV)(l'¡v ... eEOV
l'¡yEicrem XpEC)lV TIáVTa ávopa 75.
75 899 a.
16 899 b.
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 45
B) Pasajes miticos
La valoración de los pasajes míticos referentes al demiurgo exige
previamente valorar el mito en cuanto instrumento filosófico. Los
numerosos estudios consagrados a este tema desde el pasado siglo"
han servido, al menos, para centrar el problema. Couturat, usando
un criterio racionalista y matemático, creyó que había de negarse
todo contenido filosófico serio a estas narraciones, que para él no
eran más que "cuentos de viejas". Pero no pasó mucho tiempo sin
que la crítica adoptara un nuevo punto de vista que, todavía hoy,
está inspirando la investigación. Los mitos no son puras narraciones
fantásticas, sino medios de expresión filosófica.
En todo momento se exige al historiador el esfuerzo por adquirir
conciencia histórica del tiempo y la persona que intenta conocer. Sin
embargo, no es menos cierto que la personal situación histórica pue-
de facilitar o dificultar este salto. El positivismo y el racionalismo,
17 890 b.
~a F. COUTURAT, De platonicis mythis. Paris, 1886. W. WILLI, Versuch
einer Qrundlegung der platonischen Mythopoiie. 1925. J. A. STEWART, The
Myths of Plato. London, 1905. P. FRlEDLANDER, Platon 1. BerlinjLeipzig,
1928, 19~24. K REINHART, Platons Mythen. Bonn, 1927. P. FRUTIGER, Les
mythes de Platon. París, 1930 (excelente trabajo que sintetiza y critica los
criterios de interpretación anteriores e intenta dar una interpretación y clasi-
ficación general de los mitos). Posteriormente P. STOCKLEIN, Ober die philo~
sophische Bedeutung von Platons Mythen. Philologus. Suppl. XXX, 1937
H. W. THOMAS, Epekeina. Untersuchungen liber das Uberlieferungsgut in
den fenseitsrrtythen Platons. München, 1938. P. M. SCHUHL, Études sur la fa-
bulation platonicienne. París, 1947. L. EDELSTEIN "The Function of the Myth
in Plato's Philosophy". Journ. Hist. of Ideas. X (1949), 463 ss.
46 MARCELINO LEGlDO l.OPEZ
59 246 e, 'ITAmolJ,EVj 246 d. ,.CXÜTO lJ~v B~, Ó'IT1;l TcjS esé¡) q>1i\ov, 'TOÓT\I ~XÉTo
'Te Kal AsyéaOoo.
hif d
lO 269 C.
" 268 d.
I!L PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 55
lugar, en el mismo sentido y signiendo un solo movimiento.
He aquí por qné el movimiento circular es en él propio,
porque es el que se aleja menos del movimiento de lo que
se mueve por sí mismo. Moverse por sí mismo desde toda
la eternidad sólo puede hacerlo aquél que conduce todo lo
que se mueve (cxÚ"ro oe ¡CXUTO a"TpÉcpE\V áEt aXEOOV ovoevt OV-
vcrtOV 1TAT¡V"r0 TWV K\VOU~Év", ai'i "!TéxV"T"'v T¡youIlÉvc¡» Y este
serna puede mover tan pronto de una manera como de
otra contraria.
Todo esto prueba que ni se puede decir que el mundo
se da a sí mismo el movimiento desde toda la eternidad, ni
que recibe de la divinidad dos impulsos contrarios, ni que es
puesto alternativamente en movimieuto por dos divinidades
270 de opiniones opuestas. Sino que, como declamas antes y es
la única hipótesis que nos queda, tan pronto, dirigido por
una causa divina superior a su naturaleza, recobra vida
y recibe del Artesano nueva inmortalidad (TÓTE lleV \I"IT'
áAAr¡S aV~"!TOor¡yei'CXl eetcxs cx¡"ícxs, "rO ¡;fív "!TáA\V E"ITlKW~e
VOY KCXt ACXlll'\éxvoVTCX áecxvcxO'{cxv a"ITlO"KeucxO'TT¡v "!Tapa "roíl 5r¡-
~\ovpyíl), como, cesando de ser conducido, se mueve por
sí mismo y se ve de este modo abandonado para realizar
miles de revoluciones retrógradas, ya que su masa inmensa,
suspendida ignalmente por todas partes, gira sobre un punto
de apoyo muy estre"ho"".
95 27 d-29 b.
" 29 c-d.
EL PROBLEMA DE DIOS ÉN PLATÓN 6i
" 29 d-3l •.
EL PROBLIlMA DE DIOS EN PLATON 63
mentos históricos en que han vivido y que han podido en algún mo-
mento enturbiar su punto de partida. A pesar de ello, sus intentos
han de ser tenidos en cuenta para aprovechar sus hallazgos y apren-
der objetividad en sus planteamientos. Ninguna de sus opiniones ha
pasado en vano. Todas, positiva o negativamente, han colaborado a
construir la interpretaciól1 actual de la teología de Platón. Con
ellas, ha de contar, como factor importante al lado de los textos,
quienquiera que pretenda, a la altura de nuestro tiempo, plantear de
nuevo el viejo problema.
El primer punto obligado de referencia es la obra de E. "~<tle',
Die Philosophie der Griechen in ihrer geschichtlichen Entwicklung
dargestellt. Hoy, casi a cien años de distancia, se presenta ésta como
el primer ejemplo de historia científica del pensamiento griego. El
contacto continuado con los textos, la prudente ponderación de sus
juicios y la amplitUd y seriedad con que Zeller la acometió, han he-
cho de ella una obra clásica a la que es preciso acudir. Para
entender su interpretación de la teología platónica, hay que no-
tar su punto de partida. Basándose, entre otros, en los textos del
Soto 248 ss. y Fed. 95e-99, cree que las ideas san causas inmanentes
de las cosas. Esta causalidad que las caracteriza hace de ellas )la sim-
ples formas o géneros, sino "fuerzas vivientes creadoras"". La Idea
de Bien, cima suprema del mundo ideal, causa del ser y del conocer,
es el "ónico Dios invisible, el Formador y Padre de todas las cosas"".
El Demiurgo del Timeo no ,es otra cosa que la presentación mítica
de esta Realidad creadora. Es que para Platón la filosofía no es una
actividad teorética, sino eminentemente práctica, es amor, vida, re-
ligión. El principio más alto de su filosofía es el ser supremo de su
teología, su Dios. Platón "se tranquilizaba con los pensamientos ge-
nerales de que ambas cosas expresaban lo mismo; que las ideas eran
la verdadera divinidad y que la Idea más alta se unía con la Divini-
dad más alta""'. '
La excelente tesis doctoral de K. Stumpf intenta confirmar la in-
terpretación de Zeller, dándole un serio fundamento. Ambos coin-
ciden en el origen del planteamiento. La idea es "el ser que se mueve
a sí mismo por su vida y pensamiento'''''. Dios es ciertamente el al-
9B O. c., 688.
" [bid., 927.
100 Ibid., 717.
101 Verhiiltnis des platonischen Gottes zur Idee des Guten. Diss. Got~
tingen. Halle, 1896, 20.
64 MA1tCELlNO LEGIDO LGPEZ
tísimo vous que, como Principio del orden racional, domina el Todo;
es el 5r¡¡.llOVpy6S, como principio actuante en el mundo; es el Alma
primera, como causa del movimiento. Además de estos nombres, tie-
ne otro que en todo se corresponde con los anteriores, Idea de Bien,
entre la cual y la divjnidad hay "una identidad perfecta"'"'.
Un punto de vista nuevo de excepcional interés ofrece la obra
de J. Burnet, Greek Philosophy l: Tales to Plato publicada en Lon-
dresen 1892. Su interpretación ha trazado, en buena parte, el ca-
mino que más tarde había de seguiJ: la crítica inglesa. Platón ha roto
con el concepto tradicional de la divinidad al afirmar que "Dios era
un alma viviente y que Dios era bueno"'"', aunque na hemos de iden-
tificar su concepción de la divinidad con la de los modernos teístas.
Se trata de "una Inteligencia (vous) que existe en un alma"'w. No se
identifica con la idea de Bien porque "el Bien no es un alma, sino
una Ilforma""105.
T. Gomperzsigue el mismo camino de Zeller. La causalidad de
las ideas y, concretamente, de la idea de Bien, le conduce a conside-
rar a ésta como la divinidad más alta'OO • El Demiurgo es "el mismo
principio que en la "República" se presenta como "Idea de Bien"".
La única diferencia es que en el Timeo adquiere una cierta persona-
lidad"".
. En el pensamiento teológico de Platón, cree Lutoslawski, hay dos
etapas bien definidas. La República significaría el momento de tran-
sición. Si; hasta ahora, la Idea de Bien había tenido carácter de divi-
nidad, a partir del pasaje 596 b ss., esta idea se ha convertido en el
Demiurgo y las demás ideas en "pensamientos de Dios"'"'. Este
Demiurgo es un alma que reina sobre la jerarquía de los dioses. La
causa de esta evolución hay que buscarla en una honda transforma-
ción que se ha operado en la teoría del conocimiento. Ahora ya no
son las ideas, sino el alma, el punto centraJ'~ y, paralelo al cambio
gnoseológico, corre el teológico.
cuando se nos describe aquella Idea suprema que más tarde aparecerá
1l5
en el Filebo como el vous 6Eios y en el Timeo como Dios creador •
El demiurgo, dios bueno, es, entonces, la forma mftica que expresa
la actuación de este Ser en el cosmos.
En O. Apelt no encontramos pensamiento distinto del de Zeller.
"Dios es el formador del mundo (causa efficiens)"llG pero no se dis-
tingue del poder originario de creación que tienen las ideas. El nous
divino del Filebo viene a representar la totalidad de las ideas y es
1l7
el mismo ser que en forma mítica aparece como dios en el Timeo •
Taylor sigue la orientación de Burnet. La Belleza y el Bien, que se
identifican, aunque posean el grado sumo de realidad, no son con-
siderados por Platón como la divinidad. Esta está atribuida al alma
del mundo"'. En el Timeo encontramos una contraposición entre
causa efficiens, creadora del mundo en el pleno sentido de la palabra,
y una causa formalis constituida por el mundo de las ideasl19."Dios,
segun Platón, es una 'l'ux1Í y las El0T) no son estados o actividades
de las 'l'uxal, son objetos que las 'l'UXal piensan y conocen'.' "El
Oo'
como "causa y fin del devenir", la explica Platón diciendo que Dios
ha formado el mundo. "Sin embargo su Dios ha sido siempre el Bien,
lo Verdadero, lo Bello, que penetra, mueve y anima todo""'. Para
esta realidad divina ha evitado el nombre de CE ÓS porque en griego
posee solamente valor predicativo y, al aplicarle tal nombre, lo hu-
biera profanado'''. El Demiurgo, Creador y Padre de todo es "la Idea
de Bien personificada""'. Por consiguiente el relato cosmológico del
Timeo es un puro mitol26•
Para More no existe una identificación de Dios con el alma del
mundo"7'ñCtampoco con el mundo ideal. Para Platón, hay que sub-
rayarlo con énfasis, "Dios no es una entidad ilusoria, mucho menos
una abstracción metafísica, sino verdaderamente el autor y padre
del mundo""'. Al hablar del pasaje del libro VI de la República, cree
que se identifican Dios y la idea de Bien, pero inmediatamente ad-
vierte que en la madurez de su pensamiento los distingue. "Dios, co-
mo bueno, es la causa eficiente; el mundo Ideal, incluido el Bien,
es la causa final"l29,
La persona y la obra de Platón fue la gran preocupación de Cons-
tantin ~ite. A él debemos importantes análisis lingüísticos que han
ayudado a precisar la cronología de los diálogos y a matizar el sig-
nificado de algunos términos difíciles por su variado uso. Mérito
suyo es también la gran obra de conjunto sobre la vida y la doctrina
platónicas, Platan, sein Leben, seine Schriften, seine Lehren, que
posteriormente resumió en una de sus últimas obras, Die Kernge-
danken der platanischen Philosophie. Si Dios ha hecho el mundo a
semejanza suya y del modelo eterno, cree Ritter que "él mismo es
claramente el modelo, según el cual ha formado el mundo'''''. El Bien,
pues, que es la idea más alta, se identifica con Dios"'. Pero, por otra
parte, Dios es "el Poder espiritual que actúa sobre el mundo y lo
gobierna""'. En este sentido, el Demiurgo se identifica con el alma
145 [bid., 7.
HIl L. ROBIN, Platon. París, 1938, 249.
aT Les rapports de l'~tre et de la connaissance d'apres Platon. París,
1957, 139. (Se trata de un curso dado en la Sorbona en 1932~ y publicado
posteriormente por P; M. Schuhl). Cfr. 151, 155. Cfr. Le pensée grecque.
París 19282, 272.
148 L'ame du monde de Platon aux Stoiciens. París, 1939, 38.
149 Ibid.
150 Plato's Theology, Ithaca, 1942, 92.
151 lbid., 116.
na 147, n. 18.
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 71
153 R., SCHABRER, Dieu, Z'homme et la vie d'apr~s Platon. París, 1938, 20.
m Ibzd., 173.
155 Paideia n, 347-8.
155 Ibid., 349.
157 E. GILSON, Dios y la filosofía. Trad. esp. Buenos Aires 1945 46A7
¡58 [bid., 49. ' , .
1M1 44,
72 MARCELlNO LEGIDO LOPEZ
50.
160
J. H. M. M. LOBNEN, De Nous in het systeem van Plato's philosophie.
161
Amsterdam, 1951, 28.
1$2 [bid. 283.
163 "Platon Gottesbegriff" en La notion du divin depuis Homere jusqu'a
Platon. Geneve, 1952, 245.
16' [bid., 248.
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 73
I
.
1
n
LA PALABRA "DEMIURGO"
, /. C. 2856·57.
• Biblioth. Hist. IX, 18.
i Thes, 25.
10 H. BENGTSON. Griechische Geschichte. H. d. A. W. 111, 4. München.
1950, 115-6.
11 Para éstos y los testimonios siguientes cfr. R. E. 285~6; Historia,
389·394.
lB 1, 56.
" V, 47, cfr. l. G. 5, 2, 261.
78 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
I
1
I
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 79
2. EL USO PLATÓNICO
Al Artesano
La simple lectura de los diálogos nos muestra que es en este sen-
tido en el que Plat6n usa con más frecuencia la palabra. En unos ca-
sos, alude simplemente a los artesanos, en otros alude a sus cualida-
des y situación social. Por fin, hay rasgos de su trabajo que Platón
recalca de modo especial, porque son un buen término de compara-
ción para exponer sus ideas filos6ficas.
Toú,wv yap TIOPIO',lKI>v e¡val f¡ Ká1Tei\ov óv-ra f¡ É¡¡TIOPOV f¡
5T]¡¡10Vpy6v 'rov aIi,oov 'rOÚ'fWV, O'!'fOTIOlOV f¡ O\jJOTIOIOV f¡ v'1'áv-rT]v f¡
O'KU'rO,Ó¡¡OV f¡ O'Ku,05é\¡Jov''. Con este texto hemos querido ejemplifi-
car las alusiones que se refieren a los distintos tipos profesionales,
encuadrados en el término: Rep. 346 (médico, piloto, arquitecto),
•
MARCELlNO LEGIDO LOPEZ
82
B) Gobernante
También conoce Platón al deminrgo-gobernante. Afortnnadamente
poseemos un pasaje en el que se nos da la razón de esta acepción de
la palabra. Se trata de un inciso al exponer las leyes sobre los con-
tratos (Ley, 920 d ss.). En él se habla especialmente de los artesanos,
"que sirven al país y al pueblo". OG-rOI 6ft rráV'l'es Xwpc:xv Ka! 6fí¡.lov
6eparreúovTEs 6\CrreAovO'IV, oi ¡.leV áPX0V'l'eS TOOV KaTa rr6Aellov
&ywv",v, 01 6E ópyáv",v Te Ka! ~pY"'V O:rroTeAOVV'I'es yévealV
gllllweov". Claramente tenemos expresadas, con un acierto y un la-
conismo semejante al de la glosa de Hesiquio, las dos clases de ar-
tesanos, los trabajadores manuales y los generales y gobernantes.
También éstos realizan una obra pública (6r¡llóalov epyov) al ser ar-
tífices de la salvación de la ciudad, 6r¡lllovpyoov ÓVT"'V a"'Tr¡píaS,
aTpaTr¡yoov38, TOtlS <pÚAaKaS ... 6r¡lllovpyouS eAeveepías Tfís rr6Ae",s ".
Con estos hechos concuerda perfectamente el pasaje Ley 902e, donde
6
al hacer una enumeración de artesanos aparece al lado del {aTp S
y el Kv¡3ep~Trs, el aTpaTr¡yós y el rrOAITIKóS·
C) U so metafórico
Al lado del uso propio, encontramos el metafórico: Carm. 175 a
i¡ a"'<ppocruvr¡, ov6elllaS W<pEAías ovaa 6r¡lllovpyós; Gorg. 453 a TrEI-
eoos 6r¡lllovpyós éaTlV ft peTopIK'Í; Banq. 188 d ft llaVTIKft <pIAías eeoov
Ka! ávepwrr",v 6r¡lllovpyóS'". En estos casos,6r¡lllovpyóssignifica sim-
plemente el que hace, 6 rrOlwv.
En otras ocasiones la metáfora adquiere mayor desarrollo. De la
misma manera que el tejedor y el carpintero tienen sus instrumentos
y su técnica, así eí legislador también tiene la suya": "No es propio,
Hermógenes, de todo hombre el dar nombres, sino de un cierto fabri-
cante de nombres(6vOllaTovpyoO). Este es, según parece, el legislador,
el que escasea más de todos los artesanos entre los hombres''''.
-o eE6S: Fedr. 247, 248 a, 249 e; Sof. 265 d, 266 b; PoI. 269 e, e,
271 d, e; Tim. 30 a, e, d, 31 b, 32 b, 34 a, b, e, 39 b,
44 e, 47 b, 69 b; Ley. 902 e.
-vous: Grat. 400 a, vous Kal IjJVxlÍ; Fed. 97 e, vous, 98 a;
. Fedr. 247 d, eeou !itáVOla; Soto 265 e, AóyoS Kal ÉmO"-
TlÍllfl; Fil. 28 d, vous Kal epp6vflO"tS, 30 e, ooep(a Kal vous;
Tim. 30 a, AoytO"állevoS, 38 e, Aóyos Kal !itávota eeou;
Ley. 966 e, vous, 967 d, vous ftyellwV.
para mostrar que Platón ponía en Dios nna inteligencia divina o que
hada consistir en ella su divinidad, ya que la obra de ordenación del
mundo se ha hecho llETa Aóyov TE Kal emOTlÍllflS 6e(as óma eeou
ytYVOilévflS". Sin embargo, por ser éste un punto de capital impor-
tancia en la interpretación del Demiurgo, vamos a presentar unos
hechos que lo confirmen con toda claridad.
a) En el Sofista 266 b dice Platón que nosotros, los animales y
las cosas somos eeou yEvvlÍilCXTa, mientras en las Leyes 890 d, al ha-
blar de los dioses "engendrados", les llama vou yevvlÍilaTa. No pode-
mos alegar razones míticas, porque ambos pasajes son claramente
dialécticos. Es que, como bien ha observado Dies, "en las obras o
partes propiamente didácticas el Demiurgo está claramente identifi-
cado con el Intelecto"" y la realidad que encarna es la Inteligencia
divin2150 •
b) En las Leyes esta verdad adquiere Una expresión definitiva
vouv,.. ó:el eeav 6pe""s eeoiS. La Inteligencia es verdaderamente el
Dios eterno entre los dioses. Por encima de los dioses que forman
su cortejo, está el Zeus del Fedro; y, por encima de los dioses en-
gendrados, está el Demiurgo del Timeo y la Inteligencia divina de
las Leyes. Con gran acierto nota Hackforth en su artículo, citado ya"
"El Demiurgo ha de ser indentificado con el vous, es, decir, el equi-
valente 'mítico' del vous".
48, So!. 265,C. HEn. ciertos tratados d~l fin de su vida, Platón ha empleado
a veces (o) 6e6$" en smg~lar con un sen.t1do muy particular. Esta palabra apa-
rece claramente en el Tzmeo y el Polittco -concurriendo por otra parte con
otras .expresione.s--;- para design~,r un dios supremo y personal que ha ordenado
e~ umyerso y dIrIge su marcha. G. FRAN<;:OIS, Le polythéisme et l'emploi au
smguller des mots 6e6S1 Ba{~o\l. París. 1957 301
~9 Ob. cit. 553. ' .
50 L. ROBIN. Platon. 249. S. SAMBURSKY, The Physical World o{ the Greeks
Londen. 1956, 49. '
51 l. C. 4,
86 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
Poi. 273b, 6 cruvSEís; Tim. 28c, 68e, 'TEKmv6~VoS, 2ge, 30c; 6 cruVIO'-
'Tás, 31 b, 6 TIOIOOV, 33 d, 6 cruvSEís. B) Poi. 269 e, T¡yOÚ~EVS; 273 c,
KV¡3Ep~'T!]S; Fedr. 246 e, 6 ¡¡ÉyaS T¡yE~OV; Fil. 28 c, ¡3aO'IAEvs...
oúpavov 'Te Ka! yfís; Ley. 904 b, T¡¡¡ooV 6 ¡3aO'lAEvs.
Ambos aspectos aparecen reunidos en las fórmulas TIOI!]'TT¡V Ka!
TIaTÉpa 'TOVOE 'TOV TIav'T6s Tim. 28 c, O!]¡¡lovpyoS TIa'~p 'Te EpyÚ)V
ibid. 41 a; PaZ. O!]¡¡lovpyos Ka! TIa~p. Estas últimas calificaciones
del demiurgo nos conducen a los epítetos de la paternidad divina que,
a su vez, nos abocan al problema de la personalidad de Dios.
El problema es delicado y arriesgado en su mismo planteamiento.
Cualquier hombre occidental, por la influencia medular de la revela-
ción cristiana, tiene siempre una categoría con la que comprende la
realidad de Dios. Tal vez para un budista, carezca de sentido la pre-
gunta por la personalidad divina. El se enfrenta en su vida religiosa
con el Absoluto, con el Todo, pero no con una Persona. Por este
mismo hecho, nos arriesgamos al estudiar esta cuestión en el pensa~
miento de Platón. Estamos justificados en el intento, pero nada nos
justificaría para llevar a nuestro estudio el concepto actual de per-
sona.
"Buscar al Autor y Padre de este todo", TIO!]'~V Ka! TIa'TÉpa 'TOVoe
'TOV TIaVTOS EVpEiv • Hasta ahora los epítetos de Dios nos han condu-
52
52 Tim. 28c. Este texto está en el pasaje dialéctico que precede al mito,
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 87
" O. c. 211.
5~Cfr. F. B. ANDERSQN. HA note on the Timaeus oí Plato", Classical
Weekly XL (1947), 27 ss.
III. DEMIURGO Y MUNDO IDEAL
1. PUNTO DE PARTIDA
1 Apol. 30a.
90 MARCELINO LEGIDQ LOPEZ
había cometido a los ojos de Sócrates un gran error, el error del des·
arraigo. El hombre se sentía inseguro. La divinidad y las normas mo·
rales pertenecían al nomos. La verdad era inasequible porque el hom-
bre había sobrevalorado su subjetividad. Sócrates comprendió que
su empresa de salvación había de consistir en dar al hombre un nue-
vo arraigo, en que éste se sintiera apoyado en las realidades morales
y racionales. Así descubrió, como acertadamente resume Aristóteles,
el concepto y la ética'.
"Conocerse a sí mismo" no es sólo el reconocimiento religioso
de la pobreza personal. Es sobre todo, conocer el propio destino, en·
cauzado en la virtud, en la templanza, en el valor, en la justicia, en
la piedad. Al intentar precisar cual sea el IIser" de cada una de estas
cosas, el hombre toma conciencia de una secreta fuerza que hay en
él, el lagos, que le permite penetrar en las cosas, leerlas y expre·
sarlas en conceptos. Así se entiende fácilmente la doctrina de la viro
tud ciencia, tan querida para Sócrates. La virtud y la verdad, la mo·
ralidad y el saber son los quicios de su pensamiento y de su magis·
terio.
Muchas explicaciones se han dado del origen de las ideas. En su
planteamiento se han querido ver reflejadas desde las preocupacio-
nes políticas de la juventud de Platón y el magisterio de Sócrates,
hasta influencias heraclitianas y eleáticas. Tal vez lo más acertado
sea una solución de compromiso. El hombre es demasiado compli-
cado para recibir una explicación geométrica de sus actitudes y de·
cisiones. Sin embargo, la ciencia, aun partiendo de este supuesto
fecundo de comprensión total, necesita un sistema que, si por una
parte puede mutilar la realidad, por otra la esclarece. Contando
con este riesgo hemos intentado buscar el origen de las ideas plató'
nicas en la inquietud por la ciencia y la virtud de Sócrates, en sn
búsqueda de la definición y del bien. Un breve ejemplo puede expli·
car esto.
Cuando Sócrates vuelve de luchar en Potidea, visita la palestra
de Taureas. Allí encuentra a sus viejos conocidos y a un grupo de jó·
venes, entre los que se destaca Cármides por su belleza física y sus
dotes morales. Para curarle un ligero dolor de cabeza, Sócrates le
habla de una receta de un médico tracia, pero le advierte que el do·
Carm. 159b.
160c.
5 161b.
164d.
163c.
s 175e.
92 MARCELINQ LEGlDO LOPEZ
20 Menón. ne.
21 Eutifrón. 6d.
22 [bid. 6e.
" Hipp. May. 289d. cfr. Eutid. 300e-30la.
N Grat. 439c-d.
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 95
26Banq. 2IOe-211b.
27211d-e.
2B 211c.
29 2I2a.
lO O. c. 436.
31 KURT SCHILLING, Platon. Einführung in seine Philosophie. Wurzach.
1948, 1BO.
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 97
sión a la belleza y su contemplación tienen un carácter religioso".
La calificación de divina para aquélla no sería argumento suficiente,
dado que el valor de eeios es puramente literario y ponderativo. Van
Camp-Canart han demostrado que en el Banquete "el valor de 6eios
es esencialmente literaria y reside ante todo en oposiciones ... Pero
sería un sin sentido reconOcer en 6eios un atributo filosófico y téc-
nico que viniera a caracterizar ya el objeto, ya las manifestaciones
del amor"". Volveremos a insistir sobre este hecho. Por ahora nos
basta subrayar, que como en el caso del Cratilo, )lOS hallamos ante
un proceso noético, ante la búsqueda y la "posesión de la verdad".
El Fedón en el proceso de creación de las ideas significa el mo-
mento en que los primeros esbozos de los diálogos socráticos ad-
quieren perfil definitivo y se integran de lleno en la estructura del
conocimiento.
87 84a-b.
a8 Cfr. pág. 68-69.
a9 O. c. 63.
'0 O. c. 68.
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 99
"¿De dónde tomamos su conocimiento? ¿Acaso no lo
hacemos de lo que hace un momento decíamos, que viendo
piedras y leños u otras cosas iguales cualesquiera, a partir
de éstas, pensamos aquello, que es distinto de éstas? f¡ ~úAa
f¡ Aí60vS f¡ &AAa &TTa 166VTEs ¡O"a, EK TOÚTCilV EK,ivo ÉVEVOi¡-
crOIJ€V, éTSpOV ov TOÚTCJJV41 . .
n Fed. 74a-b.
'" 75c-d.
" 76d.
100 MARCELINO LBGIDO LOI'BZ
50249b-c.
51Muchas interpretaciones de la teología platónica quieren ver en la
idea de Bien, el Dios supremo de Platón. Ellos nos exige un estudio deta~
lIado de esta idea que excedería los límites, que nos hemos propuesto en este
trabajo .En las páginas siguientes esbozaremos brevemente nuestra interpreta-
ción de la metafísica del bien, reservan-do su desarrollo y elaboración más
rigurosa para un estudio que sobre este tema concreto publicaremos en breve.
A él remitimos para los puntos que aquí queden insuficientemente aclarados.
102 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
52 Carm. 174d.
sa Laq. 199 e-d.
5~ Cfr. K. SCHILLING. O. c. 46; FRIEDLANDER, o. C. 1. 70-71.
5); J. STENZEL, Studien zur Entwicklung der platonischen Dialektik von
Socrates zu Aristoteles. Breslau. 1917, 17.
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 103
50 219c-d.
57 Cfr. Banq. 205e. '1'0 !leV écyaeov olKetov KaAel ECXVTOVj H. RAEDER, Pla-
------------_._._---
sea". Por el hecho de que la areté de cada cosa, su aycc66v tiene una
dimensión esencial y significa lo más excelente de cada ser, significa
también la capacidad específica de obrar que éste posee, T6 EKácrTOV
épyov. Su ovcrlcc y su I5VVCCJ.lIS nacen precisamente de su apET1¡, de su
&ycc6óv. "Su ser, pues, ha dicho agudamente Stenzel, se resuelve sim-
plemente en su C:PSTi)"62,
Estamos, sin duda, ante uno de los puntos más profundos de la
metafísica platónica, ante una de sus intuiciones más fecundas. Lo
mismo en el cuerpo, que en el alma, que en las cosas, que en todo
viviente, hay una estructura interior dispuesta con orden y rectitud.
Este "cosmos doméstico", esta J.leTploTIlS Kccl cru~J.leTpa63 íntimas son
Jas que engendran su bien y se confunden con él". En esta doctrina
de la apm'¡-eI8os hay que buscar el germen de la metafísica del bien
e incluso la teleología que fundamentará todas las especulaciones cos-
mológicas de Platón".
Expondremos la metafísica del bien, según está desarrollada en la
República. El pasaje 484a-530c que viene a ocupar los libros VI y
VII, presenta una profunda unidad interna. Por la extensión de algu-
nos temas, como el mito de la caverna, pudiera parecer que hay una
desviación del pensamiento central, sin embargo, basta estudiarles con
detalle, para notar una subordinación de todo el contenido de este
par de libros a la idea central de la República, las cualidades y prepa-
ración del buen gobernante que se identifica con el filósofo. El con-
texto es de doctrina política y el estudio del conocimiento, que apa-
rece al comienzo del libro VII, no es más que una parte pequeña de
la formación del futuro gobernante. El encuadramiento del discutido
pasaje nos ayudará a la solución de su interpretación.
En el momento de elegir a los gobernantes hay que escoger "aqué-
llos que sean capaces de alcanzar lo que es siempre lo mismo en sí".
Así podrán, a semejanza de los pintores, fijar sus miradas sobre el
ejemplar eterno de la verdad y, después de haberlo contemplado con
toda la atención posible, trasladar a las cosas de este mundo las co-
sas que han contemplado y servirse de ellas como de una regla segu-
ra para fijar, por medio de las leyes, lo que es honesto, bueno y justo
en las acciones humanas". Por fin, después de exponer en qué con-
siste el modelo del gobierno político, Platón saca la conclusión, previs-
ta ya al comienzo del libro VI: aquéllos que a los cincuenta años
hayan salido puros de estas pruebas y se hayan distinguido en la cien-
cia y en toda su conducta, hay que obligarles a que dirijan la mirada
del alma al ser que alumbra todas las cosas, a contemplar la esencia
del bien y a servirse de ella después como un modelo, para ordenar
las costumbres suyas, las del estado y las de los particulares".
El paradigma que el gobernante ha de realizar en el mundo 10
constituyen esencialmente las ideas de prudencia, justicia, fortaleza
y templanza. A la exposición de éstas está dedicada parte del libro
VI y, para explicarlas mejor, Platón quiere dar un rodeo. "Me has
oído decir muchas veces que la idea de Bien es la gran enseñanza,
1Í TOO ó:ya600 [5éa lléylcrTOV 1ló:6r¡lla, con relación a la cual, la justicia
y las demás virtudes son útiles y ventajosas''"'. Por ello hemos de
conocer a fondo esta idea, pues la sabiduría sin el Bien no merece ser
tenida en cuenta. Y esto, sobre todo, porque ni siquiera podría co-
nocerse lo justo y lo honesto, desconociendo lo bueno".
Sócrates presentó de tal manera las excelen.cias del Bien y la ne-
cesidad que de él tenemos, que sus contertulios han sentido una gran
curiosidad por conocer esta ciencia suprema. El quiere disuadir-
les, alegando su ignorancia, pero ante las nuevas insistencias de
éstos, decide hablar, si no del bien, al menos de su imagen más per-
fecta, el soF". Así, ayudado de la comparación, empieza su exposición
metafísica. Hay que partir, como de presupuesto primero, de la se-
paración del. mundo visible donde están las cosas buenas y bellas,
TIo""a Ka"a.. Ka! TIo""a áya6a Ka! EKa<JTa oÚTú)S, de aquel en que
está lo bueno y lo bello, Ka! cnho 5TJ KaMv Kal aúTo Ó:ya6ov71 • El sol,
señor de los dioses celestes, hace posible que nosotros podamos ver las
cosas del mundo visible. Su luz, que se interpone entre nuestra vista
y los objetos, concede a éstos la visibilidad y a nosotros la capacidad
56 484c.
" 548a-b. Cfr. 50lb.
68 SOSa.
69 506a.
70 506d-e.
71 507b.
...
" 508a.
n 508e- 509a.
" 509b.
15 [bid,
108 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
76 517bwC.
77 526dwe.
78 532awb.
EL PROBLEMA DE mos EN PLATON 109
áyaeOv lléylO"TOV rró;>"el, de que nos habla el Ripias Mayor". El bien no
sólo está en el fin de cualquier acción individual, sino también colec-
tiva". Pero la dimensión que da Platón al problema, sobrepasa la
esfera ética, es sencillamente una dimensión ontológica.
E! gobernante necesita el conocimiento del ser para' gobernar
con rectitud. En el mundo ideal es precisamente donde debe buscar
el paradigma de su gestión política, la prudencia, la justicia, la
fortaleza y la templanza. Pero resulta que estas ideas sólo son úti-
les y ventajosas en la medida en que se relacionan con el bien. De
aquí la necesidad de que los gobernantes posean "la gran enseñanza".
Este máximo saber consiste en conocer las relaciones de estas ideas~
con el Bien, Ó7T1J IrroTe:áyaeóc ;eO"TIV 81 • Una vez más encontramos impli-
cado el problema metafísico y el noético. Es necesario ver las relacio-
nes ónticas que unen a las ideas cOn el Bien, y estas relaciones serán
las que aclaren su conocimiento y proporcionen el saber político. Por
complicado que parezca el pasaje, se aclara en buena medida cuando
lo situamos en estas coordenadas que nos ha dado el contexto. Lo
mismo la comparación del sol y la de la caverna que la paideia de los
gobernantes encierran estos dos elementos esenciales que acabamos
de ver: Una metafísica del Bien y una teoría del conocimiento".
El Filebo completa la exposición de la metafísica del Bien que
encontramos en la República. En 20c tenemos una definición precisa
de sus caracteres: 1. TSAeW'TOTOV Hlo más perfecto", "lo más aca-
bado". 2. iKexv6v "autosuficiente". No se define con relación a nin-
guna otra cosa, posee la pura independencia. 3. <p!;>"ov "amado". Lo
que parece más indispensable es afirmar del Bien que todo el que
lo conoce lo busca, lo desea, se esfuerza por conseguirlo, importándo-
le poco t.odas las cosas, menos aquéllas que se adquieren por el bien
mismo". Este ser perfecto, completamente suficiente es apetecible
para todos, TÓ ye Té;>"eov Ka! rréXO"lv a!peTOV Ka! TO rraVTócrraO"IV
áya6ov" ."E! ser animado que está en posesión 'plena, entera, no in-
terrumpida durante su vida del bien, no tiene necesidad de ninguna
otra cosa, porque aquél le basta por completo"".
87 64 ea65 a.
88 16 e-e.
$9 65 a.
EL PROBLEMA DE n105 EN PLATON 111
A
ÉVElval
Laques. 191 c, avSpEiav 1TpWTOV T( 8v év 1T00'1
Gratilo. 413 e, aÚ'r0 TO eEpj.leV Te év Té¡> 1Tvpl EVÓV
1TapElval
Lisis. 217 d, AEUKOO 1TapovO'la
Eutidemo 301 a, mXpEO'Tlv ... EKaO'TC¡> alhwv KaAAOS
1TpoO'yiyvEO'eal
Hipias Mayor 292 c-d, Te KaAóv... 8 1TavTl <1'> /Xv 1TpoQ'YÉvT]Tal
Gorgias. 506 d, apETfís TIVOS 1TapayEVOj.lÉVT]S
j.lETÉXEIV
Banquete. 211 b, 1TaVTa KaAa éKelvOV j.lETÉxoVTa
República. 476 d, aVTO Te KaAOV Kal Ta EKelVOV j.lETÉXOVTa
KOIVWVElv
Fedro. 265 e, gv TI KOlVi) EISoS
República 476 a, Ti) .. KOlVWv(C;C
El uso indistinto de estos términos lo tenemos en Fed.
100 c-d, ovS. SI' EV &AAO KaAOv Elval il SIÓTI j.lETÉXEI ÉKElvov
TOO KaAoO ... OVK &A'O TI 1TOlEI aVTO KaAOV il f¡ EKE(VOV TOO
KaAOO EhE 1Tapovaía EhE KOlvwv(a EhE omJ Si¡ Kai 01TWS
1TpOO'yEvoilEVT]
B
j.llj.l1']O'IS
Eutifrón 6e, XPWilEVOS aVTi) 1Tapa6Eíyj.laTl
Gratilo 389 b, 1TpOS EKElvo TO EISos ... E1TOIEI
República, 510 b, ~lj.1']eEIOV WS EiKÓO'IV XPWj.lÉvT]
Fedro, 250 b, É1Tt Tas EiKóvas iÓVTES.
.. 130 b.
•
114 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
bre, del fuego, del agua y de las cosas que pudieran parecer ridícu-
las como el pelo, el lodo, la basura, etc.97 •
"De ninguna manera, dijo Sócrates, sino que precisamente
existen las cosas que vemos; y creer que existe una idea de
estas cosas, sería demasiado extraño. Ciertamente me ha
intranquilizado a veces que no exista lo mismo en todas las
cosas, pero después que me pongo en pie, me marcho hu-
yendo, con el temor de perecer cayendo en un abismo de
frivolidad. Y llegando allí, a las cosas que tienen ideas, se-
gún decíamos hace un momento, me entretengo ocupado
en ellas".
Reducida al absurdo esta hipótesis, se propone una nueva: las
ideas serían modelos, paradigmas: Ta \lEV E¡5r¡ TaUTa WCJ'ITEp TIapa5Ely-
llaTa !aTaval EV Ti¡ <pvaEI"". Pero si la idea y la cosa son semejantes
es porque participan en algo común, con lo cual surge una "idea
nueva" que no cesará de aparecer, mientras indefinidamente siga-
mos comparando las cosas semejantes1on,
Por fin, después de nuevos tanteos en los que se sugiere que las
ideas seim puros pensamientos y la separación e incognoscibilidad
del mundo ideal, Parménides y Sócrates, se expresan así.
"PAR. Debe ser un hombre bien dotado, el que pueda com-
prender que a cada cosa corresponde un género y una esencia
qne existe por sí misma, (ovala a0TT¡ KaS' aUTf¡v) y un hom-
bre más admirable aún, para poder descubrir y enseñar todas
'más admirable aún, para poder descubrir y enseñar todas.
estas cosas a otros de manera suficiente y clara.
SOCo Estoy de acuerdo contigo, Parménides, y tus palabras
responden perfectamente a mi pensamiento.
PAR. Sin embargo, Sócrates, si se negase que hay ideas de
los seres, en vista de las dificultades que acabamos de ex-
poner y otras semejantes, si se dejase de asignar a cada uno
de ellos una idea determinada, no sabría uno a donde diri-
97 130 c.
" 130 d.
" 132 d.
100 ARIST" Met. 990 b, 17, cfr. 1079 a, 10, nos habla de este argumen,to
llamándole el del "tercer hombre" y nos dice que era usado en la AcademIa,
cfr., Rep, 597 c~d., Tim. 31 a-b. Rass., o. C" 87.
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 115
109 NATORP, PIatons Ideenlehre, 2M; L. CAMPBELL, The Sofistes and Po·
liticus of Plato with a revised Text and Englisch Notes. Oxford, 1867. LXXV.
110 WILAMOWITZ, Plato 11, 242.
m [ntro. Sof., 293.
111 O. C., 107. Han mantenido e3ta misma opinión T. GOMPERZ, O. C., 11,
596; RAEDER, o. C., 328; LUTOSLAWSKI, O. C., 426; RITTER, PIaton II, 131-4;
CONFORD, PIato's Theory of Knowledge, London, 1935, 242-4. SCHI{LING, o. C.,
(262. LITSENBURG, o. C., 3S ss. STEFANINI, o. c., I1, 160 ss. KUCHARSKI, Les che-
mins du savoir dans les derniers dialogues de Platon, París 1949, 333 ss.
TOVAR, en la introducción al Sofista. Inst. Est. Polit., Madrid, '1959, XIX-XX.
118 Sof., 248 a.
lH 248 C.
118 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
115 248 d-49 b. Cfr. El comentario de FRIEDLANDER, o. C., JII, 19602, 247-
249.
m Resumen de las principales interpretaciones, cfr. Olas, lntr. sot.,
288-9.
,
expresaría "la suma de todas las formas especiales de ser" entre las
cuales se cuenta el movimiento. Las fórmulas TO TIaVTEAWS OV y
TO OV Ka! TO TIUV de 249 a se corresponden exactamente y significan
el "ser sin ninguna restricción", "la universalidad del ser"1l7, Conford
entiende por TIaVTEAWS DV "el mundo total del ser real""', Stefanini
lo traduce por "pienezza dell'essere"llD y Litsenburg cree que "abar..
ca en sí todo lo que es real de modo eminente e intenso"'''. Hoy en
día, predomina la opinión de que el TIaVTeAWS ÓV no se refiere cier-
tamente al mundo ideal, a la idea con capacidad de movimiento y
de vida, sino que expresa el ámbito total del ser.
Un momento después, en forma de digresión, aborda el diálogo
la cuestión de la predicación. En vez de examinar todas las Ideas y
sus relaciones recíprocas, Platón estudia solamente algunas de las
más elevadas. Es entonces cuando se perfilan las categorías del ser,
los cinco géneros supremos, ser, reposo, movimiento, lo mismo y lo
otro. El hombre que posee la ciencia de combinar estos géneros es
el verdadero dialéctico. El que se halla en aptitud de hacer esto, dis-
tingue con claridad la idea única derramada en una multitud de in-
dividuos, que existen aisladamente; en seguida, la multitnd de las
ideas que son diferentes las unas de las otras y que están incluidas
en una idea única; después también una idea única recogida en la
universalidad de los seres, reducidos a la unidad y, en seguida, por
último, una multitud de ideas absolutamente distintas las unas de
las otras. He aquí lo que se llama saber discernir entre los géneros,
por dónde y cómo cada uno puede comunicarse o no, 1J Te KOlvooveiv
eKaO"Ta OVVaTat Ka! OTIIJ ¡.¡T¡ SlaKplvelV KaTCt. yévos <TIIO"TaTal"'.
117 Cfr. DIES, Autour, 559; lntrod., 289. En su segunda edl:ión de La de-
finition de l'etre et la nature des Idées dans le Sophiste de Platon, París, 1932,
ha rectificado su opinión. El novTEAwS ÓV es el mundo sensible que abarca
en sí todos los vivientes, p. 73 ss. Dice BROCHARD, o. C., 131-2 que "las pala-
bras "el ser absoluto" ('TO nOV'TEAWS óv) no designan directamente las Ideas
o el mundo inteligible ... La verdadera traducción no es quizás, como se ad-
mite de ordinario, "el ser absoluto" o Hel ser en sí", sino "el ser total", "el
ser completo", el ser que abraza y contiene al mismo tiempo todas las reali-
dades ... Se ve, pues, que Platón ... tiene en vista siempre el ser total o el con-
junto del universo". En opinión de Rass, o. C., 110, lo que quiere afirmar
aquí Platón es la realidad de la inteligencia, que conoce, y la de las ideas,
que son conocidas; "que ambas, las Ideas inmutables y las inteligencias mu~
dables, son perfectamente reales". REALE, l. C., 213-219.
118 O. C., 245.
119 STEFANINI, Platone. Padova, 1935, 239AO.
120 LITSENBURG, O. C., 202, cfr. 34 ss.
m 253 d, cfr. Poi., 258 e, 262 b, 263 a ss. Fil., 16 e-e.
120 MARCELINO LEGlDO LOPEZ
,n Fedr .. 265.
lB Cfr. CONFORD, o. C., 263 ss. STENZEL, Entwicklung, 48 ss, BROCHARD,
O. C" 103 ss, LORIAUX, L'étre et la Forme selon PIaton, Bruges, 1955, 156 ss.
11' Tim., 30 c-d.
lJ'i 39 e.
186 Fil., 6S a.
l
111Ley., 963 c.
'" 965 c.
UI O. C" 228-230.
122 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
Laques.
(1) 191 elO, 192 a2, b6.
(2) 192 a4.
Eutifrón.
(2) 5 d3. (a) 6 e4.
Gorgias.
(3) 467 e7.
(4) 506 dI.
Hipias Mayor.
(2) 298 b4, 300 a9.
(4) 293 e11, 294 al, e4, 6.
(5) 289 d4, 8, e5, 292 dI.
(6) 300 alO.
(7) 300 alO, 303 a5.
Lisis.
(4) 217 b6, d4, 5, 8.
Eutidemo.
(4) 280 b2, 301 a4.
Menón.
(1) 72 al, 7.
(2) 72 e7.
(8) 74 d8.
Gratilo.
(1) 390 al, b2, 413 e3.
(2) 389 blO.
Banquete.
(2) 204 e6.
(3) 219 b2. (b) 211 bl.
Fedón.
(2) 103 e4, 104 b9, d2, e8, 9. (b) 78 d5, 100 b6.
105 a2, 5, 7, bl, d11, 106 d4. (e) 74 d9, 75 bl, 7.
(3) 100 e5, 101 e3, 4, 5, 102 b2. (d) 74 e3.
.
Parménides.
(1) 150 al, 2, 3.
(2) 149 e5, 159 e5.
(3) 158 b6, 160 a2.
Teeteto.
(2) 203 e4. (a) 176 e3.
Sofista.
(2) 247 a5.
(3) 228 el.
(4) 247 a5. 8.
(6) 252 b9, 260 e2.
Timeo (a) 28 a7, 29 b4, 39 e7, 48 e5, 49 al.
(b) 51 el.
(e) 29 b2, 3, el, 2, 52 e2, 92 e7.
(f) 50 di, 51 a2.
(g) 39 e2, 48 e6, 50 e3.
Filebo.
(1) 16 d2.
. (2) 25 b6.
6.-DEMIURGO E IDEAS.
U5 O. CO J 553-4.
u, O. C., 555, n. 1 de pág. 554.
14.7 Cfr. cap. primero, págs. 68 ss.
1U Cfr. cap. ~uarto, págs. 144 ss.
1" O. C., 11, 388.
150 CONFORD, Plato's Cosmology. LendoD, 1948.8, 94.
Ul TAYLOR, Comm-Timaeus, 176.
1
152 O. CO J 186.
153 Cfr. Fedr. 249 C; Ley, 897 b.
15' Según el estudio de Alline (o. C., 226 ss.) el códice Y pertenece a la
segunda familia de las establecidas por él y está emparentado con el Bodleia-
nus, Procede del siglo XIV, pero recoge una tradición antigua. El F
pertenece a la tercera familia de códices, caracterizada porque no sufrió re-
censión alguna, sino una simple revisión y transcripción. Lo conocemos por
primera vez a mediados del siglo XV, pero representa una tradición distinta
del Y y concuerda con testimonios antiguos, por 10 que es de gran utilidad
para establecer el texto del Timeo. De interés para nuestro problema es que
fue copiado de un manuscrito de unciales con muchas faltas de ortografía,
p. e., EY nOIEIC¡EYH8HC; AN/LlH (242 ss.). Vemos, pues, que ¡as letras n. H
y N se confunden con facilidad, Es un dato importante a tener en cuenta.
Respecto al A ya hemos hablado de su valor singular. El testimonio de Esto-
beo hay que valorarlo en relación con otros pasajes en los cuales habla del
mundo ideal como modelo del visible. nl\crroov TOV ópaTov I<ócrllov yeyovévol
nopá6ElYllO 'ToO VOnTOO K6crIlOV. Eclog. Lipsiae, 1860, ed. Meineke. 1, 22,
1. Incluso en 1, 2, 29 donde habla de Dios como nOlnTt'¡s, indica que 6 Von-
TOS' 7I.Ey6¡JEVOS K6cr¡Jos, -rrapa6E(YIlOTO 6é ~a'TI TOO ópcrrov K6crIlOV. Estos hechos
y los que anotamos a propósito del pasaje Ley. 897 b nos muestran cómo el
texto de Platón, después de tantos y tan meritorios esfuerzos, no le podemos
considerar definitivamente restablecido. Con esta dificultad ha de contar la
investigación de la filosofía antigua.
9
130 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
riante indica que, bien o mal entendido, algún copista entendió que
TIOlT]TOO se refería al 0T]1l10VPYÓS. Dies teniendo en cuenta la antítesis
vOT]ToO/ater6T]TÓS se decide por la primera lección identificando el
VOT]TÓS con 6E6s VOT]TÓS que sería el Demiurgo, aspecto subjetlvo del
mundo idea]!". Taylor teniendo en cuenta la tradición manuscrita, los
comentarios antiguos y su propia interpretación adopta la lección voT]-
700. El uso de TIOlT]Tf¡S, aparte de todo contenido doctrinal, tiene en
contra suya que TIOlllT1ÍS en el sentido de "artesano", "fabricante", se
usa muy poco, aislado de otros elementos que le determinen. En es-
tas circunstancias suele significar generalmente Hpoeta" y, cuando
significa "fabricante", suele ir acompañado de otros predicados que
le precisan: Tim. 28c TIOlT]7t'¡S KalTIa7t'¡p 7000E TOO KóerllOV, Rep. 597d
KAíVT]S TI01T]7f¡ S155. El error de los editores y traductores ha sido el
de unir 6€OO a VOT]TOO, dándoles el valor de VOT]TOO eEOO. Si de parale-
lismos se trata, como quiere Dies, en la linea precedente tenemos
.
~6íov
~i¡\ov
ópa7óv. Por ello resulta más , adecuado
,a los
VOT]TÓV en vez de eE6s VOT]70S. El cosmos ~"un
,textos
. . entender
vIviente. VISI-
..
ble que abraza a todo lo visible, dios sensible, Imagen del vlVlente
inteligible"157. Pero es que se trata de algo más que de paralelismos
lingüísticos. Dios ha utilizado un TIapaO€lYlla para fabricar el mundo
a su semejanza, EtS Óllo1ÓTT]7a. El modelo del cual el mundo es una
imagen, etKoov, es precisamente el "Viviente inteligible", VO'llTO: ~0cx
TIana EKEivo EV Eav7i¡\ mp1i\a[3óv (Tim. 30c). Por ello resultó
un "viviente visible", ~i¡\ov ópaTóv (30a), un eEOS atereT]7ÓS (92c).
Por la valoración de estos pasajes, parece que la base textual de Dies
es poco consistente. Los tres pasajes, ciertamente de interpretación
dudosa, en los que apoya su visión de la teología de Platón, pueden
tener otra distinta de la suya y más de acuerdo con el conjunto de
los textos.
O. c .• 550.
1Ii5
l5$O. C., 647.
157 O. c.• 648. .
158 Para la historia de esta interpretación cfr. N. H. RICH, uThe Platomc
Ideas as the Thoughts of God", Mnemosyne. IV, VII (1954) 123-33. Merece
especial referencia la opinión de RITTER, Kerng, 321 "Die Ideen sind ihren 10-
gischen Gehalt nach gottliche Gedanken, ein Teil des Inhalts van Gottes
Denken".
..
159 Cfr. cap. primero, pág. 64 ss. Sobre el reciente intento de Manno y su
falta de Fundamentación. Cfr. REALE, l. C., 193 ss.
160 Cfr. cap. primero, pág. 31 ss.
132 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
Las ideas no pueden ser puras formas mentales, pues están ha-
ciendo siempre referencia a una realidad esencial, que les da consis-
tencia e impide que sean meros pensamientos. No hay necesidad,
pues, de buscar razones ajenas a los diálogos, para refutar la inter-
pretación de las ideas como pensamientos de Dios. Lo que en ellos
se encuentra es que son modelos de los que Dios se sirve para for-
mar el mundo 152 •
'01 132 b.
16:1 N. H. RICH, l. C" 123.
,
1M O. c., 298, n. 6.
164 Cfr. cap. primero, págs. 62 ss.
1115 TAYLOR, Platon, 288.
16ti [bid., 289.
134 MARCELINO LEGIDO LOPBZ
O. c., 212.
161
O. CO 43. Un poco más lejana pero perfectamente válida es la inter-
168 J
pretación de P. Shorey. Al tema del Bien dedicó dos trabajos. (The Idea of
Good in Plato's Repub1ic. Studies in Class. Phil. Chicago, 1895, 188-239 Y
(Surnrnum Bonum). Hastings' Encycl. 01 ReZ. and Ethics. XII (1921), 44-48.
Posteriormente en su obra What Plato Said. Chicago, 1934, 231. uLa afirmación
de que la idea de bien es Dios carece de significado". Cfr. BAUDRY, Le pro-
bleme de l'Origine et de l'Eternité du monde ... París, 1931, 5~6. "Que Pla~
tón tenga tendencia a identificar Dios y Bien es posible; ... ; pero en el con~
junto del sistema y sobre todo en el Timeo, el Demiurgo se distingue rieta~
mente de la Idea de Bien. El Demiurgo es supremo en el orden de la acti~
vidad, el bien en el orden del conocimiento".
16~ Cfr. nuestro trabajo sobre la metafísica del Bien en Platón.
EL PROBLgMA DE DIOS EN PLATON 135
170 74 e-75 a.
m 75 a-h.
m 100 e-d.
l73 467 d.
'" 468 a.
136 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
POLo Sí.
175 468 b.
176 499 e.
171 210 e.
118 211 b.
"EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 137
110 212 a.
'"o Contemplat. 44.
181 97 C.
lB' 98 a.
183 99 C.
181 99 b.
la, 99 c.
138 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
Hay una razón sencilla por la que Platón soñaba en que los go-
bernantes fueran filósofos. Estos llegan al conocimiento del bien
de todas las cosas, condición indispensable para realizar el "bien co-
mún", fin único del gobierno político. Si a todo hombre le interesa
conocer el bien, de modo especial debe interesar ésto, "que toda alma
persigue y por lo que se hacen todas las cosas (o oi¡ OIOOKEI ~EV TIaO"a
'l'vxi¡ Kal TOÚTOV gVEKa TIáVTa TIpánEl), a aquellos a quienes ha de
confiarse el gobierno de la ciudad"''". Sólo con esta condición se con-
seguirá un orden perfecto, f¡ TIOAlTEía TEAÉ"'S KEO"~lÍTc(!'.
1M Rep., 501 b.
187 540 a~b.
'"' 505 e-506 a.
'" 506 a.
lJJO Fil., 54 C.
191 [bid.
-..¡
'"
198
61 a.
Tim., 29 b.
19' 37 c.
19' 30 e-31 a.
1M 30 a.
'97 30 e.
'"'" 30 a.
46 e.
140 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
¿No debe dar el legislador éstas con vistas al mayor bien. (TOV
ó:pfo-rov ,vEKa TIáv-ra IXv Ta v61.lt~a TleEfr¡?)200. Efectivamente, ellegis-
lador debe tener como fin la virtud suprema, TIpOS T1]V ~Ey!O'Tr¡V
Ó:pET1]V ~áAIO'Ta j3AÉTICi>V'Ol. No debe pararse en partes de la virtud,
TIpOS ó:pETfís TI ~ÓptOV, sino tender hacia la virtud total, TIpOS TIaO'av
Ó:PETi¡V'oz. Esta consiste en observar una escala de valores, de bienes,
unos divinos y otros humanos, subordinados a éstos'''. Es así como
las leyes proporcionan el bien a los ciudadanos, TIáv-ra yap Tó:ya-
ea TIOp!¡;OVO'IV, y les hacen felices, TOVS aVToiS XpCil~évos Eúoa!~
va) árroTEAOÜVT€S20'.
Este conjunto de textos nos ha mostrado la teleología del bien
realizada en el hombre, en la polis y en el cosmos, con un perfecto
paralelismo, que responde a la arraigada concepción griega del ar-
mónico ensamblaje de estos tres elementos: el hombre integrado
en la ciudad y ambos en el cosmos.
Dos elementos esenciales entran en juego en el proceso teleoló-
gico: la inteligencia y el bien. Por una parte, la inteligencia del hom-
bre, la del gobernante y la de Dios que buscan el orden en el ám-
bito de su gobierno. Es idea genuinamente platónica el atribuir a.la
inteligencia funciones de mando, por ser el alma, siempre que de-
pende de la razón 20', la mejor dispuesta para seguir las huellas del
bien y abrazarlo, !xvEvO'at oE Kal ÉAEiv TO TIáVTCilV O:PIO'TOV'06. El al-
ma racional del hombre, la condición dialéctica del gobernante y la
Inteligencia divina animada son, pues, los elementos primeros de la
teleología.
Frente a ellos el mundo ideal y el Bien constituyen el TÉAOS, tér-
mino y el fin. Su causalidad final tal vez estuviera expresada en la
Academia con el término 00 EVEKa, que vimos aparecer una y otra
vez en los distintos testimonios. Hemos de tener presente que la ter-
minología de las causas, acuñada por Aristóteles, ha tenido una ela-
boración previa en el pensamiento de Platón. Poco importa que éste
no use una terminología sistemática consagrada. Usa el concepto y
le designa con una expresión adverbial cómoda, 00 ,vEKa, como desig-
naba la causa instrumental -con otra semejante, avEV oií 207 • Vemos,
pues, como Platón ve la relación entre Demiurgo y mundo ideal den-
tro de las coordenadas de la causalidad. El Demiurgo es la Inteligen-
cia divina, que actúa eficientemente. El mundo ideal es el proyecto
de ser, que actúa atrayendo la obra de Dios, y el modelo de ser, que
actúa formalizando externamente esta misma obra. Tendremos oca-
sión de comprobar esto en el próximo capítulo.
El camino que acabamos de recorrer nos ha esclarecido las rela-
ciones del Demiurgo con las Ideas. Estas no se identifican con él, ni
son sus pensamientos. Entre ambos hay una separación abismal por
el corte de lo divino y lo no divino. Pero, por otra parte, hay una
relación estrecha, en tanto que las ideas son el ser, el paradigma, el
telas de las cosas. Según ellas ha formado Dios el cosmos visible y le
gobierna.
'" Fed., 99 b.
-----.
IV
1 Tim., 28 b~c.
144 MARCELlNO LEGIDO LQPEZ
A) Las causas
! 28 a,
• Sol., 265 b.
Fed .. 97 c.
99 c.
..
"Todos los seres vivos que son mortales; todas las plan-
tas, ya procedan de semillas o de raíces; todos los cuerpos
inanimados, que hay en la tierra, sean fusibles o no, ¿afir-
mamos que han Jlegado a ser, no siendo antes, por obra de
otro distinto del Dios artesano? (6EDO 5'l~IOVPYÜTS <p~d"0-
IlEV VO'TEpOV yíyvE0'6m rrpóTEpoV OÚK ona) ".
6 Grat., 400 b.
1 Fil., 30 d.
• 205 b-c.
9 Fil., 26 e.
10 27 a. I
11 Sol., 265 c.
10
MARCBLINO LBGlDO LOPBZ
146
. d I · do Platón con insistencia casi obsesiva pregunta siem-
blerno e mun, .
pre lo mismo.
" ¿Es la naturaleza la que engendra todo esto po~ u~a
caus; 'mecánica y sin razón o con inteligencia Y con CIenCIa
divina nacida de Dios ?". . d
"¿Diremos Protarco, que un poder, desprovIstO e ra-
zón temerari; y que obra al azar, gobierna todas las ~?s:
,. Ibid.
" Fil., 28 d. Cfr. Ley, 889 b-c.
" 27 b.
u 30 c.
16 Fed .• 99 a.
11 Fil .• 28 d6~e. A 6 {ti 'Tol" áO"Tpo\s voO" 'TooV ÓVTroV.
18 967 d. 'T v 'TE .¡ysll va ;)
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 147
guía siguiendo los criterios del bien. Ahora se nos presenta una cua- I ¡Ii
lidad suya de gran trascendencia, su causalidad, que hace pasar al
mundo del no ser al ser en el orden.. Así se comprende toda la pro- ','
fundidad metafísica que encierra su epíteto, 6 &pla,os ,wv ahí",v, y
no estamos tentados de tomar como puramente míticos los textos que
en el Timeo nos hablan de la vida inetligente del Dios-obrero (IIoylaóc-
\.lEVaS 4lb, f¡y1'¡aCXTo 33d, ,00 BEOO TIpÓVOlaV 30c) y de su proyección
eficaz en el mundo (crvvÉcr;r¡aEv 30c, ÉTIOír¡crEV 31b, OlEKócr\.lr¡crEV 69b).
Si el perfecto conocimiento del mundo se realiza por las causas,
no podemos llegar a él si no estudiamos también otra causa que cola-
bora íntimamente con la inteligencia, \.lE¡'¡Ely¡.¡évr¡ yap ovv f¡ ,OUOE .,00
KÓcr¡.¡OV yÉVECYlS e~ avócyKr¡s TE Ka! voO O"Vcr;ÓCcrE"'S eYEvvi¡Br¡". "Es
preciso que distingamos dos clases de causa: la necesaria y la di-
·vina; y para la adquisición de una vida feliz buscar en todo a la
divina, en cuanto nuestra naturaleza lo perm.ita, y por causa de aque-
lla buscar la necesaria, considerando que sin ésta no es posible com-
prender por sí solo lo que buscamos con esfuerzo, ni comprenderlo
ni participar en ello en cierta manera"20. Esta "causa errante", Hsier-
va" o Hconcausa" posee en la constitución del mundo una función
propia que hemos de definir. Para ello volvemos a los textos, toman-
do, como antes lo hicimos, testimonios distintos de los del Timeo
para que se muestre el fondo de verdad que hay en las narraciones
míticas de éste.
El Político nos proporciona una definición del concepto de O"Vval-
,la.No se trata de ningún contexto cosmológico. Es un simple ejemplo
tomado de las artes manuales. Hay dos clases de causas: Tf¡v \.lEV YE-
VÉcrSCilS ovO"av O"VvaÍTlov, 'Ti¡v SI aÚ'Ti¡v ahíav2.1 HA cuantas artes no
" 48 a.
20 69 a.
al 281 d.
... -~
" [bid.
" FU., 28 d. Cfr. Ley, 889 b-c.
" 27 b.
u 30 c.
Fed .• 99 a.
l8"f~e=r
16
19 48 a.
20 69 a.
" 281 d.
148 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
B) La Materia.
Antes de responder a la interrogante que se nos planteó al prin-
cipio, hemos de estudiar con detalle este segundo elemento que ha
aparecido en el proceso cosmológico. La concepción que se tenga
de la materia es la que ha de decidir si la obra de Dios ha de ser to-
mada en sentido real o metafórico, si ha sido una creatio ex nihi/o,
semejante a la de la Revelación cristiana, o más bien una ordenación
de materiales preexistentes. Afortunadamente en esta ocasión el testi-
monio de los textos se presenta unas veces en forma dialéctica y
otras en comparaciones. Con ello los datos del problema ganan en
claridad y precisión".
Comparaciones.
1. "Pero a aquello, en lo cual aparecen cada una de las
" 46 C.
29 Ciertamente no hay ningún motivo para llamar materia a este prin-
cipio. Esta palabra, ya lo hicimos notar, tenía el valor en la lengua con~
versacional de madera no labrada, bosque. De aquí pasó a significar aque~
110 de 10 que está hecha una cosa. En este sentido la usó Platón en va-
rias ocasiones: Ley, 705 c, 761 c, 849 d; Fil., 54 c; Critias, 118 d. En cam-
bio para expresar este concepto filosófico empleó términos distintos: ó:vóYKfI,
'lTAaVWIlÉvfI o:lTlo:, Xcbpo:, vrroooxt'] yevÉcrews, cpvrl~ TO: miVTa crwllaTcx oexo-
IlÉVfI, TI8i¡v71, EKeivo EV i¡) Y[YVETCtI, -rónoS'. Conford ha preferido (Cosmolo-
gy, 177 ss.) evitar la palabra materia y sustituirla por receptáculo. Por nues-
tra parte, teniendo en cuenta que, al menos una vez la usó Platón para sig-
nificar el conjunto de materiales usados por el Demiurgo (cfr. Tim., 69 a)
hemos preferido conservar al término tradicional y usado hasta nuestros días
(Cfr. Zeller 11, 1, 721~, n. 3; Baudry, o. C., 62). Conviene advertir, sin em-
bargo, que excluimos del término todo sentido metafísico que caracterizará
después a la materia aristotélica en el compuesto· hylernórfico.
150 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
Descripciones dialécticas.
1. "El razonamiento es también el mismo a propósito
de la naturaleza que recibe todos los cuerpos. Hay que lla-
marla siempre con el mismo nombre, pues no se aparta en
absoluto de su propia d¡jnamis, y recibe siempre todas las
formas, y en ninguna parte, de ninguna man,era, adopta nu~
ca forma alguna semejante a la de las que la penetran.
Pues es EKl1ayElov para toda naturaleza, movido y confor-
mado por las formas que le penetran, y por ellas se presen-
ta cada vez de modo distinto. Las que entran y salen son co-
pias de los seres eternos, 700V éínCilv áE¡ 111111ÍI1CITa, formadas
a partir de éstos de una manera admirable y düícil de expli-
car"la, •
30 Tim., 49 e-50 a.
81 50 e-51 a.
.. 50 b-c.
Ji
dos los géneros, esté fuera de toda forma, (rrav700v EKTO, El-
500v Elvm)".
a) Materia símbolo.
" 50 e.
:u 51 aMbo
as 50 d.
35 II, 1, 719.44.
rr 721.
152 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
Para concebir el "lugar", dice Rivaud, hay que hacer siempre una
abstracción casi irrealizable: separar los objetos del lugar que ocu-
pan. Por eso hay que recurrir a la metáfora de receptáculo y no-
driza. Es que "el lugar no tiene realidad propia:' no es, para hablar
con propiedad, una sustancia nueva que se añade a las dos del Deve-
nir y las Formas. Sino que estas Formas y este Devenir, están obliga-
dos por una especie de necesidad interna a extenderse y a multipli-
carse dispersándose. Es esta necesidad la que Platón quiere aclarar
y a hacerlo entender tienten sus metáforas. De ahí proviene que pa-
rezcan ambiguas, aplicándose las unas propiamente al espacio, las
otras a la materia, mientras que Platón no ha visto en ella ni el es-
pacio ni la sustancia"45.
Recientemente Litsenburg ha renovado la tesis de Taylor. La crea-
ción existe porque la materia caótica anterior carece de realidad, es
el símbolo del no-ser. "En este caso nosotros llegamos perfectamen-
te a la conclusión de una creatio ex nihilo"46,
b) Materia real.
Ya en el siglo pasado se observó que de los textos platónicos
claramente se deducía la realidad de la materia y su movimiento
propio. C. Deichmann en su trabajo Das Problem des Raumes in der
griechische Philosophie bis Aristoteles cree que materia y espacio
están identificados y que no son otra cosa que la avayKr¡ y la nAa-
V"'¡¡Évr¡ aiTfa". El espae::: no es el vacío, sino algo perfectar¡:ente
real, pues el sistema platónico es "un rígido dualismo de realidades"M!,
En los últimos tiempos la opinión dominante ha sido la de conce-
der realidad a la materia. Conford en su comentario al Timeo cree
que el caos es un símbolo de la materia desordenada preexistente
que ha" pasado al orden por obra del Demiurgo. Esta materia que se
identifica con el espacio no es el vacío, sino la base de sustentación
de las imágenes del mundo ideal, el elemento que se opone a la obra
ordenadora de la Razón divina".
/
154 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
62 Pol., 272 e.
63 Tim., 52 e,
M 48 a.
lió 52 a~b.
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 157
Hemos .de dar pleno valor a esta última frase del pasaje. Antes
de que el mundo fuese "engendrado", existía el ser, el lugar y la gé-
nesis. Pero, he aquí que no estaban aislados, situados en planos dis-
tintos e incomunicables, sino relacionados.
Por de pronto sabemos que la yÉvEalS es un ~E-rO:V51, un ~EIKTÓV.
Como el hijo se engendra en el contacto fecundo del padre y la ma-
dre, el devenir se engendra por la comunicación de la xwpa y el ov.
Al identificarse materia y espacio, el devenir resulta cuando el
sustrato material recibe la influencia del ser. Esta influencia se pre-
senta caracterizada de dos modos, conocidos ya por nuestro mundo
sensible. "Las formas que entran y salen en la materia son copias de
los seres eternos" (Ta oE EtmóvTa KO:! É~IÓVTO: TWV OVTúJV áEl ~Ii¡
~mo:)65. y un momento después se nos dice que este género invisible
y amorfo, "participa ... del inteligible", ~ETo:AaJ3áv ... TOV VOTJTOO".
Las relaciones de ~{TJaIS y ~ÉeEO"IS son las mismas que existen
entre las ideas y las cosas. La diferencia estriba en que, en el caso de
las cosas, esta comunicación está terminada; la cosa está plenamen-
te configurada por la forma, por la idea, está individualizada por
caracteres distintivos que la cualifican como tal. En cambio, en la
génesis que precede al cosmos, esta comunicación es imperfecta.
Platón cuida mucho de hacerlo notar. Al hablar de la imitación aña-
de que estas formas están grabadas Tpórrov TlVa ova<po:pTOV Ka!
eav~T6;", y al hablar de la participación añade CxrrOpWTaTa rr') n.
Qué es lo que haya querido significar con ésto, tal vez podamos de-
ducirlo del hecho de que en el caos primordial no estaban diseñados.
los elementos, con su carácter propio, sino sencillamente con sus
huellas, ixvTJ ~Ev gXOVTO: O:UTWV aTTa". El ser no había configurado
plenamente el espacio-materia. Será preciso que Dios lo estructure
86 52 d.
67 [bid.
68 50 C.
69 51 a.
70 SO C.
11 51 a.
n 53 b.
158 MARCIlLINO LEGlDO LOPEZ
" 53 b.
N Desde estos textos del Timeo se entienden mejor los cuatro géneros
del Filebo 24 a SS., O:TfElpOV, TIÉpa), IlE1KTÓV y exiTia. Lo "ilimitado" 10 que no
tiene determinación, 10 que se mueve sin medida y sin número, es la mate-
ria, la xwpa.Lo "limitado", lo medido es el ser, las ideas. Si tenemos en cuenta
que en la última época del pensamiento de Platón, los' números adquieren
cada vez más importancia en el mundo ideal, no nos extraña que este se en-
cuadre en un género caracterizado por "la medida" (25 a-b). La mezcla,
IlEIKTÓV, de ambos géneros es la situación actual del mundo, con la que
nosotros estamos relacionados. Y la causa de esta mezcla es la Inteligencia
que hace penetrar 10 "limitado" en lo "ilimitado", las ideas en la materia.
Ross, o. c., 133 ce. HACKFORTH, Plato's Examination 01 Pleasure. Cambridge,
1945, 49. Gauss, 1, 1. Bern. 1952, 121. Especialmente Stefanini, 11, 281~304.
En él se encuentra numerosa bibliografía sobre el tema (cuya recensión evi-
tamos aquí, porque nos apartaría demasiado de nuestro asunto) y sobre la
interpretación más adecuada y, en nuestra opinión, más aceptable de los
textos,
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 159
C) ¿Creación o producción?
y a l~ tí~ra, y enti~das
que d~ 1~ nada (lit. de las cosas que no existen:
É~ 10 hIZO todo DIOS (2 Mac. 7, 29) (Colunga-García Cordero
O";'K. OVTWV)
en Blblza comentada. BAC. Madrid, 1960, J, 48, cfr. ARNALDIcH, El origen
~el mundo y del hombre según la Biblia, Madrid, 1957, 34 ss.). Hemos que~
ndo .contraponer el concepto cristiano de creación con el platónico de pro~
ducClón que exponemos a 10 largo del trabajo. Por este motivo evitamos
aquel t~rmino que pertenece a una cosmovisión y a una metafísica distintas
de la ?nega. (Cfr. !I~DEG:R, Was ist Metaphysik, 1955 7, 38 ss. TRESMONTANT,
EstudlOS de meta/m ca biblzca. Madrid 1961 27 ss)
31 Tim., 30 a. ." ..
" 69 b.
S3 30 c.
84 38 c.
Il
162 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
85
86
28 c.
Al usar los términos "generación" y "creacl'6n,
"11 enos de sent'd
1 o
fi -
losófico y teológico, prescindimos de todo matiz ajeno a los textos.
" Cfr. So{" 266 b; Poi., 269 d; Ley, 890 d.
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 163
88 Tim., 27 c.
B~ 52 d.
164 MARCELlNO LEGIDO LQPEZ
90 PoI., 269 c.
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 165
2. DEMIURGO y MACROCOSMOS
130 In~istmo en q"'!e el término escuela inglesa no tiene más valor que
el ~ clasIficar una actitud que en general han seguido los críticos ingleses.
O. e., 336.
132 Tim. com., 82,
l33 O. C., 136.
1M O. C., 43,
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 173
aquél. Con ellos será preciso recoger también los datos que puedan
proporcionarnos los demás diálogos. Según este plan, hemos dividi-
do nuestro estudio en tres puntos fundamentales: 1. Distinción en-
tre el Demiurgo y el Alma del mundo; 2. Subordinación de ésta a
aquél; 3. Razón y alma en el Demiurgo.
HZ 245 c.d.
143 246 a.
lH In Plato Paedr. schol. Couvreur, p. 102; Ast 114.
H5 Ausführliche Gramatik der griechischen Sprache. Hannover/Leipzig,
1890-1904, H, 1, § 465, n. 6, p. 631-4.
HG Ritter traduce, "alles, was Seele ist" (Platons Dialog. Pkaidros. Leip-
zog. 1922); Jowett, II, 152 "the sou! through aH her being"; Wilamowitz
(Plat. I. 457) "alles, was See1e ist". Frente a éstos FRUTIGER, o. C., 131-4,
Gauss. H/2, 247.
176 MARCELlNO LEGIDO LOPEZ
¿úl. ¿ocpicx [.l1)V KCX! vous avev 'l'vxfjs OÚK éív TrOTe yevoio-ellV.
npúl. oú yap oov
¿úl. OÚKOUV ev [.leV Tij TOU lilaS epeis cpú,m j3cxalAIK1)V [.leV 'l'v-
x1Ív, j3CXaIAIKOV oe vouv éyyíyvea6CXl Ola T1)V TfjS cxÍTicxs OúVCX[.lIV.
Hemos de concluir, por tanto, qne el Dios de Platón es Inteli-
gencia, VOUS, existente en un Alma, 'l'vx1Í. Y que este Alma racional
y trascendente del Demiurgo es distinta del Alma del mundo, racio'
nal también, pero inmanente al mismo156 •
C) Divinidades astrales
Descrita la formación del cnerpo y del alma del mnndo, Platón
nos habla de la raza celeste de los dioses, OÚpáVIOV 6ewv yévoS"', que
ha nacido con el tiempo mismo para guardarle y delimitarle. Dios
ha hecho esta especie divina de fuego para que sea "la más bri
Uan te y la más hermosa", le ha dado forma circular y ha puesto en
eUa la razón.
Después de hacer el cuerpo de cada uno de eUos, Dios les ha co-
locado en número de siete en las órbitas que describe el giro de lo
Otro; a la luna en la primera órbita que rodea la tierra; al sol en la
segunda por encima de la tierra; al astro de la mañana y al consa-
grado a Hermes les colocó de modo que recorran un círculo igual
en velocidad al del sol, pero que tengan un impulso contrario. De
aquí que el sol, el astro de la mañana y el de Hermes se alcancen re-
cíprocamente, siguiendo una ley constante"'. A la tierra, guardián
y artífice del día y de la noche, la vinculó estrechamente al eje de
todo el nniverso, pues es la más anciana de los dioses que han sido
engendrados dentro del cosmos,6ewv eaO! éVTOS oúpcxvou yEyóvcxalv"'.
En cuanto a los otros, si se quisiera investigar de todos dónde les
ha colocado Dios y por qné causa, esta investigación secundaria re-
queriría más esfuerzo que la principal que traemos entre manos. Pla-
tón deja para un momento de ocio una exposición más digna de este
tema. Por ahora sólo le interesa señalar el origen de estos "vivientes
divinos", (TWV áaTpwV ¡;é{'>cx 6eicx ev-rcx Kcxt CX'iOlCX Kcxt KCXTa TCXÚTa év
TCXVTé{'> aTpeepó[.lEvcx)'G> y, una vez descritas sns órbitas y las conjun-
15S Tim., 30 b. vovv IJ.~V ~v "YU)(ij, I.JIUXtlV S" EV aOOIJ,a'Tl, avvlO"TOS TO 1Táv
avVETEKTO[VETO.
157 39 e.
158 Cfr. Tim., 38 c-d.
159 40 C.
160 40 b.
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 179
ciones y oposiciones de sus giros, acaba el discurso sobre la natura-
leza de los "dioses visibles y engendrados", Ta Trept 6EWV ÓP'lTWV
KCX! yevvllTwv elPIl[.lévcx'61.
El cnerpo de los dioses astrales no es más que parte del cuerpo
del mundo, y su· alma, el Alma misma del mundo, que empieza a
moverles, cuando se integra en las órbitas del círculo de 10 Otro.
Está comprobado que el círculo de lo Mismo representa el ecuador
sideral y su movimiento la aparente revolución diurna del cielo''',
mi<!htras que las bandas del círculo interior corresponden a las ór-
bitas de la Luna, el Sol, Venus, Mercurio, Marte, Júpiter y Saturno"'.
Claramente se ve qne todo el proceso narrativo de la formación de
esta raza celeste y divina responde a la tendencia de Platón a narrar
en distintos momentos 10 que originariamente no ha sido más que
un solo acontecimiento cósmico: la generación por el Dios-Obrero
de unos "dioses visibles" que se identifican con los astros.
Antes de interpretar este hecho trascendental en la historia de
la religión griega, conviene recoger los principales testimonios de
los diálogos sobre las divinidades astrales. En el mito del Fedro apa-
rece la raza de los dioses, TO TWV 6ewv yévoS "', habitando el cielo,
desde donde se realiza, en unión con las almas, la procesión para
contemplar las realidades inteligibles.
161 40 d.
162 TAYLOR, Comm-Tim., 160.
163 [bid., 152.
lU Pedr., 246 d.
'" 246 0-47 a.
180 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
por los giros del cielo que se realizan según los movimientos carac-
terísticos de la inteligencia, voO KIV~O'El Ka! mpl<j>0p<l< Ka! AOYIO'¡.¡oi,"'.
AG .•AO'TpwV oi¡ TIÉpl TIáVTWV Ka! O',AilV1'jS, ÉVlaUTWV T' Ka! 1l1'j-
vwv Ka! TIaO'wv 6pwv TIlPI, T{va &AAOV Myov ÉpoO¡.¡,v f¡ Tev
rohev TOOTOV, 00, Émloi¡ 'l'uxi¡ ¡'¡EV f¡ 'l'uXa! TIáVTWV TO\JTWV
ahla¡ Éepáv1'jO'av, o:ya6a! oETIaO'av O:p'T~V, eEOU, mm!,s ,¡val
q,n;crO¡JEV, E'ÍTE EV O'0J¡JaO"lv Evovcral, S~a OVTO, KOcr(.1OVO'lV 1TéxvTO:
ovpavev, ,17, 6TI1) T' Ka! 6TIWS; '0'6' 60'TIS TaOTa 61l0Aoywv
VTIo¡.¡,v,i ¡.¡i¡ e,wv elval TIA~P1'j TIáV'Ta;
KA. OVK EO'TIV o(ÍTw" ¿:; ~Év" TIapaeppovwv ovo,f,"'.
Estas páginas constituyen la primera teodicea. A ella, y especial-
mente a su argumento del movimiento, volverán los pensadores
occidentales que quieran demostrar la existencia de Dios; so-
bre todo desde que Aristóteles la dio una formulación definitiva.
Notemos, además, que son argumentos para demostrar la existencia
de unas divinidades astrales, presididas por una Inteligencia supe-
rior. Estamos ante los orígenes de un gran movimiento religioso que
dominará en toda la antigüedad tardía, hasta el triunfo del cristianis-
mo. Por ello requieren un amplio comentario, hecho desde la situa-
ción histórica en que surgieron y desde el personal sentimiento reli-
gioso de Platón. Es éste uno de los puntos en que confluyen fecun-
damente su teología y su religiosidad, donde se nos revela no sólo
el teólogo y el legislador, sino también el hombre religioso que cree
y ora.
D) Religi6n c6smica
m Ley, 897 b.
175 899 b-c.
182 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
en los que han hablado antes que nosotros, que son descen-
dientes de los dioses, como decían, y que conocen, sin duda,
claramente sus propios antepasados, pues es imposible des-
confiar en los hijos de los dioses, aunque hablen sin de-
mostraciones verosímiles y concluyentes, sino que, siguiendo
el uso, ~TIoévs ,0 v6~'9, hay que creerlos cuando dicen
que refieren sus cosas de familia. Así hemos de considerar
y decir, según ellos, el origen de estos dioses. El Océano y
Tetis son hijos de la Tierra y el Cielo; y de éstos, Forcis,
Cronos y Rea y cuantos están con éstos; de Cronos y Rea,
Zeus y Hera y todos cuantos sabemos que se llaman herma-
nos de éstos e, incluso, otros hijos de éstos",
183 BIDEZ, o. C., 24~37; FRANK, Plato und die sogennanten Pytagoreer,
35, 201-5, 333-4: TAYLOR, Tim.- comm., 204-212.
188 MARCELlNO LEGIDO LOPEZ
Sin embargo, los ciudadanos de la nueva ciudad deben estar bien in-
formados sobre los dioses del cielo, para que sepan hablar con es-
píritu religioso siempre que sacrifican o que, en sus oraciones, su-
plican con piedad'"'. La creencia recta, ,." OóYlla óp6óv, respecto a la
luna, el sol y los demás astros es que cada uno de ellos recorre el
mismo camino y no muchos, sino siempre uno circular185 , Ahora
bien, el ateniense hace observar que esta doctrina hermosa, verda-
dera y admirable, no la ha conocido desde joven, ni tampoco hace
mucho tiempo que la sabe, (eyw TOÚ""'V OÜTE vÉo, OÜ,.E 1TéxAat
áKfJKOc.:,,)186.
Hasta qué punto Platón siguió de cerca esta doctrina, lo muestra
bien el pasaje del Timeo sobre las distancias de las órbitas del círculo
de lo Otro y las direcciones de sus giros. A este respecto es verda-
deramente notable comparar estas descripciones con la figura del
mecanismo de las estrellas de Eudoxo, que Frank recoge'"'. Además,
el mito final de la República y la información sobre la forma redonda
de la tierra que recoge el Timeo, "representa para nosotros la prime-
ra narración en la historia del verdadero sistema planetario"188.
Eudoxo no sólo transmitió a la Academia sus propios descubri-
mientos astronómicos, sino también la idea de la divinidad de los as-
tros. A este respecto conviene recordar que la claridad atmosférica
de los valles nilótico y mesopotámico había permitido desde anti-
guo la contemplación de los astros. Además, se les había asignado
en estos pueblos un carácter divino y un poder de influencia en la
vida humana. Cuando Eudoxo va a Egipto con una misión del rey
Agesilao de Esparta, se puso en contacto con los sacerdotes y conoció
esta vieja ciencia religiosa que más tarde había de llevar a Grecia"'.
Bouche a finales del siglo pasado alcanzó a ver este hecho y
nos habla también de las relaciones entre el Zodíaco griego y el
orientall9O • Pero fueron sobre todo las investigaciones de F. ·Boll las
que aclararon más este problema. En los restos que conservamos
de las Antologías de Vettio Valente, astrólogo de la época de los
Antoninos y compilador de obras astrológicas anteriores, ha en-
1M 821.
185 822 a,
185 821 e.
ID O. C., 343.
188 O. e:, 202. Cfr. RIVAUD, "Le systéme astronomique de Plato,n". Rev.
His. Phi/o II (1928),1-26.
lE9 O. C., 20~3.
190 L'Astrologie grecque. París, 1899, 182 ss,
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 189
1 Y [Atene] ? ? ? ?
5 ól ~eu.¡j ? ? ? ?
9 ,¡t [!\.rtemi,¡j ? ? ? ?
Estos doce dioses son los "santos del mes" del calendario de
Eudoxo'"'. Fue él quien estableció una correspondencia entre los do-
ce signos del Zodíaco, los dose meses áticos y los daIS"!' dioses de la
religión oficial. Así fue como la influencia oriental llegó a Platón"'.
Ante estos datos comprendemos la razón de los doce dioses su-
bordinados que siguen a Zeus en el mito del Fedro. No hay, cierta-
mente, una correspondencia exacta, porque, además de los doce,
está el gran Guía que todo lo dirige; pero el paralelismo es innega-
ble. Como bien ha señalado Bidez, estos jefes de fila están en rela-
ción con las constelaciones del Zodíaco y con los doce dioses del
altar del ágora y del friso del Partenón'''.
Aquí también hay que volver para entender la divinización que
Platón hace de los astros (Tim. 39c, Ley 822a), e incluso la aplicación
a éstos de nombres de dioses tradicionales"'. Platón ha vinculado,
por tanto, las viejas figuras de los dioses tradicionales a los dioses
astrales vivientes e inmortales. Ha sido el procedimiento que le ha
parecido más oportuno para poder salvar, en parte, la vieja religión
de la ciudad, recogiendo una tendencia que, por lo demás, existía
ya en Grecia. "Se produjo allí -dice Bouche-Leclerq- una especie
de intrusión de la astrolatría en la teología griega y como una ex-
poliación que privó a los viejos tipos míticos de eronos, Zeus, Ares,
Afrodita y Hermes, de su alma humana, que es la razón de ser de las
leyendas de las que se compopía su biografía. Esta expoliación se
hizo lentamente y por desviación de la idea primera, que había sido
átribuir a cada uno de estos dioses la propiedad o el patronazgo de
un planeta. Sin embargo, la identificación de la divinidad y del astro
no fue nunca lo bastante completa para hacer caer en desuso las
expresiones correctas: "astro de Kronos", "astro de Zeus", etc."196.
Lentamente surge en el ánimo de Platón la idea de crear una re-
ligión cósmica fundamentada en los nuevos descubrimientos astronó-
micos. A ello le impulsaba la fe astrológica, venida de Oriente, y el
sentido de religiosidad y de misterio, que espontáneamente se des-
pertaba en el ánimo del griego ante la contemplación de la natura-
leza. Festugiere ha sido el que no hace muchos años, ha penetrado en
este aspecto de la religiosidad platónica hasta ahora poco conocido.
Platón es el fundador religioso que ha sabido dar a la época helenís-
tica una nueva fe. El sabio, mediante la contemplación del cielo es-
trellado, no sólo obtiene una prueba de la divinidad, sino que entra
en comunión ,con Dios mismo, "pues nos conduce a reconocer el
Alma (Intelecto) del Mundo, que dirige eternamente este orden be-
Ilo"197 . P or nues t ra part e, aunque en l'meas generales aceptemos la
visión de Festugiere, no podemos llegar a sus mismas conclusiones.
~94 BIDEZ, 0:. c., 61; Jula, o. c.; cfr.STENzEL, Uber zwei Begriffe der pla-
tomschen Mystlk ZúJlON und KINHLIL'. Breslau. 1914.
195 Cfr. Epin. 897b-c TAYLOR, comm. Tim., 194-5. Aristóteles (Met. XII
I073b 31-5) llama a Mercurio "estrella de Hermes" a Venus "estrella de Afro-
dita", a Júpiter "estrella de Zeus" y a Saturno "e~trla de Cronos"
196 O. C" 67-8. ' .
197 Révélat. TI, 139.
EL PROBLEMA DE OJOS EN PLATON 191
El Demiurgo, para él, es un doble mítico del Alma del mundo, guía
inmanente del orden cósmico. Para nosotros, como acabamos de de-
mostrar, se distingue real y sustancialmente de aquella; posee per-
sonalidad propia y es trascendente al mundo. La religión cósmica de
Platón no acaba, por consiguiente, en el Alma y en el Intelecto del
mundo, sino en el Intelecto del Dios eterno que lo ha ordenado.
No podemos olvidar nunca esta diferencia. En el Fedro los dioses
que encabezan las filas no obran por iniciativa propia, sino por la
orden que han recibido de su guía, Ka-r(( T(~lV f¡v EKaC>TOS éTáX61] "'.
En el Político los dioses, que dirigen cada una de las partes en que
está dividido el mundo, gobiernan estas regiones de acuerdo con la
divinidad suprema, O'vVáPXOVTES Té¡; ~Ey{O'TI oa{~OVl 6m{"'. Y en el
Timeo, en el gran drama cósmico, aparece el Demiurgo, como prota-
gonista y los dioses engendrados, subordinados a él, como fieles reali-
zadores de sus planes. Así se muestra claramente en el discurso so-
lemne que aquel dirige a éstos'oo.
3.-DEMIURGO y, HOMBRE.
B) Espiritualidad nueva.
Los modernos historiadores de la religión antigua tienen una preo-
cupación poco conocida hasta ahora: descubrir la actitud y el senti-
miento reliosos, la religiosidad. Ello es consecuencia necesaria del
planteamiento del hecho religioso como experiencia vital y personal.
Los datos para hacer una reconstrucción de este tipo son escasos; en
muchos casos, sólo indicios que no permiten ir demasiado lejos. Sin
embargo, para completar el estudio de las relaciones entre el Demiur-
go y el hombre, conviene, al menos, intentar perfilar la religiosidad
que Platón propone en sus últimas obras. A la instauración de una
religión cósmica ha de responder un nuevo tipo de espiritualidad, un
estilo nuevo en las relaciones del hombre con Dios.
1. La experiencia religiosa está en función de una doble actitud,
la divina y la humana. Existe siempre una correspondencia esencial
entre ambas. El hombre experimenta temor, entusiasmo, alejamiento,
según la concepción que tenga de Dios.
Tal como aparece en los últimos diálogos, la acción de Dios sobre
el hombre es un gobierno justo y providente. Conviene recordar a
este respecto el estudio que hicimos en el capítulo segundo sobre los
epítetos del Demiurgo y las conclusiones sobre su paternidad y provi-
dencia. Junto con él, los dioses engendrados son jefes, gobernantes,
(Fedr. 247 &pXOVTES .¡'¡YOCiVTa!, Poi. 27ld. apx6VTwv); colaboran en la
formación del hombre y gobiernan también a éste justa y providen-
temen te. Merece notarse que en las Leyes la providencia y la justicia
se atribuyen indistintamente a Dios y a los dioses, como comprome-
tidos que están todos en una empresa común. Si los artesanos hu-
manos cuidan de sus obras, por insignificantes que éstas sean, el
Gran Artesano, "que cuida el Todo", no tiene menos preocupación
por la salvación y virtud de éste, 'lTpOS TT¡V uWTT)píav Kal apETT¡v TOCi
oAov'H. Ni la pereza por parte suya, ni la insignificancia por la nues-
tra, podrían ser causa del menor descuido. Todos y cada uno han
sido puestos bajo el cuidado providente de Jefes, para que, hasta en
la más pequeña de sus acciones y padecimientos, tiendan siempre a
su fin (&Pxov'Tes 'lTpOU'TETaYllÉvol EKáuT01S E'lT1 TO UlllKp6Ta'TOV ael
'lTáeT)S Kal 'lTpái;ews eis lleplullov TOV EUXaTov TÉAOS a'lTelpyaullÉVOl)'''.
Incluso en nuestro interior, Dios lo ha dispuesto todo para el triunfo
de la virtud (vlKwuav apETlÍv, ¡'¡TIW¡.lÉVT)V 8E KaKÍav EV Té¡; 'lTav'TI)"'.
Platón ha liquidado la vieja concepción arcaica de la envidia de
los dioses y de sus celos ante la felicidad humana. El principio pri-
mero de su teología, la bondad de Dios, es incompatible con todo lo
que no sea providencia y amor; pero, al propio tiempo, esto lleva
consigo una exigencia de justicia. Es necesario que los dioses que
gobiernan el cielo entero no se dejen seducir por los sacrificios o las
ofrendas de los injustos, que les presentan los frntos mismos de su
iniquidad217 ,
Ante una divinidad justa y providente, se arraiga en el hombre
la conciencia de ser posesión de Dios. Este es el firme convenci-
miento que sostenía a Sócrates en los momentos que precedieron
a su muerte, mientras en reñido diálogo defendía la inmortalidad
del alma (ee6v TE e¡va! TOV E'ITllleAOvllevov ¡'¡llwV Kal ¡'¡¡.las EKelvov
KTlÍ¡.laTa elVa!)'IS; es la idea que Platón quiere ver enraizada en la
conciencia de los ciudadanos de su ciudad ideal (eewv KTlÍlla'Ta'I',
¡'¡lleis 8' ai) KTfílla ~ 6ewv)"". Sin embargo, sería falso pensar que con-
cibe al hombre como un muñeco en las manos de los dioses. Al con-
trario, y éste es uno de sus hallazgos más geniales, reclama para él
la plena responsabilidad.
El sentirse seguro ante la paternidad divina, no reduce al hom-
bre a mero instrumento dirigido. Es dueño de sus decisiones perso-
nales, que trazarán su camino terreno y decidirán su vida ultraterre-
na. La virgen Láquesis, hija de la Necesidad, dirá a las almas, que
van a empezar una vida mortal, palabras profundas: vlleis 8aíllova
aiplÍcrscr6e 22.1. Cada una debe escoger su propio destino, su "parte".
La lloipa ya no es la porción ineludible que nos viene dada por los
dioses, es el propio camino que uno se elige para vivir. El Demiurgo
215 [bid.
21' 904b.
'17 906d.
2lB Fed. 62d.
'lf Ley. 902b.
'" 906a.
"" Rep. 617b.
196 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
no hace otra cosa, al acabar de mostrar a las almas en una gira por
el cosmo los secretos de éste. Les dictó todas las leyes para no ser
después culpable de la maldad de cada una, KaKías ~Ká(,.rwv o:vaí-
TIOS "~o Dios, a pesar de todas las órdenes, nos ha concedido. la res-
ponsabilidad de nuestras acciones, O:<pfíKS Tais j3ovi\fíO"so"lV ~KáO"TWV
1'¡lIWV Tas ahias 22'. Nosotros con nuestra conducta podemos seguir
el camino que conduce a las tenebrosas profundidades del Hades o,
poseyendo la virtud divina, merecer ser transportados "por un sen-
dero santo hacia un lugar nuevo y mejor""". He aquí como la actitud
de Dios y la del hombre se condicionan mutuamente: a providencia
y justicia, corresponden responsabilidad y confiada seguridad.
cho mejor que el hombre, como se suele decir por ahí. Para
ser amado de un ser tal, es necesario asemejarse a él 10 más
posible y, según este principio, el que de nosotros es pru-
dente es amado de Dios, (ó >,ev aw<ppúlv f¡>,wv eEi¡). <pIAOS).
pues se asemeja a él, pero el imprudente, resulta desemejan-
te y distinto, lo mismo que el injusto"~.
230 716c~d.
231 Rep. 527d, 530c.
zaz Révélation. n, 139.
:1.33 Cfr. HOFFMANN. Platonismus und Mystik in Altertum, Heidelberg,
1935.
2M 'OlloíooalS eE~1 von der platonischen Angleichung an Cott zur Gott-
anlichkeit bei Gregor von Nissa. Freiburg, 1952, 4.
235 Ley. 906c.
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 199
cho mejor que el hombre, como se suele decir por ahí. Para
ser amado de un ser tal, es necesario asemejarse a él lo más
posible y, según este principio, el que de nosotros es pru-
dente es amado de Dios, (6 ~Ev o-w<ppcuv f¡~¿;v BEé¡í .<píAos),
pues se asemeja a él, pero el imprudente, resulta desemejan-
te y distinto, lo mismo que el injusto""'.
230 716c-d.
231 Rep. 527d, 530c.
232 Révélation. n, 139.
253 Cfr. HOFFMANN. Platonismus und Mystik in Altertum, Heidelberg,
1935.
23' 'O~ílS eeq;¡ van der platonischen Angleichung an Gott zur Gott-
anlichkeit bei Gregor von Nissa. Freiburg, 1952, 4.
235 Ley. 906c.
EL PROBLEMA DE DrOS EN PLATON 199
I
\I!
1
240 Dodds, The Greeks and the lrrational. Berneley. 1951, 221.
v
PRECEDENTES DEL DEMIURGO
1. Jen6fanes.
que han hecho a los dioses injustos y engañosos" y partirá del supues-
to de que hay que hablar de Dios tal como es. Parece como si esta
concepción fuera un eco de la de Jenófanes, el primer pensador que
ha .usado un recto método teológico. Dios es "el otro", "el distinto"12.
supremo, "el mayor entre los dioses y los hombres". Este dios es
puro pensamiento22, ooi\oS opéh, OVAD) os vosi, OVAO!> oe 7' aKOÚSI.
Según Frankel, no hemos de entender el vOEiv como actividad espe-
culativa, sino como una mezcla de conocer y querer, junto c:on una
"reflexión práctica", como quiere Gigon23 ,
Dios, que piensa, actúa sobre el mundo precisamente con su mis~
ma razón: ¿lilA' cmáveueE rr6vOIo v60v <ppEV! rráVTa Kpaoa{vEI". Preci-
semos ahora el valor de este verbo poético. Kpáor¡ significa "la ra-
milla que se agita a la punta de la rama", Kpaoaív", y hom. ptc. preso
Kpa5ácov "balancear, blandir, sacudir"25. Seguramente el uso de esta
palabra haya que relacionarlo con la acción de Zeus, que agita las nu-
bes, o con la de Poseidon, que agita la tierra, acciones ambas muy
presentes en la mentalidad religiosa griega. Dios, para Jenófanes,
agita y domina todo con la sola fuerza de su pensamiento. Este es
el hecho principal que queremos subrayar. Al principio divino se le
ha dotado por vez primera de razón eficiente. "El vous, afirma Gigon,
comienza en este pasaje de Jenófanes a recibir aquel carácter de ser
divino y absoluto que ha conservado desde aquí hasta Aristóteles"'".
Jenófanes, con todo derecho, puede marcar el primer hito que seña-
la el camino que precedió a la teología de Platón.
2. Heráclito
Por su doctrina del Lagos, Heráclito merece también ser contado
entre estos precedentes 27• La situación en la que sus escritos nos han
llegado y el carácter oracular que los caracteriza, han impedido que,
todavía hoy, no se haya llegado a la unanimid.ad en el enjuiciamien-
to de su doctrina teológica.
Sus fragmentos sobre la divinidad descubren dos facetas un poco
distintas, que en el fondo se unifican. Dios es distinto del hombre,
i'jeos yap aVepW7TEIOV ¡¡EV ov EXEI yvw¡¡as, eEiov oE EXEI". Esta con-
22 fr. 24.
23 Der Ursprung der griechischen Philosophie. Bassel. 1945, 186.
26 fr. 25.
25 BorsACQ, Dictionaire etimologique de ta langue grecque. París, 1933-
494.
26 0, c, 189.
27 Para' otros aspectos cfr. E. WEERTS "Heraklit und Herakliteer". Klass.
Philol, Stud, 7, Berlín, 1926, 44 ss, y Plato und Heraklitismus. Philologus.
SuPP. XXIII. Leipzig. 1931, 1-84.
28 GrGON, Unterssuchungen zu Hel'aldit. Leipzig. 1935, 136. yVOO¡.I:T) equi~
vale a ETI"lO"TrUl'T) cfr. B. SNELL. "Die Ausdrücke für den Begriff des Wissens
in der vorplatonischen Philosophíe", Philol, Untes. 29, Berlín. 1924, 37,
llL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 205
37 O. c. 148.
38 o. c. 322. n. 55.
S9 o. c. trad. franco 1, 2. París, 1882, 137.
40 Gomperz. o. c. II, 53.
n cfr. K. FREEMAN. The PresocraticRphilosophy, Oxford. 1946. 115RI7.
f2 GrGON. Der Ursprung, 201.
43 FRANICEL. O, c. 474 ss.
'4 KIRK. O. c. 91.
4.5 fr. 41.
." fr. 28.
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 207
I
todo lo demás resulta de éste primer movimiento, según leyes mecá-
nicas, y la inteligencia no interviene más que como un "deus ex
¡ machina"o9.
El NoO, de Anaxágoras es un principio físico dotado de inteli-
gencia y de poder. En el mundo tiene la función de dar el primer im-
J pulso al torbellino cósmico, pero lo hace sin. ningún telos. Este es un
concepto que pertenece especialmente al círculo socrático y Anaxá-
goras no ha llegado a él".
" l. e. 369.
" fr. 12.
67 Fed. 98bMC.
68 Met.I. 4, 985a•
.69 o. c. 408 CAPELLE, 187, THEILER. 1 M
6, ROBIN. La pensée gr. 152, GOMM
PERZ, 175 6.
M
4. Sócrates
Pocos problemas han apasionado tanto en el último siglo a la
filología clásica como la valoración de las fuentes de la biografía
de Sócrates. El Sócrates de Platón es tan distinto del de Jenofonte,
del de Aristófanes y del de Aristóteles, que se veía la necesidad de
jnstipreciar cada uno de estos testimonios para alcanzar un punto
de referencia seguro. Naturalmente, una búsqueda tan apasionada
como ésta y con unos elementos de juicio tan dispares, había de con-
ducir a profundas divergencias. Para unos, Platón idealiza a Sócra-
tes y hay que atenerse al buen sentido de Jenofonte para precisar
su personalidad; para otros las pocas luces de éste no le habrían
'ni IV, 3, 6.
80 ibid. 7.
al 13.
sa fr. S.
83 O. c. 20, 21.
8' Socrates. Sein Werk und seine geschichtliche Stellung. Tübingen, 1913,
431-2.
85 o. c. 434.
1
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 213
~ o. c. 50 n. 3.
Die Anklage gegen Sokrates in ihrer Bedeutung für die Sokratesfor-
87'\
schunA n. 5. 148-151. Esta identificación ha sido aceptada por Stenzel. R. E.
1927.} v. Sokrates. p. 849. "der eigentliche Begründer der Teleologie in der
Betrac'htung der Welt".
ss Rev. JI, 78, cfr. 81 y Dies. lntrod. Filebo. Col. Univ. Franc. XXXI.
89 Kommentar zum ersten Buch von Xenophons Memorabilien. Ba~el.
1953.
214 MARCELINO LEGIDO LOPEZ
dad, para la hipótesis verosímil. Hay dos hechos de los que pode-
mos partir: que Sócrates, al menos en su juventud, se preocupó
por los problemas físicos y que lo más sustancial de su mensaje
fue lo ético.
Aristófanes, en las Nubes, confunde a Sócrates con un hombre
dado a la contemplación de los meteoros y hábil en argumentos so-
físticos. La exageración que se da en toda caricatura suele encerrar
siempre un fondo de verdad: en nuestro caso tal vez que Sócrates se
preocupó de la naturaleza. En este sentido no podemos aceptar el ar-
gumento ex silentio que Maier quiere sacar de los diálogos socráticos.
En los diálogos menores, ciertamente no encontramos referencia al-
guna a e110, pero en el Fedón que, según la cronología aceptada es
uno de los primeros de la época de madurez, Platón nos presenta a
Sócrates preocupado por estas cuestiones"". 'Eyw yap ... vÉOS WV 6au-
!,aCITws WS hrE6v!'!]O'a TaVT!]S Tfís O'o'l'las f¡v Si] KaAoúO'l mpl 'I'ÚO'EooS
{O'Topíav. Sin dar a este relato un pleno valor histórico, del cual
creemos que carece, aceptamos, como en el caso de Aristófanes, que
en la motivación del relato hay una vieja afición de Sócrates por la
'I'ÚO'lS-
El segundo hecho de que hemos partido ofrece una mayor segu-
ridad. Nadie ha negado a Sócrates este carácter. Cuando recorría
las palestras o los tal1eres de Atenas con el único afan de descubrir
a cada hombre su propio ser, no buscaba en último término otra
cosa que enseñar el camino de la virtud y de la felicidad. Aristóte-
les, prescindiendo tal vez de la primera etapa de su pensamiento, j
,
nos dice: :2:ooKpáTOVS Se mpl !,EV Ta f¡6lKa Trp"Y!,aTEvo!,ÉVOv, mpl
SE Tfís OA!]S <pÚO'EooS oúoÉvOl•
Si todo gira en torno al hombre, si la filosofía es antropología y
religión, camino del propio descubrimiento y del cumplimiento de
la vocación de Dios, no sería muy arriesgado pensar que Sócrates,
indudable conocedor de las concepciones cosmológicas de Auaxágo-
ras. y Diógenes, hubiera usado éstas como medio para fundamentar
sus especulaciones éticas, como "producto accesorio de sus invest~
gaciones morales", en frase de ZelIer92 • y Tovar comenta: "La ra~
zón lo rige todo, el mundo tiene un curso reglado, no va al azar, co-
mo ya parece había dicho Heráclito el Oscuro. La razón humana
90 Fed, 96a.
91 Met. 1, 6, 987bI.
92 o. c. trad. franco JI!. 128 ..
EL PROBLEMA DE DIOS EN PLATON 215
"
~!
15
!¡
,
INDICES
,
li
1. TEXTOS CITADOS DE PLATON
Apología Carta VI
23 e: 81 323 a: 173
27 d: 29
29 b: lU
30 a: 89, 217 Carta VII
33 e: 216
37 e: 216 323 d: 70
41 e-d: 216
Banquete Gratilo
186 d: 82
339 d: 25
187 d: 81
387 d-388 e: 82
188 d: 82
388 e-389 a: 82
202 e: 29
389 b: lB, 122
204 e: 122
390 a: 82, 122
205 b-e: 81, 145
390 b: 122
210 e: 93, 136
397 d: 29
210 e-2U b: 96
399 d-400 b: 25
2U b: U3, 122, 136
400 a: 25, 84, 177
2U e: 96
400 b: 145
211 d-e: 96
413 e: U2, 122
212 a: 96, 137
439 e-d: 94
215 b: 80
440 a-e: 95
219 a: 93
219 b: 122
Critias
Cármides
Stenzel: 22, 102, 104, 105, 120, Verdenius: 72, 128, 225
190, 203, 208, 213, 224 Vettio: 188
Stewart: 45, 224 Vogel: 153, 225
Stocklein: 45, 224 Wahl: 225
Strycker: 22 Weerts: 204
Stumpf: 63, 126, 224 Weerys: 225
Taylor: 22, 66, 92, 116, 128, 129, Weidauer: 92
130, 133, 152, 153, 169, 170, Wilamowitz: 15, 21, 22, 29, 42,
171, 172, 173, 176, 179, 187, 66, 67, 92, 104, 117, 126, 175,
190, 224 185, 225
Teseo: 77 Willi: 45
Theiler: 76, 209, 210, 212, 213, Windelband: 225
225 Windelband-Heimsoeth: 225
Thomas: 45 Winspear: 225
Toranzo: 22 Wolff: 22, 225
Tovar: 14, 117, 185, 214, 215, 225 Zeller: 10, 13, 21, 22, 46, 63, 64,
Trasilo: 19 66, 72, 111, 116, 125, 126, 127,
Tresmontant: 161 149, 151, 172, 203, 206,. 208,
Tucídides: 77, 183 209, 212, 214, 225
Ulastos: 155, 225 Zubiri: 23 225
überweg: 204, 225 Zürcher: 21, 225
Vanhoutte: 124, 225
r
I
Páginas