El Norte Del Peru y El Sur Del Ecuador e

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EL NORTE DEL PERU Y EL SUR DEL ECUADOR,

ENTRE LA REGION Y LA NACION

Susana Aldana Rivera1

En: Bonilla, Adrían, de.- Ecuador- Perú:


horizontes de la negociación y el conflicto.-
Quito;Lima: Flacso, Ecuador; Desco, 1999.- pp. 169- 187

.En: Informativo Regional de Prensa.-


Piura, Vol 1 (3): oct. 1998.- pp. 1-16 (versión editada)

En 1840, Don Celedonio Urrea, abogado, lleva un juicio en representación de Don


Gabriel José Castro contra Don Pedro Lizarsaburu2. Entre los numerosos escritos que
van y viene y los argumentos a favor o en contra que se presentan, la parte de
Lizarsaburu encuentra uno que piensa irrefutable: Urrea es ecuatoriano. Las frases en
torno al honor nacional son realmente lapidarias; no cabe duda que don Pedro y sus
abogados están muy preocupados del Perú y de la amenaza extranjera.

Pero contra todo lo que se podría pensar, las autoridades de Trujillo no parecen hacer
eco del substancial argumento: la conclusión a la que se llega, no fue ni detener el
juicio ni mucho menos desautorizar al abogado y sus acciones legales. Con
sorprendente naturalidad, para quien lo mira desde el hoy, las autoridades
simplemente recomiendan que el Sr. Urrea, ecuatoriano de nacimiento, se inscriba
como peruano si quiere ejercer en este país.

El asunto parece cerrado cuando el prefecto de la ciudad de Trujillo, vuelve a colocar


a este abogado en primer plano; nuevamente el punto es que éste es ecuatoriano y
por segunda vez las autoridades no parecen complicarse por el hecho. En esta
oportunidad, José M. Lizarzaburu acusa a Urrea de haber ingresado en el país sin
pasaporte ni credencial; que como tal había sido sospechoso de la Prefectura y que al
hacersele un seguimiento se había encontrado primero, que había sido expulsado del
Ecuador por haber estado involucrado en la revolución de Riobamba. En segundo
lugar, que acaso podía estar de acuerdo con los refugiados de Guayaquil y mantener
correspondencia e influencia moral en la desorganización que aquellos pretenden3.
Para finalmente, señalar la acusación más grave, que Urrea está alojado
1
Debo agradecer la cordialidad del Sr. José María Borja, Primer secretario de la Embajada del
Ecuador en el Perú, quien me facilitó una interesante bibliografía que me ha permitido contar con un
adecuado manejo del marco historiográfico ecuatoriano.
2
Archivo General de la Nación, Perú (AGNP), Archivo del Ministerio de Justicia (RJ): La Libertad,
leg.204: 1840.
3
Inclusive el Prefecto Lizarsaburu señala que fijó más su atención en este personaje por haber
trabajado por la desorganización de su propio país. AGNP, Archivo del Ministerio de Justicia (RJ): La
Libertad, leg.205. Este legajo es una suerte de indiferente general que incluye pequeños expedientes no
numerados; para identificar el que ha sido utilizado, nótese el No.168 que aparece en el borde superior.
1
en una casa notoriamente desafecta a la actual administración; sus reuniones
y paseos públicos han sido con las personas de aquel mismo sentimiento4

Para proteger a la ciudad y al departamento, el abogado es conminado a salir de la


región. Sin embargo, cuando ya estaba entregado su pasaporte para Arequipa y el
barco, con escala en el Callao, listo para partir, Urrea desaparece: el poco celo del
Subprefecto que lo ha permitido pues corrientemente pasan cuantos quieren con el
pasaporte que es indispensable5

Probablemente este Subprefecto ha tomado partido por Urrea como nuevamente lo


hacen las autoridades centrales. Tudela (enero 15, 1840), secretario de estado, se
sorprende de que un personaje como el señalado se hubiera podido incorporar a la
Universidad de Trujillo, en cuyo informe se deja constancia de que la conducta del
abogado ha sido pacífica, honrada y ajena de sospechas en materia política.
Irónicamente señala Tudela, que debe haber un informe siniestro en contra de Urrea
y que ha llegado a manos del Prefecto porque no cree que detrás del problema esté
el hecho de que este abogado, ecuatoriano de nacimiento, hubiese defendido una
causa en contra de don Pedro Lizarsaburu, de quien daba la enorme casualidad tenía
el mismo apellido que el Prefecto. Finalmente se sanciona que no hay motivo legal
para Urrea no regrese a Trujillo; inclusive entre las pruebas, se ha adjuntado los
títulos de abogado y doctor de Urrea que, por cierto, son ecuatorianos6.

Los años del litigio son los iniciales de las Repúblicas de Perú y Ecuador; desde las
independencias, ha pasado algo de agua bajo el puente pero por correntadas,
violentas y tumultuosas. Los pleitos legales que menciono, son realmente
interesantes y sólo de sus implicancias políticas podría hacerse un estudio en
particular; es la utilización del muy emergente discurso nacional para ocultar un
problema local. Pero lo que nos capta la atención en este momento es la visible
complementaridad de intereses, de vínculos sociales y de percepción de semejanza
cultural en regiones ahora fronterizas pero que estuvieron estrechamente articuladas
durante el virreinato sino es desde antes. Una complementaridad que a pesar de
haber sufrido la presión y los avatares de la construcciones de las respectivas
naciones, que ha llevado a su progresiva desarticulación, ha permanecido en buena
parte, recortada, diluída y en continua adecuación por más de un siglo: contaba Ezio
Garay, licenciado genealogista guayaquileño7, que cuando niño, principios de los
años 1960, el profesor de su colegio una vez había preguntado en clase cuantos de
los presente tenían por lo menos un abuelo peruano y sino toda, la gran mayoría de la
clase levantó la mano. Como vemos, al menos desde la región, no es pura retórica el
que somos países hermanos.

4
AGNP- Archivo del Ministerio de Justicia (RJ): La Libertad, leg.205
5
AGNP- Archivo del Ministerio de Justicia (RJ): La Libertad, leg.205
6
AGNP- Archivo del Ministerio de Justicia (RJ): La Libertad, leg.205
7
Al Sr. Garay se le puede encontrar todavía en el Archivo Histórico del Guayas, Banco Central del
Ecuador, trabajando directamente a órdenes del Sr. José Antonio Gómez Iturralde, actual director de
dicho Archivo.
2
Menos aún, si echamos una mirada a los sectores populares en los que el discurso
nacional demora en calar bastante más que los argumentos nacionalistas. Don Felipe
Querebalú8, pescador y respetado miembro de la Caleta Yacila, en alguna
oportunidad recordaba, con gran nostalgia, que hasta los años de 1940 se podía
navegar y comerciar tranquilamente desde Piura hasta Guayaquil. Pero a partir de
esa fecha hasta el momento en que él hablaba -alrededor de 1992- las cosas se
habían ido poniendo cada vez más difíciles al punto de llegar a ser casi imposible
negociar por mar hacia el vecino país. Por cierto, quizás más que por la creciente
separación de las sociedades de ambos lados de la frontera, por el fortalecimiento de
los polos de poder, Lima y Quito, inmersos en sus propios procesos de conformación
nacional que implicaban el creciente control de las actividades económicas de cada
país. Don Felipe, obviamente, comerciaba directamente como siempre lo había
hecho; el contrabando siempre había sido (y no deja de ser) un problema atávico en
la región.

Pero si calculamos los años de los abuelos guayaquileños y la cruzamos con la


evocación de don Felipe, encontramos que la década de 1940 es el momento clave,
el punto desde el cual en el norte, particularmente Piura y Tumbes, se comenzó a
sentir con fuerza la creciente separación con el sur del Ecuador que hoy día nos
caracteriza. Lo primero en lo que pensamos es ciertamente, 1941, la guerra para
unos y el conflicto para otros, que concluyó en el Protocolo de Río de Janeiro. Pero si
su impacto fue sentido en el país, en la región norte fue devastador, en particular en
los espacios directamente fronterizos como Piura y Tumbes. Sobre todo porque ya
dejamos intuir había mucho que nos unía y que se había ido adecuando
progresivamente a las presiones desde ambos centros de poder a lo largo del siglo
XIX.

Y eso que unía el norte del Perú y el sur del Ecuador es el objeto de estas reflexiones:
rescatar aquellos elementos que estuvieron en la base de la articulación social,
cultural y económica de ese gran espacio que envuelto en los procesos de
construcción nacional de ambos países, signaron su progresiva separación. Porque
en la región norte peruana y sur ecuatoriana, línea de frontera hay desde hace
mucho. Finalmente, los límites han recreado primero, de manera que no pienso
casual, la de los grupos étnicos de la zona9 y luego aquellos poco claros que se
establecieron entre las audiencias de Lima y Quito y después entre los virreinatos de
Nueva Granada y el del Perú, para finalmente pasar a ser de dos Repúblicas. Los
procesos nacionales se vieron acelerados desde 1941, tardío enfrentamiento militar,
que debió cerrar la etapa de luchas que catapultaron a las naciones (cuyo apogeo e
inicio de declive vivimos hacia mediados y fines de la segunda mitad del siglo XX).

8
Este señor, sin ningún cargo oficial en la Yacila, tenía un reconocimiento local que hacía pensar que
era una suerte de autoridad en la caleta. Murió alrededor de 1993.
9
Nótese que si bien hubo grandes vinculaciones entre las diferentes culturas, los chimú tuvieron
como impreciso límite norte, territorialmente hablando, a los ahora tumbesinos. Por la sierra, los
guayacundos parecen haber tenido relaciones con los cañari pero son ciertamente grupos diferentes.
Una visión arqueológica general de la región en Aldana y Diez (1994).
3
El impacto del conflicto en la región es visible y guía también las reflexiones de este
artículo. La beligerancia social es mayor en aquellos lugares donde hubo
enfrentamiento directo; es decir, en Guayaquil, Machala, Tumbes y Piura por la costa,
las heridas de la guerra son más visibles en el alma de las sociedades mientras que
por la sierra piurana y surecuatoriana, sin dejar de lado los intereses nacionalistas, el
discurso se centra más en la necesidad de la descentralización y el desarrollo
regional: la muestra de que la sangre y la violencia es la principal causa del
antagonismo en la región10. Así, de acuerdo a la realidad diferenciada, un tipo de
reflexiones se establecen en torno a la costa mientras que se imprime otro tono para
las de la sierra, que dicho sea de paso, en el caso de Piura, se queda desarticulada
del conjunto nacional cerca de seis meses al año.

Mi interés, entonces, es hacer notar la semejanza de nuestros procesos culturales


gracias a los cuales, saltan nuestras particularidades que no nos hacen ser ni mejor ni
peor, sólo diferentes. Remarcar que las poblaciones a ambos lados de la frontera se
han visto divididas entre la pertenencia a una nación y el amor a su región -que
implica la complementaridad cultural, social y económica con otras regiones
aledañas- y que durante mucho tiempo, hubo mucho que nos unió y durante muy
poco tiempo, mucho que nos ha desunido. Todo ello, debe ser tenido en cuenta en
los contenidos de los textos educativos del Perú y el Ecuador; de ellos depende la
interiorización de una verdadera cultura de paz en el futuro mediato.

En las raíces de la complementaridad cultural


¿Nos hemos puesto a pensar por qué tanta gente de Piura envía a sus hijos a
estudiar a la Universidad de Cuenca y alguno también a la de Guayaquil?. No es sólo
por el nivel académico y los costos relativamente más accesible a los norteños sino
porque, en realidad, les es casi natural tal tráfago de gente. Siempre se mantuvo una
estrecha relación con el sur-ecuatoriano; pensemos en como, durante el virreinato, las
mujeres piuranas iban al Convento de Las Carmelitas de Loja lo cual, en términos
contemporáneos, sería los jóvenes a la Universidad. En el fondo, estamos ante una
fuerte vinculación dinamizada por la facilidad de comunicación. Una visión que no es
solamente nuestra, del norte peruano, sino que también es una percepción de la
gente de Loja, la natural, geográfica e histórica interdependencia de los pueblos de la
frontera norte del Perú y sur del Ecuador (Castillo 1997: xii).

En efecto, la geografía es el primer elemento a tener en cuenta como factor


condicionante de la relación entre el sur del Ecuador y el norte del Perú. Esta región
es la zona del tránsito entre los Andes septentrionales y los Centrales que tienen
como elementos distinguibles las amplias pampas costeras del sahel de Sechura.
Obstáculo, mas no barrera, que facilitó el intercambio marítimo por la costa y por
tierra, las vinculaciones desde Tumbes hasta Guayaquil. Por su parte, las salidas
geográficas naturales de la sierra sur del vecino país al mar son por Paita; en
particular Loja. Finalmente durante muchísimo tiempo la ruta para subir a (o bajar de)
Quito, fuera del comercio virreinal, de los fugados políticos de los primeros años
republicanos y hasta del contrabando en épocas más contemporáneas, tomaban la

10
Ver, por ejemplo, el interesante libro de José Bolívar Castillo (1997)
4
ruta Piura- Sosoranga- Loja- Saraguro- Cuenca. Hoy, a pesar de las nuevas rutas de
articulación hacia la costa sigue siendo más difícil para los cuencanos y lojanos cruzar
la selva costeña para llegar a Guayaquil que bajar hacia el Perú; Puerto Bolívar ha
venido a mejorar la situación.

Pero la continuidad espacial tuvo su correlato humano: desde siempre, los pobladores
de estas regiones se vincularon para aprovechar las posibilidades y recursos de una
precaria pero, por lo mismo, rica economía natural. Por la costa, el mar ha sido, sin
lugar a dudas, el elemento cohesionador de la vida regional: la pesca fue la actividad
principal y mantuvo en contacto los diferentes espacios regionales. Desde los Valdivia
hasta los Chimú, la gente fue eximia marinera; las muestras se dan a cada paso, en
los ceramios de las distintas culturas, con las deidades miniaturas trabajadas en
concha spondylus en los talleres tumbesinos, con las aves y pescados dibujados en
las paredes de Chan Chán, con los caballitos de totora y las balsillas que usan los
pescadores de Jambelí a Piura hasta nuestros días. Por la sierra, los intercambios y
las comunicaciones prehispá_icas son menos conocidas porque son poquísimos los
estudios que hay; se sabe que había un espacio altamente comunicado que iba
desde las alturas de Trujillo y Lambayeque hacia Cajamarca, sierra piurana y Cuenca.
Durante el apogeo de los señoríos regionales, el Chimo Capac se relacionaba con el
Señor de Cajamarca aunque todavía hoy sigue siendo un misterio el área de dominio
del segundo y el tipo de vinculación entre uno y otro. En todo caso, la ruta de sierra
norteña fue conquistada, dominada y aprovechada por los incas en la expansión de
su imperio hacia el norte del continente. Esas estrechas y activas articulaciones
milenarias, pacíficas y guerreras, signaron la semejanza de nuestras culturas, sobre
todo en aquellas zonas como Piura- Tumbes y Cuenca- Loja, espacio de encuentro y
tránsito geográfico- cultural. A ella se le añadiría un nuevo cuanto diferente matiz
homogenizador, la cultura occidental- española.

Durante el virreinato, se construyeron entidades jurisdiccionales que, en cierto modo,


recrearon las divisiones étnicas prehispánicas más importantes y definidas, las cuales
sometidas al impacto de la invasión y colonización española y a su economía
monetaria, dieron pie a bloques regionales a lo largo y ancho de toda Latinoamérica y
que emergieron, beligerantemente, hacia mediados del siglo XVIII. Regiones como
Bolivia y Ecuador, directamente articuladas a un espacio mayor como el virreinato del
Perú cuyo progresivo desarrollo como entidades socio-políticas las llevaron a
establecerse como países. Otros bloques no vigorizados por la presencia de una
administración audiencial se mantuvieron como subregiones de regiones11 bastante
más grandes: el Perú republicano se configuró conteniendo poderosos bloques
regionales como el norte y el escindido sur andino.

En el norte en particular, la geografía y la población asentada en ella, sumada a esa

11
Múltiples son las definiciones que se han dado para el término región y múltiples son también los
usos que se le da. En este caso, prefiero partir de la geografía que hoy parte de reconocer que la región
es un concepto intelectual formulado por gente: es una imagen mental de una superficie terrestre en la
que existe una forma de homogeneidad que la distingue de las áreas de su alrededor, que responde a
una "extremadamente compleja red de elementos producidos por procesos diversos pero
interelacionados" (Bernex; Córdova 1981: 49). Entre ellos, por supuesto, la historia.
5
presencia española, implicó la creación de un gran bloque regional que articulaba, de
manera sistémica, un número de regiones. Mantenido al margen del gobierno
virreinal, el hoy norte peruano y el sur del Ecuador, sin ninguna producción económica
eje (como fueron la minería en el sur y los obrajes norandinos), se articuló lentamente
en base a la comercialización de productos agropecuarios y de recolección: quinina,
tabaco, cacao, jabón, algodón entre otros circularon desde dentro de la región, sierra
y ceja de selva, hacia afuera y por la costa por la ruta de tierra y de cabotaje, en
sentido transversal, hacia Lima. A manera de pinzas desde Cuenca y Guayaquil,
pasando por Cajamarca, Chachapoyas, Tumbes, Piura y Lambayeque cerrando hacia
Trujillo, polo de poder de esta gran región en su momento constitutivo (mediados del
siglo XVII hasta el segundo tercio del XVIII). Tráfico de productos pero sobre todo de
hombres que fueron creando una articulada maraña de vinculaciones socio-
económicas; la estrategia mercantil implicaba establecer vínculos parentales en el
espacio en que se llevaba a cabo la realización mercantil (Aldana [en prensa]).

Este espacio logró remontar la nueva división administrativa de 1740 que colocaba el
sur de la audiencia de Quito bajo la administración de un virreinato diferente, el de
Nueva Granada12, sin mayor detrimento de las vigorosas relaciones sociales y
económicas. A fines del siglo XVIII, sin embargo, este mismo espacio estaba
sufriendo una suerte de reestructuración: la región cacaotera de Guayaquil se
consolidaba económicamente y se constituía en un polo de poder diferente del
tradicional trujillano, que comenzaba a atraer bajo su influencia a las zonas costeras
de Tumbes y Piura. No obstante, el proceso, muy en sus inicios, se vio interrumpido
abruptamente por las independencias americanas; la búsqueda de fuentes de
ingresos relativamente seguras para las nacientes repúblicas implicó la muerte de la
efímera República del Guayas ante la avasalladora presencia de Bolívar y la Gran
Colombia.

La larga cuanto conflictiva y dolorosa construcción nacional peruana y ecuatoriana


partió de una base territorial bastante bien establecidas por la costa y por la sierra: a
pesar de las indefiniciones de las Cédulas españolas, la audiencia de Quito y la
intendencia de Trujillo tenían un límite medianamente claro: Guayaquil, Cuenca y
Loja, de un lado, Tumbes y Piura, del otro. El problema arrancaba desde la ceja de
selva (Jaén y Maynas) y en particular, desde la selva; para ambos países, ésta última
era el espacio desconocido, la tierra de misiones, el recuerdo del interés común de
frenar la presencia luso-brasileña.

Los procesos nacionales del siglo XIX fueron recortando el espacio de vinculación
económica de esta gran región y diluyendo sus articulaciones sociales; el recuerdo,
vigoroso, se mantuvo, sin embargo, en las regiones ahora fronterizas y, mientras en
las ahora capitales republicanas de Quito y Lima se luchaba por controlar las diversas
fuerzas centrífugas de sus respectivos territorios, en estas regiones se reanudaban
las relaciones socio-económicas que las había caracterizado. No es de extrañar,

12
En un inicio se intentó, fallidamente, establecer un virreinato en el norte del subcontinente, el de
Santa Fe en 1719. Desarticulado pocos años después (1724), fue definitivamente establecido con el
nombre de Nueva Granada; comprendía los territorios de la Capitanía general de Venezuela, la
audiencia de Bogotá y la de Quito.
6
como se ha señalado en un inicio que, hacia 1840, cuando aún era bastante fresco el
recuerdo de dichas vinculaciones interegionales se aceptara sin mayor desazón la
presencia de un ecuatoriano en los términos de Trujillo y el norte. Claro está, que no
hay que dejar de considerar que, durante algunos años (a partir del nacimiento de las
repúblicas latinoamericanas) se mantuvo vigente el ideal panamericanista de la
América unida.

Pero si como sabemos el siglo XIX fue el de la construcción de la nación no es de


extrañar que su culminación implicara el levantamiento de verdaderos muros que
separaran y trataran de establecer nítidamente el territorio que tocaba a uno y otro
país. La forma de definirlo: a balazos. Las guerras entre las diversas republicas
americanas, unas en el XIX y otras, tardías, en el XX, buscaron delimitar los espacios
nacionales. Perú y Ecuador no escaparon a la norma y quienes más se vieron
afectadas fueron las poblaciones fronterizas que enfrentaron la presencia militar; con
la rapidez del olvido de quienes, a pesar de que tuvieron que soportarla
(abastecimientos de hombres y productos), formaban parte del país ganador (Piura y
Tumbes), y el doloroso recuerdo de quienes tuvieron que sufrirla (El Oro y los Ríos).

Al compás de las luchas por la creación de un verdadero estado nacional, que


reconociera la participación de amplias capas sociales hasta ese momento
marginadas, las décadas medias del siglo XX fueron el ojo de la tormenta de los
problemas limítrofes. Años en los que, por un lado, se buscó la solución pacífica vía la
ejecución de proyectos binacionales de desarrollo y, por otro, tomaron cuerpo los
nuevos términos de la problemática que el resurgimiento nacional y nacionalista
actualiza en nuestros días. Los efectos de las separaciones republicanas de regiones
geográfica e históricamente vinculadas se han dejado sentir con fuerza. A fines de los
años de 1980, con los efímeros intentos de regionalización en el Perú, no fueron
muchas las posibilidades reales de desarrollo de la entonces llamada Región Grau
(Piura y Tumbes). A diferencia del caso de la Región Nor-oriental del Marañón, que
de manera intuitiva recreaba el antiguo eje geográfico económico Chiclayo-
Cajamarca- Jaén13, Piura no pudo rearticular el suyo con Loja y Cuenca, regiones
separadas irremisiblemente por los muros limítrofes nacionales. Problema que no es
exclusivo del Perú sino que también ha sido sentido del otro lado de la frontera con el
secular aislamiento de Loja del centro de gobierno ecuatoriano y su vigoroso reclamo
por la descentralización y por el impulso de proyectos binacionales de desarrollo.

En busca del tiempo perdido


El marco histórico, que he reseñado de manera muy breve, permitió el desarrollo de
una realidad cultural semejante entre territorios que, sin haber estado nunca bajo la
misma influencia de organización política, sea curacazgo, audiencia, virreinato y
finalmente república, se mantuvieron estrechamente vinculados gracias a las
facilidades geográficas y las posibilidades de explotación complementaria de los
recursos naturales de las diferentes regiones. No olvidemos, por ejemplo como, hasta
hoy, siguiendo una antigua costumbre establecida durante el virreinato, el ganado
13
A pesar de que los gobiernos regionales han sido desarticulados, es interesante ver la vigencia que
hasta el momento tiene la Renom y que subraya lo dicho. Ver, por ejemplo, el libro que sobre ella ha
sacado el Ministerio de Transporte, Comunicaciones, Vivienda y Construcciones (MTC 1997).
7
lojano se trae a engordar a las haciendas de la sierra piurana. Esto, a pesar de que
durante los siglos republicanos se ha enfatizado la vinculación económica con la
costa pues ahora se dirige esta ganadería sobre todo a Guayaquil y a Puerto Bolívar
(Castillo 1997: 79). De manera semejante, la lana de los ovinos criados en Piura -por
ejemplo los del kilómetro 41 a Chulucanas- tiene como mercado Trujillo y Guayaquil
pero es en este último puerto donde se consiguen los mejores precios14.

Por la sierra de esta zona de frontera, como hemos mencionado antes, existen las
tensiones propias del impacto de los discursos nacionalistas de ambos países. Sobre
todo en la sierra surecuatoriana por cuanto se suma a las tensiones de un país en
continua negociación regional y equilibrio interno15, problema cualitativamente
diferente al del Perú y su hipercentralismo y macrocefalia capitalina. Sin embargo, en
esta zona serrana no hay heridas profundas que se busque lavar con sangre, como si
es el caso de la zona costera fronteriza a partir del enfrentamiento armado de 1941.
De este modo, las vinculaciones por la sierra siguen siendo bastante estrechas y una
de las primeras y notorios elementos de relación es, sin lugar a dudas, las fiestas
religiosas.

La devoción o la promesa traen o llevan en peregrinación a los fieles hacia uno y otro
lado de la frontera. Las fiestas religiosas no sólo buscan celebrar la creencia y cumplir
el ceremonial sino que sirven, además, como espacio para recrear los vínculos
sociales, amicales o de parentesco, y para renovar los circuitos de intercambio.
Cantidad de gente que sube desde Piura, Chiclayo, Morropón y bajan desde el sur del
Ecuador, se congrega en Ayabaca para el 13 de octubre para la gran fiesta del Señor
Cautivo de Ayabaca. Por su parte, cantidad de ayabaquinos y otros peruanos pasan
hacia el 8 de setiembre para la celebración de Nuestra Señora del Cisne en Loja16.
Estas son las grandes festividades macroregionales que, junto con la Virgen de las
Mercedes de Paita, la Cruz de Chalpón, el Niño de Eten congregan fieles desde todo
el espacio de esa gran región que comprendía el sur del Ecuador y el norte del Perú
en una feria religioso- comercial que combina el colorido, la alegría y la profunda
reverencia por las sagradas imágenes.

Pero no son estas las únicas fiestas que atraen a gente del vecino país; hay un
calendario de ellas. Unas más grandes, como por ejemplo, la de Nuestra Señora del
Carmen de Huancabamba (15 de julio) o la Virgen de la Asunción de Pacaypampa

14
Ver el interesante y reciente (ca.1995) diagnóstico que hace Juan Granda ([s.f.]) para la zona de
Chulucanas.
15
Cuando el Ecuador nace como país se establece una suerte de triunvirato en el que Quito es el polo
de poder político; Guayaquil, el económico y Cuenca, la ciudad del equilibrio de poderes. Sin embargo,
para la segunda mitad del siglo XX, la bicefalía Quito y Guayaquil es el eje predominante en el que
Cuenca ha dejado de ser el contrapeso equilibrante y mantiene una autonomía regional parcial,
polarizada entre esta ciudad y Loja. (Deler 1983:90). También en Deler (1987) se encuentra un
panorama de largo aliento sobre la cuestión regional; este punto es el objeto de atención de un muy
interesante análsis de Maiguashca (1983)
16
Este Santuario está ubicado a 65km de la ciudad de Loja. En una confusa explicación, Mora de
Valdivieso ([1997]) señala que la gran romería es entre el 15 y el 20 de agosto y que la fiesta que
antiguamente tenía al 8 de diciembre como fecha central, se celebra hoy el 8 de setiembre.
8
(16 de agosto). Otras más pequeñas como la del Nuestra Señora del Carmen de Palo
Blanco (julio) o la de San Francisco en Cumbicus (4 de octubre) Pero es que las
fiestas religiosas de la sierra son también ferias de intercambios regionales; ellas
ocupan aquellos espacios vacíos, sin ritos que son frecuentes en estas celebraciones
religiosas y que las diferencian de las de la costa. Independientemente de que sean
piuranas o lojanas, las fiestas se concentran entre julio y noviembre: la necesidad de
un celebrante por cierto, pero también la rotación de ferias comerciales que coinciden,
además, con las etapas de cosecha. Esta vinculación económica religiosa es visible,
por ejemplo, en el caso de Nuestra Señora del Carmen de Morropón, fiesta religiosa
local que, en un inicio se celebraba dentro del cronograma católico festivo tradicional
el 16 de julio de cada año, pero que luego fue cambiada al 15 de noviembre, fecha en
la que se celebra actualmente. Los motivos aducidos es el hubiera más tiempo y más
plata de cosechas pero posiblemente también el no poder competir con otras ferias
regionales de mayor importancia17.

Por la costa, las fiestas patronales tienen un circunscripción local bastante mayor, con
excepción de la mencionada Virgen de las Mercedes de Paita; las imágenes se
pasean entre hileras de casas que normalmente han sido construidas con "caña" de
Guayaquil, como desde el virreinato se han venido construyendo. Y si en esas fiestas
se baila la marinera, el tondero y hasta la "pava", recreada danza tumbesina, no es
menos cierto que la gente de Ayabaca, Huancabamba y hasta Cajamarca se cría con
pasillos, un baile que se encuentra hasta Colombia pero que, junto con el sanjuanito,
es considerado un baile nacional del Ecuador. Pasillos que nos hacen recordar a un
tipo humano muy especial de la zona, los montubios18, belicosos pobladores que se
encuentran entre Cuenca, Loja, Ayabaca y Jaén. Inseparables de su machete, de su
poncho corto y de su sombrero (de lana, por lo general) son temidos por su
irascibilidad: casi todos llevan llevan algún corte obtenido en alguna pelea y entre
ellos es común, el "arrastrar el poncho"; es decir, buscar camorra y enfrentarse casi
por el puro placer de hacerlo.

Desde Piura hasta Guayaquil, la interacción humana es constante y continua: en su


viaje de promoción, los estudiantes piuranos suelen dar una vuelta por el Guayas y el
Azuay. Las películas que se alquilan en los lugares de alquileres de videos no son
compradas en Lima sino en Guayaquil y gente de los sectores medios tiene por
costumbre de ir a este gran puerto para visitar la ciudad y sobre todo su Bahía, en
donde compran productos que llegan directamente de Panamá y que son difíciles de
encontrar hasta en la misma Lima. Finalmente, en algún momento y de efímera
duración, se estableció un vuelo Piura- Guayaquil; la excusa para su desaparición, la

17
La información de Morropón en Concejo Distrital de Morropón y Oea (1993). En Diez (1992) se
encuentra alguna información sobre las fiestas religiosas serranas mientras que Velásquez (1996: 69-
83) presenta un interesante cronograma de ellas.
18
De la zona hay muy poco estudiado. Entre lo poco que se cuenta (y he podido acceder), hay una
caracterización de los "montuvios" ecuatorianos que en el fondo, comprende muy poco a esta población
y presenta más una serie de estereotipos (por ejemplo, aún cuando no es perverso, el montuvio es
eminentemente sexual; el montuvio ignora el dibujo; el niño montuvio no siente la necesidad de gratificar
sus ideas; la inspiración musical del montuvo es rudimentaria [...] empero ha superado el compás
binario). Ver José de la Cuadra (1968).
9
inadecuación del servicio de gasolina a los aviones. En el fondo, los engorrosos
problemas de pasaporte y frontera que no son nuevos. Contaba, el genealogista
Garay -a quien ya hemos mencionado- que, como era fastidioso el cruce de la
frontera, se aprovechaba de la visita de algún familiar para pasarla simulando ser un
hijo más del tío visitante. El retorno era también muy simple: se llevaba al ilegal a la
frontera y se le embarcaba en un autobus rumbo a Guayaquil; en caso de ser
detenido, una de las paradas era señalada como el lugar de embarque.

Verdad o mentira, no deja de ser una anécdota simpática que refleja una realidad
muy conocida en la región. Mucha gente de la frontera tiene doble documento de
identidad; libreta electoral del Perú y cédula del Ecuador; juegan con su nacionalidad,
dependiendo sus necesidades de movimiento. Por otro lado, hay personas que bajan
de Loja a los Centros de atención médica peruana19 y mucha gente de caseríos
peruanos, cercanos al límite de frontera, que envían a sus hijos a estudiar en
escuelas ecuatorianas.

Una realidad, informal en los casos de esos caseríos, pero que se ha impuesto
formalmente con el reconocimiento entre las casas de estudios superiores de la
mancomunidad de cultura entre las regiones y que ha llevado a la firma de un número
creciente de convenios entre las universidades sur- ecuatorianas y del norte del Perú.
Es interesante notar que cada vez que ha habido un amago de enfrentamiento por la
cuestión de límites, se han fletado buses en la ciudad de Cuenca para llevar de
inmediato a los estudiantes peruanos a la frontera; librarse de indeseables, quizás,
pero también puede ser visto como una suerte de protección para los jóvenes. Y por
supuesto, no falta más de uno que se mantiene "escondido" en la ciudad, asistiendo a
la universidad de "incógnito", para no perder clases20. Claro está que terminado el
problema, los estudiantes peruanos regresan normalmente a retomar sus estudios en
dicha ciudad del sur del Ecuador.

No es nada fácil estar desinformado de la situación social, política y económica del


vecino país, sobre todo del sur, si uno vive en el norte. La televisión ecuatoriana es
captada fácilmente en Tumbes y también por la sierra piurana aunque es interesante
percibir la preferencia por los programas televisivos regionales del Guayas y del
Azuay. A través de ellos y de la realidad cotidiana se perciben ciertos problemas
comunes en ambos lados de la frontera: por ejemplo, que se sufre un esquema
centralista, unicéfalo en el Perú y bicéfalo en Ecuador, que mantiene en la periferia
del gobierno nacional al norte peruano y a la sierra sur del Ecuador. Esquema que se
repite internamente y contra el cual se levanta la justa indignación de tumbesinos y
lojanos contra Piura y el eje Cuenca- Guayaquil respectivamente.
Desafortunadamente la sierra piurana no tiene la fuerza cohesionada de su
contraparte surecuatoriana: Ayabaca es recordada en la región con motivos de la
famosa fiesta del Señor Cautivo de Ayabaca, ya mencionada, y a Huancabamba, por

19
Agradezco esta información a la Dra. Karen Pesse, quien asesorara la sección de Malari del
Programa de Salud de la Comunidad de Catacaos, en Piura.
20
Tal fue la actitud de la hija de Juan Granda y Teresa Castañeda en los meses críticos de 1995,
quien se "escondió" en un convento de monjas para no perder sus clases en la Universidad.
10
las Lagunas de las Huaringas, gracias al creciente interés y auge de todo un circuito
curativo de médicos andinos, conocidos generalmente como curanderos.

La descentralización es el interés común que vincula las demandas de estas regiones


y que se trasluce en un intento, relativamente autónomo de buscar el desarrollo
mediante la integración cultural y económica; en el fondo, reestructurar esa palmaria
mancomunidad de intereses. Desde mediados de los años de 1990, hay reuniones de
alcaldes del norte del Perú y sur del Ecuador en que se han puesto sobre el tapete
numerosos temas que resaltan la necesidad de integrarse para el desarrollo;
vigorosos intentos de presionar a los gobiernos centrales para obtener concesiones
que serían altamente beneficiosos para las regiones norperuanas y surecuatorianas
independientemente de las fronteras existentes. En 1996 y en la ciudad de Loja21, por
ejemplo, se trató de establecer un balance sobre lo que se había logrado en cuanto a
la integración cultural y comercial así como en lo físico-vial.

Porque los ejes viales son fundamentales para tráfico fluido de gente y productos. Y
aunque se proponen un número maayor de rutas de contacto en la frontera, la
anhelada integración recupera antiguas rutas comerciales, internas de las regiones,
que vinculan como antaño, Loja, Catacocha, Macará, Suyo, Las Lomas, Sullana y
Piura, desde la sierra, y también por la costa, desde Piura, Sullana, Tumbes,
Machala, Guayaquil, circuito nunca perdido gracias a la existencia de la carretera
panamericana. Rutas que prueban ser vitales para el contacto social y económico.
Porque, ¿qué piurano no ha ido alguna vez a comprar cosas a una feria de
integración peruana- ecuatoriana?

Cuando en 1995 con los problemas del Cenepa, se pretendieron suspender la ferias
de integración peruano- ecuatoriana, las quejas fueron generalizadas por parte de
piuranos y surecuatorianos. Los que habían llegado a venir de estos últimos,
señalaron no tener ningún problema en permanecer en el Perú a pesar de las
tensiones existentes; por su parte, los piuranos se quejaron del limitado número de
artículos que habían sido traídos y de los altos precios que tenían. Quejas
recurrentes, aunque no lo parezca, en cada momento de tensión o de cierre de
frontera y que vienen de muy antigua data, aunque los motivos que generaran dicho
cierre fueran muy diferentes.

En efecto, ya en 1841, Baltazar Caravedo, gobernador de Piura, se quejaba de que


los ingresos de la aduana de Paita y de Piura se habían visto muy afectados en los
útimos años. El motivo: se había suprimido la feria de intercambio con el Ecuador.
Mientras que antes de esa fecha, la región gozaba de gran vitalidad comercial (y, de
paso, de entrada por aduanas para la administración), la carencia del comercio con el
vecino país había reducido el consumo y la actividad de esta provincia22. Argumentos
que no difieren radicalmente de lo que aducen actualmente los mercaderes de uno y
otro país cada vez que hay algún problema de frontera que impide la normal
circulación de su persona y productos así como de su realización comercial.
21
Dicha reunión se llevó a cabo entre el 14 y 16 de noviembre de 1996. Numerosos intentos de
integración son mencionado en Castillo (1997: 92)
22
AGN OL. 285 [1573] 1841: 6f.
11
Pero es que las ferias fronterizas fueron establecidas apenas nació el Ecuador como
República; el mismo Libertador estableció que la de Loja se realizara a cabo entre el 1
y el 15 de septiembre en paralelo a las que se realizaban en la costa. Con el tiempo,
estas últimas han ido cambiando, moviéndose de fechas, ampliándose o
reduciéndose en número pero han seguido dándose a pesar de los avatares
fronterizos. ¿Qué piurano no ha ido alguna vez a comprar a la Feria de Reyes de
Sullana que se da en enero de cada año y que tiene poco más de 40 años de
establecida?. Y es el Convenio de Régimen de Ferias Fronterizas de 1972 el que
actualmente rige estas ferias de integración entre Perú y Ecuador23. Si es por la
sierra, quizás el volumen de comercio puede parecer insignificante por comparación
al de otras zonas, principalmente el que se realiza por la costa, pero el de
contrabando y el intercambio mercantil informal es verdaderamente considerable;
sobre todo de productos alimenticios (Castillo 1997: 109).

Toda esta riqueza de relaciones culturales, sociales y económicas se han visto


afectadas por el secular problema fronterizo. Con virulencia hacia 1941, aunque se
cuenta que el Mariscal Eloy Ureta tuvo que enviar a los soldado piuranos y
tumbesinos a Chiclayo durante el conflicto para evitar que en vez de pelear, se
pusieran a jugar fútbol con los ecuatorianos24 -quizás de allí la violencia del
enfrentamiento porque se trajo soldados de otras partes del país. A pesar de la
sangre y del rencor guardado en las zonas del enfrentamiento militar, una vez más la
gente había reconstruído sus vinculaciones, sino con la fuerza de antaño en que lo
social soportaba lo económico, al menos en este último campo: el comercio y las
posibilidades de complementaridad de recursos se imponía a los intereses
controladores de los centros de poder. Sin embargo, ya los incidentes de la Cordillera
del Cóndor (1981) y más recientemente, el problema del Cenepa, aunado a los
resurgimientos de los discursos y beligerancias nacionalistas han paralizado la
integración fronteriza, sea cultural o económica, que se comenzaba a promover
desde las mismas regiones.

Ideas finales
Es interesante percibir como pervive en la cultura y en la cotidianidad de gente, hoy
separadas por artificiales límites nacionales, el recuerdo de un gran espacio que se
había articulado a lo largo del tiempo, aprovechando las facilidades geográficas y la
explotación mancomunada de recursos naturales. Sociedades, explicitadas en
regiones, que a pesar de que nunca estuvieron bajo un marco organizativo social
único (con excepción del breve lapso inca -en el que no sabemos como se habían
establecido y se manejaban las "provincias-), han mantenido una complementaridad
cultural, social y económica que expresa el aprovechamiento recurrente de ese
sustrato geográfico- histórico. Complementaridad que ha logrado remontar los
excluyentes procesos de construcción nacionales tanto del Ecuador como del Perú.

23
(Castillo 1997:92). La primera versión de la Feria de Reyes de Sullana fue en 1956.
24
Agradezco esta anécdota al Sr. Ernesto Yepez, historiador, quien está trabajando justamente los
años del conflicto de 1941.
12
También resulta particularmente interesante que, con el resurgimiento de fin de siglo
de los "ismos" (nacionalismos, regionalismos, chauvinismos), la población de ambos
lados de un límite, sancionado desde los dos centros de poder (Quito y Lima),
reclame no sólo la participación y el reconocimiento de sus provincias o cantones en
sus respectivas repúblicas sino también su derecho a establecer relaciones
interregionales -que sólo intuyen que son muy viejas- y que perciben como
verdaderas herramientas para el desarrollo. Un desarrollo que, además son muy
conscientes, partiendo desde las regiones potenciaría el de sus naciones.

En este sentido, escuchando sus voces, creo que para pretender establecer una
cultura de paz que logre enraizarse con éxito en el alma de las sociedades peruana y
ecuatoriana se enfrenta una doble problemática: primero, el reconocimiento de
realidades regionales diferentes de las de los centros de poder, la descentralización
tan reivindicada, y luego -y sobre todo- que los problemas de frontera visto desde los
mismos espacios fronterizos toman un sentido y una concresión diferente. Entre el
norte del Perú y el sur del Ecuador no es mera retórica la hermandad y si inclusive,
ésta es dejada de lado, es un espacio común para los grupos humanos aquí
asentados, la necesidad de potenciar su complementaridad cultural a través de la
recreación de la mancomunidad económica: para todos, la solución se expresa en
proyectos de integración de amplio espectro que posibiliten la mejora del conjunto.

La guerra no es más una solución a los problemas nacionales. Por un lado, en lo


cultural, cada vez se ha generalizado más la idea de que en la guerra sólo hay
perdedores y por otro, enmarcados en el nuevo y cada vez más visible marco
mundializado, es conocido que los impactos de cualquier guerra rebasan las fronteras
de los países en conflicto, por pequeños que éstos sean, y afectan el entorno cada
vez más globalizado que los rodea. Hay muchos intereses, internos -que deben ser
privilegiados- pero también externos a nuestras repúblicas, de que los muros que los
procesos de construcción nacional construyeron con tanto ahínco, sean
progresivamente eliminados por la vía pacífica, llámese integración o proyectos
binacionales de desarrollo.

En ello, la recuperación de los elementos de cultura común y de la historia compartida


debe ser un factor importante a tener en cuenta: son la estructura invisible que
cohesiona la sociedad. Y si lo "nacional" ha sido hasta este momento una suerte de
beligerante religión monoteísta (excluyente, intolerante y normativa) aunada a un
concepto homogenizador de la sociedad, es el momento de aceptar una realidad que
crecientemente nos envuelve y que supone, aceptar la diversidad y la heterogeneidad
de las personas; al parecer, estamos ante el límite del modelo nacional (o su
reestructuración). Escribir libros de historia común, por ejemplo, sería una suerte de
acercamiento real entre los países y el reconocimiento de versiones diferentes de
lado y lado de la frontera, las cuales tendrían que encontrar un equilibrio. Pero
implicaría que los partícipes de tal texto tuvieran, no sólo un conocimiento adecuado
de los desenvolvimientos históricos nacionales sino también del de los procesos
regionales de las zonas de frontera (que debieran ser incorporados) y sobre todo, el
respeto a las diferentes versiones y supuestos históricos, que han cohesionado y
sustentado el discurso social de cada país.

13
Pero también puede ser un gran impulso, la realización de encuentros de distinto
orden cultural, en la región y en las capitales nacionales. Vivencias conjuntas de
jóvenes de unas y otras en donde se plantee tanto la reflexión de temas de interés
común como el simple conocimiento de la riqueza cultural de cada cual; promover
viajes de grupos mixtos por el interior de uno y otro país y por supuesto, aprovechar el
ciberespacio para impulsar el contacto estudiantil de uno y otro país. La oferta no
debe ser restringida a la gente joven sino a los diferentes grupos sociales vía el
conocimiento e incluso el aprendizaje de la cultura del país contraparte. ¿Cuantos
peruanos habrán visto bailar un sanjuanito?, ¿cuántos ecuatorianos, una marinera?.
Pensar, por ejemplo, en la celebración de ferias del Ecuador en Perú y viceversa, que
contemplen la oferta de un paquete cultural representativo y no sólo de lo económico
y que, además, rebasen el marco de la región y de la capital; hay muchos espacios
dentro de nuestros respectivos países que tienen el derecho y la necesidad de
conocer a aquellos a los que el discurso nacionalista ha enseñado a rechazar.
Resaltar lo realmente importante, los hombres que están detrás de un nombre, sea
éste Perú o Ecuador, que ubiquen en el justo nivel los intereses nacionales y faciliten
los entendimientos y diluyan los temores, por desconocimiento, de una y otra
sociedad.

Desde la gente que vive a ambos lados de la frontera, el problema que actualmente
nos divide sólo podrá solucionarse con visión de futuro y con una agenda conjunta de
desarrollo de la Región Fronteriza Sur del Ecuador y Norte del Perú (Castillo 1997:
67). Sus complementaridades de cultura y de sociedad así como de intereses
económicos deben ser reconocidos y asumidos por los centros políticos.
Conocimiento y voluntad son los pilares de la paz nacional y del desarrollo regional.

14
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