Hechos 2
Hechos 2
Hechos 2
Tenemos que saber que para edificar la iglesia fueron necesarios TRES
ACONTECIMIENTOS FUNDAMENTALES que marcan el inicio de la historia de la
iglesia.
b) Ese día que se celebraba por las cosechas el señor derramó el poder para que
la iglesia pudiera cosechar las almas por medio del evangelio de nuestro señor
Jesucristo (Lucas 10:2)
Las lenguas y el fuego tienen un significado muy importante para el evangelio: las
lenguas se refieren al mensaje que tenemos que transmitir y el fuego se refiere
al poder transformador de ese mensaje.
La iglesia tiene un mensaje que transmitir y cada uno de nosotros somos los
encargados de transmitir ese mensaje y nuestro Dios nos ha dado el poder por
medio de su Espíritu Santo para hacerlo.
"De repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que
soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban"
Permítanos ahora dirigir su atención hacia algo que consideramos muy importante.
Cuando el Espíritu Santo vino, no fue en una forma visible. Sin embargo, dio a
conocer Su presencia de dos maneras. Hubo una apelación a dos de las vías
sensoriales mediante las cuales el género humano recibe su conocimiento.
Adquirimos la mayor parte de nuestro conocimiento por las puertas de entrada del
oído y del ojo. Oímos y vemos. Pues bien, el Espíritu Santo hizo uso de ambas
vías.
Por medio del oído percibieron un ruido que llegó del cielo, como de un viento
fuerte que llenó toda la casa donde estaban sentados. No fue ningún viento. Fue
un estruendo como de un viento. No fue como el ruido de la brisa que sopla
suavemente por las copas de los árboles. Producía el ruido de un huracán o de un
tornado y creemos que toda la ciudad de Jerusalén lo pudo escuchar.
El Espíritu Santo vino en el día de Pentecostés, y ellos vieron algo que tenía la
apariencia del fuego. Continuemos ahora con el versículo 4 de este capítulo 2 de
los Hechos:
Este versículo dice que ellos fueron llenos del Espíritu Santo.. El Señor Jesús
les dijo que lo serían. Dice en el capítulo 1 de este libro de los Hechos, versículo 4
y 5: "Y estando juntos, les ordenó: no salgáis de Jerusalén, sino esperad la
promesa del Padre, la cual oísteis de mí, porque Juan ciertamente bautizó con
agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos
días". El mismo hecho de que fueron llenos del Espíritu Santo indicaba que todos
los otros ministerios del Espíritu Santo a los creyentes de esta época habían sido
realizados.
En primer lugar, ellos fueron regenerados Una persona tiene que nacer de nuevo
espiritualmente. En el evangelio según San Juan, capítulo 3, versículo 5, Jesús
respondió al fariseo Nicodemo: ". . . De cierto, de cierto te digo, que el que no nace
de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios". En segundo lugar, el
Espíritu de Dios viene a morar en ellos. Dijo el apóstol Pablo en su carta a los
Romanos, capítulo 8, versículo 9: "Pero vosotros no vivís según los deseos de
la débil condición humana, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de
Dios está en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él". En
tercer lugar, fueron sellados por el Espíritu Santo para una relación eterna con
Dios. El apóstol Pablo en su carta a los Efesios, capítulo 1, versículos 13 y 14 dijo:
"En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de
vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu
Santo de la promesa, que es las arras o garantía de nuestra herencia hasta la
redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria". Y una vez
más en el capítulo 4 de la misma carta a los Efesios, versículo 30 dijo: "Y no
hagáis entristecer al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el
día de la redención". Ahora es posible contristar al Espíritu Santo de Dios, pero no
es posible contristarlo hasta el punto de que salga de uno. El Espíritu de Dios sella
al creyente para el día de la redención. Nunca se nos mandó pedir el sello del
Espíritu Santo. Eso es algo que Dios hace al creer nosotros en Él. La fe en
Jesucristo nos da el sello del Espíritu Santo para el día de la redención.
En cuarto lugar, fueron bautizados con el Espíritu Santo. El bautismo del Espíritu
Santo fue predicho por Juan el Bautista en el capítulo 3 del evangelio según San
Lucas, versículo 16, y fue repetido por el Señor Jesús, como vimos en el capítulo 1
de los Hechos, versículo 5: "Porque Juan ciertamente bautizó con agua, pero
vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días".
Entonces tuvo lugar este bautismo, que les colocó en el cuerpo de los creyentes.
Señaló el principio de la Iglesia. Desde aquel día en adelante, todo creyente en el
Señor Jesucristo es puesto en el cuerpo de Cristo por el bautismo del Espíritu
Santo. Como dijo el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios, capítulo 12,
versículo 13: "Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un
cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se
nos dio a beber de un mismo Espíritu."
Después de que fueron llenos del Espíritu Santo, dice el versículo 4 de este
capítulo 2 de los Hechos, que: "comenzaron a hablar en otras lenguas, según
el Espíritu les daba que hablaran."
Ahora estas ". . . otras lenguas. . ." no eran lenguas desconocidas. Había muchas
lenguas habladas por los judíos en todas las provincias del Imperio Romano.
Estos adoradores habían venido de las diferentes partes del Imperio Romano para
la fiesta de Pentecostés. Recordemos que a todos los varones judíos se les
requería ir a Jerusalén para la celebración de tres de las fiestas anuales. Estaban
pues, en Jerusalén para la fiesta, y muchos de éstos no podían hablar hebreo.
Ahora, esto no era extraño. Hay muchos judíos en nuestros países hoy que
tampoco pueden hablar hebreo. Por muchos años fue un idioma casi sin uso,
aunque hoy en Israel, se habla nuevamente.
"Al oír este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno
los oía hablar en su propia lengua."
Ahora, los que se juntaron allí estaban confundidos, porque no solamente que
hablaban el idioma de su país, sino que también cada persona oyó su propio
dialecto; es decir, la manera en que cada idioma era hablado en una parte del
país. Pero estos hombres no hablaban algo ininteligible. No hablaban en lenguas
desconocidas, sino en los dialectos de las personas que se hallaban en la
multitud.
Ahora, hay otro aspecto que debemos mencionar. Algunos eruditos Bíblicos
piensan que es posible que los apóstoles no hablaran en lenguas extrañas de
ninguna manera, pero hablaran en su propio dialecto galileo. En ese caso, el
milagro bien pudo haber ocurrido en el oír, porque se dice que cada hombre les
oía hablar en su propio dialecto. Entonces, el milagro que anuló la barrera del
idioma, ¿estuvo en el hablar o en el oír? El caso fue que se trató de un milagro.
Leamos ahora los versículos 7 al 11:
"Estaban atónitos y admirados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que
hablan? ¿Cómo, pues, los oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en
la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en
Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto y Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y las
regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos
como prosélitos, cretenses y árabes, los oímos hablar en nuestras lenguas las
maravillas de Dios."
"Estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir
esto?"
Es decir, que creyeron que estos hombres estaban ebrios, estaban borrachos.
Reflexión final: podemos darnos cuenta que el Espíritu Santo se manifiesta con
poder cuando los hijos de Dios tienen un mismo sentir, cuando no hay divisiones,
cuando a pesar de nuestras diferencias de carácter, de pensamiento, de liturgia,
podemos quitar nuestro orgullo y ser de un mismo sentir con nuestros hermanos
en Cristo.
1. Llevar y guiar (Mateo 4:1; Marcos 1:12; Lucas 2:27; 4:1; Hechos 8:29;
Romanos 8:14).
2. Hablar a través de las personas (Mateo 10:20; Hechos 1:16; 2:4; 13:2;
28:25; Hebreos 3:7; 2 Pedro 1:21; Apocalipsis 2:11,17,29; 3:6,13,22).
3. Expulsar demonios (Mateo 12:28).
5. Bautizar y llenar (Mateo 3:11; Marcos 1:8; Lucas 1:15,41,67; 3:16, 4:1; Juan
1:33; Hechos 1:4-5; 2:4; 4:8,31; 6:3,5; 7:55; 10:47; 11:24; 13:9,52; 1 Corintios
12:12).
11. Dar dirección, apoyo y guía (Marcos 13:11; Hechos 10:19; 11:12; 21:11; 1
Timoteo 4:1).
17. Mostrar lo
s secretos de Dios (1 Corintios 2:10; 1 Corintios 2:12).
18. Poner un sello sobre nuestras vidas (2 Corintios 1:22; Efesios 4:30).
21. Enseñar (Lucas 12:12; Juan 14:26; Hechos 1:2; 1 Corintios 2:13; 1 Juan
2:27).
Una vez que somos salvos y pertenecemos a Dios, el Espíritu hace su morada en
nuestros corazones para siempre, sellándonos con la confirmación, certificación y
seguridad de la promesa de nuestro estado eterno como Sus hijos. Jesús dijo que
Él nos enviaría al Espíritu para que fuera nuestro Ayudador, Consolador y Guía. “Y
yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para
siempre” (Juan 14:16). La palabra griega traducida “Consolador”, significa alguien
que es llamado “al lado de” y tiene la idea de alguien que anima y exhorta. El
Espíritu Santo toma residencia permanente en los corazones de los creyentes
(Romanos 8:9; 1 Corintios 6:19, 20; 12:13). Jesús envió al Espíritu como una
“compensación” por Su ausencia, para llevar a cabo las funciones que Él hubiera
hecho si hubiera permanecido físicamente entre nosotros.
Entre esas funciones está la de revelar la verdad. La presencia del Espíritu dentro
de nosotros, nos permite comprender e interpretar la Palabra de Dios. Jesús les
dijo a Sus discípulos: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a
toda la verdad” (Juan 16:13). Él revela a nuestras mentes todo el consejo de Dios,
en relación con la adoración, la doctrina y la vida cristiana. Él es el guía
fundamental, que va delante de nosotros, mostrando el camino, removiendo
obstáculos, abriendo el entendimiento y haciendo todas las cosas claras y
evidentes. Él nos conduce por el camino que debemos andar en todas las cosas
espirituales. Sin tal guía, estaríamos expuestos a caer en el error. Una parte
crucial de la Verdad que Él revela, es que Jesús es quién Él dijo Ser (Juan 15:26;
1 Corintios 12:3). El Espíritu nos convence de la deidad y encarnación de Cristo,
Su identidad como el Mesías, Sus sufrimientos y muerte, Su resurrección y
ascensión, Su exaltación a la diestra de Dios, y Su función como Juez de todo. Él
da gloria a Cristo en todas las cosas (Juan 16:14)