El Modelo Biopsicosocial en Evolución

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El modelo biopsicosocial en evolución - Francesc Borrell

En 1977 Engel postuló la necesidad de un modelo médico holístico –que él llamó biopsicosocial– como
respuesta a otro modelo, el biomédico, dominante en las sociedades industria- lizadas de mediados del
siglo XX.

o Algunas afirmaciones clave de Engel

Creía que todos los fenómenos importantes relativos a la salud participaban de aspectos biológicos,
pero también psicológicos y de carácter social.

Engel no negaba que la corriente biomédica había aportado grandes avances a la medicina, pero la
criticaba –de manera brillante– por varias razones:

1. Una alteración bioquímica no siempre se traduce en enfermedad.


2. La simple anomalía biológica no arroja ninguna luz sobre la significación última de los síntomas
para el paciente
3. Las variables de índole psicosocial suelen ser importantes a la hora de determinar la
susceptibilidad, gravedad y curso del padecimiento más biológico que pudiera considerarse.
4. La aceptación del rol de enfermo no viene determinado de manera mecánica por la
presencia de una anomalía biológica.
5. El tratamiento biológico puede tener diversas tasas de éxito influido directamente por variables
psicosociales.
6. la relación del profesional de la salud con el paciente también influye en el resultado
terapéutico.

o Un excesivo peso de la ideología

Como corriente de pensamiento que trataba de compensar la deshumanización de la medicina. Engel


lanzó estas ideas no sólo como propuesta científica, sino también como propuesta ideológica
formadora de «escuela». Afirmaba que: a) la biomedicina era dualista, y no establecía puentes; b)
afirmaba también que la biomedicina defendía un modelo causal «clásico» de causa-efecto, cuando
la realidad es mucho más compleja; c) finalmente el desarrollo del modelo biopsicosocial en su vertiente
de práctica clínica ha dado lugar al llamado «modelo centrado en el paciente»,

o Monismo frente al dualismo

Monismo fisicalista o materialista: la mente y el pensamiento se originan en el cerebro y son un


subproducto del mismo. Las enfermedades, incluidas las mentales, se deben a un funcionamiento
incorrecto o alterado de alguna función biológica.

Monismo idealista: la realidad física y biológica dependen de la mente (o la conciencia). La


enfermedad es producto de un desequilibrio mental (o de la energía mental).

Dualismo paralelista: la mente forma parte de otro mundo que no se altera por efecto del mundo físico,
al que pertenece el cuerpo. Nuestro cuerpo puede tener enfermedades y nuestra mente (o alma) estar
sana, y viceversa.

Dualismo interaccionista: cuerpo y mente son sistemas separados pero a la vez en íntima interacción.
Tienen un margen de autonomía, pero a la vez se influyen constantemente, de una manera peculiar y
sujeta a leyes que debemos averiguar.

o Causalidad circular frente a causalidad estructura

Causalidad circular: todos los fenómenos son fruto de múltiples variables de carácter biológico,
psicológico y social que se influyen mutuamente.

Causalidad estructural o epidemiológica: los fenómenos son fruto sobre todo de algunas causas, en
general pocas, sin las cuales jamás podrían surgir (causas necesarias), aunque casi siempre precisan de
otras causas o factores para propiciar su desarrollo (causas desencadenantes y coadyuvantes).
o El modelo centrado en el paciente

La perspectiva biopsicosocial nos ha lanzado una grave advertencia: tenemos que incorporar al
paciente como sujeto –no mero objeto– del proceso asistencial. Nace así la práctica dialógica: la
realidad de cada persona, de cada paciente, se interpreta –se crea y recrea– a través del diálogo, y
en este diálogo aparece una narrativa del paciente que es necesario comprender. Su valor en todo
caso es doble, como vivencia humana pero también como datos semiológicos:

1. Como vivencia humana el médico deberá ser también muy cauto al establecer –o dar pábulo–
a creencias del tipo: «aquella discusión familiar pudo agravar su enfermedad cardíaca »,
evitará culpabilizar, o interpretar.
2. Y como datos semiológicos: sospechar un síndrome depresivo o una enfermedad de Parkinson
por pequeños cambios en la quinésica o el paralenguaje del paciente está en el elenco de
habilidades que debe incorporar el clínico.

o ¿Una medicina sin empatía?

En el lado opuesto nos encontramos con algunas maneras de hacer medicina que apuestan por la
frialdad del técnico (o una deliberada antipatía). El síndrome del «médico quemado» puede ser la
última parada de una práctica clínica que renuncia a la empatía.

o El modelo biopsicosocial como perspectiva compatible con la medicina basada en la


evidencia

Cabe sin embargo –tal como avanza Bartz– otra aplicación del modelo biopsicosocial, que él llama
instrumental.

Aspectos fundamentales de la perspectiva biopsicosocial:

- Estimula a un conocimiento más integral del paciente y su entorno


- Integra los hallazgos en las tres esferas: biológica, psicológica y social
- Reconoce el papel central que desempeña la relación terapéutica en el curso de los
acontecimientos
- Optimiza el trabajo en equipo
- Incorpora al profesional de salud como una pieza más del sistema que también debe ser
cuidada

El modelo sería indicativo, pero no prescriptivo de tal o cual acción. De hecho buena parte de nuestra
conducta deberá derivarse de las evidencias científicas.

Esta visión abierta del modelo biopsicosocial (constantemente abierta al método científico para cada
afirmación que haga. En la clínica práctica las creencias del paciente tienen sobre todo interés para la
relación asistencial, pero no deben –como norma general– separarnos de una práctica guiada por las
evidencias científicas) supera las dificultades que detectábamos en el modelo «fuerte» de «nuevo
paradigma» (unda un nuevo paradigma en la ciencia médica, basado en modelos de causalidad
circular, donde todas las variables biopsicosociales tienen un peso similar. En la práctica clínica la toma
en consideración del paciente como sujeto del cuidado nos lleva a reinterpretar sus síntomas a partir
de su narrativa, en un proceso de revelación etiológica que en sí misma es terapéutica).

He aquí algunos rasgos constitutivos de una práctica clínica orientada en la perspectiva biopsicosocial:

1. El clínico considera como objetivo lograr un componente emocional intrínsecamente terapéutico


en la relación establecida.
2. Legitima cualquier motivo de consulta, no sólo los biomédicos.
3. Distingue entre demanda de salud y necesidad de salud.
4. Aplica frente a un problema diagnóstico de cierta complejidad una metodología que evita
inicialmente tomar posición hacia hipótesis diagnósticas exclusivamente biológicas o psicosociales.
5. Dispondrá cuando sea posible de una perspectiva sociofamiliar de sus pacientes, y sabrá valorar
la red social de apoyo con que cuentan éstos.
6. Aplicará técnicas de decisión racionales, basadas en evidencias, pero también en el conocimiento
de los sesgos que introducen sus propias emociones.
7. La máxima que reza «primero descartar lo orgánico» sigue siendo esencialmente válida, a
condición de añadir: «pero con diagnósticos positivos (no simplemente de exclu- sión) en la esfera
psicológica y social».
8. Debe acostumbrarse a períodos de incertidumbre en los cuales no ceda a la tentación de dar
significado a los síntomas a partir de datos no definitivos.
9. Tiene que saber ir más allá de la demanda apa- rente del paciente para adivinar las necesidades
de salud. También tiene que identificar los factores de riesgo, y detectar los estilos de vida que hay
detrás de ellos.
10. No hay «caso cerrado». Cada paciente es una realidad en constante evolución.

En conclusión, el modelo biopsicosocial supuso un fuerte aldabonazo a una medicina cada vez más
tecnificada. Inicialmente algunos defensores de este modelo creyeron ver en él un nuevo paradigma
de la ciencia médica, y se posicionaron más como escuela que como corriente de pensamiento. Ello
condujo a un peso excesivo de la ideología, con afirmaciones relativas al monismo-dualismo, al modelo
de causalidad y al tipo de relación asistencial que lastraron su desarrollo. Defendemos una aplicación
abierta del modelo, entendiéndolo como una perspectiva del método científico que: a) enriquece con
el modelo de causalidad circular las hipótesis de nuestros trabajos de investigación, pero no se opone,
sino que lo complementa, al modelo de causalidad estructural; b) reconoce al paciente como sujeto
activo del proceso asistencial, y se adapta a sus requerimientos personales y culturales para darle la
mejor atención posible, y c) se adapta sin prejuicios a la medicina basada en pruebas, sabedora de
que el valor del modelo biopsicosocial no está en descubrir nuevas leyes en la ciencia médica, sino en
colocar dicho conocimiento médico como conocimiento útil para cada persona.

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