5 Fe Poderosa 1
5 Fe Poderosa 1
5 Fe Poderosa 1
El balance de la fe
con respecto a las obras
y las palabras
Roy Hicks, Jr.
Con
Jack W. Hayford
Editor General
y las palabras
Roy Hicks, Jr.
con
Jack W. Hayford
Editor General
DEDICATORIA
Esta serie, la tercera de la guía de estudio de la Biblia Plenitud, está dedicada a la
memoria del
Doctor Roy H. Hicks
(1944–1994)
Uno de los "incondicionales" hombres de Dios,
fiel en la Palabra, poderoso en el Espíritu,
guía de multitudes hacia el amor de Dios
y hacia la alabanza de su Hijo, Cristo Jesús.
A la gloria de Cristo y en memoria de Roy,
Seguiremos cantando:
Alaba el nombre de Jesús,
Alaba el nombre de Jesús,
Él es mi roca, Él es mi fortaleza,
El es mi libertador, en El confiaré.
CONTENIDO
• Describen los instrumentos que usamos para acceder a algo o para hacerlo funcionar.
• Los conceptos que desencadenan posibilidades que asombran la mente.
Jesús mencionó ciertas llaves: «Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que
atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los
cielos» (Mt 16.19).
Aunque no hay una lista específica de cuáles eran exactamente las llaves a las que Jesús se
refería, está claro que confirió a su Iglesia —a todos los que creen— el acceso a una esfera de
compañerismo espiritual con Él en el dominio de su Reino. Los estudiosos fieles de la Palabra de
Dios, que se mueven en la gracia práctica y la sabiduría bíblica de una vida y un ministerio
llenos del Espíritu Santo, han observado algunos de los temas básicos que apuntalan esta clase de
«compañerismo espiritual» que Cristo ofrece. Las «llaves» son conceptos, temas bíblicos, que
pueden rastrearse a lo largo de las Escrituras y que son verificables cuando se aplican con una fe
bien fundamentada bajo el señorío de Jesucristo. El «compañerismo» es el rasgo esencial de esta
descarga de gracia divina; (1) los creyentes buscan recibir la promesa de Cristo en cuanto a «las
llaves del reino», (2) a la vez eligen creer en la disposición del Espíritu Santo de poner en acción
su liberador e ilimitado poder en nuestros días.
Acompañadas por la serie Guías de estudio para una vida llena del Espíritu, las Dinámicas
del Reino ofrecen doce temas diferentes. Estos, como producto de la sección del mismo nombre
que se incluye en la Biblia Plenitud, proporcionan un tesoro de percepciones desarrolladas por
algunos de los más respetados líderes cristianos de hoy. Desde el inicio, estos escritores han
analizado con profundidad los temas que usted podrá seguir aquí.
El objetivo central de la temática estudiada en esta serie de guías es relacionar las «claves de
poder» de la vida llena del Espíritu Santo. Para ayudarlo en sus descubrimientos habrá un
número de elementos auxiliares. Las guías de estudio tienen de doce a catorce lecciones, cada
una de las cuales ha sido preparada de modo que pueda sondear las profundidades o rozar la
superficie, según sus necesidades e intereses. Además contienen aspectos principales en cada
lección, destacados por un símbolo y un encabezamiento para su fácil identificación.
RIQUEZA LITERARIA
ENTRE BASTIDORES
Provee información acerca de las creencias y las prácticas culturales, las disputas doctrinales, las
actividades comerciales y aspectos semejantes que aclaran los pasajes bíblicos y sus enseñanzas.
DE UN VISTAZO
En esta sección se incluyen mapas y gráficos para identificar los lugares, además de simplificar
los temas o las posiciones.
INFORMACIÓN ADICIONAL
Como esta guía enfoca un tema de la Biblia, esta sección lo orientará hacia la consulta de
recursos bíblicos como diccionarios, enciclopedias y otros, que le permitirán obtener más
provecho de la riqueza que el mismo ofrece, si así lo desea.
SONDEO A PROFUNDIDAD
Esta parte explicará asuntos controversiales que plantean determinadas lecciones; se citarán
pasajes bíblicos y otras fuentes que le ayudarán a llegar a sus propias conclusiones.
FE VIVA
Por último, cada lección contiene esta sección. Aquí la pregunta clave es: ¿Y ahora qué? Una vez
que he visto lo que dice la Biblia, ¿qué significa esto para mi vida? ¿Cómo puede influir en mis
necesidades cotidianas, mis heridas, mis relaciones personales, mis preocupaciones y todo
aquello que es importante para mí? FE VIVA lo ayudará a percibir y aplicar las derivaciones
prácticas de este regalo literario que Dios nos ha dado.
Como podrá observar, estas guías incluyen espacio para que conteste las preguntas, haga los
ejercicios correspondientes al estudio y ponga en práctica lo aprendido. Quizás desee anotar
todas sus respuestas o el resultado de lo que ha obtenido mediante su estudio y aplicación en un
cuaderno separado o en un diario personal. Esto será adecuado sobre todo si piensa aprovechar a
fondo la sección INFORMACIÓN ADICIONAL. Como los ejercicios de esta sección son opcionales y
pueden extenderse sin límite, no hemos incluido espacio para ellos en esta guía de estudio. De
manera que quizás quiera tener un cuaderno o un diario a mano, para registrar los
descubrimientos que realice al abordar las riquezas de esta sección.
El método de estudio bíblico que se utiliza en esta serie gira en torno a cuatro pasos básicos:
observación, interpretación, correlación y aplicación. La observación responde a la pregunta:
¿Qué es lo que dice el texto? La interpretación se ocupa de lo que significa el mismo; no lo que
creamos usted o yo, sino lo que significaba para sus lectores originales. La etapa de correlación
responde a la pregunta: ¿Qué luz arrojan otros pasajes de la Biblia sobre el que estoy estudiando?
Y la aplicación, que es la meta del estudio bíblico, plantea lo siguiente: ¿En qué aspectos debiera
cambiar mi vida, como respuesta a lo que el Espíritu Santo me enseña a través de este pasaje?
Si está familiarizado con la lectura de la Biblia, sabe que puede disponer de ella en una
variedad de traducciones y paráfrasis. Si bien cualquiera de ellas puede ser usada con provecho
para trabajar con las guías de estudio de esta serie, los versículos y palabras que se citan en las
lecciones han sido tomados de la traducción de Reina Valera, revisión de 1960. El uso de dicha
traducción en esta serie hará más fácil su estudio, aunque no es un requisito.
Los únicos recursos que necesita para completar y aplicar estas guías de estudio son un
corazón y una mente abiertos al Espíritu Santo y una actitud de oración, además de una Biblia y
un lápiz. Por supuesto, puede recurrir a otras fuentes, tales como comentarios, diccionarios,
enciclopedias, atlas y concordancias; incluso encontrará en la guía ejercicios opcionales para
orientarlo en el uso de dichas herramientas. Pero son opcionales, no indispensables. Estas guías
de estudio son tan amplias que le brindan todo lo que necesita a fin de obtener una excelente
comprensión del libro de la Biblia que trata, como también la orientación necesaria para aplicar
los temas y consejos a su propia vida.
Cabe, sin embargo, una palabra de advertencia. El estudio de la Biblia, por sí mismo, no
transformará su vida. No le dará poder, paz, gozo, consuelo, esperanza, ni la variedad de regalos
que Dios desea que usted abra y disfrute. Pero a través de él adquirirá mayor conocimiento y
comprensión del Señor, de su Reino y de su posición en el mismo, todo lo cual es esencial. Pero
usted necesita algo más. Requiere depender del Espíritu Santo para que oriente su estudio y
aplique las verdades bíblicas a su vida. Jesús prometió que el Espíritu Santo nos enseñaría «todas
las cosas» (Jn 14.26; cf. 1 Co 2.13). De modo que mientras use esta serie para guiarlo a través de
las Escrituras, riegue sus momentos de estudio con oración, pidiendo al Espíritu de Dios que
ilumine el texto, que aclare su mente, que someta su voluntad, que consuele su corazón. El Señor
nunca le va a fallar.
Mi oración y mi meta es que, a medida que abra este regalo de Dios, a fin de explorar su Palabra
para vivir como Él desea, el Espíritu Santo llene cada fibra de su ser con el gozo y el poder que
Dios anhela dar a todos sus hijos. Adelante. Sea diligente. Manténgase receptivo y sumiso a
Dios. No saldrá defraudado. ¡El se lo promete!
Introducción:
Una visión balanceada
Todo creyente sabe lo que significa luchar con la fe. ¿Tengo suficiente confianza en Dios?
¿Se hubiera sanado si yo hubiera confiado más en Dios? ¿No me ascendieron porque me faltó fe?
Si realmente confío en Dios, ¿por qué tengo estos pensamientos inclementes? Si mi fe es firme,
¿por qué mis hijos tienen tantos problemas? Si actúo con fe, ¿no tendrían que aceptar a Cristo
como su Salvador todas las personas a quienes testifico?
Tal vez el apóstol Pablo se refería a este conflicto cuando usó la frase: «La buena batalla de
la fe» (1 Timoteo 6.12). Para él, la batalla por la fe no estaba limitada al ministerio. Aunque las
iglesias pioneras de Asia deben haber tenido muchos conflictos con la fe, la «buena batalla» de
Pablo se refiere más a su relación total con el Señor Jesús. Pablo admite que la fe ha sido una
batalla, una buena batalla, cuando en los últimos momentos de su vida escribió desde la prisión,
consciente de que podrían ejecutarlo en cualquier momento.
Quizá para usted sea un paso gigantesco aceptar el hecho de que existe algo llamado «buena
batalla». La presente cultura no cree que haya mucho por lo que valga la pena luchar. Sin
embargo, sí lo hay: la fe.
¿Por qué molestarse en luchar por la fe? ¿Por qué la batalla por la fe es una buena batalla?
Porque:
• Cualquier cosa que se haga sin fe nunca va a agradar a Dios (Hebreos 11.6).
• La gracia se alcanza sólo por fe (Efesios 2.8).
• Todos poseemos la capacidad de tener fe (Romanos 12.3).
• La fe es uno de los dones del Espíritu Santo (1 Corintios 12.7–11).
• Nada es imposible cuando se tiene fe, aunque sea tan pequeña como una semilla de
mostaza (Mateo 17.14–21).
• ¿Puedo pedirle a Dios cualquier cosa, y mientras tenga la fe correcta, obtener lo que pido?
• Si creo, ¿puedo estar seguro de que mis hijos serán salvos?
• ¿Puede garantizarme la fe que no sufriré dolor o enfermedades?
• ¿Existe alguna posibilidad de que mi falta de fe provoque la ira de Dios?
• ¿Peligra mi salvación si hago enojar a Dios?
Llegar a tener «plena certidumbre de fe» es algo por lo que vale la pena luchar la buena
batalla de la fe. Busquemos el camino de la fe de acuerdo con la Palabra de Dios!
RIQUEZA LITERARIA
1 Juan 5.4 «Y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe». Una pregunta sensata
acerca de la «fe»es: ¿Cuándo se es ganador? ¿Cuándo es uno victorioso? Nuestra sociedad
sugiere que la experiencia de victoria sólo puede ser verdadera cuando usted tiene aquello que
quiere cuando lo quiere. Sin embargo la Biblia nos enseña que usted gana no cuando usted
consigue lo que quiere, sino en el momento en que cree. Si estoy rodeado de problemas, no gano
cuando encuentro la solución, sino en el momento en que creo que Dios me sustentará durante los
tiempos difíciles o más allá. Si estoy enfermo, triunfo sobre la enfermedad no en el momento en
que encuentro sanidad sino cuando confío en las promesas de Dios, que confirman a Jesucristo
como Sanador vivo y real para mí. Si me encuentro en pobreza, gano en el momento en que creo
en lo que Dios ha dicho acerca de mi situación económica. Tú y yo somos más que vencedores a
partir del momento en que ponemos nuestra fe en el Hijo de Dios, y en lo que nos dice su Palabra.
En 1 Juan 5.4, la palabra «vence» aparece dos veces, y victoria, sólo una. En ambos casos se
traduce de la palabra griega nike (Strong 3528, 3529). ¿No parece el nombre de un fabricante de
calzado deportivo muy famoso? Por supuesto, ellos eligieron este nombre para identificar a su
compañía, puesto que también es el nombre de la diosa de la victoria en la mitología griega. Pero
la victoria militar o atlética, aquello a lo que se referían los griegos, y que se ocupa sólo de los
objetivos humanos, es simplemente un mito. Lo verdadero y fundamental es esto: Cuando
depositas tu fe en el Hijo de Dios (cuando naces en Dios) tu fe te transforma en un vencedor y te
da una victoria que nadie te puede quitar.
HÉROES DE LA FE
Por favor utilice su Biblia para contestar las preguntas que a continuación se encuentran
sobre los héroes de la fe que aparecen en Hebreos 11. Al contestarlas tome en cuenta los
principios para una fe efectiva y práctica según aparecen en ese texto.
¿Cuál es el primer héroe de la fe que menciona este capítulo? ¿Qué es lo que hace por fe? (v.
4).
¿Qué le pasó a Enoc? ¿Cómo consiguió agradar a Dios? (v. 5).
RIQUEZA LITERARIA
• La fe agradable busca a Dios: «Es galardonador de los que le buscan». Buscar, como se usa
aquí, significa investigar, anhelar, o demandar. Es una promesa apremiante. No se trata de
molestar a Dios. Jesús mismo enseñó dos parábolas que celebran la búsqueda diligente y
agresiva en la oración. Lea una de estas en Lucas 11.5–10. El deseo del Señor es que usted no
crea que Él está dormido o que no le interesa su situación. Al mismo tiempo desea que usted
no tenga vergüenza en buscarlo insistentemente. La palabra «importunidad» («insistencia» en
el versículo 8) viene de dos palabras griegas, que significan «sin timidez».
Escriba sus pensamientos acerca de esta parábola, tomando nota de que Jesús desea
inculcar osadía al pedir (en vez de simple tenacidad). Estudie las palabras y discierna esta
importante verdad.
• La fe agradable cree que Dios existe: «Cree que le hay». Las oraciones de algunos hacen dar
la impresión de que se hablan a sí mismos. ¿Ha orado alguna vez sin pensar que está en la
presencia de Dios? Él quiere que su fe esté enfocada en la realidad de su existencia. Contrario
a lo que suponen las filosofías modernas, Dios está allí. Él insiste en que usted piense de esta
manera para complacerlo a Él.
En teoría, para muchos de nosotros esto no es problema. Como cristiano, usted ha
profesado fe en Dios por medio de Cristo. Desde ese punto de vista, usted cree que Él existe.
El problema se suscita cuando nos encontramos bajo presión. ¿Creemos que existe cuando
atravesamos circunstancias difíciles? Allí es cuando su fe agrada a Dios, cuando por fe puede
verlo en su situación.
• La fe agradable cree que Dios da recompensa: «Es galardonador». En algunas culturas esta
palabra se refiere simplemente a un buen empleador. Está relacionada con un salario, con
dinero que se paga por un trabajo. Si sólo significara eso, entonces Dios se agradaría si usted
creyera que Él es un buen jefe. Pero va mucho más allá de creer que Dios paga buenos
salarios. «Galardonador» es mucho más que una compensación, es más que el reembolso del
valor de lo que se recibe. ¿No es esto lo que indica Efesios 3.20–21? Véalo desde el punto de
vista negativo de la pregunta: ¿Cómo es posible agradar a Dios cuando creo que Él me da
menos de lo que le pido? La respuesta bíblica: No es posible agradar a Dios cuando creemos
que Él responde a nuestra oración con lo mínimo indispensable para ayudarnos a atravesar
nuestra circunstancia. Recuerde: La fe agradable cree que Dios provee una recompensa más
allá de lo normal cuando lo buscamos con diligencia.
MÁS HÉROES DE LA FE
¿En qué se convirtió Noé al condenar la actitud del mundo en que vivía?
Lea Efesios 5.1–11 para ver cómo su vida de fe hace hoy lo que la vida de Noé hizo en su
día.
Aunque estudiaremos más adelante la vida de fe de Abraham, lea Hebreos 11.8–12, 17.
Escriba sus pensamientos acerca de las declaraciones siguientes:
• Abraham salió por fe, con certeza en la dirección, pero sin instrucciones claras (v. 8).
• Abraham vivió por fe en la tierra prometida pero como un extranjero, Dios le prometió la
tierra pero nunca vivió en ella como propia (v. 9).
• Abraham esperó por fe y vio una ciudad eterna hecha por Dios (v. 10).
• Sara recibió por fe la fuerza para tener un niño en su vejez (v. 11).
• Abraham ofreció por fe a Isaac, creyendo que si era necesario Dios lo podía levantar de
entre los muertos, pues su nacimiento fue como un milagro de resurrección (v. 17).
Hebreos 11.13–16 enumera una letanía extraordinaria de fe. Si usted memoriza esta
declaración rítmica de fe, su fe personal se verá enriquecida grandemente. Ahora observe cinco
características adicionales de fe que estos versículos revelan:
1. La fe es segura. Pablo utiliza esta palabra cuando dice que está seguro de que nada puede
separar al creyente del amor de Dios en Cristo (Romanos 8.38). Esto implica siempre un
proceso mental; el convencimiento requiere procesamiento, tiempo. El utiliza la misma
palabra de nuevo para hablar de la confianza que tiene en que Cristo ha de terminar la buena
obra que ha empezado en todo creyente (Filipenses 1.6).
Posiblemente el uso más conmovedor de esta palabra ocurre cuando Pablo escribe a
Timoteo, quien había comenzado a combatir al temor en su pastorado en Éfeso. Como un
padre amoroso, invita a Timoteo a tomar su lugar en la obra de la fe, diciendo: «Pero no me
avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi
depósito para aquel día» (1 Timoteo 1.12). La palabra griega es peitho (Strong #3982).
Significa que uno ha participado de un debate donde han tenido expresión todas las ideas
relevantes al tema en cuestión. Luego, habiendo considerado el mérito de todas las
posiciones expuestas, uno toma una decisión basada en toda la evidencia y en la convicción
interna. Cuando esto ocurre, usted está convencido.
¿Cómo convence la fe? El convencimiento viene al considerar todo lo que la Palabra de
Dios dice respecto de los temas en cuestión y al exponerse en persona al Verbo, el Señor
Jesús. La combinación de la Palabra escrita de Dios y la Palabra revelada en la persona de
Jesucristo consigue afirmar esta seguridad gloriosa. Mi pregunta para usted es: ¿Qué
«palabras» de promesa conforman su fe en la actualidad?
2. La fe se aferra. Esta palabra (aspadzomai, Strong #782) se utiliza con mayor frecuencia al
principio de las epístolas, cuando el apóstol «saluda» a la iglesia. A veces Pablo instruye a
los creyentes a «saludarse» unos a otros; esta es la palabra a que hacemos referencia. Puede
significar envolver a alguien en sus brazos, saludar o dar la bienvenida. Así como la
seguridad de la fe viene de considerar las promesas y ser convencido por ellas, «abrazarlas»
significa interiorizarlas. Ahora que las ve con claridad, salúdelas, abrácelas, téngalas, deles la
bienvenida a su vida. Así como abrazaría a un ser querido, debe tratar a las promesas que
Dios ha hecho a su vida. Téngalas por amigas. En distintas interpretaciones llega a tener la
connotación de gran afecto, y se puede traducir como «beso». La pregunta que se debe usted
hacer es: ¿Qué «palabras» bíblicas de fe ha incorporado a su vida como amigas?
4. La fe declara con claridad. ¿Por qué difiere esto con lo que ya enseñamos? Lo que precede
tiene que ver con el vocabulario, las palabras que usted ha usado que reflejan la condición de
su corazón en cuanto a las promesas de Dios. La declaración presente viene más como una
manifestación de una decisión de por vida que usted ha efectuado y que es evidente para
todos. La palabra griega que se traduce como manifestar es emphanidzo (Strong #1718), se usa
para describir la manifestación de la vida, lo que otros pueden ver claramente por el estilo de
vida y diálogo. Jesús utiliza esta palabra cuando habla de la manifestación espiritual que Él y
su Padre producirán en todo creyente cuando reciban el Espíritu Santo (Juan 14.21). La
combinación de las palabras utilizadas en este pasaje en el hebreo sugiere claridad. No puede
haber disputa en lo que se declara, es obvio. La «declaración sin rodeos» ciertamente puede
involucrar al lenguaje, pero es mucho más que eso. Si usted está cerca de alguien que
«declara sin rodeos» (como se usa aquí), oirá lo que habla a través del movimiento corporal,
las decisiones, las acciones y las palabras que usa. Su vida «declara sin rodeos». En este caso,
la vida de estos creyentes «declaraba sin rodeos» que la promesa de Dios los había
convencido; que habían dado la bienvenida a la Palabra de Dios en sus vidas, que hablaban
acerca de lo que Dios había prometido y que su vida entera era una prueba de la realidad de
su fe. La pregunta que debemos hacer es: ¿Qué dice su vida a las personas que mejor lo
conocen?
5. La fe evoca. Casi siempre que se utiliza esta palabra, se traduce «recordar». Conlleva la idea
de controlar sus pensamientos; de estar a cargo de sus ideas. También implica controlar lo
que usted piensa al hablar de lo que quiere recordar.
Al escribir esta carta el apóstol enseña una lección notoria a todos los que toman en serio su
fe: Si usted se fija en la mente un objetivo diferente al que delinea la promesa de Dios, tendrá la
oportunidad de alcanzarlo. Asombroso, ¿verdad?
Si los peregrinos de Hebreos 13.13 hubieran puesto en su mente el país que dejaron atrás
para seguir a Dios, muchas oportunidades se hubieran dado para volver atrás. Sin embargo, se
preocuparon por pensar en la tierra prometida, un lugar mejor, un país espiritual. Ellos
«invocaron en su mente» una meta que descansaba en el centro de las promesas de Dios.
Es importante recordar que debemos estar en control absoluto de lo que pensamos. Algunos
pueden argüir que se le puede dar demasiado énfasis a este tema. ¡Pero Dios no nos hubiera dado
instrucciones sobre cómo pensar (ver Filipenses 4.8) si no fuera posible hacer exactamente lo
que Él dice!
Escriba las palabras de Jesús como se registran en Lucas 21.19.
Ahora escríbalas teniendo en cuenta que «ganaréis» significa «tomar control», y que «alma»
incluye su mente y sus sentimientos.
Una de las prácticas de la vida de la fe es memorizar la Palabra de Dios. Repita las promesas.
Invóquelas en su mente. Vocalícelas. Si usted tiene alguna dificultad con sus pensamientos, lea
Salmos 119.11.
La pregunta que nos confronta es: ¿Qué hemos estado invocando en nuestra mente?
6. La fe anhela. La palabra griega oregamai (Strong #3713) significa una decisión interna para
alcanzar un objetivo, estirarse uno mismo en una posición de vulnerabilidad, como si dijera:
«Esto es lo que quiero hacer con mi vida». Es la palabra que se utiliza en 1 Timoteo cuando
Pablo dice que es bueno anhelar el obispado. En su forma negativa, también se usa para
describir a alguien que codicia un objeto que aún no posee. En tono positivo, usted utilizaría
esta palabra en la siguiente frase: «Este es el anhelo de mi vida». La fe anhela el
cumplimiento de la promesa de Dios. La pregunta es: ¿Cuál es el anhelo de su vida?
Si usted memoriza esta letanía puede convertirla en la regla para medir su vida de fe. ¿Se dio
cuenta de la contradicción? Por lo menos, algunos creen que es una contradicción al
entendimiento de la vida de fe. Hemos tratado la vida de fe de aquellos que nunca recibieron lo
que creyeron. ¿No le molesta eso?
No le molestará si entiende que el sentido práctico de nuestra vida de fe es llevarnos a dónde
Dios quiere que vayamos. No es una herramienta para lograr el éxito personal, sino el
cumplimiento del propósito de Dios en nosotros al hacernos receptivos activa y agresivamente a
su Palabra, su voluntad, su promesa y su poder.
Lea Hebreos 11.16. He aquí las personas de quienes Dios dice que «no se avergüenza de
llamarse Dios de ellos» . La conclusión lógica es que a veces ¡Dios está avergonzado! ¿Cuándo
ocurre esto? Cuando nuestra fe trata de apropiarse de la bondad de Dios sólo para esta vida,
olvidando que su plan es eterno. Escriba una declaración personal que diga: «Señor, anhelo que
te regocijes en mi fe».
Narre sus propios pensamientos acerca de la mención que se hace respecto de la fe de Isaac,
Jacob y José (Hebreos 11.20–22). ¿No es la vida de fe una sucesión generacional? ¿Es verdad
que una persona de fe tiene mucho qué decir ante su muerte?
Lea Hebreos 11.33, 34. Vea los logros de quienes estaban motivados por la fe:
Subyugaron reinos.
Obraron justicia.
Obtuvieron promesas.
Detuvieron las bocas de leones.
Apagaron la violencia del fuego.
Escaparon al filo de la espada.
Se fortalecieron en la debilidad.
Se volvieron valientes en la batalla.
Provocaron la huida de los ejércitos extranjeros.
FE VIVA
RIQUEZA LITERARIA
Fe, pistis (Strong #4102). Significa persuasión: creencia, convicción moral de una verdad
religiosa o confianza en Dios. Acarrea la connotación de seguridad, credo, creencia, fe, fidelidad.
RIQUEZA LITERARIA
RIQUEZA LITERARIA
Don, carisma (Strong #5486). Un regalo (divino): liberación (de peligro o pasión), dote
espiritual o facultad milagrosa, obsequio gratuito.
Si unimos estas dos palabras, «fe» y «don», y le agregamos la idea de que este carisma de fe
viene por la obra del Espíritu Santo, tenemos algunas posibilidades extraordinarias.
EL APÓSTOL PABLO
El apóstol Pablo recibió el don de fe muchas veces. Podemos leer acerca de una de esas
oportunidades en Hechos 27.6–44. Observe cómo este pasaje describe su viaje a Roma como
prisionero. Vea cómo el capitán, haciendo caso omiso a la advertencia de Pablo, se dispuso a
navegar en una de las épocas más peligrosas del año (ver mapa).
Con su Biblia abierta en este pasaje, responda las siguientes preguntas:
1. ¿Qué es lo primero que dijo Pablo respecto a la pérdida de vidas? (Hechos 27.10).
DE UN VISTAZO
Camino a Roma (cuarto viaje misionero de Pablo, Hechos 27.1—28.16). Estando en Jerusalén
tras su tercer viaje misionero, Pablo se encontró en dificultades con los judíos que lo acusaron de
profanar el templo (Hechos 21.26—34). Fue colocado bajo custodia romana en Cesarea durante
dos años, pero después de apelar al César, se le envió por barco a Roma. Al zarpar de la Isla de
Creta, el grupo de Pablo naufragó frente a Malta debido a una gran tormenta. Por último, tres
meses más tarde arribó a la capital del imperio.
CALEB
RIQUEZA LITERARIA
Podremos, yakol (Strong #3201): Tener la habilidad, el poder, la capacidad para vencer o tener
éxito. Este verbo se usa 200 veces en el Antiguo Testamento. Generalmente se traduce de varias
formas, pero todas encierran ideas similares. En Números 13.30 Caleb utiliza la repetición
intensiva de yakol, a fin de indicar su clara y firme convicción de que el pueblo poseía todos los
recursos físicos y espirituales para lograr la victoria: «porque más podremos nosotros que ellos»
Al estudiar los versículos habrá notado el contraste entre el informe de Caleb y el de los otros
diez espías. Obviamente Caleb habla con una fe asombrosa. ¿De dónde viene esta? ¿Cómo puede
Caleb hablar con tal confianza, cuando los otros hombres tienen una versión totalmente opuesta?
Para encontrar la respuesta, lea Números 14.24. ¿Qué clase de «espíritu» tiene Caleb?
«Espíritu» se refiere al hombre interior de Caleb, no al Espíritu Santo. Sin embargo sigue
siendo una referencia que nos ayuda a ver cómo el don de fe funciona en nosotros.
A Caleb no le asustaron los gigantes que vio durante sus cuarenta días de espionaje. No lo
asombraron las ciudades amuralladas o el tamaño enorme de la tierra. Al contrario, él «decidió ir
en pos de [Dios]», ¡no vio sólo a los gigantes, también vio al Señor! Aunque vio las ciudades
amuralladas, también vio al Señor. Caleb vio la enormidad de la tierra, pero también vio al
Señor. Aquellos que siguen al Señor, lo ven en medio de sus circunstancias. Conocen los
desafíos; no juegan con la mente, pretendiendo negar la realidad de la situación que enfrentan,
sino que ven al Señor por encima de los problemas.
El don de fe, la obra sobrenatural del Espíritu Santo, viene a los que son llenos del Espíritu.
Como todos los otros dones, el don de fe fluye hacia quienes permiten al Espíritu Santo obrar en
ellos. La confesión de Caleb muestra su carácter y voluntad por creer. Sin embargo, tal como con
Pablo en el barco, cuando examinamos la situación no se puede ver una influencia externa que
justifique la confesión de Caleb. Los gigantes, el tamaño de la tierra y las ciudades amuralladas
sugieren que el informe de los otros espías es más acertado.
Pero el reporte de Caleb es diferente, no sólo por su carácter o por su decisión, sino por la
influencia del Espíritu Santo de Dios. Es un don sobrenatural que dice: «¡Somos capaces de
vencer!»
ENTRE BASTIDORES
Mi padre, el doctor Roy Hicks, dice de la confesión de Caleb: «Caleb vio los mismos
gigantes y las mismas ciudades amuralladas que los otros espías, pero los diez espías regresaron
para trasmitir un «malvado informe» pesimista. Las palabras de Caleb proclamaron una
convicción, una «confesión», ante todo Israel: «Más podremos nosotros que ellos». Él había
reconocido el terreno, lo que nos recuerda que la fe no es ciega. La fe no niega la realidad o la
dificultad; declara el poder de Dios.
Hay un mensaje en la respuesta de Caleb al rechazo de su informe. Algunos utilizan su
confesión de fe para crear por orgullo escisión o división, pero Caleb permaneció en la fe y
continuó sirviendo durante cuarenta años junto a aquellos cuya incredulidad causó un severo
retraso en su experiencia personal. ¡Qué paciencia y fe! El hecho de que finalmente lograra la
posesión de la tierra en una fecha tardía indica que, aunque vendrán retrasos, la confesión de fe
traerá al final la victoria al creyente.
PEDRO
La sanidad del hombre cojo en Hechos 3.1–16 nos presenta otra imagen de la fe sobrenatural.
Aunque ocurrieron muchos milagros durante el ministerio de Pedro, la metodología del milagro
se presenta de esta manera sólo en este pasaje. Es importante por varios motivos. Responda a las
preguntas siguientes en base al texto:
1. ¿Por cuánto tiempo había estado cojo el hombre?
4. ¿Cómo se lo dio?
ENTRE BASTIDORES
Este primer milagro realizado por los discípulos da a todos los creyentes la clave para
ejercitar la autoridad de fe. Al ordenar la sanidad en el hombre cojo, Pedro emplea el nombre
completo y el título de nuestro Señor: «Jesucristo [Mesías] de Nazaret». «Jesús» era un nombre
común entre los judíos y continúa siéndolo en muchas culturas. Pero la declaración de su nombre
y título completos, una práctica interesante en Hechos, parece ser una lección buena y objetiva
para nosotros (véase 2.22; 4.10). Seamos específicos cuando reclamemos autoridad sobre las
enfermedades o los demonios. En nuestra confesión de fe o proclamación de poder, confesemos
su deidad y su señorío como «el Cristo» («Mesías»); usemos su nombre precioso, como «Jesús»
(«Salvador»). Clamemos a Él como «Señor Jesús», «Jesucristo» o «Jesús de Nazaret», sin que en
este punta haya la intención de establecer un principio legal o ritual. Pero es sabio recordar que, al
igual que oramos «en el nombre de Jesús» (Juan 16.24), también ejercemos toda autoridad en Él,
mediante el privilegio de poder que nos ha dada en Su nombre (Matea 28.18; Marcas 16.12; Juan
14.13, 14). En la Palabra de Dios encontramos muchos otros nombres compuestas que se aplican
a El. Declarémoslos en fe, con oración y plena confianza.
Notemos aquí que la sanidad requirió de Pedro una decisión: Extender la mano al cojo para
levantarlo y expresar palabras de sanidad en el nombre del Señor Jesús. Pero respondiendo al
asombro de todos al ver al cojo caminando, saltando, y alabando a Dios, Pedro dice que la fe es
lo que lo sanó. Aun más importante en nuestro estudio, Pedro declara que «la fe que es por él ha
dado a éste esta completa sanidad en presencia de todos vosotros».
Pedro reconoce que la operación de esta fe no fue premeditada y que no es una función del
carácter o de alguna cualidad personal. Aunque la obediencia es parte del proceso, Pedro aclara
que este milagro maravilloso no se ha logrado por la santidad personal, la voluntad propia o el
poder humano (Hechos 3.12).
Pedro reconoció que este milagro fue posible por una fe cuya fuente está más allá del alcance
humano. Esta fe sobrenatural puede y debe encontrar cooperación humana, puede y se debe
canalizar a través del hombre, pero por sobre todo, la fe «es por Él».
Abra su Biblia en Hechos 14.1–18 y examine este pasaje para responder a las siguientes
preguntas:
1. ¿Cómo testificó el Señor de la palabra de su gracia?
Puesto que la costumbre de Pablo al entrar a una nueva ciudad era hablar primero a la
comunidad judía, algunos asumieron que el cojo era judío. Esto no se puede saber con certeza,
pero lo más probable es que él escuchó la «palabra de gracia» por vez primera. El cojo empieza a
creer a medida que Pablo predica acerca de lo que Jesucristo, su muerte y resurrección significan
para todos.
Es crucial ver que Pablo no predica sanidad sino que predica a Cristo, al mismo Jesús como
el cumplimiento de las profecías del Rey-Salvador. Pablo ve fe en el cojo, pero no fe para
sanidad sino fe en Cristo, en Jesús el Señor. Este hombre ha empezado a creer en lo que Pablo
dice acerca del Señor Jesús. Cuando Pablo reconoce la presencia de la fe, le dice a gran voz:
«Levántate derecho sobre tus pies».
Recuerde las señales y prodigios prometidos y dados por el Señor Jesús, como testimonio del
mensaje que los apóstoles predicaban (Marcos 16.15–20). Este milagro ocurre como una señal,
como testimonio de la verdad de la presentación que Pablo dio de Jesucristo. Vea también que la
sanidad ocurrió a alguien con fe.
¿De dónde vino esta fe?
La aparición de la fe en este hombre coincide con oír el mensaje de Jesucristo. Es la
proclama del mensaje del Señor Jesús que despierta la fe, y es el obrar del Espíritu Santo que
posibilita la existencia de la fe en un hombre que nunca antes ha tenido fuerza en sus pies.
SONDEO A PROFUNDIDAD
A este capítulo sobre el «don de fe» seguirá otro sobre la «decisión de fe». Están escritas así a
propósito, pues ni una u otra se presentan como das alternativas. Algunos en el movimiento de
renovación dentro de la iglesia se han polarizada con esta pregunta: «¿Es la fe soberana o es una
decisión del hombre?
Das personalidades del inicio del movimiento de renavación ilustran opiniones diferentes:
Charles Price y Smith Wigglesworth. Ambas eran evangelistas, Price de Canadá y Wiggleswarth
de Gran Bretaña.
Charles Price predicaba que la fe era una cuestión de la soberanía de Dios. Si usted no tenía
fe, no se podía hacer nada al respecto. ¡La tenía a no la tenía! Price dijo: «Dios se moverá, es
entonces cuando usted lo podrá seguir». Se cuenta una historia del evangelista Price. Un joven
llegó tarde a una reunión de la iglesia y lo condujeran hasta la primera fila. Aunque llegó tarde, él
notó que la reunión no había comenzado todavía.
—¿Qué pasa —le susurró al hombre que se sentaba a su lado—, no hemos empezado
todavía? ¿Dónde está el evangelista?
—Joven —le contestó el hombre—, yo soy el evangelista. ¡Pero no empezaremos hasta que
llegue el Señor!
Smith Wigglesworth tenía ideas bastante diferentes. Su mensaje era: «¡Usted se mueve, luego
Dios se moverá!» Es famoso por su comportamiento descomunal. Esta historia muestra su
posición en lo que respecta a la fe: Una vez haló a una mujer de su silla de ruedas y le ordenó:
—¡Sé sana!
En vez de ser sanada, se cayó. Todos estaban bastante avergonzados, menos Wigglesworth,
quien con tranquilidad la ubicó de nuevo en la silla de ruedas.
—Jovencita —le dijo—, te caíste al tropezar can tus cobijas.
De nuevo la haló de la silla de ruedas y le ordenó que fuera sanada. ¡Y se levantó sana!
Los das hombres tuvieron resultados extraordinarios en la sanidad de muchas personas, pero
los métodos que emplearon fueron muy diferentes. Como ambos ministerios ocurrieron al inicio
del movimiento de renovación de este siglo, el entendimiento de la fe y de lo milagroso en la
Iglesia recién estaba empezando a desarrollarse. Desde entonces, muchos han tendida a polarizar
el asunto entre la soberanía de Dios versus la participación humana. Pera cuando al presente
analizamos el interrogante de si la fe viene de Dios o del hambre, la respuesta más apropiada es
que viene de «ambos». Existe el don de fe (de Dios, quien da en forma soberana), y está la
decisión de fe (el hombre recibe enérgicamente).
Nuestra vida de fe será completa sólo si damos lugar a ambas expresiones. Considere lo
siguiente: Existirán momentos en que el Espíritu de Dios le dará a usted la capacidad
sobrenatural de creer. El don de fe fluirá desde su interior, y frente a circunstancias difíciles
sentirá que crece una confianza sólida. Aunque no exista nada en su situación que concuerde con
su fe, usted oirá o sentirá en su interior algo que dice: «Todo va a estar bien. Voy a salir
adelante». ¿Por qué siente esta confianza? Porque la presencia del Espíritu Santo le da el don de
fe.
Pero también considere otros momentos cuando evalúa las circunstancias que vive a la luz de
la cruda realidad y no siente confianza. Sin embargo, oye la Palabra de Dios en su corazón,
susurrándole al alma. O tal vez una promesa que memorizó mucho tiempo antes. En este
momento, usted es quien decide: Puede ceder su fe al análisis práctico de la circunstancia o
puede decidirse a creer las promesas llenas de poder como se encuentran en la Palabra de Dios.
Este es el tipo de situación que todos vivimos cuando enfrentamos la decisión de fe.
SONDEO A PROFUNDIDAD
Escriba una experiencia personal que haya tenido con el «don de fe».
¿Qué lo hace sensible a la obra del Espíritu Santo cuando se manifiesta el don de fe? (Efesios
5.18)
Romanos 12.3–8, dice que todos hemos recibido una «medida» de fe. Evalúe con honestidad
cómo está utilizando esa medida de fe que recibió.
LA DECISIÓN DE CREER
Existen varios incidentes de la vida del Señor Jesús que ilustran la importancia de elegir bien.
Lea Marcos 4.35–41. Partiendo de esta historia de la tormenta, conteste las siguientes preguntas:
1. ¿Qué dijo Jesús a los discípulos para iniciarlos en la travesía?
5. Los discípulos escucharon a Jesús hablar a la tormenta. ¿Qué oyeron cuando se dirigió a
ellos?
Es notable ver que Jesús reprendió tanto a la tormenta como a los discípulos. Aunque calmó
la tormenta externa, Él esperaba que ellos confrontaran la tormenta interna. Si usted lee los
relatos de los evangelios, le sorprenderá ver cuán a menudo Jesús ejerce control sobre los
eventos climatológicos y sobre los espíritus demoníacos; sin embargo, casi nunca lo verá
ejerciendo control sobre los discípulos. Sólo Él podía reprender a la tormenta en el mar de
Galilea. Sólo ellos podían reprender a la tormenta de temor y dudas que estaban sintiendo.
Cuando Él pregunta: «¿Cómo no tenéis fe?» Estaba sugiriendo que era posible tener fe; que
se necesitaba una decisión. Ellos podrían haber elegido creer en vez de ceder a las dudas y
temores.
Hoy día eso es también valedero para nosotros. En su sabiduría, Dios nos ha hecho
responsables a ti y a mí de los asuntos de fe. Sólo nosotros podemos controlar nuestras dudas y
temores. Utilice una concordancia para ver cuántas veces aparece en la Biblia la expresión «no
temáis». El consejo no aparecería si no fuera posible hacer caso. Si Jesús dice: «No temáis»,
¡para nosotros debe ser posible recibir el dominio sobre el temor!
RIQUEZA LITERARIA
Romanos 8.15: «No habéis recibida el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor».
Phobia, phobos, (Strong #5401); alarma o consternación, tener temor, en exceso, terror, de donde
se deriva phebomai(estar atemorizado).
Pablo asocia este terror con el espíritu de esclavitud y dice que no hemos recibido ese
espíritu. Hemos recibido el Espíritu Santa operante que es llamado el «espíritu de adopción». El
nos llevará a clamar: «¡Abba, Padre!», un término amoroso utilizado por los que se saben
incluidos en la familia de Dios.
RIQUEZA LITERARIA
2 Timoteo 1.7: «Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardia», deilia (Strong #1167);
timidez o temor.
Cuando Pablo confronta la timidez de Timoteo, le recuerda lo que el Espíritu Santo le ha
dado. A partir de 2 Timoteo 1.7, ¿cuáles son los tres elementos que Pablo le dice a Timoteo que
ha recibido de Dios?
1.
2.
3.
En la lección anterior vimos que la fe es un don del Espíritu Santo. Cuando consideramos la
fe como una decisión, ¡ya nunca más estamos solos! El Espíritu de Dios labra en nosotros el
conocimiento de que cada uno es hijo del Padre. Así, el Espíritu Santo busca darnos poder, amar
y dominio propio.
RIQUEZA LITERARIA
Usted puede decidirse a creer. También puede elegir el pánico, dejando lugar a las dudas y a
los temores. Pero la decisión es suya. Usando la metáfora de la historia de Marcos 4, si el Señor
Jesús dice: «Pasemos al otro lado», se puede asumir correctamente que usted también llegará a la
meta.
La pregunta entonces se vuelve: «¿Qué le ha dicho a usted el Señor?» O tal vez debamos
preguntar: «¿Qué pasajes de las Escrituras entiende usted que se pueden aplicar a su situación
actual?»
Si algunos aspectos de la fe están supeditados a la decisión personal, y si la elección es entre
lo que usted sabe que el Señor ha dicho y lo que su circunstancia actual (el enemigo de su alma)
dicta, entonces se vuelve sumamente importante saber lo que el Señor está diciendo.
RIQUEZA LITERARIA
Romanos 10.17: «Así que la fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios». Nota: «En los medios
normales de operación divina las personas no llegan a tener una fe de salvación, a menas que lean la
Biblia o que alguien les explique el evangelio contenido en ella. El Espíritu utiliza la Palabra de Dios para
conseguir una reacción de fe en nuestro interior, y nos inclinamós en la confiabilidad de la Palabra de
Dios para nuestra fe de salvación.
EL ESPÍRITU Y LA PALABRA
Cuando la fe es asunto de elección, usted puede estar seguro de que el Espíritu de Dios habla
la palabra sobre la cual usted puede basar su decisión de creer. Usando de nuevo la historia de la
tormenta en Marcos 4, notemos que los discípulos tenían la palabra de Jesús («pasemos al otro
lado»), así como su presencia (estaba con ellos en el bote). Haciendo la comparación, responda a
las siguientes preguntas:
¿Está Jesús con usted? Escriba sus pensamientos al respecto al leer estas promesas.
Mateo 28.20: «Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo
estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo». Amén.
Hechos 18.10: «Porque yo estoy contigo, y ninguno pondrá sobre ti la mano para hacerte
mal, porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad».
¡Él está contigo! Armado con lo que te ha dicho, usted debe tomar buenas decisiones,
decisiones en fe. Sea diligente en tratar con sus dudas y temores. No olvide: Jesús reprenderá la
tormenta de afuera. Sólo usted puede reprender su tormenta interna.
No es correcto ni verdadero decir: «No tengo temor». Pero sí está bien decir: «No temeré».
No está bien decir: «No tengo dudas». Pero sí es bueno decir: «No permitiré que las dudas se
adueñen de mí».
Escriba los siguientes versículos:
1. Salmos 56.3
2. Isaías 12.2
SONDEO A PROFUNDIDAD
Es cierto que en años recientes se ha enseñada un estilo de fe que tiene más de la Nueva Era
que de la Biblia. ¿Cuáles son las diferencias?
• Las enseñanzas de fe de la Nueva Era lo llevan al camino de satisfacer la voluntad
propia. La fe bíblica lo lleva por el camino de satisfacer la voluntad de Dios.
• Las enseñanzas de fe de la Nueva Era hacen que la propia voluntad sea importante.
Las enseñanzas de la fe bíblica ubican a Dios como ser sumamente importante.
• Las enseñanzas de fe de la Nueva Era implementan tácticas de negación, rechazando
el reconocimiento de la realidad de la maldad personal y sobrenatural. Las enseñanzas
de la fe bíblica reconocen la realidad y triunfa sobre la tragedia.
La negación está basada en el temor, pero la fe nunca teme la realidad. Algunos quieren creer
en la sanidad porque le tienen miedo a la enfermedad. Pero la fe bíblica lucha por la sanidad
porque Dios la ha prometido («Yo soy Jehová tu sanador» Éxodo 15.26), y no porque tememos
las complicaciones o consecuencias de la aflicción o de la muerte.
Con esto no queremos sugerir que un cristiano no teme, ya sea al dolor, la enfermedad, la
pobreza o incluso al enemigo. Los creyentes fieles y sinceros tienen estos sentimientos, pero
algunos adoptan el arte de la negación y no admiten el temor, como si su negación fuera «fe». La
fe genuina se centra en el Señor y en su Palabra. Se basa en Él (la Verdad) y en su Palabra que es
verdad (Juan 14.6; 17.7) En vez de vivir en un mundo de negación religiosa o filosófica, el
cristiano armado con el entendimiento verdadero de la fe rechazará ser conmovido o tomar
decisiones basado en el temor. Ese «entendimiento verdadero» es (1) el Señor está contigo, (2)
su Palabra es verdad, y (3) nunca Él le fallará ni a usted ni a su Palabra.
¿Lo cree?
En los cuatro versículos siguientes Jesús formula la pregunta: «¿Crees esto?» Escriba sus
propias observaciones de cada incidente, tomando la precaución de estudiarlo en contexto. En
cada caso, vea cómo Jesús exige la decisión de fe. La opción correcta no es el poder de la fe. Es
sencillamente nuestra aceptación de su promesa: su Palabra. El poder es suyo, la promesa nos la
dio a nosotros (textos en bastardilla están resaltado cada versículo).
1. Mateo 9.28: «Y llegado a la casa, vinieron a Él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que
puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor».
2. Juan 1.50: «Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees?
Cosas mayores que estas verás».
3. Juan 9.35: «Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo
de Dios?»
4. Juan 11.26: «Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
FE VIVA
En la lección anterior estudiamos el don de fe. El Espíritu de Dios se puede mover tan
poderosamente dentro de usted que la fe es menos un asunto de hacer que alga suceda y más un
asunto de permitir que alga ocurra. Coma es un dan, usted sólo puede recibirlo. Cada uno de
nosotros puede responder a un regalo que se nos ofrece. No podemos iniciar la ofrenda del don
pera podemos recibirla.
En este capítulo hemos estudiado los conceptos detrás de la fe como una decisión. Evalúe sus
decisiones recientes como asuntos de fe en las siguientes circunstancias: Describa modos que
permitan tomar la decisión de creer:
En mi hogar
En mi trabajo
En mi salud
En mis emociones
En mi ministerio
Este es un ejercicio maravilloso, sin embargo, revise la escrita. Si escribió decisiones que
expresan sus deseos y no la voluntad de Dios (como lo revela en su Palabra), entonces usted va a
tener menos poder de fe que lo que El desea que tenga. Vea los distintos temas de nuevo, y tome
nota de un versículo que crea adaptado a su circunstancia. Convierta esa promesa en la base de su
fe y deje que Dios entre en su decisión mediante esa decisión. Usted no debe sentir que su
responsabilidad es crear o conseguir el poder para obtener soluciones. Usted simplemente debe
elegirla a El. ¡El tiene el poder, y nos ha dada su promesa tanto a usted coma a mí!
LA PROVISIÓN DE SANIDAD
El profeta Isaías describe al Senor Jesús como el Siervo sufrido. En Isaías 53 se ilustra
gráficamente el sufrimiento de nuestro Señor en la cruz. Estudie Isaías 53.1–12, formulando las
preguntas que se encuentran a continuación a medida que va leyendo el pasaje:
1. ¿Cómo se describe la aparición del Señor en el versículo 2?
11. Según el versículo 10, ¿qué expresión parece hacer referencia a la resurrección del
Señor?
13. Según el versículo 12, ¿cuáles son las cuatro cosas que el Siervo hizo por la humanidad?
RIQUEZA LITERARIA
Isaías 53.4, quebrantos, choliy (Strong #2483); dolencia, ansiedad, calamidad: aflicción,
enfermedad, quebranto. Utilice una concordancia de la Biblia para buscar esta palabra y ver
cuántas veces se utiliza para referirse a la enfermedad física.
RIQUEZA LITERARIA
Isaías 53.4, dolores, makob (Strong #4341). Esta palabra a menudo se traduce, «dolor»,
«quebranto», y parece que se refiere al dolor emocional, mientras que la palabra que antecede
parece indicar dolor físico. Utilice una concordancia para ver cómo otros escritores han utilizado
esta palabra.
INFORMACIÓN ADICIONAL
Isaías 53 enseña con claridad que la sanidad corporal está incluida en la obra expiatoria, el
sufrimiento y la cruz de Cristo. Las palabras hebreas para «dolores» y «enfermedades» (v. 4) se
refieren específicamente a la aflicción física. Esto se verifica en el hecho de que Mateo 8.17 dice
que este texto de Isaías se cumple a carta cabal en los actos de sanidad que efectuó Jesús.
Además, está claro que las palabras «llevó» y «sufrió» se refieren a la obra expiatoria de
Jesús, porque son las mismas que se utilizan para describir a Cristo cargado con nuestros pecados
(véase el v. 11 y 1 Pedro 2.24). Estos textos vinculan inequívocamente la base de la provisión,
tanto de nuestra salvación como de nuestra sanidad, con la obra expiatoria del Calvario. Sin
embargo, ninguna de estas cosas se recibe automáticamente, porque ambas deben alcanzarse por
la fe. La obra de Cristo en la cruz las pone a nuestra disposición, y las recibimos, según sea
nuestra elección, mediante un acto sencillo de fe.
Por cierto, unos pocos alegan que la profecía de Isaías acerca de la enfermedad se cumplió
completamente mediante las sanidades descritas en Mateo 8.17. Pero un examen más cuidadoso
no revela que la palabra «cumplir» se aplica a menudo a una acción que se extiende a lo largo de
toda la era de la iglesia (véanse Isaías 42.1–4; Mateo 12.14–17; Salmos 107.20; Mateo 4.23–25).
DE UN VISTAZO
Antes de estudiar algunos otros pasajes importantes que explican la provisión divina para la
sanidad corporal observe el siguiente cuadro, que combina los versículos de Isaías 52 y 53, y
enumera las referencias del Nuevo Testamento que les dan cumplimiento.
Jesús entendió su misión y obra como el cumplimiento del sufrimiento del siervo anunciado
en Isaías.
La profecía
El cumplimiento
Será exaltado (52.13).
Será desfigurado por el sufrimiento (52.14; 53.2).
Expiará con su sangre (52.15).
Será rechazado abiertamente (53.1, 3).
Sufrirá nuestros pecados y dolores (53.4, 5).
Será nuestro sustituto (53.6, 8).
Aceptará voluntariamente nuestra culpa y castigo (53.7, 8).
Será sepultado en la tumba de un hombre rico (53.9).
Salvará a quienes crean en El (53.10, 11).
Morirá en lugar de los transgresores (53.12).
Filipenses 2.9
Marcos 15.17, 19
1 Pedro 1.2
Juan 12.37, 38
Romanos 4.25; 1 Pedro 2.24, 25
2 Corintios 5.21
Juan 10.11; 19.30
Juan 19.38–42
Juan 3.16; Hechos 16.31
Marcos 15.27, 28; Lucas 22.37
La provisión amorosa de Dios para sanidad está enraizada en la obra propiciatoria de su Hijo
sobre la cruz, en el poder de Dios por medio del ministerio del Espíritu Santo y en el carácter de
Dios, quien está comprometido a buscar la sanidad completa del ser humano. Mirándolo desde
otro punto de vista, Dios en su naturaleza es un Dios de sanidad. En cuanto al poder, no hay nada
imposible para Dios. En lo legal, la obra de Cristo en la cruz abrió la puerta para que el Dios
santo opere su misericordia sanadora en personas que de otra manera estarían descalificadas para
recibir su toque sanador.
PROMESAS DE SANIDAD
2. Salmos 6.2, 3
3. Salmos 41.4
5. Isaías 61.1
6. Jeremías 30.17
Cada promesa tiene una condición. Estudie los siguientes versículos en su contexto. Tome
nota de la promesa de sanidad y de la condición que se debe satisfacer para que la promesa de
sanidad se cumpla.
1. Isaías 58.8
Promesa:
Condición:
2. Éxodo 23.25
Promesa:
Condicion:
3. Deuteronomio 7.15
Promesa:
Condición:
4. Santiago 5.14, 15
Promesa:
Condición:
No hay estímulo mayor para aumentar la fe en la sanidad que el ministerio de Jesús. Hebreos
13.8 dice: «Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos». Este ser maravilloso, quien es el
mismo que ministró las sanidades maravillosas y poderosas descritas en los cuatro evangelios,
nos invita a confiar en Él para el toque de sanidad.
Escriba sus pensamientos acerca de los cuatro incidentes de milagros de sanidad que operó el
Señor Jesús. ¿Qué le llama la atención de Él? ¿Qué le dice acerca de usted mismo?
1. Mateo 12.10–13
2. Marcos 2.1–12
3. Lucas 4.38–43
4. Juan 4.47–54
SONDEO A PROFUNDIDAD
Algunos enseñan que tener fe para sanidad no está bien. Basan su creencia en la proposición
de que una vez que las Escrituras fueron canonizadas, o sea, una vez que la Biblia como la
conocemos hoy quedó completamente ensamblada, lo milagroso ya no fue necesario; y ahora, la
evidencia para la fe personal debe «descansar solamente en las Escrituras». Esta perspectiva
sostiene que el ministerio de sanidad del Señor Jesús por medio de la iglesia cesó con el
fallecimiento de los últimos apóstoles.
Al contestar esta objeción, afirmemos en primer lugar que la perspectiva planteada en este
estudio bíblico concuerda totalmente en que nuestra fe debe descansar completamente en las
Escrituras, pues la Biblia dice: «La fe es por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios» (Romanos
10.17).
Asimismo, las Escrituras mismas no enseñan que hay un «cese» de la provisión de sanidad
que Dios ha acercado a la humanidad. La idea del «cese» de las sanidades, milagros (o cualquiera
de los dones del Espíritu) parece ser una proposición hecha por hombres, basada en la opinión
humana y en la doctrina de la iglesia, además de la interpretación que algunos dan a sus
experiencias personales negativas.
ENTRE BASTIDORES
Uno de los textos bíblicos en que se basa la oposición a los actos milagrosos de Dios en la
actualidad se encuentra en 1 Corintios 13.10. Queriendo glorificar la importancia de las
Escrituras, el ingenio humano ha propuesto que «lo perfecto» es la Biblia, y como ya está
completa, todos los milagros y señales que sostiene el Nuevo Testamento «se acabaron» y ya no
ocurren más. La Palabra de Dios revela algo muy diferente: «Lo perfecto» se refiere al
cumplimiento de los propósitos de Dios a partir de la venida del Señor Jesucristo (Romanos 8.18,
19). O sea, cuando se cumpla la voluntad más perfecta de Dios para con nosotros. «La opinión
humana es la única razón para presumir que este pasaje se refiere a la conclusión del canon de las
Escrituras. Aunque la Palabra inspirada de Dios se completó al fin del primer siglo, su conclusión
no marcó el fin de la continuidad del funcionamiento de los poderes que ella misma describe.
Tampoco indicó el fin de la necesidad humana de compasión y sanidad. Al contrario, la Palabra
nos instruye a aceptar los dones y el ministerio del Espíritu Santo en nuestras vidas, completando
nuestra suficiencia para el ministerio a un mundo necesitado, por medio de la Palabra predicada y
la Palabra confirmada.
Escriba sus pensamientos y observaciones a partir de los siguientes textos que describen el
ministerio de sanidad del Señor por medio de la Iglesia. Tome nota de las diferentes alternativas
y de cómo se ministra la gracia de Dios.
1. Hechos 3.1–11; Hechos 4.14
2. Hechos 5.15, 16
3. Hechos 8.7
4. Hechos 9.36–42
5. Hechos 19.12–17
6. Hechos 28.8, 9
7. Filipenses 2.26, 27
Examine lo enunciado y recuerde: Jesús estaba vivo y ministró sanidad a través de la iglesia
primitiva. ¡Hoy Jesús está vivo para ministrar sanidad en usted y a través de usted!
Usted ha estudiado las profecías del Antiguo Testamento que presentan la obra propiciatoria
de Jesucristo en la cruz. En esa sección vio las referencias bíblicas que incluían la provisión
divina para su sanidad física y espiritual. Nosotros remarcamos la verdad de que la obra de
Cristo en la cruz es la base legal sobre la cual Dios extiende su misericordia sanadora a los
creyentes que son justificados por su fe en Cristo.
También estudió las promesas para sanidad, todas las cuales tienen condiciones, que son
asunto de fe y obediencia. Cuando se cumplen estas condiciones, los creyentes quedan en
posición a no hacerle demandas a Dios sino a ponerse bajo su mano de manera que puedan
recibir la operación de su promesa en la experiencia personal.
Al estudiar los relatos del ministerio de sanidad del Señor Jesús, usted ha visto a Aquel que
no cambia, quien es el mismo ayer, hoy, y por siempre. Usted puede tener fe en Él para que sea
el Señor que lo sana hoy. El no cambia.
Al estudiar los casos de sanidad que se suscitaron a través de la Iglesia luego de la ascensión
del Señor Jesús, usted ha visto que la provisión de sanidad sigue vigente y debe continuar no sólo
para usted, sino también a través de usted para un mundo en necesidad.
EL RESTO DE LA HISTORIA
Para concluir esta lección sobre la fe y la sanidad quisiera terminar la historia que empecé en
la introducción.
Dos semanas más tarde, en una pelea con un chico de mi barrio quedé sin sentido, y la madre
del que me golpeó a traición me llevó al hospital. El doctor confirmó rápidamente que fue un
puñetazo afortunado. Pero antes de que me diera de alta, escuché a la mamá decir:
—¿Doctor, ya que estamos aquí, podria revisarle la clavicula? Creo que se la rompió, pero no
estoy segura si se le suministró algún tratamiento.
Inmediatamente, el doctor me revisó la clavícula. Nunca olvidaré lo que dijo.
—Hijo, tu clavícula estuvo rota en dos lugares pero ya soldó perfectamente.
—¿Qué tratamiento te hicieron? —quiso saber, motivado por la pregunta de la dama.
—Lo único que hicimos fue orar —dije sonriendo con timidez.
—Lo que te hayan hecho te hizo bien —dijo mientras reía—. ¡Pero de ahora en adelante
tendrás que tratar de evitar esos golpes a traición!
En el camino de vuelta a casa, la madre de mi amigo se disculpó. Me dijo que el resto del
vecindario se había disgustado bastante con mi familia, pensando que nadie me había cuidado
bien. Esta no habría de ser la última vez que escucharía a un médico confirmar el obrar
maravilloso de la misericordia sanadora de Dios en nuestra familia.
Desde entonces, aunque agradezco las palabras del doctor, estoy más agradecido por un
padre que tuvo la sabiduría de dejarme tener mi primera experiencia de fe sanadora en un
ambiente de amor. No me forzó a tener fe, me dejó elegir entre confiar o no. Él me ofreció ir al
médico inmediatamente, sin hacerme creer que era una opción inaceptable o indigna.
Resumiendo, me hizo decidir en lo que yo creía en vez de dejar que mi fe dependiera de la suya.
Siempre he estado agradecido por aquellos momentos en que indagué las Escrituras por
primera vez para basar mi fe personal en algo que Dios me estaba diciendo personalmente.
FE VIVA
Escriba las promesas de sanidad que se han despertado en usted durante el estudio de esta
lección. ¿Cuáles son las condiciones que se deben cumplir para que su fe se mueva «bajo la mano
de Dios», y así tener la libertad plena para recibir esas promesas?
Lección 5—La fe y los milagros
Jesús dijo: «Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios;
hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les
hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán» (Marcos 16.17, 18).
Juan registra que la promesa de continuar el ministerio de los milagros a través de los
discípulos les fue dada la noche en que Jesús fue traicionado: «De cierto, de cierto os digo: El
que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al
Padre» (Juan 14.12).
En ambos casos la continuidad de los milagros se basa en la condición de la fe. En algunos
sectores de la iglesia se enseña que los milagros cesaron en algún momento del siglo primero. Se
enseña que los milagros ya no eran necesarios al morir el último de los apóstoles originales y al
concluirse el canon. Sin embargo, esto no aparece en ningún lugar de las Escrituras. La Biblia
enseña que la presencia o la ausencia de fe marca la tónica para las posibilidades relativas de los
milagros.
En este capítulo revisaremos once milagros en el ministerio del Señor Jesús. En cada uno
encontrará una mención específica de la fe, el acto de creer o una exhortación a creer. Antes de
comenzar este estudio, veamos tres observaciones que pueden serle útiles.
Primera: Los milagros han sido parte integral de cada era de la revelación de Dios a su
pueblo. En todas partes las Escrituras sirven de guardianes de la historia; por ejemplo, los
antiguos reinos de Judá e Israel, los reinados de los profetas y de los jueces, el período del exilio,
y el regreso de Israel para reconstruir las paredes y el templo de Jerusalén; todas están
entrelazadas con algunas expresiones de lo milagroso.
La era de los patriarcas, el relato del liderazgo de Moisés y la historia de Josué al poseer la
tierra prometida están repletas de relatos de milagros físicos, visitaciones espirituales, señales,
prodigios y milagros de todo tipo. Hubo épocas en que raramente se oía la Palabra del Señor:
«No había visión con frecuencia» (1 Samuel 3.1). Esta rareza (en algunas traducciones la palabra
«raro» se traduce como «precioso» o «extraordinario») es el resultado de la incredulidad o
desobediencia del pueblo de Dios, como si El se hubiera vuelto mezquino con sus
demostraciones amorosas de poder.
En realidad Aquel «en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación» (Santiago 1.17)
parece estar sumamente interesado en mostrar su poder a favor de los que creen. Revise 2
Crónicas 16.9, y no lo olvide.
Segunda: Los milagros y las manifestaciones de la gloria de Dios son para su gloria. Cuando
Jesús convierte el agua en vino en las bodas de Caná, Juan dice: «Este principio de señales hizo
Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria» (Juan 2.11).
Cada milagro es una manifestación de la gloria de Dios. Juan usa esta expresión para
describir este milagro del agua que se convierte en vino, pues tal vez algunos no lo vean en la
misma categoría que la resurrección, la sanidad de un hombre ciego o la expulsión de un
demonio. Ayudar de manera tan bondadosa en el éxito de la recepción de una boda se podría
considerar por algunos una «pérdida» del poder de Dios; tal vez por eso Juan describe el milagro
de la manera en que lo hizo. Pero a pesar de lo que se diga acerca del tipo de milagro, sin
importar la clase de «señal», este surge para manifestar la gloria del Señor; es decir, la excelencia
de su amor, gracia, fuerza y poder.
Cada milagro es también para su gloria, para que toda la alabanza y honra le sea dada a Él, y
sólo a El. Al estudiar esta lección, usted verá cuántas veces el Señor Jesús elogia a distintas
personas por su fe. Es bueno que nosotros lo veamos haciendo esto pues indica su deleite, el
placer de Dios, con respecto a los que «creen» de forma tal que lo aceptan y le permiten obrar en
áreas que la incredulidad entorpecería.
Al desarrollar la fe, esta accede a la gracia de Dios hacia los milagros. Sin embargo, cuando
ocurre algo milagroso, incluso cuando la humanidad (usted, alguien por quien usted ora o
cualquier otro) se ha beneficiado, es siempre para la gloria de Dios.
Lea Isaías 42.8. ¿Qué es lo que el Señor no comparte?
La naturaleza del hombre inevitablemente alaba al agente humano por medio del cual fluyen
los milagros de Dios. Nuestra naturaleza nos inclina no sólo a adorar a aquel que Dios usa para
producir el milagro, sino también al propio milagro o a los artefactos asociados con él. La iglesia
antigua ha venerado los objetos asociados con los milagros pasados, suponiendo que el objeto
tiene en sí alguna eficacia. Esta tendencia humana es histórica, hasta aparece en la Biblia.
Vea Números 21.4–9 y compare la historia de cómo Dios sanó a los israelitas de la plaga de
las serpientes ardientes con 2 Reyes 18.1–4. Vea cómo ese instrumento de liberación se convirtió
en un objeto de alabanza. Vea cómo fue necesario destruir ese objeto para poder restaurar la
alabanza verdadera en el templo.
Aimee Semple McPherson, una evangelista de la década de los treinta, usada poderosamente
por Dios en el ministerio de los milagros, tenía un lema bíblico inscrito en su púlpito de Los
Ángeles que decía: «Quisiéramos ver a Jesús» (Juan 12.21). Ella entendió este imperativo como
quien participara normalmente de lo milagroso. Tanto este pasaje como las lecciones enunciadas
sirven para ayudarnos a recordar: ¡Los milagros son una manifestación de la gloria de Dios y
siempre se dan para su gloria!
Tercera: Los milagros están siempre ligados al propósito eterno de Dios. Aunque los
milagros pueden aliviar la necesidad y el sufrimiento humanos (en verdad, ocurren a menudo),
estos en realidad no se llevan a cabo simplemente para afectar la condición humana sino que
están ligados al plan eterno de Dios.
Lea de nuevo Marcos 16.17–18. Ahora, vea la relación directa con el versículo 15. El texto
da la promesa de lo milagroso, pero también revela su propósito: La expansión del evangelio de
salvación. Las señales y prodigios se dan para confirmar la predicación de la Palabra de Dios (v.
20).
Los milagros no existen para ayudarnos a conseguir lo que queremos, sino para que por
medio de ellos Dios cumpla su propósito. Esta palabra de corrección no quiere decir que Dios se
preocupa sólo por su programa y que no le importa su gente. No hay nada más alejado de la
verdad, pues las personas son el programa de Dios. Pero debemos mantener nuestra vista en El.
El no sólo es la fuente de amor y de poder sino también el único que tiene toda la sabiduría y el
entendimiento. Debemos confiar en El y buscarlo, siendo su propósito nuestra preocupación
máxima.
Lea 1 Pedro 5.7. ¿Bajo qué fundamento se nos ofrece entregarle nuestra ansiedad a Dios?
A modo de ejemplo del balance entre el propósito de Dios y su poder para los milagros, lea
Éxodo 3.9. Aquí Dios llamó a Moisés desde la zarza ardiente. En este encuentro, Moisés oye que
Dios dice: «El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la
opresión con que los egipcios los oprimen». Por otro lado, la compasión de Dios está deseosa de
liberar a Israel; como contrapartida, Él está listo para llevar a cabo su juicio en contra de la
arrogancia egipcia.
El que estudia la historia bíblica se da cuenta de que Dios está comprometido con los
israelitas y con su pueblo elegido, y la liberación del yugo egipcio era una parte integral de su
propósito eterno. Al mismo tiempo en que Dios da cumplimiento a su propósito eterno de revelar
su plan global de redención, también ministra compasivamente a las necesidades de su pueblo.
Al ver esto, creamos que no estamos forzados a pensar que Dios está más interesado en su
propósito eterno que en la condición humana. A Elle preocupan ambos aspectos. Los milagros
muestran la gracia de Dios que alcanza a la necesidad humana, y revelan la gloria de Dios al
cumplir con su propósito.
¿Por qué es tan necesario que entendamos este aspecto? ¡Porque en el mismo momento en
que desplazamos el tema de los milagros de una perspectiva del plan eterno de Dios, Satanás o la
naturaleza humana tratarán de atribuirse los resultados de lo milagroso con la intención de lucro
o engaño!
Habiendo efectuado esta tercera observación, repasemos. Escriba sus comentarios personales
bajo cada punto:
1. Los milagros nunca han cesado donde hay fe.
Al estudiar los siguientes versículos que describen ciertos milagros del Señor Jesús, escriba
sus propias observaciones acerca de la importancia de la fe, notando el modo en que se expresan
las palabras o las acciones de fe, y las formas en que se invoca o se origina la fe.
Marcos 5.24–34: La sanidad de la mujer que tenía el flujo de sangre (examine los relatos de
este mismo milagro en los otros evangelios: Mateo 9.20–22; Lucas 8.43–48).
¿Qué dijo Jesús que sanó a la mujer?
ENTRE BASTIDORES
Es obvio que en esta historia el milagro no ocurrió con la participación consciente del Señor
Jesús. Podemos presumir que Él no sabía quién lo tocó, debido a su pregunta: «¿Quién ha tocado
mis vestidos?» Esto no pretende sugerir que se extrajo un milagro del Señor sin su bendición. Sin
embargo, la historia parece indicar que hay una dimensión de la virtud del Señor que está al
alcance del creyente que se esfuerza por llegar a Él (superando las propias circunstancias), y
tocarlo para recibir un milagro.
¿Cómo supo el Señor que alguien lo había tocado, estando en medio de una multitud?
3. ¿Por qué cree usted que Él hizo esto y cuál puede ser la aplicación?
RIQUEZA LITERARIA
Salvado, sodzo (Strong #4982). Salvar, liberar o proteger. Significa: sanar, preservar, salvar,
estar bien, tener plenitud. Para la mayoría de los creyentes el concepto de salvación se limita al
perdón de los pecados. Aunque este perdón es maravilloso, la salvación es muchísimo más. Ser
salvo, en el sentido bíblico de la palabra, es experimentar la plenitud. Tener plenitud es llevar la
vida como Dios la ideó. La salvación, o la plenitud, viene sólo a través de la fe.
Marcos 9.17–29: La liberación del niño que tenía el espíritu mudo y sordo.
1. ¿Por qué no podían los discípulos echar fuera este espíritu?
INFORMACIÓN ADICIONAL
En este pasaje Jesús nos dice que la condición para la oración de sanidad contestada es
«creer». El padre del muchacho endemoniado respondió con lágrimas en los ojos: «Creo», y
luego agregó: «Ayuda mi incredulidad». Siendo la fe un don, podemos orar pidiéndola tal como
lo hizo este padre. Note cuán rápido contestó la gracia de Dios. Pero aquí se nos ofrece otra
lección: Deberíamos buscar un ambiente diferente a aquel donde es difícil creer. Hasta la
capacidad de Jesús para hacer milagros se vio reducida donde prevalecía la incredulidad (Mateo
13.58).
La oración y la alabanza proveen una atmósfera de fe en Dios. Sin embargo, en este texto
Jesús explica otro obstáculo a la victoria de la fe, que hace infructuosas a las oraciones: «Este
género con nada puede salir, sino con oración y ayuno» (Marcos 9.29). Su explicación enseña: 1)
Que algunas aflicciones (no todas) son impuestas por el demonio; y 2) que algunos tipos de
posesión demoníaca no responden al exorcismo; solamente la oración ferviente puede producir
liberación. La perseverancia en la oración, acompañada de alabanza y ayuno, provee un clima
para la fe que trae liberación.
RIQUEZA LITERARIA
Revise Salmo 107.20 como referencia a la sanidad del hijo del oficial del rey.
El hecho de que Dios «envió su Palabra» se cumple en dos aspectos: Primero, Dios la envió a
través de su Hijo. Jesús es el Verbo [la Palabra] (Juan 1.14), y «de su plenitud tomamos todos»
(Juan 1.16). Segundo, Dios envió su Palabra en la forma de la Biblia, la Palabra escrita de Dios.
Al creer en sus promesas nos volvemos receptivos a las posibilidades de que su gracia las cumpla.
De acuerdo con Isaías 55.11, ¿qué ocurrirá cuando el Señor «envíe su Palabra»?
2. ¿Qué dijo Jesús que es necesario para ver la gloria de Dios? (v. 40).
3. ¿Por qué oró Jesús de aquella manera en la tumba de Lázaro?
Hemos considerado once milagros que el Señor llevó a cabo, y todos fueron librados por la fe
de las personas involucradas. Como conclusión de nuestro estudio, lea Marcos 6.5, 6.
¿Por qué no podía el Señor hacer obras de poder en aquel momento?
Los milagros se efectúan y se reciben por fe. Son útiles para la presentación del evangelio.
Un milagro puede solucionar un dilema humano o reparar una condición humana. Cuando ocurre
un milagro, toda la alabanza y la honra se deberían dar al Señor que lo efectuó.
INFORMACIÓN ADICIONAL
Relate un milagro de Dios del que usted fue testigo o que usted mismo vivió en una época
pasada de su vida, reciente o antigua. ¿Cómo este milagro afectó su fe? ¿Cómo le dio gloria y
honra al Señor? A la luz de su estudio, ¿existe una oración que quisiera hacer a Dios acerca de su
gracia y poder milagrosos, y de su propia vida y servicio al Señor? Escríbala.
A. Enumere los diecisiete aspectos que el apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, dijo
que no pueden separarnos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
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B. ¿Qué tipo de persona permite ser al creyente la frase: «Por medio de Aquel que nos amó»?
RIQUEZA LITERARIA
Sufrimiento, pathema (Strong #3804); estar sometido a, por ejemplo: dificultad o dolor;
subjetivamente: emoción o influencia: se traduce como afección, aflicción, dolor, padecimiento.
Pathos (Strong #3806); apropiadamente, sufrimiento («pathos»), por ejemplo (subjetivamente)
una pasión; se traduce como (desordenado) afección, lascivia.
Pascho (Strong #3958); tener una sensación o impresión (generalmente dolorosa): se traduce
como sentir, pasión, sufrimiento, vejación.
Sumpascho (Strong #4841); experimentar dolor con o del mismo tipo (específicamente,
persecución; «simpatizar»): se traduce como sufrir con.
EL SUFRIMIENTO Y LA PERSECUCIÓN
Lea 2 Timoteo 3.12. Cuando Pablo escribió a Timoteo, a quien había dejado en Éfeso para
pastorear la iglesia creciente, ordenó al joven a ser fuerte frente a la persecución. Ahora lea el
contexto: Versículos 3.10–11. Se nos recuerda el precio que pagó Pablo por predicar el
evangelio. Tal como le escribió a Timoteo, hasta el día de hoy a todos se nos enseña que los
creyentes encontraremos resistencia cuando encauzamos nuestra vida en un orden divino.
RIQUEZA LITERARIA
Busque estos versículos, prestando atención al contexto; dé su opinión sobre lo que significa
sufrir persecución por el evangelio.
1. 2 Timoteo 1.12
2. Gálatas 5.11
3. Gálatas 6.12
4. Juan 15.20
5. 1 Tesalonicenses 2.14, 15
6. Mateo 13.21
7. 1 Pedro 4.15, 16
¿Ha leído usted alguna de las historias de los ancoritas? Estos fueron los ermitaños para
Cristo que vivieron entre los siglos tres y cuatro; fueron hombres y mujeres extraordinarios que
se comprometieron a llevar una vida de pobreza y carencia personal para llegar a ser santos.
Creían que el camino a la santidad sólo se hallaba a través del aislamiento extremo y del
sufrimiento físico.
Aunque admiro su tenacidad, y muchas de sus historias son maravillosas, la Biblia no nos
enseña ni exige que procuremos o aceptemos este tipo de sufrimiento. Sin embargo, sí enseña
que nadie puede entregarse sin sufrimiento a una vida de victorias personales sobre el pecado.
Una victoria requiere una batalla: incluso una batalla victoriosa requiere sufrimiento. ¿Cómo
aprenderemos a encontrar el equilibrio de esta realidad: saber que soportaremos el sufrimiento,
confiando al mismo tiempo en la victoria venidera?
Lea 1 Pedro 2.11–17. Note cómo Pedro se dirige a nosotros como «peregrinos» de la fe y nos
alienta a armarnos en nuestra mente para la batalla contra el pecado. Aunque este pasaje también
está vinculado con la persecución, la exhortación de Pedro trata directamente con el sufrimiento
que enfrentamos por haber elegido vivir de manera diferente que antes de venir a Cristo.
Este pasaje describe el sufrimiento que enfrentaremos al lidiar con nuestra caída naturaleza
humana. Este sufrimiento viene en dos formas: interna y externa. La tentación nos llega de la
misma manera en que el enemigo se apareció ante nuestro Señor Jesucristo (Lucas 4.1–13). Pero
todos tenemos una naturaleza caída que nos acosa, aun cuando no experimentemos ningún
estímulo externo hacia el pecado: una "vida propia" con la capacidad total de asaltarnos, ¡y a
veces hasta de mostrarse como el tentador mismo!
Hay una promesa en Santiago 1.12–15, que nos presenta un caso de estudio sobre las
recompensas que recibimos cuando vencemos la tentación. ¿Cuáles son? ¿Por qué al ser
creyentes debemos enfrentar este tipo de sufrimiento (vs. 13–14)?
RIQUEZA LITERARIA
Tentación, peirazo (Strong #3985); probar (objetivamente), por ejemplo: esforzarse, escrutar,
inducir, disciplinar: se traduce como ensayar, examinar, intentar, tentar, tratar.
Lea 1 Corintios 10.13. Esta promesa llena de poder permite a todo creyente tener confianza
en la lucha contra la tentación. Primero, no le llegará tentación a menos que usted tenga la
facultad —si usted así lo elige— de encararla correctamente. Como un padre amado que no
dejaría a su niño andar en bicicleta antes de aprender a caminar, su Señor no le permitiría
enfrentarse con tentaciones que están fuera del límite de sus capacidades.
Segundo, su Señor proveerá siempre una vía de escape (del griego ekbasis; salida, puerta de
escape). ¡Cuando Él permite la prueba, también provee la salida! Y tercero, el designio de Dios
al darnos una salida no es para promover nuestras debilidades, sino para aumentar nuestra
resistencia. En la frase «para que podáis soportar» vemos la palabra poder, que viene del griego,
dunamis. Usted recibirá poder para soportar la prueba.
Revisemos la promesa: (1) No seremos tentados más allá de nuestra posibilidad de
resistencia. (2) No seremos tentados sin tener la posibilidad de una vía de escape. (3) No seremos
tentados sin que Él nos dé poder completo para mantenernos firmes y enérgicos.
Esta es una promesa poderosa. Empero, aunque ofrece un escape, también implica que no
hay cómo escapar al sufrimiento que viene de lidiar con la tentación. ¿Cómo debería prepararse
el creyente para enfrentar este tipo de sufrimiento? Lea 1 Pedro 4.1–5, y responda estas
preguntas:
1. ¿Quién ha dejado de pecar?
2. Hebreos 11.24, 25
3. Hebreos 12.1–4
4. Romanos 8.16–18
5. Romanos 8.26–28
6. Romanos 12.21
7. Gálatas 4.19: Fíjese que parte del sufrimiento es en favor de otros, para que puedan
ganarle la batalla al pecado y al «yo». Si le ha pasado esto, escriba algunas formas en que lo haya
experimentado.
8. 1 Corintios 9.24–27 (vea cómo otra forma de sufrimiento puede ser una disciplina
autoimpuesta para conseguir la victoria: «¡Si no duele, no cobra!») ¿Ha observado esta
característica en otro cristiano sensato o lo ha visto en usted mismo?
Un estudio de estos versículos nos ayudará a captar la actitud de la iglesia primitiva para
tratar con la realidad de un mundo manchado por la maldición del pecado. Escriba su opinión
haciendo una referencia especial a la «promesa» que destila en sus pensamientos al leer estos
versículos.
1. Romanos 8.19–22
2. 1 Corintios 4.11–13
SONDEO A PROFUNDIDAD
Algunos enseñan que un creyente verdadero nunca debería estar enfermo. Pero aunque usted
sea un creyente verdadero, al margen de cuán firme pueda ser su fe, es probable que se enfrente
con la enfermedad.
Lea Filipenses 2.26–30. La historia de Epafrodito es preciosa. Su enfermedad aparentemente
vino como resultado de una misión militar que tuvo. Aquellos que están al servicio de otros y en
un ministerio que exalta a Cristo también se enferman. Aunque su fe personal sea firme y se
asocien con quienes regularmente experimentan lo milagroso (¡esto se aplicaría ciertamente a la
vida de Pablo!), Dios no les promete una vida libre de la prueba de la enfermedad.
¡Qué mala noticia! Y ¿cuál es la buena noticia? Que de la misma manera en que hay una
respuesta para la tentación del pecado, también la hay para los efectos que la caída manifiesta
sobre la enfermedad y la afección humana. Esto no quiere decir que Epafrodito estaba enfermo
por sus propios pecados. De ninguna manera. Sencillamente vemos que estaba enfermo porque
nadie vive en un planeta caído sin estar expuesto a los efectos de la maldición; en los efectos del
pecado y la maldición se incluyen la enfermedad, el dolor y el sufrimiento.
Pero hilemos este tema. Pablo se apresura en decir que Epafrodito se sanó por la misericordia
de Dios. El mensaje de esperanza y fe es que, al igual que Epafrodito, usted y yo podemos
encontrarnos enfermos al tratar de cumplir nuestras misiones y ministerios; pero si eso ocurre,
¡también está a nuestra disposición la misma misericordia de sanidad que obró en él!
Es un desafío estar expuestos al sufrimiento mientras vivamos en un mundo en decadencia.
Esto mismo le manifestó Pablo a la iglesia en Roma (Romanos 8.18–25): toda la creación gime a
una y nosotros gemimos con ella, aguardando aquel día en que seremos liberados para siempre en
la aparición de Cristo. Pero no debemos tomar la palabra "gemido" como si nos entregáramos a la
derrota por medio del sufrimiento.
¡Nunca! El creyente que perdura en la vida en un planeta caído puede aferrarse a las
promesas de Dios. Lea esos versículos y vea el consuelo que se encuentra a continuación, en
Romanos 8.26–28. A partir de nuestra experiencia de sufrimiento, al lidiar con toda la realidad
del efecto del pecado, el Espíritu de Dios nos da poder en la fe para llevar una vida de victoria,
siendo vencedores en todo lo que hagamos y extendiendo esa vida de victoria a todos los que el
Señor nos pone en el camino.
FE VIVA
Describa su filosofía personal para el sufrimiento, en las tres dimensiones que hemos tratado:
(1) En la persecución:
Lea los textos siguientes y escriba sus observaciones en respuesta a esta pregunta: ¿En qué
pusieron la fe los discípulos?
1. Hechos 24.24
2. Gálatas 3.26
3. Colosenses 1.14
4. Colosenses 2.5
Vayamos al comienzo del evangelio de Juan. Al leer la primera docena de versículos vea
cuán cuidadosamente presenta Juan a Jesús como la Luz y el Creador del mundo. Ahora vea Juan
1.12. Note cómo el acto de recibir a Cristo se hace posible por la presencia de la fe.
¿Qué se dio a los que creyeron y recibieron?
Vayamos a Juan 3, a la conversación nocturna que Jesús tuvo con Nicodemo. Aquí el centro
de la fe se presenta con palabras que muchos niños han memorizado en su Escuela Dominical.
Lea Juan 3.15–19, y tome nota de las cinco veces que se menciona el creer en la persona de
Jesucristo.
Estos pasajes y los que preceden lo aclaran bien: Primero, todos los asuntos vitales están
centrados en la persona de Jesucristo, no en los «objetos», «ideas» ni aun en «creer en la fe». Eso
es lo que separa la fe viva de una fórmula de fe o sistemas seudocientíficos de creencia.
Segundo, la fe de salvación se despierta por la palabra del evangelio.
2. ¿Cómo se oye?
RIQUEZA LITERARIA
Aunque el estudio del lenguaje de la fe se encuentra en otra lección, puede serle útil algo que
dijo mi padre, el doctor Roy Hicks, al referirse a Romanos 10.9–10: «He aquí la lección más
relevante sobre la importancia y el poder de la confesión de fe que se puede hallar en todas las
Escrituras. El principio de la fe se establece desde el comienzo mismo de nuestra vida en Cristo.
Exactamente igual a como la salvación (la obra justa de Dios en nuestro favor) se confirma por
creer de corazón y por la confesión pública de nuestra fe, así también la continua manifestación
de Cristo en nuestras vidas se logra por los mismos medios.»
La palabra «confesar» (del griego homologeo) tiene el significado de «una vinculante
declaración pública por la cual se establece una relación legal mediante un contrato» (Kittel). Por
lo tanto, así como con nuestras palabras contratamos” desde nuestra parte la salvación, desde su
parte Dios proporciona la obra y el poder de Cristo; aquí tenemos un principio para toda la vida.
Crezcamos en la fe activa a partir de este espíritu de fe salvadora, creyendo en el gran poder de
Dios para suplir todas nuestras necesidades y proclamando con los labios lo que nuestros
corazones reciben y creen de las muchas promesas de su Palabra. Aceptemos los “contratos” de
Dios para toda necesidad nuestra, dotándolos con la confesión de nuestra creencia, tal como
cuando fuimos salvos»
En este versículo existen tres fuerzas en movimiento: Gracia, fe y salvación. Pablo quiere que
se entienda bien que bajo ninguna circunstancia nadie puede decir que logra salvarse por
iniciativa personal. Aunque la fe salvadora es su respuesta que permite a un Dios de gracia
traerle vida eterna, esta sería imposible sin el don y la gracia del Espíritu que lo atrae hacia el
Salvador.
SONDEO A PROFUNDIDAD
A medida que crece en la experiencia cristiana, esta faceta de la gracia de Dios (que Él es el
iniciador y el autor de su fe) no sólo se volverá más preciosa para usted, sino que también
descubrirá que la fe salvadora tiene el poder para encender la fe de poder en el diario vivir. Ya
que Dios es el iniciador, el creyente sólo tiene que descubrir lo que Él está iniciando; o sea, ¿qué
dice la Palabra de Dios acerca de lo que Él quiere hacer? ¿Qué es lo que el Espíritu Santo le incita
a aceptar? Cuando descubrimos la provisión que Dios ya ha puesto en marcha, podemos
confiadamente apropiarnos de ella en fe, tal como hicimos en la conversión cuando recibimos a
Cristo.
Lea Romanos 3.21–26 y responda las preguntas siguientes:
1. ¿Quién ha pecado?
RIQUEZA LITERARIA
Redención, apolutrosis; Strong #629: Una liberación asegurada por el pago de un rescate,
liberación, dar en libertad. La palabra, en el griego secular, describía a un conquistador soltando a
los prisioneros, un amo redimiendo a un esclavo. En el NT, la palabra designa la liberación del
mal y de la condenación del pecado por medio de Cristo. El precio que se pagó para la compra de
esa liberación fue su sangre derramada.
Mientras responde a las preguntas usted revisa y se enfrenta a los principios fundamentales
de la salvación. Es un milagro, ¿verdad? Nuestra salvación no es un milagro porque nosotros
éramos especialmente malvados. Usted quizás sí o quizás no haya sido malvado en el sentido de
estar dedicado a lo reprochable, depravado u horrible. De una u otra forma estaba perdido, sin
esperanza (Efesios 2.12). No podría rescatarlo nada de lo que pudiera hacer con cualquier
demostración de ingenio, fuerza, sabiduría o bondad en hechos concretos.
Pero Jesús lo hizo. ¡Él lo rescató a usted! ¡Milagrosamente!
¿Por qué hago tal énfasis en el hecho de que la conversión es un milagro? Es la tendencia
normal del ser humano olvidarse que la naturaleza de la provisión y el poder operante al
momento de nuestra experiencia de fe salvadora es absoluta y magníficamente milagrosa. Con el
paso del tiempo, muy fácilmente nuestra conversión se vuelve parte de un viejo álbum, un diario
personal o un recuerdo de tiempos antiguos. Sin embargo, si podemos mantener candente la
naturaleza milagrosa de la «fe salvadora», podemos seguir preparados a experimentar
muchísimos momentos más de fe de poder, operando en las circunstancias diarias de la vida tal
como la salvación fue el momento de decisión en nuestra vida.
Pero si nos olvidamos de la naturaleza sencilla pero milagrosa de nuestra salvación
«original» (cómo Dios nos atrajo hacia sí, cómo nos persuadió y nos avivó por medio de la
Palabra), nos volveremos insensibles a su disponibilidad para tratar con nosotros hoy día y
estaríamos desprevenidos o lentos en responder a la fe.
En verdad cada área de su vida se ha diseñado para sentir la iniciación, la atracción, la
conquista y la convicción de Dios por medio de su Palabra y su Espíritu. Milagrosamente, El nos
motiva hacia la fe para con nosotros mismos, el matrimonio, los niños, nuestros asuntos y para
todas las áreas de la vida.
Pablo cita en este pasaje al profeta Isaías. Quiere mostrar que nuestra relación con Dios a
través de Cristo no es algo que se pueda apreciar con los sentidos naturales. El ojo, el oído o el
corazón no pueden percibir lo que Dios ha preparado para nosotros,.
¿Cómo se puede percibir? Pablo dice que podemos ver estas maravillas sólo si las revela el
Espíritu de Dios. Su Espíritu no las muestra a los ojos, los oídos o el corazón, el centro de las
emociones humanas. Por el contrario, se las revela al espíritu humano.
El versículo 11 dice que sólo en nuestro espíritu redimido se puede recibir la Palabra de Dios
y la revelación, separadas de la distorsión que viene de los ojos, los oídos y el corazón.
Estas son lecciones sencillas que la mayoría de los creyentes aprenden temprano en su
caminar con Cristo. Usted lo ha oído en forma hablada y cantada: «Yo soy salvo hoy, ya sea que
lo sienta o no». O, «soy salvo hoy, a pesar de cómo me veo o de cómo se ven las circunstancias».
Aun cuando hayamos aprendido estas lecciones hace mucho tiempo, la vida dinámica de fe
moderna exige un repaso de aquellos principios de fe básicos. ¿Por qué? Porque cada promesa
que procuremos percibir comprenderá la prueba de nuestra fe y lo que Pablo llama «la buena
batalla» (1 Timoteo 6.12). Nuestra fe se fortalecerá únicamente en la medida en que aprendamos
a confiar en su Palabra, yendo más allá de las emociones, viviendo y respondiendo a las
circunstancias a través de lo que entendemos por verdad a causa de su Palabra, no por lo que
sintamos, veamos o pensemos en el plano natural.
Lea Romanos 4.13–25. Utilice estas preguntas a medida que estudia la fe de Abraham para
que le ayuden a entender el significado de andar por fe y no por vista.
1. ¿Cuándo se nulifica la fe? (Romanos 4.14).
3. En su opinión, ¿qué significa: «Él creyó en esperanza contra esperanza»? (Romanos 4.18).
FE VIVA
Narre su propia experiencia de fe salvadora. Describa cómo llegó a creer en el Hijo de Dios.
¿Cómo lo atrajo Dios? ¿Cómo oyó por primera vez el evangelio, la palabra de salvación por
gracia? Al escribir su experiencia, pídale al Señor que le muestre cómo ha continuado la obra que
puso en marcha la posibilidad de fe para su vida. ¡Pídale al Señor que le muestre cualquier
corrección y arrepentimiento que deba ofrecer para que su vida de fe se examine de tal manera
que otra vez vuelva a ser fe salvadora!
Lección 8—El lenguaje de la fe
Hace varios años enterré a Nita Smith. Todavía la extraño. Aunque no necesitaba trabajar,
ella decidió ayudarnos en el departamento de contabilidad de la iglesia. Cuando hablan de ella
sus compañeros de oficina utilizan las palabras eficiente, rápida, inteligente, buen sentido del
humor, etc.
Pero no es por eso que la extraño, sino porque era una de esas pocas personas que consiguen
entender el significado de la fe en su aplicación a la vida diaria. Para ella, cada momento
negativo le daba una oportunidad para encontrar una promesa de Dios y ponerla a prueba.
¡Esperaba ver con humor y confianza lo que haría su Dios Todopoderoso en cada oportunidad!
Me acuerdo especialmente del domingo en la mañana cuando tropezó al salir por la puerta
delantera de la iglesia. Como ella había asistido al primer culto, nadie me habló del accidente
hasta que todos los cultos terminaron. Salí corriendo a la sala de emergencia, pero llegué muy
tarde: ya se sentía bien.
—Por sus llagas soy curada —me dijo.
Mientras las enfermeras terminaban me contaron los momentos llenos de humor que habían
pasado. Cuando Nita cayó, se golpeó la cabeza con el borde de concreto al pie de las escaleras.
Como la mayoría de las heridas en la cabeza, sangraba intensamente. Uno de los ujieres pidió
una ambulancia, lo que no la alegró. Ella no temía ir al hospital pero en su opinión no era
necesario.
El personal de la ambulancia le puso una venda provisoria en la frente para detener la
hemorragia hasta que el doctor pudiera suturar la herida. Como su rostro estaba cubierto con la
venda, Nita aprovechó la oportunidad para alabar en silencio al Señor. Pero el que la atendía vio
el movimiento de la boca. Temiendo que pudiera estarle doliendo algo, le levantó la venda y le
preguntó si estaba bien.
—¡Estoy orando! —le respondio con brillo en los ojos—. ¡Y si me dejas tranquila, tal vez
pueda terminar antes de que lleguemos al hospital!
Esa fue la primera señal de que esta mujer no era el paciente habitual de un domingo por la
mañana. La segunda señal apareció cuando la enfermera analizó la herida para ver si podría
detectar daño más allá del corte.
—Ya oré —fue la reacción de Nita—. Y sé que el Señor ya me sanó. Si me toman una
radiografía verán que es sólo una herida superficial.
Como también se lastimó la rodilla le tomaron en ese momento una radiografía de la misma.
El doctor entró con el informe preliminar y dijo que no se veía bien, que había sufrido graves
lesiones tanto en la rodilla como en la frente.
La respuesta de Nita fue tranquila, dijo:
—No puede ser —fue la tranquila respuesta de Nita—. Al venir acá oré al Señor y le pedí
que me sanara. Su Palabra dice que lo hará. Por favor tome otra radiografía.
Lo hicieron de mala gana. Para su sorpresa, aunque no para Nita, no encontraron nada grave
en la rodilla ni en la frente. Cuando llegué, Nita estaba utilizando el momento como otra
oportunidad para hablar de su amor por el Señor Todopoderoso.
Perdí la cuenta de la cantidad de veces que Nita llevó a la iglesia a alguien con problemas
irreparables. Ella sonreía durante todo el culto matinal, esperando plenamente que el Señor se
moviera en sanidad, liberación o en cualquier otra área de necesidad de su amigo.
¡Sé donde está ahora, ella es muy feliz, pero la extraño!
Narro la historia de Nita porque en esta lección estudiaremos varias partes de las Escrituras que
resaltan la importancia del lenguaje de la fe. Tal como hay un cierto sonido para la duda y el
temor, también hay un sonido claro para la fe. ¡Los que creen se distinguen por cómo hablan! A
menudo hablan con un lenguaje muy particular, el de la fe.
RIQUEZA LITERARIA
Debemos considerar tres grandes obstáculos antes de explorar el fabuloso tema del lenguaje
de la fe:
Primero, el lenguaje de la fe no trata de crear una falsa realidad. A veces los que escuchan la
palabra «fe» piensan que esta es una manera de negar la realidad. Lo que no es verdad. Por
ejemplo, el lenguaje de la fe no niega la existencia de la enfermedad, ni ninguna otra cosa como
la bajeza humana o la maldición que ha caído sobre el hombre como consecuencia del primer
pecado. No es un lenguaje de «pretensiones», como si sólo pronunciando ciertas palabras,
pudiéramos salir de la pobreza, la enfermedad, el divorcio o cualquier otro problema que vemos o
enfrentamos. Usted no puede, y la fe verdadera no se trata de eso. ¡No!
Pero hay una manera especial de responder en fe a la realidad. Cuando lo hace, ¡hablará de
cierta manera! Su lenguaje empleará palabras de fe. En vez de rendirse a la realidad de la
circunstancia, la fe hablará de la voluntad del Señor para ese momento. En vez de ahondar en los
síntomas de la realidad, la fe meditará en las promesas de Dios. En vez de someterse a la derrota
o al desánimo, la fe dará alabanza a Dios por su bondad.
Hablar en fe no es practicar el arte de hacer caso omiso a la realidad, sino expresar con
confianza lo que Dios ha prometido hacer con nuestra realidad.
Tercero, aunque esta lección busca identificar el sonido cierto de la fe, es peligroso pensar
que una vez reconocido se puede practicar separado de la obra energizante del Espíritu Santo (por
favor lea la oración anterior dos veces más). El Espíritu Santo es el Espíritu de fe y de gracia, no
de «obras». Él da fe viva, dinámica. No hay nada más superficial que una apariencia de fe sin la
sustancia dada por el Espíritu Santo.
Piense en lo siguiente: Uno de los peligros graves a la vida de fe es el legalismo. Este es el
intento humano de reducir la gracia de Dios a un tipo de conducta que no requiere la obra
dinámica del Espíritu Santo. Dondequiera que Pablo predicaba, los judaizados lo perseguían. Su
preocupación más grave era que los nuevos creyentes cayeran en la trampa de lo que él llamaba
«otro evangelio diferente» (Gálatas 1.6–9). Si no opera en nosotros el poder cálido, amoroso y
vital del Espíritu Santo, aun la fe expresada con convicción puede volverse «otro evangelio
diferente» hundido en los vestigios de la tradición religiosa.
Cuando se trata del lenguaje dé la fe, cada uno de nosotros necesita un tratamiento profundo
del Espíritu, para que de la abundancia del corazón, hablemos palabras de fe (Mateo 12.34).
Lea Proverbios 18.21 y conteste las siguientes preguntas:
RIQUEZA LITERARIA
Poder, yad (Strong #3027). Traducido casi exclusivamente como «mano», «en tu mano»,
indicando poder, medios, fuente y dirección. ¡El aspecto figurativo del lenguaje hebreo dibuja una
lengua con una mano! La lengua puede «agarrar» (como en este versículo) la vida y la muerte.
Las palabras que usted y yo usamos pueden retener o liberar poderes vinculados con la vida y la
muerte. La expresión «sus frutos» (Proverbios 18.21) indica que la palabra hablada es semejante
a la semilla. Las palabras plantadas mediante el poder del habla son como plantas que llevan fruto
y dan vida o muerte, dependiendo de lo que se haya hablado.
Utilice una concordancia de la Biblia para ayudarlo en un estudio del libro de Proverbios.
Busque los versículos que tengan que ver con la lengua, la boca, los labios o la palabra. A
continuación enumeraré algunos para ayudarlo a comenzar. Escriba los versículos y anote sus
observaciones personales sobre el poder del habla.
1. Proverbios 6.2
Antes de que los contratos se escribieran sobre papel, un simple pacto verbal, obligaba a las
partes. ¿Qué pasaje bíblico podría usted utilizar como un contrato con Dios? ¿Qué palabras usaría
usted para pactar el contrato?
2. Proverbios 12.18
La palabra hablada promueve la salud. ¿Qué palabras puede usted hablar que promoverían la
integridad en las relaciones, en la conducta y en las circunstancias físicas?
El aprendizaje del lenguaje de la fe incluye aprender a saber qué no decir. ¿Qué ha dicho
usted o alguna otra persona que no debería haberse expresado?
4. Proverbios 15.4
Una manera distinta de decirlo sería: «Una lengua de sanidad es un árbol de vida».
5. Proverbios 16.24
INFORMACIÓN ADICIONAL
Proverbios 16.24 revela lo que la sabiduría divina (su Palabra) enseña a nuestros corazones:
verdades y promesas que deben reflejarse en nuestra conversación y transmitir esas enseñanzas a
nuestros labios. La Palabra en nuestros corazones debe influir sobre núestra conducta y
conversación. La «dulzura» y la «medicina» que tales palabras promueven son deseables, ya sea
para nuestras relaciones humanas o para la recepción de la gracia divina en nuestro diario vivir.
Llevan al creyente a una vida victoriosa a través del reconocimiento del poder y la fortaleza de
Dios, tanto con nuestras acciones como con nuestros labios.
Habiendo estudiado algunos de los versículos del libro de Proverbios, usted ha descubierto la
conexión que Dios hace entre el mundo físico y el espiritual, ubicando al modo de hablar como
la entrada. Aprender el poder de la palabra es una de las lecciones básicas del discípulo.
Escriba sus propios pensamientos al revisar los siguientes versículos:
• La Palabra es como una semilla (Mateo 13.18–23). ¿Qué podemos hacer con ella?
• La Palabra es como una espada (Efesios 6.17). ¿De qué modos podemos usarla?
• La Palabra se usa en conexión con el lavamiento y con el agua (Efesios 5.26). ¿Cómo se
aplica?
Habiendo estudiado las referencias, ¿cómo puede ponerlas por obra en su propia vida?
¿Existe la posibilidad de que las palabras que usted pronuncia sean semillas, así como la Palabra
de Dios es semilla? ¿Existen ocasiones en que usted debe usar sus propias palabras para hacer
guerra? O, ¿puede usted expresar palabras que sean usadas para el lavamiento y la purificación?
Por supuesto que la respuesta es «sí». Pero esto sólo es posible en la medida en que esté
dispuesto a dejar que la palabra de Dios se convierta en el patrón de sus propias palabras. El
lenguaje de la fe es hablar lo que Dios ha dicho y lo que nos dice aun como su respuesta
inmutable a las circunstancias presentes.
Una de las grandes enseñanzas de Jesús acerca del poder del habla se encuentra en Marcos
11.23–26. Lea estos versículos antes de continuar y escriba sus propias observaciones.
Versículo 23, acerca de las posibilidades de la fe y el habla.
INFORMACIÓN ADICIONAL
Lea las palabras del doctor Roy Hicks, padre, en Marcos 11.22–24, tituladas Jesús en la
«confesión de fe»: «De los propios labios de Jesús recibimos la más directa y práctica instrucción
concerniente al ejercicio de nuestra fe. Consideremos estos tres puntos: 1) La fe debe depositarse
«en Dios». La fe que se expresa llega antes que la fe que se busca. El Todopoderoso es la fuente y
la base de nuestra fe y de nuestro ser. La fe fluye sólo hacia Él, debido a que la fidelidad fluye
directamente de Él. 2) La fe no es una treta que hacemos con los labios, sino una expresión que
brota de la convicción de nuestros corazones. No es bíblica la idea de que la confesión de fe es
una “fórmula” para conseguir cosas de Dios. Lo que Jesús nos enseña es que la fe que hay en
nuestros corazones debe expresarse, lo que la convierte en algo activo y eficaz, que produce
resultados concretos. 3) Las palabras de Jesús: “Todo lo que pidiereis”, extienden este principio a
todos los aspectos de nuestra vida. Las únicas restricciones son: (a) que nuestra fe esté puesta “en
Dios”, nuestro Padre viviente en concordancia con su voluntad y palabra; y (b) “que creamos” en
nuestros corazones y no dudemos. Así, decir “al monte” no es un ejercicio vano o supersticioso,
sino más bien una forma de invocar la promesa de la palabra creadora de Dios»
Puesto que usted toma la fe en serio y desea aprender el lenguaje de la fe, querrá prestar
atención especial a la conexión entre el hablar que mueve montañas y la fe que echa fuera el
pecado. Tal como lo hemos visto, ¡Jesús habló del lenguaje de la fe de las dos maneras!
RIQUEZA LITERARIA
En Marcos 11.25, al que se le acababa de explicar cómo hablar a los obstáculos montañosos
también se le enseñó cómo perdonar. Perdonar, aphiemi (Strong #863) «quitar». ¡Probablemente no
es mera coincidencia que la palabra que Jesús usa para «mover montañas», en griego signifique
perdonar el pecado! ¡Claramente puede ver que no se pueden mover montañas si no se está
dispuesto a perdonar pecados!
Guardar rencor contra una persona es rehusar ofrecerle perdón, o «quitar» el pecado o acto
que alguien cometió contra usted. El que alberga un rencor no podrá «mover la montaña». Usted
y yo no podemos sortear los obstáculos en nuestro camino si mantenemos obstáculos (montañas
de falta de perdón) en el camino de los demás. Perdone ya que se le perdona. Al perdonar
descubrirá una dimensión mayor del perdón de Dios para usted. Entonces su fe estará preparada y
activamente lista para mover montañas.
INFORMACIÓN ADICIONAL
«El creer puede tomar formas opuestas. Puede ser fe o duda. Cuando crees que Dios existe,
que te ama y que está atento a tus necesidades, entonces nace la fe en el corazón.»
«De la misma manera la duda es igualmente real. Al contrario de la fe, la duda te dice que
Dios no existe, o que no te ama y no se preocupa de tus necesidades. La duda hace que el temor
aparezca, lo que acarrea tormento, no paz. En realidad el temor te impide recibir las cosas buenas
que Dios desea enviarte. Apodérate de esta verdad: Duda, y no recibirás nada; ten fe, y recibirás.
Durante muchos años he dicho: ¡Espera un milagro!»
«Tales expectativas abrirán tu vida a Dios y lo pondrán en condiciones de recibir salvación,
gozo, salud, ayuda económica y también paz mental; en pocas palabras, todas las cosas buenas
que tu corazón desea, ¡y mucho más!»
Pat Robertson respondió así a la pregunta «¿Cómo orar para que ocurra un milagro?»:
«Cuando enfrentemos una gran necesidad, ya sea nuestra o ajena, debemos humildemente buscar
la voluntad de Dios en el asunto: “Padre, ¿qué te propones hacer en esta situación?” Jesús dijo:
“Mi padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo” (Juan 5.17). Escuchó la voz del Padre, y le puso
atención. Cuida de no comenzar o terminar oración alguna diciendo torpemente: “Si es tu
voluntad”. En lugar de ello, debes tratar de conocer la voluntad de Dios en cada situación
particular y basar en ella tu oración. Orar por un milagro constituye una invitación al Espíritu
Santo para que se manifieste. Cuando ese es su propósito, Él te lo hará saber. Entonces puedes
pedirle el milagro que ya sabes que El desea llevar a cabo.
»A menudo es importante utilizar algo clave para implorar un milagro: la palabra hablada.
Dios nos ha dado autoridad sobre la enfermedad, los demonios, las tormentas y las finanzas
(Mateo 10.1; Lucas 10.19). A veces le pedimos a Dios que actúe, cuando en realidad Él nos
llama a emplear su autoridad actuando por medio de declaraciones divinamente autorizadas.
Debemos declarar esa autoridad en nombre de Jesús: podemos ordenar que los fondos necesarios
fluyan en nuestras manos, que la tormenta cese, que un demonio abandone a alguien, que una
aflicción nos deje o que una enfermedad desaparezca.
»Las palabras de Jesús fueron: “Cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el
mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será
hecho” (Marcos 11.23). ¡Cree en tu corazón que ya ha sido hecho! Proclámalo con la unción de
fe que Dios da. Pero recuerda, los milagros nacen de la fe en el poder de Dios, no de un ritual,
fórmula o fuerza de la voluntad humana»
Habiendo meditado en Marcos 11.23–26 con estos notables maestros y líderes acerca de las
posibilidades de la fe, escriba ahora sus propios pensamientos sobre esta enseñanza clave de
Jesús.
Para terminar nuestra lección sobre el lenguaje y la fe, estudie las palabras de Pablo en 2
Corintios 4.13. ¿A qué versículo de los Salmos se refiere Pablo?
FE VIVA
Escriba una confesión de fe que le haya venido durante su estudio de la Palabra de Dios en
este tópico. Escriba además la corrección de algo incorrecto y no bíblico que haya venido
permitiendo en su vida de fe. Con todo el potencial que Dios le ha dado, utilice su lenguaje de fe.
Zacarías y Hageo son dos de los profetas que pertenecieron al período de restauración.
Generalmente se cree que este período vino después de que gran parte de la población de Israel
fuera deportada a Babilonia. Israel fue entonces repoblado por los babilonios, y más tarde por el
imperio persa. Aun antes de que comenzara la deportación, después de años de derrotas
humillantes a mano de los asirios, Dios habló a través de sus profetas e indicó que Israel sería
restaurada en sus tierras. Al comenzar dicha restauración, tal como Dios había dicho, Zacarías y
Hageo fueron usados para hacerle recordar al pueblo el plan de Dios.
HAGEO
Hageo profetizó durante los esfuerzos de Esdras y su pueblo por reconstruir el templo de
Salomón que había sido demolido. La fecha del ministerio de Hageo data aproximadamente
desde el año 520 a.C. y se registra en el libro del Antiguo Testamento que lleva su nombre.
El difunto Sam Middlebrook escribió lo siguiente del ministerio de Hageo: «El libro de
Hageo aborda tres problemas comunes a todos los pueblos en todas las épocas, y ofrece tres
inspiradoras soluciones a estos problemas. El primero de los problemas es el desinterés (1.1–15).
El pueblo había retornado del exilio con el propósito de reconstruir el templo de Jerusalén
(Esdras 1.2–4) y había comenzado la tarea asignada; pero surgió la oposición y la obra se detuvo.
La gente se interesó más en construir sus propias casas, quizás para olvidar el tiempo vivido en
tierra extraña (1.4). Dios les habló en dos ocasiones para despertarlos de su apatía. Primero
debían reconocer que su vida era infructuosa (1.5, 6), porque habían desestimado la casa de Dios
para ocuparse de sus propias casas (1.7, 9). Los esfuerzos por construir su propio reino no
podrían jamás producir frutos permanentes. Después de tomar conciencia de sus problemas, el
pueblo debía comprender que Dios aceptaría la obra que pudieran hacer, lo glorificarían con solo
dedicarle lo que tenían (1.8).
»El segundo problema es el desaliento (2.1–9). Algunos los mayores dentro del grupo de los
exilados que retornaron habían visto el templo de Salomón cuando eran niños; así que ningún
edificio, por hermoso que haya sido, podía compararse con la gloria del templo anterior (2.3). El
desaliento de los mayores pronto influyó en los jóvenes, y a sólo un mes de iniciada la obra cesó
la edificación del templo. Pero, de nuevo Hageo trae un mensaje dirigido a enfrentarse
enérgicamente al desaliento del pueblo. La solución consta de dos partes: una trata del problema
inmediato, la otra ofrece una solución a largo plazo. Por el momento, es suficiente que el pueblo
se esfuerce… se esfuerce… y trabaje (2.4). La otra clave para superar el desaliento es hacer saber
a los constructores que están edificando un templo para que Dios lo llene con su gloria, de tal
manera, que sobrepase la antigua gloria del templo de Salomón (2.9).
»El último problema que Hageo enfrenta es el de la insatisfacción (2.10–23). Ahora que
pueblo está trabajando espera recuperar rápidamente los años de inactividad. Entonces el profeta
se presenta ante los sacerdotes con una pregunta (2.12, 13) sobre las cosas limpias e inmundas y
su influencia recíproca. La respuesta de los sacerdotes es que la inmundicia se contagia, mientras
que la santidad no. La lección es obvia: no esperes que la obra de tres meses compense dieciséis
años de negligencia. El siguiente mensaje de Dios para el pueblo constituye una sorpresa: Mas
desde este día os bendeciré”(2.19). La gente debía comprender que la bendición de Dios no
podía ser comprada, sino que era una dádiva gratuita del Dios misericordioso. Dios escogió a
Zorobabel como una señal (2.23), es decir, como representante de la naturaleza del siervo, la cual
tuvo su máxima expresión en el más grande hijo de Zorobabel, Jesús. Nótese el nombre de
Zorobabel en las dos listas genealógicas que aparecen en los Evangelios (Mateo 1; Lucas 3), lo
que indica que la más alta y definitiva bendición de Dios se encarna en una persona, la de su Hijo
Jesucristo»
• La expresión «meditad sobre vuestros caminos» aparece dos veces y señala una
descripción de su difícil situación. ¿Cómo describiría usted con sus propias palabras la
condición en la que estaban?
RIQUEZA LITERARIA
Despertar, <ur (Strong #5782). Levantar, provocar, excitar, incitar, motivar o abrirle los ojos
a alguien. <Ur aparece unas 75 veces en el Antiguo Testamento, y se utiliza tanto para describir un
águila que excita su nidada (Deuteronomio 32.11), como el «despertar» de un instrumento
musical dispuesto a tocar (Salmos 108.2). En Isaías 50.4, Jehová despierta al profeta cada mañana
y «despierta» su oído para que escuche el mensaje divino. Véase también Isaías 51.9, que habla
del despertar del brazo de Jehová. Esta referencia es similar: Dios despertó el espíritu de
Zorobabel y le incitó para que reparara el templo de Dios.
2. ¿Cuál es la promesa que les da el Señor acerca de la gloria de este templo postrero (el que
estaban construyendo en ese momento)?
3. Partiendo del versículo 2.7, ¿cómo perfeccionará su gloria en este templo postrero?
Usted ha estudiado las palabras del profeta con respecto al evento histórico registrado en el
libro de Esdras. Sería bueno que leyera este libro para ayudarlo a entender cómo obra Dios en el
proceso de restauración.
En Esdras 1.7–11, vemos una referencia curiosa acerca de ciertos artefactos del templo. Ciro,
rey de Persia, había mandado a que por medio de Esdras se devolvieran todos los utensilios que
se habían substraído del templo de Salomón antes de su destrucción. ¡Estos versículos hasta
cuentan el número de cuchillos!
¿Por qué motivo aparece este inventario parcial en las Escrituras? Lea Jeremías 27.21, 22.
Aproximadamente siete años antes Dios les dio una promesa de restauración referente a los
objetos del templo. «Y después los traeré y los restauraré a este lugar". ¿Por qué tiene
importancia? Indica que cualquier cosa que ha sido consagrada al Señor se convierte en posesión
suya. Siempre me pareció cómico pensar que el Señor podría haber dicho: «Los cuchillos, no se
olviden de los cuchillos. Yo quiero que los traigan de vuelta. ¡Me pertenecen!»
El humor es aceptable, pero este hecho debe darle gran placer. No importa lo que le haya
consagrado al Señor (ya sea su vida o sus hijos) Él lo toma como suyo y se ocupa de que vuelva
a dónde pertenece.
ZACARÍAS
RIQUEZA LITERARIA
La palabra fuerza se traduce como «riqueza», «valor», «virtud» (carácter), «un ejército».
Aquí se refiere a la dependencia. ¿Qué motiva la fe en usted a la restauración que anhela? Aunque
estas cosas son importantes para el programa de restauración, no debe depender de los recursos
humanos, del valor, de los números o de la fuerza. ¡En última instancia, la restauración verdadera
es imposible sin Dios! La palabra poder se refiere casi exclusivamente a un mensaje de fuerza y
así se traduce. Tal como los profetas y poetas hebreos, esta unión entre la fuerza y el poder es una
herramienta literaria y polémica. Una palabra está edificada sobre la otra, para que cuando se
combinan, podamos tener un cuadro más completo. ¡Aquí el profeta insiste en que la restauración
es imposible a través de la fuerza y el poder humanos!
RIQUEZA LITERARIA
Hacer restitución, Shalam (Strong #7999). En forma figurada, ser o estar (completar; por
insinuación, ser amigable; por extensión, corresponder). Se traduce como «desagraviar»,
«terminar», «llenar», «hacer el bien», «restaurar», «restituir». Da la idea de devolver algo a su
propietario, o de enmendar, en el sentido de intentar devolver algo a su sitio original.
Restablecer, shuwb (Strong #7725). Devolver en forma práctica o figurada (no necesariamente
con la idea de que sea a su punto de origen). Esta palabra trae la connotación de un nuevo
comienzo. El regreso al punto de partida podría ser imposible en términos geográficos o de
tiempo. Sin embargo, en este sentido, «restablecer» hace posible un nuevo comienzo.
El concepto de la restauración comienza con la Ley. A modo de ejemplo, lea Éxodo 22. Los
primeros versículos tratan con el restablecimiento y la restitución de algo que ha sido robado.
Si la ley demanda una restitución que repone más de lo que se ha perdido, es lógico asumir
que el Señor, quien es el autor de esa ley, haga lo mismo. Esto es precisamente lo que usted lee
en su estudio de la restauración del templo: Él dijo que la gloria de la casa venidera sería mucho
mayor que la de la primera. Cuando Él restaura, su obra produce algo de mejor calidad que lo
que originalmente se perdió. En Zacarías 4.10, ¿notó usted que la profecía parece reprender al
pueblo por pensar que las paredes reconstruidas serían muy bajas?
Lea Job 42.12. ¿Qué dice acerca de la condición en que se encontraba Job al final de su vida
con respecto a la que llevaba antes de vivir semejante tragedia? Aunque Job se utiliza a menudo
como un ejemplo de lo que uno no quisiera ser, la bendición del Señor sobre este hombre, que
confió en Él a través de la adversidad, es poderosa.
En Isaías 42.22, ¿cuál es la condición en que se encuentra el pueblo? Al leer sobre su
circunstancia de abuso, vea lo que el profeta les dice que no tienen la capacidad de hacer. ¡Se han
convertido en tales víctimas que ni pueden pedir restauración! Tristemente, esto es frecuente con
quienes se han convertido en víctimas. Ya sea real o imaginario, la víctima no puede concebir
que algún día llegará a ser como era, mucho menos, que podría ser mejor.
Utilice su concordancia y busque las referencias asociadas con las palabras restaurar,
renovar, reconstruir o construir de nuevo. Al leer estos pasajes comenzará a ver cuál es la actitud
de Dios con respecto a la restauración de lo que usted ha perdido.
Este libro de lecciones trata con diferentes aspectos relacionados con la vida de fe. Sin
embargo, no se centra en esos tópicos; ¡se centra en la fe! El objetivo de este capítulo ha sido
inducirlo a a que analice las ilustraciones históricas de interés y los métodos de Dios para la
restauración. En la sección anterior se le pidió a usted que medite en los conceptos básicos de la
restauración. Ahora hemos llegado a la sección final del estudio en que repasamos las promesas
de restauración.
Al meditar en esta sección he sentido que muchos de los lectores de esta guía de estudio se
estarán haciendo preguntas sobre la restauración. Si yo fuera su consejero y usted me preguntara:
«¿Cómo puedo creer en la restauración de mi matrimonio?» o, «¿cómo puedo tener fe en que mis
emociones serán restauradas?» Sin duda, yo le dirigiría la atención a una, a varias, o a todas las
promesas.
¿Por qué? En última instancia, la restauración será posible sólo cuando usted crea que es
posible. La Palabra de Dios lo motiva a creer en la posibilidad de la restauración.
Algunos se harán esta pregunta. Yo les respondería con las palabras de Jesús. Escriba cada
uno de los versículos completos:
Mateo 17.20:
Mateo 19.26:
Marcos 10.27:
Lucas 18.27:
Lucas 1.37:
RIQUEZA LITERARIA
Aunque apropiadamente traducido como está, Lucas 1.37 contiene la palabra griega, rhema,
que significa una vocalización, o palabra hablada. En este sentido el ángel le dijo a María:
«Ninguna palabra que el Señor dice va sin fuerza». Isaías lo expresó de esta manera: «Así será mi
palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será
prosperada en aquello para que la envié» (Isaías 55.11). Cuando usted tiene una promesa de Dios,
tiene también la fuerza de El para hacer que esa promesa se cumpla.
PROMESAS DE RESTAURACIÓN
Usted descubrirá en estas promesas lo que Dios ha de restaurar. Aunque le di los versículos,
por favor léalos en su Biblia en el mismo momento. Si no están resaltados, hágalo, tal vez
subrayando las palabras u oraciones claves. Si el Señor llegara a hablarle algo de la promesa de
restauración para su propia situación, escríbalo en el espacio que le he dejado y en su Biblia,
indicando la fecha.
El gozo perdido de la salvación: Salmos 51.10–12: «Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio,
y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo
Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente».
Esta oración de David es su respuesta a la obra de convicción del Espíritu Santo luego de su
pecado con Betsabé. Está incluida en las Escrituras porque nos ofrece un modelo de la
posibilidad de recibir perdón y la restauración del gozo de salvación.
El sentido perdido de justicia: Isaías 1.26: «Restauraré tus jueces como al principio, y tus
consejeros como eran antes; entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel».
La idea expresada aquí es que los estragos del pecado producen insensibilidad a la justicia.
La insubordinación gobierna sin respetar los valores absolutos o el marco sobre el cual se puede
edificar una comunidad de justicia. Dios promete restaurar a su pueblo para que sus vidas se
puedan basar en la justicia, que posibilita llevar una vida según el plan inicial.
La motivación perdida para vivir: Isaías 57.18: «He visto sus caminos; pero le sanaré, y le
pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus enlutados».
Lea los versículos precedentes al versículo 18. ¿Qué clase de actitud atrae esta promesa de
restauración de Dios? «No hay paz para los impíos» contrasta con la restauración del consuelo y
ayuda a definir el significado de consuelo. No quiere decir consuelo en el sentido de
conveniencia. Tiene más que ver con el llanto. La obra de restauración divina quitará ese tipo
peculiar de tristeza que le roba al hombre la motivación por la vida. Cuando el penitente toma los
pasos necesarios para avanzar más allá de la tristeza personal y el llanto se arrepiente ante el
Señor y Él le dará tal renovación que renace la posibilidad de vivir de nuevo.
La intimidad perdida con Dios: Jeremías 30.17: «Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré
tus heridas, dice Jehová; porque desechada te llamaron, diciendo: Esta es Sion, de la que nadie se
acuerda».
Esta promesa es especial porque se refiere al fin del juicio. Cuando el profeta Jeremías dijo:
«Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz,
y no de mal, para daros el fin que esperáis» (Jeremías 29.11), se refería al fin de la dispersión de
Israel; cuando regresaran a la tierra. El poder de la Palabra se emite durante la época en que
Israel cosecha lo que sembró. Aun allí, Dios les dice: «Esto pasará. No es esto lo que quiero para
ti. Yo te daré paz, y cumpliré las expectativas que todavía son posibles porque eres mi pueblo».
Las heridas en Jeremías 30.17 no son causadas por hombres. ¡Las causa el juicio de Dios! Por
tanto podemos con seguridad dar expresión al corazón y a la voluntad de Dios para quien ha
vivido el juicio del Señor por los pecados cometidos. Él desea sanar las heridas de su juicio y
restaurar su corazón hacia Él.
El tiempo perdido: Joel 2.25: «Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el
revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros».
Sería suficiente que el Señor prometiera restaurar lo que fue destruido por las plagas de
langosta. Sin embargo, fue más allá de la sustancia material, abarcando en la promesa de
restauración el tiempo perdido por culpa de las plagas. El pecado y sus consecuencias roban al
hombre su posesión más valiosa: El tiempo. Pero cuando el corazón vuelve a Dios, se pueden
restaurar los años perdidos en el matrimonio, en la paternidad, en la juventud; como también se
pueden aprender las lecciones valiosas que se desperdiciaron.
El poder perdido para vivir con fortaleza: Isaías 40.31: «Pero los que esperan a Jehová
tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán,
y no se fatigarán».
Esta restauración tiene también una condición. La renovación de la fuerza está disponible
para quienes descansan en el Señor. Utilice una concordancia para ver cómo en los Salmos se
traduce esta palabra. Indica dependencia. ¡La idea de depender de otro no es popular en nuestra
cultura! Se ve como señal de debilidad y disfunción. Pero en lo que respecta a su relación con el
Señor, la dependencia es un factor de fuerza. ¡Su fuerza depende de su debilidad! En efecto, ¿no
es lo que dijo el apóstol Pablo? «Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2 Corintios
12.10). Asimismo, busque en su concordancia cómo se traduce la palabra «renovar». Descubrirá
que tiene que ver con el cambio, con la renovación de lo que muere y algo nuevo que toma su
lugar.
La juventud perdida en la vida: Salmos 103.5: «El que sacia de bien tu boca de modo que te
rejuvenezcas como el águila».
La idea aquí es que a pesar de la edad, la obra de restauración de Dios lo ayudará a
mantenerse joven. Se menciona el águila por el proceso de restauración de las plumas. Tal vez
resulte cómico, pero las águilas no pueden volar sin plumas. Quizás tengan músculos, habilidad
innata y oportunidad, pero sin plumas, ¡no volarán! ¡Algunos cristianos son como las águilas sin
plumas! Poseen los músculos (la fuerza de propósito), la habilidad (conocen los principios
bíblicos) y tienen la oportunidad, pero no vuelan. Lo harán sólo cuando le dejen a Dios satisfacer
el apetito con lo bueno de su Palabra y le permitan renovar su visión juvenil.
RIQUEZA LITERARIA
2. La bendición siempre está relacionada con el carácter de Dios y el suyo propio. Lea
Filipenses 4.11–13. Casi sin respiro, Pablo transmite la promesa de bendiciones a los que dieron
y administra las lecciones de vivir plenamente satisfechos con lo que se tiene. La prosperidad no
está prometida como una medicina para la disconformidad. La confesión de Pablo es simple: Yo
estoy contento en la abundancia y en la escasez. Las posesiones o la prosperidad no determinan
el nivel de satisfacción. Este hecho de carácter se resuelve con lo que uno posee en el interior, no
en el exterior. Es en medio de este punto que Pablo afirma su famosa declaración: «Todo lo
puedo en Cristo que me fortalece». A partir e este contexto, se ve claramente que la fortaleza que
viene del Señor Jesús, de la que Pablo se jacta, surge de estar satisfecho a pesar de la presencia o
ausencia de abundancia.
3. El éxito está más relacionado con el programa de Dios que con nuestros deseos. No está
mal presentar nuestras peticiones y deseos al Señor. Está mal hacer que los deseos condicionen la
relación. Dios quiere bendecimos, darnos éxito en todas las áreas de nuestra vida. Sin embargo
descubriremos que esas bendiciones vendrán con mayor rapidez a los comprometidos con el
programa de Dios para sus vidas.
La Biblia tiene tanto promesas de prosperidad como advertencias acerca de la prosperidad. ¿Por
qué? Porque el Señor conoce los corazones. La humanidad caída y hasta los redimidos del Señor
son fácil presa de los patrones de pensamiento acerca de la prosperidad que se inclinan hacia la
codicia y la avaricia. El Señor desea que la prosperidad sea una bendición, no una maldición.
Pero la fe se emplea erróneamente cuando la motiva la codicia y cuando la prosperidad se
convierte en la condición sobre la cual la fundamentamos. De repente, confiamos en Dios para
obtener bienes, en vez de confiar en Él en todo. ¡En ese momento, la prosperidad se convierte en
una maldición!
RIQUEZA LITERARIA
Prosperado, 3 Juan 2: «Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que
tengas salud, así como prospera tu alma». Euodoo (Strong #2137) viene de las palabras griegas que
significan «bueno» y «camino». Por lo tanto denota éxito en alcanzar un objetivo, ya sea en un
viaje o en el negocio.
Juan se asegura de que el concepto de prosperidad sea integral. Él enlaza la condición del ser
interior con los aspectos externos de la vida. Según su forma de pensar, sería inútil orar para
alcanzar una meta si uno no está bien internamente. Digamos esta oración de otro modo: «Deseo
que puedas llegar a donde quieres ir en tu exterior mientras en tu interior vayas a donde Dios
quiere».
RIQUEZA LITERARIA
Josué 1.8: «Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche
meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque
entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien». Prosperidad, tsalach (Strong #6743);
empujar, en varios sentidos; abrirse, avanzar, lucro.
A la luz del significado hebreo de «prosperidad», explique Josué 1.8 con más detalle,
exponiendo por escrito sus pensamientos sobre cómo esta promesa puede aplicarse a su vida.
Estas palabras expresadas a Josué justo antes de guiar a los hijos de Israel a la Tierra
Prometida subrayan la importancia de la Palabra de Dios en lo que a fe y prosperidad se refiere.
Tsalach (próspero) tiene una connotación de fuerza. De hecho, esta palabra a menudo se asocia en
el Antiguo Testamento con el advenimiento del Espíritu Santo sobre una persona (véase Jueces
14.6 y 19 acerca de Sansón). Debería haber una irrupción del poder de Dios para asistir a Josué y
posibilitar la ocupación de la tierra prometida. La palabra que a veces se traduce como
«prosperidad», se utiliza también para describir la forma en que Dios descendió poderosamente
sobre Sansón durante varios actos de fuerza y potencia. Es como si el Señor le dijera a Josué:
«Yo vendré poderosamente sobre ti y tu pueblo para tomar esta tierra, si…» Entonces, a
continuación, el despliegue de poder asociado con la prosperidad tenía como condición hablar,
meditar y observar la ley de Dios o la Palabra del Señor.
Esto es igualmente cierto hoy. El poder de Dios fluye con plenitud a través de las vidas de
quienes están dispuestos a obedecer, a llenar sus mentes y a dar sus vidas en obediencia a la
Palabra del Señor.
LA PROSPERIDAD DEPENDE DE LA FE
¿Puede usted ver la conexión entre las condiciones de la prosperidad y la fe? ¿Tiene lógica
para usted el hecho de que ninguna de estas condiciones es posible sin fe? ¿Sin fe, podría Josué
hablar la Palabra del Señor al enfrentarse con todos los obstáculos que tendría al guiar a Israel a
la Tierra Prometida? ¿No se necesita una fe viva para llenar la mente de la Palabra de Dios, en
vez de dejar que se llene de los desafíos de la conquista? Por eso Dios dijo a Josué muchas
veces: «Sé valiente» (véase Josué 1.6, 7, 9).
¡Cuán crucial es la fe intrépida cuando intentamos obedecer la voz de Dios! ¡Trate de dar sin
fe siete vueltas alrededor del muro de Jericó! Sin fe intente cruzar el Jordán pidiéndole a los
sacerdotes que entren en las aguas. Lea estas historias en los primeros capítulos de Josué, y
estará de acuerdo en que fue la fe de Josué, estimulada por la promesa divina de «gran
prosperidad» la que le dio el triunfo. ¿Cómo sucedió? Mediante la alimentación, la meditación y
la comunicación constante de la verdad de la Palabra de Dios.
La fe en estas expresiones de diálogo, pensamiento y acción, centrada en la Palabra de Dios,
se vuelve el fundamento de la prosperidad dada por Dios. Recuerde la definición de la palabra
«prosperidad»: Alcanzar una meta deseada. El concepto se enfoca menos en la abundancia
material y más en las aventuras prósperas. La prosperidad de Dios es la provisión divina que
posibilita el avance real en el camino asignado o en la tarea que debe realizarse de acuerdo a su
voluntad.
Con estos conceptos en mente, recordemos cómo la idea de fuerza se asocia con la
prosperidad como demostración del poder y autoridad de Dios, y que no se origina en la fuerza
humana. Deseo resaltar aquí: Habrá resistencia en su realización de la prosperidad divina. Pero el
poder de Dios puede vencer y darle la oportunidad de «llegar al lugar donde Él quiere que
llegue».
Describa sus propios pensamientos a medida que estudia los versículos que tratan los
conceptos de la prosperidad. Utilice una concordancia para ver qué palabra se traduce como
«prosperidad», «próspero» o «bendición». Tome nota si aparece alguna condición obvia que
debe cumplirse para que se dé la prometida prosperidad.
1) Deuteronomio 29.9
Su opinión:
2) 1 Reyes 2.3
Su opinión:
Pregunta: ¿Cuál es el lenguaje aplicado en la última parte de este versículo que promete a
Salomón éxito irrestricto mientras cumpla con las condiciones expuestas?
3) 2 Crónicas 20.20–22
Su opinión:
4) 2 Crónicas 24.20
Su opinión:
5) 2 Crónicas 26.5
Su opinión:
6) Salmos 1.1–3
Su opinión:
Condición para la prosperidad:
INFORMACIÓN ADICIONAL
«Y todo lo que hace prosperará» (Salmos 1.3). Esto incluye todo: familia, progenie,
matrimonio, negocio, empleo y salud. Significa que Dios desea cumplir lo que dice: todo
prosperará.
Pero, ninguna promesa de Dios está exenta de alguna acción responsable de nuestra parte.
Nadie prosperará mientras no comience a hacer lo que Dios dice. Mucha gente desea los
resultados prometidos sin el compromiso responsable que le acompaña. Pero ninguno de nosotros
ganará instantáneamente algo que valga la pena.
No espere que las respuestas divinas se ajusten a su itinerario. Recuerde que sus respuestas
llegan cuando pone su palabra en acción. Así como un período de intenso estudio precede a un
título universitario, a través de la paciente búsqueda de su promesa podemos esperar que la
Palabra de Dios madure en nuestras vidas.
7) Proverbios 28.13
Su opinión:
8) Isaías 55.11
Su opinión:
Condición para la prosperidad:
INFORMACIÓN ADICIONAL
El editor de esta serie de estudio, el doctor Jack W. Hayford, hizo el siguiente comentario de
Isaías 55.4: «Tanto la evangelización (divulgación de las Buenas Nuevas) como la expansión
(engrandecimiento del potencial de nuestra vida bajo Dios) se multiplican mediante la “semilla”
de la Palabra de Dios. Jesús describió la Palabra como una “semilla” (Lucas 8.11); esta es la
fuente de toda salvación y crecimiento espiritual dados por el Padre a la humanidad. Todo
crecimiento de la vida dentro de su amor viene por su Palabra, mientras la respuesta humana abre
camino a sus bendiciones. Una vez recibida, la palabra de la promesa divina jamás queda estéril.
El poder de la Palabra hará que se cumpla la promesa que ella encierra. Nunca debemos
preguntarnos cómo se desarrolla la fe o cómo alcanzamos sus frutos. La fe viene por el "oír" la
Palabra de Dios (Romanos 10.17); o sea, al recibirla sin reservas y con humildad. El
aprovechamiento de la fe constituye la consecuencia garantizada, ya sea para la salvación de un
alma perdida o para proveer la necesidad de un discípulo. La Palabra de Dios nunca será inútil o
estéril: ¡En ella reside el poder vivificador!»
9) Salmos 68.6
Su opinión:
Pregunta: Si el Padre le promete prosperidad a sus hijos, ¿qué le pasará a los rebeldes?
RIQUEZA LITERARIA
Pena (Strong #6087), puede tener uno de varios significados: un vaso terrenal; generalmente
sin descanso (dolorosa); tormento (en el cuerpo o en la mente): Dolor, ídolo, trabajo, tristeza.
Cuando la bendición viene como resultado de nuestra confianza en Dios, está libre de tristezas,
esfuerzos, y dolores humanos. Más importante aun, su bendición asegura que la prosperidad no se
vuelva un ídolo. Cuando el pueblo de Dios prospera por andar en los caminos de Dios, la
alabanza del corazón se enfoca en el Proveedor, no en la provisión.
Antes de hacer comentarios o análisis, examine los dos párrafos siguientes, que arrojan
entendimiento sobre este texto.
RIQUEZA LITERARIA
INFORMACIÓN ADICIONAL
Mucha gente está incapacitada por su propia pobreza, motivada a menudo por su
desobediencia a la Palabra. Esta desobediencia se manifiesta de muchas maneras; una de ellas es
¡robarle a Dios! Este pasaje claramente nos dice que quienes retienen sus diezmos y ofrendas le
roban a Dios. En consecuencia, también se privan de las bendiciones que Dios desea otorgarles.
Cuando cesamos de diezmar estamos violando la Ley, la que no podría obrar a nuestro favor.
Nada hará que un creyente sabio deje de ofrendar y diezmar, pero jamás lo harán con la
intención de obtener algo a cambio. Más bien, la acción de dar procede de la obediencia, ¡y Dios
siempre recompensa la obediencia
Ahora, comente sobre Malaquías 3.10, con los textos anteriores en mente.
Su opinión:
Recursos. La prosperidad sólo puede ocurrir cuando Dios es la fuente de recursos del
creyente. Desde ese momento se nos hace posible evitar las trampas de la pobreza. No es el
banco, el gobierno o el cheque mensual nuestra fuente de recursos. La mayoría de las pruebas
espirituales arrojaron luz sobre estos hechos en la vida de los discípulos. Es necesario aprender a
ver más allá de las circunstancias y a confiar enteramente en Aquel que ha prometido ser nuestra
fuente exclusiva de recursos.
Lea Filipenses 1.19. Pablo escribió esta epístola desde la prisión. Aunque su situación era
apremiante, confiaba en que en el futuro estaría mejor. ¿En qué basaba su confianza? Sabía que
los creyentes filipenses estaban orando por él y tenía absoluta confianza en la provisión del
Espíritu. Esto es lo que significa tener a Dios como única fuente de recursos.
RIQUEZA LITERARIA
Relatividad. Dios siempre dará su bendición mucho más abundantemente de lo que pidamos
o entendamos (Efesios 3.20). La bendición de Dios está siempre ligada a su propósito, asimismo
se relaciona de algún modo con la norma cultural en que se encuentra su hijo. La expresión
«mucho más» no es lo mismo que decir excesivo. En otras palabras, «abundancia», «bendición»
o «provisión» siempre guardarán relación con la cultura. Permítame ilustrarlo.
Dios no le va a dar un vehículo Rolls-Royce a un campesino de Kenya que nunca ha visto
una gasolinera. No le dará un millón de dólares a una persona que vive en una sociedad que
comercia mediante el trueque. Sin embargo, en toda cultura, su generosidad excederá nuestras
definiciones, aun nuestras necesidades; tal como cuando Jesús dio de comer a la multitud con el
almuerzo de un niño: sobraron tantas cestas de comida que sirvieron para alimentar a los
discípulos. Que les sobrara comida, era mucho más de lo que esperaban, pero no era suficiente
como para abrir un supermercado especializado en pescado y pan. Esperemos y luchemos por las
bendiciones de Dios sobre nuestra vida. Sepa que Su generosidad excederá nuestras normas, y al
mismo tiempo no nos conducirá a violar las normas culturales con ostentación o despilfarro. Su
bendición está diseñada para hacer que la gente ponga su atención en el que bendice y no en la
bendición.
FE VIVA
Puede que aunque no todas, usted haya leído muchas de las promesas de la Palabra de Dios
acerca de la prosperidad. Redacte una oración en la que con confianza le pida a Dios los recursos
necesarios para obtener lo que El quiere para usted en esta temporada de la vida.
RIQUEZA LITERARIA
Buscar, zeteo (Strong #2212). En el buen sentido, esta palabra significa buscar, como en la
alabanza, con todo el corazón a Dios. En la antigüedad, cuando la palabra se empleaba con una
connotación negativa, quería decir tramar o conspirar. Pero cuando buscamos a Dios con todo el
corazón, planificando y aceptando el reino de Dios como una realidad inmediata, el Señor puede
«añadir todas las cosas» que hemos deseado en la profundidad del corazón. Escriba Salmos 37.4
como referencia que complementa a Mateo 6.33.
Pedro exhortó a que echemos toda ansiedad sobre el Señor (1 Pedro 5.7). La razón para esta
oración se basa en el conocimiento del amor de Dios. Ese es el punto de partida, el fundamento
para la oración de fe.
¿Sabe usted que el Señor lo cuida? Solamente cuando en lo íntimo de nuestro corazón
estamos convencidos del continuo afecto del Señor por nosotros, es posible acercarnos a Él con
fe sencilla y confiada.
RIQUEZA LITERARIA
Preocupación, Merimna; Strong #3308: distracción, preocupación. Jesús usó esta palabra para describir las
preocupaciones de esta vida, que sofocan la semilla de la Palabra de Dios. Es el pensamiento anhelante
que lo distrae de lo que está haciendo. Es el pensamiento de preocupación que promueve desunión del
propósito interior, un pensamiento de división y distracción. Esta es quizá la mejor definición de
preocupación.
RIQUEZA LITERARIA
Echando, epirrhipto; Strong #1977. En realidad, esta palabra significa lanzar, tirar, una
representación gráfica de sacudir. La palabra «echando» no se debe interpretar como hacer a un
lado la preocupación, sino más bien como librarse completamente de ella. Quizás Pedro entendió
cuán difícil es sacarse de encima esas preocupaciones; es decir, aquello que divide nuestros
pensamientos. ¡Para lograrlo tal vez se requiera algo más demostrativo que un pensamiento
tranquilo y meditabundo!
Jesús sabía de las dificultades que enfrentaríamos al buscar el descanso en la fe, entendiendo
que Dios cuida de nuestras necesidades. Lea Mateo 7.7–11 y Lucas 11.9–13. El enemigo de la
vida de oración nos sugiere a menudo que no conseguiremos lo que pedimos; nos susurra: «En
vez de recibir lo que necesitas te va a pasar algo peor, y te lo mereces». Pero cuando permite que
la verdad de Dios moldee su pensamiento, usted recibirá las palabras de Jesús; podrá descansar
en Él, sabiendo que no responderá sus oraciones con una piedra, una serpiente o un escorpión. Su
fe crecerá en la certeza de que Dios, su Padre revelado en la persona de Jesucristo, solamente le
dará lo bueno a sus hijos; le dará bendición en vez de maldición a los que oran en fe.
Cuando los discípulos le pidieron a Jesús que les enseñara a orar, ellos acababan de verlo
orar (Lucas 11.1). ¿Cree usted que habían visto algo en su oración que les resultaba atractivo?
La respuesta de Jesús contiene una estructura muy sencilla en la que usted y yo podemos
hallar la confianza total en la estructura para la oración de fe. En la liturgia repetimos a menudo
el «Padre nuestro», ya sea en canciones o en respuestas congregacionales. Medítelo y escriba su
propio «Padre nuestro» siguiendo algunas ideas sencillas acerca de la guía para la oración de
Jesús.
Comprométase con el reino, con su programa y con su voluntad. Cualquiera que sea la voluntad
del Señor para el momento, ore con insistencia.
Desate toda atadura; no guarde deseos de venganza en su corazón. Olvídese de todas las ofensas
cometidas contra usted. Perdone a los demás los pecados cometidos en su contra, para que
respondan sólo a Dios, el Juez justo.
Pídale gracia para tratar con cualquier debilidad en su vida que pueda hacerle caer en pecado, y
pídale poder para librarlo de cualquier atadura.
• Porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
Concluya con alabanza por todo lo que ha pedido. Dele toda la gloria.
Utilizando este esquema se han escrito algunas oraciones poderosas. Trate de escribir la suya.
¡No haga una oración para el resto de su vida! En vez de eso, hágala siguiendo este modelo, que
sirva para un solo día!
Al hacer esto durante varios días descubrirá que crece su fe en el Padre Dios, quien merece
toda su alabanza, cuyo reino demanda entrega, cuya voluntad es enteramente buena y justa,
quien nos promete su provisión diaria, cuyo corazón amoroso no lo condena por sus pecados sino
que le abre un camino para que trate con esos pecados y cuyo amor lo compele a perdonar a los
demás como El lo perdona a usted. Verá que su fe crece en Aquel que nunca lo tentará, sino que
lo ayudará a salir de la tentación.
Escriba su versión del Padre nuestro:
EJEMPLOS DE FE EN LA ORACIÓN
Lea los versículos siguientes y conteste todas las preguntas. Al hacer observaciones
persónales, escríbalas:
1) Mateo 6.5–8
¿En dónde les gusta orar a los hipócritas, y cuál es su recompensa?
2) Mateo 26.41
En este versículo, ¿cuál es la conexión entre la oración y la tentación?
3) Marcos 11.24
¿Cuándo dice Jesús que usted recibirá las cosas que ha pedido?
4) Lucas 11.5–8
En esta parábola, ¿cuál parece ser el fundamento para la respuesta a la oración?
5) 1 Timoteo 2.8
¿Qué imagen del Antiguo Testamento le recuerda este versículo? ¿Qué acontecía con las
manos levantadas?
6) Santiago 5.15
Escriba sus pensamientos con relación a la enfermedad y el pecado en este versículo.
7) Mateo 18.19
SONDEO A PROFUNDIDAD
Al estudiar el contexto de Mateo 18.19 notará que tiene relación con la disciplina y
corrección en la iglesia. Sin embargo el principio de dos personas de acuerdo se aplica no sólo a
estos temas. Es una especie de poder santo que la fe puede desatar cuando se invoca el nombre de
Jesús.
RIQUEZA LITERARIA
De acuerdo, sumphoneo; Strong #4856: Estar de acuerdo, en armonía, estipular un pacto. De allí
se deriva la palabra «sinfonía». Esta idea no sugiere que la disponibilidad del poder divino se
basa en nuestro acuerdo, sino en que cuando los creyentes se ponen de acuerdo en algo que está
dentro de la voluntad de Dios, el poder prometido fluye directamente de Él.
8) Juan 14.11–14
Jesús lanza el desafío: «Creedme», y a continuación promete que los discípulos harán obras
mayores que las suyas. Luego les ofrece una promesa extraordinaria que infundiría vigor a la
oración. ¿Qué conexión existe entre las obras mayores y la oración de promesa que Jesús ofrece
en los versículos 13 y 14?
SONDEO A PROFUNDIDAD
¿Qué significa orar en el nombre de Jesús? Al igual que en la cultura de los lenguajes
bíblicos, hoy día «en el nombre de» comunica el concepto típico de autoridad. Si alguien venía en
el nombre del César, generalmente significaba que era un enviado especial de la Roma imperial
con autoridad para llevar a cabo una comisión especial. En el ámbito legal de la actualidad, si
alguien da a otro un «poder», significa este último se puede hacer cargo como representante de
los asuntos del primero.
Orar en el nombre de Jesús no significa utilizar un término místico que tiene poder mágico en
sí mismo, tampoco da licencia a utilizar la autoridad divina para alcanzar los objetivos
personales. Al presente, cualquiera que tiene un «poder» y lo utiliza para beneficio personal,
terminará en la cárcel. En la antigua Roma cualquiera que abusaba del poder de la corte imperial
generalmente moría.
Por causa de la gracia benigna de Dios, no ocurre nada tan drástico y repentino al que abusa
del poder del nombre de Jesús. Me he maravillado en la misericordia del Señor al respecto, pero
debo recordarles la historia del libro de Los Hechos. Algunos jóvenes trataron de echar un
demonio «por Jesús, el que predica Pablo». ¡El endemoniado los atacó y les arrancó las
vestiduras! Generalmente quienes abusan del nombre de Dios descubren que el poder del Señor
está a disposición de la voluntad de Dios y no a la del hombre.
Escriba Santiago 1.6, y luego estudie la idea encerrada en la palabra «duda» para entender el
sentido y significado de ser decididos cuando elegimos creer.
RIQUEZA LITERARIA
Duda, diakrino; Strong #1252; separarse plenamente, distanciarse de, discriminar o vacilar. Es
diferente al significado de la palabra «juzgar» pero ambas contienen en el original el vocablo
krino. Por otra parte, se nos exhorta a discernir sin dudar. Debemos investigar profundamente,
pero una vez que le hemos entregado un asunto en oración a Dios, ¡debemos dejar de examinarlo!
Recuerde: Una vez que se decida a orar, juzga (krino) que el asunto le pertenece al Señor.
Dudar (diakrino) significa que usted todavía se pregunta si debe hacer algo más o si esto es algo de
lo que Dios no puede o no quiere ocuparse. Esto es dudar, lo que lucha contra la fe e impide la
liberación del poder de Dios para responder a la oración. Investigue el asunto completamente
(anakrino); y luego emita un juicio. Si en oración le presenta el asunto a Dios, entréguelo sin
dudar (diakrino, meditar de nuevo en la decisión).
1. La oración de entrega
A. Jesús en Getsemaní
Los mayores ejemplos de este tipo de oración son las palabras de Jesús en Getsemaní. Lea las
narraciones de esta oración en Mateo 26.36–42, Marcos 14.32–36 y Lúcas 22.39–46. Nadie puede
entender la angustia que Jesús sintió. Aunque nosotros lidiamos con el pecado, no somos puros
como él. Nosotros luchamos por volvernos puros, pero Jesús era puro. No había pecado (y no
habría de pecar), pues no formaba parte de su naturaleza. Mientras agonizaba, enfrentaba la
posibilidad de que el pecado lo separara del Padre, ya que estaba a punto de pagar el precio de
nuestro pecado.
¡Aun así se rindió! En Lucas, un ángel le fortaleció (Lucas 22.43). Finalmente, se rindió a la
muerte de la cruz. Fue levantado de entre los muertos. Lea la referencia que hace Pablo a este
hecho en Filipenses 2.9–11. En ese mismo pasaje, donde se invita a todo creyente a emular a
Jesús permitiendo «este sentir que hubo también en Cristo Jesús» (Filipenses 2.5), concluimos
que si así como Él, nosotros nos rendimos en oración de fe a la voluntad de Dios, seremos
fortalecidos de manera sobrenatural y finalmente exaltados junto con Cristo.
B. María y la anunciación.
Otro gran ejemplo de oración de entrega se encuentra en las palabras de María. Cuando oye la
declaración de Gabriel, esta joven responde: «Hágase conmigo conforme a tu palabra». Mientras
que la entrega de Jesús se basaba en el conocimiento completo de lo que le iba a ocurrir, María no
tenía idea de lo que demandaría su compromiso.
Ella no sabía nada del viaje a Belén ni sabía de la matanza de inocentes decretada por
Herodes. No se le habría ocurrido que debería estar exiliada hasta la muerte de Herodes. Sólo
después oyó las palabras que profetizó Simeón: «Una espada traspasará tu misma alma» (en
referencia a la muerte de Jesús); sin embargo su respuesta fue: «Hágase conmigo conforme a tu
palabra».
Combine cuidadosamente ambos ejemplos de «la oración de entrega». Usted conoce algunos
aspectos acerca de su situación y del plan de Dios para su vida. Con plena confianza ríndase a
Jesús, a su voluntad, y a sus caminos.
También desconocerá algunos acontecimientos futuros. Sin embargo, usted se rendirá,
sabiendo que posiblemente esa decisión lo conducirá a su propio Belén, a su lucha violenta contra
poderes iguales a Herodes o quizás hasta a lo que parezca un «desvío» a Egipto.
A pesar de todo sea como María. Reconozca que la promesa de Dios es verdadera. Sepa que
su poder le sobrevendrá también, que una parte de su vida y de su poder están en usted y que su
imagen está creciendo en usted. Sabiendo estas verdades diga con confianza: «Hágase conmigo
conforme a tu palabra».
2. La oración de liberación
A veces la oración da la impresión de autoridad. Se eleva la voz, no hacia Dios sino contra al
enemigo del alma. Como lo dijo Pat Robertson: «A menudo es importante utilizar algo clave
para implorar un milagro: la palabra hablada. Dios nos ha dado autoridad sobre la enfermedad,
los demonios, las tormentas y las finanzas (Mateo 10.1; Lucas 10.19). A veces le pedimos a Dios
que actúe, cuando en verdad nos llama a emplear su autoridad actuando por medio de
declaraciones divinamente autorizadas. Debemos declarar esa autoridad en nombre de Jesús:
podemos ordenar que fluyan a nuestras manos los fondos necesarios, que cese la tormenta, que
un demonio abandone a alguien, que una aflicción nos deje o que una enfermedad desaparezca.
Las palabras de Jesús fueron: «Cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el
mar, y no dudare en su corazón, sino creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será
hecho» (Marcos 11.23). ¡Crea en su corazón que ya se hizo! Proclámelo con la unción de fe que
Dios le da. Pero recuerde: los milagros nacen de la fe en el poder de Dios, no nacen de un ritual,
fórmula o fuerza de la voluntad humana»
Escriba una oración de liberación que con fe pueda elevar a Dios.
3. La oración de sanidad
RIQUEZA LITERARIA
Lea Santiago 5.14–15. Así como a Éxodo 15.26 se le llama el Pacto de Sanidad Divina en el
Antiguo Testamento, a Santiago 5.13–18 se le considera el Pacto de Sanidad Divina en el Nuevo
Testamento. Aquí el apóstol inspirado afirma que sanarán los enfermos a quienes los ancianos de
la iglesia unjan con aceite, y por quienes oren.
«Y el Señor lo levantará» (Santiago 5.15). Esa es la promesa. ¿Cuál será su participación? Si
está enfermo, llame a los ancianos. Pida oración. Algunos sugieren que Santiago se refiere a la
oración de fe como una aplicación para ese momento de sanidad. Se cree que en este ejemplo los
ancianos son los que elevan la oración de fe. Sin embargo, cuando no están disponibles los
ancianos, usted puede elevar la oración de fe.
Escriba una oración de fe para la sanidad o para tratar con el pecado.
4. La oración de revelación
Lea Efesios 1.15–17. Ore con confianza pidiendo «revelación». Puesto que esta palabra se
usa mal en algunos sectores de la iglesia, usted podría luchar con esta idea. Pero Pablo es el
modelo adecuado para todos los creyentes respecto de la oración que se eleva en fe.
Posiblemente le ayude leer el comentario de Jack Hayford: «Pablo dice en este pasaje que ora
para que los destinatarios de sucarta reciban “espíritu de sabiduría y de revelación”, con el
propósito y el poder de Dios en sus vidas. Tal “revelación” es como un descorrer del velo del
corazón, a fin de que podamos recibir el entendimiento profundo de la manera en que la Palabra
de Dios intenta obrar en nuestras vidas. Esta se puede aplicar a la enseñanza o a la predicación
especialmente ungida para ayudar a las personas a ver la gloria de Cristo y la manifestación de su
propósito y poder en sus vidas. Pero al hacer semejante uso bíblico del término, tal como aparece
en Efesios 1, es de sabios recordar su otro uso aun más grandioso.
»La palabra “revelación” se emplea de dos maneras en la Biblia. Es importante distinguirlas,
no sólo para evitar confusión en el estudio de la Palabra de Dios, sino también para evitar caer en
la trampa de las ideas humanistas y en un error irremediable. A las Sagradas Escrituras se las
llama la “Palabra revelada de Dios”. La Biblia declara que la “Ley” de Dios (Deuteronomio
29.29) y los “profetas” (Amós 3.7) son el resultado de la revelación divina, lo cual describe a
todo el Antiguo Testamento “revelado”. En el Nuevo Testamento, esta palabra también se aplica
a las Escrituras” (Romanos 16.25; Efesios 3.3; Apocalipsis 1.1), las cuales llegaron a formar
parte del canon completo de la Biblia (véase El contenido de la Palabra de Dios está completo”,
Proverbios 30.5, 6).
»La sabiduría y el entendimiento, al igual que un hablar sano y práctico, recomiendan que el
creyente de hoy conozca y exprese con claridad lo que quiere decir cuando habla de
“revelaciones”. El Espíritu Santo, a decir verdad, nos da revelación, así como este texto lo
enseña. Pero esta intuición profética nunca se debe considerar igual a la recepción real de las
Santas Escrituras. Tan útil como pueda ser para la Palabra de Dios, el propósito de toda la
revelación de la Santa Palabra es el único fundamento seguro para la edificación de nuestras
vidas» (Mateo 7.24–29)
Escriba su propia oración en la que pida revelación.
FE VIVA
Para finalizar, la fe y la oración son herramientas utilizadas personalmente y muy a menudo en forma
privada. Escriba su agenda de oración para el mes próximo. Tomando en cuenta lo que ha aprendido,
¿qué ajustes realizará en su estilo de oración? ¿Qué correcciones llevará a cabo para alcanzar el objetivo
de orar fielmente y con fe?
ABRAHAM: EL PADRE DE LA FE
La Biblia llama a Abraham «el padre de la fe» (Romanos 4.11) y padre de los creyentes. Es a
quien Dios prometió: «Y serás padre de muchedumbre de gentes» (Génesis 17.4); cuando Pablo
escribe a los Gálatas, señala que todo el que cree en Jesucristo se ha convertido en descendencia
de Abraham (Gálatas 3.29). Como personas de fe, usted y yo nos hemos convertido en miembros
de la casa de Abraham (Romanos 4.13), así que las promesas que se hicieron para la
descendencia de Abraham se pueden aplicar a nuestras vidas de fe (Romanos 4.16; Gálatas 3.16).
Existen dos secciones de la Escritura que debemos estudiar cuando examinamos el poder de
la vida de fe de Abraham: Primero, la narración histórica de su vida comenzó con la conclusión
de la genealogía en Génesis 11.27–32. Hasta que Dios le dio el nombre Abraham, se le conocía
por Abram (Génesis 17.5); el relato bíblico de la vida de Abraham concluye más adelante, en
Génesis 25.11.
La segunda sección de las Escrituras que tratan con la vida de Abraham, aunque en
perspectiva histórica, establece una proposición teológica. Esa sección se encuentra en Romanos
4. En los evangelios, Abraham aparece a menudo como el padre de la fe, y Pablo utiliza el
ejemplo de su vida para enseñar eficazmente a los gálatas. Sin embargo, la sección que mejor
define el papel de Abraham en los asuntos de fe se ubica en la carta de Pablo a los romanos.
LA JORNADA DE FE
Seguir la vida de Abraham significa trazar una jornada de fe que merece ser vista como un
modelo para todo creyente. Lea los siguientes versículos que describen los acontecimientos más
importantes de Abraham en su travesía de fe. Escriba sus pensamientos cuando algún aspecto
particular del viaje de fe de Abraham se parezca a la situación por la que usted pasa. ¿Cuántos
clases de similitud encuentra?
DE UN VISTAZO
La jornada de fe de Abraham. El viaje de 2.400 km de Abraham estaba alimentado por la fe.
«Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como
herencia(…] Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena[…]
porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios»
(Hebreos 11.8–10)
1. Abram deja Harán para dirigirse a Canaán por causa de la palabra del Señor (Génesis 12.1–3).
Una vida de fe requiere (1) que respondamos a una promesa y (2) que al salir abandonemos
algo. En el caso de Abram, vemos que fue enviado a una tierra hasta ese momento no
identificada. Aunque no tenía idea a dónde lo llevaría su decisión de fe, sabía que debía ir. Así es
a menudo la jornada de fe. Dios nos dice con claridad solamente lo que debemos dejar o
suspender, mientras que el futuro permanece poco claro. Esto no sugiere un futuro incierto para
quienes caminan en fe, sino que a veces es confuso. La presencia y promesa del Señor sostienen
la certeza, aun cuando no veamos el futuro.
La obediencia de Abram al irse se basa en la clara instrucción de Dios: «Vete de tu tierra y de
tu parentela» (Génesis 12.1). Aunque el Señor prometió sólo mostrarle la tierra prometida en
algún momento futuro, el resto de sus promesas fueron bastante claras. Las mismas promesas
pueden aplicarse de igual manera a la vida de todo aquel que cree como lo hizo Abraham.
RIQUEZA LITERARIA
¿Cuáles son las seis cosas que Dios le prometió a Abram? (Génesis 12.1–3)
1.
2.
3.
4.
5.
6.
En su jornada de fe es posible que el Señor haya sido al mismo tiempo muy claro y poco
claro con usted. Puede creer con certeza en el cumplimiento de las promesas dadas a Abraham
para su propia vida, si con seguridad deja atrás lo que el Señor demanda. Recuerde el viejo refrán
de la iglesia: «No puede haber unión con el Señor sin dejar atrás al mundo».
¿Cuál es el aspecto claro en su jornada?
¿Qué hay confuso acerca de su jornada?
2.Abram parte de Canaán hacia Egipto por causa del hambre (Génesis 12.10).
Aunque creemos en Dios, obedecemos su Palabra y andamos en su camino, no tenemos
ninguna garantía contra el hambre. Nuestra jornada de fe, al igual que la de Abraham, atravesará
momentos de hambre. Estas sequías a veces se dan cuando perdemos el trabajo, hay enfermedad
y/o a través de algún otro modo de sufrimiento. La fe no es tan solo el poder para defenderse del
mal, es el poder que nos da Dios para procesar la realidad. La fe nunca niega la realidad sino que
la atraviesa con la confianza de la victoria prometida por Dios. En verdad, 1 Juan 5.4
específicamente anuncia que la fe es la victoria que ha vencido al mundo.
¿Cuando vence usted?
¡Al momento en que empieza a creer!
La lucha de la fe no concluye en la victoria de conseguir aquello en lo que tenía puesta la
esperanza. ¡No! Usted gana en el momento en que toma una posición de fe cuando decide poner
la confianza en el Señor, en lo que El ha dicho en medio de circunstancias amenazadoras.
Algunos sugieren que Abram no debería haber dejado la tierra que el Señor le acababa de
indicar que le sería dada (Génesis 12.7–9). Si esto fuera en verdad una falla en la fe de Abram, si
este fracasó en confiar en Dios frente a las circunstancias difíciles, se hace todavía más
interesante ver cómo el Señor trató con su imperfección. En vez de mandarle una plaga por su
falta de fe, Dios mandó una plaga a Faraón. Aunque no parece que Abram estaba en condiciones
de decidirse a salir de Egipto, Dios intervino de manera tal que fue provisto y virtualmente
forzado a volver a la tierra que llegaría a ser suya.
Regocíjese en esto. Su jornada de fe no requiere que usted sea perfecto. Un creyente no es
una persona infalible. Sin embargo, un creyente es alguien que responde a Dios cuando se
descubren las fallas. Abram volvió al altar que había hecho antes, al principio, cuando vino a la
tierra, entonces invocó de nuevo en ese lugar al nombre del Señor (Génesis 13.3–4).
1. Describa la fortuna de Abram cuando dejo Egipto (13.2)
3. Abram le deja elegir las mejores tierras a Lot, su sobrino, y recibe bendición (Génesis 13).
¡Esta sección revela mucho acerca del carácter de Abram! Como creyente, no usó su
influencia humana, su autoridad personal o su posición de ventaja para pelear por las mejores
tierras. No usó su posición de autoridad paternal para influir en Lot. Hubo una ausencia total de
manipulación de su parte. Lot eligió la tierra irrigada, que parecía ser el jardín del Señor. Su
elección dejó a Abram con la tierra de Canaán. Era grande, pero estaba llena de desiertos y
montañas. La tierra de Lot era acogedora. Su elección le dejó a Abram una tierra que no parecía
ser el lugar donde surgiría la «gran nación» prometida por Dios.
Es interesante y hasta cómico resaltar que Canaán, que no hubiera sido elegida por ninguno,
era la misma tierra que Dios quería para Abram. ¿Por qué? Porque Dios deseaba bendecir a
Abram milagrosamente y darle prosperidad dentro de los límites de una tierra en la que en
condiciones normales no sería posible. La elección de Lot dejó a Abram justo en la posición que
Dios quería para él: Dependiendo de Dios para el cumplimiento de sus promesas.
La lección es simple: Cuando las decisiones de otros lo dejan a usted en desventaja, ¡Dios lo
tiene justo en el lugar donde quiere que esté! Él quiere cumplir todas las promesas que le ha
hecho en la misma circunstancia que a usted le parece un desierto. A veces la carne quiere
ayudar a Dios. No es raro para los creyentes sinceros cometer el error de manipular sus propias
circunstancias, de tratar de «ayudar» a Dios. Aunque estos esfuerzos son sinceros, generalmente
«ayudan» a traer resultados opuestos a los deseados. Es una lección que debe aprender todo
hombre y toda mujer de fe. Abram aprendió temprano esta lección, y el Señor quisiera que todos
nosotros la aprendiéramos lo antes posible en nuestra travesía de fe con Él.
Describa «lugares de desierto» en su propia vida que puedan haberle sobrevenido por causa
de las decisiones de otros. Luego, describa las promesas que crea haber oído del Señor y de su
Palabra, promesas que usted sabe que se pueden cumplir en esos «lugares de desierto».
Lugares de desierto
Promesas de Dios
Por último, ¿ha hecho acuerdos que como persona de fe hayan deshonrado la fuente de su
bendición? Anótelas y describa un plan de acción para corregirlas.
INFORMACIÓN ADICIONAL
¿Lucha usted con la idea de que es importante poner la fe en el Prometedor (el mismo Señor)
en vez de ponerla en las promesas? Cómo desearía yo que no fuera necesario hacer esta
explicación, ¡pero lo es! ¿Por qué? Porque usted y yo vivimos en un mundo disfuncional. Las
palabras aparecen fuera de contexto, haciendo posible la creación de nuevos significados para
casi cualquier vocablo. Las palabras cambian a veces el sentido de manera drástica. Para
complicarlo aun más, como lo hemos resaltado repetidamente, tenemos la tendencia de ejecutar
las promesas preciosas por nuestra propia cuenta. Por eso la experiencia de Abram es muy
importante. El oyó la promesa y creyó en el Señor. ¡Nunca deje que una promesa lo separe de
Aquel que ha hecho la promesa! Si no lo ha hecho aun, memorice 2 Corintios 1.20: «Porque todas
las promesas de Dios son en Él Sí, y en Él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios».
Óigalo de nuevo: Las promesas son Sí y Amén, ¿cuándo? Cuando son en Él.
Pablo describió este momento en la vida de Abraham que muestra Génesis 15. Al hacerlo,
utilizó el concepto de contabilidad legal y de negocios. Así vemos que la «contabilidad» de Dios
es una decisión legal que Él tomó en su carácter de Juez supremo. En este fallo, el Juez nos
justifica por ser creyentes, atribuyéndonos justicia frente a su trono de juicio. Nuestra fe en El lo
llevó a exonerar nuestros pecados, situándonos en una posición de pureza frente a Él. Este
momento cumbre de fe se concreta en nuestras vidas cuando oímos «la palabra de promesa»
respecto a Jesucristo; cuando decidimos poner nuestra fe en El. Al creer en el Señor Jesucristo, el
Padre Dios nos «cuenta» como justificados: ¡Legalmente impecables, totalmente aceptados!
Para Abram, la «contabilidad» fue sellada por un sacrificio de sangre. Preparó y ofreció el
sacrificio, y luego durante la noche lo protegió de las aves de rapiña. En algún momento de esa
noche oscura experimentó lo que se denomina «el corte del pacto». Esta frase describe la
ceremonia en que dos personas se obligan a hacer una promesa o contrato. El sacrificio yace
tendido de tal manera que haya espacio en medio para pasar. Los participantes del pacto pasaban
entre las mitades que tenían un convenio irrevocable cuyo incumplimiento acarreaba la pena de
muerte. De manera asombrosa, en el sacrificio de Abram, Dios se manifestó y pasó por el
sacrificio como un horno humeante y una antorcha de fuego. Nota: Abram no pasó por el
sacrificio: Sólo Dios se obligó cumplir la promesa. La parte de Abram era creer; la parte de Dios
era cumplir, hacer que ocurriera la promesa.
Para nosotros, el sacrificio es Jesucristo. Su sangre fue derramada. Y como fue en el caso de
Abram, sólo Dios pasó por el sacrificio de su hijo: el Señor Jesús. A nosotros nos toca creer. A
Dios le corresponde cumplir con todas sus promesas bondadosas que ha hecho en la persona de
Cristo Jesús.
Cuando creemos como lo hizo Abram somos justificados por la sangre del sacrificio,
Jesucristo. Se nos hace «justicia»: estar sin pecados, inmaculados frente al Juez de la eternidad.
No hemos creído en Dios para que nos dé «cosas», sino que por sobre todas las cosas hemos
confiado en Dios.
Abram tuvo que ahuyentar a las aves de rapiña, y de modo similar Jesús habla en la parábola
del sembrador acerca de las «aves del cielo» que interfieren con el propósito divino de
fructificación (Marcos 4.4, 15). Escriba un ejemplo de cómo ha luchado contra las «aves de
rapiña» o las «aves del cielo» que han tratado de interferir con el propósito de Aquel que ha
prometido salvarlo:
6. Abram engrendra a Ismael por medio de Agar, la sierva de Sara (Génesis 16).
Lea Génesis 16, una historia que presenta a Abraham tratando de hacer realidad la promesa
de Dios sin el Prometedor. Fue por sugerencia de Sara que Abram tomó a Agar como concubina
para poder tener un hijo a quien dar la herencia. Sara era estéril. En tiempos antiguos se entendía
a la esterilidad como una maldición. La sugerencia de Sara quizás era totalmente aceptable en
aquella cultura, pues su propuesta tuvo respuesta común. Pero aunque comprensible y aceptable
en esa cultura, no era aceptable para Abram ya que tenía el llamado a confiar en Dios. Las
promesas de Dios no se pueden conseguir con la fuerza o ingenio humanos. La fuerza del
Prometedor es la que hace cumplir sus promesas.
Estudie este episodio, dándole atención especial a la angustia tanto de Sara como de Agar.
Vea que Dios no le dio la espalda como resultado de ese hecho nacido en la incredulidad. Pero se
reveló a Agar como el Dios que todo lo ve, y se comprometió a cuidar de ella y del niño.
La mayoría de nosotros, aunque somos personas de fe, hemos engendrado nuestros propios
«Ismaeles», mediante actos que trataron de ayudar a Dios a solucionar nuestros problemas. Pero
el mismo Dios amoroso que se reveló a Abram, y no abandonó a quien había recibido esas
promesas tan gloriosas, no abandona a ninguno de nosotros, aunque posiblemente hayamos
tratado de dar cumplimiento a sus promesas en nuestra propia fuerza, sabiduría o poder.
El nombre Ismael significa «Dios oirá». Aun cuando fallamos en una parte de nuestra
jornada, ¡Dios todavía nos oye! El no nos abandona para que recibamos el resultado de nuestros
pensamientos o actos carnales; sino que interviene para que la promesa que nos ha hecho ocurra
de la manera que se propuso.
¿Qué le pide el ángel del Señor a Agar? (Génesis 16.8)
¿Cuál era la pena si no se llevaba a cabo la señal del pacto? (Génesis 17.14)
Es importante notar que aunque Abraham ofreció muchos sacrificios durante su jornada de
fe, sólo un sacrificio le fue contado por justicia (Génesis 15). Recuerde esto: Muchos sacrificios
comprendían la alabanza y la fe pero sólo uno servía como momento de fe salvadora. Aunque la
incircuncisión llevaría al que no participaba de este rito a no tener parte en el pacto, la
circuncisión misma no ocurría en el momento en que venía la fe de salvación. Era una señal del
pacto, no el pacto en sí.
INFORMACIÓN ADICIONAL
En el Nuevo Testamento, los fariseos ponían gran énfasis en la santidad externa. Durante los
viajes misioneros de Pablo esta misma filosofía era promulgada por los judaizantes. Pablo
describe en la carta a los filipenses las señales del nuevo pacto. Este se establece mediante la
sangre sacrificada por Jesucristo. Sólo un sacrificio es necesario para asegurar su pacto con Dios.
Mientras que la señal de Abraham era cirugía física, una marca permanente en su cuerpo, su señal
y la mía como pueblo de pacto no es menos permanente. Sin embargo, en vez de ser una marca en
nuestros cuerpos, nuestra marca es cómo vivimos ante Dios y los hombres.
¿Cuál fue la respuesta de Sara cuando oyó la conversación entre Abraham y los ángeles?
(Génesis 18.12)
FE VIVA
Una de las grandes lecciones que enseña la jornada de fe de Abraham tiene que ver con el
tiempo. Usted y yo vivimos en una cultura en que el tiempo parece estar comprimido. Casi todo
se puede hacer con rapidez. Los fax, las computadoras y los hornos de microondas actúan de
inmediato. Sin embargo, la fe no opera en una atmósfera donde todo se hace de inmediato o por
conveniencia. En ese momento de la jornada de Abraham, Dios le había prometido un hijo
muchos años antes. Tal vez la risa de Abraham tuvo menos que ver con la incredulidad que con la
falta de entendimiento de las promesas de Dios a la luz de cómo Él se mueve a través del tiempo.
Esto es especialmente cierto en las personas cuyo concepto del tiempo y del espacio se ha
distorsionado por culpa de la tecnología moderna. ¡La fe puede tener resultados inmediatos, y a
veces hasta resultados convenientes! El error está en asumir que al pasar el tiempo la promesa se
ha olvidado o que Dios ha permitido que se cumpla a través de un Ismael, mediante la provisión
humana en vez de hacerlo a través de su poder milagroso y en su tiempo. Escriba las promesas
que ha recibido de la Palabra y del Espíritu de Dios, y que requieren que ejerza su paciencia y su
fe.
3. ¿Qué evidencia dio Abraham con sus palabras de creer que Dios habría de intervenir? (v.
5)
4. Cuando fue cuestionado por Isaac, quien sentía que algo extraño estaba sucediendo, ¿cuál
fue la respuesta de Abraham? (vv. 6–8)
Ahora vuelva a estudiar cada punto y saque una lección que se aplique a su propia vida.
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
Este encuentro fue el momento cumbre en la jornada de fe de Abraham. Los propósitos más
altos de Dios no son enriquecernos (aunque lo haya hecho con Abraham), sanarnos (aunque haya
«sanado» el cuerpo de Abraham, haciendo posible así el nacimiento de Isaac) o cumplir su
promesa con nosotros (aunque dio a Abraham y a Sara el hijo prometido, Isaac). Su objetivo es
traernos de vuelta a confiar en Él bajo cualquier circunstancia y en toda situación, y a caminar
con él, por encima y más allá de todo.
Y esto, mi compañero peregrino, es la verdad final que todas las lecciones de fe pretenden
grabar en nuestras almas. Escriba una oración en la que esta lección se profundice en su alma y
viva con usted para siempre.
Hemos terminado nuestras lecciones de fe. ¿Sí o no? ¿No es verdad que nuestra jornada de fe
nunca estará verdaderamente completa hasta que estemos frente al Padre? Me regocijaré si algún
ejercicio de esta guía de estudio sobre la fe o si alguna palabra que usted haya leído de lo que
escribí, o de lo que cité, tiene un efecto positivo sobre su propia jornada de fe.
Al final, cuando estemos frente a Dios, nuestra fe será lo que le traerá honra y gloria. «Para
que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se
prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo»(1
Pedro 1.7).
¡Y su fe será probada con fuego! La figura en el texto griego es de un orífice que
repetidamente calienta el metal, haciendo salir la «basura» (impurezas, escorias, residuos) al
surgir a la superficie del metal derretido. ¿Cuándo sabe el orífice que ha terminado? Se nos dice
que en la antigüedad, el refinador sabía que había terminado el proceso de purificación recién
cuando podía ver claramente su propio reflejo en el oro.
De la misma manera, nuestro amoroso Señor Jesús será nuestro compañero fiel a través de
toda prueba de fuego. Al someternos al tratamiento de nuestra vida en su presencia, al confesar
las impurezas que van surgiendo por causa del calor de las circunstancias, El removerá con amor
toda la «escoria» de nuestras vidas. Al margen de cuánto hayamos avanzado en el proceso, un
día glorioso nos encontrará frente a Él. Al haber removido la última de las impurezas, veremos
su imagen perfeccionada: «Seremos semejantes a El, porque le veremos tal como Él es» (1 Juan
3.2).
Entonces mi hermano o hermana, crezcamos en la fe y en Cristo: «¡Quizás nuestra fe,
probada por fuego, sea hallada en Él con toda la alabanza, la honra y la gloria!