Intervencion Logopedica en Atencion Temprana
Intervencion Logopedica en Atencion Temprana
Intervencion Logopedica en Atencion Temprana
1. Introducción
La incidencia de deficiencias en el desarrollo se estima en un 10 % de todos los niños en
edad pediátrica. Las deficiencias de origen perinatal pueden tener diferentes causas:
enfermedades genéticas, embriopatías, infecciones, alteraciones del parto, o alteraciones
neonatales, enfermedades metabólicas: hipoglucemia, hiperbilirrubinemia, enfermedades
iatrogénicas, etc. (Arizcun 2002; Arizcun y Arrabal 2005; Camino y Fornós, 2010).
Los programas de intervención con niños y niñas que presentan alteraciones del
desarrollo en España datan de los años 70 (Pérez-López, 2004), y han ido evolucionando
tanto en los recursos disponibles como en la metodología de las intervenciones; desde los
años 90 las intervenciones se centran, no solamente en el niño, sino también en la familia
(Guralnick, 1997, Hernández-Muela, Mulas y Mattos, 2004, García Román, 2004, Artigas-
Pallarés, 2007). Un déficit de origen genético o biológico puede ser atenuado mediante
experiencias tempranas de interacciones con el ambiente inmediato a lo largo del desarrollo
(Egea, 2000, Guralnick y Colom, 2007). Las intervenciones terapéuticas no deben centrarse
en el niño considerado individualmente, sino en la familia (Kaiser y Hancock, 2003, Bjorn
Akesson, s.f., Perpiñán, 2009). El modelo transaccional y ecológico del desarrollo surge en
los años 80 sintetizando en un nuevo enfoque aportaciones de la psicología cognitivo-
conductal y la teoría sistémica (Bronfembrenner 1997, García Sánchez 2001, Beà y
Pegenaute 2001, Sameroff et alt, 2007). Cuando nace un niño con discapacidad, el sistema
familiar ha de adaptarse a la situación, integrando a un nuevo miembro que no responde al
modelo de hijo/hermano que los miembros de la familia habían previsto, poniendo en peligro
las expectativas de futuro del sistema (Mendieta, 2001).
La resiliencia se define como “la capacidad humana para enfrentar, sobreponerse y
ser fortalecido o transformado por experiencias de adversidad” (Grotberg, 2003). El
“modelo multidimensional de ajuste personal y social” sostiene que el ajuste del individuo
depende de la intersección de los factores de riesgo y los factores de protección
(vulnerabilidad y resiliencia), ante las fuentes de estrés (Torrecillas y Rodrigo, 2010). Dese
esta perspectiva, la finalidad de las intervenciones con niños y niñas con discapacidad será
aumentar la resiliencia, y disminuir la vulnerabidad, para facilitar el logro de una calidad de
vida adecuada y una participación en la comunidad plena.
La atención temprana es “el conjunto de intervenciones, dirigidas a la población
infantil de 0-6 años, a la familia y al entorno, que tienen por objetivo dar respuesta lo más
pronto posible a las necesidades transitorias o permanentes que presentan los niños con
trastornos en su desarrollo o que tienen el riesgo de padecerlos. Estas intervenciones, que
deben considerar la globalidad del niño, han de ser planificadas por un equipo de
profesionales de orientación interdisciplinar o transdisciplinar” (GAT, 2000, Millá, 2000).
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semanas de edad gestacional. La Escala Brunet - Lezine (1985) se aplica hasta los 36 meses
de edad. La Escala Bayley de desarrollo infantil (1977) en los primeros dos años y medio de
vida. El Inventario de Desarrollo Battelle a niños hasta 8 años de edad (Newborg, et alt.
1997); es una de las más utilizadas en los Centros de Atención Temprana, porque
proporciona mucha información sobre las áreas de desarrollo afectadas en los niños con
discapacidad. La Escala McCarthy de Aptitudes y Psicomotricidad (McCarthy, 1991),
permite evaluar aspectos cognitivos y psicomotores del desarrollo del niño, de los 2 años y
medio hasta los 8 años y medio de edad.
La Guía de Desarrollo más utilizada en los Centros de Desarrollo Infantil y Atención
Temprana es la “Guía Portage”. Se trata de un fichero con una lista de conductas
organizadas de forma progresiva, y de un conjunto de actividades propuestas para estimular
el progreso del niño, en seis áreas de desarrollo: 1.estimulación del bebé, 2. socialización, 3.
lenguaje, 4.autoayuda, 5. cognición, y 6. desarrollo motriz. Se utiliza tanto para organizar
actividades de estimulación en el ámbito de las sesiones terapéuticas, como para evaluar los
logros evolutivos adquiridos por el niño en un momento determinado.
Los tests de inteligencia miden las aptitudes del sujeto en las diferentes áreas del
desarrollo intelectual o cognitivo, a partir de los 3 o 4 años de edad cronológica el desarrollo
ya tiene la suficiente complejidad como para que sea necesario evaluar por separado las
diferentes áreas. La escala “WIPPSI” (Escala de Inteligencia Weschler para Preescolar y
Primaria, 1993) se aplica a niños entre 4 y 6 años y medio.
La evaluación del desarrollo del lenguaje en el niño debe incluir los siguientes
aspectos (Puyuelo, et alt., 2000): Fonética y fonología. Morfología. Sintaxis. Semántica, y
Pragmática. Es necesario averiguar qué conductas lingüísticas están alteradas en el niño y en
qué grado, valorando tanto los aspectos específicos del desarrollo del lenguaje como las
consecuencias que esos problemas específicos pueden tener para el desarrollo posterior del
niño, para su autonomía personal, para los rendimientos escolares que van a esperarse de él
y, en general, para su interacción con el medio social a largo plazo.
Dado que la evaluación logopédica se estudia en otro capítulo de esta obra, a
continuación solamente se citan algunas de las pruebas estandarizadas de evaluación del
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lenguaje más utilizadas, que pueden aplicarse a niños menores de 6 años, siguiendo la
relación que hace Puyuelo (2000): Test Illinois de Aptitudes Psicolingüísticas, ITPA (Kirk,
et al. 1968). Test de desarrollo de la morfosintaxis en el niño: TSA (Aguado, 1989). Prueba
de lenguaje oral de Navarra: PLON (Aguinaga, et alt. 1991). Prueba para la evaluación del
desarrollo fonológico infantil (Bosch, 1987). Test de vocabulario en imágenes, Peabody
(Dunn, 1959). Registro Fonológico Inducido (Monfort y Juárez, 1989). Test de conceptos
básicos (Bohem, 1986). Batería de Lenguaje Objetiva y Criterial, BLOC (Puyuelo, et al.
1998). Evaluación de la Discriminación Auditiva y Fonológica (Brancal, et al. 1998).
Valoración de percepción auditiva (Gotzens y Marro, 1999).
La “Organización Diagnóstica de Atención Temprana” (ODAT) pretende ser una
síntesis de todas las Clasificaciones utilizadas hasta ahora, y a la vez una fuente de consenso
que permita compartir información diagnóstica. La ODAT, más que una nueva clasificación,
pretende ser una síntesis de todas las clasificaciones existentes, atendiendo las peculiaridades
de la población de 0 a 6 años. Citaremos, por su interés especial para las intervenciones
logopédicas, la relación de trastornos del desarrollo del lenguaje:
- Dislalia
- Retraso simple del habla.
- Disglosia.
- Disartria.
- Retraso simple del lenguaje.
- Disfasia (Trastorno Específico de Desarrollo del Lenguaje)
- Afasia infantil adquirida.
Las intervenciones en atención temprana tienen un carácter global, ya que no puede
diferenciarse el desarrollo del lenguaje del resto de los aspectos del desarrollo (Vidal Lucena
y Díaz Curiel 2005). La fisioterapia tiene el objetivo de facilitar al niño la adquisición de
patrones de desarrollo normales, previniendo así que el niño, cuando no dispone de patrones
normales en el desarrollo motor, recurra a objetivos motores disfuncionales (Calle, 2004). A
partir del tercer año de vida, el desarrollo infantil adquiere tal grado de complejidad que es
recomendable planificar de forma independiente el apoyo al desarrollo motor, a través de un
tratamiento de psicomotricidad, del tratamiento del lenguaje, o logopedia, que puede basarse
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interacción entre el niño y el adulto (el terapeuta en la sesión de logopedia, los padres en
casa), serían las siguientes: escuchar y mirar al niño para crear un clima de interacción
positivo, atención compartida, intervenir por turno, compartir el mismo tema, actuar
contingentemente al comportamiento del niño, seguir la iniciativa del niño (Candel 2005,
Del Río, 2006).
De los diferentes enfoques teóricos que abordan la metodología de la intervención en
los trastornos del desarrollo del lenguaje, quizá uno de los más utilizados sea el propuesto
por Juárez y Monfort (1996, citado por Ygual y Cervera, 1999). Se trata de una intervención
en tres niveles diferentes: estimulación reforzada o sistematizada del lenguaje,
reestructuración del lenguaje y sustitución del lenguaje. En el primer nivel, se pretende
reforzar la adquisición del lenguaje oral mediante el uso, a través de tres programas:
intervención ambiental a través de la familia y la escuela, ejercicios funcionales y ejercicios
dirigidos. En el segundo nivel, el objetivo sigue siendo la adquisición del lenguaje oral, pero
a través de un sistema de comunicación “aumentativo”, que incrementa la capacidad de
comunicación del niño, para facilitarle la adquisición de la lengua oral. En el tercer nivel, el
objetivo es sustituir la lengua oral por otro sistema de comunicación “alternativo”.
La deficiencia auditiva puede clasificarse teniendo en cuenta la edad, la etiología o el
momento de aparición (Cavallé, et al. 2005). La interacción del niño sordo con el adulto
cuidador se caracteriza por la deprivación de la comunicación durante la primera infancia
(Triadó y Fernández, 2006). La “deixis”, o señalamiento, se utiliza para establecer la
comunicación entre hablantes y oyentes. El niño sordo adquiere el gesto de indicación a edad
muy temprana (pautas de interacción y referentes comunes). Si adquiere el lenguaje de
signos, incorpora la indicación. Hasta los 3 ó 4 meses, presenta balbuceos y arrullos
idénticos a los del niño oyente, pero poco a poco, debido a la ausencia de estímulos
auditivos, su comportamiento comunicativo se va alterando (Schlesinger, 1978, Monfort,
Rojo y Juárez, 1994, Cavallé, 2005, Ferri 2005, Herrera-Gutiérrez y Díaz-Herrero 2005).
La intervención logopédica debe partir del aprovechamiento de los restos auditivos
mediante ayudas técnicas (amplificadores, retroauriculares, emisoras, etc., y la comunicación
total en la utilización simultánea de todas las formas de comunicación (Schaeffer, Musil y
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Rapin y Allen (1988) clasifican los trastornos específicos del lenguaje en expresivos
(Dispraxia verbal y Déficit de programación fonológica), expresivo/receptivos (Agnosia
auditivo-verbal, Déficit fonológico-sintáctico), y trastornos de procesamiento de orden
superior (Déficit léxico-sintáctico, Déficit semántico-pragmático).
En la última revisión de la ODAT se ha propuesto la inclusión de las Disfonías entre
los trastornos objeto de la atención temprana (Núñez, 1999; Papsin, 1996; Stemple, 1999).
Las dislalias, trastornos articulatorios de origen dispráxico o disperceptivo, bien por
ausencia o alteración de algunos sonidos concretos o bien por la sustitución de éstos por
otros de forma improcedente, cuando afecta a varios fonemas, puede hacer que el habla del
niño dificulte su comunicación con el entorno y requiera atención temprana (Ramírez
Muñoz, 2007).
Los trastornos del habla de origen orgánico están asociadas a un trastorno del tracto
vocal (Borragán, et al. 2003). El tratamiento de las disglosias requiere un abordaje
multidisciplinar: cirujano, ortodoncista y logopeda. El tratamiento ortodóncico debe
realizarse en un centro hospitalario. El tratamiento logopédico puede realizarse en un
CDIAT, si bien se requiere una coordinación eficaz con la red sanitaria, que no se da en
todos los casos.
La disartria es un trastorno de la expresión verbal causado por una alteración en el
control muscular de los mecanismos del habla. La “terapia miofuncional” (Zambrana y
Dalva, 2000) consiste en “el conjunto de procedimientos y técnicas utilizados para la
corrección del desequilibrio muscular orofacial, la creación de nuevos patrones musculares
en la deglución, la creación de patrones adecuados para la articulación de la palabra , la
reducción de hábitos nocivos y el mejoramiento de la estética del paciente”.
El trastorno específico del lenguaje (TEL) puede definirse como la “limitación
significativa en la capacidad del lenguaje, de inicio en la infancia, sin evidencia de pérdida
auditiva, daño cerebral, baja inteligencia o déficit motor. No es debida a factores
socioambientales” (Aguado, 2004). Frente al retraso evolutivo del lenguaje, de pronóstico
benigno, con afectación fundamentalmente fonológica y mínima repercusión en el lenguaje
escrito, la disfasia del lenguaje (TEL) es una patología duradera, de sintomatología extensa
(fonológica, semántica, morfosintáctica), con repercusión en el lenguaje escrito, y que
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requiere una intervención logopédica específica (Chrevier Muller, 1997, Leonardt 1998).
Para Bishop (1997), es necesario un criterio evolutivo para diagnosticar TEL: Edad
lingüística (media entre la edad linguística expresiva y la receptiva) 12 meses por debajo de
la edad cronológica o la edad mental. Edad l. receptiva 6 meses más baja que la edad mental
no verbal. Edad l. expresiva 12 meses más baja que la edad mental no verbal.
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en España, sino en todos los países occidentales (Ponte, 2010). Existe ya suficiente evidencia
científica sobre la eficacia de las intervenciones tempranas para favorecer el desarrollo y el
aprendizaje de los niños con discapacidad. Dunst (2007) propone que los profesionales:
- Aprovechen las oportunidades cotidianas para generar respuestas contingentes al
aprendizaje de los niños.
- Animen y apoyen un etilo de relación de los padres más sensible al comportamiento de los
niños.
- Aprovechen las rutinas diarias como contexto del desarrollo, y fortalezcan el sentido de
competencia de los padres en el desempeño de sus funciones.
5. Conclusiones.
Los Centros de Desarrollo Infantil y Atención Temprana, en Castilla – La Mancha y en el
resto de las Comunidades Autónomas del Estado constituyen ya una red asistencial
consolidada, alineada con el estado actual de las ciencias de la salud y de la educación,
integrada en la comunidad científica internacional y dotada de una metodología basada en la
evidencia científica, en constante revisión y renovación, aunque el derecho de los niños y
niñas que lo precisen y de sus familias a recibir atención temprana aún no esté plenamente
reconocido de forma universal y gratuita en todo el Estado español, como reivindican los
profesionales.
La Atención Temprana constituye para la Logopedia, no sólo un ámbito de trabajo
específico (evaluación e intervención con niños y niñas de 0 a 6 años que presentan una
alteración del desarrollo del lenguaje, o están en situación de alto riesgo de padecerla), sino
también una metodología específica, que requiere la formación especializada del Logopeda
en un amplio conjunto de disciplinas relacionadas con la Salud, la Educación y los Servicios
Sociales, así como la adquisición y prácticas de competencias profesionales y personales que
le habiliten para trabajar en equipo, compartiendo sus conocimientos, asimilando los
conocimientos del resto de miembros del Equipo, delegando y asumiendo responsabilidades
compartidas, con otros profesionales de la institución en la que trabaja y también de otras
instituciones que intervienen con las familias atendidas; especialmente con la institución
educativa, y también con los padres y madres de los niños atendidos. Además, la dedicación
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