La Oración Argumentos
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s posible que muchas veces nos hayamos preguntado por qué nuestras abuelas oraban de
rodillas, tanto en la iglesia como en casa. Postradas frente a la luz de la lamparilla y los
ahumados íconos de la pared, su oración se alzaba más allá de este mundo. Una oración
simple, sencilla, una verdadera letanía popular. ¿Qué le daba a esa oración su rasgo
característico? Precisamente el hecho de que era repetida estando de rodillas, con el
corazón compungido.
La abuela nunca oyó hablar del término griego “metanoia” o de las prácticas hesicastas y
las corrientes filocálicas. Sin embargo, sabía bien una cosa: la oración no puede elevarse
sino estando de rodillas, en un profundo estado de piedad y humildad, de paz y
reconciliación con Dios. Para nuestras abuelas, arrodillarse no era un esfuerzo, sino un
enorme privilegio.
Arrodillarse para orar es un rasgo caractarístico del cristianismo. Los judíos
contemporáneos a nuestro Señor Jesucristo solían orar de pie en la sinagoga o en la esquina
de la calle, para demostrar su piedad. Por el contrario, nuestro Señor se arrodilló para orar
en el Jardín de Getsemaní y también Su Santísima Madre lo hizo junto a la Cruz. San
Esteban cayó de rodillas antes de morir como mártir (Hechos 7, 60), en tanto que el Apóstol
Pedro se arrodilló junto al cuerpo de Tabita y “orando, la hizo volver a la vida”. (Hechos
9, 40). Estos son ejemplos divinos y argumentos históricos a favor de la oración hecha de
rodillas. Sin embargo, más allá de ser una práctica histórica, el arrodilllamiento se halla
vinculado a nuestro estado de espíritu. Muchas veces, todos sentimos la necesidad de
postrarnos de rodillas. Algo, una fuerza desconocida, un misterio y un prodigio nos hacen
caer de rodillas.
En una sociedad que nos alimenta con una variopinta gama de conceptos psico-sociales
como “Tú decides”, “Debes ser el más fuerte”, “Piensa libre” o “We love to entertain
you”, el hombre contemporáneo ha perdido todo el estímulo y la necesidad interior para
postrarse de rodillas. Sin embargo, esa llama no se ha extinguido completamente. Queda
una brasa, una pequeña ascua, una chispa santa en cada uno. Aunque somos más o menos
conscientes de esto, ella sige titilando, por mucho que nos empeñemos en apagarla. Dios
sabe en qué momento esa chispa volverá a encenderse en una fuerte llamarada.
Un buen ejemplo, a propósito de todo esto, nos lo da el relato de una actríz norteamericana,
un alma que, luego de buscar mucho, encontró la paz postrándose de rodillas junto al muro
de un monasterio ortodoxo. Mary McCann era una estrella en Broadway, un joven talento
en pleno ascenso. Tenía espectáculos, fama, dinero y una vida de vedette. El cambio
ocurrió cuando conoció a un grupo de teatro de Rumanía. Inmediatamente se sintió
fascinada por aquellas personas que, a pesar de venir de la pobre Europa del Este, tenían
algo especial, una luz en los ojos. “¿Qué tienen ellos que no tenga yo?”, se preguntó. La
respuesta fue simple: “¡Ven y verás!”, tal como nuestro Señor Jesucristo le dijo a San
Andrés, al llamarlo al apostolado.
Casi sin darse cuenta, un día se vio abordando un avión hacia Bucarest. Ciertamente, le
gustó la ciudad, pero encontró que no tenía nada distinto a las demás ciudades que había
visitado antes. Esto, “hasta que llegué al mundo de los monasterios de Moldova y
Bucovina. Sumida en un profundo silencio, a la sombra del Monasterio Varatec, mis
rodillas se doblaron instintivamente y me vi arrodillada sobre aquella bendita tierra.
Gruesas lágrimas comenzaron a resbalarme por el rostro. Todo comenzó a transformarse
en mi interior. Frente a aquel antiquísimo ícono de la Madre del Señor derramé todas las
lágrimas que había acumulado desde hacía muchos años. Nunca antes había llorado. ¡De
hecho, no sabía que podía llorar! Sentía como si mi pecho se abriera intentando entender
algo... Mi corazón había superado sus límites, desbordándose hacia afuera…” (Actorii şi
credinţa, Editorial Lumea Credinţei, Bucarest, 2013, págs. 119-123).
Era una persona que nunca antes se había arrodillado. Una persona como cada uno de
nosotros, con procupaciones, necesidades, dudas y preguntas. Dice un santo
contemporáneo, San Nicolás Velimirovich, que la diferencia entre el ortodoxo balcánico y
el sofisticado hombre occidental es el hecho de que el primero sabe arrodillarse para orar.
Sabe que estar de rodillas, conversando con Dios, es una señal de humildad y contrición por
sus pecados, de reconocer sus propias imperfecciones. Arrodillándose, el hombre reconoce
su estado de pecador, su indignidad. Luego, levantándose, deja atrás esa vieja forma de
vida, para entrar a una completamente nueva. Arrodillándose, el hombre desciende
voluntariamente al polvo del que fuera hecho, entregando su vida a las manos de Dios. Esto
nos lo muestra también San Isaac el Sirio, cuando dice que “cada vez que nos
arrodillamos, demostramos que aunque fuimos arrojados al barro por el pecado, el amor a
los hombres de nuestro Creador nos vuelve a llamar al Cielo”.
https://doxologia.org/es/palabras-de-espiritualidad/por-que-oramos-de-rodillas
ORAR DE RODILLAS
El creyente tiene entre sus deberes principales la oración, es decir, orar cada día, con
perseverancia, sin cansarse.
¿Es mejor orar de pie, sentado, de rodillas, o inclinado? ¿Deben estar mis manos abiertas,
cerradas o levantadas hacia Dios? ¿Deben estar cerrados mis ojos cuando oro? ¿Es mejor
orar en un templo o afuera en la naturaleza? ¿Debo orar por la mañana cuando me levanto,
o por la noche antes de ir a la cama? ¿Hay ciertas palabras que necesito decir en mi
oración? ¿Cómo comienzo mi oración? ¿Cuál es la manera correcta de cerrar una oración?
Estas preguntas, y otras, son preguntas comunes que nos hacemos acerca de la oración.
¿Cuál es la manera correcta de orar? ¿Acaso es importante alguna de las cosas
mencionadas?
Con mucha frecuencia, la oración es vista como una forma “fórmula mágica”. Algunos
creen que si tú no dices exactamente las cosas correctas, u oras en la posición correcta, Dios
no escuchará ni responderá nuestra oración. Esto es completamente anti-bíblico. Dios no
responde a nuestras oraciones basado en cuándo oramos, dónde estamos, qué posición
corporal adoptamos, o en qué orden decimos nuestras oraciones. Primera de Juan 5:14-15
nos dice, “Y esta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a
Su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquiera cosa que pidamos,
sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho”. Del mismo modo, Juan 14:13-
14 declara, “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea
glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, Yo lo haré”. De acuerdo a esto, y a
muchas otras Escrituras, Dios responde a las peticiones de oración basándose en si éstas se
piden de acuerdo a Su voluntad y en el Nombre de Jesús (para traer gloria a Jesucristo).
Así que, ¿cuál es la manera correcta de orar? Filipenses 4:6-7 nos dice, “Por nada estéis
afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego
con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará
vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. La manera correcta de orar es
derramar tu corazón ante Dios, siendo honesto y abierto con Dios, puesto que Él ya nos
conoce mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos. Debemos presentar nuestras
peticiones a Dios, pero teniendo en mente que Dios sabe lo que es mejor, y no nos
concederá una petición que no sea Su voluntad para nosotros. Expresemos nuestro amor,
gratitud, y adoración a Dios en oración sin preocuparnos por tener las palabras correctas
para expresarlo. Dios está más interesado en el contenido de nuestros corazones, que en la
elocuencia de nuestras palabras.
Lo más cerca que llega la Biblia de dar un “patrón” para la oración es el Padre Nuestro en
Mateo 6:9-13. Comprende por favor que el Padre Nuestro no es una oración que debemos
memorizar y recitarla a Dios. Es un ejemplo de las cosas que debe contener una oración –
adoración, confianza en Dios, peticiones, confesión y sumisión. Debemos orar por las cosas
de las que habla el Padre Nuestro, usando nuestras propias palabras y “adaptándolas” a
nuestra propia jornada con Dios. La manera correcta de orar es expresando lo que hay en
nuestro corazón a Dios. Sentado, de pie, o de rodillas; con las manos abiertas o cerradas;
ojos abiertos o cerrados; en un templo, en casa, o al aire libre; por la mañana o por la
noche; todas estas cosas son asuntos secundarios, sujetos a la preferencia personal,
convicción y conveniencia. El deseo de Dios es que la oración sea una conexión real y
personal entre Él y nosotros.
https://www.gotquestions.org/Espanol/manera-correcta-orar.html
Tabla de Contenido [Ocultar]
1 ¿Cuál es la Diferencia entre Rezar y Orar?
2 ¿Qué es la Oración a Dios Según la Biblia?
3 ¿Cómo orar a Dios Correctamente Según la Biblia?
o 3.1 Orar con Nuestras Propias Palabras
Como lo vemos, incluso cuando ora por Lázaro, da gracias al Padre por la resurrección de
Lazaro antes de que este resucitare, diciendo: «Padre, gracias te doy por haberme
oído» (Jn 11:41). Mostrando así como la oración va acompañada de la fe. También enseña
como por medio de la oración venció tentaciones e incluso se fortaleció ante la que
sería la prueba más difícil (Lc 22:41-44), subir a una cruz para salvar a una
humanidad de todos sus pecados, dando su vida por el rescate de otros (1 Pe 3:18; 1 Jn
3:16). Incluso una vez allí, sangrando y con clavos en sus manos, mientras recibía burlas,
insultos y desprecio, oraba por ese mismo mundo que lo escupió, le azotó, le humilló, lo
golpeo y prefirió salvar la vida de un ladrón y no la del Único Hombre Justo que ha
pisado esta tierra (Lc 23:34).
Por último, también se puede orar con palabras propias, dependiendo la necesidad de
cada persona. El Señor Jesús nos dejó un modelo de oración pero esto no impide que usted
derrame su corazón a Dios y le exprese lo que siente. La Biblia dice que el creyente tiene el
Espíritu de Dios que intercede por nosotros con gemidos indecibles, nos ayuda en nuestro
debilidad y pedir como conviene (Ro 8:26).
https://recursoscristianosweb.com/que-dice-la-biblia/que-es-la-oracion-y-como-orar-a-dios/
¿Qué es orar?
A través de la Biblia vemos claramente que orar es hablar con Dios. Cuando oramos
abrimos nuestro corazón a Dios para contarle cómo nos sentimos. En Mateo 6:5-8, Jesús
habla sobre la oración y dice:
Cuando oren, no sean como los hipócritas, porque a ellos les encanta orar de pie en las
sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les aseguro que ya han
obtenido toda su recompensa. Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la
puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en
secreto, te recompensará. Y al orar, no hablen solo por hablar como hacen los gentiles,
porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras. No sean como
ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan.
Aquí vemos que la oración es entre nosotros y Dios, no para impresionar a los demás.
Nuestro corazón no tiene la actitud correcta si lo que buscamos es que los demás nos vean y
admiren nuestras palabras. Al orar, nuestro deseo más grande debe ser pasar tiempo con
Dios y hablarle desde lo más profundo de nuestro corazón.
Es cierto que nuestro Padre sabe de antemano lo que necesitamos, pero como a todo buen
padre, a él le encanta escuchar la voz de sus hijos. Vemos así que el énfasis de la oración
debe ser fortalecer nuestra relación con Dios, acercarnos a él, pasar tiempo en su presencia
y compartir con él lo que ocupa nuestro corazón. Oramos porque nuestra relación con Dios
es importante y vital.
¿Cómo oramos?
Puede que entendamos la importancia de la oración, pero muchas veces no tenemos claro
cómo debemos orar. La Biblia nos da ejemplos y ayuda. En el mismo capítulo del
evangelio de Mateo mencionado anteriormente (Mateo 6) encontramos "el Padre nuestro",
conocido como la oración modelo de Jesús. Mateo 6:9-13 dice:
Si tomamos esta oración como ejemplo, vemos que hay algunos elementos importantes que
deben formar parte de nuestra oración.
Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.
(v.12)
Reconocemos nuestra necesidad de su perdón y su gracia. A la misma vez examinamos
nuestro corazón para saber si hemos estado dispuestos a perdonar y a ofrecer gracia a los
que nos han ofendido. Es momento de examinarnos. Sabemos que estamos agradecidos por
el perdón de Dios a nuestras vidas. ¿Está nuestro corazón suficientemente transformado
como para ofrecer el perdón a los que nos han ofendido?
Pedimos su ayuda y protección ante las tentaciones para que permanezcamos firmes en él y
no cedamos. Sabemos que él es el único que nos puede proteger y librar de las tentaciones y
de todos los ataques del maligno.
6. Volvemos a alabarle
Dios espera que pidamos y que lo hagamos en el nombre de Jesús. No es pedir todo lo que
se nos antoje, sino pedir de acuerdo con su deseo para nosotros y para que él sea glorificado
en nuestras vidas.
Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que
pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. ¿Quién de ustedes, si su
hijo le pide pan, le da una piedra?
(Mateo 7:7-9)
Aquí vemos el corazón paternal de Dios. Él desea dar cosas buenas a sus hijos, pero
debemos pedir, buscar, llamar, cultivar nuestra relación con nuestro Padre y expresarle
nuestros anhelos.
Vemos que Jesús, aun siendo Dios hombre, cultivó una vida de oración y clamor, pero
también tuvo "reverente sumisión". ¡Cuánto más debemos nosotros mostrar ese corazón
reverente y sumiso a través de nuestras oraciones y de nuestras conversaciones con el
Padre!
Aprende a orar e interceder con el ejemplo de Jesús
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus
peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.
(Filipenses 4:6-7)
¡Son tantas nuestras preocupaciones diarias! Podemos llevarlas ante Dios, entregárselas y
darle gracias porque no tenemos que enfrentar solos los problemas de la vida. Es en esa
actitud de total confianza en él que recibimos su paz, una paz incomprensible que muestra
el cuidado de nuestro Dios.
Podemos llevar ante Dios todo tipo de peticiones, incluidas las peticiones por salud y por el
perdón de pecados. Dios anhela tocarnos con sanidad física y sanidad espiritual. Somos
justos gracias a Jesús (2 Corintios 5:21) y por eso nuestra oración es eficaz y tiene poder.
Lo que la Biblia dice sobre la sanidad y el orar por los enfermos
Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar
la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.
(Hebreos 4:16)
Mientras más cultivemos nuestra relación con Dios más fácil será acercarnos a él con toda
confianza para hablarle y presentarle nuestras necesidades. También será cada vez más fácil
escucharle y recibir su misericordia, su gracia, su paz.
Podemos orar en todo momento por todas las situaciones o personas que vengan a nuestra
mente. También debemos interceder por nuestros hermanos en la fe. Es importante pedir al
Espíritu Santo las palabras precisas para orar con sabiduría, de acuerdo con el corazón de
Dios.
No dudes en acercarte al Padre celestial con tus oraciones. Verás el gozo enorme que
sentirá tu corazón al fortalecer tu relación con él a través de la oración.
https://www.subiblia.com/todo-sobre-oracion-biblia/
La oración de rodillas en la Sagrada Escritura, la tradición cristiana y la liturgia
27 octubre, 2019
11631
(Antonio Serrano Santos) Hay quien opina y dice que” orar de rodillas es masoquista y que
a Dios no le gusta”. Si se refiere a algunos casos, en particular, de rutina y fanatismo, no
está mal dicho. Pero si es una afirmación general, para todo el que toma esa actitud, me
parece que ha olvidado, o no ha revisado, la Sagrada Escritura, la tradición cristiana y la
liturgia católica sobre este modo de orar, donde se muestra todo lo contrario. Y es mucho
asegurar que todos esos son masoquistas y desagradan a Dios. Luego expondremos algunos
de los muchísimos casos que aparecen en la Biblia, la tradición y la liturgia.
Una cosa es la actitud de temor servil, y otra, la actitud de temor filial. A Dios hay que
rezarle como hijos, como dice el Padre nuestro y, entonces, solo cabe un temor filial, es
decir, temer ofender a Dios porque se le quiere, y obedecerle en lo que sabemos que nos
manda porque El sabe lo que nos conviene.
Dicho esto, nuestra oración es como la conversación y trato con un padre. “ Orar, dice
Santa Teresa en el libro de su vida,es estar muchas veces, a solas, tratando amistosamente,
con quien sabemos nos ama”. “ Para amar; no es otro el fin de la oración”.
La liturgia prescribe dos formas o modos de hacer oración: de pie, como se hacía, y ahora
también, en la Iglesia Primitiva, con los brazoz abiertos, en alto; o de rodillas, en ciertos
momentos también litúrgicos. Tanto en la misa, como en otros actos de culto, se ora de
rodillas. Y no es, por eso, masoquismo ni humillación, ni desagrada a Dios, más bien todo
lo contrario. Es un acto de humildad, intenso y profundo que, en algunos momentos, el
cristiano realiza y necesita por la importancia de lo que adora y ama y cree, y por una gran
necesidad espiritual, a veces, urgente, personal o comunitaria. En ese modo de oración
vemos cómo Dios demuestra su grandeza infinita abajándose hasta nosotros que nos
sentimos pobres, totalmennte necesitados, siempre en peligro. Y no solo nos sentimos, es
que lo somos. Y en esa intimidad en que nos recogemos, en el silencio y la soledad, tantas
veces, ante el sagrario o en nuestra habitación, o en plena naturaleza, en pura fe, unas
veces, y con dulce sentimiento, otras, experimentamos la presencia y acción de Dios en
nuestro espíritu y hasta en nuestro pobre cuerpo.El siempre habla mucho más en el silencio
y la soledad que en medio del ruido del mundo. “ Le llevaré a la soledad y allí le hablaré al
corazón”, dice en boca del profeta.
Algunos ejemplos maravillosos : 1.- Al ciego de nacimiento, una vez curado, le dijo Jesús:
“ Crees tú en el hijo del Hombre?( Hijo de Dios)- ¿Quién es, Señor, para que crea en él?-
Responde.-El que habla contigo- dice Jesús- Creo, Señor.Y, cayendo de rodillas, lo adoró.
Jesús aceptó ese gesto. Le agradó. Su humildad, su fe, y gratitud. 2.- “…encontraron al
Niño y a su Madre, y, postrándose de rodillas, le ofrecieron oro, incienso y mirra”. 3.- “
Jesús, cayendo de rodillas, sobre su rostro, en tierra, exclamaba: Padre mío…Y entrando en
agonía, oraba más intensamente, hasta derramar sangre”. Parece que al orar de rodillas se
ora más intensamente, acerca más a Dios, nos hace sentirnos más hijos, hasta el extremo de
que el mismo Jesús, llega un momento en que no dice Padre, sino “Abba”, que tiene en
hebreo una traducción castellana parecida a nuestro “ papá” .4.- Filipenses, 2,10-12: …para
que, al nombre de Jesús, doble la rodilla cuanto hay en los cielos, en la tierra y en los
abismos…”
Hay otros muchos más casos en la Biblia de este orar de rodillas. Pero vamos a ver otros
fuera de ella. 5.- Al momento de la Consagración.6.- En el Viernes Santo, en la adoración
de la Cruz, todos se arrodillan, prescripción litúrgica. En el Credo, también, puede
arrodillarse al momento de decir: …se encarnó de María Virgen”. Y en la adoración y
exposición del Santísimo, en el “ Tantum, ergo, Sacramentum, veneremos cernui”.”
Cernui” se traduce por “ de rodillas”. En el himno del Corpus: “ De rodillas, Señor, ante el
sagrario, que guarda cuanto queda de amor y de unidad…”
Y hay en el canto popular y las costumbres cristianas, antiguas, ese cántico : “Cuando, de
rodillas, te contemplo, Jesús, veo tu grandeza y mi pequeñez…”Ante la Stma. Virgen,
como en Fátima, Lourdes. Versos como:” Pensamiento que al cielo subes y subes/mira bien
no te pierdas entre las nubes/ Pliega, pliega las alas ,amaina el vuelo/ mejor a Dios te elevas
cuando te humillas/ nunca es más grande el hombre que de rodillas”.
Hay personas que no pueden ponerse de rodillas, ni mucho ni poco.Fuera de lo que la
Iglesia, en su sabiduría de siglos, nos prescribe, cada uno ora como puede y quiere. Tanto
de rodillas como de pie. El valor de la oración está e el corazón, la humildad, el amor. Jesús
pone un ejemplo de oración. “ Subieron dos al templo a orar. Uno era fariseo y el otro,
publicano. El fariseo, puesto en pie…” sabemos lo que sigue, pero está claro que si estaba
de pie, el publicano estaba de rodillas. El fariseo, ante el altar, estaba seguro y satisfecho de
su modo de orar. Y decía que no era ni siquiera como “ ese publicano” y lo despreciaba, el
cual , al fondo del altar, de rodillas, se golpeaba el pecho, diciendo: “ ¡Oh, Dios, ten
compasión de este pecador”. Jesús, termina la parábola afirmando: Este salió justificado”.
Decir que” orar de rodillas es masoquista y no le gusta a Dios”, dicho con buena intención,
sin la malicia y orgullo despectivo del fariseo, es, repito, no haber revisado bien la Sagrada
Escritura, la tradición cristiana y la liturgia. Tarde o temprano, si no lo hace, puede caer en
la actitud del fariseo, porque orar de rodillas no es masoquista y le gusta a Dios muchísimo.
Es humildad, amor de hijo que necesita, muchas veces, acudir a su Padre, buscando fuerza,
consuelo, intimidad. Es la íntima amistad con Jesús, de la que todo depende; seguir su
ejemplo en esos momentos de oración intensa que nos saque de la tibieza, de la rutina y nos
prepara para aceptar el cáliz, ese cáliz que siempre nos espera en nuestra vida y que, de otro
modo, no podríamos. Porque de rodillas, orando intensamente, hasta sudar sangre, parece
que es así como pudo Jesús aceptar la voluntad del Padre el cáliz que siempre aceptó, y no
quería, incomprensiblemente para nosotros, en ese momento, aceptar.
https://www.alhaurindelatorre.com/la-oracion-de-rodillas-en-la-sagrada-escritura-la-
tradicion-cristiana-y-la-liturgia/
Filipenses 2:10.
para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la
tierra, y debajo de la tierra;
Para no variar, LLDM utiliza este versículo fuera de contexto. Este pasaje NO habla de la
oración sino LA CONFESIÓN QUE JESUCRISTO ES EL SEÑOR (Filipenses 2:11).
Además este texto está hablando del JUICIO FINAL cuando todos los hombres incrédulos
y rebeldes tendrán que humillarse y confesar a Jesucristo obligadamente. Si leemos con
cuidado Romanos 14:10-12 podemos ver que el día cuando “se doblará toda rodilla” es el
mismo día en el cual “todos compareceremos ante el tribunal de Cristo”. Filipenses
2:10 y Romanos 14:11 no tienen NADA que ver con la oración.
Mateo 6:5
Cuando ores no seáis como los hipócritas, que gustan orar de pie en las sinagogas y en las
esquinas de las calles, para ser vistos por los hombres, Os aseguro que ya tienen su
recompensa.
Los judíos acostumbraban a orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles
para mostrar su piedad. Si analizamos el contexto completo del capítulo 6, podemos ver
que Jesús está condenando el orgullo de los fariseos al hacer obras delante de la gente
para ser vistos, pero no está condenando en lo absoluto la práctica de orar de pie.
Respuesta: NO.
No existe como un mandamiento. En la Biblia NO encontramos mandamiento de orar
en ninguna posición especial. Hay muchas instrucciones en cuanto a la oración, pero no
hay ningún mandamiento con respecto a la posición del cuerpo. De hecho encontramos
ejemplos de individuos que oraron en varias diferentes posiciones:
1. De rodillas
Hay muchos ejemplos de personas que oraron al Señor sobre sus rodillas, sugiriendo que
era una práctica común. Daniel oraba de rodillas tres veces al día (Dan. 6:10), Esteban
cayó sobre sus rodillas y oró antes de morir como un mártir (Hech. 7:60) y Pedro se
arrodilló ante el cuerpo de Tabita para orar por ella antes que ella volviera a la vida (Hech.
9:40; vea también Hech. 20:36; Efe. 3:14). Arrodillarse era un ritual que expresaba
el deseo del adorador de rendirse a Dios.
2. Sentado
3. Estando en pie
Estar de pie ante el Señor en oración también era una práctica común; quizá más común
que arrodillarse. Uno de los casos más impactantes se encuentra en 2 Crónicas 20. Cuando
Judá estaba enfrentando la posibilidad de un ataque militar, Josafat invitó al pueblo a orar.
Permaneció de pie en la asamblea en la casa del Señor y oró por la liberación
mientras “todo Judá estaba en pie delante de Jehová” (2 Cron. 20:13). También está el
caso de Ana (1 Sam. 1:26) y de Job (30:20).
De hecho, la refrendó cuando dijo a sus discípulos: “Y cuando estén de pie orando,
perdonen lo que tengan contra otros, para que también su Padre del cielo les perdone sus
culpas” (Mar. 11:25, NBE).
“Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro
Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas” (Mar 11:25 R95)
La palabra griega para “esteis” es stékete (verbo indicativo presente activo 2ª persona
plural) y carga con la idea de “estar firmes” y según este contexto, estar de pie orando.
En Lucas 18:9-14 el publicano subió al templo (v. 10). En el v. 13, “estando lejos” oró.
Dice La Biblia de Las Américas, “de pie y a cierta distancia”. La misma expresión se halla
en Luc. 19:8, “Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor”. La palabra griega
es STATHEIS (viene del verbo ISTEMI). El publicano no oró a Dios arrodillado,
pero “descendió a su casa justificado” (18:14), porque era hombre muy humilde, contrito y
deseoso de obtener el perdón de Dios. Es lo que Dios busca (Sal. 51:17), y no la postura
del cuerpo. El publicano hubiera sido aceptado en cualquier postura porque era
humilde, pero si nos arrodillamos delante de Dios sin humillarnos, no nos acepta.
También encontramos en la Biblia casos en que las personas oran durante la noche en sus
camas. Mientras están sobre su cama recuerdan al Señor y meditan en él (Sal. 4:4; 63:6).
Esta postura pone el énfasis en la oración como una oportunidad para meditar en las
bondades del Señor mientras buscamos su ayuda.
5. Postrado
Este breve repaso indica que, en la Biblia, no existe una postura particular requerida
para que oren los adoradores. Las posturas son importantes sólo en el sentido de que
son la expresión externa de la reverencia, los sentimientos íntimos y el compromiso
ante el Señor.
Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda
oración y ruego con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4:6-7
La manera correcta de orar es derramar tu corazón ante Dios. Ser honesto y abierto
con Dios, puesto que Él ya te conoce mejor de lo que te conoces a ti mismo.
La manera correcta de orar, es expresando lo que hay en tu corazón a Dios. Sentado, de
pie, o de rodillas; con las manos abiertas o cerradas; ojos abiertos o cerrados; en un templo,
en casa, o al aire libre; por la mañana o por la noche. Todas estas cosas son asuntos
secundarios, sujetos a la preferencia personal, convicción y conveniencia. El deseo de
Dios es que la oración sea una conexión real y personal entre Él y nosotros.
Conclusión
Después de haber leído estos versículos de la Biblia que son tan claros y contundentes en
cuanto a cómo se puede orar, es difícil no concluir este breve comentario sin aseverar
que una de las principales doctrinas legalistas de la Luz del Mundo, carece de
fundamento bíblico.
Los invito hermanos, a sigamos pidiendo a Dios sabiduría mediante la oración sincera y
en todo momento, para que Él nos siga proveyendo de Su luz y así cada día, sigamos
aprendiendo a servirle de acuerdo a Sus pensamientos antes que los nuestros.
Dios nos bendiga.
https://www.exlldm.com/%C2%BFdoctrina-revelada-la-oracion-de-rodillas/
El Padre nuestro
La oración del Padre nuestro comienza reconociendo que hablamos con Dios, nuestro
Padre. ¡Somos parte de su gran familia! Como somos sus hijos, podemos hablar
directamente con él sin necesidad de intermediarios. Nuestro Padre amado nos escucha y
podemos acercarnos a él con toda confianza en cualquier momento (Hebreos 4:16).
Aun así, nuestra actitud ante él debe ser humilde y de alabanza, reconociendo su grandeza y
su santidad. ¡No hay nadie como nuestro Dios! Él es santo, santo, santo (Isaías 6:3). Llenos
de esa convicción, expresamos el anhelo de que toda la humanidad reconozca la santidad de
su nombre y que experimente el deseo de exaltarle y glorificarle.
Luego, reconocemos a Dios como nuestro Rey. Donde Dios reina las cosas son mucho
mejores de lo que podemos imaginar. Su reino es uno de justicia, paz y gozo en el
Espíritu Santo (Romanos 14:17). ¿Cómo no va a ser lo mejor para nosotros que venga su
reino? Dios sabe lo que nos conviene en cada momento y en medio de cualquier situación.
Debemos aprender a someternos a su voluntad confiando plenamente en su bondad.
Con esta frase expresamos la certeza de la seguridad y protección que ofrecen sus brazos de
amor. Sabemos que su reino y su voluntad son lo mejor para nuestras vidas y para toda la
humanidad. ¡Y esa confianza llena nuestros corazones de paz!
https://sites.google.com/site/elmundobiblico/prayer-requests/-el-secreto-del-padre-nuestro