Teoria Politica Definicion Campo

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TEORÍA

POLÍTICA
Definición de un campo

Wendy Brown
William E. Connolly
Adriana Cavarero
James Tully
Michael Freeden

COLECCIÓN TRAICIONES
Biset, Emmanuel
Teoría política : definición de un campo / Emmanuel Biset. - 1a ed. - Córdoba :
Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad, 2022.
Libro digital, PDF

Archivo Digital: descarga y online


ISBN 978-987-47661-8-2

1. Ciencia Política. I. Título.


CDD 320.01

Ediciones CIECS | Colección Traiciones


Título
Teoría política
Definición de un campo

Autores
Wendy Brown
William E. Connolly
Adriana Cravero
James Tully
Michael Freeden

Hecho el depósito que indica la ley 11.273.

Este libro, perteneciente a la colección Traiciones de Ediciones CIECS,


ha sido sometido a un proceso de evaluación por parte del Comité Editorial
y de evaluadores anónimos.

Bajo Licencia Creative Commons Atribución - No Comercial - Sin Derivadas 3.0


ÍNDICE

Prefacio
Programa de Estudios en Teoría Política / 9

En el borde
Wendy Brown / 25

Nada es fundamental...
William E. Connolly / 59

Politizando la teoría
Adriana Cavarero/ 123

La filosofía política como actividad crítica


James Tully / 165

Pensar políticamente y pensar sobre la política


Michael Freeden / 205
Prefacio

Programa de Estudios en Teoría Política (CIECS)1

Campo

Comenzar a indagar en un campo disciplinario como la teoría política


supone familiarizarse con la conformación de un vocabulario. Se trata
de un proceso con diferentes temporalidades. Existe una temporalidad
de largo plazo que remite a los modos en que ha sido teorizada la política
por la tradición occidental. Como es reconocido por los estudios históri-
cos, el surgimiento de una reflexión teórica sobre la política es correlati-
| Teoría política. Definición de un campo

va con la constitución de la filosofía occidental. Existe una temporalidad


de corto plazo que remite al proceso desde el cual en la modernidad se
establecen campos disciplinares mediante una creciente especialización,
esto es, el campo del pensamiento sobre la política se inscribe en la orga-
nización disciplinar de la ciencia moderna. En este último sentido, y en
vistas a definir campos lo más delimitados posible, se producen ciertas

1 Escrito por Emmanuel Biset, Sofía Benencio y Ramiro Galarraga. 9


distinciones: por un lado, la particularidad de la reflexión sobre la políti-
ca surge de su diferenciación respecto de otros campos como teorías so-
ciales, teorías económicas o teorías culturales. En otros términos, refiere
a la distinción en el marco de las ciencias sociales entre, por lo menos,
sociedad, política y economía. Por otro lado, la especificidad surge de
una división entre diferentes modos de abordar teóricamente la política:
filosofía política, teoría política, historia de las ideas políticas, etc.
Sin embargo, este doble proceso de diferenciación presenta diversos
problemas, en tanto la fijación de límites en ambos casos resulta discu-
tible. Si se busca fijar el límite entre política, sociedad y economía (se
pueden sumar cada vez más campos), o si se busca fijar el límite entre
filosofía, teoría o historia, se requieren decisiones que son problemati-
zadas por el mismo campo constituido por esas decisiones. La misma
constitución de un campo como la teoría política está atravesada por
una serie de disputas, conflictos, discusiones que vuelven a sus límites
inestables. Se trata —posiblemente como todas— de una disciplina pro-
blemática. Existen diferentes prácticas o modos de ejercicio de la teoría
política que en su mismo desarrollo configuran una definición del ob-
jeto y el método de la disciplina. Las divergencias en este punto son no-
tables, sin ningún viso de modos comunes de desarrollo. Atender a esta
divergencia parece ser un buen punto de partida para luego establecer
una posición, tratar de efectuar un rastreo sobre prácticas heterogéneas
que se inscriben bajo el mismo nombre disciplinar.
En este sentido, una definición de teoría política supone la estabiliza-
ción de límites precarios que demarcan un campo de estudio. Esta fija-
ción de límites, implícita o explícita, constituye una doble singularidad:
un modo de trabajo con la teoría (teoría, filosofía, historia, etc.) y una
comprensión del objeto de estudio llamado política (que debe diferen-
|

10 ciarse de sociedad, economía, cultura, etc.). Esto da lugar a una cuestión


central que puede denominarse la reversibilidad constitutiva de la teoría
política. Con ello se da cuenta de cierta estructura circular: la defini-
ción de teoría política es política (o todos los conceptos políticos son
definidos políticamente). Esta circularidad no deja de ser un problema:
se toma un consecuente para designar un proceso precedente, es decir,
cada teoría política trabaja con una definición de política que se encuen-
tra al mismo tiempo inscrita en el proceso de definición del campo de
la teoría política. Si se sostiene que no existe una definición universal de
teoría política, sino que surge de diferentes procesos que instituyen un
campo, es esta misma institución la que comprende distintos sentidos de
política. Existe una institución política de la teoría política y cada teoría
política instituye un significado de política. En el pliegue de esta última
oración se juegan buena parte de los problemas disciplinares.
Los textos que aquí se presentan abordan de diferentes modos esta
reversibilidad. De manera más explícita o implícita, la distinción de las
problemáticas, temáticas y reflexiones que son consideradas pertinentes
al campo no solo perfilan una inscripción dentro de cierta temporalidad
(de largo y corto plazo), sino que también establecen de forma específica
un tipo de relación entre teoría y política. A modo de introducción de
esta serie de textos fundamentales para ingresar al campo de la teoría
política, parece pertinente detenerse en algunas consideraciones pre-
| Teoría política. Definicion de un campo

liminares sobre el sintagma “teoría política”. Desglosar brevemente las


implicancias de un sintagma compuesto, en principio, de tres preguntas.
Primera: ¿qué significa “teoría”? ¿Cuáles son los modos de la teoría? Se-
gunda: ¿qué significa “política”? ¿Cuáles son los modos de la política?
Tercera: ¿qué vínculo se establece entre teoría y política, o mejor, entre
lo teórico y lo político? ¿Cuáles son los diferentes modos de trabajar ese
vínculo? Como si se dijera que el sintagma “teoría política” está com-
puesto de partes: teoría, política y el modo de vincularlas. 11
Teoría

Como se ha mencionado, las dificultades señaladas respecto de la teoría


política se repliegan sobre cada uno de los componentes del sintagma;
en particular, la definición de teoría conlleva una serie de exclusiones
respecto de aquello que no sería teoría. Esta es una estructura general
de la significación: la definición como delimitación de un sentido con-
lleva a priori una serie de exclusiones. Para poder establecer algo como
una teoría, o una dimensión y/o práctica asociada a lo teórico, resulta
necesario saber qué no es teórico. Se necesita una limitación respecto de
prácticas que se pueden llamar pre-teóricas, o de un antecedente del que
resulta su diferenciación, y se necesita una definición de otras prácticas
correlativas que no serían teóricas. Esto comprende una historia de lar-
go plazo donde lo que ha sido llamado teoría ha sido asociado a otras
prácticas como la filosofía o la ciencia, la lógica o la ontología.
No resulta pertinente aquí desarrollar la extensa historia sobre eso
llamado teoría, simplemente establecer algunas indicaciones prelimina-
res. Ante todo, si existe un límite fijado precariamente respecto de lo
no-teórico, se presentan diferentes modos de comprender la teoría. Exis-
ten siempre teorías en plural. Este plural no se refiere solo a la diversidad
de teorías sobre la política, como si hubiera un acuerdo sobre lo que es
teoría y luego diversidad de enfoques o perspectivas, sino diferencias en
torno a la misma práctica de la teoría. Paso de teoría a teorías, donde el
plural significa dos cosas: que hay diferentes teorías sobre la política y
que hay diferentes modos —métodos— de practicar la teoría. Esto es, la
pluralidad de las teorías condensa interpretaciones sobre aquello consi-
derado política, como así también sobre el modo y los supuestos bajo los
cuales es llevado a cabo el trabajo teórico.
|

12
Luego, esta heterogeneidad no tiene que ser analizada en abstracto en
vistas a concebir una definición a priori de teoría. Por el contrario, los
modos de lo teórico surgen de la conformación más general del campo
del saber y de ciertas transformaciones institucionales. Si la definición
de teoría en la tradición occidental se suele remontar a Grecia, es tam-
bién allí donde surgen una serie de diferenciaciones clásicas. En primer
lugar, un modo de comprender la teoría desde una definición de epis-
teme constituida como trabajo conceptual: el concepto es una distan-
cia respecto del mundo sensible en vistas a un universal (incluso en la
diversidad de las tradiciones platónica y aristotélica). En segundo lu-
gar, aparece ya en este marco la distinción clásica entre teoría y práctica
definida canónicamente por Aristóteles. Si bien allí se puede identificar
precisamente el cuestionamiento de una tradición platónica idealizante,
es posible señalar que la división entre lo propiamente teórico y lo pro-
piamente práctico no deja de estar supuesta. Esto es, aun cuando la tra-
dición aristotélica abre la posibilidad de una redefinición de la teoría en
vistas de la singularidad de la práctica no deja de suponer esa diferencia.
Esta diferencia no resulta menor en tanto inaugura un problema que
no dejará de resonar en la tradición occidental: la distinción entre teoría
y práctica es también una exclusión por principio, o si se quiere, la polí-
tica como una de las dimensiones de la práctica es siempre otra cosa que
| Teoría política. Definicion de un campo

teoría. Para decirlo brevemente: la teoría política es un oxímoron. No es


posible una teoría sobre la política porque la política remite a un orden
de la realidad que nunca puede ser aprehendido cabalmente por la teo-
ría. De allí también una comprensión de la teoría que busca en la misma
teorización de la política la eliminación de la política. La teoría política
perfecta sería aquella que se vuelve superflua. En cierta medida, si la
teoría logra establecer la mejor forma de gobierno, y realizarla mediante
13
una institucionalización del orden, ya no tiene sentido: el orden teórico
lograría domesticar al conflicto político.
La diferencia entre lo teórico y lo práctico. La hostilidad entre teoría
y política. Dos indicios que marcarán profundamente la conformación
del léxico político occidental. Y que no serán sino objeto de profundas
revisiones. Por un lado, existirá una contracorriente en la tradición que
buscará entender de otro modo la teoría, un modo que escape a la pri-
macía del concepto y permita un acercamiento diferente a la misma
contingencia del mundo (no solo político). Si ciertas escuelas de filoso-
fía griega han sido ejemplares al respecto, será posiblemente el nombre
de Maquiavelo el que condense una redefinición radical de la teoría po-
lítica en vistas a cuestionar los dos aspectos mencionados. Un trabajo
donde la misma temporalización de la teoría permite otorgarle primacía
a la contingencia del conflicto político. Por otro lado, existirá una rede-
finición radical de la teoría a la luz de la ciencia moderna de cuño car-
tesiano llevada adelante ejemplarmente por Hobbes. El desplazamiento
de episteme práctica a ciencia política supone ante todo una transfor-
mación de la teoría que tendrá a la geometría como su modelo ideal, es
decir, a una ciencia formal cuya veracidad depende de la coherencia de
enunciados lógicamente ordenados. Si la teoría recupera la fuerza orde-
nadora de mundo, lo hará desde un cambio de paradigma donde es pre-
cisamente el caos del mundo (o el conflicto irreductible de las pasiones
políticas) lo que requiere la fundación racional de un orden lógico-legal.
La conformación conceptual y teórica destaca entonces distintas diná-
micas, lógicas de funcionamiento, y aspectos particulares del orden, en
el marco de un saber atento a la constitución de la unidad política. En la
medida que el mundo es un caos empírico, y el fundamento racional es
la igualdad, el problema por excelencia será la legitimidad (epistemoló-
|

14 gica, política).
La teoría comprendida a la luz de la ciencia política moderna, en-
tendida como aquellos principios racionales que pueden fundar un or-
den político, dará lugar a un movimiento entre modernidad temprana y
modernidad tardía centrado en el concepto de “sociedad”. Es el mismo
carácter instituyente de la política lo que será revisado con la creciente
estabilización de un orden social racional precedente a su institución
política. La lenta elaboración de lo social, como instancia precedente y
fundadora de la política, supone una radical reconfiguración de la teoría
en la misma modernidad. Es el paso de la teoría como institución de un
orden racional a la teoría como comprensión o explicación de dinámi-
cas sociales existentes. La modernidad, desde esta reconstrucción, no
será sino el paso de la teoría política instituyente a las ciencias sociales
aprehensivas. Si en este caso también existe una destitución de la po-
lítica, ya no será por la idealización de lo teórico, sino por el carácter
suplementario de la teoría política: es una tematización de una instancia
segunda respecto de un orden social existente (la política como subes-
fera social). El problema emerge a partir de que la oposición entre lo
social y lo político subyace a diversas comprensiones de la teoría, esto es,
conforma las condiciones de posibilidad de surgimiento de las ciencias
sociales como tales.
Sin embargo, el surgimiento de las ciencias sociales, en cuyo marco
| Teoría política. Definicion de un campo

se comprende la ciencia política (y la teoría política como una parte de


ella), estará sujeto a diversos cuestionamientos desde su conformación.
Si es posible estudiar la reconfiguración de la oposición entre teoría y
práctica —ejemplarmente realizada por Kant al distinguir entre “razón
pura” y “razón práctica”—, que dará lugar a las extensas discusiones que
buscan singularizar las ciencias del espíritu, es la misma definición de
razón supuesta en la idea de ciencia moderna la que será sometida a re-
visión por los denominados pensadores de la sospecha. Si bien muchas 15
veces su objeto privilegiado no será la política, la crítica a una definición
unívoca de racionalidad implica un desplazamiento de la teoría que no
deja indemne a la teoría política. En gran medida, la teoría política con-
temporánea surge de autores y autoras atentos a estas críticas, es decir,
a cómo la vacilación de la definición moderna de racionalidad habilita
otro acercamiento entre teoría y política. Nombres como H. Arendt, C.
Schmitt, L. Strauss o E. Voegelin, son centrales para comprender, aun
con definiciones radicalmente diferentes de política, la redefinición mis-
ma de lo que se comprende por hacer teoría.

Política

Si la teoría como tal no existe, sino que existen teorías cuya pluralidad
muestra una diversidad que aloja diferentes prácticas conformadas his-
tórica, geográfica, ideológicamente, sucede algo similar con eso llama-
do política. De hecho, el vocablo “política” desde su formulación inicial
está atravesado por el equívoco en un doble sentido: política son los
asuntos comunes de los seres humanos, pero política es también la dis-
ciplina teórica que piensa esos asuntos. Ahora bien, si política es una
palabra constitutivamente equívoca, lo es también porque los sentidos
y/o significados otorgados al término han variado considerablemente,
es decir, no existe una definición única de política. Esto mismo inscribe
una dimensión polémica en la misma delimitación de lo que podemos
nombrar como política o, para decirlo de otro modo, la primera decisión
política es la definición de política. Se trata de un movimiento de exclu-
sión: definir política es también establecer los límites respecto de aquello
que no será político. Esta definición nunca es un proceso aislado, pues
|

16 algo como la política surge de la conformación de un lenguaje político:


un conjunto de significados organizados en torno a ciertos principios
ordenadores.
La dificultad para definir política ha sido reconocida a partir de la
imposibilidad de fijar un lenguaje idealmente abstracto: el significado
de política siempre se produce en el pliegue entre las prácticas políticas
efectivas y los modos de teorizar sobre ellas. Incluso, es posible iden-
tificar una triple dimensión que solo puede ser diferenciada median-
te un proceso de abstracción: política refiere a prácticas, instituciones,
acciones específicas en determinadas coordenadas espacio-temporales;
política refiere a las palabras, los conceptos, los significados, que traman
esas prácticas; política refiere a las teorías que buscan dar sentido a ese
entramado de prácticas y conceptos. Estas tres dimensiones (prácticas,
conceptos, teorías) se encuentran irreductiblemente entrelazadas, esto
es, los diferentes sentidos de política surgen de una articulación singular
de esas tres dimensiones.
Esto mismo vuelve a la política un objeto inestable por definición,
atravesado por una serie discusiones inmanentes al lenguaje público de
una época. Por este motivo, avanzar en una definición de política no
resulta sino de un proceso de distanciamiento y abstracción respecto de
las prácticas existentes; un recorte contaminado por las mismas prácti-
cas políticas que busca sistematizarse en un concepto. La pregunta en-
| Teoría política. Definicion de un campo

tonces remite a la existencia de algo que unifica aquello que una extensa
tradición asocia al vocablo política. Si parece imposible a priori señalar
que lo que una época entendía por política tiene puntos de contacto con
otra época, entonces solo se conserva una palabra con sentidos radical-
mente opuestos. Esto lleva al problema de la traducción: la traducción
entre diferentes significados de política no surge sino de la traducción
de quien interpreta. Por caso, la comparación entre un significado clási-
co de política y un significado moderno de política (si es que, por cierto, 17
la división entre clásicos y modernos no es problematizada políticamen-
te) es producida performativamente desde el conjunto de significados
que atraviesa la lectura comparativa.
El problema de precisar una definición de política nunca es singular.
Si es posible identificar una serie de conceptos generalmente asociados
a política: la referencia a la vida en común de los seres humanos (y no
la vida individual), a la instancia pública (y no privada), al modo en
que se ordenan los asuntos comunes de los seres humanos (y no los
asuntos personales), a los conflictos entre opiniones sobre cómo orde-
nar la comunidad (y no cómo ordenar la propia vida); en cada uno de
esos casos, palabras como “común”, “público”, “orden”, “conflicto”, remiten
a significados variables. Esto es, existe una transformación de los enfo-
ques teóricos en la elección de los conceptos (por fuera de las referencias
comunes que pueden distinguirse) y una transformación del sentido de
los términos. Si se afirma, por ejemplo, que la distinción público-pri-
vado resulta fundamental para identificar la especificidad de la políti-
ca (asociada siempre a la esfera pública), se debe notar que esa misma
oposición ha variado históricamente, no existe una división ahistórica
entre público y privado. De modo que un vocablo adquiere sentido en
un lenguaje cuyos límites no son estables. Esta inestabilidad no es lo
mismo que ausencia de sentido. Por el contrario, es la misma posibilidad
de la significación. Es lo que permite mostrar ciertas regularidades: solo
porque existe cierto vacío de sentido en el concepto de política es posi-
ble analizar cómo a lo largo de la historia o en diversas corrientes de una
misma época se estabilizan diferentes sentidos. Esto hace de la política
algo constitutivamente inestable. Con ello es posible referir dos aspectos:
por un lado, no existe acuerdo sobre el sentido del concepto de política;
por el otro, algo como la política parece excluir a priori la posibilidad
|

18 de convertirse en un “objeto”. Esto último debido a que la política está


siempre asociada a prácticas, instituciones, acciones, sentidos, esto es, a
un plexo de significados que no puede ser objetualizado.
La inexistencia de un concepto adecuado de una vez y para siempre
para definir eso llamado política puede ser denominado como equivo-
cidad trascendental. Equivocidad porque no es posible encontrar una
definición unívoca de política, en tanto existe una polivocidad de signi-
ficados que atraviesan el vocablo. Trascendental porque no resulta sim-
plemente de condiciones históricas, geográficas, ideológicas, puesto que
en tal caso existiría la posibilidad de efectuar una reconstrucción total
que sistematizara las definiciones existentes. Si así fuese, la imposibilidad
de encontrar un significado estable se reconduciría a dificultades empí-
ricas para efectuar una reconstrucción total en diferentes planos. Ahora
bien, esta dificultad empírica (generalmente asociada a limitaciones de
análisis históricos) produciría un concepto de tipo apolítico. Se trata,
por el contrario, de pensar lo que la política le hace al concepto, esto es,
la introducción de una equivocidad imposible de domesticar mediante
la postulación de un significado ideal. Lo que no significa clausurar a
priori la indagación de significados de los lenguajes políticos, sino pre-
cisamente mostrar sus condiciones de posibilidad y la necesidad de su
investigación.
Estas vicisitudes se han agudizado en el mundo contemporáneo
| Teoría política. Definicion de un campo

mediante un proceso que parece contradictorio. Si ciertas tradiciones,


al cuestionar la configuración de las ciencias sociales y el carácter su-
plementario de la política que suponen, volvieron a señalar el carácter
instituyente de la política, esto no condujo a establecer un significado
compartido de política. Por un lado, desde comienzos del siglo XX exis-
te un retorno de lo político entendido como institución del lazo social
(vínculo con el mundo, los otros, uno mismo) que dio lugar al extenso
debate sobre la “autonomía de lo político”. Por otro lado, esto mismo 19
produjo una proliferación de los sentidos asociados a la política, una
“politización de lo social” donde el vocablo política se disemina asocián-
dose a prácticas antes excluidas. Esto implica que se cuestiona la delimi-
tación de un campo vinculado a la política con límites claros y distintos
respecto de otras dimensiones como la sociedad o la economía. Esta
diseminación de la política se comprende desde la crisis del vocabulario
forjado en la modernidad occidental (aun en sus diferencias internas)
para definir la política. A su vez, esta extensión conduce a la afirmación
según la cual todo es político. Afirmación que, paradójicamente, al ele-
var hiperbólicamente el estatuto de lo político, produce una estabiliza-
ción que diluye su especificidad. Lo estabiliza: si todo es política ya nada
puede ser politizado. Lo diluye: decir que todo es político equivale a
decir que nada lo es.
Frente a una diseminación que en un proceso de totalización diluye
la política, parece pertinente avanzar en una definición de política que
dé cuenta de su carácter procesual. No se trata de postular un signi-
ficado o un concepto de política, sino de entender la política como la
conjunción de procesos de politización y procesos de despolitización.
Estos procesos no se entienden en función de una delimitación a priori
de la política, sino de su contaminación con un significado específico.
Así, por ejemplo, si por política se va a entender aquellas relaciones de
poder mediante las cuales se conduce conductas, un proceso de politi-
zación surge de mostrar cómo existen relaciones de poder en prácticas
que parecían apolíticas. Esto puede ser entendido en función de los di-
ferentes sentidos que se le otorgue a política. Ahora bien, si se trata de
evitar las definiciones a priori, resulta entonces que esos significados no
surgen sino de su articulación con prácticas políticas efectivas. El orden
conceptual es segundo respecto de las prácticas políticas en las que se
|

20 inscribe, o de las que emerge.


La diseminación contemporánea de la política aloja en el mundo
contemporáneo una tensión irreductible, una composición problemá-
tica entre al menos dos lenguajes políticos antagónicos. De un lado, el
retorno de lo político asociado a la discusión sobre su autonomía supu-
so una particular atención no solo en el carácter plural del lazo social
(una ontología definida desde el ser-con), sino además al antagonismo
alojado allí. Existe toda una tradición contemporánea que frente a una
reconstrucción histórica que muestra la prevalencia del orden reivindi-
ca el conflicto. Esto puede ser denominado el carácter irreductible del
conflicto en la política, es decir, el antagonismo radical que busca ser
domesticado por un orden conceptual. De otro lado, el retorno de lo
político asociado a cierta tradición práctica supuso una particular aten-
ción a su dimensión normativa. Esto implica avanzar en una definición
que busca ya no solo comprender en toda su complejidad la política,
sino indagar en sus posibilidades de orientar prácticas y/o instituciones.
Se trata de la centralidad del problema de la justicia para cierta teoría
política contemporánea. Si bien no parecen fácilmente compatibles, un
abordaje teórico de la política parece requerir, en la actualidad, indagar
sobre la tensión entre un lenguaje que muestra el carácter irreductible
del conflicto en la pluralidad del lazo social y otro que indica la necesi-
dad de plantear el problema de la justicia.
| Teoría política. Definicion de un campo

Tropología

El recorrido realizado hasta aquí permite señalar que teoría y política


difieren de sí mismas en cada caso. Esta diferenciación interna es la que
da lugar a una pluralidad: siempre hay teorías y políticas. Ahora bien,
esta diferencia inmanente a cada concepto nunca se presenta como tal, 21
por el contrario, el vacío conceptual es la imposibilidad misma de pre-
sentación, esto es, siempre existe una declinación de sentido que define
parcialmente una modalidad de la política y una modalidad de la teoría.
Con todo, hay una dificultad suplementaria que surge del campo que
aquí buscamos indagar, la teoría política, puesto que no solo es necesa-
rio atender a la pluralidad de teorías y políticas, sino además a la de los
modos de vincular ambas dimensiones. Existen diferentes “figuras” para
establecer el vínculo entre teoría y política.
En un esquema clásico, existe una lógica de la derivación que aparece
ejemplarmente en un orden jerárquico de saberes. Ciertas disciplinas es-
tablecen los primeros principios ontológicos y lógicos, la metafísica o la
lógica, de las cuales surge una división entre ciencias teóricas y ciencias
prácticas. En este sentido, los supuestos mismos de la teoría son ante-
riores al acercamiento a una instancia práctica: ciertos principios onto-
lógicos y lógicos fundan una definición de teoría que luego se dirige a
pensar la especificidad de la racionalidad práctica de los asuntos políti-
cos. Esta especie de pirámide ordenada jerárquicamente, en la cual des-
de principios iniciales se fundan instancias posteriores, también puede
adquirir la forma de una enciclopedia que totaliza los saberes posibles.
La enciclopedia es una organización de la totalidad del saber posible en
vistas a una lógica que clasifica y ordena.
En estos esquemas, lo central a pensar es que la definición de teoría
es anterior y externa respecto de su aplicación en el campo de la política.
Incluso diferenciando tipos de teoría o formas de la racionalidad, existe
un ordenamiento jerárquico desde lo propiamente teórico. Esta relación
de exterioridad y subordinación hace que teorizar sobre la política sea
un modo de representar. En otros términos, la representación es la figura
por excelencia en el modo de vincular teoría y política.
|

22
Una práctica llamada teoría representa una dimensión llamada po-
lítica. ¿Qué significa en este caso representación? El mismo modo de
fijar lo que es teórico y cuáles son sus condiciones es lo que determina
lo pensable de la política, es decir, es el proceso mediante el cual el con-
junto de prácticas e instituciones asociados en un momento a la política
es convertido en una imagen de pensamiento. En otras palabras, se trata
de un proceso de distanciamiento y abstracción que delimita en el con-
junto llamado política aquello propiamente teorizable. Esto es en cierta
medida irreductible: teorizar sobre la política, aun comprendiendo este
teorizar como una práctica, en tanto siempre es diferente respecto de la
misma práctica política. Para ser claros: teorizar sobre la política no es
lo mismo que hacer política. Y esto aun cuando se puedan pensar dife-
rentes prácticas políticas de la teoría. Esta distancia irreductible es la que
permite, precisamente, pensar diferentes figuras.
Frente a la figura —tropo— de la representación, se puede avanzar en
un modo de vinculación que no suponga exterioridad y subordinación.
Esto lleva a pensar una figura de implicancia recíproca, es decir, cómo
de modo inmanente existe una determinación política de la teoría y una
determinación teórica de la política. No se trata de pensar en dos cam-
pos que encuentran un modo de vincularse, sino de cómo un modo de
hacer teoría constituye un modo de política y cómo un modo de hacer
| Teoría política. Definicion de un campo

política constituye un modo de teoría. Resulta pertinente en tal sentido


oponer a la representación la figura de la inscripción: un modo de la
teoría está inscrito en la política y un modo de la política está inscrito en
la teoría. Con el término inscripción se nombra una relación inmanente
pero no de identidad: no es lo mismo la teoría y la política, pero esto no
significa que sean campos delimitados externamente. Ni una identidad,
ni un vínculo externo: inscripción.
23
Esto permite pasar de una forma de trabajar con la teoría definida
por la primacía de la epistemología a una forma de trabajar con la teo-
ría que se puede definir desde el término ontología. La primacía de la
epistemología refiere a una definición de la teoría rubricada ante todo
como ciencia. Si se quiere, es la consagración de la ciencia como el modo
legítimo de hacer teoría lo que define la legitimidad de un tipo de co-
nocimiento y un método procedimental que garantiza el acercamiento
a un objeto. La cuestión es que las condiciones de cientificidad de la
teoría no están definidas por el objeto, sino que son anteriores. Fren-
te a ello, ontología no nombra solo la necesidad de problematizar los
supuestos desde los cuales se trabaja, sino la mutua constitución entre
teoría y política. Es una forma de entender el trabajo con la teoría que,
en su ejercicio, constituye algo como político pero no bajo el modo de
una definición a priori axiomática. Dado que no existe un campo deli-
mitado que sea una referencia común como lo propiamente político, el
trabajo con la teoría constituye —mediante la recuperación de prácticas
existentes— ese campo.
Existe, en este sentido, un pliegue entre teorías de la política y políti-
cas de la teoría o, si se quiere, entre modos de teorizar la política y modos
de politizar la teoría. En ese pliegue se declinan diferentes posibilidades
que están tramadas de procesos institucionales (desde conformaciones
de la academia a momentos políticos más generales), de pasiones y afec-
tos, de posiciones ideológicas, de modos de subjetivación y formas de
vida. Tramas para indagar, en cada caso, cómo producir un modo de
teorizar la política que sea una politización de la teoría.
|

24

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