CIFUENTES

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1

Durante el siglo XIX -especialmente durante la segunda mitad-, se desarrolla en

Chile una gran controversia político-social, uno de cuyos actores es la Iglesia Católica.

El Estado chileno propiciaba en ese tiempo un proceso de laicización, proceso que era

visto por los católicos como una persecución en contra de la Iglesia 1. "Los principales

enemigos y los mayores peligros para la Iglesia y la sociedad cristiana estaban formados

por el liberalismo y la masonería"2.

El liberalismo moderno oponía a la Iglesia una sociedad independiente de la

autoridad de Dios, por lo que exigía que el Estado fuese la autoridad suprema que

dirigiese a la hombres, encerrando a la religión dentro de la esfera de la conciencia

individual, ello con el fin de quitarle su influencia social3. Los pensadores liberales

contrarios a la influencia de la Iglesia consideraban ésto lícito, dado que las

convicciones católicas eran consideradas irracionales y tenían además un carácter

absoluto, por lo cual sólo podían ejercer su imperio sobre la base de la autoridad y la

1
     "... El católico chileno tenía plena conciencia de que la hostilidad a la iglesia no obedecía a
meras causas personales o contingentes, sino que emanaba de la naturaleza misma de la civilización
moderna, que era intrínsecamente anticristiana y perversa" (RICARDO KREBS, "El pensamiento de
la Iglesia frente a la laicización del Estado en Chile. 1875-1885", en "Catolicismo y laicismo",
Ediciones Nueva Universidad (Pontificia Universidad Católica de Chile), Santiago, 1981, p. 10.)
2
     Loc. cit., p. 12.
3
     Cfr. Loc. cit., pp. 13-14.
2

ignorancia de la gente4.

La modernidad encontraba en la sociedad chilena un canal de expresión en una

creciente fe en la ciencia y en su desarrollo, que traería como consecuencia el progreso,

como lo manifiesta Letelier: "Seamos hombres de ciencia, i como tales tengamos

siempre presente que el fin de la política... es el satisfacer las necesidades sociales para

procurar el perfeccionamiento del hombre i el desarrollo de la sociedad"5. Los gobiernos

que creyeron en el proyecto moderno, pusieron todo empeño en llevarlo a cabo, a pesar

de que ello significaba un enfrentamiento con la Iglesia.

A partir de entonces se produce una encarnizada lucha

política que fue dividiendo a la sociedad chilena. Cabe señalar que la polémica de la

Iglesia en contra del liberalismo "se dirigió ante todo contra las implicancias religiosas y

morales del liberalismo y no contra el liberalismo político ni contra el liberalismo

económico... El conflicto entre liberalismo y catolicismo se planteó, no como discusión

de las formas políticas concretas, sino como conflicto doctrinario, como confrontación

de ideas, como lucha por los valores e ideales por los cuales se debía regir la sociedad"6.

Ello significó que esta controversia tuviera muchos matices, ejemplo de estos matices es
4
     Cfr. VALENTIN LETELIER, La lucha por la cultura, Imprenta y Encuadernación Barcelona,
Santiago, 1895, pp 9-10. ( En este mismo sentido, La Revista Católica, órgano oficial de difusión del
pensamiento de la Iglesia, publica, en el Nº 1265 del 27 de Septiembre de 1873, el extracto de un
artículo del Diario La República en el que se refiere a la Iglesia como "una secta que vive i a vivido
a la sombra de la ignorancia i que para Chile, como para todas las naciones de oríjen español, no
debe merecer sino los reproches que arrancan de la mayor parte de los males que nos aflijen")
5
     Loc. cit., p. 31.
6
     El pensamiento de la Iglesia... p. 19.
3

el pensamiento de Abdón Cifuentes que, siendo políticamente liberal, defendió la causa

de la Iglesia. Si bien nuestro discurso tomará ideas del pensamiento de Cifuentes, no por

ello se dedicará a dar cuenta de los matices que mencionamos.

Nuestro propósito es dar cuerpo al argumento desde el cual los defensores de la

Iglesia se oponen al proceso de secularización. Y, nos interesa particularmente esta

disputa en el terreno de la educación. La pregunta que nos hcemos es qué es lo que

defiende la Iglesia en una educación religiosa.

II

Antes de introducirnos de lleno a la cuestión educacional debemos mencionar

otro hecho de gran importancia: el asunto de la libertad de culto 7. Los políticos liberales

contrarios a la influencia de la Iglesia impulsaron una interpretación del artículo de la

Constitución referente a la religión oficial del país8. El Artículo 5º de la Constitución de

1833, vigente en aquel tiempo, decía "que la religión de la República es la católica

7
     Debemos advertir, en este punto, que la
libertad de culto, para los contrarios a la Iglesia, se fundamentaba en el derecho básico, inherente a la
naturaleza humana, de poder decidir libremente a que religión o culto adherir. Así, el Estado debía
tolerar y respetar las distintas comunidades religiosas que existiesen en el país. En este sentido, se
concebía al Estado y a la Iglesia como dos poderes totalmente independientes, con objetivos, deberes
y obligaciones totalmente diferentes. (Cfr. PATRICIA ARANCIBIA, El pensamiento radical frente
al Estado y a la Iglesia", en "Catolicismo y laicismo", Ediciones Nueva Universidad [Pontificia
Universidad Católica de Chile], Santiago, 1981, p. 203.) Hacemos esta consideración para
confrontarla con la disputa acerca de la libertad de enseñanza, a la que nos referiremos más adelante.
8
     Cfr. Loc. cit., p. 29.
4

apostólica romana, con exclusión de cualquier otra"9.

La ley interpretativa fue muy resistida por la Iglesia y el argumento para esta

resistencia partía del supuesto

"que la religión católica constituía la única religión

verdadera. Como la verdad excluía el error, era inaceptable reconocer otras religiones al

lado de la religión católica"10. Otro aspecto del argumento decía relación con la tradición

católica del pueblo chileno, pues gracias a este bien el pueblo chileno se había podido

constituir en una sociedad civilizada11. El argumento de la Iglesia separaba, en cierto

modo, el carácter privado y público del culto, es decir, no había problema en que un

particular siguiera su credo privadamente, el problema surgía cuando este culto se hacía

público, como se expresa en una editorial de La Revista Católica: "Somos intolerantes

con la doctrina somos tolerantes con las personas, pues tolerar una doctrina errónea es

sacrificar los derechos de la verdad, mientras que tolerar a una persona desgraciada por

los errores... es ejercitar la caridad"12.

La disputa se trasladó en adelante a otros aspectos, como por ejemplo, el

matrimonio religioso y la conservación de los cementerios católicos, pero sin duda el

terreno en que se dió la lucha más importante fue la educación.

9
     Loc. cit., p. 9.
10
     Loc. cit., p. 29.
11
     Cfr. Loc. cit., p. 43.
12
     La Revista Católica, Noviembre 12 de 1859.
5

La Iglesia reacciona en contra de dos ideas que se

transformaron en acciones concretas por parte del Gobierno, a saber, la renuncia a la

enseñanza obligatoria de religión católica y la obligatoriedad de educación, ésta idea cae

bajo el concepto de Estado Docente, que es un tema al que nos referiremos más

adelante.

Es evidente que el sustento básico de la de la enseñanza religiosa voluntaria se

haya en los dos argumentos ya mencionados, a saber, el que la sociedad chilena es

tradicionalmente católica y el que la Constitución de 1833 determine que la religión

oficial es la católica apostólica romana. Sin embargo, la posición católica desarrolla

otros argumentos, más teóricos como por ejemplo éste, que aparece en La Revista

Católica: "A causa de las íntimas i extensas relaciones que las verdades reveladas

mantienen con todas las disciplinas del saber, i a causa también de la mutua dependencia

que existe entre todas las facultades de la humana naturaleza, no puede ser cabal ni

saludable una institución que no enlaza armoniosamente el cultivo de la letras profanas

con el de las sagradas i el de la ciencia de Dios con el de la ciencia del mundo, i que no

junta i subordina el desenvolvimiento intelectual del hombre al moral i relijioso del

mismo. La educación ha de abrazar al hombre

entero, en todas sus potencias, en todas sus esferas de


6

acción... Tiene la educación por último objeto desenvolver i preparar las potencias del

ser humano para que se eleve a la relijión de su vida i persiga i alcance el fin de su

creación, que es el bien infinito y eterno"13. En este

mismo sentido diría Abdón Cifuentes: "Es necesario que sepáis que la ciencia por sí sola

es inacapaz de dar al hombre felicidad sobre la tierra. Sin Dios, todo se angosta o muere

en el espíritu humano. El infinito, esa fuente de luz que más se ensancha a medida que la

contemplamos, debe ser el punto de partida y la ley fundamental de todo conocimiento

humano"14.

Los políticos y pensadores contrarios a la egemonía de la Iglesia, depositarios de

una tradición moderna y positivista, sostenían que "la educación pública debía ser

general y laica... criticaron la enseñanza de la Iglesia, ante todo por ser anticuada y por

ser intolerante...

[consideraban que] La educación católica se basaba en nociones que correspondían a

épocas ya superadas de la historia y que no correspondían a los modernos principios

científicos. Por este motivo, la enseñanza de la Iglesia frenaba el progreso de la nación y

mantenía sumisa a ésta en la ignorancia y la servidumbre"15. Esta crítica ponía de

manifiesto las graves deficiencias que se encontraban en una educación tradicional

13
     La Revista Católica Nº 1274 del 29 de Septiembre de 1873, p. 386.

     ROBERTO HERNANDEZ, "Abdón Cifuentes Espinoza. Un Educador católico de


14

pensamiento y de acción", en Anales de la Escuela de Educación (Pontificia Universidad Católica de


Chile) Nº 1, 1979, p. 49.
15
     PATRICIA ARANCIBIA, "El pensamiento radical frente...", p. 200.
7

"meramente literaria y especulativa16, que prescindía "de los modernos principios y

métodos científicos y de la misión social y cívica que debía tener la enseñanza

pública"17. Este proyecto de educación, apoyado en ideas positivistas, promovía una

enseñanza basada en criterios científicos, cuyo fin era el desarrollo intelectual, moral y

cívico de la sociedad18.

El catoliscismo defendía su postura argumentando en favor de una moral basada,

esencialmente, en ideas cristianas, pues, una educación verdaderamente integral "no

podía limitarse a la instrucción, que sólo daba conocimientos y formaba el intelecto, sino

que debía desarrollar todas las facultades y debía comprender la naturaleza moral, la

inteligencia, la conciencia y la

voluntad19. A los representantes de la Iglesia les interesaba que se reconociera, sobre

todo, que "el hombre era esencialmente religioso"20, y que por ello, era insuficiente la

instrucción filosófica y racionalista, sólo la instrucción religiosa podía impartir una

verdadera formación moral21. La educación religiosa no era sólo necesaria para la

salvación del individuo, sino también era necesaria para la salvación de la sociedad que,

16
     Loc. cit., p. 201.
17
     Ibid.
18
     Cfr. Loc. cit., p. 202.
19
     RICARDO KREBS, El pensamiento de la Iglesia frente... pp. 34-35.
20
     Loc. cit., p. 35.
21
     Cfr. Ibid.
8

con una educación atea, no podría conseguir ni paz ni orden22.

El avance del proceso de laicización en la educación fue restringiendo -al menos

formalmente- la influencia social del catolicismo. Si la pelea fue dura en torno al asunto

de la de la enseñanza religiosa volunatria, lo fue más aun cuando se trató el problema del

Estado Docente y la libertad de enseñanza.

III

Si respecto de la enseñanza laica, la Iglesia dió una batalla doctrinaria, respecto

del problema de la libertad de enseñanza la lucha tomó un carácter más político. La

posrura de los positivistas "conjuntamente con propiciar una educación científica,

fundamentada en la metodología positiva, se proponía la instauración de una instrucción

obligatoria... por cuanto en el terreno de la democracia, el desarrollo progresivo de las

ideas y la difusión del conocimiento y de los principios, era una necesidad indudable

para instruir a las masas y lograr, en consecuencia, el bien del pueblo y de la sociedad" 23.

Dado que "la ignorancia convertía al hombre en esclavo, sin voluntad, lo que lo inducía,

inevitablemente, al vicio, al crimen y a la perversidad... [y que] si se reconocía el hecho

22
     "La sociedad necesita de la relijión, porque ella es la que tiene mayor poder para mejorar las
costumbres i formar ciudadanos verdaderamente virtuosos. Las virtudes públicas i privadas son el
verdadero fundamento de la grandeza i prosperidad de las naciones, así como la condición obligada
de la paz i ventura de los asociados. Mas tan jenerosas plantas solo nacen i prosperan a la sombra de
la educación relijiosa" (La Revista Católica, Nº 1266, p. 310.)

     MARIA EUGENIA PINTO, "El positivismo chileno y la laicización de la sociedad 1874-
23

1884", en Catolicismo y laicismo, Ediciones Nueva Universidad (Pontificia Universidad Católica de


Chile), Santiago, 1981, p. 239.
9

de que la enseñanza civiliza y moraliza y que ella constituye la pauta por medio de la

cual se juzga el grado de adelanto y desarrollo de un pueblo, sería justo, entonces, que se

procurara por todos los medios posibles que su difusión se generalizara, y el camino

para ello era

su obligatoriedad"24.

La obligatoriedad de la instrucción fue tomada por la Iglesia como un grave

atentado en contra de la libertad. Por ello, la bandera de lucha que tomarán los católicos

será la defensa de la libertad de enseñanza. La Revista Católica tendrá en esta pugna un

papel muy importante en la difusión del pensamiento de la Iglesia. En unos de sus

números dirá: "La instrucción en jeneral es solo útil i el niño no está obligado a hacer

todo lo útil. La única instrucción necesaria es la instrucción religiosa, esa instrucción

que comienza en el templo i en el hogar, en la escuela imájen del hogar i del templo, i

que hace del niño un hombre bueno, un hombre de conciencia, un hombre cristiano y

moral... Toda otra instrucción obligatoria está reñida con la libertad i mal hallada con la

lei natural. Vosotros los partidarios de la violencia, id a proponer al niño vuestro sistema

en nombre de la instrucción, en nombre de su infantil libertad que pretendeis favorecer; i

os responderá que no conoce la libertad que se impone por la fuerza, que quiere mas el

azote de su madre que el sable del policial, la libertad de la ignorancia que la tiranía

24
     Ibid.
10

de la enseñanza obligatoria"25.

El primero de los argumentos en contra de la enseñanza obligatoria, está en la

defensa del derecho de los padres

a brindar la educación que estimen conveniente a sus hijos. A este respecto, Abdón

Cifuentes se expresa del siguiente modo: "El Estado tiene el derecho de dar enseñanza y

dirigirla en sus propios establecimientos, pero no tiene el derecho de imponerla o

distribuirla obligatoriamente a las familias: los niños pertenecen a las familias antes que

al Estado"26. Es éste un derecho natural en el que no puede intervenir el Estado, por

tanto, "Dejémos... obrar libremente a los padres en el cumplimiento de ese dulce deber

natural. La naturaleza con sus impulsos imperiosos le hará comprender esa obligación i

su interes personal les llevará a cumplirlo"27.

Con el discurso de la Iglesia se intentaba resguardar el interés de la ciencia, pues

se llamaba la atención sobre la convicción de que la ciencia no podría progresar

adecuadamente en las ataduras de un monopolio de la

enseñanza. "Para cultivar la ciencia con ardor i provecho, para dilatarla por una dilatada

esfera, debe dejársela respirar el aire libre. La libertad trae consigo la concurrencia i
25
     La Revista Católica, Nº 1271, 8 de Noviembre de 1873, p. 348.
26
     ROBERTO HERNANDEZ, "Abdón Cifuentes... p. 60.
27
     La Revista Católica, Nº 1270, 1º de Noviembre de 1873, p. 338.
11

produce la emulación, bajo cuyo aliento se aviva la inteligencia, se organizan los buenos

estudios i progresa el saber humano"28. Y no sólo el interés de la ciencia, el interés por el

progreso y el fortalecimiento moral de la sociedad. "No [se] ha de desconocer que una

sociedad es tanto mas fuerte, mas bella i mas fecunda cuanto menos necesita de la tutela

del gobierno, cuanto mas tiene en si misma, en la iniciativa i ordenada actividad de los

ciudadanos los medios indispensables para subsistir, vivir i progresar"29.

El monopolio, que los defensores del catolicismo criticaban, "se traducía en una

serie de privilegios para los colegios fiscales y en una manifiesta discriminación en

contra de los colegios particulares30... Los colegios particulares estaban privados de toda

autonomía, debían usar los textos oficiales y debían someter a sus alumnos a

los suplicios de los exámenes tomados por las comisiones de los profesores fiscales" 31.

"Los defensores del Estado docente pretendían que todas las ciencias, aun las religiosas,

fuesen enseñadas en el nombre del Estado, que todos los profesores e institutores

recibiesen del Estado su investidura; que las Universidades y colegios fuesen, sin

excepción, instituciones fiscales; que sólo el Estado otrogase los grados científicos y

literarios y aprobase los planes y textos de instrucción. Con ello se confería al Estado un

poder omnímodo y se convertía en amo absoluto de las personas"32.


28
     La Revista Católica, Nº 1254, 12 de Julio de 1873, p. 194.
29
     La Revista Católica, Nº 1274, 29 de Noviembre de 1873, p. 387.

     Colegios que se creaban bajo el alero de la Iglesia, para asegurar a los de familias católicas una
30

enseñanza basada en los ideales de la religión.


31
     RICARDO KREBS, "El pensamiento de la Iglesia frente..., p. 63.
32
     Loc. cit., p. 64.
12

Todo lo que estas medidas implicaban, hacían "imposible toda competencia a los

colegios del Estado... [y mataban] toda iniciativa privada de la educación de la juventud

que es el principal asunto que debía estimularse"33, decía unos de los principales

impulsores de la libertad de enseñanza. El problema de los exámenes y de los planes de

estudio tocaban muy de cerca a Abdón Cifuentes, pues era profesor. El mismo llamaba

la atención sobre el hecho de que algunos políticos no entendían lo que

implicaban estas restricciones en la práctica, pues ninguno de ellos había sido profesor34.

Más tarde por iniciativa del propio Cifuentes fueron aprobados dos artículos, que

liberaban a los colegios particulares a seguir los planes de estudio obligatorios, y

liberaba, también, a sus alumnos de la obligación de rendir los exámenes en

instituciones del Estado, pudiéndolos rendir en sus propios establecimientos35. Estos

logros aliviaban, en parte, las ambiciones de autonomía de los colegios particulares.

Vemos como, repetidamente, la Iglesia defiende la libertad de enseñanza, en sus

diferentes aspectos y previendo las más variadas consecuencias. Sin embargo, parece

muy extraño que, precisamente, una institución cuya esencia se juega en una defensa de

la tradición, sea la aboga por las libertades individuales. Y, por otra parte, resulta

también extraño que una parte de los liberales, que tradicionalmente son los defensores

de la libertad, sean criticados por su autoritarismo.

33
     ABDON CIFUENTES, "Memorias", Ed. Nascimiento, Santiago, 1936, p. 10.
34
     Cfr. Loc. cit., p. 9.
35
     Cfr. Loc. cit., p. 18.
13

IV

Valentín Letelier, un liberal defensor de la idea del Estado docente, tiene una

particular visión del trasfondo de esta paradoja. El recuerda que en otros tiempos, los

conservadores los consideraban anarquistas para hacerlos sospechosos ante el gobierno,

luego (después de 1871), siendo su partido gobierno, son tachados de autoritarios, con el

fin de hacerlos sospechosos ante los ojos del pueblo 36. Y, el mismo Letelier agrega,

"reclaman libertad religiosa. Pero ¿acaso entienden por libertad religiosa el derecho de

cada cual a profesar i enseñar la creencia de su amaño i fantasía? Evidentemente nó,

porque esa libertad es la que nosotros hemos sostenido... La libertad que piden, en una

palabra, es siempre en el fondo la libertad de privilegio exclusivo"37.

Un texto que podría corroborar lo que manifiesta letelier, lo encontramos en La

Revista Católica: "O el estado deja de ser docente, o es católicamente docente. Es, en

verdad, intolerable tiranía el que se dé o pueda darse en los establecimientos nacionales

una educación contraria a la relijion del estado que la ordena, a la relijion de

36
     Cfr. VALENTIN LETELIER, "La lucha por la cultura", p. 4.
37
     Loc. cit., pp. 8-9.
14

los ciudadanos que la costean i a la relijion de los padres de los alumnos que la reciben...

Subsista, en hora buena, el estado docente, dando instrucción gratuita, sana i católica" 38.

Pareciera, según lo citado, que Letelier tendría razón, la iglesia, en la exigencia de

libertad de enseñanza, no pretende otra cosa que ejercer ella misma el despotismo,

desconociendo la posibilidad de que existan individuos que profesen otras creencias.

Más aun, desconociendo estas creencias como falsas, erróneas y nocivas para la

sociedad.

La crítica de Letelier no es para nada anojadiza, tiene un fundamento claro y

consistente. Dice, respecto de los católicos: "Inspirados en un criterio metafísico ellos

profesan doctrinas que juzgan absolutamente buenas... ellos siguen siendo los veraderos

autoritarios, porque el orden social que desean se funda en una filosofía que no es

libremente determinada por la razón, sino coercitivamente impuesta por la autoridad

dogmática"39. Ante eso, los liberales positivistas obedecen a criterios científicos,

amoldando sus creencias a la realidad, favoreciendo el

desarrollo moral y social40.

Si bien pueden reconocer los liberales contrarios a la Iglesia que en ocasiones el

Estado ha sido muy autoritario, Letelier, encuentra para ello una explicación. El cree que

38
     La Revista Católica, Nº 1274, 29 de Noviembre de 1873, p. 387.
39
     VALENTIN LETELIER, "La lucha por la cultura", pp. 11-12.
40
     Cfr. Loc. cit., p. 11 ss.
15

"en la vida de los pueblos sobrevienen de tarde en tarde épocas en que el orden nuevo no

puede desarrollarse sino al amparo de la autoridad, en que la libertad no sirve sino para

mantener el predominio de las fuerzas reaccionarias que apoyan el orden caduco... la

libertad sólo existe a costa de la libertad, i para conservarla es menester limitarla"41. Esto

no sería contradictorio, si se entiende "que el fin de la política no es la libertad, no es la

autoridad, ni es pincipio alguno de carácter abstracto, sino que es el de satisfacer las

necesidades sociales para procurar el el perfeccionamiento del hombre i el desarrollo de

la sociedad"42

De acuerdo con las ideas de Letelier, la paradoja que se produce en el discurso

de la Iglesia en torno al problema de la educación, no sería más que un ardid político

que responde a la intención de reestablecer el

orden anterior de caráter absoluto y autoritario, que no responde a la realidad, sino a un

criterio metafísico, a unas ideas históricamente superadas. Cabe señalar que, a nuestro

juicio, esta especie de acusación no podrñia hacerse a políticos liberales cercanos a la

Iglesia, como Abdón Cifuentes, por ejemplo. Ello porque las críticas que Abdón

Cifuentes hace al autoritarismo con que es manejada la educación, parecen responder, en

mayor medida, a problemas prácticos, que a cuestiones doctrinarias, como se puede

apreciar en sus Memorias cuando se refiere a la orientación práctica de la educación.

41
     Loc. cit., p. 21-23.
42
     Loc. cit., p. 31.
16

Finalmente, a modo de conclusión, es posible decir, que la postura de los

defensores del catolicismo en torno al problema de la educación chilena de mediados del

siglo XIX, supone una crítica del proyecto de la modernidad, entendiendo por éste la

promoción de una sociedad basada en el desarrollo de la ciencias positivas. "No se debe

olvidar que nuestra lei orgánica, inspirada en mi humilde opinión, por las mas sanas i

liberales ideas, ha encargado a la universidad, no solo la enseñanza, sino el cultivo de la

literatura i de las ciencias... ha querido... que

contribuyese... al aumento i desarrollo de los conocimientos científicos"43.

El asunto es que, al parecer, esta reacción antimoderna, como se ve en el

problema de la educación, comporta, antes que una negación de los fundamentos de la

modernidad, una lucha de poder, y ello es manifiesto en el hecho de que muchos de los

conservadores y defensores de la Iglesia, se muestran de acuerdo en muchos puntos de

la administración del Estado, como se expresa en texto de la Revista Católica del mes de

Moviembre de 1873: "Todos en Chile amamos la República i ciframos en ella el

adelantamiento i ventura de la patria; todos queremos la democracia i abogamos por los

derechos del pueblo; no tenemos, para felicidad i gloria nuestra, bandos políticos cuya

divisa sea la exaltación de un hombre, de una familia o de una clase social; todos en

materias económicas, en puntos de mera administración, en cosas exclusivamente

     RICARDO KREBS, "Andrés Bello: La historia como ciencia liberadora del espíritu", en
43

Cuadernos de Historia, Departamento Ciencias Históricas Universidad de Chile, Santiago,


Diciembre 1981, p. 134. (palabras de Andrés Bello en Discurso en al aniversario de la Universidad)
17

políticas pretendemos perseguir los más adelantados principios de la ciencia i las más

selectas instituciones".

Ello significaría que en Chile no se puede apreciar un

sentimiento profundamente antimoderno, como ocurriera en Europa, por ejemplo. La

pugna religiosa, pareciera ser, entonces, como se ha dicho, lucha de poder queno afectó

mayormente el proceso de maduración del proyecto moderno.

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