El Norte Del Peru y El Sur Del Ecuador e
El Norte Del Peru y El Sur Del Ecuador e
El Norte Del Peru y El Sur Del Ecuador e
Pero contra todo lo que se podría pensar, las autoridades de Trujillo no parecen hacer
eco del substancial argumento: la conclusión a la que se llega, no fue ni detener el
juicio ni mucho menos desautorizar al abogado y sus acciones legales. Con
sorprendente naturalidad, para quien lo mira desde el hoy, las autoridades
simplemente recomiendan que el Sr. Urrea, ecuatoriano de nacimiento, se inscriba
como peruano si quiere ejercer en este país.
Los años del litigio son los iniciales de las Repúblicas de Perú y Ecuador; desde las
independencias, ha pasado algo de agua bajo el puente pero por correntadas,
violentas y tumultuosas. Los pleitos legales que menciono, son realmente
interesantes y sólo de sus implicancias políticas podría hacerse un estudio en
particular; es la utilización del muy emergente discurso nacional para ocultar un
problema local. Pero lo que nos capta la atención en este momento es la visible
complementaridad de intereses, de vínculos sociales y de percepción de semejanza
cultural en regiones ahora fronterizas pero que estuvieron estrechamente articuladas
durante el virreinato sino es desde antes. Una complementaridad que a pesar de
haber sufrido la presión y los avatares de la construcciones de las respectivas
naciones, que ha llevado a su progresiva desarticulación, ha permanecido en buena
parte, recortada, diluída y en continua adecuación por más de un siglo: contaba Ezio
Garay, licenciado genealogista guayaquileño7, que cuando niño, principios de los
años 1960, el profesor de su colegio una vez había preguntado en clase cuantos de
los presente tenían por lo menos un abuelo peruano y sino toda, la gran mayoría de la
clase levantó la mano. Como vemos, al menos desde la región, no es pura retórica el
que somos países hermanos.
4
AGNP- Archivo del Ministerio de Justicia (RJ): La Libertad, leg.205
5
AGNP- Archivo del Ministerio de Justicia (RJ): La Libertad, leg.205
6
AGNP- Archivo del Ministerio de Justicia (RJ): La Libertad, leg.205
7
Al Sr. Garay se le puede encontrar todavía en el Archivo Histórico del Guayas, Banco Central del
Ecuador, trabajando directamente a órdenes del Sr. José Antonio Gómez Iturralde, actual director de
dicho Archivo.
2
Menos aún, si echamos una mirada a los sectores populares en los que el discurso
nacional demora en calar bastante más que los argumentos nacionalistas. Don Felipe
Querebalú8, pescador y respetado miembro de la Caleta Yacila, en alguna
oportunidad recordaba, con gran nostalgia, que hasta los años de 1940 se podía
navegar y comerciar tranquilamente desde Piura hasta Guayaquil. Pero a partir de
esa fecha hasta el momento en que él hablaba -alrededor de 1992- las cosas se
habían ido poniendo cada vez más difíciles al punto de llegar a ser casi imposible
negociar por mar hacia el vecino país. Por cierto, quizás más que por la creciente
separación de las sociedades de ambos lados de la frontera, por el fortalecimiento de
los polos de poder, Lima y Quito, inmersos en sus propios procesos de conformación
nacional que implicaban el creciente control de las actividades económicas de cada
país. Don Felipe, obviamente, comerciaba directamente como siempre lo había
hecho; el contrabando siempre había sido (y no deja de ser) un problema atávico en
la región.
Y eso que unía el norte del Perú y el sur del Ecuador es el objeto de estas reflexiones:
rescatar aquellos elementos que estuvieron en la base de la articulación social,
cultural y económica de ese gran espacio que envuelto en los procesos de
construcción nacional de ambos países, signaron su progresiva separación. Porque
en la región norte peruana y sur ecuatoriana, línea de frontera hay desde hace
mucho. Finalmente, los límites han recreado primero, de manera que no pienso
casual, la de los grupos étnicos de la zona9 y luego aquellos poco claros que se
establecieron entre las audiencias de Lima y Quito y después entre los virreinatos de
Nueva Granada y el del Perú, para finalmente pasar a ser de dos Repúblicas. Los
procesos nacionales se vieron acelerados desde 1941, tardío enfrentamiento militar,
que debió cerrar la etapa de luchas que catapultaron a las naciones (cuyo apogeo e
inicio de declive vivimos hacia mediados y fines de la segunda mitad del siglo XX).
8
Este señor, sin ningún cargo oficial en la Yacila, tenía un reconocimiento local que hacía pensar que
era una suerte de autoridad en la caleta. Murió alrededor de 1993.
9
Nótese que si bien hubo grandes vinculaciones entre las diferentes culturas, los chimú tuvieron
como impreciso límite norte, territorialmente hablando, a los ahora tumbesinos. Por la sierra, los
guayacundos parecen haber tenido relaciones con los cañari pero son ciertamente grupos diferentes.
Una visión arqueológica general de la región en Aldana y Diez (1994).
3
El impacto del conflicto en la región es visible y guía también las reflexiones de este
artículo. La beligerancia social es mayor en aquellos lugares donde hubo
enfrentamiento directo; es decir, en Guayaquil, Machala, Tumbes y Piura por la costa,
las heridas de la guerra son más visibles en el alma de las sociedades mientras que
por la sierra piurana y surecuatoriana, sin dejar de lado los intereses nacionalistas, el
discurso se centra más en la necesidad de la descentralización y el desarrollo
regional: la muestra de que la sangre y la violencia es la principal causa del
antagonismo en la región10. Así, de acuerdo a la realidad diferenciada, un tipo de
reflexiones se establecen en torno a la costa mientras que se imprime otro tono para
las de la sierra, que dicho sea de paso, en el caso de Piura, se queda desarticulada
del conjunto nacional cerca de seis meses al año.
10
Ver, por ejemplo, el interesante libro de José Bolívar Castillo (1997)
4
ruta Piura- Sosoranga- Loja- Saraguro- Cuenca. Hoy, a pesar de las nuevas rutas de
articulación hacia la costa sigue siendo más difícil para los cuencanos y lojanos cruzar
la selva costeña para llegar a Guayaquil que bajar hacia el Perú; Puerto Bolívar ha
venido a mejorar la situación.
Pero la continuidad espacial tuvo su correlato humano: desde siempre, los pobladores
de estas regiones se vincularon para aprovechar las posibilidades y recursos de una
precaria pero, por lo mismo, rica economía natural. Por la costa, el mar ha sido, sin
lugar a dudas, el elemento cohesionador de la vida regional: la pesca fue la actividad
principal y mantuvo en contacto los diferentes espacios regionales. Desde los Valdivia
hasta los Chimú, la gente fue eximia marinera; las muestras se dan a cada paso, en
los ceramios de las distintas culturas, con las deidades miniaturas trabajadas en
concha spondylus en los talleres tumbesinos, con las aves y pescados dibujados en
las paredes de Chan Chán, con los caballitos de totora y las balsillas que usan los
pescadores de Jambelí a Piura hasta nuestros días. Por la sierra, los intercambios y
las comunicaciones prehispá_icas son menos conocidas porque son poquísimos los
estudios que hay; se sabe que había un espacio altamente comunicado que iba
desde las alturas de Trujillo y Lambayeque hacia Cajamarca, sierra piurana y Cuenca.
Durante el apogeo de los señoríos regionales, el Chimo Capac se relacionaba con el
Señor de Cajamarca aunque todavía hoy sigue siendo un misterio el área de dominio
del segundo y el tipo de vinculación entre uno y otro. En todo caso, la ruta de sierra
norteña fue conquistada, dominada y aprovechada por los incas en la expansión de
su imperio hacia el norte del continente. Esas estrechas y activas articulaciones
milenarias, pacíficas y guerreras, signaron la semejanza de nuestras culturas, sobre
todo en aquellas zonas como Piura- Tumbes y Cuenca- Loja, espacio de encuentro y
tránsito geográfico- cultural. A ella se le añadiría un nuevo cuanto diferente matiz
homogenizador, la cultura occidental- española.
11
Múltiples son las definiciones que se han dado para el término región y múltiples son también los
usos que se le da. En este caso, prefiero partir de la geografía que hoy parte de reconocer que la región
es un concepto intelectual formulado por gente: es una imagen mental de una superficie terrestre en la
que existe una forma de homogeneidad que la distingue de las áreas de su alrededor, que responde a
una "extremadamente compleja red de elementos producidos por procesos diversos pero
interelacionados" (Bernex; Córdova 1981: 49). Entre ellos, por supuesto, la historia.
5
presencia española, implicó la creación de un gran bloque regional que articulaba, de
manera sistémica, un número de regiones. Mantenido al margen del gobierno
virreinal, el hoy norte peruano y el sur del Ecuador, sin ninguna producción económica
eje (como fueron la minería en el sur y los obrajes norandinos), se articuló lentamente
en base a la comercialización de productos agropecuarios y de recolección: quinina,
tabaco, cacao, jabón, algodón entre otros circularon desde dentro de la región, sierra
y ceja de selva, hacia afuera y por la costa por la ruta de tierra y de cabotaje, en
sentido transversal, hacia Lima. A manera de pinzas desde Cuenca y Guayaquil,
pasando por Cajamarca, Chachapoyas, Tumbes, Piura y Lambayeque cerrando hacia
Trujillo, polo de poder de esta gran región en su momento constitutivo (mediados del
siglo XVII hasta el segundo tercio del XVIII). Tráfico de productos pero sobre todo de
hombres que fueron creando una articulada maraña de vinculaciones socio-
económicas; la estrategia mercantil implicaba establecer vínculos parentales en el
espacio en que se llevaba a cabo la realización mercantil (Aldana [en prensa]).
Este espacio logró remontar la nueva división administrativa de 1740 que colocaba el
sur de la audiencia de Quito bajo la administración de un virreinato diferente, el de
Nueva Granada12, sin mayor detrimento de las vigorosas relaciones sociales y
económicas. A fines del siglo XVIII, sin embargo, este mismo espacio estaba
sufriendo una suerte de reestructuración: la región cacaotera de Guayaquil se
consolidaba económicamente y se constituía en un polo de poder diferente del
tradicional trujillano, que comenzaba a atraer bajo su influencia a las zonas costeras
de Tumbes y Piura. No obstante, el proceso, muy en sus inicios, se vio interrumpido
abruptamente por las independencias americanas; la búsqueda de fuentes de
ingresos relativamente seguras para las nacientes repúblicas implicó la muerte de la
efímera República del Guayas ante la avasalladora presencia de Bolívar y la Gran
Colombia.
Los procesos nacionales del siglo XIX fueron recortando el espacio de vinculación
económica de esta gran región y diluyendo sus articulaciones sociales; el recuerdo,
vigoroso, se mantuvo, sin embargo, en las regiones ahora fronterizas y, mientras en
las ahora capitales republicanas de Quito y Lima se luchaba por controlar las diversas
fuerzas centrífugas de sus respectivos territorios, en estas regiones se reanudaban
las relaciones socio-económicas que las había caracterizado. No es de extrañar,
12
En un inicio se intentó, fallidamente, establecer un virreinato en el norte del subcontinente, el de
Santa Fe en 1719. Desarticulado pocos años después (1724), fue definitivamente establecido con el
nombre de Nueva Granada; comprendía los territorios de la Capitanía general de Venezuela, la
audiencia de Bogotá y la de Quito.
6
como se ha señalado en un inicio que, hacia 1840, cuando aún era bastante fresco el
recuerdo de dichas vinculaciones interegionales se aceptara sin mayor desazón la
presencia de un ecuatoriano en los términos de Trujillo y el norte. Claro está, que no
hay que dejar de considerar que, durante algunos años (a partir del nacimiento de las
repúblicas latinoamericanas) se mantuvo vigente el ideal panamericanista de la
América unida.
Por la sierra de esta zona de frontera, como hemos mencionado antes, existen las
tensiones propias del impacto de los discursos nacionalistas de ambos países. Sobre
todo en la sierra surecuatoriana por cuanto se suma a las tensiones de un país en
continua negociación regional y equilibrio interno15, problema cualitativamente
diferente al del Perú y su hipercentralismo y macrocefalia capitalina. Sin embargo, en
esta zona serrana no hay heridas profundas que se busque lavar con sangre, como si
es el caso de la zona costera fronteriza a partir del enfrentamiento armado de 1941.
De este modo, las vinculaciones por la sierra siguen siendo bastante estrechas y una
de las primeras y notorios elementos de relación es, sin lugar a dudas, las fiestas
religiosas.
La devoción o la promesa traen o llevan en peregrinación a los fieles hacia uno y otro
lado de la frontera. Las fiestas religiosas no sólo buscan celebrar la creencia y cumplir
el ceremonial sino que sirven, además, como espacio para recrear los vínculos
sociales, amicales o de parentesco, y para renovar los circuitos de intercambio.
Cantidad de gente que sube desde Piura, Chiclayo, Morropón y bajan desde el sur del
Ecuador, se congrega en Ayabaca para el 13 de octubre para la gran fiesta del Señor
Cautivo de Ayabaca. Por su parte, cantidad de ayabaquinos y otros peruanos pasan
hacia el 8 de setiembre para la celebración de Nuestra Señora del Cisne en Loja16.
Estas son las grandes festividades macroregionales que, junto con la Virgen de las
Mercedes de Paita, la Cruz de Chalpón, el Niño de Eten congregan fieles desde todo
el espacio de esa gran región que comprendía el sur del Ecuador y el norte del Perú
en una feria religioso- comercial que combina el colorido, la alegría y la profunda
reverencia por las sagradas imágenes.
Pero no son estas las únicas fiestas que atraen a gente del vecino país; hay un
calendario de ellas. Unas más grandes, como por ejemplo, la de Nuestra Señora del
Carmen de Huancabamba (15 de julio) o la Virgen de la Asunción de Pacaypampa
14
Ver el interesante y reciente (ca.1995) diagnóstico que hace Juan Granda ([s.f.]) para la zona de
Chulucanas.
15
Cuando el Ecuador nace como país se establece una suerte de triunvirato en el que Quito es el polo
de poder político; Guayaquil, el económico y Cuenca, la ciudad del equilibrio de poderes. Sin embargo,
para la segunda mitad del siglo XX, la bicefalía Quito y Guayaquil es el eje predominante en el que
Cuenca ha dejado de ser el contrapeso equilibrante y mantiene una autonomía regional parcial,
polarizada entre esta ciudad y Loja. (Deler 1983:90). También en Deler (1987) se encuentra un
panorama de largo aliento sobre la cuestión regional; este punto es el objeto de atención de un muy
interesante análsis de Maiguashca (1983)
16
Este Santuario está ubicado a 65km de la ciudad de Loja. En una confusa explicación, Mora de
Valdivieso ([1997]) señala que la gran romería es entre el 15 y el 20 de agosto y que la fiesta que
antiguamente tenía al 8 de diciembre como fecha central, se celebra hoy el 8 de setiembre.
8
(16 de agosto). Otras más pequeñas como la del Nuestra Señora del Carmen de Palo
Blanco (julio) o la de San Francisco en Cumbicus (4 de octubre) Pero es que las
fiestas religiosas de la sierra son también ferias de intercambios regionales; ellas
ocupan aquellos espacios vacíos, sin ritos que son frecuentes en estas celebraciones
religiosas y que las diferencian de las de la costa. Independientemente de que sean
piuranas o lojanas, las fiestas se concentran entre julio y noviembre: la necesidad de
un celebrante por cierto, pero también la rotación de ferias comerciales que coinciden,
además, con las etapas de cosecha. Esta vinculación económica religiosa es visible,
por ejemplo, en el caso de Nuestra Señora del Carmen de Morropón, fiesta religiosa
local que, en un inicio se celebraba dentro del cronograma católico festivo tradicional
el 16 de julio de cada año, pero que luego fue cambiada al 15 de noviembre, fecha en
la que se celebra actualmente. Los motivos aducidos es el hubiera más tiempo y más
plata de cosechas pero posiblemente también el no poder competir con otras ferias
regionales de mayor importancia17.
Por la costa, las fiestas patronales tienen un circunscripción local bastante mayor, con
excepción de la mencionada Virgen de las Mercedes de Paita; las imágenes se
pasean entre hileras de casas que normalmente han sido construidas con "caña" de
Guayaquil, como desde el virreinato se han venido construyendo. Y si en esas fiestas
se baila la marinera, el tondero y hasta la "pava", recreada danza tumbesina, no es
menos cierto que la gente de Ayabaca, Huancabamba y hasta Cajamarca se cría con
pasillos, un baile que se encuentra hasta Colombia pero que, junto con el sanjuanito,
es considerado un baile nacional del Ecuador. Pasillos que nos hacen recordar a un
tipo humano muy especial de la zona, los montubios18, belicosos pobladores que se
encuentran entre Cuenca, Loja, Ayabaca y Jaén. Inseparables de su machete, de su
poncho corto y de su sombrero (de lana, por lo general) son temidos por su
irascibilidad: casi todos llevan llevan algún corte obtenido en alguna pelea y entre
ellos es común, el "arrastrar el poncho"; es decir, buscar camorra y enfrentarse casi
por el puro placer de hacerlo.
17
La información de Morropón en Concejo Distrital de Morropón y Oea (1993). En Diez (1992) se
encuentra alguna información sobre las fiestas religiosas serranas mientras que Velásquez (1996: 69-
83) presenta un interesante cronograma de ellas.
18
De la zona hay muy poco estudiado. Entre lo poco que se cuenta (y he podido acceder), hay una
caracterización de los "montuvios" ecuatorianos que en el fondo, comprende muy poco a esta población
y presenta más una serie de estereotipos (por ejemplo, aún cuando no es perverso, el montuvio es
eminentemente sexual; el montuvio ignora el dibujo; el niño montuvio no siente la necesidad de gratificar
sus ideas; la inspiración musical del montuvo es rudimentaria [...] empero ha superado el compás
binario). Ver José de la Cuadra (1968).
9
inadecuación del servicio de gasolina a los aviones. En el fondo, los engorrosos
problemas de pasaporte y frontera que no son nuevos. Contaba, el genealogista
Garay -a quien ya hemos mencionado- que, como era fastidioso el cruce de la
frontera, se aprovechaba de la visita de algún familiar para pasarla simulando ser un
hijo más del tío visitante. El retorno era también muy simple: se llevaba al ilegal a la
frontera y se le embarcaba en un autobus rumbo a Guayaquil; en caso de ser
detenido, una de las paradas era señalada como el lugar de embarque.
Verdad o mentira, no deja de ser una anécdota simpática que refleja una realidad
muy conocida en la región. Mucha gente de la frontera tiene doble documento de
identidad; libreta electoral del Perú y cédula del Ecuador; juegan con su nacionalidad,
dependiendo sus necesidades de movimiento. Por otro lado, hay personas que bajan
de Loja a los Centros de atención médica peruana19 y mucha gente de caseríos
peruanos, cercanos al límite de frontera, que envían a sus hijos a estudiar en
escuelas ecuatorianas.
Una realidad, informal en los casos de esos caseríos, pero que se ha impuesto
formalmente con el reconocimiento entre las casas de estudios superiores de la
mancomunidad de cultura entre las regiones y que ha llevado a la firma de un número
creciente de convenios entre las universidades sur- ecuatorianas y del norte del Perú.
Es interesante notar que cada vez que ha habido un amago de enfrentamiento por la
cuestión de límites, se han fletado buses en la ciudad de Cuenca para llevar de
inmediato a los estudiantes peruanos a la frontera; librarse de indeseables, quizás,
pero también puede ser visto como una suerte de protección para los jóvenes. Y por
supuesto, no falta más de uno que se mantiene "escondido" en la ciudad, asistiendo a
la universidad de "incógnito", para no perder clases20. Claro está que terminado el
problema, los estudiantes peruanos regresan normalmente a retomar sus estudios en
dicha ciudad del sur del Ecuador.
19
Agradezco esta información a la Dra. Karen Pesse, quien asesorara la sección de Malari del
Programa de Salud de la Comunidad de Catacaos, en Piura.
20
Tal fue la actitud de la hija de Juan Granda y Teresa Castañeda en los meses críticos de 1995,
quien se "escondió" en un convento de monjas para no perder sus clases en la Universidad.
10
las Lagunas de las Huaringas, gracias al creciente interés y auge de todo un circuito
curativo de médicos andinos, conocidos generalmente como curanderos.
Porque los ejes viales son fundamentales para tráfico fluido de gente y productos. Y
aunque se proponen un número maayor de rutas de contacto en la frontera, la
anhelada integración recupera antiguas rutas comerciales, internas de las regiones,
que vinculan como antaño, Loja, Catacocha, Macará, Suyo, Las Lomas, Sullana y
Piura, desde la sierra, y también por la costa, desde Piura, Sullana, Tumbes,
Machala, Guayaquil, circuito nunca perdido gracias a la existencia de la carretera
panamericana. Rutas que prueban ser vitales para el contacto social y económico.
Porque, ¿qué piurano no ha ido alguna vez a comprar cosas a una feria de
integración peruana- ecuatoriana?
Cuando en 1995 con los problemas del Cenepa, se pretendieron suspender la ferias
de integración peruano- ecuatoriana, las quejas fueron generalizadas por parte de
piuranos y surecuatorianos. Los que habían llegado a venir de estos últimos,
señalaron no tener ningún problema en permanecer en el Perú a pesar de las
tensiones existentes; por su parte, los piuranos se quejaron del limitado número de
artículos que habían sido traídos y de los altos precios que tenían. Quejas
recurrentes, aunque no lo parezca, en cada momento de tensión o de cierre de
frontera y que vienen de muy antigua data, aunque los motivos que generaran dicho
cierre fueran muy diferentes.
Ideas finales
Es interesante percibir como pervive en la cultura y en la cotidianidad de gente, hoy
separadas por artificiales límites nacionales, el recuerdo de un gran espacio que se
había articulado a lo largo del tiempo, aprovechando las facilidades geográficas y la
explotación mancomunada de recursos naturales. Sociedades, explicitadas en
regiones, que a pesar de que nunca estuvieron bajo un marco organizativo social
único (con excepción del breve lapso inca -en el que no sabemos como se habían
establecido y se manejaban las "provincias-), han mantenido una complementaridad
cultural, social y económica que expresa el aprovechamiento recurrente de ese
sustrato geográfico- histórico. Complementaridad que ha logrado remontar los
excluyentes procesos de construcción nacionales tanto del Ecuador como del Perú.
23
(Castillo 1997:92). La primera versión de la Feria de Reyes de Sullana fue en 1956.
24
Agradezco esta anécdota al Sr. Ernesto Yepez, historiador, quien está trabajando justamente los
años del conflicto de 1941.
12
También resulta particularmente interesante que, con el resurgimiento de fin de siglo
de los "ismos" (nacionalismos, regionalismos, chauvinismos), la población de ambos
lados de un límite, sancionado desde los dos centros de poder (Quito y Lima),
reclame no sólo la participación y el reconocimiento de sus provincias o cantones en
sus respectivas repúblicas sino también su derecho a establecer relaciones
interregionales -que sólo intuyen que son muy viejas- y que perciben como
verdaderas herramientas para el desarrollo. Un desarrollo que, además son muy
conscientes, partiendo desde las regiones potenciaría el de sus naciones.
En este sentido, escuchando sus voces, creo que para pretender establecer una
cultura de paz que logre enraizarse con éxito en el alma de las sociedades peruana y
ecuatoriana se enfrenta una doble problemática: primero, el reconocimiento de
realidades regionales diferentes de las de los centros de poder, la descentralización
tan reivindicada, y luego -y sobre todo- que los problemas de frontera visto desde los
mismos espacios fronterizos toman un sentido y una concresión diferente. Entre el
norte del Perú y el sur del Ecuador no es mera retórica la hermandad y si inclusive,
ésta es dejada de lado, es un espacio común para los grupos humanos aquí
asentados, la necesidad de potenciar su complementaridad cultural a través de la
recreación de la mancomunidad económica: para todos, la solución se expresa en
proyectos de integración de amplio espectro que posibiliten la mejora del conjunto.
13
Pero también puede ser un gran impulso, la realización de encuentros de distinto
orden cultural, en la región y en las capitales nacionales. Vivencias conjuntas de
jóvenes de unas y otras en donde se plantee tanto la reflexión de temas de interés
común como el simple conocimiento de la riqueza cultural de cada cual; promover
viajes de grupos mixtos por el interior de uno y otro país y por supuesto, aprovechar el
ciberespacio para impulsar el contacto estudiantil de uno y otro país. La oferta no
debe ser restringida a la gente joven sino a los diferentes grupos sociales vía el
conocimiento e incluso el aprendizaje de la cultura del país contraparte. ¿Cuantos
peruanos habrán visto bailar un sanjuanito?, ¿cuántos ecuatorianos, una marinera?.
Pensar, por ejemplo, en la celebración de ferias del Ecuador en Perú y viceversa, que
contemplen la oferta de un paquete cultural representativo y no sólo de lo económico
y que, además, rebasen el marco de la región y de la capital; hay muchos espacios
dentro de nuestros respectivos países que tienen el derecho y la necesidad de
conocer a aquellos a los que el discurso nacionalista ha enseñado a rechazar.
Resaltar lo realmente importante, los hombres que están detrás de un nombre, sea
éste Perú o Ecuador, que ubiquen en el justo nivel los intereses nacionales y faciliten
los entendimientos y diluyan los temores, por desconocimiento, de una y otra
sociedad.
Desde la gente que vive a ambos lados de la frontera, el problema que actualmente
nos divide sólo podrá solucionarse con visión de futuro y con una agenda conjunta de
desarrollo de la Región Fronteriza Sur del Ecuador y Norte del Perú (Castillo 1997:
67). Sus complementaridades de cultura y de sociedad así como de intereses
económicos deben ser reconocidos y asumidos por los centros políticos.
Conocimiento y voluntad son los pilares de la paz nacional y del desarrollo regional.
14
Bibliografía
ALDANA RIVERA, Susana ([en prensa]).- Poderes de una región de frontera:
comercio y familia en el norte (Piura, 1700-1830).- Lima: Panaca.
DELER, Jean Paul (1987).- Ecuador: del espacio al estado nacional.- Quito: Banco
Central del Ecuador, 341p.
REVESZ, Bruno; ALDANA RIVERA, Susana... [et al.] (1996).- Piura: región y
sociedad (Derrotero bibliográfico).- Lima: Cipca; Cbc, 766p.
16