MTE Rural - CAP de Mingo Almada Plaza Vila

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Colección Inventamos o Erramos

Colección Inventamos o erramos


Saberes, sujetos, y gremialidad
en la economía popular rural
Reflexiones a partir de la
experiencia del MTE Rural
María Mercedes Palumbo
(Coordinadora)

Aimé Almada
Ana Clara De Mingo
Andrés Flouch
Betina Plaza
Carlos Alainez
Diana Vila
Elio Buratovich
Javier Di Matteo

Colección
Inventamos o erramos

Buenos Aires, 2022


Cabaluz Ducasse, Jorge Fabián
Educación y marxismo latinoamericano. Ensayos de pedagogía crítica para
proyectos emancipatorios / Prólogo de Claudia Korol.
1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires: El Colectivo, 2022.
308 p. ; 23 x 15 cm. - (Inventamos o erramos. 5)

ISBN 978-987-8484-12-9

1. Ciencias de la Educación. 2. Política Educacional. 3. Marxismo.


CDD 370.98

Ilustración de tapa: Rini Templeton


Diseño de tapa: Tatiana Kravetz
Diagramación interior: Francisco Farina
Corrección y cuidado de la edición: Matías Alcántara

Editorial El Colectivo
www.editorialelcolectivo.com
contacto@editorialelcolectivo.com
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Índice

Prólogo
De la insustentabilidad a la recampesinización: experiencias de
lucha de movimientos campesinos e indígenas en Argentina
Humberto Tommasino 9

Prólogo
Nuestro trabajo es el alimento del pueblo
Compañeros y compañeras del MTE Rural 15

Presentación 31

Estudio preliminar
Movimientos populares rurales: conocer en
el marco de las luchas colectivas
Álvaro Javier Di Matteo 41

El campesinado del oeste pampeano: hace falta


organización para poder seguir en el campo
Álvaro Javier Di Matteo y Carlos Alainez 77
La asamblea de familias rurales del oeste pampeano:
procesos de formación y sistematización de conocimientos
Betina Laura Plaza y Ana Clara De Mingo 107

Las comunidades mapuche del sur neuquino:


la “vuelta a la huerta” por la vía organizativa
María Mercedes Palumbo y Elio Ariel Buratovich 125

Los/as productores/as hortícolas del oeste del AMBA:


procesos de organización y horizontes de lucha
Ana Clara De Mingo, Aimé Almada, Betina Plaza y Diana Vila 143

El Mercado Frutihortícola de Luján:


un espacio de aprendizaje colectivo
Betina Plaza 167

Procesos de construcción de conocimientos, saberes


y aprendizajes en la rama rural del MTE
María Mercedes Palumbo, Ana Clara De Mingo y Betina Plaza 187

Territorios, saberes y racionalidades en


experiencias de la rama rural del MTE
Diana Vila y Andrés Flouch 217

El trabajo de extensión junto a organizaciones


y movimientos populares
Álvaro Javier Di Matteo 233

La producción audiovisual en la investigación junto


con organizaciones y movimientos populares
Álvaro Javier Di Matteo, María Mercedes
Palumbo, Betina Plaza y Aimé Almada 249

Sobre las autoras y los autores 265


Los/as productores/as hortícolas
del oeste del AMBA: procesos de
organización y horizontes de lucha

Ana Clara De Mingo, Aimé Almada,


Betina Plaza y Diana Vila

Presentación
Si bien la producción hortícola se desarrolla a lo largo de todo nues-
tro país, involucrando a miles de familias dedicadas al trabajo de la
tierra para la producción de verduras, hortalizas y frutas, es en la
provincia de Buenos Aires donde tiene una mayor presencia y con-
centración, particularmente en lo que se denomina el cordón hortí-
cola de La Plata. Tal como señalan diversos trabajos (Benencia, 2012;
García 2011b; Fernández 2018; Ambort, 2017, 2019), este cordón hortí-
cola es uno de los principales de nuestro país, tanto por la concen-
tración de establecimientos como por los altos niveles de productivi-
dad, que abastecen de alimentos frescos a la ciudad de Buenos Aires,
sus áreas cercanas y otras regiones del país.
En este capítulo, nos proponemos profundizar la experiencia
hortícola de la zona oeste del amba integrada por tres grupos ubica-
dos en General Rodríguez, Open Door y Carlos Keen del partido de
Luján. Entendemos que la aproximación a estas experiencias signifi-
cativas puede aportar elementos para avanzar en la caracterización
de los/as “productores/as hortícolas” que, más allá de ciertas parti-
cularidades en función de su ubicación geográfica, guardan rasgos
generales comunes que permiten definirlo como tal.

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Saberes, sujetos, y gremialidad en la economía popular rural

Caracterización de la experiencia hortícola


A partir de la aproximación a las experiencias que nos proponemos
describir, pueden identificarse una serie de características en torno a
la actividad hortícola similares a las que se observan en otras zonas
del país. Las mismas nos hablan de una serie de rasgos significativos
que definen a los/as “productores/as hortícolas”. Entre esos rasgos se
destacan: la presencia de familias mayoritariamente de origen boli-
viano; su condición de arrendatarios en relación a la tenencia de la
tierra, teniendo en cuenta las problemáticas que conlleva el acceso
desigual a la misma; los elevados costos de producción en relación a
las posibilidades de retorno; la diversidad de formas y canales de co-
mercialización de la producción y sus dificultades; el predominio de
formas de producción convencional con ensayos de transición hacia
la agroecología.
A continuación, nos referiremos de forma general, a estas carac-
terísticas a modo de presentación del/la productor/a hortícola para
en un segundo momento, profundizar en algunos de estos elemen-
tos y adentrarnos en los aspectos centrales de nuestro análisis.
La producción hortícola involucra a familias de productores/as,
que en su gran mayoría son de origen boliviano o hijos de bolivianos
como primera generación de nacionalidad argentina. Como señalan
algunos trabajos (Pizarro 2009; Benencia 2012; García 2011; Fernández
2018), la producción hortícola en nuestro país absorbió histórica-
mente mano de obra migrante. Hacia inicios del siglo xx hubo migra-
ciones de ultramar y desde la década de los noventa, la inmigración
boliviana adquirió gran protagonismo a lo largo de la llamada “esca-
lera boliviana”: primero como peones, luego como medieros y, por úl-
timo, como productores/as arrendatarios/as (Benencia y Quaranta,
2006). Este proceso que comienza a gestarse desde las décadas de los
setenta y ochenta, hoy tiene a la población boliviana como actores
casi exclusivos de la producción hortícola de nuestro país. Como ex-
presa Benencia:
En la actualidad, podría afirmarse que la corriente migratoria
proveniente de Bolivia cuasi hegemoniza no sólo la oferta de
mano de obra en dicha producción en casi todos los cinturo-
nes verdes del país, sino que, además, en algunos nichos claves
domina los eslabones más importantes de esta cadena agroa-
limentaria (2012: 163).

Como hacíamos referencia anteriormente, una de las características


de la producción hortícola es que se desarrolla combinando la uni-
dad productiva y la doméstica. En relación al acceso y la tenencia de

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Los/as productores/as hortícolas del oeste del amba

la tierra destacamos la situación de arrendatarios, dado que la ma-


yoría de los/as productores/as hortícolas para poder desarrollar la
actividad deben afrontar el costo del alquiler de la tierra en la que
producen, vale aclarar que en muy pocos casos logran construirse
como propietarios. Asimismo, se suma la particularidad de que ca-
recen de condiciones legales que posibiliten el acceso a un crédito
o mecanismos que permitan el desarrollo de políticas públicas para
lograr los títulos de la propiedad. Por lo tanto, el acceso a la tierra
constituye uno de los principales problemas que enfrenta este sec-
tor de la agricultura familiar, campesina e indígena.
En la zona de Luján y Gral. Rodríguez, la mayoría de los/las pro-
ductores/as no son propietarios/as de la tierra en la que trabajan, ni
tampoco en la que viven con sus familias. En general se trata de tie-
rras ocupadas o alquiladas, con mucha inestabilidad por los plazos
de los contratos, además de elevados costos de los alquileres, que
suelen poseer pequeñas extensiones.
Tal como ocurre en el resto de la provincia de Buenos Aires, par-
ticularmente en el Cordón frutihortícola de La Plata, así también
como en el oeste del amba, los/as productores/as se ven en la obliga-
ción de realizar inversiones básicas como el tendido de la luz, perfo-
raciones para la obtención de agua y trazado o acondicionamiento de
calles. Todas estas mejoras terminan quedando para los propietarios
de la tierra o beneficiando a las inmobiliarias en tanto las tierras me-
joradas adquieren mayor valor de mercado, lo que paradójicamente
termina aumentando el precio de los alquileres. Pocas familias pue-
den invertir en mejoramientos prediales, como por ejemplo en la
instalación de invernáculos, sistemas de riego por goteo, utilización
de túneles y barracas, cobertura de plástico, entre otras. En general
estas reformas en la infraestructura se destinan a los cultivos más
importantes que producen como el tomate y la frutilla. En General
Rodríguez, la mayoría de las familias produce a campo, allí sólo dos
cuentan con invernadero, y en Luján son tan solo nueve las familias
que poseen eses tipo de infraestructura.
En este sentido, al no tener la propiedad de la tierra en la que tra-
bajan, la situación de los/las productores/as –y sus familias– es muy
inestable, en la mayoría de los casos se traduce en condiciones suma-
mente precarias de vida. En general las casas son de madera, con piso
de tierra, escasa ventilación y condiciones limitadas en los baños.
Proyectar la construcción de viviendas y desarrollar infraestructu-
ra habitacional, que mejore las condiciones de vida, no es posible de
concretar en un espacio donde no está garantizada la permanencia.

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Saberes, sujetos, y gremialidad en la economía popular rural

Los elevados costos de producción, en relación a los bajos ingre-


sos que pueden obtenerse con la venta de los productos, constituyen
otro de los rasgos que atraviesan a este sujeto hortícola. Es así que
insumos esenciales como semillas, rollos de nylon, mangueras de go-
teo, maquinarias, entre otros, fijados en dólares en el mercado, termi-
nan siendo pagados con las cosechas al precio que el dólar cotiza en
el mercado en ese momento, lo cual suele implicar diferencias muy
desventajosas para el productor.
Asimismo, el consumo de luz eléctrica, por el uso de bombas
de agua para el riego, se traduce en tarifas exorbitantes que for-
man parte de algunos de los principales gastos fijos vinculados a la
producción.
Todos los costos implicados en llevar adelante estos procesos pro-
ductivos, en la mayoría de los casos, no llegan a cubrirse a partir de la
venta de la cosecha, obligando a muchos productores/as a endeudar-
se para poder sostener su trabajo, entrando frecuentemente en un
circuito de endeudamiento del cual resulta muy difícil salir.
La producción hortícola tiene como destino principal la comercia-
lización en diferentes escalas y formas, donde el circuito largo cons-
tituye la vía tradicional (Duré, 2015). Sus modalidades son la venta di-
recta en las quintas a un consignatario, lo que se conoce como “venta
a culata de camión”, los mercados concentradores de venta mayoris-
ta y la gran distribución a supermercados. Estas distintas formas de
comercialización no suelen dejar márgenes de ingresos ni, muchas
veces, como señalamos anteriormente, llegar a cubrir los costos de
producción; sobre todo de quienes no han sido beneficiarios de polí-
ticas públicas como el Salario Social Complementario(ssc), tal como
desarrollaremos más adelante. Es así que los/as productores/as de
la zona que no tienen vehículo propio para trasladar las verduras
de las quintas se ven obligados/as a comercializar su producción a
través de intermediarios que retienen entre el 40% y el 60% del va-
lor. En ese caso es el comprador el que pone el precio “a culata de
camión”, dejando al productor en la disyuntiva de aceptarlo a bajo
precio o arriesgarse a que se eche a perder toda su producción. Es
decir, la disyuntiva esta entre aceptar un precio tres o cuatro ve-
ces menor de lo que se vende en los mercados o tirar la verdura. En
cuanto a los espacios destinados a la comercialización, sólo algunos/
as productores/as de la zona cuentan con un puesto en los mercados
concentradores de Luján y General Rodriguez, o de distritos aleda-
ños como Morón y Liniers. Otros/as participan de circuitos cortos
de comercialización donde se produce el encuentro directo entre

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Los/as productores/as hortícolas del oeste del amba

productores/as y consumidores/as, tales como ferias, locales de ven-


ta minorista en organizaciones, compra pública y armado de bolso-
nes (Duré, 2015; Fernández, 2021).
El desarrollo de la producción hortícola se realiza a partir de prác-
ticas productivas principalmente de tipo convencional. No obstante,
algunas familias de la zona vienen ensayando experiencias de transi-
ción hacia la agroecología vinculados a técnicos-académicos de orga-
nismos gubernamentales, y en especial de la Universidad Nacional
de Luján (UNLu). En este proceso no sólo se han generado vincula-
ciones con profesionales técnicos en estas áreas, sino que también
quienes producen han ido asumiendo roles técnicos, acompañando
procesos y ayudando a otros/as compañeros/as en la implementa-
ción de los cambios en el sistema productivo que están implicados
en el proceso de transición agroecológica. En este sentido, han enca-
minado procesos de formación y capacitación que involucran a las
personas que forman parte de la producción, quienes comercializan
y también quienes consumen.

Procesos de organización y lucha


En este apartado nos proponemos recuperar elementos sobre el
origen y el desarrollo de la organización de la rama rural en la zona
oeste del amba, específicamente en los distritos mencionamos ante-
riormente, contextualizando con algunos datos más generales del
proceso organizativo de la construcción de gremialidad del sector,
las políticas públicas impulsadas para el acceso a la tierra y la con-
creción de proyectos alternativos que modifican las condiciones de
comercialización de las familias productoras.

Gremialidad del sector


La organización de los productores/as hortícolas se enmarca en un
proceso organizativo más amplio, que surge con los movimientos pi-
queteros y de desocupados que se fueron creando en plena crisis del
modelo neoliberal, iniciado en la última dictadura militar y que ter-
mina de consolidarse durante la década del noventa en nuestro país.
La lucha popular que se genera para reclamar al Estado derechos
básicos, visibiliza a un sector de la economía que era mayormente
visto por la falta de empleo formal.
Tomando los aportes de Grabois podemos definir a la economía
popular como “los procesos económicos periféricos inmersos en la
cultura popular, basados en medios de trabajo accesibles y al trabajo

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Saberes, sujetos, y gremialidad en la economía popular rural

desprotegido” (2014: 33). Los y las trabajadoras de la economía popu-


lar se inventaron su propio trabajo para poder subsistir en respuesta
a un sistema económico y un modelo de producción excluyente que
deja por fuera a miles de familias del trabajo decente. Esto produjo
fracturas en los derechos básicos del trabajo. Es por ello que la eco-
nomía popular tiene altos niveles de precarización laboral y de in-
formalidad dado que el Estado no los reconocía como trabajadores.
La organización del sector se consolidó con el papel que tomaron
los movimientos populares desarrollando propuestas alternativas
de organización económica y sindical. El proceso de gremialidad del
sector confluyen en la creación de la ctep en el año 2011, en la cual
convergen distintas experiencias de lucha y organización que bus-
can el reconocimiento de un nuevo sujeto trabajador y repensar el rol
del Estado en un nuevo escenario del mundo del trabajo (Maldovan
Bonelli et al., 2017). En este sentido Bruno, Coelho y Palumbo (2017)
sostienen que:
La creación de la ctep como organización sindical tiene rela-
ción directa con este proceso de consolidación de un sector de
trabajadorxs que queda excluido del trabajo asalariado y que
se inserta en la economía a través de relaciones de subordina-
ción a la economía de capital, mediada por políticas sociales y
de promoción de la economía social generadas como forma de
restituir parcialmente derechos laborales perdidos (2017: 29).

El desarrollo organizativo de la ctep estuvo marcado por la conquis-


ta de la personería social a finales del año 2015, la cual se constitu-
ye como un avance en la institucionalización del sector y permite:
representar los intereses de los y las trabajadoras de la economía
popular, crear una obra social propia y promover la incorporación
de sus representados al sistema previsional, entre otras (Fernandez
Mouján, 2017). El segundo hito se produjo en el año 2016 a partir de
una masiva movilización con la consigna de “Paz, Pan, Tierra, Techo
y Trabajo” y una campaña que duró hasta diciembre de ese año en
que se logró sancionar la Ley de Emergencia Social. Esta ley se cons-
tituyó como un acontecimiento decisivo en el reconocimiento cada
vez mayor de los y las trabajadoras de la economía popular ya que
se creó el Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular
y se conquistó el Salario Social Complementario. El ssc busca com-
plementar los ingresos monetarios que ya esas personas generan a
partir de su trabajo (vendiendo en la calle, produciendo alimentos,
juntando y vendiendo cartones, etc.) para poder llegar a un salario
más digno que se equipare a lo establecido por el Salario Mínimo
Vital y Móvil (Maldovan Bonelli et al., 2017).

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Los/as productores/as hortícolas del oeste del amba

El proceso anteriormente mencionado produce un fortalecimien-


to del sector de la economía popular dando como fruto, a finales del
año 2019, la constitución de la utep (Unión de Trabajadores de la
Economía Popular) en la cual se unieron la ctep, la ccc, Barrios de Pie
y el Frente Popular Darío Santillán dando comienzo “a un sindicato
único que busca seguir peleando por los derechos del sector de la
Economía Popular con mayor unidad, fuerza y organización” (CTEP,
2019: párr. 2) e ingresar a la Confederación General del Trabajo (cgt)
para pelear junto al movimiento de trabajadores/as organizados. En
palabras de Lazarte, “un avance en los procesos de unificación de la
clase trabajadora argentina, en un contexto nacional e internacional
donde la fragmentación ha sido el sello de época.” (2020: 19)
Mientras tanto en la zona oeste del amba, la organización de los/
las productores/as hortícolas nace a finales del año 2017 a partir de un
conflicto de tierras en La Fraternidad, General Rodríguez. El grupo ini-
cial de familias están asentadas en ese barrio, a partir del avance del
negocio inmobiliario y de varios intentos de desalojos ilegales acudie-
ron a la organización para poder iniciar una lucha por obtener las tie-
rras. A partir de ese puntapié se comenzó a conformar el grupo. Al año
siguiente emigran desde el mte de La Plata varias familias buscando
alquilar tierra a costos más bajos y buscan a la organización local para
poder acceder a gestionar la bajada de luz trifásica que necesitaban
para la bomba de agua y a su vez para poder continuar organizando al
sector. En palabras del delegado del grupo de Open Door:
Somos varios compas que estamos acá. [...] Arrancamos de La
Plata, cuando hubo el temporal, que nos arrasó y nos plancho
todos los invernaderos, y ahí fuimos a anotarnos para pe-
dir la ayuda, y ahora nos sigue ayudando estando el Salario
Complementario que llegó a todos los productores. Nos ayu-
da bastante a salir adelante porque antes el gobierno estaba
olvidado de los productores. Yo no le creía en eso “no que es
todo mentira, que te sacan la firma y nunca llega la ayuda” […]
Cuando llegó la tarjeta una emoción que me dio, para seguir
adelante de productor” (Entrevista a delegado de la rama rural
de Luján, 2020).

A través de estos espacios, conquistados por medio de la organiza-


ción y la lucha, los productores y las productoras hortícolas vienen
logrando mayores niveles de visibilidad social y adquiriendo el res-
peto y reconocimiento de amplios sectores de la sociedad. Si bien
en estos espacios no se llegan a cubrir la inclusión de todos los/las
productores/as hortícolas, les ha permitido ir ganando legitimidad
social, así como capacidad para negociar políticas públicas, como el
ssc y ser considerados interlocutores válidos en esas negociaciones.

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Saberes, sujetos, y gremialidad en la economía popular rural

Políticas Públicas para el acceso a la Tierra


El principal problema del sector hortícola, como veníamos señalan-
do en la caracterización, es el acceso a la tierra. Esta problemática se
enmarca en una distribución injusta y desigual, por lo cual se cons-
tituye en una de sus principales luchas y reivindicaciones. La misma
se plantea en términos de derechos, en tanto se concibe que la tierra
posee “una función social” (Domínguez y Sabatino, 2008; Barbetta y
Domínguez, 2016). Teniendo en cuenta que lo que está en juego es la
producción de alimentos, se reivindica al Estado la implementación
de políticas públicas que amparen al sector hortícola. Así es que al-
gunos de los reclamos giran en torno a que el Estado arme un “ban-
co de tierras”, en el que haya un registro de aquellos territorios que
puedan destinarse para la producción de alimentos. En este sentido
se presentó ante el Congreso de la Nación un proyecto de ley titu-
lado Defensa de los Cinturones Verdes Productivos, el cual implica
no solo estar defendiendo su producción, sino también su forma de
vida y el medioambiente ante la urbanización no planificada, para
preservar y fortalecer las hectáreas de tierra donde se produce el ali-
mento de la población. También se exige la reglamentación de la Ley
de Agricultura Familiar N° 27.118, promulgada en enero del año 2015,
y así establecer un presupuesto, que implique el derecho a la tierra
en la que los/as productores/as rurales viven y trabajan, que avalen
su posesión para la producción y no para la explotación, es decir que
esas tierras no puedan ser hipotecadas, ni fraccionadas, pero se res-
peta la herencia a los familiares para que sigan produciendo. La rei-
vindicación del derecho a la tierra, se plantea en conjunto con otra
serie de reivindicaciones asociadas, como campos con infraestruc-
tura de primera necesidad garantizadas, como por ejemplo el acceso
al agua y electricidad para el desarrollo del proceso productivo, así
como también caminos y vivienda, y la apertura a canales de comer-
cialización directos al mercado, sin intermediarios. Asimismo, la re-
gulación de precios para que aquello que se comercialice no valga
menos de lo que cuesta producirlo; la posibilidad de producir inde-
pendientemente, sin tener que depender de las multinacionales y
sus paquetes tecnológicos; el acceso a créditos con requisitos e inte-
reses accesibles para los productores hortícolas. Todas estas reivin-
dicaciones que posibiliten abrir camino en dirección a un modelo de
producción agroecológico y de soberanía alimentaria.
Por último, se apoyó la sanción a principios del año 2020 de la
Ley de Góndolas N° 27.545 que regula los manejos que las grandes
cadenas de supermercados hacen sobre los precios y democratiza la

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Los/as productores/as hortícolas del oeste del amba

oferta de productos de distintas marcas, incluyendo un 5% de pre-


sencia de la agricultura familiar en sus góndolas. Esta regulación se
convierte en una oportunidad de mejorar las posibilidades de comer-
cialización para los productores y productoras hortícolas, además de
seguir apostando a los circuitos de cadena corta como las ferias y
mercados de cercanía.

Comercialización cooperativa
Para enfrentar las situaciones injustas de la venta de su producción,
que generan los circuitos hegemónicos, los/las productores/as hor-
tícolas, se han ido organizando y construyendo cadenas cortas de
comercialización con diversas implicancias materiales y simbólicas
(Duré, 2015; Castro, García y Banzato, 2019).
Así, “Pueblo a Pueblo” se constituye como la herramienta de co-
mercialización del mte rural, que tiene por objetivo la venta directa
de alimentos frescos del productor/a al consumidor/a fomentando el
comercio justo y el consumo responsable. Inicialmente se ha organi-
zado la venta a través de bolsones de frutas y verduras de estación
(Fernández, 2021) y recientemente se han abierto locales al público
que han incorporado productos de diferentes cooperativas y organi-
zaciones populares. A su vez, se ha logrado un puesto en el Mercado
Central y se han creado mercados concentradores en distritos cer-
canos a los lugares de producción. Estas iniciativas permiten acor-
tar la distancia entre productores/as y consumidores/as, generando
mayor ganancia para las/los productores/as, brindando alimentos a
costos más accesibles y habilitando espacios de diálogo entre los di-
ferentes actores.
En el caso de la zona oeste del amba, durante el año 2019 se reali-
zaron ferias en distintos barrios de la ciudad y durante el contexto
de aspo1, al año siguiente, se creó la Cooperativa del Mercado Pueblo
a Pueblo de Luján con el objetivo de construir mejores condiciones
de trabajo para alrededor de veinte familias hortícolas de Luján y
General Rodríguez que en dicha situación de emergencia no podían
acceder a los canales habituales de comercialización, con el riesgo de
perder su producción.
Inicialmente, el mercado se dirigió al público mayorista con el
propósito de regular el alza desmedida de los precios, y poco des-
pués se constituyó como proveedor del Municipio a partir de la com-
pra pública, abasteciendo a distintas dependencias municipales y a

1 Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio decretado ante la pandemia por covid-19.

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Saberes, sujetos, y gremialidad en la economía popular rural

comedores comunitarios. En la actualidad también se ha sumado la


venta de bolsones en diferentes nodos de la región.
El fragmento que sigue recupera, en las palabras de una militan-
te del mte, los aprendizajes que se fueron construyendo durante la
experiencia:
En particular la experiencia del mercado me dejó muchos
aprendizajes, pero si tuviera que pensar en uno que más me
impactó, sería el trabajar con el sujeto. Esto de que en el mer-
cado la coordinadora sea una compañera del rural para mí es
una de las grandes cosas que lo hizo posible. Imaginate que
crear un mercado porque no existía, en plena pandemia, para
darle respuesta a los productores y que puedan colocar sus
productos y a su vez que en Luján no subieran tanto los pre-
cios de las verduras, fue clave y que la experiencia cooperativa,
es la experiencia que nos va a dejar nuevas formas de trabajo
en equipo. [...] primero empezamos mayorista, después empe-
zamos minorista, después empezamos con los bolsones, hace-
mos bolsones en otros puntos, abrimos acá en Rodríguez, las
cosas van pasando muy muy rápido, si el mercado recién tiene
un año y es complejo procesar todo ese crecimiento que se fue
dando, y todo a fuerza de los trabajadores mismos (Cajera en
el Mercado Pueblo a pueblo de Luján).

El proceso organizativo del mercado, como lo expresa la trabajadora/


militante en sus palabras, ha atravesado en un corto lapso de tiempo
distintas circunstancias que han permitido madurar gremialmente
a la rama rural como la construcción de un precio justo para los y las
productoras que entregan sus verduras y frutillas, así como también
el precio de venta a los y las consumidoras que permiten poner en
discusión los precios de los alimentos; fortalecer criterios organiza-
tivos y cooperativos hacia dentro de la cooperativa como hacia la
rama; la construcción de un sentido político del abastecimiento de
alimentos para cubrir necesidades alimentarias en el medio de una
crisis sanitaria y económica que produjo el covid-19.

Desafíos políticos, caminos y horizontes de la


rama rural del MTE: agroecología, soberanía
alimentaria, reforma agraria y vuelta al campo
En este último apartado nos vamos a detener en los desafíos políti-
cos que poseen los/as productores/as que forman parte de la rama
rural del mte. A través del trabajo de campo realizado por el equi-
po de investigación2, pudimos comprender que este movimiento se

2 Por trabajo de campo nos referimos a las entrevistas en profundidad realizadas a

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Los/as productores/as hortícolas del oeste del amba

propone construir y llevar adelante un proyecto productivo alterna-


tivo basado en cuatro ejes fundamentales: la agroecología, la sobera-
nía alimentaria, la reforma agraria y la vuelta al campo. Decimos que
son ejes de una propuesta político-productiva más amplia, porque
de forma aislada no lograrían disputarle sentido al modelo producti-
vo hegemónico, es decir, al agronegocio.

Agroecología
En primer lugar, uno de los ejes para poder construir un sistema
productivo alternativo lo constituye la agroecología. Para los/as pro-
ductores/as hortícolas la agroecología no es solamente una técnica
productiva, sino que forma parte de un proceso mucho más comple-
jo, un horizonte que puede ser leído en términos de proyecto político
en el marco de la organización popular de la que son parte. Además,
la agroecología supone una perspectiva integral que vincula la re-
lación del ser humano con la naturaleza. Dicha perspectiva propo-
ne, siguiendo los aportes de Walsh (2007), recuperar formas otras de
conocimiento estableciendo un diálogo de saberes entre los deno-
minados saberes tradicionales y los modernos, propios del mundo
occidental y de la academia. De este modo, se establece “un enfoque
pluriepistemológico que acepta la diversidad sociocultural” (Sevilla
Guzmán, 2009:1). En este sentido compartimos con Sevilla Guzmán
su concepción de agroecología:
La agroecología puede ser definida como el manejo ecológico
de los recursos naturales a través de formas de acción social
colectiva que presentan alternativas a la actual crisis civiliza-
toria.[…] Su estrategia tiene una naturaleza sistémica, al con-
siderar la finca, la organización comunitaria, y el resto de los
marcos de relación de las sociedades rurales articulados en
torno a la dimensión local, donde se encuentran los sistemas
de conocimiento (local, campesino y/o indígena) portadores
del potencial endógeno que permite potenciar la biodiversi-
dad ecológica y sociocultural (Sevilla Guzmán, 2009:1).

Destacamos que si bien se vienen llevando adelante algunas expe-


riencias de producción agroecológica, según sostienen los/las pro-
ductores/as hortícolas, no es posible por el momento su generali-
zación. En este sentido es que, tal como planteamos anteriormente,
vienen desarrollando un proceso de transición hacia la agroecología.
Podría decirse que se trata de un modelo que, si bien se va ensayando

productoras/es y referentes del MTE de la zona de Luján y General Rodríguez, así


como también a la observación participante en asambleas, reuniones y talleres de for-
mación en agroecología

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Saberes, sujetos, y gremialidad en la economía popular rural

en el presente, necesita de ciertas condiciones de posibilidad para su


concreción, en tanto conlleva tiempos mucho más largos que exce-
den a los que necesitan los/as productores/as para sostener su acti-
vidad económica, producir en cantidad y generar ingresos. Por estas
razones es que, en ocasiones, llevan a cabo su producción combinan-
do la producción tradicional con aquella de tipo agroecológica, que
se denomina de transición hacia la agroecología.
En este sentido, la forma de producción agroecológica para el mte
rural se conforma en un horizonte que no sólo busca tensionar la
utilización de los agroquímicos y sus altos costos, a partir del uso de
biopreparados, fertilizantes naturales, sino que también busca dis-
putar el modelo agro-productivo y de alimentación produciendo ali-
mentos sanos y preservando el medio ambiente. El proceso de tran-
sición hacia la agroecología (Marasas et al., 2017) se viene pensando
y trabajando en diversas líneas para poder avanzar en esa dirección.
En esta línea, también se han venido ensayando formas de elabora-
ción de bioinsumos y fertilizantes libres de agrotóxicos en todo el
país y se ha creado la Escuela Nacional de Agroecología en agosto del
año 2021 en Vieytes, partido de Magdalena, Buenos Aires. Luego, se
ha replicado esta experiencia en otros territorios del mte, como la re-
cién inaugurada Escuela de Agroecología en Rosario con el objetivo
de multiplicar los procesos de transición agroecológica. Asumiendo
una perspectiva de educación popular, los/as educadores/as serán
los/as mismos/as productores/as. En este proceso no sólo se han vin-
culado con distintos técnicos en estas áreas, sino que también los
propios productores/as han ido asumiendo roles técnicos, acompa-
ñando procesos y ayudando a otros compañeros y compañeras.
En la zona oeste del amba se viene profundizando la articulación
con la unlu en diferentes proyectos de extensión e investigación de
los cuales participan docentes y estudiantes de diversas disciplinas,
acompañando a los/as productores/as en estos procesos de forma-
ción y capacitación que involucran diversas temáticas vinculadas
al proceso económico del proyecto productivo agroecológico. En
este sentido compartimos el testimonio de una delegada de Gral.
Rodríguez que refleja este proceso:
ahora como que la experiencia de agroecología nos llegó
cuando iniciamos con el grupo, empezaron los compañeros.
Estaban Aimé, y los otros compañeros nos trajeron la informa-
ción de cómo eran los químicos y los daños que provocaban,
las causas…y como que todo eso nos hizo reflexionar, cosa que
nosotros no sabíamos, eso es lo que muchas veces le explica-
ba, mi papá más que nada...yo en parte sabía porque se notaba

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Los/as productores/as hortícolas del oeste del amba

por el olor tóxico, pero decirles a ellos era como decir “ahora a
qué otra cosa recurro”, [...] después de ese aprendizaje que nos
dieron de los daños y las causas, y todo el daño que provoca-
ban a lo largo del tiempo, los llevó a ellos (los productores) a
pensar más allá de los hijos, los nietos y los alimentos, todo
lo que consumimos en el día a día, e incentivó más a querer
cambiar, ver esa experiencia pequeña…Esas ganas de cambiar
a agroecológico están, nada más que yo creo que él a veces se
expresa con mucho detalle, es que necesita acompañamiento
(Delegada de Gral. Rodríguez).

Destacamos que, al intervenir en estas instancias de formación y ca-


pacitación, uno de los productores de Gral. Rodríguez –que participa
de la Escuela Nacional de Agroecología y comparte los aprendizajes
con sus vecinos/as productores/as– actualmente está construyendo
la sede de la rama rural; donde además de reuniones y diversas acti-
vidades, se podrá acopiar los insumos que vienen realizando y pre-
parando como movimiento.

Soberanía Alimentaria
En segundo lugar, otro de los aspectos que forman parte de los hori-
zontes del proyecto político del mte es la soberanía alimentaria. En
la apuesta por producir alimentos sanos para el pueblo, este movi-
miento recupera la conceptualización de Soberanía Alimentaria de
Vía Campesina3 que propone que todas las personas tienen el dere-
cho a decidir sobre qué alimentos producir y comer, respetando las
economías regionales y las tradiciones culturales4.
De este modo, en el año 2020, la rama rural del mte presentó, junto
a otras organizaciones, el Plan de Desarrollo Humano Integral que
tiene como uno de sus ejes la soberanía alimentaria comunitaria.
Al respecto uno de los dirigentes del mte rural plantea: “Hablamos
de soberanía alimentaria, porque estamos en contraposición a un
poder económico que saquea y destruye. Queremos un modelo de
producción agroecológico y sano” (Lautaro Leveratto, Coordinador
nacional del MTE Rural). Asimismo, en el documento base del Plan
de Desarrollo Humano Integral hacen referencia a la soberanía ali-
mentaria del siguiente modo:

3 Vía Campesina es una organización internacional que reúne a 182 organizaciones de


campesinos/as, agricultores/as, pescadores artesanales, comunidades indígenas y afro-
descendientes de más de 80 países de todo el mundo.
4 La conceptualización de la Soberanía alimentaria fue planteada por Vía Campesina
en el año 1996 en Roma como respuesta al posicionamiento de la fao sobre el concepto
de la seguridad alimentaria.

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Saberes, sujetos, y gremialidad en la economía popular rural

Para garantizar la soberanía alimentaria comunitaria, se re-


quiere de equipamiento y recursos de uso colectivo, generan-
do economías de escala que vuelvan pertinentes las inversio-
nes comunitarias y permitan avanzar en otros ámbitos de la
producción como los sistemas de producción de cereales, le-
gumbres y oleaginosas; la producción de lácteos; el engorde a
corral de bovinos y ovinos; la elaboración de procesados de ex-
cedentes hortícolas, lácteos, cárnicos, etc.; la extracción y pro-
cesamiento de productos apícolas; los sistemas de faena: todos
ellos procesos que requieren de inversiones que sólo pueden
garantizarse si se genera escala comunitaria (2020:7).

En el plano local, podemos evidenciar que la perspectiva de la so-


beranía alimentaria está presente no sólo como un horizonte del
movimiento sino en el logro colectivo que se obtuvo en el año 2020,
durante la pandemia del covid-19, a partir de las negociaciones que
se desarrollaron con la Municipalidad de Luján para la compra de
verdura de producción local para instituciones y comedores comu-
nitarios. Hasta el momento el municipio venía comprando verdura
pesada que no provenía de los productores/as locales, y el movimien-
to negoció con el Estado para conseguir que compre la verdura que
producen los productores hortícolas locales. En este sentido la sobe-
ranía alimentaria se plantea como una forma para garantizar otro
modelo alimentario posible, frente a un modelo productor de divisas
e insumo dependiente. Es por ello que en su propuesta político-pro-
ductiva apuestan a una producción diversificada atendiendo a una
multiplicidad de prácticas culturales y modos de vinculación con la
naturaleza que poseen los/as productores/as para lograr la autono-
mía doméstica y de este modo producir alimentos con alta calidad
nutricional. Es decir que se busca que los integrantes de la unidad
productiva sean protagonistas de los alimentos que desean producir
y consumir.

Reforma agraria integral y popular


En tercer lugar, otro de los horizontes de la organización es la re-
forma agraria integral dado que constituye una estrategia para
transformar las lógicas de dominación y desigualdad que existen en
nuestro país. Enfatizamos que la propuesta de la reforma agraria in-
tegral y popular planteada por la Vía Campesina (2014) forma parte
de la agenda política de la mayoría de los movimientos campesinos
de América Latina y de las experiencias de lucha que llevan adelan-
te en contra de las formas capitalistas de distribución de la tierra
que existe. Cabe destacar que la Argentina es uno de los países de
América Latina en donde nunca en su historia se ha desarrollado

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Los/as productores/as hortícolas del oeste del amba

una reforma agraria. Teniendo en cuenta la concentración de tierras


que actualmente existe en nuestro territorio es imperioso poder dis-
cutir acerca de los modos de distribución de la tierra.
En este sentido, para la rama rural del mte discutir la reforma
agraria5 es también poder construir un proyecto político-produc-
tivo de desarrollo popular que pueda fortalecer a la clase trabaja-
dora (Leveratto, 2020) y que posibilite que todo trabajador/a rural,
campesino/a, pueblos originarios, chacareros/as, agricultores/as
familiares puedan acceder a la tierra y trabajarla. Esto cobra mayor
sentido si tenemos en cuenta que el sector de la agricultura fami-
liar representa el 60% de la población rural, que son los mayores
productores de alimentos y, sin embargo, no poseen la tenencia de
la tierra y en la mayoría de los casos su situación es irregular. De
este modo, la reforma agraria integral y popular es una propuesta
y reivindicación que llevan adelante muchos movimientos campe-
sinos de América Latina, con los que se vincula el mte, y de este
modo, nos lleva a pensar en un proceso de cambio que el país y la
región necesita alcanzar. Como plantea uno de los referentes de la
rama rural del mte:
Construir un modelo de desarrollo agrario popular es central
para un proyecto de país soberano, independiente y con jus-
ticia social y ambiental. Difícilmente podamos controlar los
precios de los alimentos, agregar valor a nuestras produccio-
nes, industrializar el país y crear fuentes de trabajo estables
sin democratizar uno de los principales resortes de la produc-
ción material de la riqueza: la tierra. Una reforma agraria inte-
gral y popular debe ser un pilar central de ese modelo. Ponerla
en discusión es central, ya que con ella también cuestionamos
la distribución del poder económico, pero también político, en
nuestra sociedad (Leveratto, 2020:16-17).

Tomando las palabras de Leveratto, destacamos también que la re-


forma agraria es solo una dimensión de un proyecto político-pro-
ductivo integral que está acompañado de la soberanía alimentaria,
la agroecología y la vuelta al campo, sin estos elementos el proyecto
no podría ser posible.
En el plano local, se está participando de un proyecto en diálogo
con el mte, en el que intervienen diferentes investigadores/as de uni-
versidades nacionales con el objetivo de caracterizar la realidad de
los periurbanos productivos de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe.

5 Destacamos que no existe una única forma de concebirla, sino que hay diferentes ti-
pologías para caracterizar las reformas agrarias que se han desarrollado en todo el mun-
do (Stedile, 2020). En este sentido, tomamos la tipología de reforma agraria popular.

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Saberes, sujetos, y gremialidad en la economía popular rural

De este modo, este proyecto será un elemento clave para generar in-
formación acerca de la realidad de los/as productores/as hortícolas,
sus condiciones de trabajos y de vida, para así poder generar políti-
cas públicas para el acceso a la tierra, una de las grandes problemáti-
cas de este sector. Tal como expresan los/as productores/as ser due-
ños de la tierra permitiría mayor libertad y autonomía para avanzar
en la recuperación de los saberes tradicionales campesinos que se
han ido perdiendo, en tanto las formas tradicionales de producción
implican unos tiempos más lentos de los que permite la demanda de
la sociedad.

La vuelta al campo
El cuarto y último horizonte es la vuelta al campo, que constituye
una propuesta que cuestiona el modelo de desarrollo capitalista,
principalmente la dependencia económica de la relación capital-tra-
bajo, así como las lógicas de producción y consumo que predominan
en los centros urbanos y zonas rurales. Dicha propuesta da respues-
ta a la problemática de superpoblación que existen en las ciudades
como consecuencia del gran éxodo rural que se produce desde hace
varias décadas.
Es decir, que la vuelta al campo tiene el objetivo de mejorar las
condiciones de vida de las personas, generando trabajo para lograr
que más familias produzcan alimentos, promoviendo al mismo tiem-
po políticas públicas que permitan acceder a más derechos sociales a
los sectores populares rurales y haciendo del campo un mejor lugar
para vivir.
En relación a esta propuesta, en el plano local se consiguió un
predio de siete hectáreas en La Fraternidad, General Rodríguez y se
están llevando adelante capacitaciones en producción de alimentos
a jóvenes de la organización Vientos de Libertad como apicultura y
agroecología. Asimismo, se está iniciando una colonia agrícola en ese
espacio.
A continuación, compartimos la propuesta del Plan de Desarrollo
Humano Integral:
Cualquier política de “recuperación del campo” que pretenda
ser exitosa debe necesariamente tener en cuenta, respetar y
estructurarse a partir y desde una cosmovisión de las pobla-
ciones existentes en los lugares que van a ir recibiendo gra-
dualmente a la población, hasta ese momento urbana. [...] Son
todas estas razones las que nos obligan a pensar este Plan te-
niendo como brújula orientadora los siguientes elementos:

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Los/as productores/as hortícolas del oeste del amba

a) los pueblos o localidades ya existentes, generando nuevas


comunidades a modo de un apéndice de los mismos, y que la
posterior extensión vaya sucediendo con cierta lógica de red,
sobre las experiencias o pueblos ya existentes;
b) la infraestructura e instituciones ya existentes;
c) como una ampliación y profundización, en la medida que
sea posible, de los procesos y saberes construidos por las orga-
nizaciones populares de la zona;
d) los vínculos con sectores poblaciones que ya vengan de al-
gún recorrido organizativo urbano;
e) el respetar y priorizar siempre los saberes y cosmovisiones
propias de cada lugar;
f) tomando y desarrollando la tecnología para la producción
desarrollada por pueblos y organizaciones sociales, pequeños
y medianos productores (2020: 41).

Esta propuesta viabiliza la problemática de migración campo-ciu-


dad y, a la vez, desarrolla una alternativa enraizada en los principios
de la reforma agraria integral y popular, promoviendo una distribu-
ción equitativa de la tierra. Asimismo, posibilita que más familias
tengan un lugar para vivir y de este modo generar condiciones de
trabajo más justas y libres. Cabe mencionar que otro aspecto de esta
propuesta es la soberanía alimentaria, teniendo como premisa que
todos/as los/as productores/as puedan decidir sobre qué alimentos
producir, respetando las economías regionales y las pautas cultura-
les. Por último, la soberanía alimentaria no podría desarrollarse sin
la agroecología, entendiéndose como una forma de producción y de
vida de las poblaciones rurales.

Conclusiones
En este capítulo nos aproximamos a los/as productores/as hortíco-
las que, como parte de la rama rural del mte, en el marco de utep, arti-
culan experiencias organizativas en la lucha por condiciones dignas
de trabajo y de vida.
Nuestra aproximación a experiencias de la rama en los par-
tidos de Luján y General Rodríguez, de la zona oeste del Área
Metropolitana de Buenos Aires (amba), nos permitió en un primer
momento del trabajo, aportar elementos que contribuyen a ca-
racterizar la situación de un sector productivo que, concentrado
principalmente en la provincia de Buenos Aires, comparte rasgos
comunes con el resto de las experiencias que se llevan adelante
en nuestro país.

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Saberes, sujetos, y gremialidad en la economía popular rural

Atendiendo a esos rasgos comunes, que identificamos en la


producción hortícola, nos referimos a la pertenencia de la ma-
yoría de los/as productores/as a la comunidad boliviana, ya sea
provenientes de ese país de origen o siendo hijos/as y/o nietos/
as como primeras generaciones en la Argentina. El desarrollo de
la actividad hortícola, combinando la unidad productiva y la do-
méstica, es otra de las características del sector a la que nos refe-
rimos. La condición de ocupantes o arrendatarios de las tierras
que habitan, enfrenta a los/as productores/as a una serie de pro-
blemas, vinculados al costo elevado de los alquileres y los insu-
mos para la producción, que no llega a compensar las inversiones,
tanto en términos materiales como en trabajo, que realizan los/as
productores/as. Sobre todo teniendo en cuenta que las distintas
formas de comercialización que describimos no suelen dejar már-
genes de ingresos. Asimismo, mejorar sus condiciones habitacio-
nales se dificulta en un espacio en el que no tienen asegurada la
permanencia
En un segundo momento, de esta presentación, nos referimos
a los procesos de organización y de lucha atendiendo a elementos
generales de la experiencia hortícola y a aquellos vinculados al
origen y el desarrollo de la organización de la rama rural en nues-
tra zona de referencia.
Nos detuvimos en cuestiones referidas a la gremialidad, a
través de procesos en los cuales sectores excluidos tuvieron que
inventarse su propio trabajo. En este marco de exclusión social,
llevaron adelante reclamos y disputas que comenzaron a dar
visibilidad a la economía popular, sus protagonistas y proble-
máticas. Aportando elementos novedosos en el plano de la sin-
dicalización de este sector, a partir de diversas conquistas entre
las que fuimos destacando algunos hitos como la conquista de la
personería, la sanción de la Ley de Emergencia Social, el Registro
Nacional de Trabajadores de la Economía Popular, el Salario Social
Complementario, así como la presentación ante el Congreso de la
Nación de un proyecto de Ley de Defensa de los Cinturones Verdes
Productivos, la reglamentación de la Ley de Agricultura Familiar,
la sanción a principios del año 2020 de la Ley de Góndolas.
Entre los procesos de organización de los/as productores/as
hortícolas de General Rodríguez, nos referimos a cómo hacia fi-
nes del año 2017, varias familias productoras se fueron acercan-
do al mte ante los intentos de desalojo y como forma de disputar
tierra para la producción. Procesos de organización, a los que se

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Los/as productores/as hortícolas del oeste del amba

fueron sumando familias del movimiento, provenientes del cintu-


rón de La Plata. En línea con los logros de la rama rural, en cuan-
to a los procesos de comercialización de manera cooperativa, nos
referimos a la creación de la Cooperativa del Mercado Pueblo a
Pueblo de Luján, en el año 2020. Destacamos las acciones reali-
zadas durante el aislamiento en el marco de la pandemia, y nos
referimos a cómo este contexto permitió propiciar y reflexionar
sobre el rol estratégico de la economía popular en las cadenas cor-
tas de comercialización, así como sobre el proyecto político-pro-
ductivo de la rama rural del mte, integrado por cuatro horizontes
estratégicos.
Es así que, en la última parte de este artículo, nos referimos
a algunos de los desafíos y horizontes políticos de la rama, dete-
niéndonos en aquellos vinculados a la agroecología, la soberanía
alimentaria, la reforma agraria y la vuelta al campo. Todos ellos,
comprendidos desde una perspectiva integral, y constituyendo di-
mensiones significativas en un horizonte hacia la autonomía del
pueblo en sus formas de producción, comercialización y consumo
en el marco de un proyecto de sociedad más justa e igualitaria en
la que no falte “pan, tierra, techo y trabajo”.
A partir de las experiencias referenciadas de la zona oeste del
amba podemos decir que los logros y conquistas en los procesos
de organización y comercialización, se han constituido en instan-
cias de subjetivación individual y colectiva, reconocida por parte
de sus protagonistas, como fuente de muchos aprendizajes.
Finalmente cabe destacar, en relación a estas experiencias, la
vinculación con la unlu, a partir de diferentes proyectos de ex-
tensión e investigación, de los cuales participan docentes y estu-
diantes de diversas disciplinas, acompañando a los/as producto-
res/as en procesos de formación y capacitación que involucran
diferentes temáticas relacionadas al proceso económico del pro-
yecto productivo agroecológico. En este sentido, en el marco de
estas experiencias compartidas, nos parece desafiante indagar y
reflexionar sobre aquello que habilitan las acciones interdiscipli-
narias, los aportes y los vínculos entre los diversos saberes y co-
nocimientos que pueden intervenir en esos procesos pedagógicos,
así como las diversas racionalidades y dimensiones de los sujetos
que se involucran.

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Saberes, sujetos, y gremialidad en la economía popular rural

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