Tema 3 Parte 2
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internacional humanitario
En el mismo conflicto puede haber concurrencia. Por ejemplo, en el sirio, que es un
caso armado no internacional en un principio. Cuando un estado apoya a otro estado
desde el gobierno, no significa que sea un conflicto internacional a no se que este apoye
a la oposición.
Se puede calificar un conflicto como no internacional pero dentro de es conflicto puede
haber a su vez conflictos internacionales.
Por ejemplo, la guerra civil española fue un conflicto armado no internacional, pero
cuando Alemania prestó apoyo a España de manera militar contra el gobierno de la
república, sigue siendo un conflicto no internacional pero con un conflicto internacional
que sucede puntualmente, de manera concurrente.
Los miembros de las fuerzas armadas estatales pueden ser considerados combatientes
tanto en los conflictos armados internacionales como en los no internacionales. Sin
embargo, el estatuto de combatiente solo existe en los conflictos armados
internacionales. Esta norma se remonta al Reglamento de la Haya, según el cual, “las
fuerzas armadas de las partes beligerantes pueden componerse de combatientes y no
combatientes”. Actualmente este estatuto aparece codificado en el artículo 43 del
Protocolo Adicional I.
Art. 1 Reglamento de La Haya dispone que: “Las leyes, los derechos y los deberes de
la guerra no se refieren solamente al ejército sino también a las milicias y a los cuerpos
de voluntarios que reúnan las condiciones siguientes:
En resumen, los que participen sin cumplir estos requisitos no gozan de estatuto de
prisioneros de guerra (espías, mercenarios, civiles que participan en el combate sin
reunir las condiciones anteriores).
El autor Pozo Serrano hablaba de los denominados signature strikes, dirigidos contra
grupos de personas sospechosas de ser miembros de un grupo armado por su patrón de
conducta, pero cuya identidad no se conoce y, por tanto, tampoco es segura su
pertenencia al grupo armado. Por el contrario, sostiene, que los ataques dirigidos contra
líderes identificados (personality strikes) suscitan menor oposición interna y externa y
se ajustarían al principio de distinción en la medida en que están dirigidos contra
miembros de un grupo parte en el conflicto.
Por otra parte, cuando el ataque se produce fuera de la zona de conflicto, en otro Estado,
por el momento “ni los tratados vigentes ni la práctica estatal contienen elementos que
respalden la ampliación del teatro de guerra a toda localidad en la que se encuentre
presente un miembro de los grupos armados partes en el conflicto”.
Además tenemos que tener en cuenta que no se puede organizar una operación para
matar a una persona por sus actos acontecidos en el pasado si no se esta completamente
seguro de que va a cometer un acto terrorista. Si esto se hace, sería una violación de los
derechos humanos.
También debemos precisar que los combatientes son las personas que están en activo.
Es decir, los enfermos o prisioneros no lo son, por lo que tienen una protección especial.
Aquellas personas no combatientes que no están frecuentemente al loro no son
combatientes.
El segundo es lo que sucede con la responsabilidad. El primer estado que tiene potestad
para juzgar es el estado territorial, es decir, en el que tiene lugar el conflicto. Donde hay
empresas privadas para la seguridad, cuando son contratada exigen al estado inmunidad
porque por ejemplo, van a operar en Irak y obviamente no confían en Irak y sus tropas.
En 2008 tuvo lugar la firma del Documento de Montreux sobre las obligaciones
jurídicas internacionales pertinentes y las buenas prácticas de los Estados en lo que
respecta a las operaciones de las empresas militares y de seguridad privadas durante los
conflictos armados que fue remitido a la Asamblea General y al Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas (A/63/467-S/2008/636). En este documento se reitera que los
integrantes de estas empresas están protegidos como civiles con arreglo al Derecho
Internacional Humanitario, a menos que: se hayan incorporado a las fuerzas armas
regulares de un Estado o que sean miembros de fuerzas, unidades o grupos armados
organizados bajo un mando que sea responsable ante el Estado; o que pierdan, por
alguna razón.
La definición de los civiles como personas que no son miembros de las fuerzas armadas
se establece en el artículo 50 del Protocolo adicional I, al que no se ha formulado
reserva alguna. En su fallo de 2000 en el asunto Blaskic, el Tribunal Penal Internacional
para la ex Yugoslavia definió a los civiles como “personas que no son o ya no son
miembros de las fuerzas armadas”.
Sobre esta cuestión se ha indicado que no cabe duda de que la participación directa en
las hostilidades no queda reducida a los ataques, pues comprende también los actos que
lo preparan o el despliegue previo del ataque, pero siempre que se trate de actividades
militares. No es lo mismo participar en el soporte logístico directo (municionamiento de
una posición de fuego) que la contribución a la propaganda o a la administración.
Incluso el transporte de armas o de municiones o el aprovisionamiento de repuestos
integrado en una cadena logística puede ser considerado sólo participación indirecta en
las hostilidades.
a) Debe haber probabilidades de que el acto tenga efectos adversos sobre las
operaciones militares o sobre la capacidad militar de una parte en un conflicto
armado, o bien, de que cause la muerte, heridas o destrucción a las personas o
los bienes protegidos contra los ataques directos (umbral de daño),
b) Debe haber un vínculo causal directo entre el acto y el daño que pueda resultar
de ese acto o de la operación militar coordinada de la que el acto constituya
parte integrante (causalidad directa),
c) El propósito específico del acto debe ser causar directamente el umbral exigido
de daño en apoyo de una parte en conflicto y en menoscabo de otra (nexo
beligerante).
Estos principios son acumulativos, es decir, no vale si no se cumplen todos.
Por su parte el artículo 53 del Protocolo adicional I de 1977 indica que sin
perjuicio de las disposiciones de la Convención de La Haya del 14 de mayo de
1954 para la Protección de los bienes culturales en caso de conflicto armado y de
otros instrumentos internacionales aplicables, queda prohibido cometer actos
de hostilidad o de represalia dirigidos contra los monumentos históricos,
obras de arte o lugares de culto que constituyen el patrimonio cultural o
espiritual de los pueblos así como utilizar tales bienes en apoyo del esfuerzo
militar.
Las obras o instalaciones que contienen fuerzas peligrosas, a saber, las presas, los
diques y las centrales nucleares de energía eléctrica, no serán objeto de ataques,
aunque sean objetivos militares, cuando tales ataques puedan producir la
liberación de aquellas fuerzas y causar, en consecuencia pérdidas importantes en
la población civil. Los otros objetivos militares ubicados en esas obras o instalaciones,
o en sus proximidades no serán objeto de ataques cuando tales ataques puedan producir
la liberación de esas fuerzas peligrosas y causar, en consecuencia, pérdidas importantes
en la población civil. No obstante tal protección cesará solamente si tales
instalaciones se utilizan para funciones distintas de aquellas a que normalmente
están destinadas y en apoyo regular, importante y directo de operaciones militares
y si tales ataques son el único medio factible de poner fin a tal apoyo. En todos los
casos, sin embargo, la población civil y las personas civiles mantendrán su derecho a
toda la protección que les confiere el derecho internacional, incluidas las medidas de
precaución. Si cesa la protección y se ataca a cualquiera de las obras e instalaciones o a
cualquiera de los objetivos militares anteriormente mencionados, se adoptarán todas las
precauciones posibles en la práctica a fin de evitar la liberación de las fuerzas peligrosas
(art.56 Protocolo I).
Localidades no defendidas o “ciudades abiertas”
Tal declaración, en la que se indicará con precisión los límites de tal localidad, será
comunicada a la parte adversa quien no podrá negarse a reconocer tal situación si
concurren las condiciones requeridas. En este sentido, estas localidades han de reunir las
siguientes condiciones:
a) deberán haberse evacuado todos los combatientes, así como las armas y el
material militar móviles;
b) no se hará uso hostil de las instalaciones o los establecimientos militares fijos;
c) ni las autoridades ni la población cometerán actos de hostilidad;
d) no se emprenderá actividad alguna en apoyo de operaciones militares.
En todo caso se prohíbe la utilización de la población civil para evitar los ataques a
objetivos militares (prohibición de escudos humanos).
El artículo 19 del III Convenio de Ginebra de 1949 exige que los beligerantes evacuen a
los prisioneros de guerra tan pronto como sea posible después de su captura, hacia
campamentos ubicados lo bastante lejos de la zona de combate como para no correr
peligro. Por su parte el artículo 23 del mismo Convenio establece que los prisioneros de
guerra no deben ser enviados a, o detenidos en, lugares donde queden expuestos al
fuego de la zona de combate; tampoco pueden ser utilizados, a fortiori, para proteger
ciertos puntos o zonas contra los efectos de las operaciones militares. De forma similar,
el artículo 28 del IV Convenio de Ginebra de 1949 dispone que la presencia de una
persona protegida no debe ser utilizada para proteger ciertos puntos o zonas contra las
operaciones militares.
El artículo 51.8 del Protocolo I que afirma que ninguna violación dispensará a
las partes en el conflicto de sus obligaciones jurídicas con respecto a la
población civil. Más precisamente, el jefe de las fuerzas atacantes debe
continuar tomando todas las medidas de precaución necesarias para limitar las
bajas civiles o los daños a los bienes de carácter civil.
Esta es una clara referencia al artículo 57 del Protocolo cuya aplicación no se
suspende cuando se han utilizado civiles para cubrir objetivos militares. Esta
disposición impone la obligación de adoptar medios y métodos de guerra
diseñados de tal modo que se puedan evitar o reducir todo lo posible las bajas
civiles entre los escudos humanos. Además, implica que las fuerzas atacantes
tienen la obligación de buscar objetivos militares alternativos, que no estén
protegidos con civiles y cuya destrucción les permitiría obtener una ventaja
militar similar.
Esta viene dada como consecuencia del principio de distinción es la norma que prohíbe
los ataques indiscriminados. En tal sentido se establece en el artículo 54.1 del
Protocolo I que se prohíben los ataques indiscriminados tales como:
La expresión ventaja militar debe ser sustancial y relativamente inmediata por lo que
una ventaja que apenas sea perceptible o que sólo aparezca en el largo plazo
debería descartarse. Además esta expresión ha de referirse a la ventaja que se prevé
obtener con un ataque militar considerado en su conjunto y no como una parte
aislada o concreta del ataque.
i) Hacer todo lo que sea factible para verificar que los objetivos que se proyecta
atacar no son personas civiles ni bienes de carácter civil, ni gozan de protección
especial, sino que se trata de objetivos militares;
ii) Tomar todas las precauciones factibles en la elección de los medios y métodos
de ataque para evitar o, al menos, reducir todo lo posible el número de muertos y
de heridos que pudieran causar incidentalmente entre la población civil, así
como los daños a los bienes de carácter civil;
iii) Abstenerse de decidir un ataque cuando sea de prever que causará
incidentalmente muertos o heridos en la población civil, daños a bienes de
carácter civil, o ambas cosas, que serían excesivos en relación con la ventaja
militar concreta y directa prevista.
Asimismo se estipula que cuando se pueda elegir entre varios objetivos militares para
obtener una ventaja militar equivalente, se optará por el objetivo cuyo ataque, según sea
de prever, presente menos peligro para las personas civiles y los bienes de carácter civil.
Conforme a los comentarios de esta disposición, este principio exige que se utilicen de
manera sistemática los medios más eficaces y razonablemente disponibles para
obtener la información más fiable posible antes de un ataque. Si bien la disposición
de ninguna manera impone una obligación de resultado, establece que, en caso de duda,
debe obtenerse información adicional antes de iniciar un ataque. La factibilidad de
tomar precauciones –tanto en el ataque como contra los efectos del ataque– dependerá
de varios factores, como la inteligencia militar disponible, el nivel de control territorial,
la precisión de las armas disponibles, la urgencia de la acción militar y los costos y
riesgos asociados con medidas de precaución adicionales.
El artículo 57.2 c) del Protocolo I prevé que se dará aviso con la debida antelación y por
medios eficaces de cualquier ataque que pueda afectar a la población civil, salvo que las
circunstancias lo impidan. La obligación de dar aviso con la debida antelación de
cualquier ataque que pueda afectar a la población civil es un requisito antiguo que se
halla en las más tempranas codificaciones del derecho que rige la conducción de las
hostilidades. El artículo 19 del Código de Lieber.