La Ética de Platón en Sus Diálogos

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 4

MATOS SALINAS, VALERI

La Ética de Platón en sus diálogos

Para Platón, las Ideas éticas son patrones morales universales con los que
podemos juzgar los comportamientos humanos. Los valores universales (las
Ideas) son válidos para el individuo y para la colectividad. Definen el ideal de
sociedad humana. Según Platón, existe algo que es “la verdad sobre cómo
tenemos que vivir”, y el intelecto humano la conoce cuando consigue el
conocimiento de las Ideas perfectas, inmutables e inmateriales. Sólo quien
logre este conocimiento tendrá la cualificación adecuada para dirigir la
organización política y moral de la sociedad. Según Platón, el filósofo es
el hombre que conoce las ideas y, por tanto, es el hombre que podrá solucionar
los problemas de la convivencia humana. El Estado ideal será el que esté
gobernado por hombres amantes de la sabiduría y, a la vez, excelentes y
felices.

 Etapa de juventud (diálogos socráticos):


En los diálogos socráticos, Platón investiga sobre la definición de alguna virtud
y, aunque no llegó a una conclusión, sí fue fiel al principio central socrático:  la
virtud puede reducirse a sabiduría o conocimiento, con su corolario todas las
virtudes son una.
En el Càrmides encontramos en germen la doctrina central de la República: los
males de la comunidad sólo desaparecerán cuando el poder político se
combine con el conocimiento de un criterio moral universal. El gobernante tiene
que poseer “una clase única de saber que tiene por objeto el bien y el mal”.
Este conocimiento le proporcionará criterios universales válidos para "juzgar"
las acciones humanas.
En Protágoras, los errores de la conducta humana son tratados como errores
de juicio a la hora de hacer el cálculo hedonista (placeres menos dolores).
Todo malhechor es un ignorante, dice Sócrates. He aquí, el intelectualismo
moral.

 Etapa de transición (diálogos de transición):


En Gorgias, Platón pretende acabar con la pretensión de que la retórica sea la
técnica para enseñar la virtud; y establece una distinción entre dos usos de la
palabra "persuasión": la que genera conocimiento a quién es persuadido y la
que no lo hace.
Posteriormente, el sofista Calicles sostiene que el bien supremo es el poder
para satisfacer todos los deseos. Para Sócrates, el concepto de Bien está
vinculado necesariamente con la idea de establecer límites. Por eso cualquier
bien deseado se tiene que definir estipulando las reglas que rigen la conducta
calificada como buena o de la cual resulta este bien particular.
En este diálogo, Platón no contesta la pregunta “¿qué es el Bien?” Pero sí
enuncia una condición necesaria para responder a esta cuestión: para definir el
Bien hay que especificar un conjunto de reglas o normas reguladoras del
comportamiento humano. Platón no define el Bien, pero diseña un Estado con
el tipo de vida común necesario para que lo Bueno sea disfrutado por toda la
población. Esta tarea la desarrolla en el diálogo República.
 Etapa de madurez (diálogos de madurez):
En cuanto al alma, en República encontramos la teoría de la naturaleza
tripartita del alma (que vuelve a aparecer en Fedro y en Timeo): la parte
racional, o capacidad de deliberar y pensar, caracterizada como inmortal; la
parte irascible o fogosa del carácter humano; y la parte apetitiva, el deseo
natural de bienestar material y de satisfacciones físicas. Estas dos últimas son
perecederas.
Platón consideraba las partes del alma como las motivaciones del
comportamiento humano y no como partes en el sentido material, aunque
en Timeo, Platón sitúa la parte racional en la cabeza, la parte irascible en el
pecho y la apetitiva bajo el diafragma.
Que hay partes en el alma se infiere, según Platón, por la presencia de
conflictos de motivaciones. Platón parte del hecho empírico de que a menudo
rivalizan dentro del hombre distintos móviles de la acción. El elemento de
deseo se distribuye en las tres partes, cada una de las cuales tiene sus propias
apetencias y placeres. La parte racional desea conocer; la fogosa anhela honor
y la apetitiva, riqueza como medio de gratificación sensual. A ellas les
corresponden tres tipos de carácter, cada uno de los cuales persigue el tipo de
placer que le es propio. Los hombres, pues, se agrupan en tres clases según la
parte del alma que los domina (filósofos, guardianes y productores), y esta
división es la exigida por el Estado tripartito. Al hacer esta clasificación, Platón
tiene un interés fundamentalmente ético: insistir en que el elemento racional del
alma es el superior y el que por naturaleza tiene que gobernar a los otros. El
grupo social al que pertenece un hombre puede ser establecido por su
educación, pero esta no es determinante. Platón cree que hay zapateros natos
y gobernantes natos.
La justicia en el alma consiste en que cada parte desarrolle la función propia
que le ha sido asignada con la debida armonía y con la subordinación propia de
lo inferior a lo superior. Un individuo es sabio porque la razón gobierna en él y
valiente porque el alma pasional ejerce su papel. Y un individuo tiene
templanza si su razón gobierna sus deseos corporales. Pero la justicia no
pertenece a esta o aquella parte o relación del alma, sino a su ordenamiento
total. Con esta concepción de la salud del alma basada en la perfecta
organización de sus partes, la sofística recibió la respuesta definitiva en cuanto
a la ética. Platón puso fin a la controversia “fisis vs. nomos”, naturaleza o ley,
porque el alma sana y natural se expresa en actos legales y justos. La ética de
Platón es eudemonista. Está dirigida al logro del supremo bien del hombre,
cuya posesión le proporciona verdadera felicidad. El bien supremo
del hombre es desarrollarse como ser racional y moral, el constante cultivo de
su alma, el bienestar general y armonioso de su vida.

OTROS ASPECTOS DE SU TEORIA POLÍTICA: CRITICA Y


CONCLUSIONES
Como hemos dicho, Platón fue el autor del primer ensayo de teoría política que
conocemos. Esta en la línea de su movimiento muchos mas amplio de critica a
la democracia al que pertenecían también Isocrates, Jenofonte y Aristófanes,
por ejemplo, hay que tener en cuenta que la democracia ateniense, por su
peculiar estructura, se prestaba a muchas manipulaciones, aunque en teoría
era el “gobierno del pueblo”, en la práctica era el gobierno de los más ricos,
ambiciosos e intrigantes. Platón dirige sus ideas políticas contra la democracia,
pero también contra las doctrinas relativistas de los sofistas, pretendiendo
ofrecer un modelo inmune al paso del tiempo y a las diferencias culturales
porque, según Platón, responde al orden eterno e inmutable de las ideas. su
obsesión, por decirlo así, es diseñar una sociedad no solo justa, sino también
estable, a salvo del riesgo de posibles conmociones sociales como las que
habían sacudido su patria.
en general, la Republica, presenta una utopía política reaccionaria, según la
cual toda la comunidad política debe permanecer sujeta a una clase
gobernante aristocrática, pero con algunos elementos muy progresistas y
adelantados a su época. Sin embargo, no cree en la “igualdad” ni en la
“libertad” y eso le convierte en un pensador autoritario, que cree que el bien
debe imponerse por la fuerza, no por convicción, Según Platón, al formarnos
los dioses hicieron entrar oro en la composición de cuantos están capacitados
para mandar; plata en la composición de los auxiliares (guardianes o
guerreros); bronce y hierro en la de los labradores y demás artesanos. Asegura
que todos eran felices en la ciudad si cada uno actúa según su propia
naturaleza y realiza su propia tarea. Pero eso no explica por qué a unos les
corresponde labrar la tierra y a otros gobernar: es dudoso que como firma el
propio Platón los campesinos sean más felices trabajando que los intelectuales
mandando. Además, es posible que sobre estime el valor de la educación,
menospreciando el valor de las leyes (el legado más valioso de la democracia
griega para la prosperidad) como garantía frente a los abusos del poder:
¿Quién nos garantiza que los sabios no se equivoquen, o incluso que
gobiernen en su propio interés? Para Platón esto es imposible, pero,
obviamente su intelectualismo es demasiado idealista.
En definitiva, para Platón, la cuestión política es también una cuestión de ética:
cada ciudadano debe practicar aquellas virtudes propias del grupo social al que
pertenece, y en eso consiste la Justicia. Pero, a fin de cuentas: ¿quién decide
la pertenencia a un determinado grupo social? Evidentemente y a pesar de su
confianza (a veces excesiva) en la educación como medio de transformación
del hombre, Platón tenía una concepción estática de la sociedad, basada en un
rígido determinismo (las personas son lo que son: nacen desigualmente
dotados y no pueden cambiar, salvo para mejorar los dones que ya poseen por
naturaleza) incompatible con otros ideales griegos de libertad, democracia y
participación igualitaria de los ciudadanos en el gobierno. Cuando intentó poner
en práctica sus ideales fracasó tan estrepitosamente que no tuvo más remedio
que reconocer que su sistema quizá fuese poco realista. En su último diálogo
(las Leyes) hay algunos pasajes donde reconoce que muchas de sus
propuestas constituyen un ideal, difícil o imposible de poner en práctica y
admite la necesidad del derecho como garantía frente a los posibles abusos del
poder.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:

 Guillermo Fraile, Historia de la Filosofía I, Madrid, B.A.C., 1975.

 Jordi Cortés Morató y Antoni Martínez Riu, “Platón” en Diccionario de


filosofía en CD-ROM, Barcelona, Herder, 1996.

También podría gustarte