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Anne Ebert
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Abstract: The paper examines transformations of indigeneity during the past 30 years in
Bolivia. First, the text introduces rather exclusionary ideas about ‘the indigenous’, named
here ‘the Aymara’, which were promoted by ethnic revitalization movements during the
1980s. Secondly, the present ‘process of change’ initiated under the Evo Morales’ govern-
ment is looked at as it supports a more inclusive concept of ‘the indigenous’. The analysis
concentrates on the Aymara New Year celebration at the archaeological site of Tiwanaku
and compares the moment of its invention during the 1980s with the one of its recognition
as a plurinational holiday from 2009 onwards. The article shows how in this contemporary
concept of ‘the indigenous’ exclusionary ideas live on and thus restrict the potential of the
proposed ‘change’.
Keywords: Decolonization, indigeneity, Aymara, Bolivia, 20th-21st centuries.
(QWUHUXSWXUDVFDPELRV\FRQWLQXLGDGHVKLVWyULFRV
ODVHVSHUDQ]DVGHXQD%ROLYLDSOXULQDFLRQDO\GHVFRORQL]DGD
Cuando en 2005 se eligió a Evo Morales como primer indígena a la presidencia de
Bolivia, se expresaron muchas expectativas respecto a un cambio profundo del país.
Sobre todo se tuvo la esperanza de una mayor participación de la población en las
decisiones políticas y económicas y sobre cómo pensar en la nación boliviana, superando
específicamente las históricas exclusiones de las poblaciones indígenas. En 2009, mediante
la ratificación de la Nueva Constitución Política del Estado (ncpe) se concretaron estos
122 Anne Ebert
designar un movimiento social cuyos activistas en su mayoría pueden ser considerados intelectuales
(Rappaport 2008: 22-28; Salazar 2012) quienes redefinen conceptos de diferenciación cultural como
indigeneidad y/o etnicidad para sus fines políticos (Warren 1998).
3 Para descripciones detalladas sobre la evolución de los diferentes movimientos etnopolíticos boli-
vianos, véase por ejemplo García Linera (2004); Yashar (2005: 154-223) y Lucero (2008).
124 Anne Ebert
los cambios a nivel político, se mira en este artículo a las implícitas construcciones y
reconfiguraciones de diferencia cultural que experimentó ‘lo indígena’. Para ello se sigue
la trayectoria de las ideas sobre indigeneidad, descolonización y plurinacionalidad, que
fueron postuladas por los movimientos etnopolíticos y hoy en día llegaron a conformar
parte del discurso político oficial. Se supone que este acercamiento puede revelar cons-
trucciones excluyentes y esencializadas de indigeneidad, que en la actualidad perduran
y obstruyen al ‘proceso de cambio’, haciendo que ni los imaginarios nacionales puedan
ser descolonizados plenamente ni en las realidades sociales se conviva en términos de
plurinacionalidad.
Para el análisis de estos procesos de significación colectiva se parte de un enfoque
performativo, ya que performances culturales permiten acceder a los momentos cuando
se expresan, se significan y se difunden ideas sobre indigeneidad como también vislum-
bran su potencial político inherente. En fechas y lugares específicos actores determi-
nados escenifican ciertos discursos y representaciones simbólicas. Al experimentarlos
se vuelven significativos para estos actores a la vez que se crean (nuevas) colectividades
‘imaginadas’. Además es la combinación entre prácticas expresivas y discursos que logra
que el ‘pasado’ como un repertorio de estrategias llegue a estar disponible en el presente
como un recurso político. Citar y reinsertar fragmentos del pasado en el presente, los
transforma en antecedentes históricos que sustentan demandas o prácticas presentes
(Taylor 2012).
Para investigar cómo en el transcurso de los pasados treinta años se reconfiguró el
concepto de indigeneidad, se enfoca la celebración del Año Nuevo Aymara como un
evento significativo para propuestas identitarias, ya que fue inventada en los años 1980
por los movimientos etnopolíticos y en 2009 fue declarada feriado plurinacional por el
gobierno de Evo Morales. El artículo se centra en las memorias de los actores etnopolíti-
cos históricos sobre las primeras celebraciones para analizar cómo ellos construyeron su
imaginario de indigeneidad en torno a ‘lo aymara’. Después, se examinan las reformas
neoliberales y multiculturales de los años 1980 y 1990 y sus impactos sobre diferencias
culturales en torno a ‘lo indígena’. Se concluye analizando las evaluaciones hechas por
miembros de los movimientos históricos sobre la celebración actual en una Bolivia des-
colonizada y plurinacional.
Los datos para este artículo fueron recogidos durante dos fases de trabajo de campo
(06-11/2011 y 02-09/2012) en el departamento de La Paz, Bolivia. Durante estas dos
fases se realizaron entrevistas semi-estructuradas sobre a la celebración del Año Nuevo
Aymara con miembros de los movimientos etnopolíticos históricos, se participó en la
celebración en Tiwanaku y se revisaron materiales de archivo.
5HFRQÀJXUDFLRQHVGH¶ORLQGtJHQD·HQ%ROLYLD 125
Y esta primera noche estuvimos patas peladas, pies descalzos. Hemos hecho ritual y al día
siguiente hemos recibido con pies pelados, algunos sentados en posición fetal con las manos
extendidas y recibimos al padre sol ahí tempranito. Éramos primera vez siete personas con
Rufino ocho, su esposa nueve, su hijo diez. Así más o menos. Y recibimos y era la primera
vez. Creo que era 1980 o 81. Entonces ya al año siguiente, ya habían 100, ya al otro año
1000, así sucesivamente.
Y reconstituimos el Inti Raymi. [...] Entonces recuperamos el Año Nuevo, porque esta
práctica se había perdido. Pero antes sabían hacer, en la época de colonia, a ocultas todavía
iban de noche allá. Hasta en el tiempo de la república. Pero nosotros hemos sido muy
audaces, más fuertes, jóvenes rebeldes (Entrevista Inka Chukiwanka,4 23.09.2011).
El ritual siempre empieza con libaciones, lo dirige un sacerdote, en este caso Rufino. Y el
Rufino llevaba su vestimenta de Tiwanakota. Como un axsu [manta] completo, con una
gorra grande. Claro esta vez no se conocía las cuatro puntas. Y tenía unos símbolos de sol, de
chakana [cruz andina]. Y el oficiaba con su esposa o su hija, siempre dos personas. Y se hacia
la fogata. [...] Entonces se hacia el evento. Se llevaba la coca, se hacia la fogata. Y se hacía un
ritual, se pasaba una mesa. Se hacia la ofrenda o la lojta, wajt’a5 que decimos. Y se llevaba
adelante. Pero con mucha convicción ideológica y política. [...] Entonces simplemente es
retomar la continuidad y seguir los pasos de la reconstitución de un Estado. Un Estado, el que
ya se tuvo, el Qollasuyu [parte sureña del imperio incaico]. Y este Estado tiene que continuar
(Entrevista Felipe Santos,6 05.09.2011).
Pachamama [madre tierra], padre willka [sol] como a toda la familia de la wak’as [lugares y
seres sagrados] como también a todos los mallkus [autoridades originarias] para que lleguen
a sus manos prosperidad. Somos miles y miles de tus nietos. Para que tu pueblo de una
vez se levante, pedimos a todas las wak’as, a los hermanos aymaras como a las hermanas
aymaras, le pedimos a la pachamama, al tata inti [padre sol], que hoy es su día de ustedes,
estamos cumpliendo 1988 años. Les pedimos que este año sea bueno, que no nos manden
preocupaciones, penas, sufrimiento. Con sus fuerzas estaremos caminando bien. [...].
¡Jallalla [que vivan] hermanos aymaras! ¡Jallalla los pueblos quechuas, cambas! ¡Jallalla a
todos los apus [montañas sagradas], a nuestros dioses! ¡Jallalla a los hermanos de los pueblos
que hablan castellano! ¡Jallalla! (Discurso de Rufino Paxsi.7 Transcripción del video Misión
Tiwanaku Fiesta del Inti Raymi 21 Junio 1988).8
Estas citas nos remontan a los años 1980, la época de la invención –o reconstitución
según Chukiwanka– de la celebración del Año Nuevo Aymara. Las dos primeras citas
4 Inka Chukiwanka, o Germán Choquehuanca, historiador, fue miembro del movimiento indianista. Es
fundador y responsable de la Universidad Indígena Tawantinsuyu Ajlla en El Alto.
5 Lojta o wajt’a es un ritual en el cual se queman las llamadas mesas. Las mesas son arreglos de pétalos de
flores, lana, feto de llama, dulces, hierbas y mistura (confeti). Durante su incineración, alcohol y vino
dulce son derramados alrededor del fuego para bendecir a las deidades andinas.
6 Felipe Santos, sociólogo, es miembro del Taller de Historia Oral de La Paz y docente de Historia en la
Universidad Pública de El Alto.
7 Rufino Paxsi es originario de la comunidad de Waraya del municipio de Tiwanaku. Desde los años
1970 promueve la medicina natural aymara.
8 Cortesía del Archivo Central del Museo Nacional de Etnografía y Folklore – Fundación Cultural del
Banco Central de Bolivia, traducción del aymara por Nilda Choque.
5HFRQÀJXUDFLRQHVGH¶ORLQGtJHQD·HQ%ROLYLD 127
similar a las que se pueden ver en la crónica de Guamán Poma de Ayala (Cáceres 2004:
113-117). Pero no era sólo diferenciarse visualmente, sino también intentar recuperar
prácticas históricas y negadas en el presente mediante la reactivación de prácticas ritua-
les, como el pedir permiso para entrar al sitio arqueológico, encender una fogata para
ofrendar las mesas a las deidades andinas, las aclamaciones emitidas a estas deidades y
finalmente la posición corporal para la espera y el recibimiento del sol.
En un tercer momento, este conjunto significativo que establece la celebración del
Año Nuevo Aymara entre el sitio y las prácticas rituales llegó a conformar parte de un
discurso ideológico. El relato del Inka Chukiwanka deja ver cómo él oscila entre demos-
trar la celebración como una innovación suya o como la recuperación de prácticas de
un pasado indígena. Asumiendo más bien que une ambos aspectos, se revelan tanto los
procesos como en esta se entrelazan significativamente referencias a prácticas y memorias
colectivas, artefactos pre-coloniales, documentos coloniales y discursos nuevos como su
finalidad de expresar ideas políticas alternativas (Alvizuri 2009: 275-308): En exponer
que ‘sus’ prácticas rituales estaban pérdidas o sólo pudieron ser realizadas a ocultas,
se percibe que el propósito de celebrar un Año Nuevo Aymara fue el de volverlo un
momento para recuperar (o recrear) una ‘memoria histórica indígena’. Estos intentos de
restaurar continuidades con el pasado se asociaron, como resalta Felipe Santos, con el
objetivo de reconstituir el Estado del Qollasuyu, una parte del antiguo imperio incaico
llamado Tawantinsuyu,9 que se extendía desde Cuzco hacia el sur. La parte central del
Qollasuyu ocupaba la meseta del Collao entre el Lago Titicaca y el Salar de Uyuni y
a la llegada de los españoles era habitado por los llamados reinos aymaras, por lo que
hasta hoy se asocia el término qolla con los aymaras. El proyecto de la reconstitución
del Qollasuyu estableció entonces a esta población como sus antepasados, revalorizando
así un pasado propio para poder diferenciarse en el presente de la nación mestiza y de
sus imaginarios sobre ‘lo indígena’, y de esta manera contrarrestar una situación del
colonialismo interno. Desde esta perspectiva, recrear un pasado indígena e introducir
formas expresivas para relacionarse con este, constituyeron la base de las propuestas
reivindicativas de los movimientos etnopolíticos.
Esta centralidad de la historia indígena se expresa también en el hecho de que más
allá de relacionarse con las memorias e historias pre-coloniales, los movimientos etno-
políticos comenzaron a recuperar una historia indígena propia en las épocas colonial
y republicana. Así se rescataron las luchas indígenas del siglo xix y xx (Rivera 2010) y
las luchas anticoloniales como la rebelión fracasada de Julián Apaza alias Tupaj Katari
9 Tawantinsuyu fue un imperio multi-étnico que se caracterizó por interrelaciones entre diversos pueblos
que vivían en la costa, el altiplano y la región amazónica y que se extendió desde Colombia, Ecuador,
Perú, Bolivia, hacia Chile y Argentina. No obstante, hoy se relaciona sobre todo con la parte andina
(Orlove 1993).
5HFRQÀJXUDFLRQHVGH¶ORLQGtJHQD·HQ%ROLYLD 129
contra el régimen colonial a fines del siglo xviii. Él había cercado a la ciudad de La Paz
por más de 100 días, pidiendo que se reconstituya el Tawantinsuyu. Su figura y la de
su esposa Bartolina Sisa, la frase “volveré hecho millones” que él habría exclamado en
el momento de su muerte, y los lugares donde se han enterrado las partes de su cuerpo
descuartizado, llegaron a integrar un canon de referencias históricas-identitarias de los
movimientos etnopolíticos (Hurtado 1986: 229-235). Este conjunto más la promoción
de una bandera multicolor del Tawantinsuyu, la llamada wiphala (Chukiwanka 2009),
se tornaron con la revalorización de prácticas rituales y la reapropiación de lugares como
el sitio arqueológico de Tiwanaku en elementos claves para pensar un nuevo imaginario
colectivo en torno a la ‘nación aymara’ (Alvizuri 2009: 276-300).
En su posterior desarrollo se dieron ciertas diferenciaciones dentro de estos mo-
vimientos etnopolíticos. Un grupo que se identificó como kataristas, adoptando en su
nombre la referencia al héroe anticolonial, propuso un enfoque que se resume en la
mirada “con los dos ojos”. Según ellos no bastó una mirada étnica o de las naciones
oprimidas para comprender y transformar a la realidad social boliviana. Más bien había
que vincularla con una mirada clasista o de las clases explotadas (Albó 2002: 72). Es
otra corriente, la de los indianistas, que rechazó “el enfoque de clase y del marxismo,
como ideas ‘foráneas’” y propuso una “ideología basada en la oposición histórica entre
los ‘indios’, originarios de este continente, y los españoles y sus descendientes, los q’aras
[blancos]” (Albó 2002: 72).
Esta distinción se manifiesta también en dos conceptos que diseñaron y promovieron
los movimientos para transformar las realidades sociales en las cuales vivieron y poder así
trascender la situación de colonialismo interno. Se habla de los de la descolonización y él
de la plurinacionalidad. El concepto de la descolonización expresa sobre todo una idea
de índole histórico y es compartida como su razón de ser por ambas corrientes (Rivera
2010: 214-218). Refiriéndose a la descolonización, el historiador indianista Pedro Por-
tugal la describe como la revisión “[d]el proceso mediante el cual los pueblos […] fueron
despojados del autogobierno mediante la invasión extranjera” (Portugal 2011: 65-6). Así
“la descolonización es, pues, la creación de una nueva identidad nacional fundamentada
en los derechos históricos del Tawantinsuyu” (Portugal 2011: 93). Por tanto, el concepto
de descolonización parece basarse en dos aspectos: Primero, los derechos en el presente e
ideas para el futuro se basan y derivan del estado pre-colonial Tawantinsuyu. Segundo, el
significado de Tawantinsuyu varía, ya que a veces connota una idea más inclusiva, pero
otras veces se usa como sinónimo de Qollasuyu. Este último implicaría la reducción
de una idea más inclusiva de ‘lo indígena’ a ‘lo aymara’ (Alvizuri 2009: 36). Como
Rivera (2012: 98-99) reconoce, en los años 1980, a pesar de mencionar a otros pueblos
indígenas en sus discursos, prevalecía en los movimientos indianistas y kataristas una
idea exclusiva basada en ‘lo aymara’. Eso implicaría que el concepto de descolonización
130 Anne Ebert
en efecto se pensaba desde ‘lo aymara’, lo que conllevaría tanto a la omisión de las
poblaciones indígenas no-aymaras como a una delimitación marcada hacia la población
no-aymara en general que no puede (o quiere) presentar o referir a este origen histórico.
A cambio, el concepto de la plurinacionalidad se atribuye más bien a la Confederación
Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, fundada por el movimiento
katarista. En su tesis política de 1983 expusieron que “[q]ueremos ser libres en una
sociedad sin explotación ni opresión, organizados en un Estado plurinacional que desa-
rrolla nuestras culturas y auténticas formas de gobierno propio” (reproducido en Rivera
2010: 229). El respeto a la diversidad plurinacional se entendió como el reconocimiento
de las diversas formas de autogobierno “de las naciones aymara, qhechwa, tupiguaraní,
ayoreode y todas las que la integran” (reproducido en Rivera 2010: 241). A pesar de
nombrar con los tupiguaraní y ayoreode a poblaciones indígenas de las tierras bajas, no
hubo muchos intentos, y más bien intentos fallidos, de incluir estas en debatir y avan-
zar la idea de plurinacionalidad, lo que hubiera sido la precondición para elaborar un
concepto más inclusive.10 Además, si se considera su vínculo a nivel de los movimientos
etnopolíticos con el concepto de la descolonización, el concepto de plurinacionalidad,
aunque teóricamente apuntaría a un imaginario más abierto de indigeneidad, parece
luego quedar restringido a la idea de ‘lo aymara’.
En este proceso, ‘lo aymara’ emerge como una construcción de diferencia cultural
que se funda en la idea de una identidad aymara marcadamente diferente a las identida-
des no-aymara o no-indígena, que contrasta además la idea de ‘lo indígena’ dentro del
imaginario de la nación mestiza. Por el otro lado, al constituir y forjar estas ideas en la
ciudad de La Paz, se desligan las distintas expresiones identitarias de un origen local y
se crea un conjunto identitario colectivo nuevo bajo esa denominación de ‘lo aymara’.
De esta manera, tanto la invención de la celebración del Año Nuevo Aymara como los
conceptos de descolonización y plurinacionalidad nutren, a la vez que sustentan una
comprensión de ‘lo aymara’ como identidad nueva y diferente. Esto conlleva a que se
puede comprender la celebración del Año Nuevo Aymara como un medio que se nece-
sita para expresar y hacer experimentables estos nuevos y alternativos imaginarios que
reivindican ‘lo aymara’.
10 Ello se manifestó ejemplarmente en los debates e intentos de crear una “Asamblea de Nacionalidades”
entre fines de los 1980 e inicios de los 1990 (Yashar 2005: 181, 202; Lucero 2008: 95-96).
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11 Descripciones detalladas de la evolución de las protestas se encuentran en Patzi (2003); Kohl &
Farthing (2006: 148-178); Hylton y Thomson (2007: 101-126) y Gutiérrez (2008).
12 Estas últimas se habían empoderado bajo el concepto de Organizaciones Territoriales de Base que había
creado la Ley de Participación Popular para promover su participación política a nivel municipal (Van
Cott 2000: 148-218; Postero 2007b).
5HFRQÀJXUDFLRQHVGH¶ORLQGtJHQD·HQ%ROLYLD 133
del agua, diversos actores comenzaron a usar o referirse en sus luchas (estratégicamente)
a ‘lo indígena’, expresado en símbolos como la wiphala o la Pachamama (Canessa 2006:
248-249; Albro 2006: 411), y a promover otras formas de toma de decisiones mediante
cabildos (asambleas). Durante la guerra del gas en 2003, las asambleas que se realizaron
en los barrios urbanos por zonas y calles como las prácticas de turno y obligación, se
volvieron prácticas difundidas que recrearon ‘lo indígena’ en espacios urbanos, o ‘lo
comunal’ según Patzi (2003: 261-262; Hylton & Thomson 2007: 112-114).
En este período ‘lo aymara’ se transforma al desprenderse del contexto altiplánico,
al circular y al ser (parcialmente) apropiado y resignificado en nuevos contextos. Desde
luego ‘lo indígena’ empezó a conectar diversas experiencias sociales, culturales y laborales
compartidas por amplias partes de la población boliviana, tanto indígena como no-indí-
gena, que luego viabilizará la elección de Evo Morales como representante de estas bases
sociales (Schiwy 2011: 740; Albro 2006).
/D FHOHEUDFLyQ GHO $xR 1XHYR $\PDUD \ OD UHIXQGDFLyQ GH XQD %ROLYLD SOXUL
QDFLRQDO\GHVFRORQL]DGD
Se ha comercializado. Ha crecido, tiene sus cosas buenas y cosas también desventajosas. Pero
no importa, aunque tenga desventajas, solamente hay que pulirlo, hay que limarlo. Hay
que refortalecerlo. Pero está creciendo. Ya participan gobiernos municipales, hasta el mismo
gobierno, los presidentes de turno han estado ahí, último ha estado el hermano Evo. [...] Es
que se aprovechan para su interés. [...] O sea que al MAS [Movimiento al Socialismo; partido
de Evo Morales] les interesa agarrar, aprovecharse del discurso de nuestros símbolos para sus
fines. Nada más (Entrevista Inka Chukiwanka, 23.09.2011).
Tiwanaku ya no. Se ha vuelto muy turístico, muy exótico para mucha gente, y como que un
poco se ha desvirtuado. [...] Muchos jovenes van a divertirse, lo ven como hobby. [...] pero
tiene un sentido andino, pero falta mucha información ahí. Preferimos legitimar o respaldar
rituales en otros lados. [...] Evo tampoco respetó esa trayectoria, y como que aparecían
amautas13 que no tenían trayectoria, como el señor Mejillones. [...] Apareció un tal Mejillones
con un discurso muy tímido, sin transcendencia. No tenía la fuerza necesaria, no manejaba
un idioma de comunidad. Como que se distorsionaba, no se ajustaba al pensamiento de
ese movimiento, estaba en otro ritmo, y eso es que no le da al ritual la cita que debe tener.
Llevar un ritual con una postura clara, precisa, en el idioma, y con todos los simbolismos.
Determinante es eso en el mundo andino (Entrevista Felipe Santos, 05.09.2011).
Más ceremonioso era, ahora es mucho más amplio, pero ahora es, Tiwanaku tiene pues
varios mallkus regionales. Ya no participa sólo un amauta, sino que participan varios. Ha
cambiado. Incluso la mesa se ha hecho más grande, porque chiquitito era antes. [...] Antes
era sólo una pequeña piedra, chiquitito, ahí hacíamos las ceremonias. Pero como había ya,
todo el mundo quería ver también ya, entonces han ampliado pues. Debe ser unos 4 metros
por 4, eso sí han construido exclusivamente para esta ceremonia.
13 Como amauta por lo común se refiere a una persona sabía que tiene conocimientos en medicina,
religión y rituales aymaras.
134 Anne Ebert
[...] Turismo ha aumentado, ya se ha degenerado. [...] Y con Evo. 2003, 2002, desde estas
fechas se vuelve a masificarse. Ha cambiado. En lo turístico, los hoteles han abierto más. Los
medios de comunicación van exclusivamente a filmar esto. Hay un gran movimiento ahora,
o sea comercial en la parte económica, lo político también. [...] Un poco se ha desvirtuado,
o sea esta cuestión turística. Y hay agencia, no, agencias de turismo que por paquetes arman
[...]. Como que se pierde la esencia de esta ceremonia. [...].
Se ha avanzado bastante, o sea también con Evo como que nos han abierto las puertas
(Entrevista Oscar Chambi,14 21.08.2011).
En lo siguiente, se vuelve a recurrir a las voces de miembros de los movimientos
etnopolíticos históricos. Ellos evalúan la actual celebración del Año Nuevo Aymara en
el sitio arqueológico de Tiwanaku, la cual en 2009 fue oficialmente declarado feriado
plurinacional y ahora se difunde a nivel nacional bajo el nombre de ‘Año Nuevo Andino-
Amazónico’. Por medio de la conceptualización de estos cambios se busca comprender
las formas de cómo en la actualidad se producen nociones de diferencia cultural y cómo
éstas reconfiguran ‘lo indígena’.
14 Oscar Chambi es miembro del Taller de Historia Oral Andina y enseña filosofía indígena en la
Universidad Indígena Tawantinsuya Ajlla en El Alto.
5HFRQÀJXUDFLRQHVGH¶ORLQGtJHQD·HQ%ROLYLD 135
En primera instancia, se puede percibir que, por un lado, la importancia del sitio de
Tiwanaku se mantiene e incluso ha aumentado, y que, por el otro lado, el involucramiento
del sitio en la celebración ha cambiado. En comparación con las descripciones iniciales,
hoy durante la celebración del solsticio invernal el pueblo de Tiwanaku se inunda de miles
y miles de personas, quienes contribuyen así a un movimiento económico considerable.
En consecuencia, ya no se incluyen solamente las ruinas mismas en la celebración
sino el pueblo entero: En la plaza del pueblo se levanta un escenario donde grupos de
folklore boliviano entretienen a los espectadores previamente al ritual en la madrugada;
numerosos puestos de comida y de ropas rodean la plaza y las adyacentes calles. Es por
eso que el Inka Chukiwanka califica la actual celebración como comercializada, que se
expresa por ejemplo en la venta de paquetes turísticos. A su vez, hoy día el acceso al
sitio arqueológico para presenciar el ritual se reglamenta mediante la venta de entradas,
obviando la necesidad de convencer a los guardias para poder entrar. Dentro del sitio
arqueológico, como comenta Oscar Chambi, además se ha edificado una plataforma de
adobe, la cual posibilita ver el ritual desde cierta distancia. Esta mesa ritual se construyó
después de la elección de Evo Morales, quien desde el inicio de su presidencia concedió
un rol especial al sitio de Tiwanaku: En 2006 y 2010 el templo de Kalasasaya le sirvió
de escenario para sus investiduras presidenciales extraoficiales. En éstas se declaró el apu
mallku (el líder de los líderes) de todos los bolivianos e indígenas del mundo (Morales
2006) y apareció vestido con una túnica y una gorra de cuatro puntas –ambas inspiradas
en diseños prehispánicos andinos– junto con un bastón de mando –el símbolo tradicional
andino de ejercer un cargo comunitario. En los años siguientes, él asistió varias veces a
la celebración del Año Nuevo Aymara, incrementando así aún más la importancia del
sitio de Tiwanaku.
En segundo lugar, mirando a la práctica ritual, Felipe Santos y Oscar Chambi cons-
tatan que ésta ha cambiado también. Si en el pasado Rufino Paxsi era el encargado del
ritual, desde 1992 cae bajo la responsabilidad del Consejo de Amautas de Tiwanaku que
se fundó este mismo año (Andia 2012) y es hoy realizado por varios de sus miembros.
Poder hacer el ritual hoy como antes se deriva de haber tenido una cierta trayectoria
profesional que le habilita a uno como amauta. La crítica que hacen los miembros de
los movimientos etnopolíticos a los amautas actuales se basa en su comprensión de la
práctica ritual como una postura política e ideológica estrechamente relacionada con la
lucha por sus derechos; una postura que ya no ven en los amautas de hoy. A pesar de
estos cambios, se cuida la forma ‘apropiada’ de hacer los rituales: Los amautas, quienes
están en el centro de la Figura 2, mantienen una vestimenta inspirada en diseños prehis-
pánicos, similar a la de la Figura 1, e incluso la elaboraron más, añadiendo, p. ej., soles
bordados en sus túnicas. Asimismo, ellos siguen acompañando la quema de ofrendas
para recibir el sol en la madrugada con discursos que evocan las deidades andinas y
136 Anne Ebert
15 El Ministerio de Culturas (2012) y Canessa (2012: 19) relacionan la expansión de la celebración a las
tierras bajas también con la migración desde el altiplano.
138 Anne Ebert
por el argumento de que hasta el momento no queda claro el alcance de las autonomías
ni el de las decisiones sobre recursos naturales por medio de consultas a las naciones y
pueblos indígena originario campesinos. Se teme que sus resultados no sean vinculantes
para el Estado, corriendo así el peligro de una perduración de la política extractivista,
similar a la de los gobiernos neoliberales anteriores, alejándose de un proyecto post-
liberal verdadero (Brysk & Bennett 2012: 124-5; Albro 2010). Viendo ello y el todavía
importante rol del Estado centralizado como actor clave para impulsar y realizar este
‘proceso de cambio’ hacia una Bolivia plurinacional y descolonizada, se mira con
escepticismo la trascendencia de esta “descolonización desde arriba” (Portugal 2011:
81). Sin un ‘desclasamiento epistémico’ (epistemic declassing), es decir, dar un paso al
lado y dejar la toma de decisiones a las poblaciones mismas, se aparenta una política que
pretende limitar e incluso controlar a la autonomía indígena (Escobar 2010: 38) y con
eso obstaculizar una convivencia basada en la plurinacionalidad.
En la adaptación de los conceptos de descolonización y plurinacionalidad dentro de
la ncpe se puede reconocer que su historia los vincula con los movimientos etnopolíticos
históricos. Esta historia es superpuesta por las formas de cómo es reconocida la diferencia
cultural dentro de las reformas multiculturales de los años 1990. Las ambivalentes eva-
luaciones de la celebración del Año Nuevo Aymara actual por los miembros de los movi-
mientos históricos dan cuenta de esta múltiple reinscripción histórica. En comprender
la celebración como la puesta en escena del discurso identitario del actual gobierno y de
un nuevo imaginario plurinacional, también se percibe que contrariamente a la ruptura
histórica que discursivamente promueve el gobierno de Evo Morales, siguen reconoci-
bles algunos rasgos de un concepto de indigeneidad relacionado al nacionalismo aymara.
5HÁH[LRQHVÀQDOHV
En este artículo se demostró que la celebración del Año Nuevo Aymara en el
sitio arqueológico de Tiwanaku es un momento significativo para simbólica y
performativamente escenificar ideas de ‘lo indígena’. La evaluación de su trayectoria
abrió perspectivas para analizar cambiantes construcciones de diferencia cultural de ‘lo
indígena’ que emergieron en el contexto de las transformaciones a nivel social, cultural,
económico y político que vivió Bolivia en las últimas tres décadas. Se comenzó con la
reconstrucción de las formas en las que se ensamblan las ideas sobre la ‘nación aymara’
desarrollada y propuesta por los movimientos etnopolíticos y su vínculo con la invención
de la celebración del Año Nuevo Aymara en el sitio arqueológico de Tiwanaku. En un
segundo paso, se indagó en la evolución de ‘lo aymara’ a ‘lo indígena’ en los procesos de
su difusión nacional y su reconocimiento constitucional. Por último, se reconsideró a
la celebración del Año Nuevo Aymara, hoy un feriado plurinacional, para comprender
cómo la refundación de una Bolivia plurinacional y descolonizada haya reconfigurado al
140 Anne Ebert
5HIHUHQFLDVELEOLRJUiÀFDV
Albó, Xavier
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Audios
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Cortesía del Archivo Central del Museo Nacional de Etnografía y Folklore – Fundación Cultural del Banco
Central de Bolivia, traducción del aymara por Nilda Choque.
Entrevista Inka Chukiwanka, 23.09.2011.
Entrevista Felipe Santos, 05.09.2011.
Entrevista Oscar Chambi, 21.08.2011.