C. de E. 23-05-08 Consentimiento Informado Tácito
C. de E. 23-05-08 Consentimiento Informado Tácito
C. de E. 23-05-08 Consentimiento Informado Tácito
I. ANTECEDENTES
1. Las pretensiones
2. Fundamentos de hecho
3. La oposición de la demandada
5. La sentencia recurrida
Que el a-quo acogió sin aplicar los principios rectores de la sana crítica,
la afirmación hecha por el mencionado galeno, según la cual el problema
de impotencia del señor Muñoz Ospina fue consecuencia del accidenté
que sufrió a la edad de cinco años, cuando en su historia clínica no figura
que tuviera dicha patología con anterioridad al momento de las
intervenciones quirúrgicas. Que los artículos 34 y 36 de la Ley 23 de
1981, imponen la obligación al médico tratante de registrar con claridad
todos los antecedentes del paciente en su historia clínica y que nada
consta en la misma, en relación con los efectos de la droga suministrada
al paciente, formulada por lo demás para tratar el problema de su
impotencia, lo que es contradictorio con la afirmación del médico
tratante, según la cual el procedimiento estaba únicamente encaminado a
corregir la deficiencia urinaria del paciente.
(i) Las lesiones en la vida sexual y laboral que sufrió el señor Carlos
Alfredo Ospina Muñoz como consecuencia de una intervención
quirúrgica, así se infiere de algunas afirmaciones de la demanda, tales
como: “(...) el galeno (...) manifestó que intervendría de nuevo para
eliminar la callosidad y suprimir un pequeño hueso que obstaculizaba e
impedía que la uretra permaneciera abierta. Hasta ese momento el
genital de mi mandante no había sufrido lesión distinta de las propias de
la intervención. La capacidad erectiva, de eyacular y el tamaño y forma
del pene eran normales”. (fl. 7 c. ppal.).
1.1. El Daño
1
Dicha calificación fue allegada al proceso en respuesta al oficio 585 del 11 de mayo de 1998 remitido por el a-
quo, de conformidad con el auto del siete de mayo de 1998, en el cual se indicó “para establecer la calificación
de la perdida de la capacidad laboral...por secretaría establézcase comunicación con la doctora Luz Mary López
de Orozco, Secretaria de la Junta Seccional de Calificación de Invalidez del departamento del Quindío para que
se sirva coordinar la absolución de la pregunta 4.1.8 (bis) de la demanda” (fl 75 del c.ppl). Dicha pregunta se
refiere a la condiciones de capacidad laboral del señor Muñoz Ospina (fl 14 c.ppl.).
2
En dictamen de la Junta de Calificación de Invalidez se lee: ANTECEDENTES CLÍNICOS Y PARACLÍNICOS Y
EXÁMEN MEDICO ACTUAL. Antecedentes: Mi pene no funciona desde hace cuatro años después de la última
cirugía que me realizaron en el ISS; manifiesta accidente tránsito a los cinco años de edad, tx pélvico, desde
entonces micción por el ano, su función sexual era normal, se somete a tras cirugías para reconstrucción de
uretra, obtiene mejoría parcial al orinar por sonda, refiere encogimiento del pene y disfunción eréctil desde
entonces, refiere además humedad permanente por incontinencia. Hallazgos positivos clínicos y para clínicos:
Cicatriz quirúrgica hipogástrica, acortamiento pene, presencia de humedad por salida constante de orina por la
sonda; a la estimulación manual por el pene no se obtiene erección alguna, además edema púbico izquierdo.
Diagnóstico: 1) Secuelas trauma pélvico antiguo, 2) Sonda vesical abdominal, 3) Disfunción eréctil severa, 4)
incontinencia vesical. (fl 90 c.ppl.)
no obstante obrar en copia simple, por las razones que a continuación se
señalan.
“En tal virtud, la Sala considera que cuando una de las partes no cumple
con el deber de aportar la copia auténtica de un documento cuyo original
se encuentra en su poder o legalmente bajo su guarda y archivo, corre con
el riesgo y los efectos que con su conducta omisiva pretendió evitar, que,
en el presente caso, se concreta en tener como susceptible de valoración la
copia remitida por la parte que desplegó todas las gestiones que estuvieron
dentro de su esfera material y jurídica para que la misma fuera remitida al
proceso en las condiciones formales requeridas, y dado que el estudio de la
misma interesa al proceso en su conjunto4”(se subraya).
3
El artículo 68 y 76 señalan que en los aspectos no regulados en la citada ley y, en particular, para la práctica de
pruebas, se aplicarán a las Acciones de Grupo las normas del Código de Procedimiento Civil, en cuanto no
contraríen las normas dispuestas para las mismas.
4
CONSEJO DE ESTADO, SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO, SECCIÓN TERCERA, Sentencia
del 16 de abril de 2007. Exp. AG-25000-23-25-000-2002-00025-02. M.P. Ruth Stella Correa Palacio.
las intervenciones quirúrgicas que se le practicaron y los efectos post-
operatorios consignados en la misma. (fl. 12 c.ppal.)
1.3.1 Por tratarse de la imputación del daño a una falla médica, considera
la Sala procedente realizar una breve exposición de la jurisprudencia
actual sobre el régimen de responsabilidad bajo el cual debe examinarse,
en particular para establecer cuáles eran las cargas probatorias de las
partes.
7
Sentencia del 10 de febrero de 2000, exp: 11.878. En el mismo sentido, sentencia del 8 de febrero de 2001, exp:
12.792.
les obliga a suministrar todos los medios de que disponen para acreditar
la veracidad de los hechos y, en consecuencia, que bien puede el juez en
la sentencia hacer correr a la parte negligente con los efectos adversos de
su omisión probatoria.
8
Lo que la doctrina denomina como óblito quirúgico y que considera que en la generalidad de los casos sólo
puede explicarse por negligencia del médico o su equipo.
9
?
Ejemplos citados por LORENZETTI, Ob.cit, pág.222.
en la prueba de la existencia de los errores, omisiones o negligencias que
causaron los daños a los pacientes.
tenía incidencia causal en la producción del daño y que, por lo tanto, se estaba en presencia de un supuesto de
responsabilidad patrimonial de carácter objetivo, por lo que había lugar a concederle una indemnización,
excluyendo de la misma resultados lesivos inherentes a la gravísima situación clínica en la que se encontraba la
paciente al momento de su ingreso y sus complicaciones posteriores. Sentencia que el autor juzgó irrazonable,
en el marco de la responsabilidad que se predica en España, a partir de la verificación de que la víctima sufrió un
daño que no estaba en el deber jurídico de soportar y en el que intervino causalmente la Administración, sin
incurrir en falla alguna del servicio, ni tratarse de “daños cuasiexpropiatorios o de sacrificio”, esto es, los que
aparezcan como consecuencia directa de actuaciones administrativas lícitas. Críticas que bien podrían tener su
aplicación en la responsabilidad patrimonial que establece el artículo 90 de la Constitución y que para algunos
doctrinantes debería ser suficiente para deducir la responsabilidad.
que prestar la máxima atención y no resolver como pérdida de
oportunidad eventos en los cuales lo que se presentan son dificultades al
establecer el nexo causal.
14
PARRA QUIJANO, Jairo, Manuel de Derecho Probatorio, Décima Edición, Librería Profesional, Bogotá, p, 495.
“i) Los hechos indicadores, o indicantes: son los hechos conocidos, los
rastros o huellas que se dejan al actuar, la motivación previa, etc., son las
partes circunstanciales de un suceso, el cual debe estar debidamente
probado en el proceso;
“iv) El hecho que aparece indicado, esto es, el resultado de esa operación
mental15.
Así las cosas, una vez construida la prueba indiciaria, el juez deberá
valorarla teniendo en cuenta su gravedad, concordancia, convergencia y
relación con los demás medios de prueba que obren en el proceso. Para
efecto de establecer su gravedad, la doctrina ha clasificado los indicios en
necesarios y contingentes, entendiendo como necesarios, aquellos que de
manera infalible muestran la existencia o inexistencia de un hecho que se
pretende demostrar, o revelan en forma cierta la existencia de una
constante relación de causalidad entre el hecho que se conoce y aquel que
se quiere demostrar y son, por lo tanto, sólo aquellos que se presentan en
relación con ciertas leyes físicas, y como contingentes, los que revelan de
modo más o menos probable cierta causa o cierto efecto. Estos últimos
son clasificados como graves o leves, lo cual depende de si entre el hecho
indicador y el que se pretende probar existe o no una relación lógica
inmediata.”
15
Al tratar del indicio, el profesor Parra Quijano destaca que esa inferencia mental debe hacerse en relación con
el tema del proceso: “Para que podamos con propiedad hablar de indicio se requiere aprehender el hecho en su
momento dinámico, es decir, cuando se relaciona con la ‘pequeña historia del proceso’ y con una regla de la
experiencia”, PARRA QUIJANO, Jairo, Tratado de la prueba judicial. Indicios y presunciones. Tomo IV, Cuarta
edición, Bogotá, Ediciones Librería del Profesional, 2001, pág. 9”.
16
CONSEJO DE ESTADO. SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO. SECCIÓN TERCERA. Sentencia
del 3 de octubre de 2007. Exp. 19286. M.P. Ruth Stella Corres Palacio.
Para la Sala existen en el plenario los siguientes hechos indicadores:
17
En relación con los riesgos el médico tratante en declaración rendida en este proceso señaló: “riesgo de
sangrado y manipulación de estructuras nerviosas, la función sexual puede verse mucho más comprometida,
debido a la manipulación de estructuras antiguas, cicatrizales y fibrosas. Es por eso, el motivo de que siempre en
todas mis notas nombro todas las complicaciones”
del cual fue informado con anterioridad a la práctica del acto quirúrgico
el paciente y al que prestó su consentimiento tácitamente.
18
En su declaración la madre del demandante señaló “después de las operaciones prácticamente no puede
hacer nada porque tiene una sonda, imagínese que esa sonda se le infecta, se la tiene que estar cambiando
cada mes y después de que se la cambian, le viene un dolor que tiene que estarse en reposo por hay 2 o 3 días,
entonces una persona así como puede estar trabajando y para mí es una persona incapacitada, inválida y el me
cuenta también porque hay intimidad, confianza conmigo, que el matrimonio también está mal, porque el quedó
mal, me dice que no ha podido tener relaciones con su esposa…” (fl 206 C2 de pruebas) Por su parte el hermano
del demandante indicó: “tengo conocimiento por comentarios muy íntimos del mismo Carlos Alfredo, de que ha
perdido totalmente la vida sexual y parte de su trabajo” (fl 209 del C. 2 de pruebas).
paciente sufrió de una disfunción eréctil severa y de una disminución en
su capacidad laboral.
19
En el expediente se encuentran las declaraciones de los Doctores Germán Gaviria Rincón, medico encargado
de practicar el procedimiento quirúrgico al demandante, Rubén Darío Olivares Castro, médico ortopédico y
traumatólogo y Germán Sánchez Jiménez médico anestesiólogo, quienes también participaron en la cirugía las
cuales fueron aportadas al proceso para probar que en la cirugía no se incurrió en ningún tipo de error o
complicación que pudiera generar efectos nocivos en la salud del paciente, salvo aquellos riesgos normales no
imputables por la conducta negligente o indebida del médico tratante durante la cirugía.
Es deber legal de los médicos brindar información a las personas sobre
los procedimientos que juzgan convenientes para el restablecimiento o
mejoramiento de su estado de salud, así como sobre las ventajas y riesgos
que se derivan de los mismos y sobre las alternativas, en caso de existir
(Ley 23 de 1985, artículo 15), deber que implica que los profesionales de
la ciencia médica sólo puedan proceder a la realización de dichos
procedimientos en el evento de que los pacientes, o en su defecto sus
representantes, brinden su consentimiento de manera libre, con las
salvedades que más adelante se señalarán. Ese deber de los médicos y su
correlativo derecho para los pacientes tiene fuente constitucional y se
fundamenta, de un lado, en el principio de la buena fe que debe inspirar
las relaciones entre las personas, especialmente, tratándose de una
relación profesional, en la cual una de las partes tiene la ventaja del
conocimiento, frente a la ignorancia del otro, y de otra, en los derechos
fundamentales a la Dignidad Humana (art. 1º), la Autonomía (art. 16) 20 y
20
Sobre este tema, la Corte Constitucional ha hecho un amplio desarrollo. Por ejemplo, en sentencia T-850 de
2002 señala: “La autonomía supone el reconocimiento de la dignidad humana por parte del Estado y de la
sociedad, la cual impone tratar al individuo como un sujeto moral, que tiene el derecho de decidir entre diversos
tratamientos médicos cuál le conviene más, sin que ni el Estado, ni de la sociedad, puedan imponerle uno...”. ?
En sentencia T-412 de 2004, la Corte constitucional resumió su posición sobre el tema, así: “En diversos
pronunciamientos la Corte ha hecho ver que el principio de autonomía individual del paciente respecto de su
cuerpo, que se deriva del mandato pro libertate acogido por nuestra Constitución, exige que su consentimiento
sea otorgado para proceder a practicarle cualquier intervención sobre su cuerpo y que sus decisiones en esta
materia sean producto de una suficiente información; en tal virtud, dicho principio de autonomía impone a los
médicos tratantes el suministrarle información comprensible a fin de que pueda decidir libremente que se somete
a los tratamientos o procedimientos prescritos. El que el consentimiento del paciente sea informado supone
entonces que médico debe permitir que el paciente sea consciente de los beneficios, riesgos y demás
implicaciones del procedimiento al que va a ser sometido, así como de las alternativas a dicho tratamiento y sus
respectivas implicaciones (Sentencia C-597 de 2001). Tratándose de menores de edad o de incapaces, como
regla general la Corte ha concluido que los padres y los representantes legales pueden autorizar los
procedimientos o tratamientos médicos que les sean prescritos (Sentencias T-551 de 1999, T-692 de 1999, SU-
337 de 1999 y T-1390 de 2000). No obstante, en algunos casos especiales ha hecho ver que se requiere
autorización judicial para proceder a practicar la intervención”.
la Libertad (art. 28)21 de los pacientes que se traduce en el poder de
disposición de su cuerpo, en la elección moral de sus alternativas y
modelos de vida22.
21
?
Sobre este tema, la Corte Constitucional ha hecho un amplio desarrollo. Por ejemplo, en sentencia T-850 de
2002 consideró: “La autonomía supone el reconocimiento de la dignidad humana por parte del Estado y de la
sociedad, la cual impone tratar al individuo como un sujeto moral, que tiene el derecho de decidir entre diversos
tratamientos médicos cuál le conviene más, sin que ni el Estado, ni de la sociedad, puedan imponerle uno...” y En
sentencia T-412 de 2004, la Corte resumió su posición sobre el tema, así: “En diversos pronunciamientos la
Corte ha hecho ver que el principio de autonomía individual del paciente respecto de su cuerpo, que se deriva del
mandato pro libertate acogido por nuestra Constitución, exige que su consentimiento sea otorgado para proceder
a practicarle cualquier intervención sobre su cuerpo y que sus decisiones en esta materia sean producto de una
suficiente información; en tal virtud, dicho principio de autonomía impone a los médicos tratantes el suministrarle
información comprensible a fin de que pueda decidir libremente que se somete a los tratamientos o
procedimientos prescritos. El que el consentimiento del paciente sea informado supone entonces que el médico
debe permitir que el paciente sea consciente de los beneficios, riesgos y demás implicaciones del procedimiento
al que va a ser sometido, así como de las alternativas a dicho tratamiento y sus respectivas implicaciones
(Sentencia C-597 de 2001). Tratándose de menores de edad o de incapaces, como regla general la Corte ha
concluido que los padres y los representantes legales pueden autorizar los procedimientos o tratamientos
médicos que les sean prescritos (Sentencias T-551 de 1999, T-692 de 1999, SU-337 de 1999 y T-1390 de 2000).
No obstante, en algunos casos especiales ha hecho ver que se requiere autorización judicial para proceder a
practicar la intervención”.
22
Vale destacar que el deber de brindar al paciente la información necesaria para que éste pueda tomar libre y
conscientemente la decisión sobre el tratamiento o intervención médica, figura provisto legalmente en la Ley 23
de 1981, o “Código de Ética Médica”, que en el art.1º dispone: “La medicina es una profesión que tiene como fin
cuidar de la salud del hombre y propender por la prevención de las enfermedades, el perfeccionamiento de la
especie humana y el mejoramiento de los patrones de vida de la colectividad, sin distingos de nacionalidad, ni de
orden económico-social, racial, político y religioso. El respeto por la vida y los fueros de la persona humana
constituyen su esencia espiritual. Por consiguiente, el ejercicio de la medicina tiene implicaciones humanísticas
que le son inherentes” y en el art. 15 que prevé: “El médico no expondrá a su paciente a riesgos injustificados.
Pedirá su consentimiento para aplicar los tratamientos médicos, y quirúrgicos que considere indispensables y que
puedan afectarlo física o síquicamente, salvo en los casos en que ello no fuere posible, y le explicará al paciente
o a sus responsables de tales consecuencias anticipadamente”. Esa relación médico – paciente prevista en la ley
fue reglamentada en los artículos 2 a 19 del Decreto 3380 de 1981.
Constitucional en numerosas sentencias, de las cuales se destaca lo dicho
en la Sentencia C-401 de 1994, en que se consideró:
28
En sentencia SU-337 de 1999, ya mencionada, la Corte Constitucional consideró: “Como es obvio, la
incompetencia temporal o permanente de un enfermo para decidir sobre una intervención médica no puede significar
que en tales eventos los tratamientos no son posibles, por ausencia de autorización del afectado, por cuanto se
estarían desprotegiendo totalmente la vida y la salud de esos individuos. Esta solución sería contraria a la Carta, pues
consentimiento, el médico debe realizarse los procedimientos necesarios
para evitar complicaciones graves, o someter al paciente a una nueva
cirugía29.
aún cuando el riesgo no consentido se hubiera materializado, cuando el daño sea inferior al que hubiera sufrido el
paciente en el evento de haber rehusado el tratamiento ?.
mismo se hubiera producido como consecuencia de una falla, pero no por
la falta de consentimiento del paciente.
31
La Corte Constitucional, en sentencia T-477 de 1995 afirmó: lo que se había llamado el consentimiento
informado no era otra cosa que “la tensión constante hacia el porvenir, que le permite al hombre escoger entre
diversas opciones; es la existencia como libertad: tomar en sus manos su propio devenir existencial”.
derechos a disponer de su propia vida, a un riesgo, que él no hubiera
asumido, de generarle un mayor daño corporal o la muerte.
32
En este sentido, CARLOS IGNACIO JARAMILLO. Responsabilidad Civil Médica. La relación médico –
paciente: análisis doctrinal y jurisprudencial. Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana, 2002, pág. 228, señala:
“Por nuestra parte, nos identificamos con esta tesis, si por ella ha de entenderse que el débito informativo, no
obstante ser un deber secundario –o instrumental- de conducta galénico (no por ello de menor importancia o
jerarquía) y estar relacionado con el deber céntrico, o sea con la asistencia médica, lato sensu, tiene su propia
fundamentación y estructura, lo que permite que, in concreto, pueda ser apreciado en forma individual y, por
ende, separado de los demás deberes: principal y secundarios. De esta manera, conforme se anticipó, en un
evento determinado podría admitirse que se cumplió con el deber informativo a plenitud, pero se incumplió con el
deber céntrico, por pretermisión de la lex artis ad hoc, o viceversa: que se cumplió con el primario, pero se
incumplió el deber de información”.
33
Sentencia de la Corte Constitucional T-401 de 1994.
existencia o no de alternativas menos riesgosas, entre otros factores que
deben servir al juez para establecer la cuantía de la indemnización.
35
En este sentido, JAIRO CÉSAR GALÁN CORTÉS. Responsabilidad Médica y Consentimiento Informado.
Madrid, Ed. Civitas. 2001, pág. 220. El autor se apoya también en el criterio del tratadista ROGER O. DALCQ.
Traité de la responsabilité Civile. Bruselas, Maison Ferdinand Larcier Éditeurs, 1967. Habría que observar a este
criterio que esos riesgos se toman con el único fin de favorecer las condiciones del paciente y no en beneficio del
médico.
consentimiento informado del paciente asume los riesgos y, por lo tanto,
debe reparar el daño causado al paciente.
36
Sentencia de 24 de enero de 2002, exp. 12.706.
negarse, sin que el problema se solucione al crear un nuevo tipo de
perjuicio denominado probabilidad de sanar37.
37
FELIPE NAVIA ARROYO. Consentimiento Informado y Responsabilidad Civil Médica . En: Revista de Derecho
Privado No. 11. Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2006, pags. 157-170, da las siguientes razones
para considerar equivocada esa solución: “…en primer lugar porque, como acertadamente lo señala JEAN
PENNEAU, se trata de resolver un problema de causalidad en términos de perjuicio. Dicho con otras palabras,
cuando el juez no está seguro de si la culpa médica, técnica o por violación de un deber de humanidad, está
conectada con la agravación del estado de salud, la invalidez o la muerte del paciente, que es el perjuicio que
realmente se causa aquí, pero a la vez también es evidente que hubo una culpa y se intuye, se repite: sin estar
seguros de ello, que ésta contribuyó de alguna manera en el resultado final, debe condenarse al médico a pagar
algo, en el fondo a asumir parte del perjuicio sufrido por el paciente. Más como es evidente que ésta hipótesis,
aún con mayor apoyo en la teoría de la equivalencia de las condiciones, dada la duda sobre la existencia del
vínculo de causalidad, no sería justo condenarlo a indemnizar la totalidad del daño final, se crea una categoría de
perjuicio, la de la pérdida de una oportunidad, para condenarlo a pagar solamente una parte del daño
experimentado por el paciente…una segunda razón para criticar esta tendencia jurisprudencial, es crear una
nueva categoría de perjuicio, la de probabilidad de sanar o de sobrevivir, que simplemente no existe. Y no existe
por la muy simple razón de que el proceso se desarrolló hasta el final; la probabilidad o el chance suponen que
un proceso normal se interrumpa, de modo que no puede saberse si el resultado final se habría dado o no…En
cambio en el caso de pérdida de oportunidad de sobrevivir o de curarse, el proceso se desarrollo en su totalidad,
llegó al final, puesto que se produjo la muerte o el estado de salud del paciente no mejoró…En fin, una tercera
razón para no inclinarse por esta posición sería la de decir que, puesto que toda culpa, aún la más mínima, le
hace perder al paciente una oportunidad de curarse o de sobrevivir, habría que condenar sistemáticamente a los
médicos, lo cual no sólo revolucionaría el régimen de responsabilidad médica, sino que tendría efectos negativos
en el ejercicio de la profesión. En conclusión, el problema de relación de causalidad por falta de información debe
resolverse con el dilema equivalencia de las condiciones o causalidad adecuada, y no con la intervención de un
perjuicio imaginario denominado probabilidad de sanar”.
terapéutico, en el que estuvo sometido a riesgos que él no consintió y que,
finalmente, pudieron o no materializarse.
Frente a esta última crítica, vale reiterar que lo que se pierde al no pedir
el consentimiento del paciente para exponerlo a los riesgos de una
intervención, no es la oportunidad de recuperar la salud con la aplicación
de un tratamiento, sino la de que sea el paciente quien decida si prefiere
que se busque ese fin con un tratamiento en el cual los resultados pueden
llevarlo a un estado menos favorable que aquel en el que se encuentra, o
si prefiere esperar a que su salud se restablezca sin intervención médica, o
que simplemente la enfermedad o lesión produzcan por sí mismas sus
resultados.
38
HINESTROSA, Fernando, Curso de obligaciones (conferencias), segunda edición mimeografiada, Bogotá,
Facultad de Derecho, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 1961, p. 124
agota en la declaración, que existen otras formas y esta es justamente, el
comportamiento o conducta de la cual se deduce la voluntad.
De ahí que para la Sala es claro que en sub lite medió una manifestación
consciente y libre de la decisión volitiva, que aunque no consta por
escrito, ello no obsta para que tenga plena eficacia jurídica cuando ella
aparece de manera tácita, en tanto ella evidencia no sólo el pleno
conocimiento de los eventuales riesgos a los que se sometía, sino que
también se trata de una voluntad libre, como quiera que de acuerdo con
las pruebas evaluadas, la misma no adolece de vicios.
Por manera que quedó establecido que la entidad desde que comenzó el
prolongado tratamiento con una antelación de más de un año brindó
información suficiente y adecuada al paciente sobre los riesgos de la
intervención, de modo que si bien no aparece en el plenario una
autorización expresa, la prueba documental evaluada revela que a la
sazón se obtuvo consentimiento tácito del paciente, quien pudo
autónomamente disponer si se sometía o no a la cirugía programada y
quien hoy en sede judicial no puede alegar falta de información adecuada
y completa sobre los mismo.
FALLA