Juan Pimentel

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Juan Pimentel.

Testigos del mundo, ciencia, literatura y viajes en la Ilustración


Cáp. 2: Quirós, Cook y el doble descubrimiento de Australia
El 14 de mayo de 1606, Pedro Fernández de Quirós se arrodilló en un islote del Mar del
Sur y tomó posesión de la Tierra Austral en el nombre de Dios y en el de España. Fue en
el día de Pentecostés y la empresa era patrocinada por la corona, por lo que la bautizó
bajo el nombre de Australia del Espíritu Santo. Quedaba así inagurado el
descubrimiento de la Quarta Pars Incógnita. (primer descubrimiento)
Ciento sesenta y cuatro años después, en su primer viaje alrededor del mundo, James
Cook logró sortear la gran barrera de coral y accedió a la costa oriental de Australia. Era
la primera vez que un occidental penetraba en esas latitudes. Fue el 19 de abril de 1770
cuando avistó el extremo suroriental. Costeó hacia el norte y el 1 de mayo pisó tierra en
la bahía Botánica (nombrada por Joseph Banks). El Endeavour continuó su ascenso
hasta el cabo de York, en el extremo nororiental del continente. Allí Cook volvió a
descender a tierra, esta vez para tomar ya posesión solemne de toda costa en nombre de
Inglaterra y su majestad Jorge III. La llamo Nueva Gales del Sur.
Estos 2 hechos pertenecen a la historia de las exploraciones y los descubrimientos
geográficos. La geografía, organiza su pasado en función de unos criterios selectivos,
precisa de una tradición, hoy de la que simultáneamente es su heredera y forjadora.
La ciencia no sólo se debe a su pasado, no sólo lo tiene, sino que también, y
fundamentalmente aquí, lo crea, lo reordena, lo construye, si se prefiere, lo inventa.
El objetivo es poner de relieve que en la historia de los 2 episodios es el resultado
lógico, pero no necesario, de una tradición que tiende a ocultar tanto como lo que
muestra. Ambos descubrimientos se corresponden con 2 momentos de la historia de las
exploraciones y la literatura de viajes. Quirós suele ser visto como un viajero instalado
en la tradición de los viajeros impostores, esto es, entre los viajeros dados a la fábula,
autoría y a los tropos. Cook representa con toda solidez el triunfo de los viajeros
testigos, el epítome de los navegantes científicos entregados a los hechos y a su
representación fidedigna.
Los continentes o cualquier otro fenómeno natural, lejos de descubrirse, también en
cierto sentido se construyen, pueden ser desmontados y reconstruidos de múltiples
formas.
Quirós es descrito como el clásico viajero renacentista, un piloto instalado en la
cosmografía ptolemaica, un visionario que se lanzó sobre el pacífico desde Lima en pos
de un mito legendario y creyó haber descubierto la Quarta Pars. Luis Váez de Torres, su
segundo oficial, puso proa a poniente y surcó el estrecho que lleva aún su nombre y que
separa Nueva Guinea de Australia. Fue este el que llegó a visitar el Cabo de York y que
rozara el verdadero descubrimiento de Australia y no Quirós.
La historia de la geografía coloca a Quirós en una fase primitiva del conocimiento, este
representa un período donde la navegación es un arte y no una ciencia. Sus
descripciones y escritos corresponden a la literatura de viajes.
Por el contrario, Cook representa la fase clásica de esta tradición. En el último tercio del
siglo XVIII la navegación no es ya un arte, sino una ciencia aupada por la astronomía,
trigonometría esférica y otras disciplinas deudoras del legado newtoniano. Sus viajes
son la manifestación de cómo la razón, objetividad y el conocimiento riguroso subieron
a bordo de unos navíos, encarnando así el ideal, la formulación ejemplar de lo que es
una expedición científica.
Viajes, experimento y metáfora, 3 términos que arman nuestro argumento para tratar de
reescribir la historia de este doble descubrimiento.
El mito de la Terra Australis data al menos del siglo III a. C. El mito de la existencia de
una gran superficie continental justo en las antípodas de la ecúmene procede de la
geografía clásica, en su periodo helenístico. Los dieciocho siglos que corrieron hasta
Quirós no hicieron sino aumentar las expectativas en lo referente a la existencia de la
Terra Australis. Una Tierra que además llevó desde el principio todo tipo de leyendas
asociada: fuente de la juventud eterno, edad dorada, etc…
Quirós constituye un verdadero arquetipo. Nacido en Évora en 1565, pasó embarcado
desde edad muy temprana. Fue escribano, sobre cargo y estudiosos de la navegación.
En marzo de 1603 Felipe III dictó las cédulas reales para que tanto la Casa de
Contratación como el virrey del Perú financiaran el proyecto de descubrimiento de las
Indias Australes. (propósito de Quirós) El día 21 de diciembre de 1605 partieron de El
Callao 2 galeones y una zabra al mando de Quirós. Pasados varios meses de derrota
descubriendo y nombrando esporádicas islas menores, dieron el ancla en una de ellas
donde los indígenas les informaron de la proximidad de una gran Tierra. El día 1 de
mayo desembarcan en la bahía que bautizan san Felipe y Santiago. Quirós decide
esperar hasta el día 14, fecha de la Pascua de pentecostés, para tomar posesión de
aquella tierra hasta el Polo Sur denominándola Australia del Espíritu Santo.
En la isla que él cree continente nombra ministros de guerra y de mar; crea cabildo y
regimiento propio de capital de provincia; constituye la nueva orden de caballería del
espíritu santo “para la pacificación, población y conservación de todas estas partes que
vamos descubriendo”. Decide fundar en esa bahía la ciudad de la Nueva Jerusalén y a su
río lo designa Jordán. (La empresa tiene un carácter caballeresco y visionario)
Quirós ni descubrió Australia, ni resolvió los problemas de la declinación magnética y la
longitud por un sistema denominado significativamente el punto de fantasía. Pero antes
de tachar a Quirós de farsante, hay que recordar que al fin y al cabo sólo ilustra el
carácter controversial que tuvo siempre el conocimiento científico. Sus conocimientos y
su instrumental poseen unas dimensiones y un poder simbólico en unos terrenos que
hoy día no son ajenos: la empresa misional y la sociedad cortesana.
La religión y la corte eran los ámbitos donde se movía no sólo su ciencia, sino la mayor
parte del conocimiento del mundo natural de la época.
Quirós usó el método de los memoriales, pasó media vida redactándolos y haciéndolo
circular. Con ellos el navegante movió los hilos para apoyar su causa, para captar
voluntades allí donde las conjeturas y las hipótesis se transformaban en verdades.
Podemos decir que Quirós, efectivamente, sí descubrió la Quarta Pars Incógnita, o al
menos eso hizo pensar a varias generaciones de europeos, como demuestra echar un
vistazo a la cartografía del siglo XVII y buena parte del XVIII. Entre sus más de 60
memoriales, el octavo merece una atención especial. Redactado años después del viaje,
en 1609, aseguraba haber descubierto un continente de más de 5000 leguas, equivalente
a la superficie que ocupaban Europa y Asia Menor hasta el Caspio y Persia, con todas
las islas del mediterráneo y el océano, incluidas Inglaterra e Irlanda. Todo el memorial
número 8 es en realidad una descripción estilizada de las bondades de un continente
figurado.
Pese a mostrar un retrato veraz en algunos puntos, es evidente el carácter figurado de la
descripción. Todo resulta como extraído del paraíso terrenal. Quirós no logró sus
deseos, Felipe III y su Consejo de Indias hoy le pidieron discreción al tiempo que le
negaron nuevos fondos para emprender la colonización de Australia.
Nullius In Verba: la ficción de la transparencia
Desde el nacimiento de la Royal Society (1660) hasta el primer viaje de Cook (1768),
tanto en Inglaterra como en el continente se asiste a la ya comentada reformulación del
género de los relatos de viaje, una inversión en las técnicas literarias gracias a las cuales
los viajeros abandonaron su condición de impostores. La clave para comprender el
nuevo espíritu quizás esté en el propio lema de la institución científica, el motivo
Nullius in Verba, el lema fue escogido por John Evelyn. Estas 3 palabras se deben
traducir como “en las palabras de nadie”
Desde entonces 1660 hasta el primer viaje de Cook 1768, todos de alguna forma
contribuyeron a la depuración de la prosa y se esforzaron por ejercitar el testimonio
imparcial. Todos trataron de reflejar una imagen fidedigna de las cosas y los
acontecimientos.
La verdad desnuda, la observación fidedigna; el triunfo de los hechos brutos sobre la
retórica, las palabras y el truco de las metáforas; en el ámbito de los viajes quizás nadie
como James Cook dio vida a este ideal.
Cook hijo de un campesino del norte del Condado de York. En 1776, fue admitido cómo
fellow de la Royal Society.
Su primer viaje alrededor del mundo (1768-1771) nos devuelve a la Terra Australis. Las
instrucciones que recibió de la royal Society y del Almirantazgo británico recogen con
claridad como la búsqueda del continente austral figuraba entre sus objetivos. No era el
único. La observación del tránsito de Venus por el disco solar en latitudes meridionales,
un experimento para determinar el paraje solar (distancia entre el Sol y la Tierra) suele
ser rescatado como el motivo puramente científico de la navegación.
Su gran importancia, procede de sus logros en materia de levantamientos hidrográficos.
Gracias a este viaje se reveló la configuración de más costas en el Pacífico Sur que en
todos los siglos anteriores. Su trascendencia reside en que hizo salir a flote para el
conocimiento occidental la última más a continental del planeta, Australia.
Cuando lograron sortear la gran Barrera de Coral, Cook, Banks, Solander y el resto de
los tripulantes del Endeavour encontraron una gran costa, pocos habitantes, muchas
plantas y algún animal singular. Levantaron un perfil de costa de toda la fachada
oriental de Australia que corre desde Puerto Jackson (actual Sidney) hasta el Cabo de
York. Y, pese a eso, en ningún momento identificó aquella tierra con el mítico
continente.
Su segundo viaje (1772-1775) fue acometido con el fin de averiguar de una vez por
todas si el dichoso continente existía o no. Rastreo entonces esas latitudes, descendió
hasta dónde nadie lo había hecho antes, se topó con la Antártida y de paso bautizó
algunas islas del Pacífico.
Detengámonos en el primer viaje, Cook pisa Australia, dibuja su costa y, sencillamente,
no la ve. Es una gran paradoja que Quirós, que jamás contempló el continente, lo
describiera e incluso lo designara, y en cambio Cook, que estuvo allí, sin embargo, no lo
reconociera como el último continente en salir a flote para occidente.
En 1788, cuando la flota comandada por Arthur Phillip fundó la colonia penitenciaria de
Nueva Gales del Sur, una empresa que contrajo 2 hechos relacionados con este doble
descubrimiento de Australia.
Primero, Phillip hoy reclamo para gran bretaña los títulos de propiedad pertenecientes a
la monarquía hispana en virtud del tratado de Zaragoza (1529), donde se había trazado
el contrameridiano que dividía en 2 mitades el Pacífico. En segundo lugar, al levantar el
gran en clave penal, realmente sin vertía todo el proyecto milenarista de la tercera edad
Joaquinita, el sueño quirociano de colonizar un nuevo mundo haciendo ingresar a la
humanidad en una edad de felicidad y libertad.
La emergencia de Australia provocó escaso entusiasmo. Lo que sí logró despertar el
interés del público culto de la década de 1770 fue el hallazgo de la sociedad tahitiana,
cuyo orden de valores y costumbres sexuales revolucionario los salones y las tertulias
de la Europa ilustrada.
Cook necesito de John Hawkesworth [escritor de fortuna] Para convertirse en el viajero
científico por excelencia, el requisito previo para convertirse en descubridor de
Australia en nuestra tradición. Es decir, el saber precisó de una traducción, una puesta al
día, una acomodación entre lo que los viajeros vieron y lo que los lectores esperaban
ver. El experimento requirió una buena dosis de metáforas y los hechos un buen caudal
de palabras.
El procedimiento de Cook no resulta tan distinto del de Quirós. Los 2 pusieron sus
descubrimientos en manos de literatos de relieve para publicitarlo y convertirlos en
hechos de conocimiento. La actividad de ambos y de todo viajero, está profundamente
relacionada con el papel que juega la metáfora en el campo del lenguaje y el
pensamiento.
El diario de Cook es un texto tan preciso como plano, sin ninguna pretensión literaria,
un registro puntual de los hechos al modo experimental. (es el ideal propagado por la
Royal Society)
Las relaciones de Cook, como muchas de las relaciones de viaje del siglo XVIII, están
dominadas como reproducción especular del mundo.
Hoy el mito de la Terra Australis se desvanece. En su lugar emerge el último continente
del globo.

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