A La Diestra de Dios Padre Modificado PDF
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EL ABANDERADO
Pido permiso, señores,
para aquí representar
esta vieja mojiganga
en cuya historia hablarán
…
EL ABANDERADO
La pobreza y la riqueza
como fieras se acechaban
y entre las dos había un hombre
que las cartas barajaba…
EL CIEGO
EL TULLIDO
¡Que gane!
EL CIEGO
¡Señor de la baraja!
EL TULLIDO
¡Que gane!
EL CIEGO
EL TULLIDO
EL CIEGO
EL TULLIDO
EL CIEGO
EL TULLIDO
EL VIEJO LIMOSNERO
¿Y si pierde?
EL CIEGO
No ha de perder siempre.
EL VIEJO LIMOSNERO
Lleva una semana perdiendo. Yo le tuve que emprestar lo que gané limosneando pa que
jugara el desquite…
EL TULLIDO
EL CIEGO
Es la santidad en pepa ese hombre. El sombrero que lleva puesto parece mesmamente la
aureola.
EL VIEJO LIMOSNERO
De lo puro deshilachao.
EL TULLIDO
Un día de estos viene con un platal del garito y nos paramos todos.
EL VIEJO LIMOSNERO
EL TULLIDO
EL VIEJO LIMOSNERO
EL CIEGO
EL TULLIDO
A mí se me pone que un día de estos todo amanece cambiao. Don Peraltica se saca un
entierro o le cae maná del cielo.
EL CIEGO
Y cuando eso pase: ¡Que tiemblen los garitos y las haciendas y el Rey y sus gamonales, que
abusan de la pobre gente!
LA PERALTONA
¡No sé pa qué barro y limpio este asilo de apestosos! ¡Por juerza tiene que estar sucio!
(Empuja al Tullido con la escoba.) ¡Correte pa allá, que debajo de vos se anida la mubre!
¿Ónde si ha visto que un hombre no cuide ni esto de su casa y su persona? ¿Ónde si ha visto
que un mísero y un pobre diablo (Los mendigos se santiguan.) se eche encima la carga de
toda la miseria?
EL TULLIDO
EL CIEGO
LA PERALTONA
PEREGRINO 1
PEREGRINO 2
Y con tu espíritu.
EL ABANDERADO
El cielo ha visto
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lo que ha pasado
como acontece aquí en la tierra.
Mortal puede ser como un rayo,
o abundante como cosecha.
TODOS
Y quien decide ya la batalla
si de la muerte o de la vida
EL ABANDERADO
¿Aquel que ya ha curvado siembra
o aquel que ya desde arriba mira?
Aparecen dos peregrinos bajo el aguacatillo. El uno es joven y medio mono y el otro bajo,
regordete, viejo y cabecipelón.
PEREGRINO 1
Aquí ha de ser. Me dijeron que era una región de minas di oro, onde el trabajo es muy duro y
la paga muy miserable. ¡Onde es muy difícil ser güeno!
PEREGRINO 2
PEREGRINO 1
PEREGRINO 2
¡De güenas intenciones tá empedrao el camino del infierno! (Se lleva la mano a la cabeza.) O
me cagó un pájaro o tá empezando a llover…
PEREGRINO 1
Tá empezando a llover…
PEREGRINO 2
PEREGRINO 1
Esperate. Quiero que vos entenderás bien la cosa pa que no vas a meter la pata.
PEREGRINO 2
Maestro, el juego es juego. Vusté debía buscarse un agricultur de verdá, con su tierrita, con su
fe de carbonero, trabajador de sol a sol y que viva solamente de sus manos…
PEREGRINO 1
Ya no hay de esos. Tan arruinados. Pero suponiendo que topemos uno de reliquia…
PEREGRINO 2
PEREGRINO 1
Y si arruina. O les pagan una miseria a los piones y se güelve un gamonal. En cambio éste
juega con las onzas… (Al notar el reproche en los ojos del otro peregrino.) Tá bien, es un
pecado venial. Pero así les quita algo a los ricos, que es como quitarle un pelo a un gato, y se
lo da a los pobres. De ese modo se balancea la cosa.
PEREGRINO 2
PEREGRINO 1
Hasta nosotros tenemos que correr riesgos si queremos que esto mejore.
PEREGRINO 2
PEREGRINO 1
Si. Le toca luchar contra gente muy poderosa y muy desalmada. Si no tiene ayuda lo liquidan
a las primeras de cambio. Además, vos sabés que El Patas, no se va a quedar con los brazos
cruzados… Vamos pa allá, que la lluvia se está colando pu entre las hojas…
Los peregrinos se arriman al pajarate a punto que grandes gotas de lluvia se disparan contra
el suelo. Todos los miran un instante que se hace larguísimo.
LA PERALTONA
PERALTA
PEREGRINO 1
¡Mirá si es gente güena! ¡Me ha hecho asomar las lágrimas a los ojos!
PEREGRINO 2
Vusté no escarmienta…
LA PERALTONA
PERALTA
LA PERALTONA
PERALTA
¿Por qué no los atendés vos? Sólo dales albergue, porque no hay nada más… Decíles que
pasen.
LA PERALTONA
PERALTA
LA PERALTONA
PERALTA
(Se detiene ante ellos, los mira un instante, se quita el sombrero.) Ave María Purísima…
TODOS
PEREGRINO 2
PERALTA
Pues yo con todo mi corazón les doy posada, pero lo van a pasar muy mal, porque en esta
casa no hay ni un grano de sal, ni una tabla de cacao con que hacerles una comidita… Hija,
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mirá a ver cómo la aguadulce alcanza pa todos y rebuscate unos trapitos pa hacerles la cama a
los señores.
Para todos alcanza el agua de panela y a los peregrinos les acomodan un camastro. En
hilera, como en el cuadro de La Última Cena, se ponen todos a los dos lados del Peregrino 1.
Este alza la totuma de agua de panela y todos hacen lo propio.
LA PERALTONA
PERALTA
No ve, yo le dije que de algún modo alcanza pa todos, oiste y vos porque no dijiste que había
pan como pa todo el mundo?
LA PERALTONA
PEREGRINO 1
PEREGRINO 2
PEREGRINO 1
Dóminus vobíscum.
PEREGRINO 2
TODOS
EL ABANDERADO
Sueñan que ya no hay hambre,
que comen a manos llenas,
El Ciego sueña que ve,
el Cojo que corre y vuela,
y el condenado en su celda
sueña que se ha de romper
antes de ahorcarlo, la cuerda.
lado. El peregrino 1 insiste paciente y suavemente. No es fácil despertar al viejo, pero al fin
se despierta y se sienta en el camastro.
PEREGRINO 1
Dejá las onzas allí, Pedro, y vámonos, que esto está saliendo como lo habíamos planiao.
PEREGRINO 2
¿Sin desayuno? Espérese, qui hace mucho que no pruebo un chocolatito con una güena
arepa…
PEREGRINO 1
Dejate eso ahora. Hagamos todo como lo habíamos concreto. Debajo del aguacatillo lo
esperos pa probarlo.
PEREGRINO 2
¿Y si no resulta la prueba?
PEREGRINO 1
LA PERALTONA
PERALTA
Ahora que quiere esta mujer… (Se encuentra con la alacena llena) Pero si aquí hay pa
alimentar un país entero, ¡Que bendición!
LA PERALTONA
Ay, Peraltica, del palo largo cuelgan los tasajos de solomo y las pencas de jamón ahumao…!
Las longanizas, las rellenas y los chorizos se gulunguean y se enroscan como culebras…
Caen, con estampido que asusta a todos, las muletas del Tullido, y con una agilidad de
maromero se lo ve saltar hacia la cocina, se detiene, voltea a mirar a todos, da unos pasos,
se agarra a Peralta, se chorrea por el cuerpo de este y se abraza a sus piernas.
EL TULLIDO
PERALTA
EL CIEGO
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(Se desenreda de la pelambrera las patas de alambre de sus vidrios oscuros, los mira, se los
vuelve a poner y a quitar.) ¡Veo! ¡Los veo a toditos ustedes!
PERALTA
EL CIEGO
Dende niño me metieron en los socavones de las minas. Allí onde los grandes no pueden
dentrar, allí estaba yo gateando, siguiendo la veta verdosa con un candil que agonizaba por la
falta di aire… A los diez años las vistas ya se me habían consumido… Y agora… Pero yo me
los imaginaba distintos… Son más feos de lo que yo pensaba…
EL TULLIDO
En el río vivía metido, buscando pepitas di oro… La humedá me entró en los güesos… Las
piernas como dos raíces secas se me pusieron… Don Peraltica, ¿será verdá?
PERALTA
¡Los pelegrinos! ¿Y ónde están? (Se percata de las onzas del rey) Pero aquello se les ha
quedao…
LA MARUCHENGA
¡Conozco ese sonido! ¡Son onzas del Rey! (Abre peralta la bolsa con cuidado. Todos alargan
los pescuezos, los ojos se les desorbitan.) En güena ley y en justicia, a mí me tocan esas
onzas, don Peraltica. Cada uno de estos cristianos recibió su milagro y a mí me las han dejao
de regalo…
PERALTA
(Le quita las onzas a la Maruchenga) Eso, hermana, que lo resuelvan ellos. (Todos intentan
arrebatarle las onzas) A ver pues, podrán ser muy miserables y muy muertos de hambre pero
en esta casa no se le roba a nadie.
LA PERALTONA
¿Onde vas?
PERALTA
LA PERALTONA
¿Todas? ¿No dejás nada pa rescatar el rancho y la tierrita? El viejo la está llenando de surcos
y semillas… ¿Pa quién ha de ser esa cosecha?
LA MARUCHENGA
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PERALTA
No quiero que ninguno me siga, ni tan siquiera que ninguno se asome, Vayan a llenar el
buche que yo arreglo esto. (Corre en su sitio).
Se te van a caer esas pepas que tenes di ojos si seguís así de muerto di ambre.
Que bueno que se te arregló esa espalda, (Los empuja) asi que corré pa la casa pues, respeten,
¡aquí nadie los llamó!
PERALTA
PEREGRINO 1
Te tábamos esperando.
PERALTA
Se hubieran esperado siquiera al desayuno, como salieron como endiablados… Aquí tá lo que
dejaron olvidao. Cuenten y verán que no les falta ni un medio.
PEREGRINO 2
PEREGRINO 1
Prestame atención, Peralta: Nosotros no somos tales pelegrinos, no lo creás. Este es Pedro, mi
discípulo, y yo soy Jesús de Nazareno.
EL ABANDERADO
El cielo al fin ha encontrado
un ser que es honrado y bueno.
Entre manadas de lobos
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PEREGRINO 1
PERALTA
PEREGRINO 1
No hemos venido a la Tierra más que a probarte, y en verdad, en verdad te digo, Peralta, que
te has lucido en la prueba. Otro que no fuera tan cristiano como vos, se guarda las onzas y se
habría quedao muy orondo. Los dineros, Peralta son tuyos. Podés repartirlos a como a vos te
dé la gana. Y voy a darte, de encima, las cinco cosas que querás pedir. ¡Conque pedí por esa
boca!
SAN PEDRO
¡Fijate bien lo que vas a pedir, no vas a salir con una güena bobada!
PERALTA
SAN PEDRO
Es que si pedís cosa mala, va el Maestro y te la concede, y una vez concedida, te amolaste,
porque la palabra del Maestro no puede faltar.
PERALTA
Güeno, Su Divina Majestá. Lo primero que le pido es que yo gane al juego siempre que me
dé la gana.
JESÚS
SAN PEDRO
¡Fijate que es cosa delicada! ¡Del hilo de tus peticiones pende la salvación o la condenación
de mucha gente!
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PERALTA
Cavilosiando toy la cosa, su mercé… Lo segundo, es que cuando me vaya a morir, me mande
la muerte por delante y no a la traición.
JESÚS
Concedido.
PERALTA
Lo tercero…
SAN PEDRO
PERALTA
SAN PEDRO
PERALTA
Lo tercero, es que yo pueda detener al que quiera, en el puesto que yo le señale, y por el
tiempo que a yo me parezca.
SAN PEDRO
PERALTA
JESÚS
SAN PEDRO
¡Claro, hombre! Vos vas y usás la petición en cualquier pendejada y quedás fregao.
PERALTA
SAN PEDRO
PERALTA
Yo sé jugar… Lo cuarto… Pero antes, Su Divina Majestá, le quiero preguntar una cosa, y
usted me perdone por si juere mal preguntao. ¡Pero eso sí, me ha de dar una respuesta bien
clara y bien patente!
JESÚS
PERALTA
SAN PEDRO
PERALTA
¿El que manda en el alma de los condenaos es El Patas, es usté, o es el Padre Eterno?
JESÚS
Yo, y mi Padre, y el Espíritu Santo, juntos y por separao, mandamos en todas partes. Pero al
Diablo le hemos largao el mando del infierno. Él es el amo de sus condenaos y manda en sus
almas, como mandás vos en estas onzas qeu te he dao.
PERALTA
JESÚS
Concedido.
PERALTA
Y ultimadamente…
SAN PEDRO
PERALTA
JESÚS
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(No puede dejar de reír, aunque está un poco incómodo y asustado.) ¡Hombre, Peralta, otro
como vos no nace, y si nace no se cría…! Concedido.
SAN PEDRO
PERALTA
JESÚS
Ta bien, Peralta. Ahora seguí tu destino. (Levanta la mano e insinúa un amago de bendición.
Suena la guitarra del Abanderado, y Cristo y San Pedro desaparecen.)
EL ABANDERADO
Oro en la tierra caído
No es maná ni grano e’ trigo,
Sino agua pal molino
que muele pa los ricos,
4. EL GARITO
En tanto que canta El Abanderado, los cómicos montan el garito, que no es más que un
paredón viejo, con una puerta y dos naves de resorte. Dentro se ven las sombras de los
mirones y jugadores, agigantándose y achicándose con el bamboleo del candil que cuelga del
techo. En la calle, frente al establecimiento, El Ciego se hace el ciego con su organillo y El
Tullido se hace el tullido, extendiendo las patas tiesas sobre la acera y estirando el abrazo,
en la mano el sombrero para limosnear. Al otro lado de la puerte les hace competencia una
vieja mendiga silenciosa, envuelta en un pañolón negro, que solo se le ven los ojos.
EL CIEGO
EL TULLIDO
(Con su risa desdentada.) ¡Ya han caído como cincuenta de los más poderosos! ¡Labradas en
las muletas llevo las cuentas!
PERALTA
EL CIEGO
Espérese un tantico… Abra el ojo que esos desgraciaos no respetan poderes y lo pelan en ese
encierro.
PERALTA
EL CIEGO
PERALTA
EL CIEGO
PERALTA
EL TULLIDO
EL CIEGO
Hay que arriesgarse, compadre. Si matan a Peraltica, ¿quién nos da moneda? Tendremos que
trabajar… ¿Quiere trabajar, compadre?
EL TULLIDO
¡No!
EL CIEGO
EL TULLIDO
¿Un qué?
EL CIEGO
Un harén es un monton de mujeres bien blancas y bien acondicionadas, bailando todo el día
en pelota por los salones. El dueño del banco ya mandó a hacer los planos a un arquiteto y
una madama de esas bien fregadas anda consiguiendo las viejas… ¡Pero todo eso me cuesta
un ojo de la cara!
EL TULLIDO
Pues agora va a quedar tuerto… Yo, en cambio, voy a viajar por el mundo. ¡Las montañas
nevadas, las grandes ciudades, los desiertos! ¡Con mil onzas piso los pasajes!
EL CIEGO
¿Mil onzas pa pisarlos no más? A mí todito el proyecto me cuesta veinte mil. ¡Lo están
estafando!
EL TULLIDO
Lo malo es que Peralta larga las onzas dia poquitos y nos vamos a golver viejos antes de
realizar esos sueños.
EL CIEGO
Por eso le digo, compa, que hay que arriesgarse. Supongamos que lo salvamos d’esta. ¡Por lo
menos cinco mil onzas tiene que soltarons!
EL TULLIDO
EL CIEGO
PERALTA
EL REY
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ME estaba soñando que iba en una barquita di oro con las velas de plata, por un mar
tranquilo, tranquilo. De pronto, vino un ventarrón negro y se levantaron las olas y se
enroscaron embravecidas. De las olas salían garras de náufragos que si agarraban a los bordes
de la barquita, clavaban ahí sus uñas y empezaban a hundirla. El Ministro, con una
desjarretadera bien afilada, les cortaba los dedos… ¡Pero salían más y más garras de las olas!
PERALTA
EL REY
Eso creo.
PERALTA
EL REY
Pues que vos aparecías en el negrísimo horizonte entre dos pelegrinos. Uno joven, el y de
güen talante y otro chiquito, viejo, gordo y cabecipelón.
PERALTA
EL MINISTRO
EL REY
¡Callate! El joven echaba una luz que resplandecía en las tinieblas y las iba esclareciendo,
esclareciendo… Los tres caminaban sobre las aguas y las olas se iban aplacando, aplacando,
como perros bravos ante el amo… ¿Qué te parece a vos, Peralta, el sueño? La barquita tá bien
clara. El mar también… ¿pero, ese viento negro, las olas embravecidas y los náufragos…?
PERALTA
EL REY
EL MINISTRO
El viento negro son las misteriosas onzas de Peralta y la jugarreta en el garito, que han
encrespao las olas de la cudicia. Los náufragos son los miles de arruinaos y desocupaos que
agora compran en el bano de sueños los sueños más baratos: sueños de crímenes, di asaltos,
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que antes ni se soñaban en este pueblo… Y todo eso se resuelve cortando algo más que los
meros deditos.
EL REY
PERALTA
EL REY
EL MINISTRO
EL REY
¡Cerrá las mandíbulas! ¿Peralta, querés tomar algo? Perdoná que no te había ofrecido.
¿Querés un té oriental? ¿Pollo a la cortesana? ¿Costillas de cuchino con salsa rial? ¿O
preferís un chocolatico con bizcochuelo a la provinciana? ¡Pedí lo que querás!
PERALTA
EL REY
EL MINISTRO
Vusté tá estimando a este en más de lo que vale. Agora tamos rodiados de guardias y él tá
solo y no tiene una aguja pa defenderse. Con una señita suya yo lo quito de enmedio.
EL REY
Cuando precise tu consejo te llamo, y lavate la boca que te güele a sepoltura… Andá, traé las
copas… Toy cansao de ese tirano que me va a revolver el reino. ¡Como no tiene vientre,
nunca se sacia! Este palacio es un lugar tranquilo y apacible, Peralta. ¡Ideal pa ejercitar la
caridá y los güenos sentimientos.
PERALTA
EL REY
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Yo soy el rey, no te olvidés de eso. Encarno la autoridá. Toy bajo el peso de juerzas muy
poderosas. Pero vos no tenés esas rémoras ni esos perendengues. Vos podés instalar aquí una
administración piadosa y cartativa. Te tengo absoluta confianza y te doy el poder pa cambiar
el reino a tu amaño. ¡Yo les pongo freno a los ricos y vos llevás a los pobres de cabestro!
¡Cómo se ti hace un plan de esos! (Ante el silencio de Peralta, hace dos jugadas de balero.)
No tenés que decidirlo ya… Vos sos prudente… Podés tomarte tu tiempo pa pensarlo…
(Peralta no responde. Se rasca la cabeza y mira pa otro lado. El Rey echa otras jugadas de
balero.) ¡Mira que te lo pide comedidamente el Rey!
PERALTA
Aunque así sea, ese destino no es pa mí. Yo no soy más que un hombre que quiere ser güeno.
EL REY
¿Y creés que tás haciendo el bien? ¿No ves que con ese juego tás desequilibrando la
economía del reino? ¡Las intenciones pueden ser güenas, pero los resultados son desastrosos!
Desde aquí podés hacer el bien con orden, en vez del mal que tás haciendo de tu cuenta…
pensalo, Peralta, pensalo bien…
PERALTA
EL REY
¡Pues como pulga vas a morir! Si no te condeno a la horca ya mismo es pa evitar que se me
levante este pueblerío que confía en vos… Pero te acordarás de mi… Los que agora te siguen
serán los que aplaudan el día que te cuelgue… ¡En cuanto a tus compinches, tus ciegos,
tullidos y protegidos, formarán mañana mismo un bello racimo del árbol de la horca!
EL MINISTRO
PERALTA
EL REY
¡Si acetás lo que ti ofrecí los perdono! ¡A la una! ¡A las dos! ¡Y a las… tres! ¡Largate de aquí
antes de que te rompa la cabeza con esta bola!
EL MINISTRO
¡Tenés los minutos contaos! Yo mismito voy por vos y no ti ha de valer ayuda de nadie!
EL REY
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EL MINISTRO
EL ABANDERADO
Y allá va la voluntá
y el deseo de hacer el bien.
Ni el Rey ni la Muerte acaban
con su pequeño poder.
No es más que una simple llama
dentro de cada ser,
y agora tan sólo puede
en la oscurdá arder.
6. LA MUERTE EN EL AGUACATILLO
SAN PEDRO
JESÚS
SAN PEDRO
JESÚS
SAN PEDRO
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JESÚS
¿Cuál?
SAN PEDRO
JESÚS
SAN PEDRO
Y de la rama cuelga una soga de ahorcao… Brujo, hereje y renegao es el tal Peralta.
JESÚS
SAN PEDRO
¡Mal usaos! ¡Todo lo revolvió! ¡Hasta el Patas tá enfurecido porque no llega ni un alma al
infierno! ¡Y qué diré yo que toy sin oficio en la portería del cielo! ¡Y lo que es acá, en la
Tierra, se va a armar la de Dios es Cristo!
JESÚS
SAN PEDRO
¿Y si no me la da?
JESÚS
SAN PEDRO
¡Todavía lo defiende! Tá acabando con el orden de la Tierra, y detrás vamos todos… Usted,
yo, el Patas, y el Padre Eterno.
JESÚS
SAN PEDRO
JESÚS
SAN PEDRO
PERALTA
EL DIABLO
PERALTA
¡El Señor!
EL DIABLO
Entonces el que inventó el banco fué Él y no yo. El capital inicial lo puso Él. Yo no hice más
que terciar en el negocio pa ayudarte… Porque vos no entendés de negocios.
PERALTA
EL DIABLO
También eso taba inventao, junto con los milagros… Todo es de la misma fábrica. Tampoco
voy a inventar el modo de ganarte el alma. ¡Nada de milagros ni de trucos! ¡En el juego
limpio te la voy a ganar!
PERALTA
EL DIABLO
No mi hace ni pizca de gracia ganarte esa alma tan desabrida que tenés. ¿Contra qué querés
jugarla?
PERALTA
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EL DIABLO
PERALTA
Tá bien.
Entra La Muerte.
LA MUERTE
¡Yo barajo y yo parto el naipe! (Se sienta entre los dos jugadores. Baraja con gran rapidez.)
Ni más pa vos
ni menos pa vos!
La misma partida
pa todos dos!
Armado cada uno de su manojo de cartas, El Diablo y Peralta se miran. Tose El Diablo y se
mueve en el taburete medio disgustado.
EL DIABLO
LA MUERTE
¡Güena es!
EL DIABLO
LA MUERTE
PERALTA
¡Tenete en pies!
LA MUERTE
EL DIABLO
PERALTA
¡Cuarenta, as y tres!
¡Por mal que la jugués
no la perdés!
(La Muerte reúne el mazo y empieza su arte de barajar.) Dame razón de mis amigos, pelona.
LA MUERTE
PERALTA
Hablá tranquila.
LA MUERTE
El Ciego y El Tullido fueron colgaos, y esta vez no les valió lazo ayudao. (Peralta se
santigua.) El viejorro aindiao, que se las daba de patriarca y su vieja cojitranca, tán en las
mazmorras, los cuellos estiraos en los cepos… Esperando turno pa’l último bamboleo. (Parte
el naipe.)
¡Esto pa’ cá
y esto pa’llá,
partido queda
por la mitá!
PERALTA
¡Por las almas del Ciego y el Tullido y de todos mis amigos condenaos por la tiranía!
EL DIABLO
¡Güenos tizones son esos! ¡Madera dura y sufrida! ¡Pero te los juego!
PERALTA
EL DIABLO
LA MUERTE
EL DIABLO
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¡Lo que me diste, vieja mortaja! (Tira las cartas al aire y brama enfurecido, Peralta recoge
las cartas y se las da a La Muerte.)
PERALTA
LA MUERTE
Anda fugitiva por esos montes, pero un enjambre de esbirros del Rey va tras ellos.
PERALTA
Y no los agarran.
LA MUERTE
Los mineros y los montañeros los esconden. Pero los agarrarán, aunque se metan en los más
profundos socavones.
PERALTA
LA MUERTE
Murió en palacio de una comilona muy grande que se mandó. Le van a hacer entierro real y
la van a canonizar por la caridá que hizo cuando vivía con vos, y en cuanto al novio que dejó,
lo tienen preso por desfalco y lo van a colgar pa moralizar el reino.
LA MUERTE
(Partiendo el naipe.)
Pa vos una parte.
Pa vos otra parte.
No si acaloren,
jueguen con arte.
EL DIABLO
¡La última mano! ¿Contra qué querés perder todito lo qui has ganao?
PERALTA
EL DIABLO
¡Es la última mano y el alma de esa pobre nueva-rica, no valen una jugada maestra!
PERALTA
EL DIABLO
¡Mucho pedís!
PERALTA
LA MUERTE
EL DIABLO
Una calderada.
LA MUERTE
EL DIABLO
LA MUERTE
EL DIABLO
LA MUERTE
PERALTA
EL DIABLO
27
PERALTA
EL DIABLO
LA MUERTE
PERALTA
¡Tute de reyes!
EL DIABLO
PERALTA
EL DIABLO
Porque en el cielo no ti acetan esas almas. ¿Aquí hiciste hasta pa vender, porque aquí no hay
nada fierme, pero allá? (Señala al cielo.) Allá lo verás. (Baja la voz.) En materia di almas, el
cielo y el infierno tenemos un acuerdo. (Desaparece.)
LA MUERTE
PERALTA
Déjeme pensar un poquito, señora muerte, que lo que dijo ese hombre me priocupo…
JESÚS
Andá, hablale.
SAN PEDRO
28
Yo no. La cosa es muy grave y ese hombre quién sabe que inventa. Todavía le falta una
petición.
JESÚS
SAN PEDRO
Ta bien.
PERALTA
SAN PEDRO
Ve, Peralta, mejor callate. Callate, que la cosa es seria y el problema muy grande… Tenemos
los minutos contaos…Vos nos mandaste una gallinazada di almas, sacadas del infierno…
PERALTA
JESÚS
PERALTA
¡Perdóneme Su Divina Majestá, pero a mí, ni el cielo me viene a meter macho rucio!
SAN PEDRO
PERALTA
¡Cómo es eso…!
JESÚS
PERALTA
No comulgo con esa rueda de molino. El ciego, El tullido y los otros tuvieron su infierno en
las minas y en las haciendas y en las ciudades…
SAN PEDRO
29
JESÚS
La cosa, Peralta, se resolvió así: Echamos al mundo a treinta y tres mil millones de cuerpos, y
a esos cuerpos les metemos adentro las almas que vos rescataste del infierno…
PERALTA
JESÚS
Las almas vuelven a otros y después a otros y así siguen hasta el día del juicio.
PERALTA
¿Y luego?
SAN PEDRO
Los ponen a revolotiar en redondo del infierno, per sécula seculorum, amén… ¿Entendiste?
PERALTA
JESÚS
Bueno, Pedro, andá abrí las puertas del cielo que yo voy por eĺ.
SAN PEDRO
JESÚS
EL ABANDERADO