Felisisimo Sobre El Concilio de Efeso

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 2

Antecedentes:

En el Concilio de Nicea se había afirmado la divinidad de Jesús (consustancial al


Padre), mientras que, en el Concilio I de Constantinopla se afirmó su verdadera
humanidad. Sin embargo, quedaba un problema de difícil comprensión: ¿cómo puede
darse una unidad en esa dualidad? ¿Sería que esas dos dimensiones pertenecen a un solo
sujeto? ¿Esa unión en Cristo daría paso a una mezcla y confusión? 1 Ciertamente, esta
tarea vendría a ser la principal ocupación de la teología en el siglo V, aunque, este
problema no era algo novedoso, puesto que ya se fundamenta en el enfrentamiento
teológico entre la escuela antioquena y la alejandrina.2
Resulta que, los alejandrinos defendían la unidad afirmando que siendo el Logos el alma
del mundo, con más razón podía animar la carne del Señor. Ellos se preocupaban por
salvaguardar la divinidad de Jesús. Por su parte, los antioquenos defendían la dualidad,
preferían la fórmula: “uno y otro”, dando la distinción entre ambas naturalezas. Más que
todo se preocupaban por salvaguardar la humanidad. Ambas escuelas son representadas
en el siglo V con los principales protagonistas del futuro Concilio: Cirilo y Nestorio.3
Consecuentemente, a estas afirmaciones, la tradición antioquena distinguía en Cristo a
Dios y al hombre (este último sería considerado el templo en el que inhabita el Logos).
De modo que, se prefiere hablar del Hijo de Dios y el Hijo de María, rechazando toda
mezcla y confusión. Sin embargo, se mencionará que estas dos naturalezas forman una
sola realidad. Teodoro de Mopsuestia es uno de los representantes de esta cristología,
quien acentúa la distinción entre ambas naturalezas para librar a la divinidad de la
contaminación humana, siendo que estas tienen una unión de tipo moral, por
complacencia o gracia que se atribuye totalmente a la divinidad.4
Situaciones generales:
Así, esta problemática aumentará mucho más para el siglo V donde se darán amargas
controversias, siendo Nestorio quien prendió mucho más este debate. Este era un
presbítero de Antioquia, perteneciendo, por tanto, a la teología de aquel lugar. Para
conseguir la paz había sido nombrado obispo de Constantinopla por el emperador
Teodosio. El punto de partida de la polémica fue de carácter pastoral: él proponía la
denominación de María como “Madre del hombre Jesús” (anthropotokos), pues
consideraba al título de “Madre de Dios” contaminado de arrianismo y apolinarismo.5
Pese a que, sus intenciones fueron buenas, esto le acarreó posiciones extremas, donde se
presentaba el afirmar que: Jesús, aunque era perfectamente Dios y perfectamente
hombre, estaba conformado por dos sujetos. Entre ellos se daba solo una unión moral, al
constituir un único prosopon (la representación de un solo personaje). De ahí que, Dios
se apropia de la personalidad de Jesús, sin atribuirse las propiedades de este personaje,
por tanto, no se puede decir que el Logos “nació de María”, ni que “padeció en la cruz”.
Para Nestorio, la unidad no se debía buscar en el plano de las naturalezas, sino que
1
Cf. F. MARTÍNEZ DÍEZ, Creer en Jesucristo. Vivir en cristiano. Cristología y seguimiento, Estella
(Navarra) 2005, 313.
2
Cf. F. MARTÍNEZ DÍEZ, Creer en Jesucristo. Vivir en cristiano…, 313.
3
Cf. F. MARTÍNEZ DÍEZ, Creer en Jesucristo. Vivir en cristiano…, 314.
4
Cf. F. MARTÍNEZ DÍEZ, Creer en Jesucristo. Vivir en cristiano…, 315.
5
Cf. F. MARTÍNEZ DÍEZ, Creer en Jesucristo. Vivir en cristiano…, 317.
debía respetarse el hecho de la no confusión de ambas: Jesús es un prosopon en dos
naturalezas.6
Cirilo fue quien principalmente se opuso a esta afirmación. Él era patriarca de
Alejandría e incondicional a la teología de Atanasio (teología alejandrina). Consideraba
que las tesis nestorianas ponían en peligro la unión y la humanidad de Cristo. Así, lo
que había comenzado por ser una correspondencia personal con Nestorio, terminó
convirtiéndose en todo un conflicto donde se dieron desautorizaciones por ambas partes.
De ahí que, para procurar la paz, el emperador Teodosio II terminó convocando el
Concilio de Éfeso en el 431. Lastimosamente, los intereses políticos y el oportunismo
daño este ambiente para lograr una solución objetiva.7
Este Concilio confirmó la cristología presentada en Nicea con el ánimo de mantenerse
fiel a la tradición, pero también con el respaldo de las opiniones de Cirilo, el cual,
afirmaba, en su segunda carta a Nestorio, que: En Cristo se daba una unidad real y no
meramente de apariencia (prosopon); esa unión no implicaba que se haya dejado de ser
plenamente divino y que, por tanto, es una unión de naturalezas distintas (por la
hipóstasis).8 Siendo que, Cirilo afirmará que no fue primero engendrado un hombre para
que luego lo asumiera el Logos, sino que es el mismo Logos que se unió a la humanidad
desde el primer momento de la concepción. El Logos se humanó sin dejar lo divino y
así la humanidad fue divinizada sin dejar de ser humana.9
Aportación final:
Un aspecto que caracteriza la verdadera novedad de Éfeso fueron las consecuencias en
la práctica: se tenía que predicar a Jesucristo tanto en lo divino como en lo humano. De
ahí que se debería llamar a María como Madre de Dios. En lo que respecta a la piedad,
respecto a sí la humanidad de Jesús habría de ser digna de adoración, se afirma que
ambas naturalezas son glorificadas por conformar un solo sujeto, así, se da una sola
adoración.10
Finalmente, en Éfeso se redactó el llamado Símbolo de la unión, el cual, fue suscrito por
Juan de Antioquia y Cirilo de Alejandría, los dos líderes de ambas escuelas. En este se
confesaba a Jesús como perfecto en cuanto Dios y perfecto en cuanto hombre. El cual
según la divinidad nació del Padre antes de todos los tiempos y según la humanidad
nació de la virgen María, dándose una unión de dos naturalezas y por eso se confiesa a
un solo Cristo, un solo Hijo, un solo Señor. En principio, con esto se logró calma,
aunque no por mucho tiempo debido a Eutiques, un monje polémico y de escasa
formación que rechazó este símbolo y provocó un nuevo conflicto al organizarse por su
causa el llamado “latrocinio de Éfeso”, donde se retomaron los anatemismos de Cirilo y
depuso a varios antioquenos.11

6
Cf. F. MARTÍNEZ DÍEZ, Creer en Jesucristo. Vivir en cristiano. Cristología y seguimiento, Estella
(Navarra) 2005, 317-318.
7
Cf. F. MARTÍNEZ DÍEZ, Creer en Jesucristo. Vivir en cristiano…, 318-319.
8
Cf. F. MARTÍNEZ DÍEZ, Creer en Jesucristo. Vivir en cristiano…, 319.
9
Cf. F. MARTÍNEZ DÍEZ, Creer en Jesucristo. Vivir en cristiano…, 321.
10
Cf. F. MARTÍNEZ DÍEZ, Creer en Jesucristo. Vivir en cristiano…, 319-320.
11
Cf. F. MARTÍNEZ DÍEZ, Creer en Jesucristo. Vivir en cristiano…, 321-322.

También podría gustarte